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La muerte, la psicología y el Covid-19
from La muerte desde un enfoque inter y multidisciplinario. Hacia una terapia psicosocial y cultural
LA MUERTE, LA PSICOLOGÍA Y EL COVID-19
GUIOMAR BEJARANO GERKE2 (Bolivia)
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¿Qué es la muerte? Tiene muchos significados, interpretaciones, implicancias y sentimientos. Biológicamente es cuando en el cuerpo se detiene el corazón y se deja de respirar, pero a la Psicología le interesa e incumbe el antes y el después de ello. El “antes”, por el proceso emocional que la persona cruzó, largo o corto, hasta ese momento de su muerte, donde se puede involucrar también a la familia en él, y en el “después”, al
2 Dipl. Psych. Presidente de la Asociación Científica de Psicología Forense, La Paz-Bolivia. Directora Científica por Bolivia de la Asociación Científica de Psicología Jurídica y Forense. Es coautora de varios libros sobre su especialidad. Es autora de ensayos y artículos científicos sobre Psicología Jurídica y/o Forense a nivel nacional e internacional.
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acompañar a la familia en el proceso de duelo. En ambos casos se trata de enfrentar en distintos momentos diferentes emociones, tales como el miedo, la ira, la incertidumbre, la tristeza, etc., emociones básicas que implican un maremágnum de sentimientos en cada una de esas personas, dentro del “antes” y del “después” expresadas en distintos tiempos, pero donde les toca convivir a todos en los mismos momentos de su vida.
Adicionalmente, enfrentar la muerte de un ser querido de primera línea es ya de por sí un proceso muy difícil, aunque se trate de los padres o abuelos por causas naturales y a una edad avanzada, dado a que de alguna manera la gente crece con la idea que quienes nos anteceden, van a morir antes y muy probablemente por causas naturales, factores que suelen reducir la profundidad y dificultad del duelo. Sin embargo, enfrentar la muerte de un hijo, de un hermano, de un esposo/a joven, de un padre/madre siendo niño/a, implica un duelo mucho más complicado y difícil de sobrellevar, dado a que de forma muy probable, la muerte haya sido el resultado de alguna circunstancia imprevista, sea una muerte violenta, una muerte súbita o por las razones de la pandemia que azota al mundo desde comienzos del 2020 con el Covid-19, mismo que viene cobrando vidas de familiares de forma inesperada.
El azote del Covid-19 sobre la humanidad es muy complejo precisamente por la cantidad de muertes inesperadas de personas que gozaban de plena salud y
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tenían un pronóstico aún largo de vida. Si bien en muchas situaciones el hecho que tantas personas pasen por lo mismo pueda ser un consuelo, en los casos de muerte por Covid-19 parece que ello no es válido, dado al prolongado proceso de internación donde ha habido incomunicación con el enfermo, dificultando aún más el proceso de duelo, porque la familia no ha podido despedirse directamente de su ser querido por razones de protección, factor que representa una nueva dificultad, sumándose a ésta, la obligación de limitar al mínimo de participantes a la asistencia al velorio y al entierro, reduciendo drásticamente de esta forma, las muestras de cariño, apoyo y consuelo que las familias y amistades transmiten a los deudos, lo que generalmente facilita un proceso de duelo normal.
Lo que, en mi experiencia como psicóloga, he ido observando en situaciones de duelo por muerte por Covid-19, es que se dan procesos de duelo más complicados por las circunstancias arriba mencionadas. Así, se debe entender por duelo el proceso psicoemocional afectivo, incluso físico, por el que atraviesa la persona que ha sufrido una pérdida por la muerte de un ser querido, donde las personas reaccionan de distintas formas ante la situación, presentándose diferentes determinantes de la reacción ante el duelo: así, según Montoya Carrasquilla (2017), existen los siguientes factores ante la pérdida de un ser querido en la persona sobreviviente: o Características del apego, lo que implica que el grado del vínculo o lazo afectivo con la persona
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fallecida, determinará la facilidad de llevar un duelo positivo o no. o Tipo de pérdida: mismo que plantea que mientras más inesperada y/o difícil haya sido la forma de morir, más difícil será el proceso de duelo, factor que con la muerte por Covid-19, resulta muy difícil. o Personalidad: implica que si existe inestabilidad o desajustes en la personalidad, la persona sobreviviente tendrá mayores dificultades de superar el duelo fácilmente. o Calidad y cantidad de los recursos internos y externos: este factor se complementa con el anterior, vinculando la dificultad actual de compartir en familia y amigos por la necesidad de cumplir con el distanciamiento social. o Participación y cuidado en el tiempo de la enfermedad: este factor se ve especialmente dificultado en un familiar por muerte por Covid-19, dado a que generalmente la persona llega a fallecer únicamente en manos de los médicos y enfermeras, sin que la familia haya podido brindarle un cuidado directo, lo que viene a generar una sensación de
“haberle fallado y faltado” a la persona. o Nivel de comunicación: este elemento también llega presentar dificultades para el proceso de duelo, dado a que la comunicación se ve interrumpida con la persona internada y alejada de su familia por
Covid-19.
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o Crisis concurrentes: este factor dependerá de otras circunstancias complejas adicionales que puedan vincularse a la muerte por Covid-19, como problemas intrafamiliares que puedan surgir por la presión, así como por los gastos médicos emergentes, entre otros, y que vayan a agudizar la situación. o Rol del fallecido: componente muy importante relacionado a la importancia en la función dentro de la familia que cumplía esta persona, por ejemplo, si era el proveedor de la familia o la madre que atendía a niños pequeños. o Cultura y concepto de muerte: este factor resulta el hecho de involucrar un sentir más abstracto dentro del contexto específico de los implicados, aspectos que podrían dificultar o facilitar el proceso de duelo. o Edad del deudo y del ausente: la muerte de un niño o cualquier persona de forma inesperada resulta siempre más difícil que la muerte de un anciano, así como que para un hijo chico o un/a esposo/a joven resulta más grave la pérdida, situación que el Covid19 viene generando. o Pérdidas secundarias asociadas: este elemento hace referencia básicamente a factores de índole económico que hayan podido generar los gastos por la enfermedad del Covid-19 que traen zozobra a la familia, si no tuvieron un seguro médico que les haya cubierto la totalidad de los gastos.
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o Religiosidad, mitos personales, familiares y sociales vigentes: estos componentes son de índole individual y siempre juegan un rol complementario en procesos de duelo.
Adicionalmente Montoya Carrasquilla (1998) plantea fases en todo proceso de duelo, mismas que son variables en las personas acorde a las circunstancias y los propios sujetos, donde la muerte por Covid-19 juega un rol adicional, puesto a que por los elementos mencionados de las circunstancias de la muerte de haber estado lejos, lo inesperado de la persona fallecida, no haber podido despedirse, el distanciamiento social entre los deudos, etc., todos ellos dificultan y encrudecen las siguientes fases:
o Primera fase, la aflicción aguda: sensación de dolor emocional extremo e intenso por el impacto de la muerte. o Segunda fase, conciencia de pérdida: la realidad de la irreversibilidad de la muerta va siendo o es asumida. o Tercera fase, conservación y aislamiento: suele ser la fase más difícil del duelo en general, porque los deudos, de forma individual realizan un balance, con culpas, auto reproches, sentimientos encontrados etc., de lo que en vida fue la persona fallecida vinculada a él/ella. o Cuarta fase, cicatrización: esta fase es cuando el resultado del balance llega a ser equilibrado y llega la resignación.
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o Quinta fase: renovación: fase que permite mirar hacia adelante sin dolor, donde los recuerdos de la persona fallecida se realizan nuevamente de forma compartida y sin dolor, como recuerdos anecdóticos, de agradecimiento y de paz.
El proceso de muerto por Covid-19 llega a ser un proceso relacionado a una experiencia traumática, así (Guillem y Cols. 2008) plantean esta crisis al explicar estos pasos de duelo a través de un fenómeno emocional por el que suelen pasar las personas que experimentan experiencias críticas en el tiempo, mismos que pasan por varias fases hasta superar el problema o sentir necesidad de apoyo profesional para superar las dificultades. No todas las personas lo superan de la misma forma, pero existen muchos factores en común en la manera en que éstas se recuperan de estos tipos de trauma. Estos sentimientos pueden variar en intensidad. Aplicado al proceso por muerte por Covid-19 la recuperación, a menudo depende del tipo o la severidad de la experiencia, de la prolongación de la enfermedad y puede tomar mucho tiempo. Pensamientos negativos o extraños se podrían presentar y comúnmente estas personas se culpan de muchas maneras por la enfermedad o tienen pensamientos irracionales que explican lo sucedido, es decir que se dan explicaciones irracionales que elevan el cuadro de desajuste. Cuando una persona ha vivenciado una experiencia donde surge la impotencia de enfrentarla, comienza a lidiar con la situación, resulta que no es inusual que experimente emociones intensas como el miedo o la
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ira o pensamientos obsesivos. Éstos y otros tantos pensamientos, si están presentes, van limitando el desarrollo armónico del proceso normal de duelo, generado cambios en su rutina en comparación al desenvolvimiento previo de su vida antes de la enfermedad, lo que puede empeorar en el tiempo. La mayoría de las personas pasan por varias etapas, mismas que se van superando poco a poco conforme el proceso de duelo y el estrés que generó va madurando hasta su finalización y retorno a la normalidad.
Por todo ello se podría decir que la muerte de un familiar de primer orden por Covid-19 por las características expresadas, puede generar una patología vinculada clasificada por el DsM-5 a través del “trastorno persistente de duelo complicado (TPDS)”, expresada con una cronificación de varios de los síntomas aún no superados y entremezclados de las fases de un duelo común complicadas por los elementos arriba descritos.
Asimismo, por lo expresado es que la víctima fatal por el Covid-19 no es la única víctima, sino que los familiares cercanos resultan ser “víctimas extendidas” de la situación, término que está aún en evolución, entendiéndose para los fines del presente planteamiento, como el daño generado en la familia o en allegados directos a la víctima. (Bejarano, 2015).
Esta compleja situación implica prácticamente un nuevo reto para la Psicología, puesto a que este fenómeno de Pandemia sufrido por nuestras sociedades en nuestra
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realidad actual, ha producido distintas formas de desajustes psicológicos para los cuales aún no se tienen los abordajes terapéuticos cabales por los diversos factores adicionales que han surgido.
Referencias Bibliográficas
- Bejarano Gerke, Guiomar (2015): Las víctimas secundarias de familiares asesinados. Investigación publicada en el libro “La víctima”, de la Asociación
Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense.
Colombia. - DSM-5 (2013): Manual Diagnóstico y Estadístico de
Trastornos Mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés) - Guillem Porta, Vicente, Romero Retes, Rocío y Oliete
Ramírez, Elena. (2008). Manifestaciones del duelo.
Valencia, España. - Montoya Carrasquilla, Jorge (2017): Guía para el duelo.
Editorial Trillas. México.
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Fuente: https://www.google.com/search?q=dibujos+a+la+lapiz +sobre+la+muerte&tbm=isch&ved=2ahUKEwjmffoqPDxAhV8GLkGHTs6BBkQ2 Consultado Cbba.,19/7/2021
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