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TU LECTURA DEL MARTES
Para los padres
Enseñad a vuestros hijos que Dios se hizo hombre y vivió entre nosotros para que podamos acercarnos a él sin miedo y con confianza. Él quiere perdonarnos, y debemos estar seguros de que lo hará si se lo pedimos de corazón, no por miedo.
Los milagros de Felipe atraían la curiosidad de Simón. Acostumbrado a hacer sus «milagros», soñaba con poder hacer algún día milagros de verdad y que todo el mundo le admirase por ello.
Cuando los apóstoles se enteraron de que había seguidores de Jesús en Samaria se alegraron mucho y decidieron enviar a Pedro y a Juan para conocerlos. Simón conoció a Pedro y a Juan y supo que también hacían milagros. A partir de ese momento solo podía pensar en una cosa: él quería hacer milagros de verdad, no solo trucos de magia. Y quería hacer los milagros que él quisiera. Así que se acercó a Pedro y a Juan y les hizo una oferta. ¿Qué les dijo? (Lee Hechos 8:18,19).
¡Qué atrevimiento! ¡Este hombre no había comprendido nada! ¿Cómo se le ocurrió que podemos comprar a Dios?
Pedro se dio cuenta que las intenciones de Simón eran muy egoístas. Él no quería recibir el poder de Dios para ayudar a otros sino para hacerse rico y para poder controlar a los demás. Pedro le contestó de una forma muy severa y le pidió que se arrepintiera y que pidiera perdón a Dios. (Puedes leerlo en Hechos 8:21-23).
Simón se asustó por la dureza de las palabras de Pedro, pero en vez de reflexionar sobre sus intenciones y pedir perdón, tuvo miedo de Dios. Tenía miedo a que Dios lo castigara. Entonces pidió algo a los apóstoles. (Puedes leer su petición en Hechos 8:24). Definitivamente, Simón no conocía a Dios de verdad.