16
Ciudad Real-Agosto 2020
NuestraHistoria
Edad Contemporánea
Francisco Javier Morales Hervás Doctor en Historia
CAPÍTULO IV or el Tratado de Valençay se restituía a Fernando VII como rey de España. Cuando regresó a nuestro país en 1814 fue muy bien acogido por el pueblo y fueron numerosas las muestras de afecto al monarca en su periplo para llegar a la Corte madrileña. Diversas crónicas comentan que un buen número de habitantes de localidades de nuestra actual provincia acudieron a pueblos de las provincias de Cuenca y Toledo por los que pasó el monarca camino de Madrid para poder verle y aclamarle. Además, en muchos pueblos se promovieron celebraciones para festejar el retorno de Fernando VII y, en este sentido, merecen ser destacadas las llevadas a cabo en Pedro Muñoz, impulsadas por diversas personalidades representativas de los sectores más reaccionarios de la sociedad y por personajes que querían ganarse el favor del monarca. Este tipo de actos de adhesión al rey se repitieron en numerosas localidades, aunque también se dio algún caso, como en Membrilla, donde las autoridades, más proclives a los principios de la Constitución de 1812, se negaron a autorizar algunas iniciativas propuestas por absolutistas que querían celebrar la restitución de “El Deseado”. Aunque la mayor parte de nuestro territorio provincial se caracterizó por su tradicionalismo y, por tanto, por su aceptación, sin excesivas críticas, de la restauración de los principios del Antiguo Régimen, entre
P
1814 y 1820 algunos personajes, que habían tenido cierto protagonismo político durante la ocupación francesa o que eran conocidos por haberse mostrado favorables a las ideas liberales de la Constitución de Cádiz, sufrieron las consecuencias de la dura represión promovida por Fernando VII. En la persecución de afrancesados y de liberales contribuyeron diversos realistas convencidos de la necesidad de restablecer el absolutismo, pero que también, en muchos casos, comprendieron que a través de la denuncia de los enemigos de la monarquía absoluta de Fernando VII podían hacer méritos para mejorar su posición política, económica y social.
El pronunciamiento del coronel Riego el 10 de marzo de 1820 en Cabezas de San Juan (Cádiz) obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 y ello dio paso al denominado Trienio Liberal, en el que por primera vez en nuestro país se intentó desarrollar una auténtica política de carácter liberal. Aunque de forma oficial el liberalismo se imponía en España, en la práctica gran parte de nuestro país vivió bastante ajeno a estos cambios, sobre todo en territorios como nuestro ámbito provincial tan apegados a la tradición y con una sociedad poco proclive al cambio. Por ello no debe sorprendernos la gran indiferencia con la que en la mayoría de las localidades de A la izquierda una de las batallas libradas por el ejército liberal contra los Cien mil hijos de San Luis; a la derecha el general Riego es conducido al lugar del suplicio. «Como si montarle en borrico hubiera sido signo de nobleza, llevábanle en un serón que arrastraba el mismo animal [...]; cubierta la cabeza con su gorrete negro, lloraba como un niño», escribió Pérez Galdós