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Capítulo 07: Reliquia familiar y promesa.................................................................................Pp

CAPÍTULO 07 %

RELIQUIA FAMILIAR Y PROMESA

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Nada sucedió durante el viaje de cinco horas y todos llegamos sanos y salvos a la aldea, así que me sentí aliviado.

Había una enorme estructura frente a nosotros: una antigua fortaleza.

La aldea estaba rodeada por una elevada pared de piedras. Según los registros, se construyó hace tres siglos con el presupuesto nacional, debido a los graves dañados causados por las pestes. El motivo por el que contamos con unafortaleza tan estupenda no se registró; sin embargo, uno podía darse cuenta de que el Lord de aquel tiempo era un hombre de confianza. No obstante, luego de trescientos años, la edificación se había deteriorado bastante, a tal grado de que la mayoría de los fondos de la aldea eran destinados para su conservación.

Luego de agradecer al reno por su trabajo, confirmé el estado de las mujeres sentadas atrás.

—Hemos llegado. ¿Cómo se sienten?

Sieg afirmó que se encontraba bien con mucha confianza. Miruporon se golpeó el pecho, gesticulando que estaba bien. —Ahora bien, hay un problema. —¿Qué pasa? —El guardia no está aquí.

Frente a la puerta principal, hay un puesto para los guardias; sin embargo, las luces del edificio no estaban encendidas, por lo tanto, sin duda alguna no había nadie en su interior.

Otra vez… Suspirando de esa forma, coloqué mis manos sobre el portón de metal. Les ordené que siempre mantuvieran la puerta cerrada, pero la abrí sin necesidad de hacer algo… qué dolor de cabeza.

Jalando alreno junto con nosotros, entramos. Pasando el portón, había un corredor estrecho que conducía a un pasillo; pero, incluso allí, las barras de metal que ordené estuvieran abajo todo el tiempo se encontraban levantadas.

Mientras me encontraba consternado, salí del estrecho pasillo y llegué a un lugar que tenía un mostrador y un vestíbulo con rejas. Y, desde luego, nadie estaba allí. En la habitación detrás del mostrador, voces enérgicas emergían.

Toqué el timbre en el mostrador, pero nadie salió. Ya que no apareció ninguna persona aun cuando esperé pacientemente, terminé gritándoles para que salieran.

La puerta detrás del mostrador se abrió con gran vigor, revelando el alegre banquete en su interior.

—Lo siento~ Ya cerramos~.

—¡¡Qué quieres decir con que ya cerraron, tonto!! —Oh vaya, pero si es milord.

— … —Oh, ¿traes un invitado? —…Es mi esposa. —¡Caramba!

El hombre anunció que el Lord había conseguido una nueva esposa, a lo cual un montón de hombres con los rostros rojos se giraron para ver. —¿Qué? ¡¿Esposa?! ¿¡Cuál es?! —La grande es la muchacha de la raza marcial, ¿eh? —No, ambas son bastante grandes. —No puedes saber que es una mujer a primera vista. —Ni aunque mires de cerca.

— …

Estas personas que hablaban demás eran soldados enviados a la aldea desde la ciudad. Su trabajo habitual dado por el país es proteger la entrada y buscar pestes desde la torre de vigía.

No obstante, estos soldados nunca trabajan seriamente. Ya que solo esta clase de personas son enviadas aquí desde la generación de mi abuelo se dice que «nosotros perdemos si dejamos que eso nos moleste». Para ellos, ser ordenados a proteger esta aldea de ladrones y lobos quizá sea equivalente a que les digan que están excluidos de las peleas reales. En otras palabras, para ellos este lugar es un como un destierro. —Milord~ no encontró más damas, ¿eh? —Hey, detente. ¿No te da lástima? —Como sea~, parece una mujer fuerte.

—Frías y desposeídas, todas las mujeres de esta aldea son fuertes. Aaah, no hay nada bueno aquí.

Estaban hablandoen el idioma de este país. Por lo cual, era una fortuna que Sieg no entendiera el significado.

Las barras de metal seguían abajo. Ya que esta puerta se abría desde el interior del mostrador, les dije que lo hicieran muchas, muchas veces y aun así me ignoraron.

Tras perder el interés, todos los ebrios se fueron salvo uno.

El reno estornudó detrás de mí. Oh, sí, hace bastante frío aquí. —Ah, milord, ¿podría prestarme un cuchillo? Quiero cortar un poco de queso pero el mío esta oxidado.

— … El hombre vestido de manera inapropiada me mostró su cuchillo inservible. —Ves, está así. Ni siquiera puede cortar queso. —Está bien, entiendo, pero levanta las barras primero. Todos estamos cansados. —Primero el cuchillo~

El hombre dio un golpecito sobre el mostrador, demandando el cuchillo.

Ya que no se podía evitar, saqué el cuchillo más grande de mi cinturón y rápidamente apuñalé el mostrador con él, justo en medio de su dedo índice y el medio. —¡¡Hii!!

Miró el filoso cuchillo clavado justo en medio del pequeño hueco entre sus dedos y que incluso atravesó el mostrador. El hombre con el rostro rojizo de súbito se quedó callado, como si al instante regresara a estar sobrio. —Entonces, ¿qué tal ahora? —¡Espere, la puerta, la abriré, de inmediato! —Por favor.

Pocodespués, la puerta se abrió y procedimos por el pasillo que conducía hasta la aldea.

Avancé mientras jalaba al reno que exhalaba nubes blancas como si tuviera frío. Desde hace un momento, Sieg me había estado siguiendo sin decir nada. Me siento mal por mostrarle esos soldados descuidados. —Aah, lo lamento. Son bastantes canallas. —No, en realidad no me importa; pero, ¿quiénes eran? —Soldados marginados.

— …

Hasta ahora, mi impresión de un soldado no era buena; pero, al conocer a Sieg cambió. Aun así, es un problema bastante serio si le muestro eso y me siento avergonzado.

Para dejar de pensar en cosas deprimentes, traje temas más alegres para hablar sobre eso.

—Por cierto, ¿qué le paso a tu uniforme? ¿Lo dejaste en casa? —No, lo regresé a la milicia,¿por qué? —¡¿?!

Palidecí por la sorpresa cuando me enteré de que ya no podría ver a Sieg en uniforme. Aparentemente, son administrados con mucho cuidado para que nadie abuse de ellos. —¿Hay algo malo con mi uniforme militar? —No, simplemente quería volver a verte con él. —¿A qué te refieres con verme en mi uniforme? —Te veías guapa con él, así que deseaba verte otra vez pero ahora con más calma.

— …

Sieg me observó muy penetrantemente. Contemplar sus ojos precavidos luego de mucho tiempo, provocó que me estremeciera de alguna forma. —Perdón por decir algo estúpido. Hace frío, sigamos.

Cuando salimos de la fortaleza, fuimos recibidos por un árbol pequeño que crecía en los campos nevados. Los cristales de hielo que lucían como flores reflejaban débilmente la luz aun en la oscuridad.

Caminando entre la nieve, se podía ver casas de ladrillos rojos alineadas. De algunas de las casas, una luz cálida se filtraba, creando una atmósfera como de ensueño en la aldea.

En este lugar, hay setenta casas y aproximadamente cuatrocientas personas. Las principales industrias son las artesanías tradicionales y la cacería de dónde se obtiene carne y pieles. También atraemos turistas, pero en esta temporada el puerto cercano está cerrado así que no ganamos mucho.

Los turistas que vienen son personas del país de Sieg o de una isla-país al este. De modo que, en esta aldea, además de nuestro idioma, aprendemos los idiomas de esos dos países desde que somos niños. —¡Ah, Sieg, mira allí! —¿?

En el cielo nocturno, un delgado haz de luz apareció y lo señalé. —¡Esto es!...

La tenue luz en poco tiempo se extendió hasta atravesar el cielo, dibujando una cortina de color zafiro.

Los extranjeros llaman a este fenómeno “aurora”. Los turistas recorren todo el camino hasta aquí solo para ver a las auroras. —Cielos, qué hermoso. —¿De verdad? Qué felicidad. —Había oído los rumores; pero, se siente tan etéreo.

Al parecer Sieg consideraba a la aurora como hermosa, así que me sentí aliviado. Por cierto, ya que las auroras se podían ver casi todos los días, no eran muy extrañas para nosotros. Francamente, me siento más bendecido cuando sale el sol. —Aquí, no las llamamos aurora, sino fuego de zorro. —Eeeh. ¿Cuál es el motivo? —De acuerdo a una vieja leyenda, la cola de un gran zorro golpeó una colina, provocando que explotara y creara los fuegos que se convirtieron en la aurora…

Y el Rey le confirió a la Casa Revontulet estas vestimentas del cielo. El nombre significa “fuego de zorro” en el lenguaje antiguo.

A otros nobles se les obsequiaron varios bienes por parte del Rey; sin embargo, a la Casa Revontulet se le concedió una que era inalcanzable. Se trataba de una historia bastante lamentable, que una pobre familia noble, la cual ni siquiera poseía una reliquia, fuera forzada a administrar estas tierras.

No obstante, Sieg dijo que era un buen tesoro. —Se trata de un tesoro que ha sido protegido por las personas de la Casa Revontulet. —¿En serio? —Sí, sin lugar a dudas.

En esta aldea, no tenemos ninguna ceremonia de matrimonio como los extranjeros. No hay votos ni intercambio de anillos como las que hacen en otros lados.

Realmente no hay nada aquí. —Sieg. —¿Dime?

Por lo tanto, pensé que era importante decir algo.

Aunque era algo vergonzoso, la vi a los ojos y dije:

—Prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para que seas feliz, Sieglinde — declaré.

Ese era el mayor juramento que podía hacerle.

Ya que no había ninguna casa alrededor, no pude ver la expresión de Sieg en la oscuridad; pero tengo la sensación de que estaba sonriendo.

Luego, regresé a la realidad con el estornudo de un reno.

No hay tiempo para contemplar la aurora. Le dije que deberíamos apresurarnos ya que hacía frío y llegamos a casa.

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