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1.3.2 Una puesta en escena

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Epílogo

Epílogo

nombre, como se evidencia en el libro Tácticas y estrategias para contar (2010), en el que los autores Natalia Franco, Patricia Nieto y Omar Rincón, investigadores colombianos, centraron su atención en las voces que habían sobrevivido física y emocionalmente a sucesos violentos, que nunca habían sido tenidas en cuenta por los medios masivos de comunicación. Por último, es importante mencionar el proyecto Difusión de la tradición Oral y la memoria cultural del corregimiento Villacarmelo de Santiago de Cali (2017), que muestra el interés por reconstruir la historia local a partir de la memoria de sus pobladores, generando espacios donde se tejen microhistorias, que se convierten en una invitación a encontrar sentidos con la comunidad.

acercamiento según el formato.

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Al acercarme a proyectos relacionados con la memoria y los recuerdos encontré dos exposiciones que considero relevantes: Una exposición que habla por sí sola (1997), desarrollada por Anna Green, y 68 voces 68 corazones (2019) de Gabriela Badillo (Fig. 7), las cuales surgen ante la inquietud de construir exposiciones estructuradas en torno a relatos orales.

La primera gira alrededor de cintas sonoras de relatos biográficos de más de 200 hombres y mujeres de la comunidad Frankton Junction que vivieron y trabajaron en la comunidad ferroviaria en Nueva Zelanda; mientras que la segunda es una recopilación de cuentos indígenas mexicanos animados y narrados en su lengua originaria.

Ambas exposiciones, asumen el reto de construir un espacio sonoro, donde la historia oral y la memoria son vistas como elementos vivos y activos, más que como simples fragmentos de un pasado inerte. Al inducir a los visitantes a reflexionar sobre sus propios recuerdos y a entender la memoria como un puente entre el pasado y el presente, abren posibilidades para que los asistentes se vean reflejados en las historias que están escuchando, dando pie a la opción de narrarse desde perspectivas en las que antes no se ha tenido oportunidad.

Figura 7 Exposición 68 voces,68 corazones. Las ilustraciones dan cuenta de un proceso introspectivo de los artistas, en el que son usadas las metáforas y el color para acercarse al significado de cada relato. En cada producción hay un interés por personificar con detalle al testimonio. Fuente: Fotografía Aura Gómez

Así como estas exposiciones tratan de dar vida a relatos que hacen parte de la cotidianidad, encontré una serie de trabajos que tratan de mostrar las voces que no son fáciles de identificar y escuchar porque no se ha considerado su relevancia en la historia: Las historias de un grito, 200 años de ser colombianos (Fig. 8), exposición atemporal realizada en el Museo Nacional de Colombia en al año 2010; el montaje titulado En nuestra pequeña región de por acá (Fig. 10), de la artista chilena Voluspa Jarpa, realiza en el año 2016; y finalmente Sonidos de la muerte (Fig. 9), de Teresa Margolles.

Las tres exposiciones, disímiles en sus temáticas, pero cercanas en su proceso de aproximación a los hechos, permiten recuperar acontecimientos, personajes, regiones, sonidos, que a lo largo del tiempo no son reconocidos en los relatos oficiales, o han sido sesgados únicamente con el sello de la violencia.

Valerse del arte como un elemento que puede condensar y sintetizar una imagen de la sociedad de una manera que otras disciplinas no lo pueden hacer se hace especialmente notorio en estas instalaciones. En el caso de Los sonidos de la muerte, el recorrido de altavoces que reproducen grabaciones tomadas en terrenos en los que fueron encontrados cuerpos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez es, además de una denuncia explícita de la violencia, una muestra de la importancia contenida en la cotidianidad, que visibiliza los espacios como escenarios dónde no solo se presentan hechos violentos sino situaciones de toda índole, por medio de las cuales la vida, día a día, continua.

Figura 8 Las historias de un grito, 200 años de ser colombianos. Instalación realizada por el museo Nacional de Colombia que retó desde diversos puntos de vista el imaginario colectivo que se tenía del proceso de Indepencia, trayendo a colación personajes y relatos que antes habían sido ignorados. En la imagen, se realiza un paralelo entre la figura de libertador y las diferentes connotaciones que puede llegar a tener. Fuente: Archivo Personal José Vidal.

Figura 9 Instalación Sonidos de la Muerte de Tersa Margolles. Toda la experiencia del usuario se generaba a través del sonido. Fuente: Sitio web museo

Memoria y Tolerancia, México, Figura 10 En nuestra pequeña región de por acá. Instalación realizada por Voluspa Jaar. Hay un respeto por el espacio que evidencia la sensación de ausencia y silencio. El uso de fotografías y archivos textuales, propone nuevos desafíos a la historia contada hasta el momento, dándole voz y caracter a los personajes implicados. Fuente: www.malba.org

Considero que el arte como elemento de creación, permite afrontar la violencia de una manera diferente y por eso incluyo el trabajo de Doris Salcedo quien, en el año 2019, inaugura su Instalación Fragmentos, (Fig. 11) donde extiende láminas, construidas a partir de las transformaciones materiales de las armas entregadas por las FARC, por todo el suelo a manera de piso; “para pararnos y escuchar el silencio” (Salcedo, 2019). Un silencio necesario después del montón de información falsa y real que circulaba en torno a la entrega. Al fundir un arma, anula su poder letal y la vuelve inoperante para siempre, y el hecho de caminar sobre ella refuerza la idea de que podemos, como sociedad, caminar sobre aquello que tanto dolor nos causó.

Finalizo esta revisión, refiriéndome a El testigo, (Fig. 12) proyecto fotográfico realizado por Jesús Abad Colorado, fotógrafo colombiano que se destaca por su labor de retratar la realidad de un país que ha tenido el conflicto siempre latente en su historia. La diagramación de su obra invita a la creación de

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