6 minute read

2.1.1 La intimidad en comunidad

Next Article
Epílogo

Epílogo

La intimidad en comunidad Reconstruir la historia a partir de los relatos, permite construir una memoria colectiva a partir de hechos individuales, dado que las narraciones de las personas son propias e íntimas, pero, también son un reflejo de la sociedad y de cómo se comportaba en ese momento. Terminan por ser un registro de las dinámicas y situaciones de determinada época. Como lo dice el filósofo chileno,

“la vida en común es un constante intercambio de voces y expresiones –y de silencios también- que constituyen en definitiva la experiencia lingüística de una comunidad y el criterio último de lo que es significativo o insensato”. (Giannini, 2004, p. 244)

Advertisement

Fue en los relatos de las personas, donde descubrí, -porque ellos se dieron a la tarea de mostrarme- lo que era verdaderamente importante de incluir en la instalación deTrujillo, una historia por contar.

Muchos de los relatos recolectados tienen episodios que son comunes a otros testimonios o se conforman gracias a intervenciones de personas, que pueden ser parte de la comunidad o externas a ella. Como individuos, muy pocos de nuestros recuerdos existen por separado, pues al involucrar otras personas y relacionarlas en las historias, recordamos, no como seres unitarios, sino como seres que hacen parte de una comunidad. Este sentido comunitario que se forma, apela a que la memoria individual es necesaria para conformar la colectiva y, que a su vez, esta última afecta las percepciónes individuales.

Adicional a esta relación, existe otro punto importante que conforma estas historias: los pequeños vacíos. Ricoeur, citado por (García Maidana & Lleras Figueroa, 2019, p. 563) en El Museo Efímero del Olvido; sostiene que “el olvido aquí participa de una paradoja, porque es el olvido el que hace posible la memoria”. Es irónico, pero solo se hace memoria cuando se permite olvidar los hechos, pues el olvido le permite a una historia reconfigurarse cada vez que es contada y construirse desde muchos frentes. Son estos pequeños vacíos los que me permitieron identificar los significados que los testimonios le otorgaban a ciertos fragmentos de sus historias.

Los significados de los sucesos inciden directamente en la estructuración identitaria de la persona. La elección que el sujeto realiza al momento de contar la historia, el hecho de decidir qué recordar, qué olvidar y cómo narrarlo, contiene en sí mismo otra multiplicidad de significados, que a su vez son un reflejo de cómo la persona se reconoce a sí misma y se representa frente a los demás. Estas dos acciones, reconocerse y representarse, son las bases de la conformación de una identidad, en este caso individual.

Fragmentos de mi bitácora con reflexiones y bocetos relacionados con la instalación “Trujillo, una historia por contar” Fuente: Elaboración propia.

Se establece una relación bilateral, pues las narraciones recolectadas conforman la identidad de las personas, pero a su vez la manera de abordar éstas son un reflejo de su misma identidad. La exploración de estos dos frentes en los relatos recolectados, el de la comunidad y la individualidad, permiten considerar que “el hombre, al comunicar, es portador de una experiencia personal; pero, como ya lo hemos manifestado, también lo es sin saberlo de una experiencia colectiva e histórica; arcaica, a veces.” (Giannini, 2004, p. 244)

A esto se suma Maurice Halbawchs, quien sustenta que la memoria colectiva es un proceso social de construcción de un pasado vivido y lo significado por un grupo o sociedad. (1968) Podríamos decir que tales experiencias “banales” de la cotidianidad de las que habla Giannini, son las que sirven de sedimento para la conformación de una memoria colectiva constituida a partir de múltiples reconstrucciones.

“La historia, lo hemos dicho, deja de lado esos intervalos en los que, en apariencia, no pasa nada, en los que la vida se limita a repetirse bajo formas un poco diferentes, pero sin alteración esencial, sin ruptura ni conmoción. Pero el grupo, que vive primero y sobre todo para sí mismo, aspira a perpetuar el sentimiento y las imágenes que forman la sustancia de su pensamiento. (Halbwachs, 1968, pág. 218)

En ese orden de ideas, la identidad es una relación directamente proporcional entre el sujeto y la sociedad, pues este último, con sus acciones y experiencias conforma la sociedad, pero su propia personalidad se forma gracias a la apropiación de ésta. Al final, la identidad es una relación tan cíclica y tan dependiente, como la misma que existe entre la memoria, el olvido y los recuerdos, por eso mismo, no debería anclarse a un hecho histórico, sino a una multiplicidad de hechos que hayan sucedido en el lugar.

Hablaríamos entonces de que el pueblo es un fundamento de la identidad de sus habitantes y viceversa. En Trujillo esta coexistencia es aún más notoria que en la ciudad porque el territorio es más pequeño y tanto las personas como sus historias tienen un mayor grado de interconexión.

Teniendo en cuenta que al igual que las personas, la variedad de momentos por los que atraviesa un municipio, son los que conforman su identidad, construir un espacio que permita la difusión de estos hechos, desde los relatos orales de sus habitantes, posibilita a la comunidad reencontrarse con recuerdos propios, ajenos y entre individuos, de manera que desde la colectividad se empiecen a construir memorias que aporten al reconocimiento, configuración y apropiación de la identidad.

Es por eso que Trujillo, una historia por contar, busca ser un espacio abierto que aporte a fortalecer estas relaciones cíclicas, a través de la búsqueda y exposición constante de narraciones que incluyan diversos puntos de vista y que permitan al visitante reflexionar sobre su propia construcción de identidad.

2.2 Conversar de lo cotidiano y descubrir un mundo inmerso en los detalles

Trujillo, una historia por contar, es un proyecto que busca redimensionar significados a partir de los relatos de las personas, y para ello fue necesario acercarme a esa comunidad y redescubrirla. Esta sección da cuenta del proceso de acercamiento a una comunidad en la que había vivido previamente, pero a la que en esta ocasión, me acercaba desde otra perspectiva.

Al revisar los antecedentes, descubrí que no quería replicar exactamente ninguna de las metodologías utilizadas antes. No estaba interesada en escuchar la historia oficial, o las historias que siempre se habían contado sobre Trujillo, por tanto, no tenía ningún sentido que fuera a hablar con las mismas personas de siempre, lo que me llevó a descartar la idea de hacer este trabajo con una institución intermediaria. Por el contrario, lo que se gestó en todo el trabajo de campo, fueron espacios de diálogos libres y nostálgicos, en especial porque al ser conversaciones tan largas, las personas se permitían navegar libremente por sus recuerdos y, como ya lo he expuesto antes, los recuerdos no son ni blancos ni negros, están en una escala de grises difícil de encasillar y es esto lo que le brinda diversos matices a la historia.

Esta fase de reconocimiento del municipio y conversaciones con los testimonios se combinó en algún momento con las fases de revisión teórica y exploración gráfica del producto final, por tanto, los procesos entre estos tres frentes se dieron de forma cíclica, en un ir y venir que me permitió integrar procesos intuitivos, reflexivos y creativos, para llegar a conceptos y posturas fundamentales en el desarrollo del proyecto.

This article is from: