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Negranieves, un cuentoal revés

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No vueles mariposa

No vueles mariposa

Negranieves, un cuento al revés

Isabela Giraldo Gaviria

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11 años

Colegio Campestre San Nicolás FESNI

Marinilla

99

Finalista 416° Concurso de cuento infantil

100 Hola, yo vivo en un pueblo del pacífico colombiano…

Mis ojos son tan oscuros que casi parecen negros...

Llevo siempre un listón color agua marina en mi cabecita...

Siento un amor y admiración demasiado grande hacia mi querida madre.

Me encanta ver las estrellas y descubrir constelaciones, es mi pasatiempo favorito.

Y llevo en mí, las experiencias y vivencias de mis antepasados: mi pueblo y mi familia.

Me llamo Negranieves. Siempre he sido una chica bastante “preguntona”. He querido saberlo todo en el mundo como una pequeña filósofa.

Lo que más me ha llamado la atención de lo que he encontrado es la desigualdad; ya sabes, la desigualdad de género, de etnia, de clase social… Y extrañamente, es todo lo que me ha perseguido desde que nací. Tanto, que me pasó algo impresionante, y te lo voy a contar:

-¡Buenas! - grité en la tienda de doña Nena, la única tienda en mi pueblo.

Vaya sorpresa, quien me respondió no era doña Nena. Era una voz con un tono ronco y espeluznante. (Recordé lo que mi madre hablaba con mi abuela de la situación de Doña Nena. A ella los paramilitares le mataron a su familia; así que tuvo que mudarse a la gran ciudad a vivir donde su hermana).

-¿Qué quieres niñaaaa? - dijo la voz de un hombre extremadamente corpulento.

-¿Qué le ha pasado? - le pregunté - pues se veía fatal.

-¿Quiere que le llame a alguien?...¿Al médico?¿Al psiquiátrico?¿Al exorcista? - ya conocen un poquito más de mí, no soy muy buena con las profesiones.

-¡Maldita negra! – gritó el hombre - Si quieres que te dé comida, más te vale que me pagues mucho dinero.

-Pe...pe...peroo - dije con voz débil – Este lugar es gratis, era de doña Nena y ella troqueaba. No había que tener siempre dinero; además, no soy una maldita por ser negra, o le gustaría que le dijera ¡maldito blanco!. Señor debemos ser iguales ¿no?

-Usted negra no es igual a mí… ¡Largo, fuera de aquí!

Me dieron ganas de pegarle en la cara arrugada - parecia una pasa-, pero yo sé que la violencia no es la solución, y me fui llorando a gritos hasta llegar a mi casa.

-¿Qué le pasó mi amor?- dijo cariñosamente mi madre.

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102 -La discriminación no para madre - solo eso pude responder.

Y así comienza mi aventura...Tuve que empacar.

-Hijita, no te vayas, no nos dejes.

-Madre, debo ir por las selvas, por las montañas y ciudades. Entender que significa ser mujer, ser mujer negra en este pueblo. Quiero encontrar mi camino, ese espíritu interior, y traerlo aquí, a mi pueblo; luego, quiero compartir con todo el mundo, tan solo hay que esperar.

-¿Es tu destino?- preguntó mi hermana.

-No importa si es mi destino, el destino ni siquiera existe, importará lo que logre hacer – contesté con firmeza.

-Exacto, sigue así, nunca te rindas, mi hermosa- dijo mi madre.

Y me fui.

En el camino, no sabía hacía dónde me dirigía, me sentía perdida, sin muchas esperanzas. Admito que me sentía completamente sola, sin madre que me animara, sin abuela que me contara historias para entretenerme, y sin amigas que me contaran sus experiencias.

No me podía quedar sin comida, sin agua, tenía que trabajar. También, necesitaba una casa donde dormir, donde comer, donde recrear mi vida diaria. Busqué trabajo de arqueóloga porque desde que estaba pequeña, me encantaba buscar objetos perdidos. Malas noticias, me dijeron que debía estudiar primero en la universidad.

Esta vez me decidí en ser astrónoma porque mi pasatiempo favorito es observar las estrellas y jugar a hacer formas con ellas (les cuento un secreto, así se crearon las constelaciones), pero me dijeron lo mismo, que primero debía estudiar en la universidad.

Me decidí ingresar a la universidad, pero, ¿Cómo rayos la iba a pagar?...

Todo era una catástrofe, hasta que siete hombres que sufrían de enanismo, me ofrecieron vivienda en su casa, o más bien, me ofrecieron ser su esclava.

Todos los días les tenía que hacer pastel de manzana, tenía que ahuyentar a los lobos y además, uno estaba enamorado de mí; me perseguía siempre. Nunca quise ser su novia, y tampoco es que me diera mucha confianza. Siempre que les preguntaba por qué debía hacer todo esto, ellos me respondían:

- ¿No quieres ahorrar dinero?... Además, este es tu puesto, el puesto de mujer.

-¡El puesto de la mujer debería ser cambiar el mundo, revelarse y defenderse! – pensaba yo.

Así que me escapé, no quería convertirme en mis amigas:

Primero está Cenicienta…

Ella siempre debía hacerse cargo de la limpieza de la casa, de los cuidados de su padrastro y sus hermanastras. Para poder estar en una posición social favorable o formidable, tuvo primero que enamorarse y luego ser como el príncipe quería: tener un pie que entrara en una zapatilla.

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104 Luego está Bella…

A ella la obligaron a vivir con un hombre monstruoso, es decir, la vendieron, por las deudas de su padre. Ella amaba leer y aprender, pero tuvo que dejar esto solo para transformar a un hombre, para cambiarlo. Ahora ella siempre me dice: “con tu amor de mujer podrás transformar monstruos”.

Y finalmente está Aurora…

Solo un príncipe “hombre” pudo despertarla a la vida.

Como puedes ver, quiero ser todo lo contrario a ellas. Me gustaría decirles lo mucho que quiero que peleen, que sueñen en grande, y que no se dejen obligar. Quiero ser como las otras princesas valientes: Mulan, Moana o Merida.

Quería transgredir la realidad, no quiero que el papel de las mujeres sea barrer,cocinar y lavar.

Después de mucho correr de la casa de los enanos, me

encontré con vendedor de frutas encapuchado gritando entusiasmado:

- Bananos, naranjas, melones y manzanas...

- Señorita,¿quiere una muestra gratis? – me preguntó de forma amable y respetuosa.

- Sí…Muchísimas gracias. De verdad tenía hambre - le contesté.

Me entregó un banano con un olor extraño, pero no me importó, pues yo tenía muchísima hambre. Me lo devoré en dos segundos, y luego caí violentamente al suelo…

-¿Dónde estoy? - me pregunté.

Era un lugar extraño, tenía una pequeñita máquina de escribir, no sabía qué hacer, todo era confuso.

Después de un rato de llorar y gritar, volvió el hombre de las frutas.

- Hola negra.

- Hola blanco – le dije con un poquitín de odio y una pizca de ira.

- Creo que ya puedes saber que yo he sido el que te envenenó, ¿verdad?. Soy un brujo, mi deber es simplemente eliminar a personas de tu “especie”; bueno, aquí es donde deberías estar, esclavizada. Vamos niña, date cuenta que eres una mujer, negra y del pacífico, tu vida es horrible. Va-

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106 mos, empieza a escribir la historia de cómo nosostros los blancos cambiamos el mundo, hasta que se haga realidad.

Yo estaba bastante confundida, solo sabía que lo que escribiera en la máquina se haría realidad. Empecé a escribir varias mentiras, no quería que me mataran. Escribí que los colonizadores cambiaron el mundo porque nos dieron nuestro lenguaje y que nos enseñaron con “amor y cariño” su religión.

¡Que montón de mentiras!

Decidí volver realidad, y no usar irónias. Entonces escribí:

Los colonizadores son unos tontos, nos esclavizaron y nos obligaron a trabajar duramente. Nos liberamos por nuestras propias fuerzas. Las mujeres pueden votar. Las mujeres pueden ser lo que quieran. Las mujeres no tienen que ser perfectas. Las mujeres no transforman monstruos. Las mujeres se pueden salvar solas. Soy negra y estoy orgullosa de mi color, y por último escribí, salir de este lugar…

Desperté de un salto en mi querida casa. Mi madre, mi abuela y mi hermana, creían que estaba muerta, pues doña Nena me había encontrado y llevado al hospital. Los médicos intentaron revivirme, pero nada funcionaba y me llevaron a la casa para que mi familia decidiera que hacer con mi cuerpo. Y como dije antes, escribí en la máquina que yo saldría de aquel vacío lugar magicamente.

Mi familia quedó sorprendida, y se sintieron muy orgullosas de mí. Y aquí estoy, enseñándoles a los demás mi experiencia y mi enseñanza. Debemos encontrar un camino, las mujeres pueden ser lo que quieran, tenemos que pelear por nuestros derechos, tenemos que estar orgullosos de nuestra piel y tenemos que ser nosotras mismas.

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