PERSONAJES
Bar La Estrella, al fondo, un jovencísimo Carlos
Bar La Estrellita: cincuenta años despertando a Triana Por AGUSTÍN PÉREZ GONZÁLEZ
La Estrellita ha abierto, con ella Triana despierta, y su café despierta a los trianeros, como viene haciéndolo desde hace más de cincuenta años”
Triana disfruta su merecido descanso tras un intenso día de trabajo. La luna juega a proyectar misteriosas sombras en las paredes de los patios, y a pintar lorigas de plata sobre las ondas del río grande; los duendes, que nunca duermen en esta orilla, se entretienen en hacer cosquillas en el alma de los artistas y a sembrar semillas de trianería en los recién nacidos; la brisa se entretiene en acariciar a los geranios, en componer verdes melodías en las copas de los árboles, y en bailar un dulce vals con las veletas; las farolas se abrazan al puente con dedos de melancólica luz, y el “Mecherito” del puente enciende los deseos de las nubes; la escalera del Tagua se abalanza sobre Betis, y la zapata tiende sus brazos de calamocha y cal a la Maestranza. Todo es paz en la noche trianera cuando el metálico deslizar de una persiana rasga el velo de la noche: La Estrellita ha abierto, con ella Triana despierta, y su café despierta a los trianeros, como viene haciéndolo desde hace más de cincuenta años. Mucho antes de ese 1970 de su inauguración, la familia Fernández Carrasco ya era industrial e industriosa, pues la abuela Marina regentaba en la calle Asturias una lechería, a la que puso por nombre “La Estrella” por el retablo de la Dolorosa que lucía junto al local. A partir de 1955, Alejandro, el mayor de los hermanos (del que no he podido conseguir nin-
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R E V I S T A
T R I A N A