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Don Jediondo vendió más que Burger King… y
No Es Un Chiste
Según el informe público de la Superintendencia de Sociedades, Don Jediondo Sopitas y Parrilla S.A.S reportó ventas en 2012 por $27.904 millones. Su propietario, el reconocido humorista Pedro González quien heredó el nombre de su personaje a los restaurantes, habló con LA BARRA, sin perder su toque personal.
La cadena Don Jediondo
nació a finales de 2005 en la plazoleta de comidas del Centro Comercial Imperial, ubicado en Suba, donde ofrece comida típica colombiana con especial énfasis en preparaciones boyacenses, haciendo honor al origen de su propietario. De igual manera, la decoración y el lenguaje que maneja en los locales van en sintonía con el personaje que representa Pedro González en la cadena radial Caracol y heredó su nombre a los restaurantes.
Los precios de cada plato están entre $12.900 y $49.000, sus porciones son generosas con gramajes entre 250 y 460. No cabe duda, tiene razones suficientes para que sus productos sean acogidos entre el público.
El crecimiento ha sido sostenido en el tiempo y con éxito en su propuesta que se ha extendido por 13 ciudades y más de 40 locales, especialmente en centros comerciales. De hecho, dentro del ranking TOP 100-Restaurantes se ubica este año en el puesto 12 gracias a un crecimiento del 60,84% en 2012 con respecto al año 2011.
Sus ingresos operacionales superaron a los de cadenas multinacionales como Alsea (Burguer King, Domino's Pizza y P.F. Chang's) y a los de cadenas con mucha trayectoria en Colombia como DLK (Di Lucca, Di Lucca ToGo, La Brasserie, Niko Café, Vía María, Patria, Casa y Café Museo del Oro).
LA BARRA acoge también su estilo en estas páginas, así que, sin más preámbulos, con ustedes el gestor del restaurante de comida colombiana más exitoso: Pedro González. “Don Jediondo”
PEDRO GONZÁLEZ: Bueno, empiezo como mis paisanos los ciclistas: en primer lugar muchas gracias a la prestigiosa revista LA BARRA por esta oportunidad, a mi papá y a mi mamá y a todos mis patrocinadores.
LA BARRA: ¿Cuál fue la motivación principal para incursionar en el sector de los restaurantes?
P.G.: Creo que las situaciones se van dando, las cosas van llegando. Todo en los tiempos de Dios. Resulta que con mi esposa pensamos que el tema de los medios de comunicación es muy bello y todo pero como todo, se acaba. Entonces pensamos en tener un negocio y terminamos emulando a un pequeño restaurante que tenía mi madre en
Sutamarchán, Boyacá. Pensando en un futuro para la familia y por qué no, de rescatar los sabores tan deliciosos de la comida típica de Boyacá y de Colombia.
LB: ¿Para qué época se estima que estará abierto el local de Cajicá?
P.G.: El local de Cajicá, si Dios quiere, y las primas tienen listas las sopitas –jajaja– estará abierto a finales de septiembre. Es nuestra propuesta campestre. Un sitio muy acogedor no solo para los fines de semana sino para todos los días. Es como un pueblito enclavado en la sabana.
LB: ¿A qué le atribuye el éxito de su modelo de negocio donde promueve la cocina colombiana?
LB: Nos parece interesante que abra puntos de venta en otras ciudades. ¿Qué importancia tiene para Don Jediondo Sopitas y Parrilla su presencia en ciudades intermedias? ¿Cuál ha sido el comportamiento en las ciudades más pequeñas?
P.G.: La experiencia en otras ciudades ha sido muy agradable. Estamos muy contentos y agradecidos con la gente de todas las ciudades. Después de Bogotá, abrimos en Medellín, Cali, Bucaramanga, Pereira, Ibagué, Armenia, Manizales, Neiva, Yopal, Santa Marta, Cartagena, Pitalito, Duitama y en todas las ciudades, gracias a Dios, hemos sido muy bien recibidos. Y la importancia es suprema, no solo porque se hace país y se engrandece la marca, sino que se tiene un contacto más cercano con las recetas de nuestras regiones.
P.G.: Primero, gracias a Dios que nos inspira. Y también, al respeto por los sabores originales de Colombia. Ah, que si bien es cierto aún tenemos algunas fallitas –jejeje–, tratamos de cada día atender de la mejor manera a nuestros comensales, que su llegada a uno de nuestros puntos sea una experiencia agradable, tanto en la calidad del producto como en la calidad del servicio.
LB: ¿Cuáles son sus planes futuros?
P.G.: Como diría mi agüela cuando cumplió 99 años: “Yo a esta edad ya no compro bananos verdes” –jajaja–. En la parte artística tenía la expectativa de que me dieran la dirección de la Luciérnaga y ya me la dieron. Es calle 67 # 7-67 –jajaja–, en la comida como en la comedia a veces es bueno improvisar. Gracias a Dios los proyectos van saliendo y en ese momento decidimos y consultamos el bolsillo a ver si se puede. Pero lo importante es que escuchamos cada propuesta, cada alternativa. Así no alcance el billete los escuchamos –jajaja– tenemos como pensado abrir en Honolulú, en Australia, en Helsinki y en Johanesburgo. Ojalá –jajaja–.