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No vueles mariposa

Ana Sofía Isaza Zapata

12 años

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Colegio Jesús María

Medellín

16° Concurso de cuento infantil 85Finalista 1

«Te amo hermanita, para siempre te amaré. Eres la más feliz y colorida mariposa. Eres mi mundo. Te extrañaré, no te olvides de mí y espérame allá en tu bosque mágico, que cuando menos lo esperes nos reuniremos a jugar».

—¿Qué jugamos?

—Juguemos a los exploradores.

— Bueno, pero esta vez no puedes hacer trampa.

Exploradores era nuestro juego favorito, yo me encargaba de poner pruebas como saltar diez veces la cuerda o pasar por debajo de la silla y ella las completaba. Si las completaba todas podría ser mi asistente la próxima vez. Aunque siempre las completaba no quería ser mi asistente y le gustaba sentirse como en una competencia, mientras que yo era la presentadora y la apoyaba desde las graderías al mismo tiempo.

Ese día le dije que no hiciera trampa porque el día anterior se había saltado una de las pruebas y dijo que ya había ganado. Obviamente lo hace todo el tiempo porque simplemente no le parecía que las reglas fueran divertidas y las ignoraba. Por eso la expulsaron de la guardería, ellos no entendían a mi hermana como yo.

Solo tenía 6 años y se llamaba Agustina. La amaba tanto como mi amor a los panecillos de vainilla o a los gusanos de gomita, los cuales prácticamente eran mi vida. Ella era todo para mí, aunque algunos no la veían como una persona normal, solo porque era diferente.

Algunas veces jugábamos en el parque del centro médico mientras mamá y papá hablaban con el doctor sobre cosas de adultos. Yo tenía 4 años cuando ella nació y fui la primera en tomarla de la mano, mi mamá dijo que había una conexión inmediata. Su nacimiento no fue perfecto y

al instante que la sacaron de la barriga de mi mamá se la tuvieron que llevar con mucho afán a alguna parte, que no conozco, y a mis papás no les gusta mencionar.

No la pude ver hasta después de 6 días de nacida. Cuando Agustina tenía algunos meses mi mamá me dejó cuidarla. Yo la vestía, la bañaba, le daba de comer y hasta a veces me dormía con ella. Fue así durante mucho tiempo, hasta que llegué a primero de primaria.

Ella era todo para mí, y desde que me empezó a hablar, entendí su mundo a la perfección. Veía de una forma diferente a través de sus ojos cafés. Le fascinaban las mariposas y la mujer maravilla. Siempre le encantó el color rojo y el morado, para todo los combinaba, sin importar si se veía extraño.

Todo tenía un sentido diferente cuando estaba conmigo. Me perdía piyamadas con mis amigas solo porque ella me lo pedía. Mi madre me decía que tomara un tiempo para estar con mis amigas y salir (lo que yo no entendía, porque solo tenía 9 años). Ella decía que se podía hacer cargo de Agustina, pero yo prefería quedarme en casa jugando, que ver la última película de Barbie. Su lugar favorito era el zoológico, porque le gustaba usar la cámara de mi mamá para tomar fotos y le encantaba entrar el mariposario. Mucha gente nos miraba al pasar, algunos niños les preguntaban a sus padres cosas sobre Agus, como ¿Papá, por qué esa niña de ahí tiene la cara así? ó ¿Mamá qué le pasó?... A mí me hería mucho, pero a ella no le importaba, era como si viviera en otra dimensión mucho mejor que ésta.

Yo era totalmente normal, no tenía muchos amigos y me gustaban mucho los delfines. Quería ser conocida como ‘Mica la sirena’ porque me gustaría ser bióloga marina. Vivo por mi hermanita y la amo mil veces infinito. Pero... no hay nada más que decir sobre mí, supongo que no soy especial, y lo sería menos después de lo que sucedió.

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- No, por favor, ¡¡¡No!!! ¡¡¡No se la lleve doctor, no es justo!!! Ella no me puede dejar, no puede, ¡¡¡No puede hacerlo!!! ¡¡¡No lo haga, por favor, no!!! ¿Por qué no puede dejarla tranquila?, no puede dormir para siempre, ¡¡¡No se la lleve por favor!!! ¡¡¡No se lleve a mi hermanita por favor!!!

- Agus, ¿Qué pasa?

- ¡Mamá!... ¡Mamá!...

- ¿Qué pasó? —respondió mi mamá.

- Es Agustina. No me estaba respondiendo y cayó al suelo.

- No te preocupes querida, hay que ir al hospital—respondió de nuevo mi mamá.

Esa fue la última vez que jugamos a los exploradores, la última vez que le dije Agus, la última vez que me dijo Mica. La última vez que la vi despierta.

Cuando llegamos al hospital los doctores la atendieron de inmediato, pero yo no estaba bien. Escuché a mamá decir que era grave y me desmayé. No me cabía la idea en la cabeza de lo que ese grave accidente significaba.

Esperamos cuatro horas, y el doctor salió, en ese momento tenía 10 años y era sorprendente como entendía de bien términos médicos, ya que siempre teníamos que traer a Agustina a un doctor, yo prestaba mucha atención, yo misma me encargaba de cuidarla.

El doctor habló a solas con mi papá y luego con mi mamá. Los dos estaban llorando y mi mamá no paraba de gritar «Cuida a mi pequeña mariposa». Yo no entendía qué estaba pasando hasta que mi mamá se acercó y se agachó frente a mí, temía lo peor.

- Mica, hijita... no, no sé cómo decírtelo mi niña. Agus...

- ¿Qué pasó con Agus? ¿Me necesita, cierto?

- No linda, ella debe irse a dormir

- ¿Va a dormir en el hospital? ¿Me puedo quedar?

- No, no puedes. Tienes que despedirte.

- Pero mamá, por favor déjame, yo soy capaz de cuidarla.

- Sé que lo eres, pero no puedes.

- Bueno, entonces me voy a despedir.

Entré a su habitación y estaba dormida, sin mover ni un dedo. Le dije que volvería a primera hora al día siguiente, le dije que mañana jugaremos a ser superheroínas y que ella podía ser la mujer maravilla, le dije que se portara bien y que me perdonara por no poder quedarme a dormir con ella. Le di un gran abrazo, un beso en la frente y como siempre le dije «Te amo». Cuando salí estaban unas personas esperando afuera. Se llevaron a mi hermana en una camilla y mientras se alejaba mi mamá me lo dijo todo.

- Hija... tu hermana se va.

- Ya lo sé mamá.

- No, no quiero decir eso... Agus dormirá para siempre.

- Mamá eso no es posible, nadie puede dormir para siempre.

- Hijita, Agustina está muy mal. Cuando llegamos al hospital estaba en coma y su pequeño cuerpo no lo pudo soportar más, se la van a llevar para siempre Mica. Ella va a morir…

- Claro que no mamá, qué dices.

- Lo siento mi niña.

Empecé a llorar, era el fin de nuestro mundo, de mí mundo. Era lo más oscuro que jamás hubiera visto, tan negro y malo como las sombras malignas del cuento de mamá. No

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podía estar pasando, no a mí, no a Agustina, no a quién más me importa en este mundo, no a mi familia, no.

Empecé a correr, corrí y corrí por los pasillos. Mis papás me llamaban, pero yo los ignoré. No podía dejar que se fuera, sabía que podía hacer algo. Llamé al doctor que llevaba la camilla, grité lo más fuerte que pude, una y otra vez.

- No, por favor, ¡¡¡No!!! ¡¡¡No se la lleve doctor, no es justo!!! Ella no me puede dejar, no puede, ¡¡¡No puede hacerlo!!! ¡¡¡No lo haga, por favor, no!!! ¿Por qué no puede dejarla tranquila?, no puede dormir para siempre, ¡¡¡No se la lleve por favor!!! ¡¡¡No se lleve a mi hermanita por favor!!!

El doctor paró, de pronto la vi sonriendo, la abracé y no sé cómo pude escuchar su corazón dejando de latir, pero más fuerte que nunca, diciéndome «Te amo».

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