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Confío, luego existo

Como consultor en temas de comunicaciones estratégicas, he visto como el de la reputación está dejando de ser un tema desconocido, sólo de interés para las grandes multinacionales, para ser un tema estratégico y esencial para todas las compañías.

Cuidar, proteger y cultivar la reputación se ha convertido en un punto tan o más importante que los mismos balances. Ganar o perder dinero es parte intrínseca del negocio, pero ganar o perder reputación es esencial para garantizar o poner en riesgo la operación de largo plazo.

La reputación no es un tema de tener un perfil alto o bajo. Las compañías tienen un perfil según cada audiencia. Si la empresa es un proveedor de otra empresa, puede tener un perfil bajo ante los consumidores, pero de ninguna manera puede tener ese mismo perfil ante la empresa que le compra, el gremio o las autoridades que le dan las licencias.

Reputación, en términos sencillos, es confianza. Si confío, hago relaciones comerciales, compro, vendo, uso, pero sobre todo, existo. Confiar es existir. En el mundo de los negocios modernos, la confianza es un elemento esencial para poder cerrar negocios. Si no confío en un proveedor, en un producto, en una marca, con seguridad habrá otro proveedor, producto o marca, en la que sí pueda confiar y que pueda satisfacer mi necesidad. La confianza me lleva a pensar en largo plazo, a recomendar a otros, a repetir mi compra, a pagar un valor extra por lo que represento.

Ya no basta con ser conocido, con tener buen top of mind, si en lo que hago día a día, no hay reputación. No hay confianza.

Hoy por hoy, a cada segundo, en cada decisión de compra, el cliente valida muchas variables que están ligadas con la reputación: quiénes son los dueños de la empresa con la que me estoy relacionando, quienes sus clientes, cuáles son sus prácticas laborales, cómo se relacionan con el medio ambiente, cómo son sus estados financieros, cómo atienden a sus clientes, entre otras.

Todos nosotros, estamos día a día ofreciendo confianza y comprándole a otros confianza. Una confianza que lleva a la necesidad de plantearse si se quiere o no invertir en ella.

En verdad, la confianza no es una posibilidad sino una obligación. Sin ella no hay empresas duraderas, ni servicios que perduren. Sin ella no hay legados, no se trascienden en el mundo empresarial y no se logran los retos.

Tengo reputación, cuando los otros empiezan a confiar en mí empresa, en mi servicio, no porque yo lo digo, sino porque los otros lo viven en mí, y por eso me lo dicen. Confiar es en el fondo existir. Confío, luego existo…

Por: Andrés Felipe Andrade Coordinador Editorial IAlimentos

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