boletín
Órgano informativo de la Asociación Cultural para la Investigación sobre Asia, AC
Malaysia
NÚMERO 18, MAYO-JUNIO DE 2009
otra cara de Asia
Una fotografía del alma
ZARES
maravillas de la Rusia Imperial www.acia.org.mx
Mozart en China MINORU
boletín
H
DIRECTORIO Presidente del consejo administrativo F ABIÁN R OBLES C ONTRERAS
El que dice checar a todos J UAN C ARLOS S OTELO
La que dice corregir
M ARCELA G ÓMEZ H ARPER
La que acomoda y hace dibujitos A RIZBETH J UÁREZ V ÁZQUEZ Nos interesan tus comentarios, escríbenos a: boletin_acia@hotmail.com Las opiniones e informaciones vertidas en este boletín son responsabilidad de sus firmantes. El Boletín ACIA es una publicación bimestral de distribución interna elaborada en la Asociación Cultural para la Investigación sobre Asia, AC (ACIA), ubicada en Pilares 1513, Col. Letrán Valle, Del. Benito Juárez, México DF, CP 03650. Tel. 5539-1935. Nota metodológica: Los nombres de japoneses están escritos en su orden original, es decir, primero el apellido y luego el nombre. Las palabras en chino están transcritas en Pinyin.
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ola queridos melómanos y amantes de la cultura oriental. Les doy la bienvenida de nueva cuenta a esta sección de Kumo 9, ahora presentándoles a uno de los grandes exponentes musicales contemporáneos en Asia y el mundo. Hoy hablaremos de Lang Lang. Nacido en Shenyang, China, comenzó a tomar lecciones de piano a los tres años con el profesor Zhu Yan-Fen. No fue sino hasta dos años después, cuando comenzó a ganar su primer premio en el Concurso de Música de Shenyang, también siendo su primera presentación. A la edad de nueve años ingresó en el Conservatorio Central de Música de Pekín, estudiando con el profesor Zhao Ping-Guo, siendo uno de los estudiantes más sobresalientes de su clase. A los once años, ganó el primer lugar en el cuarto concurso Internacional de Jóvenes Pianistas de Alemania. Se ha destacado por sus grandes interpretaciones. Teniendo trece años tocó completos los veinticuatro estudios de Chopin y ganó el primer lugar en Japón participando en el Concurso Internacional de Jóvenes Músicos Tchaikovsky. Lang Lang y la fama. En 1999, cuando tenía diecisiete años, con la dramática sustitución en el último minuto (presentada por Isaac Stern) de un indispuesto André Watts en el Festival “Gala de la Centuria” de Ravinia, tocó el Concierto para Piano Número Uno de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica de Chicago. El Tribune de Nueva York, le llamó el más grande y más excitante talento del teclado descubierto en muchos años. En 2001 hizo su debut, con todas las butacas vendidas, en el Carnegie Hall con Yuri Temirkánov, viajando a Pekín con la Orquesta de Filadelfia en una gira que celebraba su centésimo aniversario; durante el cual actuó para una audiencia de 8.000 personas en el Gran Salón del Pueblo e hizo su aclamado debut en los Conciertos boletin_acia@hotmail.com
La novena nube
Sinfónicos de la BBC, a lo que la crítica del The Times de Londres escribió: “Lang Lang tuvo un éxito rotundo en el Royal Albert Hall... Esto bien podría ser historia en la actuación.” En 2003, volvió a los Conciertos Sinfónicos de la BBC para el concierto de Primera Noche con Leonard Slatkin. Tras su reciente debut en un recital en la Filarmónica de Berlin, el Berliner Zeitung escribió: “Lang Lang es un intérprete espléndido con un detalle artístico que está siempre al servicio de la música.” Durante el 2007 Lang Lang hace una aparición con Andrea Bocelli celebrando sus quince años de carrera a partir de 1992, con la canción “Io Ci Saró” y de igual manera en el 2008 sale en el disco de Andrea, Vivere Live in Tuscany tocando en el Teatro del Silenzio con las melodías “Io Ci Saró” y “ Hungarian Rhapsody” aceptando Andrea que Lang Lang en un pianista incomparable Ahora está trabajando junto con la Orquesta Sinfónica de You Tube haciendo uso de sus conocimientos para la selección de los nuevos músicos para la orquesta. Con esto damos por terminada esta sección, espero que escuchen mucha y muy buena música. Opiniones y sugerencias pueden ser enviadas siempre a: sibelius.triste@yahoo.ca ¡Bendiciones!
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Mis aventuras en el mundo japonés MARCELA GÓMEZ HARPER
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ara poder darme a entender mejor, empecé a utilizar el diccionario español-japonés. Cuando había explicaciones en el libro de texto, que como ya les dije, venían en inglés; yo buscaba la palabra en el diccionario ya traducida al español y se las mostraba, para estar segura de que habían entendido y les pedía que me la dijeran en japonés. Así empecé a conocer su idioma y tomé la costumbre de anotar palabra que oía. Esto que hice, me ayudó años después cuando ya decidí empezar a estudiar el japonés, pues ya tenía una cantidad de vocabulario que había ido aprendiendo día con día. También fui anotando las fechas de sus fiestas y cómo las celebran. Estas festividades se las iré contando poco a poco. Como pueden ver, cuando hablábamos tenia que estar muy al pendiente para lograr captar sus relatos, pues ellas intercalaban muchos de sus sonidos. Para lograr tener una mejor interrelación, empecé a utilizar algunas frases en japonés, por ejemplo: cuando tocaba el timbre y ellas decían “hi”: si. Yo contestaba: Marcela sensei o sea, la maestra Marcela. Aprendí a decirles buenos días: “ohayo gozaimasu” (la última “u”, no se pronuncia). En japonés la “h” suena como jota, no es muda como en el español. También algo muy importante para ellas, fue que las empecé a llamar, en lugar de Sra. Sawayama: Sawayama San. El “san” lo utilizan tanto para decir señor, señora o señorita. Para las niñas es “chan” y para los niños, puede ser “chan “ o “kun”, que sería lo más correcto, cuando el niño ya tiene más o menos 12 años. También me despedía, primero dando las gracias: “domo arigatóu”(muchas gracias), pongo el acento en tó, porque en japonés, a pesar de que no existe el acento escrito, al pronunciarse se debe de acentuar; y también me despedia con el adíos: “sayonara”. Más adelante me enseñaron a decir hasta luego, en forma familiar: “mata ne”. Otra cosa que tuve que aprender, para poder ir entrando en su mundo y seguir su etiqueta como ellas lo hacen; fue que antes de
empezar a tomar el té y las galletas de arroz, yo tenía que hacer una pequeña reverencia y decir: “itadaki-masu”, más o menos en español, sería como decir: con permiso, empiezo. Y al finalizar se dice: “gochiso-sama”, que lo podríamos traducir como gracias por su deliciosa comida. Lo que se me estaba pasado decirles que todas estas señoras, venían a México por 3 a 5 años, según el tiempo que sus esposos tenían que estar por acá. Después regresaban, ya fuera a Japón o a algún otro país latinoamericano o bien europeo. Por lo anterior, casi siempre me recomendaba la señora que se iba, con la que venía en su lugar, pues es costumbre de las compañías japonesas alquilar los departamentos para sus empleados y éstos van pasando de familia a familia. Por esta razón me hice de tantas alumnas. Al grado que en una ocasión, Taniguchi San tuvo que esperarme casi tres meses, para que me pudiera organizar y darle clases, ya que Furuya San le había dicho que si yo no le daba clases, no aceptara a otra maestra. Yo sabía que había otra maestra de español, que también iba de casa en casa y que curiosamente también se llamaba Marcela, pero una de ellas me comentó, que no les gustaba que les diera la clase, porque no aceptaba que los pequeños que algunas tenían, interrumpieran la clase. Como a mi, me encantan los niños, no tenía ningún problema en dar clases con peques alrededor. Además sabiendo que para ellas, la maternidad es primero, muchas veces tuve que esperar a que atendieran al pequeñín, para poder continuar con la clase. Hubo varias ocasiones en que di la clase, con el chiquitín en mis piernas. También con algunos de estos niños o niñas, llegué a quedarme a jugar con ellos después de clase. A Shimaoka San le ayudé a llevar a Hiromu, su hijo, a un kinder cercano a su casa y que yo conocía como bueno. Con decirles que conocí hace años a los Power Rangers (caricaturas japonesas) tiempo antes de que llegaran a México, viendo un video con uno de los niños. Esto hizo que se me abrieran las puertas de las casas y que empezara a hacer amistad con bastantes de ellas, amistad que continúa a la fecha. Considero importante aclarar, que tuve todo tipo de alumnas, desde las que sólo tomaban la clase, para poder presumir que tenían maestra de español a domicilio, otras que me decían que su esposo me mandaba decir que no dejara tarea, como aquellas que verdaderamente estaban interesadas tanto en el idioma, como en conocer nuestra cultura. Inclusive dos de ellas asistieron al Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) en la Universidad Autónoma de México. En el próximo número, les platicaré dos anécdotas que me sucedieron cuando el terremoto del 85. Continuará...
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maravill
Rusia I
ELIZABETH
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l Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el marco de su ciclo de exposiciones internacionales Grandes Civilizaciones, presentó durante cuatro meses la muestra Zares, Maravillas de la Rusia Imperial, proveniente del Museo Estatal del Ermitage, uno de los museos más grandes e importantes del mundo, situado en el centro de San Petersburgo, Rusia. Tras haber sido presentada con un gran éxito en Lisboa, Portugal, la muestra Zares... se alojó en la sala de exposiciones temporales del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, donde permaneció abierta al público del 6 de diciembre de 2008 al 31 de marzo de 2009. México-Rusia Si bien los primeros contactos entre México y el imperio ruso se dieron a partir de 1890, fue en 2002 cuando se dio un acercamiento más profundo entre la Federación de Rusia y el pueblo mexicano; por lo que, en la sede del Museo Estatal del Ermitage, nuestro país presentó ese mismo año la exposición México, viaje al país de los dioses. Fue en reciprocidad a esa muestra que la nación rusa presentó en México Zares... exposición que contó con mayor cantidad de piezas que las presentadas en Lisboa en el año 2007. Valery Ivanovich Morozov, embajador de la Federación de Rusia en México, expresó durante el discurso www.acia.org.mx
inaugural su deseo de que esta exposición acercara más a las dos naciones, además de mejorar la solidaridad y compresión que siempre ha existido entre ambos pueblos. La exposición Zares, Maravillas de la Rusia Imperial. Colecciones del Museo Estatal del Ermitage, constó de más de 500 objetos de alto valor estético e histórico que dan cuenta de la vida de la Rusia zarista desarrollada entre los siglos XVII y XIX. Las piezas expuestas fueron joyas, óleos de gran formato, litografías, esculturas en bronce y madera, piezas religiosas de la iglesia ortodoxa, carruajes, indumentaria, textiles y mobiliario, todas ellas artículos de uso personal de zares y zarinas; así como objetos de la vida cotidiana en la corte imperial rusa. El conjunto de objetos permitió al público mexicano aproximarse al arte generado en esa nación europea durante una etapa de transición y modernización social, cultural, tecnológica y científica, que derivó en la Revolución Rusa del siglo XX. Las cuatro estaciones del año La exposición se presentó dividida en cuatro salas temáticas relacionadas con las estaciones del año, pues la intención del equipo de curadores fue crear ambientes y contextos que facilitaran la apreciación histórica y estética de cada objeto. La sala Primavera fue dedicada, a manera de homenaje, al ruso Igor Stravinsky, compositor y director de orquesta del siglo XX, mostrando objetos de las primeras etapas de los siglos zaristas. En Verano se mostraba a la familia Romanov como
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las de la
Imperial
H SALOMÓN
ejemplo de la figura del zar, destacando su larga gestión del poder, que se convirtió en dinastía. La sala Otoño se centró en la vida de Pablo I y en Invierno se dio cuenta de las etapas históricas en que sobresalieron Alejandro III y Nicolás II. Multimedia La exposición Zares, además de su faceta como muestra presencial, contó con un aspecto multimedia, el cual aún podemos disfrutar, al menos parcialmente. Mediante la incorporación de tecnologías como internet y dispositivos de conectividad inalámbrica, los visitantes tuvieron acceso a información complementaria a la visita al museo. El visitante presencial pudo hacer uso de computadoras dentro del museo para acceder a dicha información, mientras que los estudiantes, utilizando la conexión bluetooh de teléfonos celulares, pudieron descargar otros datos. También se elaboró material impreso relativo a la exposición, como trípticos, un catálogo y un periódico infantil. El micrositio Zares, que se encuentra en la página www.inah.gob. mx/zares, aún está disponible para realizar consultas. Allí se ofrece al cibernauta un recorrido escrito, auditivo y visual por las dinastías zaristas rusas; entre los materiales que presenta hay videos, panoramas virtuales de la exposición, fragmentos de música antigua rusa, galerías de imágenes, cédulas, audioguías y ligas de interés. El público La cantidad de visitantes mostró un constante aumento, siendo los domayo-junio 2009- 5
mingos los días con mayor afluencia. Por ejemplo: tan sólo el domingo primero de febrero acudieron siete mil cuatrocientas setenta y seis personas, la mayor cantidad de visitantes recibida hasta ese mes, en el que se registró la asistencia de más de doscientas mil personas. La muestra recibió un promedio de mil quinientos visitantes diarios de martes a viernes, cuatro mil los sábados y más de siete mil los domingos. La mayoría de público que visitó la exposición fueron personas de alto nivel académico: el 41 % cursaron estudios profesionales y el 20 % terminaron el nivel medio superior. No obstante, el público infantil a nivel primaria representa más del 12 % del total de asistentes. En las encuestas aplicadas, el ochenta y ocho por ciento de los asistentes dijo que la muestra le aportó nuevos conocimientos o le aclaró dudas sobre los temas tratados. Agradecimientos De acuerdo con los organizadores de la muestra, ésta fue posible gracias a la curaduría de Mikhail Piotrovsky y al trabajo en conjunto del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del INAH, la Embajada de la Federación de Rusia en México y el Museo Estatal del Ermitage, además del patrocinio de Fomento Cultural Banamex y las fundaciones Televisa, Harp Helú y Pedro y Elena Hernández.
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Malaysia, otra cara de Asia MARIANA ALARCÓN
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uando hablamos de Asia normalmente pensamos en la muralla China y su exuberante población, samuráis de épocas lejanas en Japón, o hermosas mujeres morenas con dibujos de henna en sus manos y un circulo rojo en su entrecejo. Pero si hacemos un poco de memoria de nuestras clases de geografía, recordaremos que el continente está lleno de islas y otros países cuyo nombre quizás sólo ubiquemos por su terminación en “Tan” (Kazajstán, Urbekistán, etc). ¿Quiénes viven ahí? ¿A que se dedican? ¿En que creen? Con estas dudas en la cabeza abrí un mapa de Asia y haciendo uso del azar, elegí uno de tantos países para adentrarme en sus rituales y costumbres, a la persecución de cualquier dato curioso que pudiera ser de interés. El país elegido fue Malasia (en su idioma original Malaysia). Primero, brevemente, presento los obligados datos básicos: Malasia consta de dos zonas separadas por el Mar de China Meridional, dividiéndose en Malasia Peninsular y Malasia Bornea (en el mapa es la zona café).Ya que es el hogar de tres poblaciones distintas, china, india y malaya, confluyen ahí muy diversos tipos de creencias y tradiciones. La religión oficial es el Islam, que es a su vez la religión mayoritaria entre los malayos, aunque también encontramos budistas y taoistas, sobre todo entre los chinos. En 1957, Malasia logró independizarse del gobierno Británico que había sido establecido desde 1826. A mediados del siglo pasado, un investigador llamado Gould se adentró en la vida del pueblo malayo con el objetivo principal, de demostrar como los Estados Unidos de Norteamérica, posterior a su independencia, habían contribuido al enorme desarrollo de Malasia. Dejando de lado estas aspiraciones para llevarse el crédito por el crecimiento del país, retomó su investigación pues nos trae descripciones interesantes y hermosas acerca de esta cultura asiática. En esos tiempos, lo que más resaltaba del pueblo malayo era su enorme cercanía con la naturaleza, reflejada principalmente en sus viviendas. Vivían en áreas rurales preferentemente junto al mar o alguna otra fuente de agua, en aldeas llamadas “Kampong”. En estos pueblos semiacuáticos se podían ver tiendas, escuelas, pequeñas fábricas y edificios de gobierno a lo largo de caminos de agua. Las casas solían estar rodeadas de árboles frutales que la familia usaba en su alimentación, incluyendo: lima, naranja, plátano y mango. También elaboraban pequeños jardines con sembradíos de chile, papas dulces, papaya, nueces, arroz, etc. En este sentido, las casas malayas venían siendo bastante autosuficientes. La base de la alimentación era arroz hervido, al que se le añadía un plato www.acia.org.mx
de vegetales hervidos, pescado o carne, la cual se obtenía de pollos criados dentro de las mismas casas. En ocasiones especiales se comía carne de cabra o de búfalo de agua. Para freír se utilizaba aceite de coco. La comida se servía con los comensales sentados en el suelo y se les servía antes a los hombres que las mujeres. Una costumbre que es muy probable que todavía exista hoy en día es la de comer con la mano derecha, pues en muchos lugares de oriente la mano izquierda es considerada impura. Por la misma razón se suelen recibir los regalos con esa misma mano. Así mismo, de todas las reglas musulmanas, la prohibición de comer puerco es parte central de la historia malaya. En esos tiempos, esta regla se extendía a no comer en lugares donde se sirviera ese tipo de carne. En cuanto a este tipo de prohibiciones, existían otras que eran cumplidas con menos rigor; pero que no por ello dejan de ser interesantes y curiosas, como: no tocar a un perro mojado, ni dejar que éste los lama, no apostar (si bien esta es una práctica común) o la prohibición hacia el consumo de alcohol. Por otra parte, en cuanto a sus creencias tribales, existía la profunda creencia en una especie de fuerza o alma que habita todas las cosas; incluyendo elementos como el metal, rocas, árboles, cascadas, arroz, cabellos sueltos, la propia sombra, etc. Por lo tanto, se podían observar prácticas, como cortar los granos de una planta escondiendo un cuchillo especial en la palma de la mano para no amedrentar al alma de la planta. En cuanto al arte, es interesante mencionar que en esos tiempos un ejemplo típico de la artesanía nacional era la técnica del batik donde, para pintar ropa se le cubrían con cera ciertas zonas y se la sumergía en un tinte. Posteriormente se lavaba la cera y la ropa podía volver a pintarse de otro color, quedando este impregnado en aquellos lugares donde el tinte anterior no había llegado debido a la cera. Telas trabajadas con esta técnica pueden verse comúnmente en los tianguis de nuestro país. Otro espacio donde se podían ver las habilidades artísticas de los malayos era en los juegos de adultos, como la construcción en diversas comunidades por parte de los hombres, de enormes papalotes con decoraciones de coloridos diseños y dibujos de diversas aves. Para finalizar, encontré que el deporte más típico de Malasia era la pelea de gallos, donde los hombres llevaban a las apuestas animales, que ellos mismos habían criado. Para ganar, su gallo debía matar al oponente cortándole el cuello con una navaja amarrada a su pata. Al realizar una búsqueda acerca de cómo se ve Malasia actualmente
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encontré imágenes de grandes edificios modernos, muestra de cómo los avances tecnológicos y arquitectónicos va alcanzando lentamente a la mayoría de los países en el mundo. Aún así, es muy agradable encontrarse con personas que han tenido la fortuna de poder visitarla y que continuan hablando de sus hermosas playas, sus peculiares
costumbres, sus aldeas flotantes y la belleza de la naturaleza en sus playas y selvas. Referencias: Gould, J.W. (1969) The United States and Malaysia. U.S.A http://es.wikipedia.org/wiki/Malasia, visitado el 29 de Marzo de 2009
Una fotografía del alma ELIZABETH SALOMÓN
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hodô, literalmente “camino de la escritura”, es la palabra que denomina a un antiguo arte de caligrafía japonesa. La caligrafía, arte de escribir con letra bella y correctamente formada, es una actividad que en nuestra cultura prácticamente ha caído en desuso; sin embargo en Japón se sigue practicando como una más de sus ancestrales tradiciones. El camino de la escritura es una vía de introspección, es un camino al yo interno. Se trata de una actividad cotidiana convertida en arte y filosofía, meditación y autoconocimiento. Es por ello que el calígrafo debe compenetrarse, fusionarse con su arte, mirando hacia su interior para realizar su obra. El pincel, flexible y adaptable, casi orgánico, es la prolongación viva del artista; por lo que la peculiaridad principal del Shodô es un trazo fluido, natural, sin correcciones, pues el trazo aparentemente imperfecto, si es espontáneo, posee un gran valor estético. Cualquier corrección al trazo original arruina la obra del calígrafo. La práctica del shodô no persigue la mera estética gráfica, sino la expresión de nuestras emociones más íntimas, esas que resultan de la interacción con nuestro entorno; por tanto, la caligrafía es la imagen del alma. En lo escrito queda plasmada indefectiblemente nuestra personalidad, riqueza, belleza y profundidad espiritual individual. En el trazo se expresa el ánimo, grado de delicadeza o vigor del ejecutante. Los versados en este arte dicen, y con razón, que la habilidad en la caligrafía depende del espíritu y de la energía con la que se ejecuta. Ya desde la antigüedad, se creía que la forma en que una persona utilizaba su pincel indicaba con mucha claridad su sensibilidad, educación, personalidad y espiritualidad. La caligrafía de cada persona era como una huella que no indicaba quién era, sino cómo era, a pesar de que sus títulos, ropa o modales proyectasen un envoltorio hipócrita. Pero el camino de la escritura no se limita a lo dicho hasta ahora, no sólo expresa la naturaleza interna del ejecutante, su carácter y su autenticidad. Otro rasgo retratado por el pincel es el estado anímico de quien produjo el trazo, su disposición y actitud, los sentimientos y sensaciones que experimentó en el instante exacto de escribir. Es esa combinación única e irrepetible de elementos lo que caracteriza al arte caligráfico del shodô: la unión de sentimientos, carácter, concentración, personalidad y circunstancia, plasmada en un trazo auténtico, espontáneo, sin correcciones. Es este el objetivo del shodô, mostrar la esencia de la persona. Es una fotografía del ser interno del calígrafo y como en toda fotografía, sus mismos rasgos se plasman cada vez; pero al mismo tiempo cambia su pose, su ánimo, su expresión, también su edad y experiencia, su madurez se hacen visibles en cada nuevo retrato. Y con ese autorretrato, lo inmaterial, lo invisible de quien escribe se hace visible a quienes observan. Cada trazo, cada ideograma, cada texto es único... es una fotografía del alma del artista.
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