Itaca

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ÍTACA

SERGIO ÁVALOS





ÍTACA



Ítaca

Sergio Ávalos


Edición de autor: Sergio Ávalos Ilustración: Alejandro Hernández-García Diagrama: Hey Tabasco Tabasco, México. 2013


Nunca verás los lestrigones, los cíclopes o a Poseidón, si de ti no provienen, si tu alma no los imagina. Ruega que tu camino sea largo, … Siempre ten a Ítaca en tu mente Constantino Cavafis

La rosa es sin por qué, florece porque florece… Angelus Silesius

¡Isla! ¡Sólo una palabra! La palabra que corta silencios La cuerda atada a tu cuello. Jacques Rabemananjara



Ítaca existe A los 38° 22’ de latitud al Norte de la desesperación y 20°43’ de longitud al Este de una hoja en blanco Ítaca existe en algún punto del mar Jónico, en la península de Paliki, en Cádiz, a orillas del lago Cayuga, o en la Bahía de Yokohama Hay en ella un monte, el Nérito de agitado follaje, muy sobresaliente, y a su alrededor hay muchas islas habitadas cercanas unas de otras, Duliquio y Same y la poblada de bosques Zante. Ítaca se recuesta sobre el mar con poca altura, la más remota hacia el Occidente, –Phlebas el fenicio la nombró así antes de ahogarse– Soy Laertes, padre de Ulysses en Ítaca, hermosa al atardecer

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Vivo


A las tres de la tarde se iluminan los jardines El sol desciende, insoportable, sobre los árboles Todo se petrifica, los relojes, las armas, los días, el silencio, la luz, incluso Se derriten como nieve las naves en el sueño de una gota No busquen volver demasiado pronto Nadie recuerda el mal olor de las calles, su color ocre, su escurrir sobre los muros Mi mano áspera las conoce y conoce el calor que las funde ¿Las líneas de la mano son calles o caminos? ¿Qué significa, noble Tiresias, ese amasijo de líneas? ¿Y la espalda en el muro y las armas en vela? ¿Qué significa la espera? ¿Quién se mueve entre las líneas? ¿Quién espera, en el puerto, estupefacto?

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Recorro las calles Cuestiono los muros, su inclinación Les cuento, los cuento Siempre tomo las mismas calles y siempre cuento los muros y las calles y los callejones y las puertas abiertas o cerradas Creo que esa costumbre también me la pegó Ulysses porque anda, siempre, contando la puertas abiertas y cerradas: Abierta, cerrada, cerrada, abierta, abierta, cerrada, cerrada, cerrada, cerrada, abierta… Los sábados y domingos, casi todo está cerrado Pero, no es triste,

sólo cerrado Ya llegará el momento de que abran

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La noche se derramó a torrentes impidiéndome el sueño Envolvía todo como la bocaza de un monstruo que quisiera tragarse la ciudad Gota, remolino, vértigo No el insomnio, sino el sopor que se suelta cuando el pavimento arde todo el día Así ardimos En espiral el pensamiento sube como narcótico vapor y nos aleja de nosotros mismos Pienso en la flecha derramada sobre su blanco o su azul, en el ojo y sus líquidos, en la imposibilidad de lo inmóvil Pienso en el movimiento imperceptible de la Tierra Marea (los tiburones entran en inmovilidad tónica cuando se les acaricia el hocico, o cuando se acuestan de espaldas), yo, cuando pienso en la isla y su inmovilidad

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A la noche se le pega, como rémora, la palabra navegable Aunque por la noche los navíos se hundan y se agudice el asma y la locura No sé qué contenga la noche que alebresta las aguas Algunos le llaman contingencia a la vorágine nocturna Continente tardío Abismo donde la razón se pierde en un instante En la noche, Ulysses navega a tientas, alumbrándose con su sonrisa Toda ave, todo monstruo, toda noche, surge de las manos de Ulysses Las manos de Ulysses llevan toda la historia escrita en pocas líneas, en profundos surcos, en hiperflexibles articulaciones Mira, dice: y las puertas se abren y se cierran al paso de los monstruos Hoy toca visitar su isla ¿verdad Max? Los remeros esperan

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Ulysses detesta la lluvia Le recuerda las tormentas donde perdió parte de su flota Le recuerda a Escila y Caribdis La espada y la pared Le recuerda la contingencia nocturna La angustia más profunda, vórtice Desde las primeras gotas no puede evitar pensar en la palabra desatada sobre si : lluvia pertinaz Para conciliar el sueño, Ulysses pone su mano en la cabeza, calva ya, de su padre y todo (cíclope, lestrigón o sirena), como por arte de magia, desaparece Ulysses habla muy poco, como su padre, pero entiende un griego antiquísimo y adquirió el farsi en el fragor de una batalla imaginaria

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II A rose ain’t a rose Es una vela que se incendia en altamar es pasmo asmåtico silbido un mosquito fosilizado de golpe en la pared

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Pero poco importa si la rosa es rosa Âżo sĂ­? La rosa importa poco

ni el rosal

Ni lo que Gertrude pueda pensar O sentir En realidad Gertrude ya no siente supongo

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A rose ain’t a rose Es un espejo

Mi madre y yo hacíamos galletas porque a mi padre no le gustaba pescar a mí tampoco

alguna vez, en el patio de mi casa, floreció un rosal

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Cuando CalĂ­ope canta el rostro de Ulysses se ilumina De hecho, el rostro de Ulysses ilumina DĂ­a y noche

mientras navega

ilumina

como una rosa que se incendia como la vela que al navĂ­o impulsa

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Ulysses nada por las tardes y hace galletas con su madre porque a su padre no le gusta pescar Alguna vez hizo galletas con Aquiles porque a su padre tampoco le gusta pescar Cuando Ulysses nada se ilumina la tarde

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Cuando Ulysses nada el cielo se incendia Y las velas Y la rosa Ítaca arde pero es sólo un pensamiento Ítaca duele Ítaca siempre duele por distante su ausencia es una batalla jamás ganada

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Telémaco aún no sabe que a su padre no le gusta pescar Ni que al padre de su padre tampoco Telémaco arde Pero es un pensamiento sólo

Kono asa no shima (Esta mañana en la isla)

Ásako viene de la isla Ásako es una mañana que se aísla Ásako se desliza sobre las aguas de la bahía de Yokohama Ásako lanza palabras como dardos Ásako gira Ásako arde Ásako se disuelve Ásako canta haikus y rengas

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Ásako:

* Brillo de sable. La mariposa rasga Nuestro vacío.

* Árbol caído. Tormenta de verano Entre las manos.

* Lento verano: Catarata que ciega Bajo las aguas.

* Esta mañana El sol surgió del ala De un colibrí

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* Luces del puerto En los ojos del ni単o Una sonrisa

* Bajo la sombra De tus brazos fuma Un anciano palmera

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La isla comienza donde la palabra –en círculos concéntricos– desaparece bajo el agua La mañana en la isla es un nudo Un día vacío que se descuelga por las vigas Sube desde la punta de los dedos tu savia sed hasta mi lengua Tus ojos se mueven en la nada Marea tu rostro Distancia tu espalda El rumor de la luz es un eco de tu sombra 26


“Te quiero con tristeza” –dijiste–

Y la tarde cayó como una fruta madura

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Isla Se dice que todos tenemos la nuestra O que soñamos con una Se dice que su luz ilumina los puertos más distantes La isla se mueve en el sinuoso territorio del sueño Sueña con sus propios acantilados el vértigo de sus palabras las fieras de su alma con un río subterráneo habitado por una nave antigua

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–Se dice que sus habitantes la sueñan– Húmeda Lluviosa Fauces Inevitables acantilados Afilada hoja de sable Paralelípedo feroz…

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III Repensemos la isla: pongamos en ella el más profundo acantilado, ríos sin fin que se azolvan como el alma, espejos de agua que se convierten en fauces Ítaca se puede construir cuantas veces quiera, es invisible e interminable, infinita y eterna

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Índice Ítaca existe

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A rose ain’t a rose

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Repensemos la isla

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Índice

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Ítaca, fragmentos, de Sergio Ávalos, se diagramó el 6 de Junio de 2013, en Paraíso, Tabasco, México, cualquier error en el proceso de edición es culpa de la madrugada.





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