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Capítulo 22:Culto a la diosa..............................................................................................................Pp

CAPÍTULO 22 %

CULTO A LA DIOSA

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Una vez que terminamos de recibir al invitado y conocido de Sieg, nuestra vida regresó a su rutina habitual. Me preocupaba el tipo de relación que tenían, pero no eran más que simples amigos.

Emmerich dijo que la comida de Ruruporon estuvo deliciosa e incluso la carne del reno que cazamos logró satisfacer sus gustos así que me sentí aliviado.

También fue lindo ver el lado inesperado de mí siempre atractiva esposa. Incluso Sieg a veces sale corriendo para atacar a una persona con mucha fuerza. —Lamento haber hecho que te preocuparas. —No, no, fue divertido. Aunque, me sorprendió escuchar que Emmerich te propuso matrimonio una vez.

— …

El antiguo colega de Sieg, Emmerich David declaró que necesitaba hablar sobre algo la noche que llegó y lo que confesó fue que…

Le propuso matrimonio a Sieg.

Comenzó a charlar en voz baja mientras comíamos los tres, así que no tenía idea de cómo debía reaccionar.

Emmerich afirmó que luego de recibir esa patada, se dio cuenta que no era amor lo que sentía por Sieg. —No tenía que haberlo dicho durante nuestra hora de comida. —¿De verdad? Pero, me siento aliviado. —¿Por qué? —Sinceramente, estaba preocupado. Nuestro invitado, tu antiguo colega era un hombre pero no tu amigo, así que me preocupaba el tipo de relación que tenían. —Solo tenemosun compañerismo desagradable. —Así es, me alegro. Lo digo en serio.

Los sentimientos que Emmerich tenía por Sieg eran de admiración y al parecer se le propuso cuando todavía no entendía muy bien esas emociones. Todo este tiempo me estuvo molestando eso, por eso me sentí muy dichoso cuando él mismo contó la historia.

Solo que, pienso que mi personalidad abierta no ayuda en estas ocasiones. Ya que este tipo de problema sucedió, decidí preguntar cada vez que tuviera curiosidad sobre algo.

Emmerich, el amigo de Sieg, es un gran hombre. Nos ayudó a trabajar durante su estadía e incluso me contó a escondidas historias de los actos heroicos de Sieg. —Es una persona interesante. ¿Me pregunto cuándo nos volverá a visitar? —Pues, incluso lloró por culpa del frío, así que bien podría no volver más. —Ya veo~.

—Es una persona delicada —dijo Sieg entre risas. Estaba celoso por lo cercanos que eran; sin embargo, llegaron a ese punto luego de pasar juntos mucho tiempo. Espero que yo también pueda ser rápidamente así con Sieg.

Emmerich y yo, de igual forma, acordamos realizar un intercambio cultural. Después de todo, le interesó el folclore y las artesanías de esta tierra.

Mientras esperaba nuestra siguiente reunión, la recepción de nuestro invitado terminó sin ningún problema serio. —Pues bien, manos a la obra.

—Sí.

Otro día ajetreado nos estaba esperando hoy.

❄❄❄

Una vez que las noches polares finalizan, los aldeanos se inquietan debido a las preparaciones para el mercado de pulgas. Allí, uno puede obtener mucho dinero.

En esta aldea, la riqueza se representa por la cantidad de renos que uno posee; sin embargo, hoy en día, la plata es preferida para hacer alarde de su opulencia. Generalmente empleada en accesorios para la ropa o decoraciones para los sombreros.

Gran parte del dinero que la gente gana en el mercado la usan para comprar plata. —Qué interesante cultura. —Bueno, supongo que es posible porque somos auto-suficientes. —Tienes razón… por cierto, ¿qué es esto? —preguntó Sieg tocando el adorno en forma de flor de su abrigo. —Mi madre me dijo que le diera eso a mi esposa.

—Ya veo. Es lindo.

—Aunque esalgo laborioso limpiarlo.

Aun cuando soy un Sami, no tengo ningún interés en la plata. El dinero que obtengo del mercado lo ahorro para emergencias. El único producto que uso sería un ánfora para guardar alcohol. Aunque se trata de algo que mi abuelo rico del lado paterno me dio como regalo cuando me convertí en el Lord.

Si la plata no es limpiada con frecuencia, rápidamente se deteriora. Realmente hace que respete a las personas con muchas cosas de plata. Los accesorios que uso en la ropa son hechos de cornamentas talladas, así que solo limpio el ánfora.

Conversamos sobre los bienes mientras nos dirigíamos hacia la puerta frontal.

Sieg aprenderá cómo elaborar brazaletes tradicionales de las mujeres en la tienda de recuerdos. Ya que la mesa para acomodar los bienes se encuentra vacía en esta temporada, parece que la usaran.

Sobre cómo sucedió esto, todo comenzó cuando Sieg fue haciendo amistad con las mujeres mientras salía de paseo. Su habilidad especial para encantar mujeres también funcionaba en muchos países.

Gracias a que Sieg atraía a las personas incluso aquí, de puro milagro nuestra casa finalmente aprenderá cómo hacer brazaletes.

Tallar objetos de madera de abedul, como tazas, platos o cucharas son tareas para los varones; en cambio, la elaboración de brazaletes y accesorios son labores para las mujeres. Hay muchos artesanos en esta aldea gracias a que las madres y padres de las familias han pasado el método tradicional para hacerlas por generaciones. —Entonces, nos vemos luego.

—Qué te vaya bien… ten cuidado con las personas mayores. —Claro.

Tras avisarle de que hay algunas personas de la tercera edad xenófobas que podrían ponerse violentas, me despedí de Sieg. Después, yo también comencé con mi trabajo.

El día de hoy estaré haciendo muñecos de madera. No es una artesanía tradicional, sino algo que comencé por cuenta propia. Luego de escuchar en el mercado de pulgas que los muñecos de animales pequeños son populares, traté de hacerlos. Mi primera obra: un oso blanco adulto, no se vendió bien; sin embargo, los osos bebés volaron tan rápido del estante que ahora la dueña de la tienda incluso me apresura a que haga más.

Entretanto tallaba más osos bebés previniéndome para la temporada alta que se acercaba, Miruporon trajo una linterna a la habitación. —Oh, ya es de noche.

Antes de que me diera cuenta, ya había oscurecido. Al parecer estaba trabajando solo con la luz de la chimenea.

—Disculpa, Miruporon, ¿dónde está Sieg?

Extendiendo mi dedo índice que significa madre, pregunté dónde estaba Sieg. Miruporon negó con la cabeza, expresando que Sieg todavía no regresaba.

En esta aldea usualmente permanecemos afuera solo hasta la puesta de sol. Estaba preocupado, así que tomé la linterna y decidí salir para recoger a Sieg.

De la tienda, que normalmente cerraba cuando oscurecía, salía una luz por las ventanas. Tomando en cuenta que la señora de allí siempre cerraba y se iba a casa tras el anochecer, pensé que era extraño y eché un vistazo al interior. —…¿E-eh?

En la tienda había muchas mujeres de diferentes edades, desde adolescentes hasta señoras en sus cincuenta. Al centro de todas ellas se encontraba Sieg. Era igual al salón de concubinas que una vez vi en una pintura antigua. ¿Cómo llegaron a esto? Pensé mientras me preparaba para abrir las puertas. De la nada, una mano tocó mi hombro, así que solté un gritito. Luego de tranquilizarme, di media vuelta y vi a la chica conocida como “la mujer más bonita de la aldea”.

Su nombre es Aina Salonen Bergholm. También es famosa por ostentar la personalidad más fuerte entre las chicas de la aldea. Tiene cabello blanco y ojos azules, lo cual no es raro por aquí; sin embargo, un mercante que iba de paso dijo que sus rasgos faciales no se podían comparar con las de nadie de aquí. Por cierto, el nombre “Salonen” entre nuestro nombre de pila y apellido significa: “personas del bosque”. Sirve como prueba de que provenimos de esta aldea, toda la gente de aquí nos llamamos “Salonen”.

Ladeé la cabeza con esta situación, preguntándome el motivo por el que sujetaba mi hombro.

—¿Eh, sucede algo? —…¡¿Cierto?! —¿Eh?

Aina tiene dieciséis años, es bastante alta y posee una apariencia madura; sin embargo, todavía está en una edad donde se le puede llamar niña. Luciendo un poco apresurada, apretó con fuerzas mi hombro con su mano derecha. —Um, ¿Aina? ¿Podrías decir eso otra vez?

— … —Vamos, hace frío.

No traigo puesto ningún abrigo. Aina de igual forma tiene orejeras, pero no sombrero, ni guantes o abrigo.

Luego de un rato, tomó una decisión y lo dijo. —Estás aquí para hacerte miembro de las personas que les gusta Sieglinde-sama, ¿cierto? —¿Eh, por qué dices eso? —¿Estás mirando a hurtadillas aun sin saberlo? —¿Ah? —Esta es una reunión para las personas que les agrada Sieglinde-sama.

— … —De esta forma, mientras le enseñamos sobre las artesanías tradicionales, pasamos algo de tiempo charlando. —Eeeh~.

Estaba perplejo por el surgimiento de una organización como esa. —Por eso, para hablar con Sieglinde-sama tienes que pagar una cuota de membresía a la dueña de aquí. —¿P-por qué? —Yo… si te atrapan hablando con un extranjero serás regañado por los ancianos, ¿cierto? Así que la señora está cobrando una cuota de alquiler. O algo por el estilo. —Aah, ya veo.

Ya que es administrado por una señora extranjera, las personasde la tercera edad con ideas retrogradas no se acercan aquí. Me impresionó saber cómo sacó dinero de ese hecho.

—¿Y?...

— …

Más o menos ya lo sabía, pero pregunté de todas formas. Sus abuelos detestan a los extranjeros. Así que supuse que Sieg tenía algo que ver. —¡Deja de parlotear y ve! ¡Te acompañaré adentro! —Oye, espera, Sieg es mi esposa.

Y fui obligado a entrar. —Que rara escena. —Hola.

— … —¿Todavía no termina los osos bebés, Milord?

—T-todavía no.

—Por favor, apresúrese. —Sí.

Escondiéndose detrás de mí, Aina sujetaba mi brazo y permanecía en silencio. Debido a sus abuelos, nunca había venido a esta tienda antes.

Como si me estuviera amenazando, apretó su puño contra mis costillas. Duele. —Ah, lo siento. Eeh, ella quiere entrar a eso del club de Sieglinde. —¡Ah, de verdad!

Adentro, con Sieg en el centro, había una extraña atmósfera. De un cajón debajo del mostrador, sacó un brazalete de madera con patrones de flores. —Son cinco markkas9 .

Los brazaletes normalmente cuestan alrededor de cuatro markkas; así que miré a la dueña por una explicación. —Es el pago extra por el riesgo si somos atrapadas. —Ah, entiendo.

Si esta reunión secreta es descubierta por las personas de la tercera edad, parece que la dueña de la tienda se hará totalmente responsable. —Aina, son cinco markkas.

— …

Mientras me usaba como escudo, colocó un brazalete y un pequeño parche de piel sobre el mostrador. Al parecer hará un trueque ya que no tiene dinero. Tras recibir el brazalete con patrones de flores, finalmente mis costillas fueron liberadas de su puño.

La dueña estaba a punto de cerrar, así que entró para decirles que ya era hora de marcharse. Estaba a punto de decirle a Aina «Qué mala suerte que no pudieras hablar con Sieg el día de hoy»; sin embargo, estaba mirando el brazalete tan felizmente que decidí no hacerlo.

—¡Ah, es verdad! —¿Um?

Mientras veía a Sieg, quien estaba consolando a una chica que comenzó a llorar, Aina me habló.

—¿Tuviste un invitado extranjero hace poco?

9 N. de la T. Markkas: uni dad monetari a de Fi nl andia que l uego fue reempl azada por el euro tras uni rs e a l a Uni ón Europea.

—¿Te refieres a Emmerich? —¡Nosé su nombre! —¿Sucedió algo? —…Él, de la nada, me preguntó cómo me llamaba con un mal acento así que lo ignoré. —…Y-ya veo. ¿Así que trató de coquetear con una chica linda? Tal y como se esperaría de alguien que vino tan lejos solo para ver a Sieg. Bueno, aunque puedo entenderlo. Yo también me propuse porque me enamoré a primera vista. —Si es un conocido tuyo, dile que no me vuelva a dirigir la palabra. —¿Por qué no? —¡Es un forastero! —Eeeh~.

—¡Qué! —Entonces, ¿por qué traes eso en tu mano? —¡!

Aina miró sorprendida al brazalete con patrón de flores, luego lo guardó en su bolsillo.

—¡L-lo recordare! Con esa misteriosa línea, Aina salió de la tienda.

Luego de conseguir que la chica dejara de llorar, Sieg y yo la llevamos a su casa, después fuimos a la nuestra.

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