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La zorra en la romería

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La varita

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La zorra en la romería

Una zorra que no tenía qué comer se echó á andar fingiendo que de romería. Encontró primero un gallo que le preguntó: −«¿Dónde vas, señora María?» −«Á la romería y deprisa», le contestó. −«¿Puedo ir yo también?» −«Bueno, te llevaré sobre mis espaldas».

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Al poco rato encuentra unos palomos, los cuales así que la vieron huyeron agitando fuertemente sus alas. −«No huyáis, les dijo, no huyáis, he dejado mis hábitos antiguos, porque ahora voy de romería». −«¿Voy yo también, señora María?» le pregunta el grande. −«Puesto que viene el gallo, ven tú también, pero te habré de llevar en mis espaldas». Siguen andando, y encuentran unos pavos reales que se apresuraron á huir de su vista. −«No huyáis, les dijo también, he de hábitos antiguos, y ahora voy de romería». −«¿Quieres que vaya yo también?» le pregunto el más grande. −«Dónde van los demás, puedes ir». Después de mucho andar llegaron á una caverna y les dijo la zorra: −«Venid ahora aquí dentro que nos confesaremos porque hemos de atravesar ríos y mares, y sabe Dios si viviremos hasta llegar al punto de la romería». −«Ven acá, tú primero, gallo, que te confesaré». Una vez dentro, dice el gallo. −«¿Qué he hecho yo, señora María?» −«¿Tú qué has hecho? ¿Tú que cantas desde la media noche y despiertas los casados? y á veces cantas más pronto, y equivocando la hora se ponen en marcha las carabanas y

son robadas por los salteadores?» Se sentó la señora zorra y se comió el gallo. −«Ahora ven tú, pichón, y te confesaré». −«¿Qué mal he hecho yo, señora María?» −«¿Qué mal has hecho? tú que cuando las gentes siembran para que nazcan los frutos, vas y escarbas con el pico, y te comes las semillas». También se comió el pichón. Después llama al pavo real. −«¡Ven acá tú también, pavo, que te confesaré». −«¿Qué mal he hecho yo, señora María?» −«¿Tú qué mal has hecho? ¿tú que robaste la corona real y la llevas en tu cabeza?» −«No es verdad, señora María; espera que voy por testigos y te convencerás». −«Bien, vuelve luego».

Sale el pavo y se posa en lo alto de un peral. Pasó por allí un en cazador y cuando iba á apuntarle, le dice el pavo: −«No me mates y tu enseñaré mejor presa que yo; ven, te llevaré donde hay una zorra oculta». Al llegar á la entrada de la caverna gritó el pavo: −«Sal, señora María, que te traigo los testigos». −«¿Tales y tantos son los testigos, que no se dignan entrar?» −«No quieren; salga su merced».

El cazador, que estaba en acecho, así que fué á salir la zorra le disparó un tiro, y en la agonía decía la zorra al pavo: −«Maldito seas por los testigos que me has traído».

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