HISTORIA
Breves reseñas de los fraudes en los viajes que se organizaban por la llamada “Carrera de Indias” durante el periodo colonial
BASTA QUE PRESTEMOS ATENCIÓN Y BUCEEMOS UN POCO EN LA DOCUMENTACIÓN QUE INVESTIGAMOS SOBRE LOS VIAJES QUE HACÍAN LOS DISTINTOS TIPOS DE NAVÍOS POR LA RUTA TRANSATLÁNTICA, LLAMADA CARRERA DE INDIAS, PARA DARNOS CUENTA DE QUE, DESDE SU PROYECTO DE VIAJE HASTA SU ARRIBO EN LOS PUERTOS DE DESTINO Y EL TORNAVIAJE CORRESPONDIENTE, SE COMPRUEBE LA CANTIDAD DE OPORTUNIDADES QUE SE LES PRESENTABAN PARA DEFRAUDAR Y ESTAFAR EN TODO TIPO DE NEGOCIOS DE CAMBIO, COMPRA O VENTA DE MERCADERÍAS.
Por JOSÉ Mª VILLAJOS RUIZ
L
as autoridades eran sabedoras de los fraudes y los perjuicios que suponían, por lo que hubo que redactar una “Legislación Indiana” atestada de instrucciones y órdenes que eran ejecutadas conforme a la particularidad o circunstancia que en ese tiempo conllevara el delito, bien fuera suave o severo. En el caso de suaves se resolvía con una simple amonestación seguida de una sanción económica y prohibiendo por un tiempo todo tipo de mercadería, si al contrario el delito fuera severo podría conllevar penas de cárcel y retirada por vida de todo tipo de mercado tanto de exportación como importación. Pese a todo ello no dieron el resultado que las autoridades suponían, los sabrosos beneficios que la especulación y fraude en las mercaderías suponía, era lo suficiente para que se arriesgaran. Se da el caso que, en alguna ocasión, el juicio se valoraba conforme a la habilidad de cómo se había realizado el delito, incluso el ingenio empleado para llevarlo a cabo y, aunque parezca extraño, pasaban a ser considerados como un golpe maestro, acaparando las simpatías de los delincuentes. Distinto era si el defraudado era el fisco, en cuyo caso la opinión se inclinaba unánime a favor de los defraudadores. Los fraudes eran variados y distintos. Detallamos seguidamente algunos, entre otros muchos, que por su relevancia P A G . 6 6
Batalla Naval
merecen atención: las construcciones de naves para la carrera deberían condicionar una serie de calidades y características idóneas para que fueran lo suficientemente robustas para surcar los viajes transatlánticos. La mayoría no cumplía lo pactado en el contrato con el constructor del buque, por lo que la vida de estos barcos era de vida corta, debido, como es de suponer, a la mala calidad de los materiales empleados y la imperfección en su realización. Cuando en los astilleros se recibía un encargo por cuenta de la Monarquía, inmediatamente afloraban los intereses de funcionarios mayores (ministros) y oficiales menores (armadores). Los ministros se beneficiaban de las operaciones de mayor grosor económico, siendo los armadores los que se encargaban de alargar el tiempo de construcción, contabilizando pagos a obreros inexistentes y justificando sueldo a aprendices como si fueran oficiales, dándose el caso que algunos no aparecían por los astilleros. La Carrera de Indias, como es sabido, se llamaba a la travesía tanto de ida como de vuelta por el Atlántico. Los barcos tenían que realizar esta larga travesía con el avituallamiento
R E V I S T A
T R I A N A