3 minute read
Las tres nueras
Las tres nueras
Había tres viejas vecinas, con un hijo cada una, á los cuales instaban á casarse para que no quedaran solos el día que ellas muriesen· Los tres eran comerciantes, unidos en sociedad, y por esto las madres se profesaban tierna y estrecha amistad. Un día que los comerciantes paseaban por las calles, vieron en un balcón tres jóvenes y se detuvieron para contemplarlas. Resultó que se enamoraron y las pidieron, celebrándose luego el triple casamiento, y por cuestión de economía convinieron las nueras en vivir todos juntos, teniendo también en su compañía las suegras. Pasaron así bastante tiempo, pero después hubieron de marchar los mandos á Constantinopla para comprar géneros.
Advertisement
Durante la ausencia de los maridos, las nueras, que no simpatizaban conlas suegras, querían matarlas para librarse de la carga de las viejas. Pero una de ellas dijo: −«No, no las matemos, porque es pecado, pero atormentémoslas bien». La primera nuera puso á su anciana suegra á aprender á leer, la otra á tocar el violón y la tercera la encerró en la bodega, haciéndola sentar dentro de una canasta para empollar cuarenta huevos. De este modo, mientras los hombres estuvieron fuera, ellas, descargadas de las viejas, tenían completa libertad.
Volvieron de su viaje los comerciantes, y al dirigirse á su casa oyeron voces en la calle. Volviéronse y asomándose á la reja vieron una escuela donde leían y forzaban á una vieja á
decir b, a, ba, b, de, be; pero la vieja no sabía decirlo y la apaleaban. De pronto uno de los comerciantes exclama: −«¡Pobre de mí, aquí está mi madre!» −«¡Es verdad!», le contesta el compañero. −«¡Madre mía! ¿Qué haces ahí?», grita el infeliz joven. −«¡Ay, hijo mío! ¡Mira á qué me han reducido!» −«¿Y quién te ha puesto aquí?» −«¡Mi nuera, tu mujer!» −«Espera te, madre, que pronto volveré!»
Así queandan un poco más oyen risas y gritos en otra escuela, donde enseñaban á tocar el violón. Se asoman y ven una vieja que tenía el instrumento y no podía manejarlo, lo cual excitaba la risa y la burla. Al momento el otro joven conoce á su madre y exclama: −«¡Madre, madre! ¿Qué haces?» −«¿Qué he de hacer, hijo mío? ¡Tu mujer me puso á aprender el violón, y como no sé, se burlan de mí!» −«¡Espérate, madre, que luego vengo!» El otro dice: −«¡Ay! Vosotros habéis encontrado vuestra madre pero, infeliz de mí, ¿quién sabe dónde se encuentra la mía?» −«Vaya, ya la hallaremos», le contestan sus compañeros.
Dieron vuelta por todas las calles, mas no la encontraron, é impacientados acordaron dirigirse á su casa para ver qué les dirían las mujeres respecto de sus suegras. −«Seguramente nos dirán que han muerto», se decían.
Suben delante los dos que habían encontrado á su madre, y detrás iba el otro, pensando qué habría sido de la suya, cuando se detiene al oír gemidos. Se inclina hacia la bodega, y mirando por una abertura ve á su madre dentro de una canasta, y exclama:
−«¡Queridos, queridos, deteneos, que he averiguado dónde está mi madre!»
Entra en la bodega y pregunta: −«¿Qué haces aquí, madre?» −«¡Ay! ¿Qué hago, hijo mío? ¡Tu mujer me puso á empollar huevos! » −«¿A empollar huevos?» −«¡Sí, hijo mío, y me alimento de salvado amasado con agua, lo mismo que las gallinas!»
Suben irritados los comerciantes y encuentran á sus mujeres vestidas de luto, las cuales les participan que durante su ausencia habían fallecido las tres suegras. −«¿Y cómo? —exclaman— ¿Las tres han muerto?» −«¡Si, las tres!» —contestan las mujeres.
Entonces ellos, para disimular, prorrumpieron en llanto y sollozos. Al siguiente día les dijeron: −«Arreglaos, que daremos un paseo para distraernos y consolarnos de la muerte de nuestras madres».
Vístense las tres muy gozosas, suponiendo que habían engañado á sus maridos. Cuando estuvieron á cierta distancia del pueblo, pone cada cual á su mujer dentro de un saco y exclaman: −«¡Ahora nos vengaremos y os llevaremos á donde aprendáis, la una á leer, la otra á tocar el violón y la otra á empollar huevos!»
Dicho esto, las arrojaron al mar y se fueron en busca de sus madres, decididos á no volverse á casar jamás.
Así acabó el cuento de las tres nueras.