7 minute read

Capítulo 01: Cita con el destino.......................................................................................................Pp

CAPÍTULO 01 %

CITA CON EL DESTINO

Advertisement

El baile en el país extranjero al que soy invitado una vez al año, es un lugar donde hombres y mujeres buscan candidatos para contraer matrimonio.

La atmósfera del salón se encontraba lleno de vida. No se podía evitar. No había muchas ocasiones en las que hombres y mujeres podían socializar.

Apoyando mi espalda contra la pared junto a mi amigo, hice contacto visual con la señorita en frente de mí.

Su cabello rubio estaba apropiadamente peinado y la piel que se podía ver entre su vestido rosa pastel brillaba intensamente. Asumí como quise que estaría en medio de su adolescencia debido a su ineptitud en el baile.

Todavía era joven, pero su cuerpo ya era lo suficiente voluptuoso. Inconscientemente posé mis ojos sobre sus pechos; no obstante, cuando subí la mirada para contemplar su rostro y le sonreí, sus mejillas de inmediato se ruborizaron de un profundo rojo. ¡¡Puedo hacerlo!!

No tiene sentido presumir, pero confío totalmente en mi apariencia.

Mi largo cabello blanco-plateado, insólito en todo el mundo, se encontraba trenzado y colgando sobre mi hombro izquierdo. Asimismo, los ojos azul profundo que únicamente aparecían en nuestra raza, recibieron en repetidas ocasiones halagos sobre que eran los más hermosos incluso entre nuestra gente; aunque mi personalidad era algo cuestionable.

Por consiguiente, mi apariencia era muy notable en el baile, con solo una sonrisa mía las mujeres se acercaban. Junto a mí, escuché a mi amigo decir «Es suficiente», pero no podría importarme menos. Se trataba de una oportunidad que venía solo una vez al año. No puedo darme el lujo de dejarla pasar.

Sin embargo, nada en el mundo resulta como uno quiere.

La dama de compañía detrás de ella le susurró algo. Luego, la señorita que sujetaba sus mejillas avergonzadamente se fue de inmediato. —Ah~.

—Nada de «Ah~».

—Pero tenía grandes pechos. —¡Idiota! ¡Si estás buscando una esposa hazlo con más sinceridad! —Estoy siendo sincero. —¡¿Qué parte de ti?! Observé abatido cómo se marchaba la señorita.

En lo que se refiere al motivo de esto, todo es por culpa de los rumores que se esparcieron durante los diez años que he asistido al baile.

Me gané el favor de las señoritas de aquí e incluso en ciertas ocasiones me comprometí. No obstante, cuando las llevé a mi tierra natal, ellas se negaron mientras decían: «Pretendamos que esta charla nunca ocurrió». —Deberías buscar una esposa perspicaz. —No me gustan ese tipo de mujeres.

Conforme conversábamos, de repente escuchamos algunos gritos de mujeres.

Cuando busqué el origen del ruido, había un oficial entrando a zancadas por la puerta.

Incluso sin hacer nada, de súbito ese oficial fue rodeado por admiradoras. —Eh~, qué inusual. —¿Quién es? —El Águila Carmesí.

De acuerdo a la información de mi amigo, la persona acaparando el centro de atención era uno de los oficiales más famosos de este país. Puesto que la guerra terminó el año pasado, el oficial vino a buscar una pareja. Considerando que el oficial raramente asistía a los bailes, las mujeres estaban emocionadas. —¿Así que un hombre? No me inte-

Mientras contemplaba al Águila Carmesí, hicimos contacto visual por accidente.

Esa penetrante mirada perspicaz me recordó a las aves de rapiña.

En cuanto nos miramos, estuve convencido: esa persona era una mujer. —¡¿O-oye, Ritzhard?!

Ignorando el llamado de mi amigo, sortee el paso entre las damas como un insecto embriagado en miel.

La multitud que rodeaba a dicho oficial se encontraba acalorada. —¡¿Sieg-sama es cierto que se casará?!

—¡¡No!! ¡¡Por favor, cásese conmigo!! —¡No, ¿qué estás diciendo?! —Hey, no empujen. —¡Fuera del camino! ¡No puedo ver a Sieg-sama!

Cerca de veinte mujeres se empujaban las unas a las otras en un intento por acercarse al Águila Carmesí.

Era tanto su apuro que ellas no se percataron de que un hombre como yo se abría paso con dificultad entre la gente.

Mejor dicho, las mujeres de este país eran bastante altas. Además, debido a que traían puesto zapatos con tacón, solo eran un poco más bajas que yo.

Incluso entre ellas, la oficial era muy alta.

Atravesando la multitud, contemplé tranquilamente al Águila Carmesí para hablar con ella.

Incluso de cerca, su actitud era impecable.

Su cabelló color bermellón era corto y perfectamente ordenado. Sus ojos gris oscuro miraban a una señorita de inusual belleza que se encontraba cerca de ella. Condecoraciones militares adornaban el uniforme como prueba de las batallas. Esa altura solo se podría describir como gallarda. —¡Sieg-sama, por favor, cásese conmigo! —¡No puedes hacer eso! ¡Yo seré feliz con Sieg-sama! —Sieg-sama si viene a mi casa nunca le faltará nada.

Con ese estallido simultáneo de proposiciones, decidí unirme. —¡¡Um, por favor, se casaría conmigo!!

—De qué hablas… ¿eh?

La conmoción rápidamente se apagó.

Escuchar la voz de un hombre debe haberlas apartado. —¡¡Ugh, es el Yeti de las fronteras (Laponia)!!

Como si eso fuera una señal, las damas alrededor se dispersaron velozmente y se refugiaron detrás de la oficial. —¡¿Por qué el Yeti de las fronteras (Laponia) está aquí?!

— … Es un poco rudo llamarme el Yeti de las fronteras (Laponia).

11

En medio del caos, solo el Águila Carmesí mantuvo su serenidad. —¿Quién es él, Hildegard? —Es un Conde extranjero, Miladi. —¡Mucho gusto!

Mientras la saludaba alegremente, ella estrechó los ojos mientras me observaba. Por supuesto, mostrando cautela. —Encantada de conocerte también, ¿eh?... —Sí. ¡Encantado de conocerla, Águila Carmesí-sama!

Una de las señoritas escondidas detrás de la oficial gritó de nueva cuenta. También escuché a una persona insultándome que era un descaro para el Yeti de las fronteras (Laponia). “El Yeti de las fronteras (Laponia)” es un término despectivo que hace alusión a mi inusual color de cabello blanco-plateado y a mi tierra natal.

Mi patria, el país de Revontulet era un páramo cubierto por nieve la mitad del año.

No había ninguna mujer que quisiera mudarse a un territorio como ese. Ya han habido varios casos donde las prometidas que traigo, asegurándoles que es un buen lugar, huyen.

El sol nunca salía en invierno y en verano seguía ligeramente frío. No había formas de entretenimiento y la población disminuía cada año.

No es que no hubiera mujeres jóvenes en mi ciudad. Tenía otro motivo para estar buscando una esposa en una tierra extranjera.

Hace mucho tiempo, nuestros antepasados eran nómadas que seguían a los renos y se casaban entre los propios integrantes del clan. Sin embargo, debido a eso, la esperanza de vida se acortó, nacían niños más enfermizos y no muchas personas podían engendrar descendencia.

Al darnos cuenta de ello, recientemente comenzamos a introducir sangre extranjera hace medio siglo.

Como hijo único de la familia de un Conde, yo también necesitaba tener herederos así que me encontraba buscando una esposa aquí.

Luego, cuando traía señoritas a casa y les mostraba mi tierra natal, fui ganando el sobrenombre de “El Yeti de las fronteras (Laponia)”. —¿Te llamas Yukiotoko1?

1 N. de la T. Yukiotoko: l i teral mente s i gni fi ca hombre de l as ni eves . Aquí Si eg s e confunde y cree que es e es el nombre de Ri tz, ya que todas l as chi cas comi enzan a l l amarlo por s u apodo “Yukiotoko” (hombre de l as ni eves o Yeti ).

—N-no. Soy Ritzhard Salonen Revontulet. —Disculpa. Mi nombre es Sieglinde Von Wattin.

I-imposible, su nombre también es muy grandioso.

Ante su deslumbrante belleza, sentía como si mis ojos estuvieran cegados.

Sieglinde era una mujer llena de espíritu. Pensé que mi corazón ya le pertenecía a ella gracias a ese brillo perspicaz en sus ojos que yo no poseía.

Desconozco por cuánto tiempo intercambiamos miradas, pero regresé en sí por culpa de un grito cercano. —¡Aléjate de Sieg-sama, Yeti pervertido! —¡¿?!

Antes de darme cuenta, una señorita se estaba acercando a mí mientras inclinaba su copa de vino, como si intentara derramarlo encima de mí. —¡Aaah!

— …

Un grito agudo resonó de esa señorita.

Una mancha roja se escurría por su vestido.

Debido a que sujeté su muñeca para detenerla, el líquido se derramó sobre ella en lugar de mí.

Voces acusatorias cayeron como un bombardeo feroz. Por supuesto, yo estaba recibiendo todas esas denuncias y no la señorita. —¡Oh, cielos! —¡¿Cómo se atreve a ensuciar el vestido de una dama?! —¡Sieg-sama aléjese de él! —¡Es peligroso!

— …

La señorita quién tenía el vestido manchado ya estaba sollozando. Yo también quería llorar.

A esa señorita con los ojos llorosos, Sieg gentilmente extendió una mano hacia ella. Después le susurró algo a una persona que parecía un sirviente, rápidamente llegó una dama de compañía y se marchó con la señorita que lloraba.

Mientras pensaba que veloz había sido, ¡¡Sieg también extendió una mano para ayudarme!!

Sieg-sama, que sea tan amable con alguien que ensució el vestido de una dama, estoy conmovido.

No obstante, solo palabras frías salieron de su boca. —Charlemos en otro lugar… —¡! …Eh, oh, no me está considerando seriamente, esto se siente más como, ¡¿no es más parecido al trato que recibiría un soldado de reserva que cometió un crimen?!

Fulminándome con la mirada con esos ojos penetrantes, seguí en silencio a Sieglinde como una vaca siendo llevado el matadero.

This article is from: