CAPÍTULO 14
% CACERÍA DE RENOS
Me encontraba deambulando por las blancas llanuras cubiertas de nieve con mi reno. Hoy había un mal clima con vientos desfavorables, los cuales eran especialmente más lacerantes que otras veces. Tirando del trineo, mi reno estaba persiguiendo a uno salvaje. Un mercante que visitó la aldea me contó al respecto, así que salí de cacería. En total había tres renos, cuando se percataron de nuestra presencia, comenzaron a correr por los llanuras cubiertas de nieve. Sin perder tiempo, urgí a mi reno para que fuera más rápido. Luego de acelerar por un rato, finalmente fuimos a la misma velocidad que los renos salvajes. Apoyándome sobre el trineo, apunté a la cabeza del reno salvaje con mi rifle. No obstante, a causa del frío, no pude sujetarlo apropiadamente. La mano que sostenía el cañón temblaba y el dedo del gatillo también titiritaba de frío. A fin de evitar que el rifle se tambaleara, me acerqué más al arma y me concentré en el objetivo. La primera bala atravesó la espalda de un reno. Inconscientemente chasqueé la lengua cuando extraje el cartucho vacío para recargar la pistola. Sorprendido por el disparo, los renos salvajes aceleraron el paso y nosotros igualamos su ritmo para seguir a la misma velocidad; sin embargo, en esta ocasión cambié mi objetivo de la cabeza del reno a su abdomen. Apunté una vez más con la intención de perforar su corazón. A pesar de que me concentré más que la última vez, el segundo disparo falló. Desesperado, di un tercer disparo, pero solo atravesó el aire. De modo que los renos escaparon a máxima velocidad. —¡Maldita sea! Tenía confianza en las piernas de mi orgulloso reno; aun así, perdía contra la resistencia física y fuerza de los animales salvajes. No obstante, si trataba de aproximarme a ellos disparándoles desde el principio, los renos cautelosos huirían a toda velocidad sin vacilar. Tampoco había garantía de que ninguno tratara de contraatacar.
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