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Capítulo 31:Una visita repentina..................................................................................................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 31 %
UNA VISITA REPENTINA
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Hoy daremos un paseo por el bosque… o, al menos eso me gustaría decir, pero tenemos cosas que hacer.
Ahora que la primavera había llegado al bosque, la nieve se derritió y nuevas hojas brotaron, por lo que todo se encontraba teñido de un brillante verde.
En un día como este, salimos a recolectar hierbas aromáticas y medicinales. Las hierbas silvestres se utilizan como especias para cocinar o para elaborar productos cotidianos.
Mientras le explicaba a Sieg la clase de hierbasque había, caminamos por el tranquilo bosque.
Más o menos para la hora del almuerzo, la bolsa de piel estaba repleta de varios tipos de hierbas.
—Deberíamos regresar pronto. —Sí~. Ah, espera.
Ayer en el río, coloqué una trampa para peces. Como quería recogerla, nos dirigimos allí.
La trampa fue hecha tejiendo hiedra cocida. Aunque se trata de un artículo muy sencillo, se construyó de tal forma que es imposible escapar luego de entrar, además tiene migajas adentro a modo de cebo.
Tras tomar la cuerda adjunta a la estaca, recuperé la trampa. —Ah, hay bastantes. —Fue una gran pesca.
Adentro de la trampa en forma de canasta había alrededor de veinte pescados pequeños llamados “muikku” moviéndose alrededor. Luego de sacar el agua, los metí en la bolsa.
Una vez en casa, tomamos algunas hierbas para secarlas al sol. Las puse sobre una malla de alambre y las cubrí con una tapa de malla para sujetarlas.
En cuanto al resto, las procesaremos con diferentes métodos como calentándolas, pulverizándolas e hirviéndolas, así que dejaremos el resto para después.
Le entregué los pescados “muikku” a Ruruporon para que los preparara para el almuerzo. Por supuesto, ya que es imposible que los comamos todos solo nosotros dos, le dije que estaba bien si llevaba el resto a su casa.
Ya que la mitad del día lo pasamos recolectando hierbas, las puntas de nuestros dedos estaban teñidas de rojo. El color desaparecerá en unos tres días; por desgracia, estaremos recogiendo hierbas todos los días, por lo que el color se irá justo antes del verano.
—Demasiado tiempo, ¿eh? —Bueno, no tengo problemas con eso. —Está bien. Aunque, también recogeremos bayas en verano.
Las bayas tiñen las puntas de los dedos con tonos muy coloridos, así que terminan tomando un tono de color indescriptible.
Morado: mora azul.
Rosa: arándano agrio.
Rojo: arándano rojo y mora de los pantanos10 .
Hay muchas bayas alrededor de esta área y la gran mayoría se recolecta para hacer salsas, mermeladas y jugos.
La recolección de las bayas forma parte del trabajo de las mujeres.
Hay un dicho en la aldea: “Busca una esposa que pueda recolectar buenas bayas”, esto demuestra qué tan importante es el trabajo de recolectar bayas en esta zona. Después de todo, las bendiciones del verano sustentan la mesa por todo un año.
No obstante, también hay mujeres que no les agrada recoger bayas. Ya que en ocasiones son llamadas “inútiles” si no logran conseguir una cantidad satisfactoria.
Cada año había ido solo a recolectar bayas.
Durante el verano, mientras estamos concentrados en el trabajo, existe la posibilidad de encontrarse con bestias, así que necesitamos ser cautelosos. Después de todo, las bayas también son alimento para animales salvajes.
Conforme charlábamos sobre cosas como esa, llegó la hora del almuerzo. El menú de hoy es pescado “muikku” frito con salsa tártara, patatas cocidas y una sopa sazonada con hierbas acompañada de carne de reno y nabos de primavera. El pescado “muikku” fue destripado apropiadamente y la cabeza amarga también fue cortada. El crujiente empanizado y el pescado ligero sabían bien con la fuerte salsa que tenía vegetales adentro. La carne de reno en la sopa se coció durante mucho tiempo y,
10 N. de la T. Moras de los pantanos: tambi én conoci da en Sui za como Hjortron, el cual s e podría traduci r como baya de venado.
al morderla, el sabor se extendió por toda mi boca. Los nabos de primavera tampoco estaban duros y poseían un sutil sabor dulce.
Una vez más, la comida de hoy fue grandiosa. Le agradecí a Ruruporon cuando regresó a recoger los platos.
Conforme discutíamos si deberíamos ir a los campos para quitar la mala hierba, Miruporon se acercó y apuntó hacia la puerta principal. —Vaya, ¿una visita?
Tomando en cuenta que casi no había visitantes además de los mercantes y el cartero, me dirigí a la puerta principal mientras pensaba que era raro.
Cuando abrí la puerta, había un rostro conocido. —¿Aina?
La visita era Aina.
Como parecía nerviosa, me pregunté si tenía algo de qué hablar con Sieg; pero, gesticuló torpemente detrás de ella como si dijera “visitante”. —…¿Eh?
Había alguien totalmente inesperado detrás de Aina. —¡¿A-abuelo?!
La visita no era Aina sino mi abuelo paterno.
❄❄❄ ¿Creo que fue a principios de las noches polares cuando le dije que me casé? Recibí una respuesta diciéndome que fuera y presentara a Sieg; pero, últimamente le contestaba con evasivas, argumentando que era la temporada cuando los renos daban a luz, o que estábamos ocupados recogiendo hierbas. Aunque, también estaba ese asuntito de que nuestro matrimonio se encontraba bajo un contrato tentativo.
Ostentando un impresionante bigote blanco, mi abuelo me fulminó con una mirada gruñona. De alguna forma, supuse lo que iba a decir.
Luego, dijo la línea que tenía en mente. —¡En serio, ya que no aceptaste mi petición, vine personalmente! —U-uwaaah, qué felicidad. —¡Por qué estás feliz! ¡En serio, después de obligar a un viejo frágil como yo a que haga un duro viaje! —L-lo siento.
Mi abuelo cumplió setenta y siete este año. Tiene la espalda recta y una buena complexión. Como se encontraba lejos de ser frágil como dijo, me sentí aliviado.
Curiosa por la conmoción en la puerta principal, Sieg se acercó. —Ah, abuelo, ella es mi esposa, Sieglinde-san.
También le presenté mi abuelo a Sieg, quien lucía sorprendida. Sieg rápidamente se presentó e hizo una reverencia en un hermoso ángulo. Mi abuelo continúo allí de pie de manera imponente.
Ya que este lugar no era apropiado, lo conduje al interior. Trajo consigo dos sirvientes, cuando vi a Miruporon de camino, le hice un gesto para que preparara habitaciones para los huéspedes. Se golpeó su pecho a modo de afirmación; aunque no estoy seguro de si transmití eso lo suficientemente bien.
La última vez que vi a mi abuelo, fue la noche después del baile. El motivo por el que fui capaz de participar en el baile donde conocí a Sieg fue gracias a sus conexiones.
El nombre de mi abuelo es Adalbert Von Lüneburg y es un Marqués de un país extranjero.
Y desde hace un rato, mi abuelo ha estado interrogando a Sieg. —De modo que, ¿eres de Thüringen? —Sí.
—La Casa Wattin es una familia militar, ¿también fuiste una soldado? —Sí. Serví en el ejército durante dieciocho años desde que tenía trece. —Ooh. ¿Por qué renunciaste y viniste aquí? —Mi superior dijo que me casara. —Con que así fue.
Mi abuelo tomó un sorbo del vino especiado que Ruruporon trajo; pero, se terminó la copa y dijo que no le gustó. Cuando reviséa ver si encontraba otras bebidas, encontré un licor que te lastimaba por dentro a intervalos; a pesar de eso, decidí que no debería sacar ese ahora y lo coloqué aún más adentro. En su lugar, opté por abrir el vino que Sieg trajo de casa. —¡Hey, no viertas el líquido directamente a la copa! —¿Uh?
Cuando serví el vino directamente en la copa, por algún motivo provoqué la ira de mi abuelo. Al preguntarle el motivo, dijo que en las botellas viejas de vino hay algunas sustancias cristalizadas flotando alrededor. A menos que sean removidas, el vino no sabe bien. Cuando le agradecí a mi abuelo por enseñarme algo, me regañó diciendo que era sentido común. También fui criticado porque era trabajo del sirviente servir las bebidas.
De ahí en adelante, inundó a Sieg con preguntas, sermoneó a su nieto desfachatado, se volvió furioso ante el hecho de que papá seguía perdido y quedó estupefacto de que mamá fuera arrastrada en eso. Había una amplia gama de temas.
También bebió. De todos modos, siempre bebía. Cuando le dije que beber en exceso era malo para la salud, lo reconoció honestamente así que fue fácil detenerlo.
Pronto, llegó la hora de cenar y la comida especialmente hecha de Ruruporon fue dispuesta.
Los platillos fueron servidos en platos de porcelana y cubiertos de plata reservados para los invitados. Gracias a que Ruruporon diligentemente pule los cubiertos, todos brillaban intensamente.
Luego de dar las gracias antes de comer, mi abuelo preguntó si la carne de reno sabía bien. A esa pregunta, Sieg le contestó suavemente. —Es muy deliciosa. —Fuumu.
Mi abuelo observó a Sieg mientras comía. La carne de reno era algo inusual para los extranjeros, así que esta clase de reacción no era poco común. Estaba a punto de aconsejarle que debería empezar a comer; pero él habló primero. —…Al principio pensé que trajiste a una esposa enorme; pero, no, ella es una gran mujer.
Se inclinó y me susurró para que Sieg no lo escuchara. Después, comenzó a observar a Sieg otra vez.
No sabía que decir, así que también terminé contemplando a Sieg.
…Ajá, Sieg es una gran mujer.
Aun cuando mi abuelo y yo la veíamos descaradamente, Sieg prosiguió comiendo con tranquilidad, pretendiendo que no se daba cuenta.
La comida, en una atmósfera tensa, de algún modo concluyó. Mi abuelo dijo que el extraño licor fue de lo peor, pero también comentó que la carne de reno no estaba tan mal.