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Capítulo 14:Cacería derenos..........................................................................................................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 14 %
CACERÍA DE RENOS
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Me encontraba deambulando por las blancas llanuras cubiertas de nieve con mi reno. Hoy había un mal clima con vientos desfavorables, los cuales eran especialmente más lacerantes que otras veces.
Tirando del trineo, mi reno estaba persiguiendo a uno salvaje. Un mercante que visitó la aldea me contó al respecto, así que salí de cacería.
En total había tres renos, cuando se percataron de nuestra presencia, comenzaron a correr por losllanuras cubiertas de nieve.
Sin perder tiempo, urgí a mi reno para que fuera más rápido. Luego de acelerar por un rato, finalmente fuimos a la misma velocidad que los renos salvajes. Apoyándome sobre el trineo, apunté a la cabeza del reno salvaje con mi rifle.
No obstante, a causa del frío, no pude sujetarlo apropiadamente. La mano que sostenía el cañón temblaba y el dedo del gatillo también titiritaba de frío.
A fin de evitar que el rifle se tambaleara, me acerqué más al arma y me concentré en el objetivo. La primera bala atravesó la espalda de un reno. Inconscientemente chasqueé la lengua cuando extraje el cartucho vacío para recargar la pistola.
Sorprendido por el disparo, los renos salvajes aceleraron el paso y nosotros igualamos su ritmo para seguir a la misma velocidad; sin embargo, en esta ocasión cambié mi objetivo de la cabeza del reno a su abdomen.
Apunté una vez más con la intención de perforar su corazón. A pesar de que me concentré más que la última vez, el segundo disparo falló.
Desesperado, di un tercer disparo, pero solo atravesó el aire. De modo que los renos escaparon a máxima velocidad. —¡Maldita sea!
Tenía confianza en las piernas de mi orgulloso reno; aun así, perdía contra la resistencia física y fuerza de los animales salvajes. No obstante, si trataba de aproximarme a ellos disparándoles desde el principio, los renos cautelosos huirían a toda velocidad sin vacilar. Tampoco había garantía de que ninguno tratara de contraatacar.
Eventualmente, mi reno comenzó a cansarse y el trineo poco a poco fue desacelerando. Estaba a punto de soplar el silbato para que se detuviera, cuando el trineo de repente se ladeó. —¡¿?!
El trineo había chocado contra un trozo de hielo que parecía una roca, provocando que saltara y por consiguiente mi cuerpo saliera volando.
Gracias a una decisión momentánea, lancé el rifle y logré ponerlo a salvo; aunque fallé en acomodar mi cuerpo en una postura mejor. Lo peor de todo fue que la nieve solo se había acumulado un poco, por lo que el suelo se encontraba duro y frío con capas de hielo.
Cuando dejé de dar vueltas, me encontré acostado sobre los llanos nevados. El reno nada tonto se detuvo antes de que se lo ordenara.
No solo fallé en la cacería, sino también caí del trineo. Fue doloroso y me sentía de lo peor. Maldiciendo, golpeé el suelo. —¡Ritzhard!
Escuché el grito de Sieg a lo lejos y le indiqué que me encontraba bien moviendo mi mano de un lado a otro.
Todavía me dolía la cadera como si tuviera una aguja clavada; pero, como solo terminaría preocupándola si permanecía en el suelo, lentamente me incorporé.
Sieg montaba un trineo jalado por cuatro perros. Justo cuando se acercó lo suficiente, saltó antes de que el trineo se detuviera por completo. Debido a la fuerza restante, rodó con gracia sobre el suelo antes de salir corriendo hacia aquí. De modo que recibí a mi esposa mientras estaba sentado. —¡¿Te encuentras bien?! —Sí, estoy bien. —Tienes sangre sobre el rostro. —¡Eh, ¿en serio?!
Pensé que me dolía la cara por culpa del viento; pero al parecer melastimé mientras daba vueltas por el suelo. Sieg sacó una pequeña bolsa del bolsillo de su abrigo, de ahí tomó unas bolas de algodón con las que limpió la sangre de mi rostro. A modo de primeros auxilios, cortó un trozo de tela suave y la aseguró sobre mimejilla con algo de cinta médica.
—Regresemos por hoy.
— …
Vacilé ante la sugerencia de Sieg. No cacé nada el día de hoy, así que no me sentía a gusto regresando con las manos vacías.
—Hay días como estos. —Ajá~. —¡Haz lo que digo!
—…Sí. Ya que insistió con tanta fuerza, decidí volver por el día de hoy.
❄❄❄
Aun cuando regresé a casa, me sentía deprimido. Durante este periodo del año, fácilmente me pongo ansioso por obtener resultados.
Esto se debía a que la época en que el sol no aparece se estaba acercando. Dicho tiempo dura aproximadamente dos meses; sin embargo, el año pasado fue de setenta y dos días. El anterior a ese fueron cincuenta y siete días, uno antes de ese: cuarenta días. Variaba cada año.
Al fenómeno cuando no aparece el sol, lo llamamos Noche Polar. Durante dichas noches, todos los días está oscuro, así que no podemos cazar. Las únicas fuentes de alimentos en las que podemos confiar son los mercantes y la comida preservada que hacemos durante la temporada de sol.
De allí que los aldeanos pasen las horas de luz asegurando comida para pasar las noches polares. De igual forma, yo no era la excepción, por eso me sentía ansioso de que no pudiera cazar lo suficiente el día de hoy.
Mientras limpiaba mi arma, Sieg de súbito murmuró algo. —Entonces, ¿dejarás de perseguir renos? —¿Eh?
Hoy fue la primera vez del año que traté de cazar a un reno salvaje. Supongo que la manada migratoria seguirá adelante pasado mañana; antes de que Sieg mencionara algo, esperaba que mañana fuera el último día. —¿Por qué? —Es peligroso cazar mientras te mueves sobre el trineo. —No, estaré bien. He usado ese método para cazar desde hace diez años completamente solo. Además, no es la primera vez que caigo.
— …
Durante todo el año, solo había una oportunidad para cazar renos y esa era cuando salían a comer el musgo oculto bajo la nieve. Lo intentaba cada año, pero nunca lograba cazar un reno.
Este tipo de cacería era el júbilo y orgullo de mi abuelo. Yo mismo presencié cómo controlaba su reno con maestría y derribaba a renos salvajes con una sola bala en la cabeza incontables veces cuando era niño.
Después de que mi abuelo falleciera, salí a cazar renos con papá; pero, ni siquiera él podía matar a un reno de un tiro desde un trineo en movimiento.
Mi abuelo era un tirador experto, por eso se trataba de una hazaña que no cualquiera podía realizar. A pesar de eso, ya que recordaba esos momentos, traté de realizar esos actos temerarios por curiosidad.
Sin mencionar que los renos salvajes son deliciosos.
Debido a que recorren grandes distancias en busca de comida, los renos salvajes tienen una buena complexión. Además, a diferencia de los renos domésticos, poseen un sabor concentrado gracias a la amplia variedad de alimentos que consiguen del bosque. Por lo general, dicen que la carne adquiere un mal sabor si el animal es asesinado mientras está sufriendo; aun así, la carne de los renos salvajes es apetitosa.
Prediqué apasionadamente sobre la grandeza de la carne de reno salvaje, pero Sieg estaba inexpresiva como si no leinteresara. Quizá se encontraba insatisfecha de que no pudiera cazar nada, ya que sus ojos se estrecharon más. —Mañana será la última oportunidad. —¿Vale la pena arriesgar tu vida? —Pues, en realidad no.
— …
Lo mejor sería ir a lo seguro y cazar aves o conejos. Después de todo, Sieg estará conmigo este año. Aunque pensé que sería implacable con mis deseos egoístas, mi esposa que se encontraba cruzada de brazos y mirándome con el ceño fruncido, dijo algo esplendido. —Si realmente lo quieres. —¿? —Te daréun consejo. —¡¿Eh?! —Sobre cómo manejar las armas de fuego. —¡!
De estar encorvado, de inmediato enderecé la espalda. —¡Eh, ¿de qué se trata?! ¡¿Hay un secreto?! ¡Cuéntame! —¡¿?!
La expresión seria de Sieg se transformó en una sorprendida. —¿Qué pasa? —No… es solo que no me lo esperaba. —¿? —De mis experiencias, tengo la impresión de que los hombres son criaturas orgullosas que aborrecen recibir órdenes o consejos de las mujeres. —Ya veo. Personalmente, me encantaría oír cualquier consejo que tengas para mí.
— …
Cuando le insistí que cualquier cosa estaría bien, Sieg primero señaló la forma en la que estaba sosteniendo el arma. Me enseñó la forma correcta de sujetar y disparar la pistola con el método que aprendió en el ejército, aunque agregó que quizá no sería el adecuado para cazar.
Normalmente, apuntó basado en la experiencia y observando cómo se mueve la presa. Sin embargo, disparar mientras me encuentro en movimiento seguía siendo un terreno desconocido para mí. Gracias a que Sieg aprendió cómo disparar montando a caballo, sabía la forma correcta.
Estimando el tiempo que tardaría la bala en llegar al blanco, analizando la dirección del viento y calculando la trayectoria. Ella sabía muchas cosas. —Bien… estas fueron las teorías técnicas, pero no cabe duda de que es difícil dar en el blanco cuando ambos, el objetivo y tú, se encuentran en movimiento. —Eso creí.
—Cuando dispares, deberías poner el movimiento del objetivo en consideración y apuntar frente a este. —Suena difícil.
Tras escuchar el consejo de Sieg, concluí que actualmente sería imposible para mí darles un tiro en la cabeza. Por lo general apunto a la cabeza ya que es muy molesto remover la bala cuando estoy procesando a los animales. —Oye, Sieg, ¿me ayudarías mañana? —¿Quieres que conduzca el trineo? —No, no podría pedirte que hicieras eso.
Manejar un trineo es peligroso; así que era imposible que le pidiera a Sieg hacerlo. —Se me ocurrió un plan, pero eres libre de rechazarlo.
Le conté a Sieg sobre la estrategia que ideé. Cuando la miré para saber su respuesta, ella aceptó mi petición.
Al día siguiente.
El segundo día de la cacería de renos comenzó bajo un claro cielo azul.
En poco tiempo nos encontramos con los renos salvajes. Al principio, me acerqué lentamente y una vez me encontré dentro del rango, aceleré. A unos cuantos metros de distancia, Sieg conducía un trineo de perros. Tenía un papel esencial en este plan.
Mi reno rápidamente rebasó al reno salvaje y usando el conocimiento que adquiría de Sieg anoche, apunté a donde se movería el reno. Para el primer disparo, reuní mi fuerza y jalé el gatillo. El resultado, la bala pasó rozando un asta.
Tranquilízate. Mi reno y yo todavía tenemos energía. Con una mano vacilante, presioné el gatillo.
La bala golpeó el muslo de unreno. Herido y tras perder el equilibrio, el reno colapsó sobre el suelo.
Detuve el trineo y corrí hacia el reno caído. Sieg me siguió por detrás.
Luché con el reno caído, conseguí doblegarlo y expuse su estómago. —¡Sieg!
Le di la señal, luego ella levantó el cuchillo por encima de su cabeza y lo apuñaló en el pecho, apuntando a su corazón.
En ese momento, evacuamos rápidamente el área alrededor del reno.
Al cabo de un rato, el reno finalmente dejó de moverse. —¡!
Experimenté un sentimiento indescriptible de placer. —¡Sieg, lo hicimos!
Estaba tan feliz que la tomé de las manos y besé su mejilla en agradecimiento. Quería abrazarla en ese instante; pero, ya que el cuchillo seguía dentro del reno, nos separamos para encargarnos de él.
De esa forma, nuestra cacería de renos terminó.