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Capítulo 13:Ritzhard entra en pánico........................................................................................Pp

CAPÍTULO 13 %

RITZHARD ENTRA EN PÁNICO

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Han pasado un par de días desde que comencé a vivir con Sieg. A excepción de la familia de raza marcial, ha pasado una década desde que cohabité con alguien; así que estaba tratando de no dejarme llevar. Todos los días estaba relajado, así que, evidentemente cometí algunos errores.

Una mañana, me desperté más temprano por alguna razón, pensé en esperar a Sieg en la sala de estar. Seguía oscuro afuera, pues el sol aún no salía. En medio de las penumbras, partí de mi habitación todavía con mi ropa de dormir.

—¿Eh?-

Por algún motivo, la puerta a la habitación de Sieg se encontraba ligeramente abierta. Siempre estaba cerrada por completo; pero, ¡¿cómo sucedió esto?!

Me preocupé, así que toqué ligeramente a la puerta y dije:

—Sieg, Sieglinde.

La llamé varias veces, pero no obtuve respuesta. Solo pude sentir un mal presentimiento. El ruido de mi corazón latiendo hizo eco en mi cabeza.

—Disculpa, Sieg.

Sabía que era algo que no debería de hacer; pero, entré a la habitación de Sieg.

Desde luego, la habitación estaba a oscuras. No obstante, cuando entré, no había nadie allí.

…Sieg no está aquí…

Regresé a mi habitación y encendí una linterna para investigar apropiadamente; a pesar de eso, no pude encontrar a Sieg. Bajé al primer piso y busqué por los cuartos en pánico; pero, no había ni un alma.

—¡¿Dónde estás, Sieg?!

Eché un vistazo alrededor de la mansión; pero, allí también reinaba el silencio. En la casa del perro, el establo de los renos y el taller de trabajo, todo estaba silencioso. Sentí

una presencia en el bosque cerca de la mansión, así que corrí hacia allí; pero terminé sobresaltado.

Era Teoporon.

—¡U-uwa!-

— … —Ah, lo siento. Estaba, buscando a Sieg.

No vaciló ni un poco por mi comportamiento y me mostró el jabalí que había atrapado en el bosque. ¿Has visto a Sieg? Le pregunté, pero como había entrado en pánico no pudo comunicarme bien. Busqué por todas partes, pero Sieg no se veía por ningún lado dentro de los terrenos de la mansión.

¡¿Podría ser que, Sieglinde ya se fue, de la aldea-?! Esa idea me aterró.

¿Tal vez ya no soportó seguir viviendo con un hombre demasiado familiar? Debí haber sido más considerado.

Ya era demasiado tarde para arrepentirme.

Sin darme cuenta, estaba corriendo hacia la aldea. Cuando dirigí la linterna hacia la nieve, había señales de que alguien había pasado por aquí. No obstante, cabía la posibilidad de que fueran las pisadas de Teoporon; así que no podía tranquilizarme todavía.

Los aldeanos estaban trabajando en la oscuridad. Al fijarme detenidamente, solo había mujeres, excavando o sacando agua del pozo. Había escuchado que era el trabajo de las mujeres proteger la casa; pero no sabía que también hacían trabajo manual. Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en cosas como esas. Encontrar a Sieg era la tarea más importante.

Mientras buscaba, corrí hasta las puertas de la fortaleza. Increíblemente, ambas barras de hierro estaban arriba y el cerrojo para prevenir intrusos tampoco estaba puesto. Les ordené que por lo menos cerraran las puertas por la noche, así que fui a reprender al soldado que le tocaba la guardia esa noche; pero, no había nadie en la ventana. Llegados a este punto, ni siquiera podía preguntar si pasó por aquí Sieg. Me había quejado con ellos de que trabajaran apropiadamente el turno nocturno; pero,por lo visto, no tuvo efecto. Me sentí deprimido por mi debilidad mental al ser un Lord.

Salí y comprobé la nieve sobre el suelo. No había huellas; pese a eso, si cayó nieve, la evidencia desaparecía, por lo tanto, no tendría sentido revisarlo. Por el momento, puse el cerrojo a la puerta para evitar que alguien entrara. Si hay mercantes o viajeros que visiten durante la noche, pueden ir a la choza ubicada afuera de las puertas. Hay una chimenea, así como alimentos allí; de modo que, no morirán congelados en ese lugar.

Una vez que terminé con el reconocimiento general, sentí que la fatiga inundaba mi cuerpo. Corrí a toda velocidad hasta aquí, así que mi corazón estaba latiendo con fuerza.

Me duele el pecho.

Probablemente no solo era porque estaba cansado. Había otro motivo. Inhalé y exhalé un par de veces, luego procedí por el corredor para regresar a casa.

—Eh~, me preguntaba quién podría ser, ¿así que era Milord?

Alguien se asomó por la ventana, provocando que me sobresaltara un poco.

La persona que apareció era el soldado a cargo de la seguridad de la fortaleza. De modo que, me quejé sobre cómo la guardia nocturna estaba en pésimas condiciones enseguida.

—Ah~, pensé que sí había alguien aquí~.

— … Eso creí. Sentí que era una pérdida de tiempo molestarse.

Incluso si gritaba aquí, solo sería yo descargando mi ira sobre él, opté por regañarlo ligeramente. En primer lugar, sobre este de aquí, tengo que hablar con los cuarteles generales del ejército. De lo contrario, incluso si hablo con sus superiores, sería inútil. Pensé que ya habíamos terminado con la conversación; pero, el curioso soldado joven continuó haciendo preguntas.

—¿Qué sucedió para contar con su presencia a tan tempranas horas de la mañana?

—Nada. Solo un pequeño paseo.

—¿Acaso se peleó con su esposa y lo sacó de la casa?

—No.

—Eh~ En serio~.

— …

Incluso si hablaba con él, solo me deprimiría, por eso le dije que tenía asuntos por atender y me despedí de él.

Quizá porque había nevado anoche, el camino que recorrí apenas y tenía alguna huella. Miré con cuidado alrededor de la aldea, pero no pude encontrar a Sieg.

—¡Oh vaya, Milord!

—Ah, hola.

La dueña de la tienda, que me encontré por casualidad, me saludó.

—¿Tomando un paseo tan temprano?

—Pues… Pensé que no sería mala idea patrullar por la mañana de vez en cuando.

—En serio, se me hizo muy extraño, por eso creí que algo había pasado.

—…N-no, en realidad no.

Difícilmente patrullaba. Mi intuición debía estar dormida debido a la depresión. Por el momento, le pregunté sobre los paraderos de Sieg.

—¿Has visto a Sieg?

—El día de hoy no.

—¿Eh? Hoy no, ¿a qué te refieres con eso?

—Sieglinde-san toma un paseo por esta zona más o menos a esta hora; así que ya debe haber regresado a casa, ¿supongo?

Eso fue inesperado. Sieg tomaba unpaseo por la aldea todos los días por la mañana. Le agradecí a la señora de la tienda y corrí de regreso a casa tan rápido como pude. Corrí por el bosque y las pequeñas colinas. El cielo poco a poco se iluminaba, volviendo más fácil ver los alrededores. Cuando pasé por el portón y corrí hasta la puerta principal, vi una silueta alta y pelirroja allí de pie.

—¡Sieglinde!

Cuando grité su nombre, la mujer que deseaba ver dio media vuelta. Me acerqué rápidamente a ella y la sujeté por los brazos.

—¡¿Qué pasa?!

Aun cuando me preguntó, no pude responderle. Estaba teniendo problemas para respirar por segunda vez en el día. Jamás había corrido tanto en mi vida, así que no sabía cómo respirar y solo jadeaba sacando resoplidos blancos.

—¿Estás bien?

—S-sí.

Mientras sujetaba a Sieg del brazo, agaché mi cabeza. Estaba cansado de correr tanto desde la mañana y, al mismo tiempo, un sentimiento indescriptible de alivio me dominó, así que me sentía muy exhausto. Luego de calmarme, sugerí que habláramos adentro.

—Lo siento, ¿no tenías frío afuera?

—No, mi cuerpo estaba caliente por haber tomado un paseo, así que no hay problema.

—¿De verdad? Menos mal.

—¿No eres tú el que debería sentir frío?

—N-no, no hace tanto frío.

—¿En serio?

Ahora que lo pienso, todavía tenía puesta mi ropa de dormir. Reflexioné sobre mis acciones.

—Pues bien, está haciendo frío afuera, así que entremos.

—Sí.

Ingresamos a la casa en una extraña atmósfera.

Miruporon había encendido la chimenea, así que el interior estaba cálido. Era algo que agradecer. Cuando tomé asiento frente a ella en esa atmósfera incomoda, Ruruporon nos sirvió bebidas calientes. Luego de beber un poco de té herbal y recuperar el aliento, comenzamos la charla.

—Entonces, eh… ¿Sales a pasear cada mañana, Sieg? —Ah. Lo siento. Olvidé reportarlo.

Sieg dijo que tomar un paseo era parte de su rutina diaria. Me quedé sin palabras ante su maravilloso y tranquilo pasatiempo.

—N-no, está bien que salgas a caminar.

Que estuviera paseando en la oscuridad, no pensé en algo así y de inmediato consideré lo peor, qué confusión tan asombrosa. Como yo tampoco debería mantener secretos, le conté apropiadamente sobre eso.

—Sinceramente, pensé que podrías haber huido así que salí corriendo en pánico.

—Hice algo malo.

—No, pensándolo tranquilamente, sé que Sieg no sería capaz de irse sin decir nada…

Quizá como recién había despertado, mi cerebro no estaba funcionando bien. Me sentí realmente mal por haber sospechado de ella.

—Creo que ya te lo había dicho antes, pero mis prometidas anteriores huyeron muchísimas veces… …Por eso, cuando no vi a Sieg en la mañana… —Ah, entonces eso fue lo que pasó.

—…Sí… Mi esposa considerada comprendió mi acción exagerada.

—No te preocupes. No huiré, ni me esconderé. Sería impensable desaparecer sin decir nada.

—Gracias, gracias.

Su declaración me hizo tan feliz que mis ojos se pusieron muy llorosos debido a eso. Tal vez me aterraba la idea de que las personas desaparecieran sin que me diera cuenta. Lo más seguro es que haya sido marcado por el abandono de mis prometidas. Cuando le expliqué la situación, Sieg sugirió unas cuantas cosas.

—A partir de hoy, cuando salgamos en silencio, deberíamos dejar una nota sobre la mesa del comedor.

—P-pero, ¿no será una molestia para ti?

—Escribir un poco en una hoja de papel no es nada. No te preocupes.

Qué mujer tan magnánima. Me sentí muy agradecido, así que junté mis manos a modo de rezo en mi cabeza.

—A cambio, seguiré saliendo a mis paseos matutinos.

—Puedes hacer eso tanto como quieras.

Esa fue la historia del día que hice una promesa con Sieg.

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