Boletín Alfonso Caso, núm. 31

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31 1ra. Época. Enero - Abril 2017. Núm. 31

EDITORIAL Estado cultural de las zonas indígenas del México actual Por Alfonso Villa Rojas1

Índice • Editorial • Artículos

Zonas Indígenas. De acuerdo con - Archivo fotográfico del Fondo los datos últimos del Censo de 1960, Alfonso Villa Rojas. se tiene que, de los 3,030,254 indí- Polémica desde Chan Kom. Integragenas monolingües y bilingües que ción y etnocidio. Por Alfonso Villa habitan la República, el 85.1% se Rojas. encuentra concentrado en tres zonas • Efemérides bien definidas que abarcan, total o - Eulalia Guzmán, Carlos Incháustegui, parcialmente, diez entidades federaRevista Anales de Antropología. tivas. En cuanto a los monolingües, • Noticias se encuentra en ellas el 92% de un - Andrés Medina, Lilia Escorcia, Linda total de 1,104,955 individuos. Estos Manzanilla, Carlos Serrano, Carlos simples datos proporcionan un priNavarrete y Ernesto Vargas. Mtro. Alfonso Villa Rojas. Chicago. S/d mer punto de apoyo para orientar la acción indigenista planificada. Para ser más concretos respecto a los puntos de conAparte de este aspecto puramente lingüístico, concentración de los núcleos monolingües, que son los más viene tomar en consideración las características geurgidos de esa acción civilizadora, presentamos ensenerales de los modos de vida indígena, así como las guida las cifras correspondientes: variantes propias de cada zona, a fin de ajustar a ellos Distribución estatal de indígenas monolingües (Censo de 1960) Zona del Golfo: % población total monolingüe. Puebla 132,621 Veracruz 115,940 S.L. Potosí 41,087 Hidalgo 101,751 391,399 33.4% Zona del Pacífico: Oaxaca 297, 319 Guerrero 98,999 Chiapas 155,844 Zona Peninsular: Yucatán Campeche Q. Roo

552,162

66,403 8,396 6,148 80,947 1,024,508

50.0%

7.4%

1. Este texto pertenece al Fondo Documental Alfonso Caso. http://biblio.unam.mx/iia

las prioridades de acción así como los procedimientos a seguir en cada caso. Naturalmente que los planes de trabajo sólo podrían establecerse de modo concreto después de estudios adecuados de carácter regional, tal como los que ha venido realizando el Instituto Nacional Indigenista. Características generales del mundo indígena. No basta con decir que el indio subsiste en condición de marcado subdesarrollo socio-económico, pues, es bien sabido que tal condición resulta concomitante de buena parte de la población rural. Lo que importa subrayar es que, por razones de lengua y de tradición social, los núcleos indígenas presentan formas especiales de hablar, sentir y pensar que los sitúan en posición desventajosa para inter-relacionarse y competir con el resto de la población nacional. Pasando por alto la barrera formidable que implica el desconocimiento de la lengua na-

Correo: fondoalfonsocaso@comunidad.unam.mx

Teléfono: 5622-9653


cional, citaremos a continuación algunos de los rasgos culturales que hacen del mundo indígena una entidad anacrónica dentro de los patrones de la vida moderna; ya más adelante concretaremos más estas características al ocuparnos de las que corresponden a cada región. Ante todo, es de hacerse notar el estrecho espacio que abarca el horizonte geográfico indígena, el cual raras veces se proyecta más allá de la zona que señalan las fronteras naturales de su región. Así, los indígenas de la Sierra se consideran distintos a los del Valle y viceversa o, aún más, distintos a los de la comunidad inmediata si corresponden a otra lengua o a otra estructura social. En la actualidad, las comunidades indígenas más conservadoras se identifican, casi siempre, con los límites del Municipio; del otro lado de ellos se encuentran grupos extraños formando su propia constelación de valores y lealtades. En realidad estas comunidades indígenas se acercan más a las formas de vida tribal que a las de tipo más avanzado; desde luego, el sentimiento de nacionalidad no existe o es apenas incipiente en ellas. Es de añadirse que, para consolidar el sentimiento de identidad tribal, cada una de estas comunidades se distingue de las otras en su forma de vestir, de hablar y de comportarse en general; aún en el caso de tener la misma lengua, existen siempre variantes dialectales que las distinguen entre sí. En el plano institucional todavía se puede observar en tales comunidades una fuerte orientación prehispánica; así, en lo que toca a control social y político, siguen teniendo validez los recursos de nagualismo, gerontocracia e invocación de lo sagrado; de hecho, el sistema de gobierno descansa en buena parte en principios de índole religiosa. El culto pagano basado en la deificación de astros, plantas, animales, vientos y lluvias, corre paralelo al de origen católico que tiene su asiento en la Iglesia del lugar. En no pocos casos la amalgama religiosa hace difícil precisar los límites de uno y otro culto con su complejo de dioses, ritos y creencias correspondientes; es bien sabido que entre los indígenas de Chiapas se equipara el Padre Sol con el Santo Cristo. También subsisten algunos conceptos de la antigüedad prehispánica referentes a la estructura del universo, así, en diversos grupos del área maya se cree en la existencia de 13 planos celestes y 9 subterráneos, donde habitan los seres que rigen el destino del hombre. En el orden económico, el cultivo de la milpa sigue siendo la actividad sobresaliente, hasta el punto de dominar cualquier otro interés o anhelo. Los trabajos correspondientes están siempre ligados con prácticas y ceremonias religiosas, lo cual permite entrever que el

II

hacer milpa no es sólo un recurso de subsistencia, sino un medio de adorar a los dioses. El sistema de valores que norma las relaciones humanas tiene como ideal supremo el mantener la armonía entre hombres, dioses y cosas. Los sentimientos de envidia, competencia, ostentación y dominio se consideran antisociales y, por lo tanto, sujetos a sanciones diversas. En general, la conducta es de continuo ajuste y reacomodo entre las diversas partes del sistema social a fin de mantener el bienestar del grupo y la satisfacción de los dioses. Como es de suponerse, los pocos rasgos aquí presentados sobre el carácter del mundo indígena, se encuentran con más vigor entre los núcleos monolingües que entre los otros que ya han iniciado su acercamiento a los modos de vida moderna. El contraste entre estos dos planos de existencia es manifiesto, ya que subrayan metas y valores totalmente distintos: mientras el uno se aferra al pasado y a los recursos de lo sobrenatural, el otro se orienta hacia el futuro y la superación a través de la técnica. Lograr la transformación del primero en términos de justa comprensión es problema que requiere enfoque y procedimientos especiales. A continuación habremos de ocuparnos en forma sumamente esquemática, de las variantes culturales que se encuentran en cada una de las tres regiones o zonas indígenas ya mencionadas. Estado cultural de la zona del Golfo. Como se recordará, esta zona comprende la sección norte del estado de Veracruz y buena parte de los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla. Es zona de muy nutrida población indígena en condición cultural bastante atrasada; es aquí que se concentra el 35.4% del sector monolingüe de todo el país. Tanto por el número de hablantes como por la vitalidad de sus formas tradicionales, el grupo totonaco resulta predominante sobre todos los otros que habitan la región. Según el Censo de 1960, el sector monolingüe de este grupo alcanzaba la cifra de 63,794 individuos, de los cuales correspondía a la Sierra de Puebla la mayor parte. Es precisamente en esa Sierra, de tierras altas y frías, que se encuentran las comunidades más conservadoras y aisladas. En opinión de la Dra. Kelly, es posible que los pueblos de San Marcos Eloxochitlán y Tonalixco (del área de Ahuacatlán) sean los más representativos del modo de vida que allí prevalece. El resto de la población totonaca ocupa diversos municipios de las tierras bajas y cálidas del estado de Veracruz. Aquí predominan los bilingües en proceso avanzado de transformación cultural; son progresistas, hospitalarios y bastante familiarizados con los usos y


costumbres de la ciudad. En opinión de la citada investigadora “son limpios, dignos y ávidos de aprender”. Un poco más hacia el norte se encuentran los huastecos que constituyen otro de los grupos importantes de esta zona. Según el mismo Censo, todavía se mantienen sin saber español unos 18,724 individuos. Casi todos ellos han quedado circunscritos al extremo oriental del estado de San Luis Potosí, donde las condiciones de aislamiento han propiciado el conservatismo; en cambio, la zona inmediata del estado de Veracruz está ahora habitada por huastecos bilingües o totalmente incorporados a la vida nacional. Este tipo de vida comienza a penetrar inclusive en la Huasteca Potosina, pues, según el antropólogo Stresser-Pean que la han estudiado por años, “Los indios de hoy en día tienden a apartarse más y más de la tradición ancestral; así, el viejo ideal de vida humilde y tranquila comienza a ser sustraído por la esperanza, más o menos vaga, de que sus hijos sean incorporados a la vida moderna y educados en la escuela con objeto de lograr, algún día, el mismo nivel social que los mestizos” (1953, p. 220). Ocupando áreas circunvecinas a estos dos grupos están numerosas comunidades correspondientes a mexicanos, otomís y tepehuas; estos últimos se estiman en unos cinco mil y por su número reducido ya han dejado de mencionarse en el Censo como grupo lingüístico. En cambio, los otros dos sí alcanzan cifras considerables, tanto de monolingües como de bilingües; los más conservadores de ellos tienen su asiento en las anfractuosidades de la Sierra Madre Oriental que atraviesa esa parte de la Vertiente del Golfo. Es de añadirse que los municipios correspondientes a esos grupos de mexicanos y otomíes se encuentran desperdigados al través de una amplísima región que va desde el centro de Veracruz hasta la parte media de San Luis Potosí. No incluimos en esta Zona del Golfo a los indígenas popolocas y mexicanos que habitan la parte sur del estado de Veracruz, debido a que, casi en su totalidad, son bilingües y bastante familiarizados con la forma de vida nacional. Las carreteras y estímulos agropecuarios, industriales y educativos originados por las obras del Papaloapan a partir de 1947, han transformado radicalmente las comunidades indígenas como Olula, Sayula, Texitepec, Cosolyacaque y otras más que, hasta entonces, habían permanecido en condición de atraso y aislamiento. Zona del Pacífico. Como ya quedó indicado, esta es la zona donde la población indígena alcanza su más alta densidad y donde las condiciones de vida son todavía bastante precarias. El 50% de la población monolingüe del país está concentrada aquí, en comunidades sobrepobladas que sufren de marcado aislamiento, así como de los múltiples obstáculos que traen consigo el

atraso tecnológico y la falta de tierras. Los grupos étnicos que habitan tales comunidades y que por su alto número de monolingües cabe mencionar, son los que siguen: Grupos étnicos y monolingüismo en la zona del Pacífico (Censo de 1960)

Grupos Núm. de monolingües Mixtecos 106,545 Zapotecos 78,763 Mazatecos 73,416 Mixes 34,587 Tlapanecos 23,997 Chinantecos 23,066 Amuzgos 11,063 Chatinos 10,231 Popolocas 3,053 Huaves 2,972 Cuicatecos 2,553 Tzotziles 57,231 Tzeltales 55,951 Choles 32,815 Zoques 7,683 Tojolobales 3,779 Otros 25,457 T o t a l

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Se dejaron de mencionar algunos grupos como los Triques, Cuitlatecos, Chontales (de Oaxaca), Mames, Quichés y otros más que, por su número reducido han dejado de incluirse por su nombre en los últimos Censos. Es de añadirse que, aparte de ser numerosas las lenguas que allí existen, cada una de ellas se subdivide, a su vez, en cierto número de dialectos que hacen todavía más compleja la situación cultural que separa a unas comunidades de otras. Como es de suponerse, las formas de vida que caracterizan a esos grupos presentan gran número de supervivencias de carácter prehispánico, tanto en los elementos de tipo material (jacales, telares, temazcal, trojes, etc., etc.), como en los de orden institucional que norman sus actividades sociales, políticas, religiosas, económicas y de otra índole. El breve espacio de que disponemos impide ampliar este punto y señalar hasta qué grado la tradición ancestral sigue teniendo vigencia entre estos grupos que se mantienen asilados en zonas apenas accesibles. Zona Peninsular. En contraste con las zonas anteriores, la península de Yucatán presenta una situación cultural bastante simple, ya que no presenta diversidad cultural, lingüística ni étnica. Los indígenas que allí residen son; en su gran mayoría, bilingües y los que ignoran el español (unos 1,000) sólo se expresan en lengua maya. III


Las variantes culturales que se observan entre las diversas entidades que integran la península son poco pronunciadas, ya que corresponden a simples modalidades de una misma tradición. En la actualidad, las comunidades más conservadoras de toda la península tienen su asiento en la parte periferial del estado de Yucatán, en la zona central de Quintana Roo y en la parte norte del estado de Campeche por donde cruza el llamado Camino Real. En general, los pobladores de estas tres áreas son sumamente hospitalarios, limpios, laboriosos y ávidos de aportar su cooperación para salir de su actual condición de miseria y abandono. Finalmente, queremos advertir que no incluimos a los chontales de Tabasco por razón de estar ya en grado avanzado de aculturación y en número muy reducido de monolingües. Junio de 1963.

Pareja huichol. Jalisco. S/d.

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ARTÍCULOS

Alfonso Villa Rojas con indígenas tarahumaras. Chihuahua. S/d.

En este primer boletín de 2017 recordamos al maestro Alfonso Villa Rojas, etnógrafo mayista y participante activo en la política indigenista mexicana durante 30 años (1947 - 1977). Quisimos recordarlo a través de sus propias palabras, para lo cual seleccionamos dos documentos escritos en diferentes momentos. El texto que abre el presente boletín, Estado cultural de las zonas indígenas del México actual, es un informe enviado por Alfonso Villa Rojas a Alfonso Caso, quien era director del Instituto Nacional Indigenista en ese momento (junio de 1963) y Villa Rojas era el coordinador general del montaje etnográfico del nuevo Museo Nacional de Antropología. Al parecer, el Dr. Caso estaba reuniendo información para el Programa de Acción Indigenista que sería incluída como parte del plan sexenal de Gustavo Díaz Ordaz, misma que le fue solicitada por personal del futuro presidente. El segundo artículo de Villa Rojas está titulado “Integración y etnocidio”, y en éste defiende la política indigenista seguida desde la fundación del INI hasta la década de 1970. Fue publicado en la Revista del Instituto Nacional Indigenista: INI. 30 años después. Revisión crítica, número especial de aniversario, diciembre de 1978. Las imágenes que ilustra el presente boletín forman parte del Archivo fotográfico de Alfonso Villa Rojas, el cual también presentamos en este número por medio de su Cuadro de clasificación y les comunicamos que ya pueden consultarlo en el Archivo Histórico Alfonso Caso.


Archivo fotográfico del Fondo “Alfonso Villa Rojas” Este importante archivo está formado por 1624 piezas en distintos formatos —fotografías, negativos y diapositivas, producidas entre los años 1920 a 1997. El grueso de las imágenes es de tema etnográfico de distintas regiones de México como Oaxaca, Puebla, Veracruz, pero, principalmente, del estado de Chiapas. También cuenta con un número considerable de reproducciones de la vida privada de Alfonso Villa Rojas, así como de sus actividades como funcionario público del Instituto Nacional Indigenista. A continuación se presenta el Cuadro de clasificación de este importante acervo fotográfico, el cual da una idea más clara de la información que contiene. Cuadro de clasificación Archivo fotográfico del Fondo “Alfonso Villa Rojas”

SECCIONES 1. Vida Privada 2. Etnógrafo 3. Arqueología 4. Arquitectura 5. Funcionario Público 6. Colección de postales

SECCIONES Y SERIES 1. Vida Privada 1.1 Personales 1.2 Familiares y amigos 1.3 Colegas y amigos 2. Etnógrafo 2.1 Chiapas Amatenango Chamulas Chan Sayab Chapultenango Chenalhó Coapilla Lacandones Metzabok Ocotepec Oxchuc San Bartolomé de los Llanos San Sebastián Tojolobales Tzeltzales

Alfonso Villa Rojas. S/d.

Alfonso Villa Rojas y Dolores Gómez, su esposa. S/d

Indígenas tzeltales. Amatenango, Chiapas. S/d.

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Yochib Zoques

2.2 Estado de México

Chenalho, Chiapas. S/d.

2.3 Guanajuato San Luis de la Paz 2.4 Hidalgo El Mezquital

2.5 Jalisco Huicholes

2.6 Nayarit

Hombres tzeltales, Chiapas. S/d.

2.7 Oaxaca Municipio de San Miguel Soyaltepec Pueblo de Ixcatlán

2.8 Otomíes Indígenas huicholes. Jalisco. S/d.

2.9 Puebla Acatlaxquis Chichicazapan 2.10 Tlaxcala Huehues 2.11 Veracruz Atempa Huayacocotla Minatitlán 2.12 Yucatán Chan Kom Mayas Xcacal

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2.13 Fuentes

Jóvenes mazatecas. Oaxaca. S/d


2.14 Museos

3. Arqueología 3.1 Estado de México 3.2 Oaxaca 3.3 Yucatán 4. Arquitectura 4.1 Construcciones civiles 4.2 Construcciones religiosas

Mujer mazateca con telar de cintura. Oaxaca. S/d.

5. Funcionario Público 5.1 Depto. de Estudios Sociales de la Comisión del Papaloapan. 5.2 Centro Coordinador Tzeltal-Tzotzil del INI. 5.3 Instituto Nacional Indigenista.

6. Colección de postales

Indígenas chinantecas. Veracruz. S/d.

X-Cacal, Yucatán. S/d.

Yucatán. S/d.

Centro Coordinador Tzeltal - Tzotzil. Chiapas. S/d.

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Polémica desde Chan Kom. INTEGRACIÓN Y ETNOCIDIO Alfonso Villa Rojas

Construcción tanque de almacenamiento de agua. Centro Coordinador Tzeltal - Tzotzil y Sría. Recursos Hidráutlicos. 1957.

Procesión en Chan Kom, Yucatán. S/d.

Escribimos estas líneas desde el lejano poblado de Chan Kom, Yucatán, ubicado en el corazón de la zona maya, donde hemos pasado los últimos meses dedicados a investigar el complejo proceso del cambio socio-económico que en forma acelerada, se viene realizando al través de la región, incluyendo la zona norte de Quintana Roo. No obstante nuestra lejanía de la ciudad de México donde está el foco del indigenismo discursivo, hemos podido enterarnos, ocasionalmente, por revistas y periódicos que suelen llegarnos, de la nueva oleada de ataques que se hacen al Instituto Nacional Indigenista por su magna labor de integración nacional que abarca a unos tres millones de indígenas que, por su aislamiento y otros factores políticos y económicos, siguen aferrados a viejos modos de vida hace tiempo superados por los avances de la ciencia moderna. Como simple muestra de esto, cabe decir que, aquí en Chan Kom donde las milpas producen apenas media tonelada por hectárea, se acaba de obtener una cosecha de cinco toneladas por hectárea en la parcela experimental que mantiene en Muchukux la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Pensar que todas las culturas son iguales es simple ingenuidad, sobre esto añadiremos unas palabras más adelante.

Alfonso Villa Rojas y Alfonso Caso con indígenas chiapanecos. S/d.

VIII

Por lo que toca a los últimos artículos de crítica que hemos leído es de mencionarse el del Sr. Gilberto López y Rivas intitulado “La castellanización de los indígenas para acelerar el etnocidio” (Proceso, oct. 16 de 1978, p. 38) donde se asienta, entre otros puntos el que sigue: “Ante esta política de integración económica y territorial, de imposición lingüística y cultural, los grupos que difieren en su composición étnica de la nacionalidad dominante en formación, se ven sujetos, entre otros, a un proceso de desintegración cultural que paulatina o rápidamente (según sean las circunstancias concretas), los lleva a un estado de anomia, a la pérdida de la identidad étnica, y a la desaparición cultural del grupo y a su ‘incorporación’ a los sectores más explotados de la nacionalidad dominante.”

Manuel Velasco Suárez, gobernador de Chiapas, Alfonso Villa Rojas y otras personas no identificadas. Chiapas. S/d.

Como se ve por este párrafo, la política de integración nacional que persigue el Instituto Nacional Indigenista, sólo conduce a estados catastróficos entre los grupos que trata de mejorar, hasta el punto de acabarlos como entidad tribal. Llevarles carreteras, escuelas, clínicas médicas, postas zootécnicas, unidades agropecuarias y demás recursos de la vida moderna, resulta contraproducente por la simple razón de acabar con los modos obsoletos de su vida tradicional. Es cierto que donde se introducen sistemas de irrigación se acaba con el encanto de los dioses de la lluvia, pues, basta abrir


una compuerta para tener el agua necesaria y que donde entran los antibióticos se pierden las “limpias” y demás recursos de brujos y hierbateros, pero eso no ocasiona forzosamente la degeneración del indígena ni, tampoco, su pase automático a “los sectores más explotados de la nacionalidad dominante”. Lo malo sería no dar a los indígenas y demás grupos marginados las mismas oportunidades y beneficios de la técnica moderna que se ofrece al resto de los mexicanos. Por lo que se refiere al pecado de etnocidio de que se acusa con tanta frecuencia al INI, es de recordarse que se da ese nombre al acto de influir deliberadamente sobre una cultura determinada con el fin de cambiarla o acabarla por completo. En ocasiones el procedimiento es arbitrario y basado en la fuerza, como sucedió en los pueblos de Europa dominados por los Nazis con propósitos de dominio y explotación; entre otras, como en México, el procedimiento es persuasivo y se basa en la educación y lleva por meta elevar el nivel de vida de los pueblos en que actúa, ofreciéndoles los instrumentos de actuar y de pensar propios de la vida contemporánea. Desde luego, el instrumento más eficaz para cambiar la cultura de los grupos marginados es la Escuela, dado que, por definición, lleva el propósito de educar y, por lo tanto, suprimir la ignorancia y la superstición. ¡Y pensar que en México se concede a este recurso etnocida la más alta prioridad del presupuesto nacional!

Chiapas. S/d.

Este concepto de etnocidio se ha puesto de moda en los últimos años y ha tenido gran acogida entre los jóvenes revolucionarios, de mente despierta y buen corazón. Se apoya en el mito de atribuir igual validez a todas las culturas, tanto en las que existen en las selvas amazónicas donde cazar cabezas es deporte admirable, como las que se apoyan en los avances de la Ciencia y la Técnica; por lo tanto, niega rotundamente que haya culturas superiores ni inferiores. ¡No faltaba más! El origen de estas ideas debe buscarse en el principio antropológico conocido con el nombre de “relativismo cultural” propuesto primeramente por Westermarck y popularizado más tarde por Melville Herskovits en su obra “El hombre y sus obras”. Según este autor (1948,

p. 77) el principio citado dice textualmente lo que sigue: “…el relativismo cultural es una filosofía que, al reconocer los valores establecidos por toda sociedad para orientar su propia vida, pone énfasis en la dignidad inherente en todo cuerpo de costumbres y en la necesidad de guardar tolerancia hacia ellas, aun cuando puedan diferir de las nuestras”. El principio tendría validez si se le interpreta en el sentido de guardar tolerancia y comprensión a todo tipo de costumbre, siempre que se les sitúa dentro del marco de referencia que les corresponde; la poligamia, por ejemplo, sería tolerable y comprensible dentro de una sociedad que la tuviese por norma. La cosa cambia si se le sitúa dentro de una escala universal de valores, pues, entonces, se tendría que una cultura es mejor que otra en la medida que permite un mayor control sobre el medio ambiente y mayor oportunidad de alcanzar planos de convivencia armónica y de pleno bienestar. Lo que aquí decimos ha sido desarrollado con mayor amplitud por el filósofo inglés Bertrand Russell en su “Selected papers” y, también, por antropólogos de la talla de Kroeber (“Anthropology, 1943, p. 841), Raymond Firth (“Elements of Social Organization”, 1951, pp. 183-84) y Robert Redfield (The primitive world and its Transformation”, 1953, Cap. VI). Citamos estos títulos con el solo deseo de dar al lector elementos de información que le permitan formarse un mejor juicio de lo que aquí venimos diciendo. Por otro lado, de no aceptarse la existencia de culturas mejores o más eficaces que otras en la tarea de lograr una más sana convivencia humana y más honda comprensión del Universo, entonces, sería inconcebible la creación de una Antropología Aplicada que permitiese utilizar en beneficio del Hombre los avances científicos de las Ciencias Sociales. ¿En qué o a quién se podrían aplicar si todas las culturas fuesen iguales? Ya sabemos que tratar de orientar por otros rumbos los modos de vida de los grupos indígenas sería hundirse en el pecado de etnocidio. No obstante esto, es de recordarse que la mayoría de los grandes creadores de la antropología moderna, desde Boas hasta Gamio, consideraron siempre que el fin último de la ciencia era alcanzar la superación del Hombre mediante el aprovechamiento adecuado de los principios básicos de la conducta humana. Razones de espacio nos impiden extendernos sobre el otro lado de la medalla, o sea, el que muestra lo que ocurre a grupos indígenas que, de modo impreIX


visto y masivo, son alcanzados por el flujo disruptivo y desquiciante de la civilización industrial contemporánea. Grupos en lo que no hubo la debida planificación ni asistencia antropológica adecuada. Entonces, sí suelen ocurrir esos estados de anomia y desajuste mencionados por el Sr. López y Rivas, aunque en ello no tiene nada que ver la acción del Instituto Nacional Indigenista. Tal situación puede constatarse entre los núcleos indígenas de la parte central de Quintana Roo, según hicimos constar en nuestra obra Los elegidos de Dios editada recientemente por el INI (Apéndice E). En esta obra dejamos constancia de que: “La unidad y armonía que una vez prevaleció entre los vecinos de Tusik ha desaparecido; divergencias religiosas, políticas y económicas, han dado origen a facciones antagónicas… El trabajo de la milpa resulta ahora poco atractivo, no sólo por el esfuerzo que requiere sino, también por el escaso rendimiento que significa. Ahora esta zona sufre déficit de maíz, por

Indígena lacandón. Chiapas. S/d.

lo que es preciso importarlo desde el exterior al través de las tiendas CONASUPO”. Condición similar se está presentando ahora entre los grupos lacandones de Chiapas, según hacen notar los antropólogos James D. Nations y Ronald B. Nigh en su bien documentado estudio que lleva por título Cattle, Cash, Food and Forest, incluido en un número reciente de Culture & Agriculture (No. 6, agosto de 1978). Ante este avance incontenible de la civilización industrial, se hace impostergable proporcionar a los núcleos indígenas elementos adecuados de defensa, tales como el uso de la lengua nacional y los conceptos básicos de la vida moderna; a más de esto, se hace preciso darles oportunidad de organizarse y orientarlos para tener conciencia de los nuevos problemas que se les van presentando. De tal modo podrá evitarse, en grado significativo, que sean fácil presa del engaño y la explotación.

Talleres del Instituto Nacional Indigenista. Chihuahua. S/d.

EFEMÉRIDES

- La arqueóloga Eulalia Guzmán murió en la ciudad de México el 1° de enero de 1985. - Carlos Incháustegui Díaz, etnólogo peruano, nació en la ciudad de Lima el 4 de febrero de 1924. - El Volumen I de la Revista Anales de Antropología, editada por Juan Comas, jefe de la Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones Históricas, se imprimió el 14 de abril de 1964. NOTICIAS

- En octubre y noviembre de 2016 se realizó el Homenaje a Andrés Medina. Etnografía e historia de la Antropología en México, organizado por el IIA y otras instituciones. - Lilia Escorcia recibió el Premio INAH 2016 Javier Romero Molina de Antropología Física a la mejor tesis doctoral. - Linda Manzanilla recibió el Premio Crónica 2016. - Carlos Serrano fue homenajeado en el marco de las XXVI Jornadas Lascasianas. Octubre 2016. - Carlos Navarrete recibió el Premio Universidad Nacional 2016 en el Área de Investigación en Humanidades. - Ernesto Vargas recibió reconocimiento de la Universidad Autónoma de Campeche en el Vigésimo sexto encuentro internacional de investigadores de la cultura maya.

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DIRECTORIO

Rafael Pérez-Taylor Aldrete Director

David García Pérez Secretario Académico

Alicia Cervantes Cruz Coordinadora de la Biblioteca Alicia A. Reyes Sánchez Recopilación de información, elaboración de artículos y composición Diseño • César Augusto Fernández Amaro Corrección de estilo • Adriana Incháustegui


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