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Ensayo sobre ciegos

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Epílogo

Epílogo

Nadie habita la absoluta oscuridad como nadie habita la absoluta luz (esas dos alegorías de lo absoluto): todos ven, a su manera y cada uno bajo cierta mirada, los matices innumerables de una trama. Oscuridad es, a veces, sólo otra manera de llamar a la luz. Jorge Fernández Granados, “Acerca de Habitar la oscuridad”.1

Durante un recorrido por su ciudad natal en la céntrica calle 5 de Mayo, Marco Antonio Cruz (Puebla, 1957)2 se encontró con un trío de músicos que en plena vía pública dispuso tres sillas para llevar a cabo su jornada laboral. El conjunto compuesto por una mujer y dos hombres estaba enmarcado por una cortina metálica de un local comercial sobre la cual se distinguen las siluetas pintadas de tres personajes. Al observar la escena, Cruz efectuó tres disparos con una cámara Yashica de telémetro y lente fijo —su primera cámara, obsequio de su madre— hasta que resolvió haber capturado la imagen deseada. Tanto el ángulo como el encuadre elegidos por el autor le otorgaron a la imagen un efecto visual muy particular: de cada uno de los músicos parece desprenderse una de las figuras dibujadas sobre la superficie metálica, que se ubican en se-

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2 Jorge Fernández Granados, “Acerca de Habitar la oscuridad”, en Pablo Ortiz Monasterio (ed.), Habitar la oscuridad. Fotografías de Marco Antonio Cruz, México, Conaculta/Centro de la Imagen/ Cenart, 2011. Ha sido testigo de los acontecimientos más importantes de la vida política y social del país en los últimos cuarenta años. Su trabajo se ha exhibido ampliamente en México y el extranjero. Es autor de Contra la pared (Grupo Desea, 1994), Cafetaleros (Fonca/Imagenlatina, 1996), Habitar la oscuridad (Conaculta/Centro de la Imagen/Cenart, 2011), Bestiario (Conaculta, 2014) y Bestiario II (Instituto Tlaxcalteca de Cultura, 2016). En 2017 la revista Luna Córnea dedicó su edición a revisar el trabajo de Cruz, referente del fotoperiodismo y la fotografía documental en México y Latinoamérica. Véase Luna Córnea 36. Marco Antonio Cruz. Relatos y posicionamientos/ 19772017, Secretaría de Cultura/Centro de la Imagen, 2017.

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gundo plano; de la mujer emerge un hombre joven y de cada uno de los hombres, una mujer; como si de pronto los sueños de aquellos artistas hubieran tomado forma y se hicieran presentes a la vista del fotógrafo.

Músicos ambulantes. Calle 5 de Mayo, Centro, Puebla, es el lacónico título de esta fotografía elaborada el 25 de marzo de 1977.3 Su pie de foto no proporciona mayor información sobre los sujetos representados, sin embargo, al observarla con detenimiento sabemos que estamos ante una fotografía sobre ciegos. Forma parte de los primeros fotogramas realizados por Cruz y pertenece a un complejo archivo sobre la ceguera. Si bien no es detonante de lo que el autor denominó Ensayo sobre ciegos, sí es una imagen primigenia que junto con otras devino en uno de los trabajos más reconocidos y memorables en la historia moderna de la fotografía mexicana: Habitar la oscuridad. Más que un documento de denuncia es un artefacto editorial, un testimonio visual en el que se reconfiguró el tema de la ceguera en México, sin dejar de lado, por supuesto, su perspectiva social con la cual contribuyó a ampliar nuestro conocimiento de este universo. El libro fue editado por Pablo Ortiz Monasterio en colaboración con Alfonso Morales, e incluye un texto del poeta mexicano Jorge Granados, quien desde su propia experiencia acompaña este relato sobre la debilidad visual.4 Acerca del proceso de edición, Ortiz Monasterio apunta:

Cuando [Marco] llega conmigo, me muestra una maquetita —recuerdo haberla tenido en mis manos, sería muy interesante revisarla— y a raíz de eso pensé, pues vamos a ponernos a trabajar. No es que me diera la propuesta de Mariana Yampolsky y yo le diera vuelta. Le dije a Marco,

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4 Publicada en el libro Habitar la oscuridad, la imagen se acreditó con el mismo título pero con fecha distinta: 23 de julio de 1977. La edición tuvo un periplo muy particular. A petición de Marco Antonio Cruz, la fotógrafa Mariana Yampolsky (1925-2002) se encargó de hacer una primera selección de imágenes con la que maquetó una propuesta, sin embargo, el trabajo quedó inconcluso. Posteriormente Pablo Ortiz Monasterio junto con Alfonso Morales retomó el proyecto. Se dio a la tarea de revisar los materiales de Cruz y le solicitó al fotógrafo una serie de nuevas imágenes para finalizar el libro, que entonces contaba con el apoyo del sello editorial Casa de las Imágenes.

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arrímame material, mientras más, mejor. No fui directamente al archivo ni vi todo el material pero si llegué a un punto donde tuve cientos de contactos. Con el paso de los años […] había hecho una decantación de sus materiales, y a partir de eso comenzamos a trabajar.

Trabajé el libro probablemente durante cinco años y fue por necio. Llegó un momento en que dije, está bien, armamos la maqueta. Se hacía y ahí [en el archivo] se definía el orden de las fotos, cuáles fotos y a qué tamaño […] Entonces Ricardo Zarak, que era otra pieza clave, estaba comprometido con que éste tenía que ser un gran libro […] Diego Mier y Terán, un joven con mucho entusiasmo por trabajar con Marco y conmigo, se integró al equipo para hacer el diseño y el trabajo tipográfico que dialogara [con las imágenes]. Yo sostengo que el editar no es un trabajo técnico sino que hay una autoría. Tú construyes sentido en eso, para bien o para mal.5

En su formato expositivo el proyecto se presentó en México, Canadá, Venezuela, Perú, Paraguay, Portugal y Francia, entre 2008 y 2014. Sobre él, Cruz señala, “creo que Habitar la oscuridad es de los pocos ensayos en México que tiene profundidad… Habitar la oscuridad tiene compromiso, tiene mirada y un pensamiento […]”.6

Por la temática abordada, las búsquedas estéticas y el tiempo invertido en su realización y posterior organización, este archivo representa un hito en nuestra fotografía.7 Crear, ordenar, preservar y difundir las imágenes contenidas en él han sido tareas fundamentales para Marco Antonio Cruz. Al reconocerse su trabajo en la fotografía documental, las imágenes que conforman Ensayo sobre ciegos son valoradas principalmente como documentos visuales de carácter histórico.8 Algunas

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8 Entrevista a Pablo Ortiz Monasterio realizada por Arturo Ávila Cano, Ciudad de México, 10 de noviembre de 2015. Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 28 de octubre de 2014. Es un archivo de autor, no público, que sin embargo admite interpretaciones, lo cual se agradece. John Tagg afirma que tanto los documentos visuales como las fotografías son considerados materiales autorizados producto de una “retórica realista, de la inmediatez y la verdad”, que se inscriben en formaciones discursivas utilizadas para dar solidez a sus argumentos. Véase John Tagg, El peso de la representación, Barcelona, Gustavo Gili, 2005, pp. 15-16.

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de ellas han sido publicadas para acompañar diversos reportajes sobre la ceguera en México o bien, como una propuesta visual sobre el tema.9 Gracias a su carácter multidimensional, como ya lo he mencionado, las imágenes están abiertas a distintas lecturas e interpretaciones.

Asimismo, la creación de agencias de noticias gráficas, como lo fue en su momento Imagenlatina (1984-2003), significó un factor importante para el ejercicio del periodismo crítico y también para la conformación de archivos fotográficos. Desde esta agencia, Cruz no sólo mostró su preocupación por capturar y preservar la memoria visual del país sin depender de la información coyuntural demandada por los diarios, también se interesó por ejercer un periodismo independiente al que incorporó reportajes y ensayos fotográficos con un enfoque social y humanista. Durante su participación en el V Coloquio Latinoamericano de Fotografía celebrado en el Centro de la Imagen en 1996, Cruz afirmó que su compromiso consistía en mostrar a través del reportaje y del ensayo fotográficos los hechos y las situaciones que rodeaban a las personas y a los grupos sociales en México, realizando con ello un periodismo de investigación.10

En este capítulo abordaré parte de los orígenes del archivo Ensayo sobre ciegos. Para eso llevaré a cabo una descripción general del repositorio y analizaré una selección de fotografías mediante una interpretación ecfrástica, tomando en cuenta la teoría de W.J.T. Mitchell, quien propone a la écfrasis como un género literario menor que significa la representación verbal de una representación visual. Es decir, en un sentido más estricto, “la palabra écfrasis, en tanto modo poético que da voz a un objeto artístico mudo, o que ofrece una descripción retórica de una obra de arte”,11 me permitirá dar voz a estas unidades simbó-

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11 Entre ellos, se encuentra el reportaje de Blanca Ruiz, “De los ciegos, la luz. Los sueños, la vida, la sociedad, el amor”, publicado en Macrópolis, núm. 29, septiembre de 1992; y “Ceguera y fotografía”, portafolio editado por Guillermo Sánchez Arreola para la revista Equis. Cultura y sociedad, núm. 29, septiembre de 2000. Véase Marco Antonio Cruz, “Agencias de imágenes”, en V Coloquio Latinoamericano de Fotografía, México, Conaculta/Centro de la Imagen, 1996, pp. 161-162. Véase W. J. T. Mitchell, Teoría de la imagen. Ensayos sobre representación verbal y visual, Madrid, Akal, 2009, p. 138.

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licas sobre la ceguera, con el fin de desentrañar la retórica y la poética contenidas en ellas. Quisiera recuperar también otra idea expresada por Mitchell para destacar la importancia de la écfrasis, “en la medida que la historia del arte es una representación verbal de la representación visual, constituye una elevación de la écfrasis a un principio disciplinar”.12 En cierta medida, en las prácticas documentales se recurre a la écfrasis para dotar a las imágenes de sentido.

Breve recuento

Ensayo sobre ciegos es el archivo en el que Marco Antonio Cruz concentró y organizó alrededor de doce mil negativos, en los que documentó el universo de la ceguera y los débiles visuales en México. Desde este repositorio, cuya investigación demandó un trabajo de diecisiete años que dio inicio en 1988, el autor nos aproxima a esta condición a través de lo clínico, lo pedagógico, lo laboral y lo social para lo cual tuvo que acceder a diversas instituciones públicas y privadas.

En una serie de entrevistas que sostuve con Cruz en las instalaciones del Centro de la Imagen en la Ciudad de México, el autor aseguró que su formación como fotoperiodista le ayudó a elaborar sus proyectos documentales:

Hace veinte años no había tanto acceso a la información como lo hay ahora. Antes tenías que investigar mucho, ir con grupos, a las escuelas, a las instituciones de educación y de rehabilitación, incluso viajar porque no había otra manera. Algunas veces viajaba a algún estado de la república con determinada investigación [avanzada] y los permisos necesarios para hacer fotografía, pero en otras ocasiones llegaba [al lugar] y no tenía ni idea de lo que iba a hacer. De repente conocía a una persona ciega y ésta me informaba y me conectaba con el mundo de la ceguera, entonces terminaba en lugares realmente extraordinarios, como en los campamentos

12 Ibíd, p. 142.

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de refugiados guatemaltecos en San Juan Coyotepec, Estado de México o en Oxchuc, Chiapas.13

Señala también que en los años ochenta cuando comenzó a concebir la manufactura de este trabajo, ya se hablaba de que en México la población de ciegos y débiles visuales era mayor a los 800 mil. “Tan sólo pensar en esa cantidad es algo inimaginable. Esas personas ciegas son como fantasmas en esta sociedad, de las que nos hemos encargado de no ver. Aunque las tengamos enfrente no las vemos, no vemos sus carencias ni sus necesidades. Y te das cuenta, conforme vas investigando, que otras situaciones como la educación para ciegos es algo muy arcaico”.14 Cruz afirma que la Escuela Nacional para Ciegos, una de las primeras en América Latina fundada en 1870 por Ignacio Trigueros, hoy en día cuenta con planes de estudio anacrónicos: “Lo único que se hace allí es dar clases de manualidades […] cuando se ha demostrado que la gente ciega tiene una capacidad enorme para hacer otras cosas”.15

Las imágenes que integran Ensayo sobre ciegos no son producto de una demanda institucional, sino de las indagaciones e intereses personales del autor. En el discurso iconográfico de algunas de ellas está presente una construcción poética que nos invita a apreciarlas como artefactos estéticos. No obstante, han sido valoradas como documentos visuales principalmente debido a su “estética transparente”16 y a su “retórica de inmediatez y verdad”.17 Reconozco a Marco Antonio Cruz como un fotógrafo que ha desarrollado su trabajo en la práctica discursiva del

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17 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 16 de octubre de 2014. Ibíd. Ibíd. De acuerdo con André Rouillé, la imagen documental es una representación que se ha pensado como una huella que reproduce fielmente las apariencias. Véase André Rouillé, La photographie: Entre document et art contemporain, París, Éditions Gallimard, 2005, pp. 72-73. John Tagg señala que esta retórica corresponde al documento fotográfico cuyo argumento es limitarse a exponer los hechos de manera directa a partir de la experiencia de primera mano. Véase John Tagg, op. cit., pp. 15-16.

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periodismo gráfico y del ensayo fotográfico. Es preciso subrayar que su formación plástica en la Escuela Popular de Arte de la Universidad Autónoma de Puebla (1973-1976) y en la revista Interviú en lucha, donde se inició como caricaturista en 1979,18 sus decisiones compositivas, el dominio técnico de los artefactos y los recursos utilizados en sus fotografías, han sido factores importantes para la elaboración de ejercicios formales y originales experimentaciones estéticas que no son propias de estas prácticas, lo que también permite apreciar sus imágenes como unidades simbólicas.

En este archivo se concentra gran parte de las retóricas sobre la ceguera presentes en las

Marco Antonio Cruz. Músicos ambulantes, calle 5 de Mayo, Centro Histórico, Puebla, 25 de marzo de 1977. Todas las imágenes son cortesía del autor

obras pictóricas y fotográficas de autores que aquí se han estudiado. Ejemplo de ello es la imagen Músicos ambulantes, la más antigua de todas, resguardada en el sobre identificado con el nombre de “Puebla”. Lo mismo sucede con otras fotografías captadas entre 1981 y 1987, en las que se representa a los ciegos como comerciantes y músicos callejeros del Centro Histórico de la Ciudad de México.19 Algunas de éstas fueron elaboradas al mismo

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19 Véase revista Luna Córnea 36. Marco Antonio Cruz. Relatos y posicionamientos/ 1977-2017. La afluencia de esta población en el primer cuadro del Centro Histórico se debe a que ahí se ubican la Escuela Nacional para Ciegos y el Centro de Masajistas Ciegos, este último fundado en 1985. Hay también una gran cantidad de personas que acuden a esta zona de la capital mexicana por motivos laborales, comerciales y de entretenimiento, lo que hace del lugar una fuente de ingresos para los ciegos mendicantes.

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tiempo que el autor realizaba coberturas periodísticas, pues en sus trayectos solía encontrarse con los ciegos.20

Comencé a retratarlos en la calle, vendiendo de todo o tocando música con instrumentos muy básicos en el metro, en mil actividades. Así fue como comencé a jalar la hebra, una hebra realmente muy larga. Fueron diecisiete años de trabajo. El tema es muy profundo. Es un ensayo en el cual fui aprendiendo. No es que todo lo hecho en un inicio fuera lo que uno quería, sino que el propio ensayo me fue enseñando. Fue una lección en varios niveles y la lección más importante fue aprender sobre la condición humana. En realidad, mi proyecto tiene mucho de eso: dar voz a los que no la tienen. En este caso, gente ciega que está marginada de la sociedad. Al final, se trataba de mostrar todo eso. Para mí fue una lección enorme, el estar cerca de esta situación.21

La información obtenida del propio archivo me permite afirmar que Cruz profundizó en esta temática once años después de haber tomado aquella primera imagen en las calles de Puebla. De modo que Ensayo sobre ciegos inició formalmente en 1988, año en el que el autor desarrolló una vasta producción fotográfica sobre el tema, contenida ahora en cuarenta y un sobres con negativos de distintos formatos. Para entonces, el fotógrafo ya había abandonado la práctica del diarismo con el fin de retomar su trabajo en la agencia Imagenlatina. Con la experiencia adquirida, Cruz puso en marcha los consejos de su maestro Nacho López, quien lo instruyó en la realización de ensayos fotográficos.

Realmente fueron impresionantes [las] lecciones [de Nacho López] sobre cómo iniciar un tema y sobre todo la parte del compromiso social, la responsabilidad de un fotógrafo ante la sociedad y la cantidad de temas que hay por retratar […].22

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22 Cruz externaba su preocupación por la gran cantidad de personas ciegas que se reunían en el centro de la ciudad. Entrevista a Marco Antonio Cruz, ibíd. Ibíd.

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Pero quien siempre ha sido una guía y lo sigue siendo hasta ahora, no solamente para mí sino para gente como Nacho López, es Eugene Smith, quien fue el maestro del ensayo fotográfico para muchos fotógrafos en el mundo. […] Tengo varios libros de Smith, pero hay uno en especial en el que se aprecian prácticamente las hojas de contacto de toda su obra. Es como la Biblia. Ese libro lo he visto mil veces, lo sigo consultado, lo sigo viendo, me sigue inyectando, sigo aprendiendo de él y del maestro Smith que realmente tenía una intensidad impresionante. Y si algo aprendí de [Nacho López], además de su compromiso social, fue el uso del laboratorio. Va muy de la mano con la mirada. No basta hacer fotografía con una cámara, mandar el rollo y a ver qué pasa, sino que todo confluye en un cuarto oscuro. La pieza concluye cuando la retiras del fijador. Es cuando se encuentra toda la intención de un fotógrafo.23

Subrayo, Marco Antonio Cruz comenzó este archivo tras largos años de madurez y consolidación profesional. Primero se incorporó a la agencia Fotopress (1978-1980) por invitación de Héctor García, al mismo tiempo que trabajó en la revista Interviú, en su edición mexicana (1978), y en Interviú en lucha (1979); posteriormente en los semanarios Oposición y Así es (1979-1983), órganos de difusión del Partido Comunista Mexicano y del Partido Socialista Unificado de México, respectivamente. En 1984, junto con Jesús Carlos, Fabrizio León, Rubén Pax y Pedro Valtierra fundó la agencia Imagenlatina, la cual tuvo un primer periodo de vida breve ya que parte del equipo fue invitado a integrarse a La Jornada. Para el diario de reciente creación, Cruz documentó actos políticos y manifestaciones sociales, pero sobre todo la vida cotidiana de los mexicanos a lo largo de dos años (1984-1986). Tras salir del periódico, relanzó la agencia Imagenlatina al lado de Herón Alemán, Arturo Fuentes, Andrés Garay, Pedro Valtierra y Rubén Pax, donde realizó notables reportajes entre 1986 y 2003. Con el firme propósito de dedicarse a la producción de un ensayo fotográfico sobre la ceguera,

23 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 28 de octubre de 2014.

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Protestas públicas llevadas a cabo por organizaciones de ciegos, Ciudad de México, 16 de junio de 1993

Marco Antonio Cruz comenzó a visitar diversas instituciones educativas y sanitarias de México.

Ensayo sobre ciegos está constituido por 352 sobres tamaño carta, en cuyo interior se encuentran negativos en blanco y negro organizados de acuerdo a la entidad federativa donde se hizo la toma, el tema y los nombres de las personas retratadas. Los sobres están resguardados en dos cajas, la primera contiene el trabajo realizado en distintos lugares de la capital mexicana; y la segunda, las imágenes producidas en quince estados de la república —Aguascalientes, Baja California, Chiapas, Chihuahua, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tabasco, Veracruz, Yucatán—. En ambas se concentran aproximadamente doce mil fotogramas en distintos formatos, aunque la mayor parte del ensayo fue elaborado con película de 35 mm.

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Ensayo sobre ciegos en la Ciudad de México

La caja que conserva las imágenes capturadas en distintos lugares de la Ciudad de México contiene 174 sobres, con un número aproximado de 6,680 fotogramas.24 La mayoría está rotulado con el membrete de Imagenlatina e incluye campos específicos en los que se identifican el suceso, los nombres de los retratados, la fecha y el lugar de la toma, así como el nombre del autor. 25 Cuando me di a la tarea de revisar el archivo entre los meses de octubre y noviembre de 2014 en las instalaciones del semanario Proceso —donde Marco Antonio Cruz es coordinador y editor de fotografía desde 2006— en la colonia del Valle de la Ciudad de México, advertí que el autor utilizó cámaras de distintos formatos: Yashica, Nikon y Leica de 35 mm, Hasselblad panorámica de 35 mm, Hasselblad y Holga de formato medio. Esto le permitió experimentar con distintos ángulos y encuadres, alejándose con ello de la ortodoxia del fotoperiodismo. Por eso, Cruz afirma que no “se casa con un solo formato”.

Con lo que sí estoy casado es con el negativo. Todo ha sido con negativo, ya sea formato medio, 35 mm, panorámico […] porque me interesa mucho el resguardo, la memoria, conservar esas imágenes como parte de mi historia y también de la historia de una sociedad. El uso de distintos formatos me otorgó más vías para poder mirar. Cada formato tiene una forma de mirar distinta, y cada uno con sus alcances y sus limitaciones, pero hay que pro-

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25 Entre los formatos de películas fotográficas se encuentran aquellas de distinto índice de sensibilidad: TX 400 PAN, TX 5063 y Plus X PAN 125. Con excepción de dos rollos de película Ilford, Cruz optó por usar Kodak. La caja de Ciudad de México está organizada en dieciséis subdivisiones: 1. Escuela Nacional para Ciegos “Lic. Ignacio Trigueros” (1988, 2000, 2003, 2005). 2. Centro de Atención Múltiple No. 50, SEP (1988, 1997). 3. Instituto de Rehabilitación para el Niño Ciego y Débil Visual (1988, 2003). 4. Hidroterapias, DIF (1988). 5. Fundación Conde de Valencia (2003). 6. Hospital de Nutrición (2003). 7. Hospital Médica Sur (1998). 8. Asociación Mexicana para Evitar la Ceguera A.C. (1998). 9. Tiflología, UNAM (1998). 10. Centro de Masoterapia “Dr. Alfonso Herrera” (1993). 11. Federación de Ciegos de la República mexicana (1988). 12. Movimiento social (1993, 1999). 13. Perros lazarillos (1993). 14. Metro (1988, 1991, 1993, 2003). 15. Calle (1981, 1986, 1987, 1988, 1992, 1993, 1994, 1998, 2003). 16. Historias (1986, 1993, 1999, 2003, 2005).

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curar utilizar sus alcances. No me quedé con un formato determinado, excepto que usé, en su mayor parte, el de 35 mm.26

Este ensayo comprende un amplio universo que Cruz exploró en numerosas ocasiones. Visitaba sitios específicos como asociaciones civiles, escuelas, institutos, clínicas, hospitales, maquiladoras, poblados, espacios públicos, y años más tarde regresaba únicamente a ciertos lugares para continuar documentando el tema, sobre todo, cuando intuía que no había logrado las imágenes deseadas. Por eso es que Escuela Nacional para Ciegos “Lic. Ignacio Trigueros”, se observan varios intervalos de Ciudad de México, 19 de septiembre de 2003 tiempo en el desarrollo de su trabajo en una misma región. Cabe recordar que según los propios datos del archivo, el fotógrafo abordó la ceguera desde una perspectiva clínica, pedagógica, laboral y social.

Una selección de estas imágenes me permite reconocer varias retóricas sobre la ceguera: la del ciego mendicante, la del sujeto inscrito en programas de beneficencia social coordinados por el Estado y por instituciones particulares, la del ciego como sujeto extraordinario, pero también como víctima de su discapacidad, como activista o luchador social, entre otras. En su poética destacan experimentaciones estéticas, resultado de las decisiones compositivas y del dominio técnico del autor.

26 Entrevista a Marco Antonio Cruz, ibíd.

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Poética de la inclusión social

El primer tópico abordado por Marco Antonio Cruz fue el pedagógico, en el que documenta la inclusión social de las personas con discapacidad visual. Para ello, acudió a la Escuela Nacional para Ciegos “Lic. Ignacio Trigueros”, donde retrató a los alumnos en sus clases de ajedrez, anatomía, biología, canto, computación, danza, educación física, fotografía y música durante los meses de abril de 1988, junio de 2000 y septiembre de 2003. Sin embargo, es preciso señalar que el negativo más reciente de este registro está fechado en 2005.27

De igual forma, tanto el Instituto Nacional para la Rehabili-

Escuela Nacional para Ciegos “Lic. Ignacio Trigueros” Ciudad de México, 19 de septiembre de 2003

tación de Niños Ciegos y Débiles Visuales de la Secretaría de Educación Pública,28 ubicado en la calle de Viena 121, colonia Del Carmen en la delegación Coyoacán, como el Centro de Atención Múltiple No. 1, en la calle Lago Bangueolo de la colonia Granada en la delegación Miguel Hidalgo, sirvieron como el marco adecuado para que Cruz documentara también actividades escolares y tratamientos físicos. Fotografió a los alumnos en sus sesiones de terapia de lenguaje y de convivencia, en

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28 El periodo de mayor actividad para Cruz en esta escuela fue durante 2003, cuando produjo diecinueve películas fotográficas. Seguido de 1988, con dieciséis, y los años 2000, con cuatro, y 2005, con una. El fotógrafo utilizó un total de cuarenta películas de distintos formatos, aunque usó principalmente la de 35 mm. También se tiene registro de película 35 mm panorámica y formato medio Kodak TX 6043 para las cámaras Hasselblad y Holga. En este instituto Cruz produjo doce películas de distinto formato: ocho de ellas en 35 mm y cuatro en formato 6x6.

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el área de juegos durante el recreo, así como en las hidroterapias llevadas a cabo en las instalaciones de la Alberca Olímpica.29 En ese contexto, Cruz optó por configurar una poética distinta al utilizar una baja velocidad de obturación para registrar los movimientos de los niños y la dinámica puesta en práctica por ellos mismos durante sus actividades reÁrea para juegos del Instituto Nacional para la Rehabilitación creativas al aire libre —por de Niños Ciegos y Débiles Visuales, Ciudad de México, 18 de septiembre de 1988 lo cual se presentan barridos en las fotografías, además de ciertos detalles nítidos o en foco—, de tal forma que no se observan indicios de ceguera o debilidad visual en ellos. No se trata de imágenes cuya intención sea despertar la piedad del prójimo, sino documentos visuales o unidades simbólicas en las que se encuentra representada la cotidianidad de los infantes. De algún modo, estas fotografías guardan semejanzas iconográficas con aquellas tarjetas de caridad que circularon en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, con el fin de acentuar la labor de las instituciones de beneficencia.

En octubre de 1988 Marco Antonio Cruz acudió a la Alberca Olímpica “Francisco Márquez”, ubicada en la colonia General Anaya de la delegación Benito Juárez, donde tenían lugar las hidroterapias para los pequeños del Instituto Nacional para la Rehabilitación de Niños Ciegos y Débiles Visuales. Allí experimentó con otra poética que le permitió lograr estupendas fotografías. Utilizó una cámara Hasselblad de formato

29 El número de películas producidas durante las hidroterapias fueron doce: ocho en 35 mm y cuatro en formato medio.

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medio que colocó dentro de una pecera con el propósito de registrar los movimientos de los alumnos dentro de la alberca y debajo del agua, ya sea solos o acompañados.30

Otra actividad que documentó fue durante su visita al Museo Nacional de Antropología, el 11 de diciembre de 2003, cuando realizó un conjunto de fotografías cuya poética nos remite a las obras en las que el maestro del tenebrismo

Hidroterapia para niños ciegos y débiles visuales en el Gimnasio Juan de la Barrera, Coyoacán, Ciudad de México, septiembre de 1988José de Ribera plasmó al

ciego como un personaje reflexivo y dotado de sabiduría. En esta representación el tacto cobraba una importancia fundamental, pues era el medio a través del cual se obtenía la episteme.31

En las fotografías capturadas durante aquella visita que el propio Cruz organizó para los estudiantes del Instituto Nacional para la Rehabilitación de Niños Ciegos y Débiles Visuales, se puede apreciar a algunos de ellos reconociendo con sus pequeñas manos la textura y las formas de las figuras zoomorfas de origen prehispánico exhibidas en la sala Mexica, con el fin de recrearse una imagen mental de las piezas.32 Entre las imágenes logradas sobresale, sin duda, el retrato de Giovanni

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32 Sobre esta secuencia de imágenes se tienen registrados en el archivo seis sobres con negativos. Tres de ellos en formato 6x6, con doce fotogramas cada uno; y otros tres en formato 35 mm. Con respecto a las imágenes mentales cito dos referencias fundamentales: Mark Paterson, Seeing with the Hands. Blindness, Vision, and Touch after Descartes, Edinburgo, Edinburgh University Press, 2016; William Paulson, Enlightenment, Romanticism and the Blind in France, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1987. En la documentación de esta actividad en el Museo Nacional de Antropología, Cruz utilizó ocho películas TRI X PAN, ISO 400.

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Alumnos del Instituto Nacional para la Rehabilitación de Niños Ciegos y Débiles Visuales durante su visita al Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México, 11 de febrero de 2003

Soriano Ortuño, el alumno que con asombro toca la escultura de la serpiente de fuego. Para éste el autor hizo uso del recurso estético de figura-fondo utilizado anteriormente en la imagen de los músicos ciegos en Puebla. Sobre esta experiencia, Cruz relata:

Llegamos al museo y la atención fue de primera con una charla sobre los tesoros que ahí se resguardaban. Se realizó el recorrido por diversas salas y finalmente llegamos a la sala Mexica y, nueva sorpresa, se había autorizado que los niños pudiesen tocar las piezas originales. Imaginen la escena de 30 niños haciendo, al mismo tiempo, el reconocimiento táctil de las piezas más importantes de la cultura mexica. Por mi parte me dediqué a observar y a retratar a los niños. Me llamó la atención el niño que pasaba sus manos por los relieves de la pieza Xiuhcóatl. Ahí estaba la imagen que necesitaba para el ensayo y el libro.33

Otra fotografía destacada de este conjunto es la que muestra un juego visual generado por los niños que caminando uno detrás del otro, apoyando sus manos sobre los hombros del compañero de adelante, contrastan con el mural de fondo, Ronda en el tiempo (1964-1965) de la artista mexicana Fanny Rabel, en el cual un grupo de niños aparecen tomados de la mano y en dirección contraria. La poética de esta imagen presenta ciertas similitudes iconográficas con la alegoría creada por Brueghel y como tal, podría estimarse una cita a la obra del pintor flamenco.

33 Marco Antonio Cruz, “Xiuhcóatl” en Luna Córnea 36. Marco Antonio Cruz. Relatos y posicionamientos/1977-2017, Secretaría de Cultura/Centro de la Imagen, 2017.

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Sin embargo, en la fotografía de Marco Antonio Cruz no se percibe con horror a los niños ciegos. Más que una escena dirigida o una alusión a lo grotesco, esta imagen se inscribe en la tesis del llamado instante decisivo de Cartier-Bresson.

Imágenes notables también son aquellas que Cruz realizó en el Centro de Atención Múltiple No. 1 en 1997. Año durante el cual amplió su producción al utilizar diecisiete películas de 35 mm, ISO 400 T-MAX para elaborar fotografías en las que los infantes de tercer grado de primaria, integrantes de la escolta de bandera, fueron dirigidos por el propio Actividad cívica de estudiantes de tercero de autor con el fin de representar la primaria, Centro de Atención Múltiple No. 1, colonia Granada, Ciudad de México, 1 de diciembre de 1997ceremonia cívica. Para ello, Cruz utilizó un ciclorama que sostuvo con la ayuda de dos profesores, frente al cual posaron los niños, cada uno como el abanderado. Los retratos son puestas en escena que rompen con la ortodoxia del instante decisivo y quizá sean de las imágenes más emblemáticas del Ensayo sobre ciegos. Sobre su elaboración el autor comenta:

Realmente procuro no intervenir en lo que tengo enfrente. Procuro siempre ser muy respetuoso, pero también he sido muy transparente cuando he intervenido en algo. Es para bien de la imagen, pues. En este caso, contribuí para hacer esa foto del niño con la bandera. Finalmente, el resultado fue asombroso […] en 35 años tomando fotos, lo he hecho cinco veces. No es nada. Ahora creo que uno retrata como uno considera. En mi caso, no soy nadie para decir lo que está bien o lo que está mal […] para mí es muy importante el respeto hacia la gente, y parte de ese

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respeto es que no se sienta agredida. Tratar de capturar la esencia de esa persona, de ese instante, de ese momento y de reflejarlo por medio de la imagen, sin que la gente lo note. Muchas veces la gente no se da cuenta que la estoy retratando, pero yo estoy ahí. Ese es el resultado de la experiencia. No necesito construir nada porque finalmente las cosas ya están. No es necesario.34

En las imágenes captadas en los espacios educativos para la atención de niños ciegos y débiles visuales podemos ver experimentaciones plásticas acompañadas de una representación empática, con respecto a los retratados. Cruz se aproximó al complejo universo de la ceguera mediante la documentación de actividades académicas y lúdicas que le permitieron fotografiar al sujeto como un ser activo, cuyo conocimiento es adquirido a través del tacto, evitando con ello su victimización. Mediante estas unidades simbólicas el autor nos llevó a reflexionar sobre la noción de identidad y pertenencia a través del retrato, y sobre los símbolos del nacionalismo de una “patria ciega”.35

Ceguera y sanidad

Otro acercamiento que hizo Marco Antonio Cruz al tema de la ceguera fue desde una perspectiva clínica. Cinco subdivisiones de la serie Ciudad de México dan cuenta de su presencia en hospitales e instituciones públicas y privadas, al igual que en centros de salud atendidos por ciegos, como el Centro de Masajistas “Dr. Alfonso Herrera”, ubicado en la calle de Donceles, en el Centro Histórico. Para comenzar con el desarrollo de esta poética Cruz visitó el Hospital Médica Sur en noviembre de 1998, donde documentó cirugías de cataratas y correcciones de miopía por medio de láser, intervenciones que dirigía y practicaba el doctor Eve-

34

35 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 29 de octubre de 2014. Ibíd.

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Cirugía con láser para corrección de miopía, Hospital Médica Sur, Tlalpan, Ciudad de México, 25 de noviembre de 1998. Imagen de portada del libro Habitar la oscuridad

rardo Barojas Weber. En uno de estos registros, Cruz consiguió hacer una metaimagen: la fotografía de una enorme pupila observada a través de la pantalla de cristal de un monitor.

Destacan también las fotografías que realizó en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, donde gracias a una cámara de fondo de ojo para la captura de la retina logró que observáramos a detalle, tal cual lo hacen los oftalmólogos, las anomalías oculares de los pacientes. Mediante estos impactantes documentos clínicos sobre enfermedades oculares, el autor nos proporcionó otro punto de vista sobre la ceguera.

Poéticas sociales

Además de abordar los aspectos clínicos y pedagógicos, el Ensayo sobre ciegos contiene imágenes cuya poética se vincula al discurso del ciego

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Protesta pública llevada a cabo por grupos de la Federación de Trabajadores Ciegos en la Ciudad de México, 16 de junio de 1993

mendicante. Se trata de documentos en los que se representan los avatares de grupos de personas viviendo en los márgenes de la sociedad. El ensayo también reúne fotografías cuya narrativa se distingue por recoger las luchas sociales encabezadas por colectivos de ciegos comerciantes en defensa de sus derechos laborales, en la capital mexicana. De estas imágenes, seleccioné una en la que aparecen en primer plano dos personas ciegas sentadas sobre el pavimento en total indefensión, rodeadas por un cerco de granaderos. La toma fue realizada en 1993 durante las protestas en contra del entonces regente de la ciudad, Manuel Camacho Solís, quien pretendía hacer efectivo un bando para prohibir el comercio ambulante en el Centro Histórico. El encuadre y el ángulo elegidos por el fotógrafo permiten contrastar al hombre y a la mujer, miembros de la Federación de Trabajadores Ciegos, cuyo paso hacia la residencia presidencial de Los Pinos fue interrumpido por los uniformados, ubicados en segundo plano. Esta composición que otorga

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prioridad e importancia a los manifestantes conduce nuestra mirada hacia la barrera física impuesta por el grupo represor del otrora Distrito Federal.

En otro grupo de imágenes es notorio el dominio técnico que se caracteriza por la baja velocidad de obturación utilizada, el enfoque selectivo y el movimiento de la cámara al capturar la fotografía. En una de ellas, la figura de un hombre mayor, en primer plano, usando gafas oscuras y camisa a cuadros parece fundirse con el cielo aborregado de fondo, que se aprecia en la parte superior del encuadre.

Cabe mencionar que en esta subdivisión del archivo identificada con el título de “Calle”, se puede observar la amplia documentación que el fotógrafo hizo sobre los músicos y comerciantes ciegos, y también sobre aquellos que piden caridad en las calles de la ciudad.36 De este apartado sobresale la imagen de aquel músico ciego tocando un instrumento de viento frente al escaparate de una tienda de ropa en la calle Francisco I. Madero.

El Ensayo sobre ciegos en la Ciudad de México culmina con una serie de historias que cautivaron a Cruz, a las que les dio seguimiento durante varios días. De esta última subdivisión del archivo hice una selección que da cuenta de la cotidianidad y la vida laboral de tres personas: Rogelio Jiménez Naranjo, aseador de calzado cuya área de trabajo se ubicaba en las inmediaciones del Hospital General. José Macías, profesor de inglés en una preparatoria para mujeres al norte de la ciudad. Y Herman Walter, traductor de inglés, quien dividía su tiempo entre las lecciones de música impartidas en una guardería infantil y la elaboración de síntesis informativas diarias para la oficina de prensa del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF. Estos y otros registros documentados en veinte películas en blanco y negro, formato 35 mm, ISO 400, se han sumado a los relatos sobre ciegos

36 Esta subdivisión integra diecisiete películas de 35 mm, algunas de ellas fechadas entre 1981 y 1988. Junto con estos datos, el hecho de que algunos sobres contengan de uno a cinco negativos nos hace suponer que el autor tomó las fotografías mientras realizaba sus coberturas periodísticas.

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Herman Walter, traductor de inglés y profesor de música, Ciudad de México, 1 de septiembre de 1993

extraordinarios que han poblado el imaginario colectivo desde tiempos remotos y que han sido transmitidos a través de narraciones mitológicas, documentos científicos, construcciones académicas y literarias. En ese sentido, recordemos las aportaciones de Jorge Luis Borges, Moshe Barasch, Mark Paterson, Oliver Sacks, Henri-Jacques Stiker, Edward Wheatley, de las cuales ya he citado algunos ejemplos.

Al llevar a cabo este ensayo Marco Antonio Cruz se encontró con casos de ciegos y débiles visuales que contaban con estudios universitarios, “de gente que hablaba varios idiomas, de gente súper capaz para resolver las cosas y, sobre todo, con una capacidad de memoria impresionante”. Y agrega, “uno de ellos fue Gerardo Nigenda,37 a quien conocí

37 Siendo bibliotecario del Centro Fotográfico Álvarez Bravo en Oaxaca, Gerardo Nigenda (19672010) incursionó en la fotografía a la que se dedicó como creador y docente. Sus imágenes intervenidas con relatos escritos en braille han aparecido en múltiples publicaciones especializadas.

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antes de que fuera fotógrafo. Gente tan brillante como él”.38 Lo importante, según Cruz, era evitar caer en el lugar común: el de la victimización.

Ensayo sobre ciegos en la República mexicana

El resultado del trabajo realizado por Marco Antonio Cruz en quince estados de la República mexicana se concentra en 178 sobres, organizados a su vez en veinticuatro subdivisiones con un número aproximado de 6,400 fotogramas. En ellos se encuentra reunida la documentación que hizo sobre las campañas de salud coordinadas por el gobierno federal para prevenir y erradicar la ceguera, los registros del ámbito académico y laboral de los ciegos, así como la crónica de historias de vida.39 Este fondo del archivo da cuenta del interés del autor por profundizar en temas de salud relativos a la discapacidad visual, como cataratas y glaucoma, pero sobre todo a la oncocercosis y tracoma, padecimientos infecciosos que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) son las principales causas de ceguera a nivel mundial. Son consideradas además como infecciones propias de naciones en subdesarrollo. Algo que resulta paradójico, pues algunas de estas imágenes fueron elaboradas hacia fines de 1993, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en vísperas de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

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39 Su obra ha sido exhibida en México, Estados Unidos, Ecuador, España, Rusia y Corea del Sur. Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México 28 de octubre de 2014. Los apartados correspondientes a la subdivisión de “República mexicana” se encuentran etiquetados de la siguiente manera: 1. Aguascalientes, Ags. (1994). 2. Tijuana, Baja California Norte (1993). 3. Coahuila (1998). 4. Chiapas/Oncocercosis (1998). 5. Chiapas/Oncocercosis/SS (1998). 6. Chiapas/Tracoma (1999). 7. Chiapas/Tracoma/INI (1999). 8. Chiapas/ Desplazados (1998, 1999). 9. Chiapas/ Refugiados guatemaltecos (1993, 1994). 10. Chiapas general (1993). 11. Chihuahua (1998). 12. Estado de México (1991, 1993, 1994, 1998, 1999). 13. Andrea Islas García (1991, 1993, 1994, 1999). 14. Estado de México. Pedro Islas García (1991, 1993, 1994). 15. Estado de México. Virginia Martínez (1994, 1994). 16. Guerrero (2003). Hidalgo (2002). 17. Nayarit. Extramuros. Cataratas (1999). 18. Nuevo León (2003). 19. Oaxaca/ Onconcercosis (1998). 20. Oaxaca general (1998, 2000). 21. Puebla (1979, 1992, 1998, 2003). 22. San Luis Potosí. Encarnación Gámez Hernández (2000). 23. Veracruz (1997, 1998, 1999). 24. Mérida, Yucatán (2003).

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Es decir, en el contexto de una política neoliberal en la que los representantes del gobierno pregonaban dentro y fuera del país el supuesto progreso social de México. Sin embargo, estas infecciones se presentaban principalmente en comunidades indígenas de Chiapas y Oaxaca, donde Cruz realizó más de un tercio del total de las imágenes.

Otro de los temas que a Cruz le interesó documentar fueron las historias de vida de los ciegos que habitaban en el Estado de México, Oaxaca y San Luis Potosí. En su archivo es posible encontrar fotografías sobre ciegos en situación de calle laborando en sitios de esparcimiento público o bien, retratos de músicos trashumantes que iban de sitio en sitio ganándose la vida. En mayor medida, el archivo contiene retratos de indígenas cuya ceguera fue causada por la oncocersosis y el tracoma. Esta subdivisión no responde a un orden cronológico pero sí a una organización alfabética de acuerdo al nombre de la entidad federal visitada. Es preciso advertir que no en todos los estados de la República mexicana Cruz desarrolló un trabajo extenso. Por ejemplo, en Aguascalientes y Baja California Norte utilizó sólo una película en cada uno. Este fondo, en particular, destaca por el número de retratos individuales y grupales que dan testimonio sobre la situación de los ciegos en México.

La poética de El paraíso perdido

Algunos de los retratados que ubico en esta poética singular a la cual he denominado El paraíso perdido están enmarcados por exuberantes paisajes en los estados de Chiapas y Oaxaca, que me remiten a las indagaciones sobre lo sublime llevadas a cabo por Edmund Burke hacia fines del siglo XVIII. El filósofo irlandés señalaba que todo aquello que excita las ideas de dolor o peligro, es decir, lo que es terrible o actúa de manera semejante al terror es una expresión de lo sublime, y se presenta como causa de una tensión anormal o como una respuesta violenta de los nervios, provocando con ello emociones en el cuerpo y en la mente.40

40 Véase Edmund Burke, Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello, Madrid, Alianza, 2010, pp. 66, 169.

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En ese sentido, las fotografías de Marco Antonio Cruz realizadas en esta región del país pueden resultar perturbadoras, cuando a través de ellas ejercemos la facultad para imaginar las condiciones de vida de las personas ciegas que habitan en un entorno rural. Tomando en cuenta la dimensión del archivo de Cruz y mi interés por examinar en sus imágenes la retórica y la poética alrededor de la ceguera, considero pertinente concentrar mi atención en una selección de retratos y en los relatos que a estos les dan sentido.

Gran parte de la narrativa que se concentra en Ensayo sobre ciegos tuvo lugar en el suroeste mexicano. En marzo de

Alberto Velázquez Velázquez y Fernando Velázquez López, ciegos por oncocercosis, Barrio Brasil, municipio de Huixtla, Chiapas, 19 de marzo de 1998

1998 Cruz se trasladó a Huixtla y Mapastepec, municipios del estado de Chiapas, con el propósito de documentar la campaña que la Secretaría de Salud emprendió para el control y erradicación de la oncocercosis, segunda causa de ceguera a nivel mundial, después del tracoma. Conocida también como «ceguera de los ríos», esta enfermedad parasitaria provocada por el nematodo filárico Onchocerca volvulus se transmite por la picadura de moscas negras infectadas que se crían en ríos rápidos y arroyos cerca de poblados situados en tierras fértiles, donde los habitantes dependen de la agricultura. 41

41 Según la OMS, la oncocercosis se produce principalmente en zonas tropicales. En un informe publicado en junio de 2019 se dio a conocer que más del 99% de las personas infectadas viven en 31 países del África subsahariana, aunque se tiene registro de infección también en Yemen y las Américas. Asimismo, se ha verificado que Colombia, Ecuador, Guatemala y México

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En el Barrio Brasil y en el ejido José María Morelos y Pavón, ambos localizados en Huixtla, el autor realizó decenas de retratos, entre los que destacan los de Epitacia González González, Alberto Velázquez Velázquez y Fernando Velázquez López, todos ellos con ceguera provocada por la oncocercosis. En el retrato de Epitacia, quien guiada por su hija va descendiendo la pendiente de una montaña, está contenida la retórica del ciego acompañado de un lazarillo. Se trata de una imagen de instante decisivo, en la cual la joven en un gesto solidario toma a su madre del brazo, quien con la otra mano se apoya en un palo de madera a modo de bastón para ir sorteando las dificultades del camino. En la poética de esta imagen es notoria la fragilidad de ambas mujeres, enmarcadas en medio de un camino que se antoja resbaladizo y agreste.

Otra poética que se encuentra en estas imágenes elaboradas en 1998, es aquella en los retratos de Alberto Velázquez Velázquez y Fernando Velázquez López. En estos destaca la toma en contrapicada de una secuencia de encuadres horizontales y verticales, en la que el fotógrafo concentró su interés en el primer plano para fragmentar el rostro de don Alberto, tomando como punto de partida su nariz. Es indudable que nuestra atención recae en los ojos de este hombre y posteriormente el recorrido de nuestra mirada se desplaza hacia el segundo plano, donde se ubica Fernando, el joven que parece estar mirando a la cámara de reojo.

En esta región de clima templado con temperaturas que oscilan entre los 15 y 18 grados centígrados, rodeada de bosques de coníferas donde abundan la caoba, el ciprés, el encino, el fresno, el pino, el sabino y el roble, Cruz fotografió a los dos hombres al interior de las chozas de madera que habitan y en escenarios al aire libre, como las veredas próximas a su vivienda. Tanto aquellas endebles e improvisadas construcciones como la exuberancia tropical del lugar fueron

se encuentran libres de esta enfermedad, pues son países que administraron medicamentos masivamente para su eliminación durante decenios. Cabe mencionar que la transmisión del parásito persiste en Brasil y Venezuela. Véase Organización Mundial de la Salud, en www.who. int/es/news-room/fact-sheets/detail/onchocerciasis [Última recuperación: agosto de 2019].

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recursos «neorrománticos» utilizados para la composición de los retratos. La riqueza y diversidad de la flora de la región contrasta con la fragilidad del padre y el hijo, quienes viven en esta zona de difícil acceso, en la que dependen casi por completo de sus familiares más cercanos.

En este mismo estado del suroeste de México, otra serie de fotografías a subrayar son aquellas que el autor realizó en el ejido Nueva Costa Rica de Matastepec, donde documentó las labores de brigadistas pertenecientes a la Zona 7 del Programa de la Secretaría de Salud en la detección de nódulos de Elmer González Robledo, tras haber sido oncocercosis y el tratamiento de intervenido por un técnico de la Secretaría de Salud para extirparle un nódulo de oncocercosis, noduloctomía. En el lugar, Cruz Matastepec, Chiapas, 18 de marzo de 1998 retrató principalmente a niños y jóvenes de 6 a 13 años de edad, entre los que se encontraba Elmer González Robledo, un adolescente a quien fotografió luego de haberse sometido a una operación en la que le extrajeron un nódulo de oncocercosis. De la secuencia de imágenes lograda hay un retrato en particular que quiero mencionar: Elmer de 13 años posando para la cámara, con el torso desnudo y con una venda alrededor de su cabeza. Su mirada se dirige hacia el lente mientras su cuerpo permanece erguido en un ángulo de tres cuartos. En esa venda que cubre su frente encuentro una alusión a aquel conocido autorretrato de Vincent van Gogh.

Para octubre de 1999, el Instituto Nacional Indigenista organizó una serie de brigadas en las comunidades de La Palma y Chaonil y en las colonias El Niz y El Retiro, ubicadas en el municipio de Oxchuc en los Altos de Chiapas, con el fin de detectar y combatir el tracoma. Una enfer-

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Julia Santíz López y su esposo Agustín López Gómez, indígenas tzeltales, de 80 años de edad. Desde 1979 Julia es ciega a causa del tracoma. Colonia El Niz, municipio de Oxchuc, Chiapas, 22 de octubre de 1999

medad causada por el microorganismo intracelular llamado Chlamydia trachomatis que se aloja en determinadas especies de moscas y se transmite a través de secreciones oculares y nasales de personas infectadas.42 Entonces Marco Antonio Cruz tuvo noticia de estas brigadas y con sus propios medios emprendió el viaje de regreso a la región. Los datos encontrados en el archivo indican que el fotógrafo documentó “barrido casa por casa” las campañas organizadas por las secretarías de salud federal y estatal, bajo los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.

42 La OMS refiere que el tracoma constituye un problema de salud pública en muchas de las zonas más pobres y rurales de América Central, Sudamérica, África, Asia, Australia y Oriente Medio, siendo la causa de ceguera o incapacidad visual de 1.9 millones de personas en el mundo. Véase Organización Mundial de la Salud, en www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ trachoma [Última recuperación: agosto de 2019].

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Los retratos realizados en estas jornadas son testimonio de la tragedia cotidiana y las situaciones adversas que enfrentan día a día personas como Mariano López Gómez y los miembros de la familia López Sántiz, indígenas tzeltales. La poética contenida en las imágenes muestra de manera tangencial el drama eterno que viven los ciegos en las zonas rurales del país. Es mediante éstas que nos aproximamos a las historias de aquellos que permanecen invisibles al resto de la sociedad mexicana, y que podemos llegar a entender la ceguera como una limitante que margina, confina y propicia la exclusión social. Zenaida Pérez Luna y su abuela Catarina Ruiz Pérez,

En este entorno, el autor indígenas tzotziles, Acteal, municipio de Chenalhó, Chiapas, 24 de octubre de 1999elaboró un hermoso retrato en el que podemos observar, en primer plano, a la niña Zenaida Pérez Luna acompañada de su abuela, la señora Catarina Ruiz Pérez. Ambas, indígenas tzotziles, de pie en el interior de su vivienda miran atentamente a la cámara y posan concentradas ante el artefacto utilizado por Cruz. La mujer detrás de su nieta cobija a la pequeña con sus manos. Al fondo de la habitación se aprecia una cama con varias cobijas encima y un tendedero colgante de ropa. Al observar esta imagen es posible imaginar por la expresión de la señora Catarina, que es ella quien padece alguna afectación en los ojos, pero no es así. La niña es débil visual, debido a una lesión de bala que recibió en la cabeza durante la matanza de Acteal, el 22 de diciembre de 1997.

Para marzo de 1998 Cruz se trasladó al estado de Oaxaca a fin de continuar con la documentación de los enfermos de tracoma y onco-

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cercosis. Allí visitó la comunidad chinanteca La Esperanza del municipio de Comaltepec en el distrito de Ixtlán, Sierra de Juárez. Al igual que en Chiapas, el autor concentró su mirada en las poblaciones indígenas, donde realizó los retratos de Catalina Hernández López, Florencio García Lagunas, Marcelo López Hernández y Teodoro Vidal, indígenas chinantecos de 70, 78, 62 y 74 años de edad, respectivamente. En estas imágenes son visibles las mismas carencias y el olvido que se percibe en los registros realizados en el suroeste del país.

Poética de los ciegos extraordinarios

La retórica generada alrededor de las habilidades extraordinarias de los ciegos, así como del tratamiento o la posible cura de la ceguera tuvo su origen en las disquisiciones científicas y filosóficas surgidas durante la Ilustración. Éstas a su vez fueron permeando las representaciones sobre la ceguera, al mismo tiempo que en el ámbito secular, los prejuicios cedieron el paso a las reflexiones científicas, filosóficas y sociales.43 De acuerdo con William Paulson, las teorías de John Locke, William Molyneux y Denis Diderot atrajeron a un número importante de pensadores que se cuestionaban sobre la percepción del mundo que llegaría a tener una persona en caso de que su ceguera fuese curada. Así, las narraciones alrededor del ciego adquirieron una impronta documental y lo mismo las imágenes en las que se les representaba comenzaron a ser valoradas como documentos históricos de carácter probatorio. Por tanto, “la ceguera fue y permanece como una metáfora central en el arte occidental, representando y permitiendo conocimiento y comprensión para el artista masculino sobre su sujeto ‘feminizado’”.44

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44 Para ahondar en discusiones contemporáneas sobre el tema, véase Benjamín Mayer Foulkes (comp.), El fotógrafo ciego. Evgen Bav ar en México, México, Conaculta, Col. Diecisiete, 2014. Obra indispensable para comprender la ceguera desde una perspectiva filosófica y social vinculada con la práctica fotográfica. Véase Nicholas Mirzoeff, “Blindness and Art”, en Lennard J. Davis (ed.), The Disability Studies Reader, Nueva York, Taylor & Francis, 2006, p. 379. Traducción propia.

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De este modo, dicha condición física se ha reconfigurado en narrativas del campo científico, filosófico, social y artístico. Por ello, la amplia visibilidad de la que ha sido objeto.45

Durante su estancia en Oaxaca, en 1998, Marco Antonio Cruz elaboró una serie de imágenes cuyo discurso nos aproxima a la poética de los ciegos extraordinarios, muy distinta a la que había trabajado anteriormente para documentar el tema de la inclusión social. De ésta considero que son dos los retratos memorables en los que Reynalda Andrés Carrasco, ciega de nacimiento, es su protagonista. Reynalda Andrés Carrasco, con ocho meses de Con 29 años de edad y ocho meembarazo, estudiante de secundaria e integrante de la organización feminista Acceso Libre, Oaxaca, ses de embarazo, Reynalda era 10 de marzo de 1998 una mujer soltera que cursaba la secundaria abierta y participaba como integrante de la organización feminista Acceso Libre. Uno de los retratos que le hizo Cruz en el Centro de Rehabilitación Integral, donde ella era estudiante, muestra un interesante juego visual de figura y fondo. En segundo plano, Reynalda

45 En la cinematografía mundial se encuentran notables documentales y largometrajes sobre el tema: El amor no es ciego, protagonizada por Silvia Pinal y David Silva en 1951; Raíces, película mexicana dirigida por Benito Alazraki (1953); The Proof, cinta australiana de Jocelyn Moorhouse, con el primer rol protagónico de Russell Crowe (1991); Los amantes del Pont-Neuf del francés Leos Carax (1991); El color del Paraíso, selección oficial de Irán para los Academy Awards, bajo la dirección de Mayid Mayidí (1999); Notes on Blindness, documental británico realizado por Peter Middleton y James Spinney, y premiado en el Festival Sundance 2016; Dancer in the Dark, escrita y dirigida por Lars Von Trier (1999); Tiresias de Bertrand Bonello, exhibida en la selección oficial del Festival Cannes 2003; Zatoichi, dirigida y protagonizada por Takeshi Kitano en 2003.

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posa de pie sosteniendo su bastón frente a un muro, mientras que en un primer plano aparece el rostro de un hombre joven reflejado en el espejo retrovisor de una bicicleta.

El fotógrafo forjó entonces una buena amistad con Reynalda. Dos años más tarde cuando regresó a Oaxaca conoció a su familia y a solicitud de su amiga, Cruz hizo un retrato de todos sus integrantes. En este artefacto de memoria que sólo la pequeña hija de Reynalda será capaz de mirar, se concentra el símbolo de la unidad familiar que cobra un gran significado para la joven madre. Ella aparece en primer plano acompañada de su padre y de la niña, en tanto que otra joven mujer al parecer con discapacidad visual permanece detrás de ellos con la cabeza ligeramente inclinada hacia el suelo. Reynalda y su padre posan sentados mientras que su hija se mantiene de pie en medio de ambos, jugando con los dedos de sus manos, algo distraída. La madre sonríe y el abuelo con gafas oscuras espera pacientemente el disparo de la cámara. Al fondo, una suerte de altar con ornamentos religiosos enmarca a los miembros de la familia Carrasco.

También en Oaxaca Marco Antonio Cruz conoció a Porfirio Moreno Martínez, un hombre confinado a su cama a causa de una artritis reumática juvenil. En los datos encontrados en su archivo, el fotógrafo apuntó que Porfirio se había sometido a varias operaciones de los ojos debido a una afección provocada aparentemente por uveítis, enfermedad visual que consiste en la inflamación de la capa media del ojo, la cual llega a ocasionar ceguera permanente. Aquel habitante del poblado de San Bartolo, Coyotepec, había quedado ciego desde los 16 años y sólo era capaz de mover los brazos. Cuando Cruz lo visitó en marzo de 1998, Porfirio que en aquel entonces contaba con 44 años de edad, yacía postrado en un pequeño cuarto que su hermana, artesana, había acondicionado para él en su propia casa. El fotógrafo charló ampliamente con este hombre lleno de determinación y coraje, cuya historia documentó en cuatro películas de 35 mm.

Desde niño tuvo artritis juvenil. A los 16 años quedó ciego y lo último que vio fue un eclipse. Es un hombre que perdió la capacidad de caminar y ha estado recluido en una cama durante más de veinte años. Para no caer en

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Porfirio Moreno Martínez, San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, 14 de abril de 1998

la locura, se dedicó a pensar. Creo que el caso de Porfirio es impresionante porque es una persona que luchó contra la adversidad y se convirtió en un filósofo extraordinario. Además, escribe muy bien. Los ciegos en la ciudad de Oaxaca lo conocen, le enseñan braille. Es un lector voraz. Es un caso muy ejemplar.46

En su microcosmos Porfirio no vivía de lamentaciones ni mucho menos de la victimización, se hacía acompañar de una radiograbadora, de sus lecturas en braille y de herramientas de escritura.

[…] Me di cuenta que existía eso del braille, y la gente no me creía que aquí podía yo aprender a escribir, y escribía acá, cuando un día me di

46 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 16 de octubre de 2014.

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cuenta que en Oaxaca existía una biblioteca de braille, y me dije, pues debe de haber alguien que enseña braille, y para tener acceso a la biblioteca pues tengo que aprender braille, y escribí allá a la biblioteca. Y vino una trabajadora social con una muchacha que estaba dando su servicio, y fue como me dijeron, pues a ver si puedes desde allá donde estás. Y les digo, la voluntad pues la tengo, y yo quería aprender rápido porque tenía noción, pero ellos dicen, vamos hacerlo paso a paso, te voy a enseñar primero la sensibilidad y todo eso, y yo con tal de que me enseñen me adapté a eso. Pero yo ya no necesitaba el tacto porque lo tengo bien.47

Si se observan de manera superficial estas imágenes, nuestra comprensión sobre la ceguera puede limitarse a la retórica de la victimización y pensarse entonces como una tragedia que obligó a Porfirio a vivir aislado en una especie de caverna platónica. En sus reflexiones, Borges apunta que la ceguera no es una total desventura, es quizá “un instrumento más entre los muchos, tan extraños, que el destino o el azar nos deparan”. Y agrega, “un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte […]”.48 La historia de vida de Porfirio Moreno Martínez es muestra de ello y responde asimismo a las preguntas planteadas por Borges: “¿Quién puede explorarse más? ¿Quién puede conocerse más a sí mismo? […] ¿Quién puede conocerse más que un ciego?” 49

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49 Porfirio Moreno Martínez, “La distancia de las cosas”, transcripción realizada por Patricia Gola del testimonio recogido en la revista Luna Córnea 17. La ceguera, Conaculta/Centro de la Imagen, enero-abril de 1999, pp. 105-106. Jorge Luis Borges, “La ceguera”, en Siete noches, México, FCE, 2005, pp. 159-160. Ibíd.

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Ángeles Torrejón. Andrea Islas García y Marco Antonio Cruz en el cerro del poblado de Buenavista, municipio de Otumba, Estado de México, 16 de agosto de 1994. Cortesía de la artista

¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?50

Mención aparte merece el trabajo que Marco Antonio Cruz desarrolló en los años 1991, 1993, 1994 y 1999 en la comunidad de Buenavista, municipio de Otumba, Estado de México, donde retrató a Albina, Andrea y Pedro Islas García, de 81, 83 y 85 años de edad, respectivamente. Con ellos mantenía una relación muy estrecha debido a que eran tíos abuelos de su esposa, la también fotógrafa Ángeles Torrejón. Andrea y Pedro padecían ceguera progresiva «no confirmada», como consecuencia de las cataratas y el glaucoma. En distintas ocasiones ambos fotógrafos visitaron a los hermanos Islas García en su casa de adobe. Documentaron en veinte películas escenas familiares y cotidianas, al

50 Vicente Huidobro, Altazor o el viaje en paracaídas. Poema en VII cantos, edición ePub.

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igual que las faenas del campo que los ancianos emprendían para la siembra de maíz y frijol.

El 16 de agosto de 1994 Andrea acompañó a su sobrina nieta y a Cruz a hacer una caminata por los alrededores de su casa. Durante el recorrido de aquel árido camino de abrojos, nopaleras y cactáceas, los paseantes se detuvieron en varias ocasiones para tomar algunas imágenes. En dos de los fotogramas resultantes quedó fijada la imagen de Andrea junto a Cruz. Sin embargo, de este registro la fotografía que se convirtió en un icono de la representación de la ceguera como condición de marginación, abandono e injusticia en regiones rurales, es aquella en la que Andrea Islas García posa frente a la cámara cubriendo su rostro con las manos. ¿Qué significa este gesto? El autor no recuerda con precisión las circunstancias en las que generó el retrato, pero afirma que “a un ladito de su casa está la nopalera y en una tarde de verano finalmente le estaba tomando fotos. Hacía mucho viento, [Andrea] se tapó entonces los ojos, y es cuando tomo la foto”.51

En este retrato, la campesina del poblado de Buenavista se encuentra bajo un cielo contrastado frente a una nopalera de tunas diamantinas. El encuadre horizontal nos permite observar el viejo delantal que usa cruzado por unas cintas que lo sujetan a su cuerpo. La blusa arremangada nos muestra sus antebrazos enjutos y de piel rugosa. En uno de sus dedos lleva un anillo. Andrea cubre su rostro con las manos, dejando al descubierto las orejas, la frente surcada por las arrugas y el cabello entrecano. Dos trenzas atadas con un listón enmarcan su peinado.

Andrea Islas García falleció el 28 de octubre de 1999 a causa del cáncer que padecía. De aquel día, Cruz tiene un registro de las imágenes de las exequias: su cuerpo dentro del ataúd, el doloroso recorrido desde su casa hacia la iglesia del pueblo y el sepelio en el panteón de la comunidad. El autor recuerda:

51 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Centro de la Imagen, Ciudad de México, 29 de octubre de 2014.

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Secuencia de retratos de Andrea Islas García, 83 años de edad, Buenavista, municipio de Otumba, Estado de México, 16 de agosto de 1994

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[…] jamás se atendió el cáncer. Imagínate aguantar los dolores. Estaba acostumbrada a eso, a aguantar. Toda su vida era aguantar. Andrea representa lo que sucede con la mayoría de los campesinos en México, cuando tienen un padecimiento, jamás van al doctor. Tenía un problema de la vista y jamás fue a atenderse; su hermano Pedro, igual […] Presumo que eran ciegos [a causa de] cataratas no atendidas, una enfermedad curable pero como que es el gran fantasma de la ceguera en México. La mayoría de los ancianos en las comunidades indígenas o rurales, incluso en la Ciudad de México, tienen problemas de cataratas, de ceguera por cataratas. Realmente es increíble que suceda esto en pleno siglo XXI. No es posible que la gente siga padeciendo ese tipo de enfermedades cuando se pueden curar, pero es la historia de siempre. En algunos lugares es peor, como en el caso [del estado] de Chiapas, donde la gente se muere de enfermedades curables. Cuando un niño cumple los 14 años, en la selva de Chiapas le hacen fiesta porque ya se logró, o sea, no se murió. [Allí] la mayoría de los niños muere antes de los catorce, y eso es horrible”.52

Pedro Islas García, hermano de Andrea, fue retratado en varias ocasiones por Cruz dentro y fuera de aquella casa de adobe del poblado de Buenavista —de ello dan constancia ocho películas fotográficas—. En la primera de tres imágenes que seleccioné, con un encuadre vertical y un ángulo ligeramente en picada, Pedro parece estar sumergido en sus propias cavilaciones. En ésta destaca el uso de un bastón como elemento asociado a la vejez y a la ceguera sobre el cual el hombre de avanzada edad se apoya descansando el mentón, mientras permanece sentado al interior de su casa, cerca de la puerta que deja pasar la luz natural con mayor fuerza sobre el extremo izquierdo de su rostro. Da la impresión de que Pedro buscaba entrar en calor.

En otros retratos del anciano realizados en el exterior de su casa, Cruz incorporó en la toma elementos que acentúan el entorno rural,

52 Entrevista a Marco Antonio Cruz, ibíd. Diez años más tarde, el retrato de la campesina originaria de Otumba junto con otras imágenes que conformaron la serie Oscuridad habitada, fue reconocido con el premio de fotografía contemporánea The Grange Prize 2009, otorgado por la Art Gallery de Ontario, Canadá.

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Pedro Islas García, 85 años de edad, Buenavista, Municipio de Otumba, Estado de México, 1998

como los muros y el umbral de la puerta construidos de adobe o los contenedores de plástico. En estas imágenes el campesino de la comunidad de Otumba ocupa la parte inferior del encuadre desde donde dirige su mirada hacia el lente del fotógrafo, quien ensayó un ángulo en picada para representar al sujeto. En la parte superior de la imagen se encuentra un gato barcino que de cierta forma se vuelve símbolo de compañía y lealtad. La presencia de aquel minino me remite a la litografía The Piper de Théodore Géricault elaborada en 1821, en la que un ciego mendicante es acompañado por un pequeño perro durante sus andanzas citadinas. Una referencia que también fue utilizada por Linda Nochlin para indagar sobre las representaciones visuales de la miseria en el siglo XIX. 53

En el último retrato seleccionado de esta serie, el fotógrafo ensaya de nueva cuenta un encuadre horizontal y una toma en picada.

53 Véase Linda Nochlin, Misère: The Visual Representation of Misery in the 19th Century, Nueva York, Thames & Hudson, 2018, p. 101.

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En primer plano y en el ángulo superior sobresale una bombilla eléctrica y varios utensilios de cocina que parecen estar suspendidos en el aire. En segundo plano se encuentra Pedro sentado a la mesa, con la mirada dirigida hacia la cámara. La disposición de los elementos que lo enmarcan imprime una atmósfera surreal.

Otro conjunto de imágenes del Ensayo sobre ciegos que llamó mi atención tanto por el formato como por su iconografía, es aquel en el que Cruz documentó, en agosto de 2003, el día a día de la señora Juanita Pérez, comerciante ciega de collares y pulseras en la playa de Caleta en Acapulco, Guerrero. Para ello utilizó una cámara Hasselblad XPan, formato panorámico de 35 mm, que le permitió ampliar sus encuadres. En los fotogramas de cuatro películas quedaron registrados los retratos de doña Juanita durante sus recorridos cotidianos por la playa. En muchas de las tomas se pueden apreciar los numerosos obstáculos que la vendedora tenía que sortear a su paso: castillos de arena, bañistas tomando el sol, llantas inflables, sillas, incluso basura. Esta serie de fotografías, como otras, nos ofrece la retórica del ciego comerciante enmarcada en una situación singular: una persona ciega ganándose la vida en un lugar de esparcimiento fuera del contexto urbano.

La misma Hasselblad XPan fue utilizada de nueva cuenta por Cruz en octubre de 2003 cuando se trasladó al estado de Nuevo León para registrar las actividades de los trabajadores de la empresa Allen, ubicada en la calle París de la colonia Mirador en Monterrey. Esta maquiladora era única en su tipo, pues los empleados, todos ellos ciegos, ensamblaban cajas de cartón para empacar, organizar y acomodar productos de diversa índole. Cruz utilizó diez películas de 35 mm con las que documentó la cadena de producción en su totalidad. Al final de la sesión convocó a todos los empleados para hacer varios retratos de grupo en los que parecen estar conscientes del acto fotográfico y, por lo tanto, cómodos con su participación. Es así que estas imágenes se inscriben en la retórica de la inclusión social.

Para concluir con el estudio del Ensayo sobre ciegos propongo hacer el análisis de dos imágenes que forman parte de una serie más amplia, las cuales nos remiten a la tragedia de Edipo y, en particular, a la figura del ciego vidente Tiresias. Entrado el siglo XXI Marco Anto-

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José Encarnación Gámez Hernández, sanador espiritual, El Leoncito, municipio Villa Hidalgo, San Luis Potosí, 19 de mayo de 2000

nio Cruz viajó a El Leoncito, una comunidad lejana del municipio de Villa Hidalgo en San Luis Potosí, con una población menor a mil personas, para retratar al “sanador” José Encarnación Gámez Hernández, un hombre de 84 años de edad que se ganaba la vida “haciendo limpias”. Conocido también como Don Chonito, José Encarnación contrajo viruela durante una epidemia en 1940 y a consecuencia de ésta perdió la vista.

En seis películas blanco y negro, en formato 35 mm quedaron registradas las sesiones en las que Don Chonito hacía sus limpias. Su rito de sanación y “purificación del alma” consistía en rezar y palpar al mismo tiempo la cabeza de sus pacientes a fin de percibir con las manos los males que les aquejaban. El sentido del tacto era fundamental para este ciego sanador cuya imagen nos remite al antiguo mito de Tiresias, el célebre adivino de la mitología griega capaz de predecir el destino de las personas. Algunos de los retratos de Don Chonito fueron tomados en contrapicada y en un encuadre vertical, con la finalidad

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de resaltar distintos elementos. En uno de ellos, se distingue la imagen de la Virgen de Guadalupe en la parte superior que demanda nuestra mirada, sin embargo, el recorrido de nuestros ojos desciende hacia José Encarnación y hacia aquel paciente anónimo en busca de curación y consuelo en las manos de este hombre.

Poéticas alternativas para una retórica clásica

La retórica del ciego mendicante se hace presente en las fotografías que Marco Antonio Cruz realizó en varios estados de la República mexicana, donde en cada ocasión ensayaba una poética particular. En el archivo destacan seis sobres identificados con un número indistinto de fotogramas elaborados en su estado natal, Puebla. Uno de los sobres que guarda los retratos de los músicos ciegos tomados en la calle 5 de Mayo del centro poblano, contiene sólo tres negativos. Como lo mencioné anteriormente, estos fueron captados por Cruz en sus inicios sin el afán de conformar un ensayo fotográfico. Se trata de una imagen que se ha integrado a nuestras narraciones culturales sobre el ciego, las cuales a lo largo de la historia han despertado nuestro asombro, compasión, recelo y temor. El autor señala que lejos estaba de decidir que iba a dedicarse a la fotografía: “Yo no sabía cuál iba a ser mi futuro, lo que sí tenía claro es que me gustaba la parte más creativa. Me gustaba pintar, dibujar, estar en la escuela de artes. Esa era mi vocación y la fotografía era un plus dentro de todo esto”.54

En otro de los fotogramas del sobre identificado como “Puebla” se encuentra la imagen de un ciego pidiendo limosna en las proximidades del zócalo de la ciudad. De su cuello cuelga un cartón con la leyenda manuscrita que reza: “Abra su corazón que vivo sin ojos. Deme caridad por piedad ¡Gracias!”. Éste es un elemento singular que vincula de manera tangencial la poética de la imagen con aquel

54 Entrevista a Marco Antonio Cruz realizada por Arturo Ávila Cano, Ciudad de México, Centro de la Imagen, 16 de octubre de 2014.

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Ciegos mendicantes en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, 2003 Retratos realizados con cámara Holga

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Juanita Pérez, comerciante de collares y otras mercancías en la playa de Caleta, Acapulco, Guerrero, 2003

mítico retrato de la ciega de Nueva York, de Paul Strand. El ciego mendicante de Cruz se encuentra inmerso en un ambiente urbano en el que la mujer ubicada detrás de él perjudica de algún modo la composición, pues demanda cierta atención por parte del espectador. Esta fotografía elaborada en formato vertical y con una toma en picada encierra un instante decisivo.

Una serie de imágenes tomadas en 2003, en la misma ciudad contiene tanto la retórica del ciego mendicante como una poética muy peculiar lograda con la ayuda de una cámara Holga. Su iconografía se aleja de la ortodoxia de la práctica documental en la que se exigen imágenes afocadas y un discurso transparente que no dificulte la percepción. En estas fotografías se presentan barridos, desenfoques, planos que parecen fundirse y formas que se repiten como si el autor hubiese utilizado un mismo fotograma en distintas ocasiones para registrar una sola toma. Las experimentaciones estéticas de Cruz nos remiten a cierta poética surrealista que ya había empleado ese mismo año como recurso para retratar a los ciegos pidiendo dádivas en el centro de Mérida, Yucatán.

En el sobre rotulado con el titulo de “Yucatán”, el autor reunió cuatro películas fotográficas cuyo registro se aleja también de la ortodoxia de lo documental: dos de ellas en formato 120 mm para Holga y las otras dos en formato 35 mm para cámara panorámica. En los

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Músico en la explanada de la catedral de Mérida, Yucatán, 19 de noviembre de 2003

primeros rollos se observa de nueva cuenta la experimentación estética resultado de la propia complejidad de la cámara: fotografías desafocadas producto de las distorsiones usuales de este artefacto plástico rudimentario, con serias limitaciones técnicas que producen imágenes fuera de lo común, aunque del agrado de quienes gustan probar con equipo alternativo.

En este conjunto de imágenes, el encuadre y el formato de película utilizados contextualizan al ciego en un entorno urbano, rodeado de gente que se desplaza de prisa e indiferente a su condición física y social. En una de las fotografías, Cruz utilizó el recurso de figura-fondo en el que aparece en primer plano un músico ciego sentado en la banqueta y detrás de él varias personas cuyas piernas no detienen su andar. Otra fotografía cuya poética también predomina es aquella en la que un hombre ciego permanece de pie junto a un modesto escaparate de ropa, donde se exhiben ofertas navideñas. Se trata de una imagen que se vincula iconográficamente con aquellas que Cruz realizó en la calle de Madero de la Ciudad de México, y las cuales pueden ser estimadas como una cita o un homenaje al trabajo de Brassaï.

Luego de haber elaborado este análisis alrededor de la poética de las imágenes que conforman el Ensayo sobre ciegos, concluyo que éste es uno de los trabajos más complejos en la historia de la fotografía contemporánea mexicana. La composición de las imágenes

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se distingue por una fuerza expresiva resultado de una construcción poética, en la cual Marco Antonio Cruz deja una impronta de su educación visual, sus conocimientos y sus habilidades técnicas. En este trabajo, el autor reconfiguró la noción de la ceguera al documentar en distintas regiones de la República mexicana los ámbitos laborales, académicos, familiares y de salud en los que se desenvuelven las personas con esta condición. Asimismo, creó un discurso autoral con escenas dirigidas y tomas instantáneas en las que destacan contrastes tonales, juegos geométricos, escorzos y traslapos como parte de una sugerente construcción compositiva.

Para la realización de estas imágenes, Cruz utilizó ópticas diversas, así como cámaras y películas fotográficas de distintos formatos. Se valió de líneas y formas para trazar el recorrido de los ciegos en su transitar. Seleccionó cuidadosamente los ángulos y encuadres para enfatizar los rostros y la mirada de sus retratados, fragmentando los cuerpos con el fin de crear escorzos. Intervino también de forma directa en algunas puestas en escena, como es el caso de los niños abanderados. Su técnica fotográfica se caracteriza por el uso de diversas estrategias, entre ellas, la prioridad de planos a fin de acentuar la relación figura-fondo, y las bajas velocidades de obturación con las que creaba un efecto de dinámica y movimiento. Todo ello nos remite a un fotógrafo poseedor de una técnica depurada y de una mirada educada, que con el propósito de construir una representación empática con sus sujetos utiliza, como postuló I. Kant, la imaginación como un puente entre lo ético y lo estético.55

Las indagaciones sobre el Ensayo sobre ciegos nos permiten aproximarnos al método de trabajo empleado por Marco Antonio Cruz, a conocer su compromiso social y a observar sus búsquedas compositivas y exploraciones iconográficas. Este repositorio es, sin duda, una muestra de que la fotografía puede ser entendida como

55 Véase Aurora Fernández Polanco, “Historia, montaje e imaginación: sobre imágenes y visibilidades”, en Valeriano Bozal (ed.), Imágenes de la violencia en el arte contemporáneo, Madrid, A. Machado Libros, 2005, p. 130.

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objeto multidimensional, pues como señala Parvati Nair, es resultado de un acto dinámico y complejo que no posee un marco geopolítico estable o fijo. La imagen fotográfica es, por tanto, un reto a las premisas de la modernidad, al tiempo que abre la representación visual a múltiples e inesperadas dimensiones que son a la vez culturales y políticas.56 El Ensayo sobre ciegos no culmina con las historias que guardan los sobres ni con la descripción de las imágenes. Para acceder a este universo físico y simbólico que es la ceguera, considero necesario llevar a cabo una exposición puntual sobre las retóricas y las poéticas abordadas en este libro, de lo cual me ocuparé en el epílogo.

56 Véase Nair Parvati, A Different Light. The Photography of Sebastião Salgado, Durham, Duke University Press, 2011, p. 123.

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