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Capítulo 47:Varios cambios.............................................................................................................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 47 %
VARIOS CAMBIOS
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Ahora que la casa estaba llena de setas secándose, volvimos a recolectar bayas. Había clases que solo maduraban durante esta temporada, así que las teníamos que recoger antes de que se terminara.
Sieg y yo caminamos por el bosque en busca de bayas. —¡Ahí están!
Lo que encontré era una baya semi-transparente de un verde claro. —¿Estas también son bayas? —Sí. Gooseberries18, son primas de las grosellas. Cómo era, escuché que “goose” significa “ganso” en un idioma extranjero. Se nombraron así a las bayas porque la salsa hecha con las mismas sabe bien con platillos de ganso. Las gooseberries son más grandes y dulces, así que son sabrosas incluso cuando se hierven. Además, las hojas poseen propiedades medicinales y se utilizan para tratar heridas.
—Las ramas tienen espinas, así que ten cuidado. —Entendido.
La mayoría de los árboles de bayas eran arbustos. De modo que, otra vez, recolectamos las bayas en una posición incómoda.
Luego, encontramos bayas amarillas. —¡Uwa, hay muchas!
Frente a nosotros había bayas brillando como gemas por la luz del sol. —Ritz, ¿estas son? —Frambuesas.
18 N. de la T. Gooseberry: en es pañol s ería gros el l a verde. Lo dejé en i ngl és para que tuvi era s enti do l o que di ce Ri tz y para res al tar que s on pari entes de l as gros el l as, al menos en otro i di oma. En i ngl és l as gros el las s on “currant” y va precedi do del col or, por ejempl o: redcurrant = gros el l a roja, mi entras que l a goos eberry s ería baya de gans o (traduci do l i teral mente). En es pañol todas s on gros el l as s egui das de s u col or, s i n compl i caciones .
—Eeeh.
—Las que crecen por esta zona son principalmente las amarillas. Las rojas, moradas o negras son más raras.
La representante de las bayas agridulces: la frambuesa. Cuestan un ojo de la cara en el mercado y las bayas también son grandes. Casi siento que sufrirían pérdidas si las encontraran creciendo en la naturaleza.
—Ahora que lo pienso, cuando la dueña de la tienda vio por primera vez las frambuesas amarillas estaba sorprendida de que no fueran rojas. —Para mí también es la primera vez que veo frambuesas amarillas.
—Ya veo~.
Al parecer las frambuesas amarillas son raras para los extranjeros.
Luego de llenar las canastas con bayas, regresamos a casa.
Tras almorzar, Sieg y yo trabajamos por separado. Primero me dirigí a una casa vacía a las afueras de la aldea.
Esta casa estaba oculta de las demás ya que se construyó para la investigación de papá.No obstante, a final de cuentas quedó desocupada porque cargar todo desde la mansión del Conde era muy molesto. Por lo tanto, se podría llamar una pérdida de dinero.
Le prometí a Emmerich que le prestaría una casa, así que vine a echar un vistazo.
Cuando abrí la puerta y entré, solo pude oler el polvo. Adentro había una mesa, sillas, estantes y una cama; todo lo necesario para la vida diaria. Cada uno de los muebles era de madera; por lo que deberían poder usarse luego de limpiarlos.
Con los artículos de limpieza que traje, limpié un poco y luego me marché. Ya que tomaría todo un día limpiar apropiadamente la casa, decidí hacerlo poco a poco.
A continuación, fui a buscar a Aina. Siempre estaba en un callejón sombrío, oculta de la vista de los demás.
—¡Aina! —¡!
Cuando le hablé a Aina, que estaba cosiendo, dio un saltito por la sorpresa a pesar de que estaba cerca. Por lo visto, se encontraba tan concentrada en su tarea que no prestó atención a su alrededor.
—¡Q-qué! —Nada, solo me preguntaba si tu abuelita y mamá se sienten mejor.
—Mamá esta mejor ahora. Gracias a tu medicina… tal vez.
—Ya veo. Menos mal.
La madre de Aina se había lastimado la espalda. Así que compré algo de medicina para dolor de espalda en el puerto y se las di. También traje una infusión de hierbas nutritivas para su abuela; pero, no la bebió. —Aun así, la abuela ya se puede parar. Está mejor que antes. —Ya veo.
—Sobre el dinero de la medicina, podrías esperar un poco. —Está bien. Hago lo mismo para todos los demás. —No me gusta estar endeudada. —Eres bastante testaruda.
Aina seguía cosiendo mientras hablaba. —Oye, ¿por qué estas cosiendo aquí? —No es algo que necesites saber. —¿No es difícil hacerlo aquí?
— …
Siendo franco, su trabajo estaba siendo obstaculizado por una brisa gentil que seguía soplando. —¿Es un secreto?
— … —Oye, Aina. —¡No! Mientras gritaba eso, tiró la tela de su mano. Cuando la recogí, descubrí algo. —E-esto es.
—¡Regrésamelo! Sobre el pañuelo estaba bordado el nombre “Emmerich David”. Era imposible que bordara el nombre de un extranjero en su casa.
Aina se ruborizó con un profundo rojo mientas abría y cerraba la boca. Pretendiendo no haberlo visto, le propuse algo. —¡Es verdad! —¿?
Le entregué la llave de la casa de Emmerich.
—¿Esto qué es? —La llave de la casa de Emmerich.
—¡! —Todavía está un poco sucia por dentro; pero, una vez que esté limpie estará disponible. —¿Qué quieres decir? —Puedes usar la casa hasta que Emmerich venga. —¡!
Pensé que era el lugar perfecto para Aina, que estaba leyendo cartas a escondidas o bordando afuera; así que le presté la casa temporalmente. —¿Ubicas la casa con el techo rojo a las afueras de la aldea?
Aina asintió. Por lo visto, la casa de investigación de papá era famosa entre los niños como una casa embrujada. —Ten cuidado de que no te descubra tu abuelo. —Está bien.
—Pero, sería mejor decirle a tu mamá. También sobre Emmerich.
— …
Su madre que se casó en la familia Bergholm no era una verdadera xenofóbica. Por si acaso, creí que sería mejor que estuviera enterada. Aunque podría estar entrometiéndome, la aconsejé a que lo hiciera. —Está bien.
—Buena suerte.
—Eh, umm.
—¿?
Aina dijo «Gracias» en voz baja.
Ella también se estaba convirtiendo en una adulta. Me conmovió el crecimiento de esta niña.
❄❄❄
Cuando regresé a casa, Miruporon me dijo que tenía un invitado, así que me dirigí a la sala de estar.
—Ah, hola. —Hola.
—Lamento haber venido tan repentinamente.
—No, no.
Se trataba del mercante que compró los osos bebé de madera. Como los bienes se vendieron muybien la última vez, quiso hacer más pedidos. —Pues bien, ¿cuántos necesitas? —Me gustaría pedir veinticinco de ellos. —Uum~.
Pronto se levantará la restricción sobre la caza. Una vez que la cacería comience, no tendré suficiente tiempo para tallar osos. Encima de eso, ni siquiera he comenzado a procesar las bayas que recogí, además necesito pescar y juntar hierbas antes de otoño.
Cuando fruncí el ceño, el mercante escribió algo sobre una hoja de papel con determinación.
—En ese caso, ¿qué te parece este precio?
— …
Propuso un precio mucho más alto de lo que esperaba.
No falta mucho para que el mantenimiento de las cercas de los renos comience. Me estaba preocupando el hecho de que no había suficiente presupuesto para eso. Sin embargo, con este dinero, puedo conseguir el monto necesario. Veinticinco hasta el próximo mes. Si duermo un poco más tarde, funcionará. Así que acepté el encargo.
De esa forma, pasé todo mi tiempo libre tallando osos.
Un par de días después de eso, me faltaba descansar y estaba tambaleando. Sieg me dijo que tomara un descanso; pero, ya que no podía abandonar un trabajo por encargo, continúe de todas formas.
Sin embargo, llegué a mi límite. —No más. Ya no puedo hacerlo. —Por eso te lo dije.
—Lo siento…
Me dejé caer pesadamente sobre el sofá junto a la ventana y me encargué de mi fatiga, no podía evitarlo. —Sieg despiértame dentro de quince minutos, no, diez minutos. —Está bien.
Luego, Sieg tomó asiento e hizo un gesto de que me acercará. —¿Me dejarás dormir en tu regazo?
—Sí, así que duérmete de una vez.
Felizmente acepté su oferta. Estaba pensando en disfrutar sus suaves muslos mientras me dormía; pero, tan pronto como me acosté, quedé inconsciente.
❄❄❄
Desperté gracias a las manos que acariciaban suavemente mi cabeza. Esas manos cálidas estaban concentradas acariciándome. Mi cuerpo fatigado se sintió aliviado y ya no tenía sueño. ¡Este es el poder de Sieglinde! En el momento en que pensé eso, la campana sonó. —…¡¡U-uwah!!
La campana marcaba la una de la tarde, así que me levanté en pánico. Por si acaso, revisé el reloj, pero era por la tarde, está bien. Ya que tomé mi siesta luego de almorzar, dormí cerca de tres horas.
Debido al sol de medianoche, todavía había luz afuera. Mi percepción del tiempo estaba distorsionado.
—¡Eh, ¿no me digas que intentaste despertarme pero no respondí?! —No, no te desperté. —¿P-por qué? —Porque estabas durmiendo muy tranquilamente.
— …
Por lo visto estaba acariciando mi cabeza mientras pensaba en cómo despertarme. Debería haber pretendido que seguía dormido un poco más, o al menos me arrepentí de eso.
—¿Por qué hiciste esos osos hasta quedar extenuado? —Eso es…
No podía decir que era porque me faltaba dinero. Sin embargo, Sieg notó mi comportamiento sospechoso. Además, no quería ocultarlo de ella, así que le conté todo honestamente.
El presupuesto de la aldea no era suficiente, así que estaba tratando de conseguir dinero extra.
Patético. Me faltaba dinero, qué patético, de verdad. Al abuelo nunca le hizo falta dinero para el presupuesto. Pero, si me hace falta algo, significa que algo está mal.
Le confesé eso a Sieg. —¿Con qué eso era?
Luego de murmurar eso, Sieg me dio palmaditas en la espalda. Después me aconsejó. —¿Qué tal si le pides asesoría a Hermann Artonen? —¡!
Hermann Artonen era el capitán que recientemente fue asignado a la fortaleza de aquí. Al parecer había hecho trabajo de oficina que involucraba las finanzas del ejército; así que me recomendó que le pidiera ayuda. —Tienes razón. Lo intentaré.
Sieg también me ayudó en hacer los osos. De modo que, de alguna forma fui capaz de terminar veinticinco antes de la fecha límite.
Al ver eso, el mercante recibió los bienes con gran felicidad. —Entonces…parece que estarás ocupado por el momento. —Así es.
Antes de que me diera cuenta, el bosque se estaba tiñendo con los coloridos tonos del otoño. Mientras permanecía encerrado haciendo osos, el verano se estaba terminando.
—Eeh, si te parece bien, por favor, toma esto. —¡!
Le entregué al mercante las instrucciones detalladas de cómo fabricar el oso de madera.
—Un buen artesano debería ser capaz de tallar uno siguiendo las instrucciones. —A-algo tan importante, ¿realmente está bien? —Sí. No creo que pueda hacer más por un tiempo. —¡¿No pondrá esto en peligro tu carrera como un maestro artesano?! —No, está bien.
Porque no soy un maestro artesano de osos de madera…
Esta fue la última vez que intenté un método tan precipitado de conseguir dinero. Gracias a las maravillosas habilidades financieras de Hermann hubo dinero de sobra en el presupuesto de la aldea.
El origen de mis dolores de cabeza había sido resuelto y me sentía mucho mejor.