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Capítulo 41:Una chica decepcionante y un joven decepcionante.............................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 41 %
UNA CHICA DECEPCIONANTE Y UN JOVEN DECEPCIONANTE
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Para nuestra sorpresa, Emmerich llegó antes de lo esperado. Todavía se podía considerar que estábamos en primavera. El tono verde de la naturaleza aún poseía su frescura.
Fui a la entrada de la aldea para recibir a nuestro invitado. Tras vernos nuevamente luego de un par de meses, el joven, luciendo todavía refrescante, me saludó en vozbaja y tímidamente. Cohibido como siempre. —¿Esta vez te tomarás tu tiempo? —No, regresaré mañana por la tarde. —¡Eh, ¿tan poco?! —En este periodo estamos ocupados con los ejercicios militares en conjunto. —Ya veo.
Escuché que pasaba los días ajetreadoen su país. Al parecer, la concha de mar y la flor que le dio a Aina eran de una instalación de esos ejercicios.
Además, Emmerich decidió que viviría aquí. —Cuando dije que me retiraría del ejército, me presionaron para que ayudara con el trabajo. —Te compadezco…
Estas vacaciones fueron ganadas con esfuerzo, con el costo de no disfrutar de un solo día de descanso durante el verano. En el invierno estará ocupado realizando varios procedimientos para el retiro; así que la próxima vez que venga será en la primavera del próximo año. —Pues bien, vayamos a encontrarnos con Aina.
— … Emmerich asintió con una expresión de júbilo en su rostro. Mientras charlábamos, localicé una espalda familiar.
—A-Aina.
—¡!
Sucede que la persona amada de Emmerich se encontraba delante de nosotros. Cuando la llamé, Aina se giró. Parecía molesta al verme; pero, cuando notó la presencia de Emmerich, actúo inquieta. —Emmerich vino a verte, Aina.
—¡!
Aina lucía sorprendida y miró fijamente a Emmerich. Cuando sus ojos se encontraron con los de él, desvió la mirada avergonzada. Emmerich solo sonrió con gran deleite. Por lo tanto, a este jovenzuelo le di un codazo. —…Eeh. —¡! —Aina-chan.
No imaginó que ese hombre tranquilo le hablaría, así que Aina se quedó con la boca abierta. Mientras tanto, ya que nada se dijo luego de ese «Aina-chan», su tensión pareció haber llegado a su límite y dijo algo inesperado. —¡¡No seas tan amistoso conmigo!!
— …
La persona que usó ese lenguaje ofensivo, Aina, fue quien lució más sorprendida por alguna razón misteriosa. La chica, quizá incapaz de soportarlo por más tiempo, salió corriendo sin decir una palabra. —Eeh, ¿Emmerich? Estaba preocupado por Emmerich; no obstante, él tenía… una expresión serena.
Qué alivio. No le dio importancia a sus palabras.
❄❄❄
Primero le dije a Emmerich que permaneciera tranquilo en casa. Luego, decidí ir yo solo por Aina.
La chica que estaba buscando estaba comprando a la caravana que se había instalado en la plaza de la aldea. —Aina.
Como le hablé desde atrás, se sobresaltó un poco y tiró algunas cosas de su bolsa de piel. —Ah, lo siento.
Recogí los vegetales que salieron rodando y los coloqué otra vez en la bolsa. Seguía petrificada de cuando le hablé por primera vez, así que lo volví a intentar. —Emmerich no está aquí. —¡¿Qué?! ¡Debiste haber dicho eso antes!
Aina miró alrededor con mucha energía. Tal parece que no creyó que Emmerich no estaría aquí. —¿Tienes algo de tiempo libre? —Estoy ocupada. —No digas eso.
Tomé su bolsa y me dirigí a su casa. —¡Oye, devuélvemela! —Te escoltaré a casa, princesa. —¡A quién llamas princesa!
A esta hora, el temible abuelo no estaría allí. Su abuela estaba enferma; así que tampoco saldría. Tomando en cuenta eso, decidí cargar las compras de Aina hasta que llegara a casa. —Hay muchas cosas. ¿Celebraran algo hoy?
En la otra bolsa había un pollo que cacaraqueaba con mucho vigor. —No. La abuela y mamá no se sienten bien, así que el abuelo me dijo que hiciera algo de sopa con sangre.
—…Entiendo.
Detrás de la casa de Aina había una olla vacía, otra llena de agua sobre la estufa y un cuchillo. Creo que no ha pasado mucho tiempo, ya que el agua ni siquiera ha empezado a hervir.
—¿Quieres que procese el pollo?
— …
No respondió, pero lo hice de todas formas.
Después de que deje al pollo inconsciente, até sus patas a una cuerda. Luego, hice un corte alrededor de la zona de sus arterias y drené su sangre. La olla se llenó con la sangre del pollo.
—Mañana tendremos una reunión durante el almuerzo en mi casa, ¿te gustaría venir, Aina?
—¿Eh? —Aunque dije reunión, solo seremos Sieg, Emmerich, Aina y yo, nosotros cuatro.
— …
La expresión de Aina se oscureció. Entonces, ni siquiera está bien con Sieg. Dejé caer lo hombros.
—…ir. —¿Eh? —Estoy ocupada, así que no puedo ir. —Sí. Está bien.
La abuela y madre de Aina están enfermas. Puede que esté haciendo todas las labores de la casa ella sola.
El agua comenzó a hervir, así que fui por la olla y esperé a que la sangre del pollo terminará de drenarse. Una vez que la sangre dejó de caer, puse el pollo en el agua y lo dejé adentro como unos doce segundos. Enseguida, lo sumergí en agua fría y comencé a desplumarlo. Para las partes delicadas, retiré las plumas al quemarlas con una varilla de metal caliente.
—Entonces, ¿qué te parece una fiesta de té, Aina? —¿Qué es eso? —Emmerich nos trajo un poco de café delicioso y postres. ¿Por qué no lo comemos entre los cuatro?
—Si es café, entonces no es una fiesta de té. —En ese caso, ¿un banquete? No, un banquete es diferente. Señalé mi propio error en mi mente. —Solo un ratito estaría bien.
— … Quizá fue porque insistí mucho; pero, Aina eventualmente accedió a venir.
Al día siguiente.
La fiesta de té que organizamos para el joven extranjero y la chica de la aldea fue, bueno, desafortunadamente un fracaso.
Había sido una buena idea sentar a Emmerich frente a Aina; no obstante, nunca se vieron a los ojos, ni se dijeron nada.
De esa forma, su única conversación terminó con la declaración unilateral de Aina de «No seas tan amistoso conmigo», y Emmerich se fue a casa. Por mí parte fue una triste despedida sintiendo lástima por él.
Al día siguiente de eso, Aina llegó por la mañana. —Eh, ¿qué es eso?
— …
Aina tenía una canasta en su mano. Aunque estaba cubierta con un trozo de tela, podía ver algunos panecillos dentro. —Estos son… —¿Acaso son para Emmerich?
— …
Luego de vacilar por un rato, Aina asintió.
Uwa~, ¿qué debería hacer?
Olvidé contarle a Aina que Emmerich solo se quedaría por una noche.
Recibí la canasta con media sonrisa. Tras confirmar que la tomé, Aina dio media vuelta para marcharse, así que sujeté su brazo y la arrastré adentro. —¡Oye, Ritz, qué estás haciendo! —¡Perdón! —¡Déjame ir! ¡¡Estoy ocupada, así que no tengo tiempo de ver a esa persona!! —¡No, Aina, lo siento! ¡Emmerich ya se fue!
—…¿Eh? —Regresó a casa ayer por la tarde. —¡Mientes! —No miento. Lamento no habértelo dicho.
— … La llevé a la sala y la senté en la silla junto a la ventana. —…Emmerich está ocupado, por eso solo pudo quedarse por una noche. —No lo sabía. No escribió eso en la carta.
No sabía qué debería decir. De modo que el tiempo pasó sin que ningunos de los dos hablara. Como era incómodo, traje a colación un tema. —Ah, es verdad, dijo que se mudaría aquí. —¿Quién?
—…Emmerich. —Es la primera vez que escucho eso.
Cuando escuché el gruñido en su voz, casi suelto un gritito.
Mejor dicho, Emmerich. ¿Por qué nunca le cuentas las cosas importantes a Aina? Me sentí molesto por el soldado extranjero.
Viendo el rostro de Aina, esta vez sí solté un gritito. —¡Aaah!
Tenía una expresión furiosa como ninguna otra. —Aina, Emmerich no tiene malas intenciones, solo está siendo considerado… —No es eso. Estoy molesta conmigo misma. —¿?
Aina dijo eso con una voz temblorosa. Ella quería darle las gracias por el marcador con la flor prensada y quería preguntarle donde estaba el castillo de la tarjeta postal. Deseaba mostrarle el brazalete que hizo con la concha de mar y tenía muchas otras cosas que esperaba hablar con él.
Los dos se estaban conociendo por medio de las cartas. No obstante, era diferente tener que hablar en persona a comunicarse a través de las palabras. Cuando realmente se vieron cara a cara, se sintieron tímidos y no sabían qué hacer. —Emmerich vendrá otra vez, Aina.
—Pero, dije algo muy cruel, necesito disculparme. —No te preocupes, Emmerich no le dio importancia.
— … —Volverá la próxima primavera. —¡¿?!
Como el día de su reunión estaba muy lejos, Aina comenzó a llorar. —¡Uwa, Aina, espera!
En ese momento, cuando las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, la puerta se abrió.
—……Qué.
La persona que entró fue Sieglinde, que recién había terminado su paseo matutino. Al verla, Aina corrió al pecho de Sieg.
—……¡¿?!
Mientras Sieg abrazaba a Aina, me preguntó con sus ojos qué estaba sucediendo. De inmediato, moví la cabeza hacia los lados y negué cualquier acusación.
Sieg continuó dándole palmaditas en la espalda a Aina, esperando a que se tranquilizara. Yo, asimismo, me acerqué furtivamente a ellas.
Aina estaba llorando como una niña pequeña.
La conozco muy bien desde que era niña, probablemente fue la niña más violenta de la aldea. A medida que crecía, se volvió pesimista sobre el futuro. No obstante, cuando comenzó a intercambiar cartas con un joven, encontró el amor y una forma de salvarse a sí misma.
En su dura vida cotidiana, esas cartas deben haber sido su única alegría.
Aina estaba llorando porque se arrepentía de no haber actuado como ella quería. Sentí pena por ella, sentí lástima por ella. Varios sentimientos emergieron. Es patético, pero, yo también comencé a llorar.
Cuando miré a Sieg, ella gentilmente me abrazó con su mano libre.
Sieglinde, qué mujer tan bondadosa.
Abrazados por Sieg, Aina y yo lentamente nos tranquilizamos.
El problema de Emmerich y Aina parecía estar lejos de resolverse. Su mayor problema no era que Aina fuera incapaz de actuar honesta a sus sentimientos. Sino su abuelo y abuela que odiaban a los extranjeros.