Gealittera 11

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com http://revistagealittera.blogspot.com.es/ IBSN: 14-08-2014-55

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INDICE EDITORIAL Carmen Membrilla Olea

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Cecilia Ortiz

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POESÍA Isabel Pérez Aranda

Olor a mar (recuerdos)

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Carmen Conde

En un instante

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Gloria Marecos

Desiderátum

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María P. Comorera

Mare Nostrum

17

José Ramón Castaño Díez

19

Mía Péman

El mar es lejanía o cercanía

21

Tomás Sánchez Rubio

Mar de dudas

27

M. José Mures

29

Mar Blanco Larrosa

31

Marianela Puebla

Océano Pacífico

33

Juan Miguel idiazábal

Primera ola del invierno

35

Rita Bedia Lizcano

Blanc de blancs

37

Emilia Marcano Quijada

Me senté a contemplar

41

Luis Gilberto Caraballo

43

Graciela Arbiser

A toda costa

46

Ana Maritza Aguirre Schwarzl

El mar y yo

48

Adri Delfini

Así como el mar

50

Aleqs Garrigóz

Elegía marina

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Alicia de León Epp

Cuéntame

54

Genaro Riera Hunter

Mar-ea en el sur

57

Asunción Caballero

Un dolor milenario

60

Anamaría Mayol

Desprendimiento

62

Isabel San José

Marinero

64

Fernando Sarría

66

Mariena Padilla

Mar de sargazos

68

Roxana Rosado

El mar abraza las olas

70

Julia del Prado

Amarrada a su bolero

73

Pura Fernández Segura

Aguamarina

75

Säo Gonçalves

76

Marita Ragozza

Amor de mar

77

Javier Andrés Molina Rodríguez

Te dejaré volar

79

Milagro Haack

XII

82

Custodio Tejada

Un mar de cosas

84

Amelia Arellano

Bon jour

88

Isabel Pisani

Marina

90

Graciela Romero

Bosquejo

92

Sandra Gudiño

Mar

94

Gloria Gayoso

Mar de Galilea

97

Araceli García Martín

La criatura

99

Mar de Fondo

Corrientes

101

Sara Brussa

San Noé

103

Luci Garcés

El mar, igualando

105

Miriam Álvarez

De río a mar

107

Natalia Pineros

Abrazando el mar

109

Raquel Graciela Fernández

Debajo de la ola

111

Isabel Rezmo

Oigo el mar

113 4


Inma Ferrero

Amado ausente

115

Antonio Pérez Cozar

Trágica mar

118

Alejandro Rivadeneyra Pasquel

Amar la mar

123

Gema Bocardo

Navégame

125

FOTO- POEMAS Cecilia Ortiz

128

Carmen Membrilla Olea

129

Daniel R. Jaime

130

RELATO Margarita Polo Viamontes

El mar azul, democrático

132

M. José Riazuelo

El mar

138

Juan Carlos Cárdenas

20.000 leguas

140

Mayte Álvarez

Los cuatro elementos

142

J. Javier Terán

Allí donde el mar

146

Adrián González

Una mínima esperanza

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EDITORIAL 6


Imagen: René Magritte

En julio, nuestra Tierra de Letras está bañada por el mar. Más allá del papel y de la tinta, de nuestros portátiles y de nosotros mismos, las palabras durante este mes extraño (invernal para unos, veraniego para otros) se mezclan de forma irremediable con horizontes mágicos, con navíos eternos y con espumas blancas de agua y de sal. El resultado, como siempre, abonará el suelo; nos hará crecer y diseñará un horizonte común para todos nosotros: los de Gealittera, los que nos damos cita siempre para imaginar y crear, haciendo lo único que sabemos hacer que es ESCRIBIR. Gracias por querer construir junto a nosotras este mar de vida. Carmen Membrilla Olea. Guadix-Granada-España.

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Imagen: Google

Cómo sería nuestro mundo sin el mar. Sin las olas que traen su energía a nuestras playas y nos hacen sentir la gestación de un mundo líquido. El mar es agua que vuelve, alguien lo dijo por ahí. Siempre vuelve. Esa misteriosa fuerza que lo aleja y luego lo trae otra vez a acariciar la arena, o golpear el acantilado, o mezclarse con un río que desemboca en él. Así creamos nuestras obras, con ese golpear del agua en nuestra sensibilidad y parece que se va y logramos asir la idea y plegarla sobre la arena de otra idea/ola. Y así, siempre así, como el mar. Nos vamos para regresar en un poema o en un relato. Con palabras ordenadas de manera diferente, esas palabras que usamos diariamente pero con la energía del mar creador, parecen otras. 8


Y aquí estamos, rodeadas de mar/palabras. En nuestra tierra gealitterana. Paraíso de los que se atreven a escribir y nos acompañan. Gracias a todos. Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina

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POESÍA

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ISABEL Pร REZ ARANDA OLOR A MAR (RECUERDOS)

Imagen: Macarena Ortega Oyanedel

Azul cielo, azul mar, blanca espuma de las olas al varar, zozobrante ondula el agua, agua y piedra se conjugan a la par, ola viene, ola va, trayendo ilusiones, llevรกndoselas, 11


sal amarga, ruda sal, caricias “pa” quien las quiera, “pa” quien las pueda atrapar.

Degustaré sin pausa mi sed de mar, en su luz me asiré para siempre, llevaré mis ojos más allá de lo que logren ver, y al compás discreto de la espuma le ordenaré quietud.

Me dejaré llevar en la plácida visión y brindaré con este olor a mar, calmare las olas e invocaré al sol.

Horizontes con ternura trazare, planearé de nuevo, y al tiempo, regresaré.

Isabel Pérez Aranda / Guadix / Benidorm – España

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CARMEN CONDE EN UN INSTANTE

Imagen: Mayumi Haryoto

La memoria es un lazo lleno de momentos. Algunos instantes se deslizan a un tiempo. No existen aĂąos, meses, dĂ­as, horas, solo instantes donde todo fluye.

Habitas un templo desorientado, tus movimientos se limitan mientras tu mente trasciende todo horizonte 13


y el pensamiento corre sobre los puentes.

Los sentimientos navegan sin razones. Tu semblante es como un océano lleno de recuerdos.

En tus manos la espuma de las olas, olas que aproximan la sal y arena de las ideas, ideas que chocan contra la roca como la espuma en tus manos.

El atardecer es el susurro del aire. La mirada un grito silencioso y el despertar de la noche un tesoro que se oculta del día.

Cuando el soplo en un amor eterno no me es ajeno, descorro el azul del cielo y estás aquí y estoy aquí, en este instante todo se refleja como las estrellas en el Universo.

Carmen Conde (Sedemiuqse) Sanlúcar la Mayor (Sevilla)

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GLORIA MARECOS DESIDERÁTUM (A mi país mediterráneo)

Imagen: Juan Fran Martínez

Gaviota triste, incubada y nacida en el fluido amniótico de un vientre sin mar. En su tímida pequeñez, ejercita día a día su aletargada vocación 15


de playas, de mareas y caracolas. Sabe que allá lejos, después del confín horizontal, tienta, deslumbra y seduce la complicada miscelánea de inexplorados piélagos. Gaviota triste, ensaya sin descanso sus vuelos alisios sobre la espalda mediterránea de los vientos del sur. Sabe que allá lejos esperan las inmensidades oníricas con su intenso sabor de sal, de arena y mar.

Gloria Marecos- Lambaré – Paraguay

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MARĂ?A P. COMORERA MARE NOSTRUM

Imagen: Pierre Marcel Schmidt

Belleza dejas en el aire cuando tus olas espumosas se elevan con gracia, y bailan formando rizos, caracolas y puntillas de encaje.

Bandeja que brilla en la noche, cuando la Musa dorada asoma se peina y deja en ellas el beso precioso de plata y nĂĄcar. 17


Olas que van y vienen danzando, van inquietas, llegan a la playa la acarician y se retiran sinuosas y coquetas.

Mare Nostrum de azul intenso, rozan tus aguas las gaviotas revoltosas, que suben y bajan, chillando gozosas.

Divino es ese MARE NOSTRUM que al atardecer se tiĂąe de rojo, el sol avisa que desea ir a reposo, y deja en las aguas su color hermoso.

MARIA P. COMORERA- TARRAGONA- ESPAĂ‘A

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JOSÉ RAMÓN CASTAÑO DIEZ

Imagen: Pierre Marcel Schmidt

Como un surco sobre la yerma tierra, me atrevo a soñarte arañando con mi voz las notas del silencio, vuelta la espalda hacia el olvido y el corazón abierto al mar para dolerme de cada herida tuya.

Y miro al mar a través de tus ojos ausentes, y no lo veo sino en su confusión de inmensidad, 19


sumido en la nostalgia de su propio eco cuando desanda el sol el horizonte, pues ya la noche se cierra a los caminos donde de vagar hace premura el viento.

Mas, aún, puedo ver el mar, a la ciega luz de mi memoria, en la cercanía de la playa, en sus arenas fatigadas, enrocándome en cada intervalo de ola… y su rumor es como un llanto que no cesa.

Hirviente batahola que, en su belleza, evoca eternidad; la eternidad de aquél que, siendo oceánica gnosis, epítome de azules ecos, fue nudo propietario de esa heredad del tiempo que es la tierra.

José Ramón Castaño Diez – Oviedo (España)

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MÍA PEMÁN EL MAR, ES LEJANÍA O CERCANÍA

Imagen: Google

Allá en la cercanía, quiso verse como si fuese un horizonte, es lejanía a la vez, y lo sabe…

¡Un mar de campos se acercan jubilosos, cuando las siluetas 21


dejan entrever toda su magnificencia!

Entre las llanuras extensas sabe buscarse un lugar, la calma le da ánimos y hasta lo más largo de las Comarcas, se divisa y se huele… quizás al convertirse en halo de esa panorámica, que divisamos algo nuestro, de cada día.

Lo tenemos al lado y no lo sentimos, sin embargo, sabemos que está ahí más grande y enorme, inundando de sabores y mieles que las tierras y los valles, júntanse al mismo tiempo divísanse como si fuesen uno, tan solo.

Es el mar, nuestro de cada día pero, no es lo mismo que la mar ya qué, desemejante se le ve y se aprecia, 22


diríamos tiene otra alma inmortal esa qué hay que saber ver con la esencia, y en Autilla del Pino tenemos el Mar de Castilla, frondoso él… cómo el qué más y, no siendo realmente mar, así lo vemos y lo enseñamos es nuestro… verdadero y sencillo, quien un día se llega hasta su Mirador podrá admirar su belleza magna, su colorido en el día cuando la noche cae, sus olores reviven ese fulgor que el día les regaló, las luces del firmamento los visten con albores distintos, salen las auroras a vestirse de galas señoriales, pues, la noche ha llegado.

Desde el acá, hasta el allá lejano se creen ver, infinidades alomadas llanas y alargadas, subiendo a lo más alto… en esa 23


Tierra que de Campos, sabe ser y allá a lo lejos se llega… más de cien kilómetros se ven nuestra Montaña Palentina, con su excelsa hermosura… sin igual que los municipios cercanos, presentan como algo digno de admirar.

Verdes los prados y las tierras, enseñan cantidad de matices juntándose con ese firmamento, que vela sus maravillas doradas… marrones, entre las labores del campo rubios cabellos lo engalanan de acordes, algunos árboles que le delinean pasando a ser, vivencias extremas dando lugar a sus recuerdos allá en la planicie, dibujando su esbeltez.

Conversando con el atrevido Mar, quiere reclamar su puesto el cual se merece, también… 24


teniendo toda la razón del mundo.

Tendré que darle señales, visibles entre las nubes viajaré dónde quiera que estén, sin limitaciones ni aconteceres su tiempo, no pasó desapercibido tan sólo, le dejé en espera para poderle explicar, qué otro Mar parecido a él… existe.

Espesuras de llanos a lo lejos, no conoce él… ni se imagina tal belleza imposible podría ser, pero… para nada… todo llega y todo tiempo surge, del más acá ha brotado sin prisas aceleradas, coordinarán sus empeños mostrándose fieles y leales, siguiendo un camino de veredas saltando montañas y senderos largos, hasta atreverse a conocer 25


mirándose de frente, y sabiéndose hermanos al fin.

©Mía Pemán – Palencia – España

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO MAR DE DUDAS

Imagen: Google

Llegará el día que amanezca con un nuevo milagro de los panes, de las paces y de los peces -la paz multiplicada por pan es más paz-. Escrito está en la candente arena de castillos gris perla, tan inmunes al viento del este, que la salvación nos ha de llegar por el océano; que una marea rampante acabará ahogándonos las miserias y las torpes desdichas disimuladas entre los falsos reflejos de serenas dunas. 27


Mártires renovados, clavados como estacas frente a los embates de una traicionera corriente que todo lo arrastra, sembraremos de azuladas sombras las calas llenas de oquedades, los precipitados fondos abisales y las dehesas de algas marchitas. Entretanto nos queda esperar, esperar con una esperanza pasada por el agua clara y salada de lágrimas aún sin enjugar, inútiles ante el dolor de ver tanto yermo aquí abajo, en una tierra mucho menos firme de lo que podría parecer a simple vista de gaviota.

Tomás Sánchez Rubio. Sevilla- España

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M. JOSÉ MURES

Imagen: Google

Autopsia a palabras que traen días sin ardor, adentrarme en el mar, nadar para nada, fuera el mal acecha, dentro acecha el mar, hundirme en un sueño 29


de olas azules y fuerte temporal. Quelonia voladora

M. José Mures. Fernán Núñez. Córdoba. España

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MAR BLANCO LARROSA

Imagen: Google

Desde que lograste el permiso de la luna para indagar mi piel, tengo: las huellas de tu mano en mi rodilla, tu sonrisa titilando en mis ojos, y tus manos ,en las mĂ­as, impulsando las olas, ataviadas con los versos de tu tierra; rompiendo contra los acantilados 31


los silencios pintados del destino. Desde que lograste el permiso de la luna, escucho el ritmo de tu pecho rimando con el mar.

Mar Blanco Larrosa-Zuera- Zaragoza- Espa単a

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MARIANELA PUEBLA OCÉANO PACÍFICO

Imagen: Google

Amor, mi querido mar del Pacífico sur. Quisiera ser parte de tus olas para acariciar tu cuerpo y penetrarte hasta llegar al fondo de tu abismo.

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Hoy vienes a mí y besas la playa tibia. Tu boca de espuma busca mi huella olvidada en la arena y dejas tu llamado ferviente evaporado en el aire.

Cierro los ojos y bajo a tus profundidades muy cerca de tus pensamientos, y, en la cuenca de tu corazón duermo un sueño eterno junto al susurro de tu voz salina.

Marianela Puebla- Valparaíso- Chile

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JUAN MIGUEL IDIAZABAL PRIMERA OLA DEL INVIERNO

Imagen: Google

Tanto frío hace que parece que las olas se van a congelar, mientras recuerdo el sabor de un beso, en verano imagino estar.

La cálida arena baña mis pies, el astro rey broncea mi piel, el tronar de las olas es mi canción y un beso viene a mí. 35


Un beso como el primer chapuzón frío; un beso como la primera ola del verano; un beso que me salva del frío.

Una ráfaga me trae de vuelta, aun mantengo ese sabor, ese beso, ese dulzor, como un chapuzón frío y agarro la primera ola del invierno.

Juan Miguel Idiazabal Resido en LiuShi, China Argentino

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RITA BEDIA LIZCANO BLANC DE BLANCS

Imagen: Google

Encaje hĂşmedo, anhelo persistente en mi memoria.

Planeo emboscada, hambre voraz .

Velocidad, caricia, 37


semáforo, titubeo.

Velero.

Apetece navegar en mi mar.

Soldado erguido bajo la sábana caliente.

Exquisito sufrimiento, ávida agonía.

Descobijo. Calcinas mariposas, lengua.

Temporal.

Nubes te rodean, te hacen preso, vientos de huracán. 38


A Dios imploro piedad devoro tu carne.

Moja mi boca, pasiĂłn, frenesĂ­, lamentos de placer.

Miradas enardecen mi fuego.

Desnudos pezones erectos.

Gemidos, embestida, en guardia, decidido dispara.

ÂĄDios!

Un grito, 39


mi nombre.

Bebo, paladeo, disfruto cosecha de uva.

Oro pálido, “Blanc de Blancs”

Rita Bedia Lizcano.- Apodaca, N.L. México.

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EMILIA MARCANO QUIJADA ME SENTÉ A CONTEMPLAR EL MAR

Imagen: Google

Me senté a contemplar el mar, por obra de un capricho ensimismado. Me deslicé por un tobogán hecho con los escombros de todas mis tragedias. La arena, más blanca, cálida y grumosa, se sujetó a los dedos de mis pies en un ardid por escapar 41


e irse conmigo de polizón. La espuma parecía una línea de sal que se detuvo debajo de mis ojos, de mis juguetes perdidos, de los huesos abandonados y las oraciones que no se olvidan. El viento, a pesar de mi ausencia me saludó con esa mano cordial que te roza la mejilla y se va. Los pájaros, sin nada que decir, mucho han contado en sus alas batiendo sobre el aire. Me senté a contemplar el mar y a pesar de toda mi aflicción, de tantos recuerdos apretujados en una bolsa vieja, una sonrisa se dibujó en mis labios, una fuerte inspiración llenó mi pecho, una mano secó mi tristeza, porque solo vine a pensar y es el mar el que me piensa.

Emilia Marcano Quijada- Isla de Margarita- Venezuela

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LUIS GILBERTO CARABALLO

Imagen: Google

Ese mar de azuladas aguas apenas convocan tildes, orillas de f贸sforos, buscan encender al poema en su proa m谩s vacua, al verbo. Luz del semblante, caracoles desprovistos, desnudan tiempos y espirales. Alientan siluetas febriles 43


de propia voz, y barcazas ancladas a pieles arenosas. Izan banderas almas e himnos, músicas, ventean ante aquella inmensidad marina. Lumbre, hasta el infinito orla como nube vaga, viaja en túnica, vapores del alba. Iluminan, descarnados cuerpos alumbran cúspides así sus huellas de enlunadas mareas no se abandonan y la espuma demora ante esos semblantes, tildes sin conchas buscan. Noche etérea 44


oleajes acunan el ulular del mar versos alumbran al silencio en la alcoba, más íntima y sobria, al desnudarse en proa, al desgarrarse de conchas mar, mar y mar hasta el más íntimo hondonal.

Luis Gilberto Caraballo- Caracas- Venezuela Junio 2015

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GRACIELA ARBISER A TODA COSTA

Imagen: Google

A toda costa mar a toda costa vegetal a toda costa vida paredes

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hormig贸n que no existan entrar al mar ser parte de 茅l ser mar

Graciela Arbiser- Ciudad aut贸noma de Buenos Aires (C.A.B.A) Argentina

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ANA MARITZA AGUIRRE DE SCHWARLZ EL MAR Y YO

Imagen: Google

El mar es un poema sin fin, que rebasa mis sentimientos. Frente al mar, voy, vengo, vengo y voy, entre mareas, entre oleajes de espuma blanca 48


que bordan la arena en una inmensa playa. En el mar soy y no soy, y entre las aguas, entre las olas, me sumerjo mar adentro, salgo, entro, vuelvo, rompo olas, me zambullo, me enloquezco, extiendo mis brazos, abro mi coraz贸n, y me derrito como sal entre sus aguas.

Ana Maritza Aguirre Schwarzl- Per煤/Alemania.

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ADRI DELFINI … ASÍ COMO EL MAR …

Imagen: Google

Así como el mar abraza a la arena con pasión y con tibieza , me acurrucas en tu pecho, me envuelves con tibios besos.

Deseo que va ascendiendo deseo que es una entrega 50


y cuando menos lo esperamos, desnudamos nuestros cuerpos.

Poco a poco… beso a beso… con ternura nos amamos, los dos nos vamos rindiendo.

Tenemos la misma música tenemos los mismos sueños, abriéndonos al amor, abriéndonos a lo eterno.

Adri Delfini- Buenos Aires- Argentina

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ALEQS GARRIGĂ“Z ELEGĂ?A MARINA

Imagen: Google

Vienes y te vas. Me golpeas obstinadamente y te humillas ya ante mi levantando espumas altas como roncas y funestas pronunciaciones.

Yo escucho y atesoro el eco de tus lamentos como el caracol el susurro del mar, 52


abandonado a la orilla.

Vienes siempre a mí queriendo devastar el margen que me asila, lleno de tu cuerpo de agua estruendosa y amarga, presto a romper las riveras que te apresan.

Te esparces en mi cercanía ahora muy lánguidamente sin alcanzar a arrancarme de mi anclaje y llevarme confundido entre lo tuyo.

Me golpeas monótonamente…

Y yo permanezco en mi sitio, pétreo, casi fosilizado, sin poder consentir o negar.

Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México

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ALICIA DE LEÓN EPP CUÉNTAME

Imagen: Google

Cuéntame de lunas que se han hecho trizas sobre tus vaivenes. cuéntame de besos de los ígneos besos con los que el ocaso enciende tu pecho. Cuéntame de alas de salobres alas 54


dueñas de tu cielo y de la inarmónica voz de las gaviotas como locas notas de tu propio canto. Cuéntame de hadas de invisibles hadas que vistiendo espuma llegan a tus playas. Cuéntame de huellas de huellas y amores que tú has llevado, secretos de vida que te contó el viento y sueños marinos dentro de tu olas por siempre guardados. Pero no me cuentes de puertos y naves de tristes pañuelos de adiós agitados sobre tu distancia sobre tu inmensa, 55


y tenaz distancia no me cuentes de esa mirada que llenas hasta que los ojos se inundan de lágrimas yo ya se esa historia yo bien la conozco cuéntame de hadas, de besos , de alas de frágiles lunas sobre ti quebradas…

Alicia De León Epp Uruguay/Canadá

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GENARO RIERA HUNTER MAR-EA EN EL SUR

Imagen: Google

Con la misma pasi贸n con que nos amamos dentro de nuestro mundo de polvo y gredas 57


nos encrespamos con el fiero ímpetu del mar embravecido por las turbulencias del torbellino. Pero me gusta cuando dices "no puedo más" en forma teatral. Sonrío, aunque sea mentira de olas en bajamar. Y me gusta cuando subrayas enojado enroscando tus espumas en las crestas de altamar. Y me gusta cuando vienen tus palabras enmarañadas arrastrando las arenas de mis playas en calma. Y me gusta… y me callo… y bajo la cabeza. Me gustan tus quimeras… tus miradas utópicas. Me gusta el roce con tu piel y tu olor que me anega por mucho tiempo como sal marina que cala el brío de las rocas. Y siento que lo siento. Y me gusta el aire que tus manos me alcanzan cuando la apariencia contigo me deja libre. Me gusta cuando desciendes como el rocío invisible y manso. Me gusta si loco, y no tan loco, con máscara de loco, te deslizas sobre mis deseos inseparables. Me gusta que tus vientos no pasen con urgencia. 58


Me gustan tus secretos del alma, tan secretos como el fondo insoluble del mar.

Genaro Riera Hunter - Asunción – Paraguay

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ASUNCIÓN CABALLERO UN DOLOR MILENARIO

Imagen: Google

Vengo a ti a coserme las heridas que sangran en el reverso de mis vísceras, allá donde sopla perdida una tolvanera entre el laberinto de mis propósitos. Vengo a ti, a calmar la sed de mis sesos 60


-ciclón sin tregua-, y a llenar mi mirada de azul en calma.

Vengo a ti y hoy no tienes descanso, galopas al empuje del aire con gorro de luna llena, y la música de tu oleaje empapa la arena de mis poros.

Vengo a ti a mirar tu embrujo sobre el horizonte y quisiera ser sirena saltando a veces sobre tu espuma, y bucear en tus entrañas hasta vaciarte el dolor de los milenios, que llevas siendo Mar.

Asunción Caballero- Madrid - España Mascab 2015-06-24

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ANAMARÍA MAYOL DESPRENDIMIENTO

Imagen: Google

Olvido el mar en el último infinito de un cuerpo

dejo que el viento mueva el aire le haga el amor al cielo se azule suba tibio hacia el vuelo de un pájaro

borro el oleaje 62


el ruido del oleaje en el caracol que lo retorna

busco un poema que no te nombre que no sangre palabras en mis manos que no tenga tu rostro

AnamarĂ­a Mayol- San MartĂ­n de los Andes- Patagonia Argentina

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ISABEL SAN JOSÉ MARINERO

Imagen: Hubert Escobar

Ansiedad de poder verlo, de escucharle y acariciarle, ansiedad en el alma de tenerlo, y mi amor poder entregarle. ¿Por qué el amor es así? 64


Yo muriendo en soledad, ¿y él?, tal vez feliz sin mí, ¡Despiadada la cruda verdad! ¿Es que no echa de menos, del amor nuestra intimidad? ¿Es que no siente los vacíos, que llenamos hasta la saciedad? Dime tú, que eres marinero. ¿Perlas no has encontrado, en tus andanzas por el mar? Son lágrimas que bogando, sin descanso, van buscando, a un amor que perdieron, sin motivo y sin razón, y presurosas partieron. ¿Oyes en tus viajes lamentos? Son los ecos de mi corazón, que amándolo en silencios, pierde a veces hasta la razón. ¿Escuchas cantos de sirena? Son arias llenas de amor, que aun musitadas con ternura, para él un día perdieron valor.

Isabel San José-Cuenca- España

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FERNANDO SARRÍA

Imagen: Google

Recuerdo que era el último barco a Creta. La esperanza no dormía entre nosotros. Soledad de un muelle. El hambre de la vida y la ansiedad del verano se fueron por un instante con la lluvia, el aguacero dejó límpido el aire, el viento traía de las islas nubes añiles y pájaros marinos. Recuerdo que era el último barco a Creta. Recuerdo la sombra de un laberinto de minotauros y a marineros silenciosos en la taberna 66


sentados frente a sus vasos de aguardiente. Era el barco que no cogimos esa tarde de agosto, aunque las horas fueran mansas y jugásemos a los dados hasta los primeros besos del nuevo día. Recuerdo el mar Egeo como a un animal dormido, al fondo un bosque de coníferas y un faro alumbrando monótono los farellones de la costa, mientras esperábamos el último barco a Creta que ya no vino.

Poema de Las Horas-Editorial Quadrivium 2012 Fernando Sarría- Zaragoza- España

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MARIENA PADILLA MAR DE SARGAZOS

Imagen: Google

Tu cuerpo -espada que abre en dos al marse hunde en el espacio verde plata

A lo lejos, sepias alfombras en la superficie avanzan colonias de sargazos ondulan 68


al tiempo que el ocĂŠano respira amenazan la costa eventualmente se desprenden fragmentos racimos besan tus hombros se confunden con tu pelo

Paralelo a la playa un remate de espuma se colorea con tus huellas Restos de agua y algas sobre la arena fugaz registro de tu paso.

Mariena Padilla Monterrey, Nuevo LeĂłn, MĂŠxico.

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ROXANA ROSADO EL MAR ABRAZA LAS OLAS

Imagen: Google

Quisiera contemplarte en el brillo de las olas mientras pensativa, me siento y escucho el susurro de las piedras cuando se mojan de tantas lรกgrimas que emanan de la tierra y del sol, el viento juega con mis cabellos 70


que se tiñen de un rojo más rojo que el atardecer, la tarde languidece y con ella el cuerpo pide un descanso o una caricia o tan solo un cariño. El mar abraza a las olas y me cuenta historias que a nadie más ha contado, la espuma intenta llegar hasta mis pies para jugar con mis sueños y la brisa humedece mis pensamientos al respirarla me trae aromas de deseos perdidos en la distancia, en algún lugar entre el presente y el ayer.

Y me quedo muy quieta esperando que el sol se duerma, las manos de la luna me saludan mientras el manto negro cubre el cielo esperando que me dé sueño y me pierda en su negrura, 71


hace frío me acurruco sobre mi mirada y mi cuerpo me abraza dándome un poco de calor, de ese calor que se esconde allá en algún punto en el horizonte donde el sol duerme plácidamente a tu lado.

Mis sueños van más allá de las olas meciéndome en esa fina red que tejen a mi alrededor, mi rostro sonríe mientras duermo y una estrella de mar, curiosa me mira mientras baila y se mece ella también sonríe porque ambas sabemos que mis sueños no están solos porque ahora estás en ellos.

Roxana Rosado. D. F. México 72


JULIA DEL PRADO AMARRADA A SU BOLERO

Imagen: Google

A las seis de la tarde el sol se casa con la luna en esa bahĂ­a larga de chalanitas y figuras

El viento azuzado por el fuego se lleva heridas trae otoĂąos tiernos 73


ese juego / su presente

Odisea se da de plumas blancas / azules en los juncales la mar / siempre ella dibuja una antigua terraza de madera

EtĂŠreo tiempo de pareja amarrado su bolero.

Julia del Prado (PerĂş)

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PURA FERNÁNDEZ SEGURA AGUAMARINA

Imagen: Google

Calma, en la hora leve de la aurora, el mar soñoliento ondea cadencioso, y acompaña, solícito, mi alma atribulada. Los azules se funden en el aire.

Intensa aguamarina, desde la atalaya de la memoria.

Pura Fernández Segura. Guadix. Granada. España. Del poemario ZONA PRÓXIMA. Ediciones Dauro 75


SÄO GONÇALVES

Imagen: Edite Melo

Con la claridad de tus ojos enciendes la luz en un mar solitario Habitas ahora dentro del sueño, en este suelo amarado a un lugar sin nombre me sobra el tiempo y la distancia es apenas un trozo de tierra olvidada al norte de tu cuerpo el azul se funde en el abrazo, una calma de vientos guiados . Hay un camino trazado en el azul de tus ojos una sombra en la tierra, cuna de aguas que ahora te envuelve. Corres, respiras, te confundes en la brisa fresca de la mañana. Es el brazo de la ansiedad de la noche. Esta parte del mundo que se pierde de vista y el color de tus ojos es ahora tesoros por develar! Encierras el silencio en el ancla de la mañana, en ese pedazo de mar que te vio partir! Säo Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo. Traducción del portugués Cecilia Ortiz 76


MARITA RAGOZZA AMOR DE MAR

Imagen: Google

Miro el mar que apremia delfines. Con las manos juntas velo el agua de las mareas que se retiran entre algas y guijarros y me pregunto:

ÂżAlguna vez el tiempo dirĂĄ lo que no pudo nuestra perdida eternidad?

La noche suspira y abre aromas oscuros.

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Yo, mujer, añoro la fecha en que nos amamos, minutos fugaces entra las formas de los peces que nadan en claridades alba.

Las olas del mar se hunden, se enarbolan, se encrespan, y como mi ser. . . no se calman ni se colman.

El mar desde su garganta verde se deshace en saliva espumosa y salada con las olas que mueren en la playa.

Bajo una fría luz lunar y grafismos de gaviotas el dolor sabio me susurra que quizás el amor valga por su pena.

¿Alguna vez el tiempo dirá lo que no pudo nuestra perdida eternidad?

Marita Ragozza- Pehuajó- Argentina

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JAVIER ANDRÉS MOLINA RODRÍGUEZ TE DEJARÉ VOLAR

Imagen: Google

Hola Soy yo…

Hoy eres libre Libre de mi; libre de mis versos Libre de todo…

Y decido decretar tu libertad Para liberarme a mi también 79


Y arrancar cada una De las espinas Que hace mucho tiempo Desangran mi corazón

Hoy eres libre Libre de la prisión En que te mantenía mi imaginario Libre para reír Libre para llorar Libre para todo Y, cual si fueras un alcatraz, ¡vuela! Y vuela lejos del mar En que se han convertido mis ojos salados

Vuela, vuela Y que no sea mi corazón Una jaula para ti Nunca más Y todos los días Cuando te vea Sea frente a frente Sea en sueños 80


Sea como sea… Me preguntaré su fue una buena opción Dejarte volar Y que la respuesta me la de el tiempo. Pero si me la das tú Esperaré que la mar de mis ojos esté tranquila

Te advierto que estos versos no son Una sentencia final No… Pero, vuela, por favor. Que para ello destruyo los fierros Que te aherrojaban a mí… Si quisieras volver a mis ojos, Solo te recibiría Y que sea de ti y de mi lo que el destino depare.

Pero vuela ahora De la mar salada En que se convirtieron mis ojos.

Javier Andrés Molina Rodriguez- Barquisimeto- Venezuela 81


MILAGRO HAACK XII

Imagen: Google

Está sangrando la boca que cruza el paso del río

por el respiro de la hoja

-hay luz afuera

se inventa

se cae se abre el buen dios-

sentado

sobre la cesta llena de océano

abriendo lo oscuro cuando la tapa es reflejo por donde se puede mirar el festín de no tener

cuerpo 82


sólo río por debajo de la tormenta

sobre la pecera

amarrado a la boca que sangra sangra la lluvia con el vacío de luna el espejo

de Mar

traspasa el agua que desgaja

cayendo despacio al suelo

Milagro Haack- Valencia- Venezuela Del libro inédito Relámpago entre dos

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CUSTODIO TEJADA UN MAR DE COSAS

Imagen: Google

I Quiero contaros un mar de cosas sobre un fondo azul y un marco sepia.

Una aguja navega en una caja de hilos esperando la llamada urgente de alg煤n bot贸n 84


desabrochado o una costura.

Navegan los sueĂąos cuando dormimos. Los sentimientos navegan cuando el amor -en silencionos embarca en otro cuerpo que ruge a nuestro lado como un mar de sudor embravecido. Navega nuestra piel desnuda entre las sĂĄbanas como un barco a la deriva.

Las olas navegan cuando van y vienen con sus peinetas de espuma sobre la arena.

Navegan los ojos tristes por el cosmos salado del agua mientras los pĂĄjaros bucean 85


mar adentro en busca de un arrecife más allá de los párpados.

El tiempo naufraga en nosotros. ¿O soy yo quien naufraga en el tiempo? En cualquier caso, el mar nos seduce como una lágrima que cae por la mejilla.

Quiero contaros un mar de cosas sobre un fondo azul y un marco sepia.

II

Navega la luz Por la sombra El aire navega Por las manos Navega el fuego Por los ojos 86


La tierra navega Por las venas abiertas. En el mar del tiempo navegan las estaciones en un compás de cuatro por cuatro como canoas hechas de juncos que se pierden por la partitura de las mareas. El océano, convertido en un gran estómago hace de nosotros su alimento: El humilde plancton con el que sacia su hambre voraz e infinita.

Quiero contaros un mar de cosas.

Custodio Tejada- Guadix- España

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AMELIA ARELLANO BON JOUR

Imagen: Toni Frissell

Pasarela. Quimera alucinada Punta Rasa* Sola. Jubilosamente sola. Entre gredas y pantanos del instinto Sepulcro de los vientos, resurrección de brisa. Sola, es verdad. Pero es verdad también que vos estás conmigo. Te rescato en sol. Bebe hasta las huellas de mis dedos. Por un lado, río quieto, por otro mar embravecido. Estoy bebiendo el río de la sed, sorbo a sorbo. 88


Bebo este río árbol de la sangre. Huelo su nostalgia y su pasión. Soy el río. Aquel mismo, de Heráclito, el oscuro. Oscura pena negra, oscuro vendaval olvido. Oscura larva traición agazapada. Pero también clara como la flor de loto. Claro como el descanso en tus ojos de lapacho morado. Como el reflejo apasionado en los ojos del tigre. Como la infancia amamantada en lunas. Como cuentas de rosario de agua Como rezo en laderas del perdón. Extrañamente clara como agua bautismal de memoria. Como el abismo extranjero de tus brazos. Como tu sal. Situada en la Pasarella de los sueños. Exactamente en Punta Rasa. Proclamo el jubileo. En los cielos. En la tierra. Infinitamente. Soy mar. Bon jour tristeza. Bon jour, alegría.

*Punta Rasa es donde se une el Río de la Plata con el Océano Atlántico. Amelia Arellano- San Luis- Argentina 89


ISABEL PISANI MARINA

Imagen: Google

La arena esculpida de huellas con la brisa que acosa el calor acompa単a a la espuma doncella y se duerme abrasada en fulgor.

El velero rosado se aleja con el halo que arroba al cenit; 90


pero el mar se aflige y se apena cuando Neptuno aviva su ardid.

Un titán y su ninfa estrella se hincan tras el secreto peñón, y oran a los dioses de la tierra su hambre de besos y devoción.

Isabel Pisani- Buenos Aires- Argentina © Todos los derechos reservados

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GRACIELA ROMERO BOSQUEJO

Imagen seleccionada por la autora

Semillas de mar, hierba y vino descienden sin violencia por arenas de inacabados mundos. Quieren ser jardĂ­n regado por luminosas lluvias del espacio, crecer bajo pisadas pueriles de anchas playas urbanas. Estallan en verdes, azules y naranjas. Los verdes se imponen como hongos, 92


filetean los azules y se hacen olas se inflan los naranjas terrosos perfilando algún gesto de copa vacía desvanecida al amanecer. Un color cae y se apaga, regresa a la masa transparente, quiere y no puede elegir matices, desborda la paleta, trepa por la tela que lo espera ansiosa por capturar imágenes. Perfila una ola los dramas marinos, rompe, cae y en implacable quietud dibuja ondulantes ripples en la playa. Es un mar sin islas seguras contra esas mareas. No hay hogar, ni leños para encender. Los matices se debaten en su proyecto, temen que los expulsen de la paleta si definen los rostros ocultos, las manos que declaran acá estamos las voces que traen las olas y dicen ¡basta! Y lo deja así, siendo bosquejo, de un orden indeterminado desorden propio de la naturaleza, senderos, matices, semillas de todo lo que expresan cuando callan. Graciela Romero ( Alas de colibrí) -Buenos Aires- Argentina93


SANDRA GUDIテ前 MAR

Imagen: Google

Respira hondo cuando me ve llegar, me sabe mujer entre dos rテュos me conversa bajito a orillas de los dedos.

Mirada atlテ。ntica en cuerpo pacテュfico.

En los ojos del mar se han esfumado nombres, rostros, tantas voces. 94


Mínimo instante: empuño silencios, pájaros secretos.

Siesto en el mar.

Despojos de sombra arrastra, el viento trenza bienvenidas en mi espalda, encuentro ángeles perdidos´ la melancolía cesa.

Me mareo alto cuando ladran mis pezones grávidos detrás de la mirada. Escalofrío soledades, iconos vivos en estado de indolencia.

Huello en espera.

Me golondrino: ancestral urgencia viajera, 95


voy y vengo sin tanta nostalgia en la comba de la lengua.

Húmeda de playa y caracolas, esencia de río al río vuelvo. El puente abre la boca para engullir mis versos. A mate amargo sabe su aliento.

Y aún así amanece verde también para mí.

Sandra Gudiño- Santa Fe- Argentina

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GLORIA GAYOSO MAR DE GALILEA

Imagen: Google

Tú le viste llegar, túnica al viento. Tú escuchaste su voz, prédica y duelo. Cuando la barca era un tumulto de miedos, Él calmó la tormenta mirando al cielo. Mar... pescadores humildes, 97


te conocieron y cambiaron los botes por vastos suelos. Él lucía mirada, santo remedio para curar el alma y sanar el cuerpo. Mar... con tus aguas lavaste su rostro bello. Hoy los libros nos cuentan de su regreso. ¡Quiera Dios que los hombres lo entiendan presto! Él caminó en tus aguas... levedad hecha rezo. Del Amor nos contaba su rayo eterno. Mar, tú le conociste... ¡Pide al Padre en la noche con tu rumor de olas! ¡Venga su reino!

Gloria Gayoso Buenos Aires- Argentina -Derechos reservados 98


ARACELI GARCÍA MARTÍN LA CRIATURA

Imagen seleccionada por la autora

Entre el sueño y la muerte... mi cuerpo inerte. Párpado de agua, mirada de hielo. Sien fruncida.. mujer sin miedo. 99


Boca pesada, lengua acolchada, Palpando entre sabores húmedos. Con olor a mar, relaja mi espalda. Con masaje de olas, en sábanas blancas. Legado apasionado, que me enreda. Maldita criatura que amortaja. Entre el sueño y la muerte… mi cuerpo inerte.

Araceli García Martín- Granada -España

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MAR DE FONDO CORRIENTES

Imagen: Google

Tengo el océano encerrado en la mirada, los peces juegan a esconderse cuando duermo, bajo mis párpados ríen caballitos de mar. Orcas, ballenas y delfines bailan en mis pestañas. Colecciono conchas, mareas y reflejos de luna. La gaviota de Alberti viene hasta mis aguas a pescar. Mi pelo es una red que atrapa cantos de sirenas, mi vientre una isla para náufragos. Llevo corrientes frías en las manos, calientes en tu memoria, templadas en tu piel. Poseo un acantilado de razones 101


para respirar por tus branquias. Tus labios son la roca en que rompen mis olas: besos convertidos en rumores de vida. Ven, bucea por mis poros, descubre mis espumas, las perlas que nacen de cada herida.

Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia. España

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SARA BRUSSA SAN NOÉ

Imagen: Google

San Noé profeta... Obediente y tranquilo. “El señor enunció”... Por aquí empiezo... Por aquí termino... Le ordenó de a dos y de a dos consigo.... 103


Deambuló por las aguas. San Noé bendito. ¡Por San Pedro del Mar! ¡Compañero y amigo! ¡Por la Estrella del Sur! señalera y vigía. ¡Por el Árbol Vetusto! honroso y sombrío. Que se convirtió en Arca para estar contigo. Por la semilla del fruto. Por el palomo dormido ¡Por San Francisco señor! ¡Por San José bendito! El señor anunció. Por aquí comienzo y por aquí termino. Por este mi mundo San Noé del arca. San Noé bendito.

Sara Brussa- Santa Fe. Argentina.

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LUCI GARCÉS EL MAR, IGUALANDO

Imagen: Google

Desperdigaba el tiempo como una flor madura que deja escapar en suspiros los pĂŠtalos muertos de la aurora.

El mar bordeaba silencios de algas 105


abanicadas por rumores de escamas.

Y no había nada, ni en la garganta húmeda del hombre, ni en el seco graznido de las gaviotas.

Sólo la tumba abierta, olvido de todas las nadas doradas hundidas en el légamo de las indiferencias.

Y sobre el mar, una nube. Y dentro, el agua, ciclo único de vida.

El agua, la nada, el irreversible círculo de la muerte en la sal. Y el mar, igualando.

Luci Garcés. Galicia- España

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MIRIAM ÁLVAREZ DE RÍO A MAR

Imagen: Google

Metálico. Truena en mis pies tu voz traslúcida -pobre ritmo desoladoMe pulo en el borde de pequeños enjambres 107


dorados. Me arropan como cuchillas las lenguas incesantes. Regresan para lamer esta tumba

incierta -laberinto de rumbos desvanecidosDesemboco en vos con las manos barrosas.

Miriam à lvarez (Clorinda – Formosa – Argentina)

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NATALIA PINEROS ABRAZANDO EL MAR

Imagen: Google

Te escucho desde donde quiera que esté, Siento como tu voz inconfundible me llama... Es la melodía perfecta, es la cura mágica, Que mi alma a gritos aclama....

Tu inmensidad, tu ser eterno, tu esencia toda es algo que por completo me abruma… Cómo deseo sumergirme en vos todas las noches y que mi alma entre tus olas se confunda... 109


Contemplo tus brillantes olas, tu furia embravecida Tu textura fría y tu fragancia salada... Sos el mar que lava todas mis lágrimas, así purificando mi alma de heridas despiadadas...

De pie frente tuyo, Embriagada por tu plenitud, acaricio la arena; Cómo desearía respirarte poro a poro, por siempre acariciándote convertirme para siempre en tu más bella sirena...

Nada tengo que perder avanzo perdida hacia ti Dejando atrás toda cordura; Abrázame con fuerza déjame pertenecerte por siempre Amándote hasta la más profunda locura...

Natalia Pineros- Mar de Ajó, Buenos Aires, Argentina-

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RAQUEL GRACIELA FERNÁNDEZ DEBAJO DE LA OLA

Imagen: Google

Debajo de la ola los sonidos húmedos del caos amatorio giran junto a la espuma. Soy un pez sorprendido en el anzuelo prodigioso de tu sexo, desbordado en su líquida fosforescencia. Tus ojos son navajas 111


que evisceran mi mirada sin párpados, cuchillas que se clavan en mi vientre con un eco insondable de caracolas plenas. Debajo de la ola una cinta de algas ondulantes se derrama en mis flancos. Soy un pez y mis branquias estallan de deseo. Y ruedo enredándome en el canto de una sirena atávica varada entre tus muslos cuando asciende la marea como el grito y la luna se desboca en escamas de plata sobre la mueca salobre del océano.

Raquel Graciela Fernández – Buenos Aires, Argentina

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ISABEL REZMO OIGO EL MAR

Imagen: Google

Oigo el mar, como la vida, una mara単a de cabello en mis ojos desorbitados. Me doy cuenta, me hago la pregunta a la indisciplina de la respuesta. Me hago una muerte en los ojos cerrados. Caigo en la cuenta. Quiero proteger un suspiro, las horas, 113


quiero navegar en la espuma de la playa sin nombre. Quiero seducirme en tu cuello, en tus brazos, los brazos del abrazo y de la respuesta a cualquier clase de amor que no lleve a la desesperación. Que no lleve al letargo. A la frialdad del propio destino, de no saber, de no querer, de no decir, pronunciar, disparar, olvidar, doler, seducir, soñar... El sueño es como un arrecife de historias dormidas en rocas serpenteadas por ruidos del ser..... Querer ser, querer ir, simplemente querer.... ¿Y en la madrugada? Como el náufrago. Acércate. Es un susurro. Mi voz, se descuelga del teléfono en un páramo, en la vieja arena de un gladiador el que me tensa el cuerpo, y me incita, a perder una condena, a ganar una sentencia… menospreciar la quietud, que no tengo.

Extraído del poemario Paisajes de Una Dama, El Taller del Poeta, S.L2013

Isabel Rezmo- Úbeda- España

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INMA FERRERO AMADO AUSENTE

Imagen: Google

Como un ocĂŠano de besos te viertes en mi boca, y eres ese amado ausente que al besar, se desborda. 115


¡No abandones mis labios, volviéndome loca! tras susurrar en mis ojos, esta luz que me ahoga.

¡Espera, detente amado!, espera sólo a la aurora.

Esperar a que el sol gobierne, en este cielo amapola.

Que yo moriré sin verte, en este llorar de olas.

Y se acabará el suspiro, que mi amor deshoja.

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Inma Ferrero- Madrid- España Poema: Amado ausente. Bitácora del Pensamiento © 2012 Inma J. Ferrero Nº de Asiento Registral: 16/2012/7372 Copyright © Todos los Derechos Reservados

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ANTONIO PÉREZ COZAR TRà GICA MAR

Imagen seleccionada por el autor

Un recorrido corto una hebra cristalina que se abre en el cielo una senda limpia y amplia por donde transitan arterias amorfas conjuntos de sangre perdida agua mansa fusionada con barro y forraje que atraen las mareas una verde sonrisa crujida en el tronco 118


sedienta de sed expira

un colibrĂ­ refulgente buscando

una estela nerviosa

cogida de una rama una criatura que la mira sedienta y hambrienta ansiosa de ella

los rasgos de unos ojos pĂŠtreos como una piedra solitaria te arrastran de sus huellas emanan claros de luna filamentos de seda desbordando las aguas de donde vinieron (sus huellas)

un dolor exhausto interminable 119


irresistible inaguantable la vida absorta se difundĂ­a

un grito desgarrado una sĂşplica honesta, una entrega en el tacto un halago en la mirada aquella sonrisa soslayada como maroma donde agarrarse

vino de ayer el recuerdo golpeando con sus alas de cristal al viento con sus garras de cristal con su boca enacerada de cristal con su lengua transparente de cristal vino de ayer la batida del mar

empujĂł al acantilado hasta el abismo 120


y al abismo lo empujó hasta la tierra y la tierra dejó de parir como ofrendas suculentos manjares

voluminosos

una marea de espuma estéril planeaba sobre la gran roca charcos inmensos de agua traicionera que devolvía a su hondonada en forma de gotas plateadas y el sol que las iba secando

viejo pueblo blanco y marinero que dormía sobre la falda de una montaña enclenque los olores de sus artes tradicionales colgaban de las paredes uniformes, solas y quietas era la vida que se ahogaba 121


las pobres barcas que morían en la orilla los peces escarchados que morían en la orilla los cuerpos ajados, arrojados por el agua que morían en la orilla y la orilla que sin agua se quedaba en su misma mar morían

Antonio Pérez Cozar- Mallorca- España Derechos de autor reservados

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ALEJANDRO RIVADENEYRA PASQUEL AMAR LA MAR

Imagen: Google

Más que a cualquier estridente voz, más que a un heraldo viento decidido, más que a una noche marina exhalada irradiante de humor de sal de sus entrañas hoy ocurro en vuelo ciego a su concierto, me rindo a su perene blandura 123


a la húmeda forma de abrazarme a mi perdida razón ante su canto al devoto naufragio que me acude como ese regazo de una madre de sirena iniciándome al encanto de su ahogo. Hoy sus perpetuas caricias me reclaman, sus nocturnas mareas soñolientas como una atizada amante enardecida en medio de un letargo gimo hipnotizante con su aguosa piel y su efluvio olor a encantamiento.

Alejandro Rivadeneyra Pasquel. D. F. México

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GEMA BOCARDO CLAVIJO NAVÉGAME

Imagen: Google

Sumerjo en la mar mi desnudo cuerpo. Buceo en su seno perdiendo el aliento, queriendo fundirme en su húmedo lecho como la sirena 125


de los marineros

Sean mis muslos arrecife; arena, mi pelo; las olas, mis brazos; mi garganta, bufadero. La espuma, mis labios; marea, mi sexo; acantilado, mi espalda; veleros‌tus dedos.

Gema Bocardo Clavijo Madrid- EspaĂąa

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FOTOPOEMAS

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CECILIA ORTIZ

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

Del libro de poemas “Canto en sepia”. Dairea Ediciones.

Guadix-Granada-España

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DANIEL R. JAIME

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RELATO

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MARGARITA POLO VIAMONTES EL MAR AZUL, DEMOCRÁTICO…

Imagen: Google

Tengo que como tengo la tierra tengo el mar, …gigante azul abierto democrático: en fin, el mar.

(Versos del poema Tengo del poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén)

En fin, el mar. Tan querido y tan temido – pienso en el poema de Nicolás, mientras mi vista vaga en lontananza sobre el horizonte marino, las olas salpican el arrecife costero y el sol empieza a quebrarse a la distancia. Estamos a solas, conversamos a esa hora tibia del atardecer, en que el ocaso se lleva consigo el sol invernal cubano, bebiendo su luz de un solo 132


trago la playa habanera. Su voz llega a mí entre el rumor del agua ¿Qué dice? – se me escapó la mente ante la visión marina, pongo atención a sus palabras:

- Aunque te lo jure y perjure no me crees. ¿Cómo vas a creer a alguien como yo, que ve espejismos, personas de otros tiempos, y conversa con los muertos tal como si fuesen seres vivos? - Es que eres pura fantasía siempre – le interrumpo seria. - Lo sé, tengo el aire en contra, y por mucho que me esmere en presentarte la verdad, NO LA VES, por tanto, no la crees. Nadie lo va a creer, pero quiero confiártelo, porque voy a morir si no saco esta verdad de mi corazón. Observo su rostro compungido, como si yo fuese sicoanalista. Siento su descontrol mientras razono, que todo hecho deja una huella, aun tratando de borrarla sobrevive. El tiempo transcurre sin pausas, el viento sopla a favor de esa huella y la encierra debajo de cualquier manto, pero de manera inesperada puede resurgir en esta vida, o llegar a otras posteriores. Alzarse como de las cenizas el Ave Fénix. Me mira recto a los ojos, tras una larga pausa y suspiros, trata de convencerme:

- ¿Qué puedo hacer? Tú no recuerdas nada del ayer, de esas vidas anteriores, que yo tampoco percibo bien. ¿Me crees si te digo que reconozco el olor de un ser en otros contornos y época? Siento hasta el aroma de su piel impregnada del rocío, cuando mis dedos audaces vagaban a través de sus brazos y piernas en medio del campo, erizados por mi contacto íntimo. - ¡Discúlpame! ¿De qué hablas? Parece otra locura tuya ¿Te hizo daño la bebida? –le toco el hombro suavemente al interrogarle, pero sigue insistente: - Lo sabía, pensé que no ibas ni siquiera escucharme… Pero ¿Qué puede importarme que ahora las personas se llamen de otra forma…? La vida nos somete a la tragedia de lo que somos hoy. ¿Sabes que nuestros cuerpos, sólo son ropajes de un instante en el inconmensurable tiempo universal? 133


- Me parece que has visto muchas películas de ciencia ficción últimamente –sugiero, aunque cada vez estoy más intrigada. - ¿Y tú? ¿Has leído algo sobre la reencarnación? Podrías descubrir que no te miento. Dios lo sabe, y nos observa atentos, escogimos nuestros destinos ante él, cuando aún estábamos incorpóreos. Nos ponemos a prueba, para reencontrarnos y rectificar los errores de vidas anteriores. Le advertí entonces: “No te vayas sin mí, que te encontraré de nuevo, porque mi amor es infinito, no morirá conmigo, me lo llevaré a la eternidad". Y así fue. - ¿Entonces? ¿Diste con la persona nuevamente? –le pregunto tratando de quitarle su creciente melancolía. - ¡Sí! Así fue…Al final, me resultó fácil reencontrarle, pues a la existencia llegamos como en bandadas de aves peregrinas, el mismo núcleo renace una y otra vez, con otras formas y nuevas relaciones de parentesco, pero somos esencialmente los mismos. Le reconocí, aunque pasó tiempo sin distinguirle en la maraña cotidiana, hasta que un día, frente al espejo, su mirada en mi mirada, sentí una rara sensación de inquietud. - ¿La encontraste así, sin más ni más? ¿Y ahora, no te buscó esa persona a ti? Tal vez ahora, quiera tu amistad… - ¡Sí! Pero no sé cómo decirle lo que me sucede, quizás se moleste, porque yo también al principio le rechacé, no podía creer que la prueba fuese tan grave. No quería mirarle directo a los ojos, no quería ver lo que tanto buscaba “no puede ser” me dije una y otra vez, y me seguía en los sueños… - Dejemos eso por favor, te has entristecido… allí se acercan con las bebidas – le miré fijo y observé como seca las lágrimas, disimuladamente limpia con un pañuelo su nariz y mira al mar, ahora oscuro, pero con vetas amarillentas y naranjas allí donde el Sol desapareció hace solo instantes. Regresé a casa conmovida, no es fácil creer que alguien, pueda sentir ese tipo de emociones. Para mí es una persona tan especial. Nos conocimos cuando apenas teníamos ¿12 o 13 años? nuestras casas estaban pegadas una a la otra. Tuve una niñez muy callada, tal vez porque vivía con mi madre, bajo una estricta tutela. Desde que nos mudamos a la casa al lado de la suya, los chicos vecinos se burlaban por mi extrema timidez, pero me sentía protegida por su invariable defensa contra todos ellos. 134


Luego coincidimos en la escuela. Nos apoyamos mutuamente, estudiábamos, nos divertíamos… los amigos que nos decían el Ying y el Yang, por la diferencia de temperamentos. Realmente siempre sentí que era una persona muy diferente nada que ver con el resto de quienes conozco. Yo era ajena a las fuertes pasiones de otros, no concebía esos sentimientos. Por los años de amistad, pensé que le conocía en todo, pero siempre están las huellas ocultas…

Tras varios días de aquel suceso en la playita 16, llega a mis manos su primera carta, la dejó dentro de un libro que le presté. Estuve tentada a no leerla, decir que nunca la descubrí, si me preguntaba… pero entró un desasosiego, un malestar infinito. O tal vez una necesidad de saber más. ¿Qué iba a encontrar? Mire el papel con una letra de trazo ¿doctoral? Es una letra escrita de prisa, tal vez a escondidas… la letra dice muchas cosas de las personas, pienso que esa letra expresa más que las palabras…

“Anoche soñé contigo, no, más bien me dormí pensando en ti, en tus breves dedos, en tu pequeñez humana, es decir física y recordaba la descripción de muchos al conocerte: “es una muñequita”. Ante la vista eres así, diminuta, pero cuando se amplía la visión sobre ti, cuando se recorre tu yo interior, no se puede poner ese diminutivo y falta de corazón como es una “muñequita”, habría que ahondar en el vocabulario para agigantar la dimensión de tu existencia…

Para nombrarte solo encontré una palabra, breve palabra que el hombre mal utiliza para vanagloriarse de tener alma y corazón. Para mi tal vocablo es sagrado, perfecto, sublime y para nombrarte lo encontré engavetado en el olvido, allí donde se esconden mis sentimientos más íntimos.

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Así, por favor, no me malinterpretes, si de ahora en lo adelante te digo: AMOR, como único nombre posible en tu vida de cuerpo diminuto, pero de gigantesco corazón donde se alberga tanto dolor de años sufriendo a solas por el dolor ajeno, por el dolor de los tuyos y por el tuyo propio…”

Doblo el papel, lo pongo nuevamente dentro del libro, mientras tiemblo, lloro en silencio y me desdoblo. ¡Dios mío! ¡Qué locura!... Descubrir este mensaje es aterrador. Pero no está dirigido a nadie… ¡Cuánto me gustaría que me amaran así! ¿Acaso soy la protagonista de sus regresiones al pasado? No puedo permitir que me siga escribiendo, me digo y me repito cada día, pero desde entonces cuando pasa por mi lado, siento un rubor en las mejillas y un cosquilleo en mi cuerpo, indescriptible… nunca he practicado el adulterio, menos aun con una persona como esta.

Me parece algo sumamente ridículo después de tantos años de conocernos, soy abuela con más de cuatro décadas en mis costillas, ¿que pueden pensar de mí si accedo a esa locura?… ¿y si es verdad que nuestra unión llega desde vidas pasadas? ¿Eso es pecado? ¿Cómo no pude adivinar la incógnita antes? Pasan meses de angustias y luego de entregas furtivas hasta que se marcha del país definitivamente…

El mar ahora es una ancha frontera. Cada vez que estoy sentada a orillas de la playa evoco su presencia, aquel día en que comenzó su declaración inesperada y no soy capaz de negarme a la evidencia… Tengo que gritar al viento para que llegue a su oído allá lejos, en la otra orilla, decir la pura verdad: “Fui tu querer” aunque nunca le recuerde con el físico de otras vidas pasadas… le evocaré por siempre como es hoy…

¿A quién culpar de que tenga otros contornos en su estructura física, tan impensables por mí, como son los suyos? Si, lo sé, ahora nacimos 136


incompatibles para la vida de ayer, sin embargo suplico que me ame eternamente. Porque aunque quiero ser como antes, yo soy una mujer y ella también. (Fragmento de mi libro “Fui tu querer”, publicado por la Editorial Entre Líneas) Margarita Polo Viamontes- Cuba/ Miami. U. S. A.

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M. JOSÉ RIAZUELO EL MAR

Imagen: Mª José Riazuelo

Te miro y admiro. Embistes con fuerza, casi diría que con saña, contra las rocas, luego, como si te avergonzaras, como si te quisieras disculpar, pareces acariciarla con tu espuma… Te alejas, parece que no lo fueras a hacer más, pero ruges de nuevo, sordo, turbio, oscuro y tomando fuerza repites tus embestidas una y otra vez. Toneladas de agua contra ellas ¿las quieres destruir? ¿quieres acaso conquistar otras tierras, cubrirlas, deshacer esas costas que te miran altivas porque tú eres más fuerte, o es que estás enfadado? ¿Qué te han hecho las rocas, qué te han hecho los hombres? ¿no te hemos sabido cuidar? Muchas veces nos has dado comida pero también has quitado la vida de muchos hombres que solo buscaban el sustento para su hogar… ¿Era el tributo que por ello te tenían que pagar? 138


A veces generoso unes a los hombres alejados, les permites acercarse, llegar…, pero también los separas como un amante celoso de la felicidad ajena, ¿o es porque te ensuciamos con nuestros despojos químicos, y nos quieres recordar que hay seres vivos dentro de ti que con nuestros descuidos sufren cada día más? Eres bello, sereno, calmo y tranquilo cuando nos quieres invitar a refrescarnos en ti. Como buen anfitrión esperas nuestra llegada y sonríes con tu espuma, con tus suaves olas cuando ves a los niños jugar, recoger las conchas o cuando construyen sus castillos de arena. Te gusta respetarlos un tiempo para deshacerlos después suavemente o con fuerza, como queriéndoles enseñar que jugar, que soñar está muy bien, pero que la vida es algo más. ¿Los estás entrenando en la constancia, en el volver a empezar? Te reinventas cada día y no me canso de mirarte una hora y muchas más observando cómo cambias de color, celeste, turquesa, plateado, gris, rojizo con el ocaso, añil, altramar, casi negro por la noche…, el sol y el cielo se refleja en ti. Eres vida, muerte, esperanza, huida, eres tan hermoso… ¡Eres el mar!

M. José Riazuelo Huesca (España)

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JUAN CARLOS CÁRDENAS 20.000 LEGUAS

Imagen: Disco de Luis Eduardo Aute- El niño que miraba el mar

La primera vez que vi el mar, fue a través de 20.000 Leguas de Viaje Submarino. Aún hoy puedo sentir el estremecimiento de los marineros ante un monstruo acechando en las aguas, la fascinación por el Nautilus, que parecía provenir de un futuro, con el que yo a los diez fantaseaba y que alguien, mucho antes de mi tiempo ya había imaginado o sospechado, y la admiración por ese errante e introspectivo espíritu humano, el capitán Nemo, que reunía en una biblioteca a doce mil volúmenes, “…los únicos lazos que me ligan a la tierra.” 140


Supongo que aquel primer encuentro con el mar fue decisivo porque instaló en mí la idea de conocerlo, de tocarlo algún día, de sentir el rumor de sus aguas bajo la luna o de contemplar extasiado el nacimiento de mi propia sombra, a medida que el sol despunta sobre el horizonte de un mar sin orillas. Veinticinco años después, luego de deambular por los cerros, por caminos polvorientos y zigzagueantes, luego de haber navegado con el viento, yendo y viniendo, sin estarme quieto, con los ojos llenos de una Patagonia rebelde, estoy frente a frente, tocándolo, mirándolo, sintiéndolo, perdiéndome en el rumor, y a veces en el grito, de sus aguas venidas de algún lugar tan lejano, como mi sombra, que ahora nace en los intersticios de las rocas o en la ola que me bautiza. Desde luego que, la fascinación de mi primer encuentro en nada es posible compararla con la experiencia. Es diferente, motivador y cautivante, pero en el fondo de mí mismo, me habita el niño al que le hubiese gustado encontrarse con el Capitán Nemo o ver atracado en los muelles al Nautilus. Sin embargo, hay algo en lo que hemos llegado a coincidir: El mar, por todo aquello que significa y desencadenó, ha sido siempre nuestro secreto sin orillas.

Juan Carlos Cárdenas – Mar del Plata – Argentina

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MAYTE ÁLVAREZ LOS CUATRO ELEMENTOS

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Germen de vida, admirado y expoliado, venerado y ensuciado, ante ti me hallo. A tu solemne magnificencia le muestro la nimiedad de mi ser, un humilde cuerpo para una efímera vida; para ahogar en tu horizonte la expansión en importancia, que la arrogante memoria, a mi tragedia, le quisiera otorgar. Y para que la contemplación de los cuatro elementos, desde el mismo marco en que ocurrió, acostumbre a mi mente a luchar para no llegar a odiar el mar. 142


No, nunca más. Si una vez odié la lluvia, a ti no te he de aborrecer, mar. Por eso… …vengo… …vengo… ¡vengo y continuaré viniendo! … me obligo a hacerlo… … me asqueo por querer hacerlo… Cual masoquista penitente, que sobre los adoquines marca el paso de sus rodillas desolladas, te traigo arrastras mi alma, mar, sin embargo… no voy a marcarte, que también vengo a purificarme. E igualmente ahogaré mi dolor, tan transparente como demoledor, en la infinidad de tus tiempos, de tu memoria, de tu agua… … hasta que logre sentir lo mismo que antes de que, sobre tu falda de arena, con la fuerza bruta de quien esclavizaba mi cuerpo… mi dignidad, me fuese arrebatada… mientras yo pensaba: “me va a matar” Así pues, me trago mis arcadas, me trago mi hiel, hago bola con la amargura... ¡y me la trago! ¿quién soy yo, simple mortal, para asociarte, a ti, mar, con el ultraje de un canalla, que, como yo, es otro simple mortal? En tu historia de vida y muerte 143


mi violación fue solo un instante, que ni tu memoria ni esta playa guardarán, y que será una secuencia más de los ocurridos a las mujeres en la inmensa humanidad. Me sigo tragando las arcadas… ¡y vuelvo! ¡vuelvo! … hasta que sentir la unión de los cuatro elementos siga siendo mi salvación, de la prepotencia humana, del esperpéntico egocentrismo, de la desconexión con la magia, del olvido del alma… Reconociendo mi pequeñez, en la playa, en comunión con los cuatro elementos, mientras el fuego del sol pretende quemar mi blanca piel, mientras el aire, conteniendo tu aroma, mar, juguetea, vivo, ante la fragilidad de mi pelo infantil, después disfrutaré en tu tercer elemento, en simbiosis de integración pura, nadaré… nadaré… mas ahora estoy sentada, viendo el inmenso horizonte, que me condiciona (afortunadamente) a percibir mi real tamaño, 144


miro la arena en mi mano… … y me pregunto ¿quién soy? Un imperceptible granito de arena en la humanidad, un imprescindible granito de arena en la humanidad. Por eso… no puedo odiar el mar, ni la playa, ni al aire furioso que condicionó el drama, igual que ya no odio la lluvia. Solo aquí sé quién soy, una persona pequeña, ante cuatro elementos, cuya divina magnificencia me iluminan con este gran conocimiento. Un día, en esta misma playa, tan solo tendré de ello un vago recuerdo que opacaré tras los cuatro elementos. Al fin y al cabo… soy una simple efímera mortal, a la que siempre le ha gustado el mar.

Mayte Álvarez. Meliana. Valencia.

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J. JAVIER TERÁN ALLÍ DONDE NACE EL MAR

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Allí donde el mar se retira y bate sus olas al morir, regresé de nuevo la otra tarde, cuando el sol se ocultaba ya tras las esbeltas palmeras de nuestra playa favorita y el cielo se tornaba de un color rojizo que nos encandilaba. Y rápidamente, antes de que se pasase el momento y cambiase el color del cielo, saqué mi móvil y tomé unas instantáneas… Idílico paraje que siempre nos apasionó –¿recuerdas amor?-; tras descubrirlo un día por casualidad cuando, haciendo caso sólo a nuestro recién estrenado amor, y cuando el sol comenzaba a ocultarse tras aquel amplio palmeral, nos declaramos el uno al otro un sinfín de confidencias; mientras, ora caminábamos por toda la amplia extensión de la playa y las 146


olas al romper en la orilla acariciaban con delicadeza nuestros pies desnudos, ora la brisa del mar removía una y otra vez tu larga y sedosa melena, mientras descansábamos del paseo sentados sobre una de las rocas que, en su conjunto, daban abrigo al pequeño puerto pesquero. Fueron solo dos veranos los que coincidimos en aquella ciudad junto al mar. Pero devinieron muy intensos sus días y sus horas; apretados los besos y las caricias, y ciertos los sentimientos. Mas, ¡éramos demasiado jóvenes aún!… Junto al mar que ahora contemplo melancólico desde la ventana de mi habitación y sumido en la añoranza del ayer, abrigamos y alimentamos durante unos días, tú y yo, una bonita historia de amor, ¿te acuerdas, amor?. Fue corta en el tiempo, puede que sí; pero intensa en los sentimientos y las emociones… Y es que nos enamoramos de pronto como adolescentes que éramos. Así nos lo confesamos, al menos, el uno hacia el otro y el otro hacia el uno también, aquella tarde de verano cuando, agotados ya de pasear tomados de la mano, nos salió al encuentro al final del paseo un coqueto banco, que acogió sin rechistar nuestros abatidos cuerpos. De pronto, nos encontramos inmersos en un entorno que emanaba romanticismo por doquier. De frente, disponíamos de toda la inmensidad del mar, con el sol ocultándose tras las montañas del fondo y dejando una estela de un rojo intenso sobre el agua casi a nuestros pies. Justo al lado, rompían con extraordinaria suavidad las escasas olas que el mar llevaba aquella tarde hasta la playa. Y un poco más adentro, en un lateral de la playa, un grupo de gaviotas graznaba con insistencia en torno a un barco de pesca que acababa de arribar a puerto. Un marco ideal para que, en la tranquilidad de la tarde que declinaba perezosamente, nuestras confidencias se hiciesen más emotivas y sentidas, y el amor surgiese con inusitada fuerza. 147


Un pequeño y acogedor restaurante, al lado del paseo, nos permitió reponer fuerzas y continuar con nuestras confidencias en torno a una mesa apenas iluminada por la llama de una vela, que hacía resaltar aún más el dorado de tu piel. Siendo aquel nuestro refugio hasta bien entrada la noche, ¿te acuerdas?. Los días siguientes discurrieron con el mismo cariz y en el mismo estado de enamoramiento mutuo; finalizando la velada a la luz de una vela en nuestro restaurante preferido y en aquella mesa junto a la ventana. Todo aquello pudo haber continuado más allá de aquellos veranos, de no haberse cruzado por el medio aquella llamada de teléfono que, inesperadamente, te llegó desde casa y que provocó tu posterior partida hacia ella. Luego, todo fue un continuo buscarte sin obtener resultado positivo… Quién sabe si este verano, porque así lo piensa mi cabeza, no te descubriré caminando entre la gente del paseo, o sentada en nuestro banco de ayer contemplando frente al mar el ocaso de la tarde... Me daría tanta alegría y me haría tan feliz… Ahora, pasados algunos años, y que el azar ha querido que regrese a esta ciudad, sin dudarlo he querido bajar hasta nuestra playa favorita de aquellos dos veranos. Pero nada era igual que en aquel entonces, porque ya no estabas tú… Y los recuerdos han sido ahora tan prontos en aparecer y tan nítidos al mostrarse, que la emoción me ha podido a los pocos minutos de pisar su arena… Y por un momento, en la profundidad de la playa, quise adivinar tu figura al fondo corriendo hacia mí con los brazos abiertos…

©J. Javier Terán Palencia (España). 148


ADRIÁN GONZÁLEZ DE LUIS UNA MÍNIMA ESPERANZA

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Aunque ya hacía varias horas que había dejado de vislumbrar la orilla, Kaled continuaba remando sin un rumbo fijo. Anochecía, y las aguas verdosas oscurecían con la mortecina luz del sol, casi oculto en un horizonte teñido de naranja y azul. Los brazos comenzaban a acusar el cansancio, mas la distancia continuaba pareciéndole insuficiente. Siguió obligando a los músculos hasta el límite sin dirección concreta. Sin víveres ni comida, tan solo empujado por la desesperación y la locura. El mar mediterráneo, quedo y tranquilo, parecía acogerle repleto de paz, como si le ofreciera todo aquello que para sí y su familia deseara tiempo atrás. Allá donde se anclaron los sueños de libertad que la primavera árabe simuló poner al alcance de su pueblo. Sueños ahora despedazados 149


por la barbarie y el fanatismo. Por hombres a los que un día había considerado hermanos. Atrás permanecían días de huída y miedo, oculto entre las sombras de la noche y hogares derruidos, tierra quemada y huérfana de esperanza cuya voz ahogada aún era capaz de escuchar en la soledad del destierro. Donde la ausencia de humanidad comenzaba a ser sinónimo de seguridad y confianza en un futuro. Incierto, vacío, falto de color, pero futuro al fin y al cabo. Atrás permanecían en el recuerdo los gritos desgarradores de su familia mientras era asesinada. Padres, hermanos pequeños, abuelos. Todos corrieron la misma suerte. Tan solo él, a causa de su juventud y, tal vez, porque alguien consideró que podría ser útil si se conseguía encauzar su creencia a la causa de los asesinos. Pero Kaled ya se había pasado la vida sintiendo ser el instrumento de otros más poderosos y no estaba dispuesto a servir a los nuevos señores del terror. Por eso simuló unirse a la causa, aguardando el momento de escapar en busca de una libertad a la que solo renunciaría si moría. Supuso que le perseguirían durante un tiempo, pero él sabía que si dejaba el poniente atrás llegaría hasta el mar y más allá. Un lugar donde la civilización no le obligara a pensar algo concreto. Entonces decidió dar descanso al cuerpo y se acurrucó en la pequeña barca. No quedaba rastro alguno del lugar por donde el sol se escondiera. Ni el brillo de su recuerdo. Era consciente de que podía morir de hambre o sed sin llegar a ningún lado, o ahogado si el mar se embravecía, pero

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caería intentando cumplir el sueño al que muchos ya no podían aspirar. Al menos a él le quedaba aún una mínima esperanza. Adrián González de Luis. Madrid. España

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