30 1ra. Época. Septiembre - Diciembre 2016. Núm. 30
EDITORIAL
Índice
EDUARDO NOGUERA AUZA1 Por Antonio Pompa y Pompa
• Presentación • Artículos
Semblanza académica. - Archivo fotográfico del Fondo Desde el año 1916 en que el doctor Eduardo Noguera Auza. Manuel Gamio fundó la Dirección - La cerámica prehispánica, por de Antropología, Eduardo NogueEduardo Noguera Auza. ra entró a formar parte de ella, y • Efemérides fue comisionado para continuar - Zelia Nutall, Charles Di Peso, Anne Chapman, Mary Nicol Leakey. estudios en Francia y en Bélgica, • Noticias en la especialidad de Arqueolo- Doctorado Honoris Causa a Yolanda gía, así como en la Universidad de Lastra por la Universidad Nacional del Harvard, donde disfrutó de la beca Sur en Bahía Blanca, Argentina. Hemenway. Arq. Eduardo Noguera Auza (s/d). • Ex-libris Al regresar a México, vino a - Eduardo Noguera Auza formar parte de la Dirección de Antropología que era ya una nueva dependencia de Desde esta época el interés de Noguera por el la Secretaría de Fomento; en esos días, su principal estudio de la cerámica fue definiéndose, ampliando actividad fue estudiar acerca de los adelantos que los estudios de Gamio y estudiando los nuevos desse habían hecho en México durante su ausencia; cubrimientos de Vaillant, con el que llegó a tener escribió y principalmente tradujo del inglés o del una gran amistad. francés muchos estudios referentes a la arqueología Ya decidido su interés por esta rama de la aren México. queología, se dedicó a explorar y a investigar por su Entre los estudios que se habían hecho durante propia cuenta, aceptando los principios generales su alejamiento del país eran muy importantes los establecidos; se puede decir, por tanto, que la made clasificación de la cerámica llevados a cabo por yor parte de sus trabajos estuvieron ligados a esta el doctor Gamio, quien había hecho la división funespecialidad. damental de tres épocas: Arcaica, Teotihuacana y Para obtener un conocimiento directo hizo exAzteca; también los de George Vaillant, que había ploraciones en muchos lugares de México, prinseñalado la existencia de la cerámica olmeca como cipalmente en el Distrito Federal en los sitios de resultado de sus investigaciones en la cercanía de El Arbolillo y Tlatilco, Cuicuilco y en el centro de la ciudad de Cuernavaca en el estado de Morelos. la ciudad de México; continuó los de Teotihuacan, modificando en parte los que se habían hecho ante1 Publicado en Ensayos de alfarería prehispánica e histórica de Meriormente. Durante sus exploraciones en Cholula, soamérica. Homenaje a Eduardo Noguera Auza. Mari Carmen Serra estudió la cerámica encontrada en la exploración de Puche y Carlos Navarrete Cáceres (eds.) Serie Antropológica, 82, IIAUNAM, 1988.
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dos sepulcros en la plataforma de la pirámide, y tuvo un especial interés por la que obtuvo en sus excavaciones en el estado de Michoacán, principalmente en la región del Opeño, próximo a Jacona.
Pirámide de Cuicuilco, Cd. de México (s/d). Sus publicaciones sobre esta materia son muy numerosas y es bien conocido el estudio completo de la cerámica arqueológica de México, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, del que se han hecho ya dos ediciones. Pero no únicamente se dedicó Noguera a esta especialidad, tomó parte en las exploraciones de Tizatlán en el estado de Tlaxcala y publicó una interpretación de las pinturas que decoran los lados del pequeño altar encontrado en el lugar. Hizo numerosas excavaciones en diferentes estados de la República, pero la mayor de ellas la llevó a cabo en Xochicalco, en el estado de Morelos, principalmente en el Juego de Pelota que en ese entonces aparecía como un conjunto de montículos; al retirar los escombros que lo cubrían, se descubrieron los muros que limitaban el patio del juego, los cuales fueron cuidadosamente reconstruidos y colocados en su posición original junto con los dos anillos de piedra propios de esta clase de juegos, más los muros y escaleras que completaban su aspecto exterior. Continuando las exploraciones de los pórticos de columnas que ocupaban el lado norte, encontró una serie de edificios con habitaciones y baños de vapor (temascalli) distribuidos alrededor de patios. Al mismo tiempo realizó un cuidadoso estudio de la cerámica determinando que en Xochicalco hubo una muy grande mezcla de influencias de II
diferentes regiones arqueológicas tan distantes de este sitio, como Teotihuacan en sus últimas épocas, Oaxaca en la época del florecimiento de Monte Albán, así como las del sur del estado de Veracruz y las de la región maya, principalmente relacionadas con Copán. Debo mencionar que en estas exploraciones hechas entre los años 1955 y 1960 en que ocupaba la Dirección del Instituto Nacional de Antropología e Historia el doctor Eusebio Dávalos Hurtado, colaboraron valiosamente los arqueólogos Rafael Orellana Tapia, Ponciano Salazar Ortegón, el sobrestante Benali Salas y el estudiante de arquitectura Luis MacGregor Krieger, de la Escuela de Arquitectura, quien hizo un plano completo y un estudio de los monumentos descubiertos. Noguera desempeñó en el Instituto Nacional de Antropología e Historia el cargo de director del Museo Nacional de Antropología y de Monumentos Prehispánicos, hasta su jubilación, y continuó sus investigaciones en la Universidad Nacional Autónoma de México, dentro del Instituto de Investigaciones Antropológicas. Es de destacar también que desde la fundación de la Escuela Nacional de Antropología impartió cátedra sobre cerámica arqueológica, en la que utilizó los conocimientos adquiridos en su larga práctica. Don Eduardo Noguera fue uno de los profesores más estimados por sus numerosos discípulos, tocándome en suerte ser uno de ellos en su cátedra de Estratigrafía y Cerámica, en la vieja Escuela Nacional de Antropología e Historia. Asimismo, fue muy estimado por el personal de la Dirección de Monumentos Prehispánicos, por su bonhomía y capacidad en el desarrollo de su gestión, en una época cargada de problemas en la extensísima zona arqueológica que es el territorio mexicano, con sus entonces once mil sitios con testimonios de la antigüedad prehispánica. No le importaba la escasez de recursos económicos del presupuesto asignado, ni la carencia de personal capacitado suficiente para las necesidades de la investigación, en los diez años en que fue director. Años fecundos en que no dejó de reconocer de norte a sur y de oriente a poniente el territorio nacional, como lo prueban más de trescientas contribuciones publicadas, ya en libros, folletos, así
como artículos en revistas y periódicos del país y del extranjero. Después de treinta y seis años de servicios en la investigación arqueológica en México, y al cumplir sesenta años de edad (1896-1956), dejó don Eduardo Noguera la jefatura del Departamento de Monumentos Prehispánicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, por jubilación. Son años tristes –nos dice Wigberto Jiménez Moreno– los que siguieron a su jubilación y, mermados sus recursos, se ve obligado a vender la mayor parte de su biblioteca, por una suma baja, a la Universidad de San Luis Potosí. No dispone durante esa época de ayuda mecanográfica, y en la oficina de éste en el Departamento de Investigaciones Históricas se escribe el texto de su importante libro La cerámica arqueológica de Mesoamérica, publicado decorosamente por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1965, siendo aclamado en México y en el extranjero como su contribución más valiosa. Quienes estuvimos cerca de este ilustre maestro, nos dimos cuenta de su estoica actitud ante las acechanzas pérfidas e insensatas de quienes antes recibieron su ayuda y generosidad. En el año de 1961, en que llegaba don Eduardo a los sesenta y cinco años de edad, la Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México le designó investigador, con el beneplácito no sólo del personal académico de ese organismo, sino de todos quienes sabían las calidades y cualidades que concurrían en tan destacado hombre de ciencia; así le tocó presenciar y participar en la transformación de esta Sección del Instituto de Investigaciones Históricas en el ahora importantísimo Instituto de Investigaciones Antropológicas, que bajo la dinámica de Jaime Litvak King y su equipo, se ha colocado entre las más destacadas instituciones de antropología americana. Las altas virtudes cívicas de este estudioso de nuestro pasado prehispánico, generoso sin jactancia, indulgente con sus críticos hasta el punto de no contestar a sus sátiras e invectivas, es ahora señera figura que ilustra a las nuevas generaciones.
Archivo fotográfico del fondo Eduardo Noguera Auza
El 1º de marzo del año en curso se cumplió el 120 aniversario del natalicio de uno de los arqueólogos fundadores del Instituto de Investigaciones Antropológicas y pionero del estudio científico de la cerámica arqueológica en México, nos referimos al Dr. Eduardo Noguera Auza. Por tal razón el presente boletín está dedicado al acervo fotográfico legado por este eminente arqueólogo. Ya en un boletín anterior, el número 11, presentamos su archivo documental. Su material fotográfico está conformado por 1486 imágenes –fotografías, negativos y diapositivas–, que fueron generadas durante el período de 1923 a 1978. Dan cuenta de su vida personal, aunque el grueso del material lo conforma el registro de sus actividades arqueológicas en distintos estados de la República Mexicana como Chiapas, Distrito Federal, estados de México, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Veracruz y otros. Para que tengan una idea más amplia de la información que pueden encontrar en este importante acervo, a continuación les presentamos su Cuadro de clasificación.
Eduardo Noguera con su esposa, posiblemente (s/d). III
Cuadro de clasificación Archivo fotográfico Eduardo Noguera
Secciones: 1. Vida privada 2. Arqueólogo 3. Antropología 4. Arquitectura Secciones y Series: 1. Vida privada - Personales - Familiares y amigos 2. Arqueólogo México: Campeche Managua Chiapas Chinikihá Izapa Tuxtla Chico Palenque Tapachula Trinidad Toniná Chihuahua Casas Grandes Distrito Federal Aztecas Cerro del Peñón Copilco Cuicuilco Pino Suárez e Izazaga San Pedro de los Pinos Ticomán Zacatenco Estado de México Calixtlahuaca Chimalhuacán Cuautitlán Ixtapaluca Ozumba Tenango Teotihuacan Tepetlaoztoc Tetzcotzingo Guanajuato IV
Ánimas Chiquihuitillo Ciudad Manuel Doblado Convento de Salamanca La Gloria Minas de Guanajuato Tangamanga Hidalgo Chapantongo Tula Tulancingo Tulantepec Jalisco San Miguel el Alto Tepatitlán Michoacán Apatzingán Jiquilpan Tarascos El Opeño Morelos Chimalacatlán Xochicalco Nayarit Ixtlán Oaxaca Guiengola Huajuapan de León Mitla Tlacochahuaya Puebla Calipan Cholula Coxcatlán Iztacamaxtitla Metlaltoyuca Tehuacán Tepeji Viejo Tlalancaleca Totimehuacán Zapotitlán Querétaro Pirámide del Pueblito Las Ranas Toluquilla
Sonora Tanques Tabasco Comalcalco Veracruz Pirámide de Teayo Tajín Tlacotalpan Yucatán Chichén Itzá Kabah Labná Uxmal Zacatecas El Teúl
Arte Rupestre Petrograbados Pintura Cerámica Figurillas Herramientas Lítica Madera Exploraciones y Excavaciones
Wigberto Jiménez Moreno y Eduardo Noguera con una persona no identificada. Playa de Antigualla, Sonora, c. 1958.
Centroamérica: Guatemala Kaminal Juyú Monte Alto Santa Lucía Honduras Copán El Salvador 3. Antropología Antropólogos Etnografía Fuentes 4. Arquitectura Construcciones civiles Construcciones religiosas Asimismo, les presentamos el artículo titulado La cerámica prehispánica de Eduardo Noguera, publicado en la revista El Hijo Pródigo en 1945.
Sitio arqueológico de El Tajín, Veracruz (s/d). No contamos con las imágenes originales con las cuales fue publicado, así que lo ilustramos con otras fotografías del fondo de don Eduardo.
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LA CERÁMICA PREHISPÁNICA2 Por Eduardo Noguera
Las antiguas civilizaciones de México nos han legado magníficos ejemplares de distinto material que hablan elocuentemente de la rara habilidad de artistas y artífices. Es bien conocida la excelencia de las obras de jade, de los adornos de oro, del tallado de madera –del que se conservan pocos ejemplares debido a su naturaleza deleznable–, sin dejar de mencionar las obras de estupendos relieves y estatuas que aztecas, mayas, zapotecas y totonacas tallaron con sin igual maestría. Sin embargo, en el ramo que, puede decirse, más descollaron fue en la cerámica, de la que poseemos riquísimo acervo y ha servido para darnos una muy clara idea de su habilidad a la vez que constituye una segura guía para reconocer las etapas de desarrollo de las distintas culturas. Asimismo la comparación de este producto industrial es firme base para averiguar las culturas a que pertenece y, gracias a las investigaciones estratigráficas, estimar la probable antigüedad de las civilizaciones que se estudian. Ya que no es la tendencia de este breve estudio hacer una detallada información del papel que la cerámica ha desempeñado en las investigaciones de carácter arqueológico, señalaremos sólo algunas de las mejores piezas de valor artístico que posee el Museo Nacional y que son una buena representación de habilidad de los antiguos alfareros prehispánicos, al mismo tiempo que una muestra de lo que ha producido cada cultura siendo un rasgo característico de la misma. Desde luego la cultura que ha dejado más importantes vestigios fue la maya, que ocupó un enorme territorio desde Tabasco, Chiapas, Campeche y Yucatán hasta Guatemala y buena parte de Honduras. Si sus vestigios mayores, como templos, palacios y otros edificios son muestras de gran acierto arquitectónico y sus relieves y estelas señalan una avanzada técnica en el tallado de la piedra, su cerámica ha sido de primera importancia para distinguir las distintas etapas de desarrollo y nos ha legado magníficos ejemplares de verdadero 2. Publicado en El hijo pródigo, revista literaria, vol. VII, núm. 22, enero de 1945.
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gusto. Puede decirse que todas las técnicas decorativas conocieron los antiguos alfareros mayas, incisión, grabado, pintura, sellado, relieve y modelado, y muestras de cada una de ellas, representadas por hermosísimas vasijas, han sobrevivido hasta nuestros días. A la vez que la decoración, la forma de las vasijas contribuía a darles belleza. Platos, cajetes, copas, vasos de una gran variedad de formas cuya hermosa apariencia se aumentaba por medio de altos y anchos soportes cónicos, cilíndricos o en forma humana o de animal. Todavía más, en algunas vasijas se dibujaron completas escenas de significado religioso o simples figuras de dioses o guerreros de magnífica indumentaria. Por su parte, la cultura zapoteca, cuyos restos se encuentran en Oaxaca, se halla representada por numerosísimas vasijas cuyo interés radica más bien en las formas y en su decoración de relieve y otras técnicas, pero en las cuales la pintura es muy escasa. También en esta cultura la cerámica ha servido para reconocer cuatro etapas de desarrollo, cada una con sus características formas de vasijas y clases distintas de barro. Seguramente el rasgo más saliente de esta cerámica son las grandes urnas cinerarias que en forma de dioses o personajes suntuosamente ataviados forman las vasijas y muchas de éstas han sido encontradas en tumbas acompañando los despojos humanos. Sin embargo, hay magníficos ejemplares de elegantes formas que suplen en mucho la falta de decoración pintada o de otra clase. En contraste con la zapoteca, la cerámica mixteca se distingue por la decidida preferencia por la decoración pintada. Aquí tenemos una riquísima policromía. Este tipo de cerámica es sin duda uno de los mejores productos industriales que
nos legaron los pueblos prehispánicos y el área de este arte abarca parte de Oaxaca hasta Cholula y Tlaxcala. A toda clase de formas se aplicaba esta decoración. Encontramos platos y cajetes de tres soportes con prolija decoración en sus paredes internas, vasijas y jarras con todo su cuerpo cubierto de decoración a cual más variada, jarras con primorosos dibujos. La decoración que se aplicaba sobre la parte externa de las vasijas cubre todo su cuerpo desde los bordes del cuello hasta la base del ejemplar, en el nacimiento de los soportes. Cuando el ejemplar carece de ellos, vemos que la decoración se repliega hacia abajo. Generalmente la decoración está dividida en dos campos: el superior, alrededor del cuello, contiene una faja con motivos geométricos o simbólicos, pero a tal grado de estilización que no es fácil atinar su significado; el campo inferior recibe la más elaborada decoración, mostrando comúnmente figuras humanas representativas de deidades y en diversas actitudes en un avanzado grado de convencionalismo; figuras humanas, quizás deidades, que con los brazos extendidos tienden ofrendas, o caras humanas triangulares agrupadas, las que se pretende relacionar con figuras de las civilizaciones del Perú. Otros ejemplares no muestran decoración antropomorfa sino solamente geométrica, destacándose un motivo en forma de elaborada svástica, que se repite con frecuencia y que también encontramos en la cerámica raspada zapoteca. Varios ejemplares muestran bandas de decoración en el cuerpo de la vasija, en que los motivos semejantes van sobrepuestos y separados por finas líneas. Los colores más predominantes son: café claro sobre fondo rojo, o bien rojo sobre fondo amarillo, acompañado de otros colores, como gris y blanco, para realzar detalles. En otros ejemplares predomina el fondo blanco sobre el que van dos motivos en color negro, amarillo y rojo, y escasamente gris. Finalmente, hay otro tipo en que sobre fondo negro se pintaron motivos de un color café claro. A ciencia cierta no se sabe si los muchos ejemplares de vasijas encontradas en la región totonaca del estado de Veracruz sean obra de los totonacas.
De cualquier manera, esta cerámica es ciertamente de gran belleza, no tanto por sus formas cuanto por su decoración. Muy comunes son, por no decir las más típicas, las que ostentan un fondo crema de un fino barro con decoración blanca contorneada de negro y rojo, de avanzada estilización en forma de grecas y otros motivos que recuerdan los adornos de los “yugos” de piedra, obra esta última tan peculiar en el Totonacapan. Otros motivos son cráneos humanos, serpientes o bien, en el caso de la cerámica policroma que, aunque en menor escala, es también producto de esa cultura, es famosa una vasija procedente de Otates, Ver., en que aparecen ciempiés estilizados muy análogos a como se representan en los códices prehispánicos. Igualmente, como la mixteca, esta cerámica tiene relaciones con la de Cholula, ya que en ambas regiones ocurren semejantes tipos de vasijas y decoración. Al tratar ahora de la cerámica teotihuacana empezaremos por decir que la decoración pintada es casi nula, pues apenas encontramos contados ejemplares y algunos fragmentos que ostentan esta decoración consistente en motivos geométricos; su color más común es rojo y crema obscuro, habiendo algunos que sólo llevan una cubierta de pintura sin otro motivo decorativo. En contraste con éstos, existen vasijas mostrando el sistema llamado cloisoné, en el que se aplicaron varias capas de pintura sobresaliendo el color verde y rojo, con figuras humanas como decoración. Estos son sin duda los ejemplares más artísticos producidos por los teotihuacanos. Como decoración modelada existen pocos ejemplares, aunque los pocos que se encuentran representan un jabalí o el dios Tláloc, notándose en uno de ellos el sistema de pastillaje o sea que se adhirieron tiras de barro cuando el ejemplar estaba aún fresco, antes de la cocción. Todos ellos revelan maestría en la ejecución y son producto de un pueblo adelantado. En cambio la decoración raspada es mucho más abundante. La encontramos en pequeños vasos con soporte de decoración rayada en forma geométrica, o en cazuelas. Existen igualmente algunos pocos ejemplares con decoración sellada empleándose para ello pequeños sellos con los cuales se iba estampando el VII
motivo decorativo sobre el barro fresco para luego ser cocido. Uno de los sistemas de decoración empleados por los teotihuacanos es el de la decoración rebajada como lo vemos en ejemplares que posee el Museo Nacional de México, en donde el ornato propiamente se hizo en relieve rebajando el barro en todo el perímetro de la figura, afectando el conjunto una obra en bajorrelieve o champlevé. Al tratar sobre la cerámica lisa o de somera decoración vemos que, como esperábamos y se puede apreciar en las colecciones existentes, es la más abundante en esta cultura. Sus formas muy variadas nos demuestran el adelanto a que habían llegado los teotihuacanos al fabricar estos productos de tan buen acabado. La cerámica azteca típica se caracteriza por el buen cocimiento del barro y por su tonalidad amarillenta o crema obscuro. Su decoración pintada comprende motivos geométricos, de color negro sobre un fondo que es el color natural del barro. De los cuatro grupos o tipos sólo el llamado tipo I tiene decoración sellada; la decoración pintada es de gruesos trazos y mal diseñada. La decoración en los tipos restantes va perfeccionándose hasta culminar en el tipo IV, que es exclusivo de Tenoxtitlán y Tlatelolco, en donde vemos motivos realistas, como aves, serpientes, flores, etc. La forma más predominante es de platos y cajetes de bajo fondo, en los primeros tipos. En los grupos III y IV hay más variedad de formas, tanto de los cajetes como de los platos, a la vez que nuevas vasijas, como jarras, cántaros y los soportes de los ejemplares de estos últimos tipos no son cilíndricos sino aplanados, en forma de almena. Otra clase de cerámica de esta época, que ocupa mayor extensión geográfica y cronológica que la anterior, es la que llamamos policroma. Esta comVIII
prende un barro casi siempre mal quemado, pero recubierto de un magnífico bruñido rojo, sobre el que se aplican motivos decorativos negros y algunas veces blancos. Siempre este último color es de menor consistencia que los otros y tiende a desaparecer, pues escasas piezas lo conservan intacto, y sirve en algunas ocasiones para realzar los motivos pintados de negro, por medio de finas líneas o de puntos. Esta clase de cerámica se encuentra asociada con edificios de civilización azteca, en casi todas las regiones donde se hallan vestigios de esta cultura, y abarca desde las estructuras de mayor antigüedad hasta las construidas poco antes de la dominación española. En términos generales, podemos decir que el barro con que está hecha la cerámica tarasca es de buena cocción, aunque, naturalmente, depende de las regiones de donde procede. Debido a la enorme extensión ocupada por este tipo peculiar de alfarería puede comprenderse que existen muchas variedades de barro, desde el menos compacto, como es el de Nayarit y Colima, hasta el más consistente, como ocurre en vasijas de Michoacán y Chupícuaro. Las formas son igualmente muy variadas, aunque no tanto como era de esperarse, si consideramos la región tan grande ocupada por dicha cerámica y las distintas épocas que representa. Tenemos vasijas antropomorfas y zoomorfas que son magníficas obras de escultura. Unas Vasija zoomorfa, son verdaderas esEl Opeño, Michoacán (s/d). tatuas, en tanto que otras eran usadas como recipientes. Cajetes con y sin soportes; estos últimos son sencillos, generalmente cónicos o esféricos. Ollas de diversos tamaños, casi siempre de cuello corto y boca de grande diámetro. Platos de fondo algo cóncavo, existiendo
uno peculiar de la región de Zamora, provisto de un pequeño soporte circular.
múnmente hay finas rayas paralelas que muestran semejanza con la cerámica matlatzinca. Estos son, a grandes rasgos, los tipos más sobresalientes de la cerámica prehispánica y por ello podrá juzgarse el vasto material que existe en museos y colecciones particulares, que no es más que una pequeña parte del enorme acervo que todavía yace sepultado en las innumerables ruinas de México.
Cajetes de Zamora y Purépero, Michoacán (s/d). Por su parte, la decoración también guarda una gran uniformidad, pues los motivos decorativos son siempre geométricos, salvo escasísimas excepciones, en el caso de pequeños cajetes que quizás sirvieran de husos, y cuyo fondo ostenta representaciones de aves estilizadas u otros animales. La decoración, que por regla general es roja sobre un fondo crema o café, ofrece, sin embargo, gran variedad en cuanto a los motivos, pues hay bandas circulares sobre el borde de los cajetes o en el cuerpo de las ollas. Estas bandas muchas veces van cubiertas de pintura en su totalidad, otras veces presentan motivos como volutas y muy co-
Vista aérea de Xochicalco. Compañía Mexicana de Aerofoto, S.A. (s/f).
EFEMÉRIDES - Zelia María Magdalena Nuttall, arqueóloga y antropóloga, nació en San Francisco, California, el 6 de septiembre de 1857. - El arqueólogo Charles Corradino Di Peso, quien exploró Paquimé, nació en Missouri, Estados Unidos, el 20 de octubre de 1920. - La antropóloga Ann Mackaye Chapman nació en Los Ángeles, California, el 28 de noviembre de 1922. - Mary Nicol Leakey, antropóloga y arqueóloga, murió en Nairobi, Kenia, el 9 de diciembre de 1996.
NOTICIAS
La Dra. Yolanda Lastra, investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Antropológicas, recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca, Argentina, en el marco del XV Congreso de la Sociedad Argentina d e Linguística, el 11 de mayo de 2016.
EX-LIBRIS Serpiente emplumada del Templo principal de Xochicalco.
DIRECTORIO Rafael Antonio Pérez-Taylor Aldrete Director David García Pérez Secretario Académico Leticia Muñoz Izquierdo Coordinadora de la Biblioteca Alicia A. Reyes Sánchez Recopilación de información, elaboración de artículos y composición Diseño • César Augusto Fernández Amaro Corrección de estilo • Adriana Incháustegui
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