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TU LECTURA DEL LUNES

En Samaria había un hombre muy famoso. (Lee en Hechos 8:9 quién era este hombre).

Simón, el mago, era un charlatán. Se aprovechaba de la inocencia de la gente con trucos de magia y les hacía creer que eran verdad.

Hoy sabemos que los magos que hacen espectáculos, en realidad, son personas que saben hacer trucos que parecen reales. Ahora la mayoría de los magos dicen que lo que hacen en sus espectáculos son, en realidad, trucos. Pero en la Antigüedad y hasta los comienzos del siglo pasado, los magos hacían creer a las personas que tenían poderes mágicos. Al igual que Simón, los antiguos magos se aprovechaban de sus clientes para conseguir dinero, fama o admiración.

Pero cuando Felipe llegó a Samaria, muchas personas dejaron de hacer caso a Simón y creyeron en lo que Felipe les contaba sobre Jesús. Muchas personas decidieron entregarse a Jesús y bautizarse (ver Hechos 8:12).

Simón se había quedado impresionado con los milagros de Felipe. Él sabía que su poder era solo un engaño. Pero lo que hacía Felipe, en el nombre de Jesús, era real. Al final también creyó en Jesús. ¿Qué decidió hacer? (Todos tenemos nuestra oportunidad. Léelo en Hechos 8:13)

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