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La historia del pájaro camil
from Décimo sexto Concurso de Cuento Infantil Pedrito Botero
by Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina
120 La historia del pájaro camil
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Finalista 8
Sofía Grajales Suárez
12 años
Colegio San José Manyanet
Itagüí
Érase una vez en el reino animal, una familia de pájaros muy admirados y respetados por todos; estaba conformada por papá pájaro, mamá pájara y los hijitos pajaritos, el menor se llamaba Camil.
La familia era muy admirada por el reino animal ya que se habían dedicado toda su vida a construir los nidos más hermosos de la región y cobraban muy bien por su trabajo, de esta forma consiguieron mucho dinero y podían comprarse todo lo que requerían para vivir bien y sobresalir más que los demás animales.
Pero esto no era lo único que los hacia diferentes; todos los integrantes de la familia habían sido dotados de un hermoso plumaje de todos los colores que pudiera existir, no tenían una sola pluma de color repetido y sus cabezas eran doradas como el oro que resplandecían cuando volaban bajo el sol… la hermosa familia utilizaba sus plumas para pintar lo que quisieran y darle el toque final y original a los nidos que construían.
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122 Camil, era el pájaro más pequeño y también el más gruñón de toda la familia, estaba dotado con los mismos dones que sus hermanos y padres, pero además poseía virtudes adicionales como agilidad en su vuelo, una inteligencia admirable y destreza para todas las actividades que realizaba, por eso sus padres y sus hermanos mayores siempre lo elogiaban y aplaudían todas las cosas que hacía, incluso cuando cometía errores no lo castigaban, sino que más bien hacían de cuenta que nada había pasado.
Cuando Camil tiraba cosas al suelo, pateaba los objetos de la casa porque no podía contener su ira y trataba mal a otros animales, sus papas hacían de cuenta que nada pasaba mientras esperaban que se le pasara la rabieta y al final terminaban dándole la razón…Esto con el tiempo hizo que Camil se convirtiera en un pájaro prepotente y vanidoso.
El Pajarito Camil entro a estudiar a la escuela, donde se encontró con todo tipo de animales, pero como pensaba que él era más importante que todos los demás, el primer día le pidió, o más bien le exigió, a la profesora que lo ubicara en un puesto alejado de todos los compañeros del salón, y si era posible preferiblemente le asignara un salón para recibir clases el solo, ya que sus papas tenían suficiente dinero para pagarle más.
Camil no quería estar cerca del marrano porque olía maluco, ni del grillo porque hacía mucho ruido y no lo dejaba concentrar, ni del elefante porque era muy grande y le tapaba la luz, y tampoco cerca del mico porque todo el día hacia bromas y brincaba de un lado a otro y le parecía insoportable; pero la profesora no le hizo caso, por el contrario trato de hacerle entender que debía aprender a relacionarse con todo tipo de animales aunque fueran diferentes a él, le dijo que debía tratar bien a sus compañeros y aprender a convivir con ellos porque en la vida no se iba a encontrar solo con animales perfectos y que
siempre le agradaran, o que actuaran como él quería, le explico que el sentido de la vida estaba en apreciar todas las cosas diferentes que tenemos, entre ellas las diferentes formas de ser y de verse físicamente, pero Camil era demasiado presumido para entender eso…
Esa tarde regreso a casa llorando y le dijo a sus padres: “Mamá, papá yo no quiero ir a estudiar más con esos otros animales, no los soporto, exijo que me cambien de escuela”, pero los papás habían comprendido que cometieron un error al no corregir a Camil en su momento y haberle dado gusto en todos sus caprichos y permitirle toda su vida que tratara mal a los demás, por eso en forma de castigo y tratando de corregirlo le dijeron: “Hijo, hemos cometido un error contigo, no te corregimos en el momento que te portaste mal y te has convertido en un animal irrespetuoso y prepotente, debes aprender a convivir con los demás animales y por eso debes seguir asistiendo a la escuela y debes empezar a hacer amigos”.
Camil, verde de rabia por que sus padres por primera vez no hicieron lo que él quería, siguió asistiendo a la escuela como le fue ordenado, pero cada día era más insoportable, lleno de tristezas y enojos porque no quería aprender a convivir con sus compañeros, en el salón ubicaba su silla en un rincón y se sentaba triste dándole la espalda a todos.
Sin embargo, a Camil le iba muy bien en clases de español y matemáticas porque era muy inteligente, en las clases de artística sacaba sus plumas de colores y hacia los mejores dibujos, los más coloridos y brillantes, y en sus clases de educación física, siempre ganaba las competencias ya que con su agilidad para volar era más veloz que un rayo, pero nunca le ayudaba a ningún compañero, y cuando le pedían prestada una de sus plumas, los espantaba de un grito porque no quería que nadie fuera mejor que él.
Todo el tiempo se burlaba de Puro, el canguro, porque
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124 nunca aprendió a caminar y solo saltaba, de Mariano, el marrano, porque mantenía sucio y olía maluco y de Cótamo, el hipopótamo, porque casi no cabía por la puerta del salón… de esta manera, con el tiempo, los animales empezaron a ignorar a Camil, ya no le pedían nada prestado y hacían de cuenta que el no existía
Los animales se reunían a estudiar en grupo y Camil se sentaba solo en su esquina, en los descansos todos jugaban y no lo invitaban, cuando sonaba el timbre todos salían corriendo y Camil se quedaba triste en el salón. Con la actitud de sus compañeros, Camil se fue dando cuenta que ya no era tan popular en su grupo, que sus dibujos nadie los admiraba, que ya no importaba si llegaba de primero en educación física porque nadie competía con él, por el contrario, veía como sus compañeros se divertían cada día mientras el solo se llenaba de amarguras.
Un día, Camil quiso llamar la atención, en el descanso cuando todos jugaban con la pelota, se acercó a sus compañeros y les dijo: “¿puedo jugar con ustedes?, les prometo que de hoy en adelante me voy a portar bien, nunca más los trataré mal, pero déjenme jugar por favor”. Los compañeros, aunque no creyeron mucho en él, decidieron darle una oportunidad, pero las intenciones de Camil no eran las mejores, solo quería aprovechar la ocasión para dañarles el juego y cuando tuvo la pelota en sus manos salió volando, llevándosela lejos, y voló tan alto y veloz que cuando volteo a mirar atrás para burlarse de sus compañeros se chocó con un árbol muy alto y grueso y de inmediato calló inconsciente al suelo.
Todos los animalitos salieron corriendo a ayudarlo, sabían que había tenido un accidente muy grave y a pesar de todo no querían que le pasara nada malo. Los animales muy asustados y tristes alrededor de Camil lo llamaban y le pedían que despertara, hicieron todo lo posible para ayudarlo, pero Camil no volvía de su desmayo.
Puro el canguro no lo pensó más y metió a Camil en su bolsillo y se fue saltando tan alto y rápido que llego al hospital de animales para que lo atendieran, pero Camil duro todo el día inconsciente. Con lágrimas en los ojos, todo lo que Puro el Canguro le pedía al doctor, era que a su amigo no le pasara nada malo. Los compañeros estaban tan tristes por Camil, a pesar de que él siempre los trató muy mal, ellos se arrepentían de haberlo ignorado.
Al día siguiente, se reunieron todos los animales en la clínica para visitar a Camil y darle fuerzas, cuando el pajarito despertó fue tan grande su asombro al encontrar a su alrededor el cuarto lleno con todos compañeros de clase que había tratado tan mal.
Camil se sintió tan arrepentido por haberse equivocado tanto en la forma de tratar a sus compañeros, pero a la vez tan feliz de ver que a pesar de tener un corazón y un alma tan vacía, su cuarto estaba lleno de amor y amigos
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126 que lo querían de verdad; pudo darse cuenta que a pesar de las burlas en contra de Puro el canguro, sus saltos le ayudaron para salvar su vida, pudo ver que Cótamo el hipopótamo no quiso entrar para no ocuparle mucho espacio en el cuarto pero lo acompañaba observándolo por la ventana, Camil inmediatamente lo hizo pasar y sentarse a su lado; pero los ojos de Camil se llenaron de lágrimas cuando vio que Marianito el marranito había hecho su mejor esfuerzo vistiéndose con su traje de domingo y su corbatín, y se había bañado y perfumado, para no molestarlo al entregarle unas flores que recogió para él, un ramo de tantos colores que combinaban con su plumaje.
Esta fue la oportunidad perfecta que tuvo Camil para pedirle disculpas a todos, reconocer sus errores y mostrar su arrepentimiento por tratarlos tan mal cuando todos se portaron tan bien con él. Les prometió que ese día nacía un nuevo Camil, un Camil que se dedicaría a utilizar tantos dones que Dios le había dado, para ayudar a los demás y no para hacer el mal. Reconoció que no todos tienen las mismas oportunidades en la vida y que la falta de dinero, la apariencia física o ser más inteligente, es algo que no se elige tener y que hay que aceptar a todos por iguales con sus diferencias y los que tienen más oportunidades ayudarlos mientras se pueda.