Gealittera 17 vuelos

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com http://revistagealittera.blogspot.com.es/ IBSN: 14-08-2014-55

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INDICE

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EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

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POESÍA Juan Miguel Idiazabal Mercedes Eleine González Raquel Jaduszliwer Rolando Revagliatti Marianela Puebla María Cristina Sorrentino María Comorera Carmen Membrilla Olea Mirta Mónica Roncarolo Fernando Sarría Sandra Gudiño Graciela Diana Pucci Elisabet Cincotta Silvia Aída Catalán Emilia Marcano Quijada Miryam Colombotto de Seia Tomás Sánchez Rubio Isabel Pérez Aranda María Ester Chapp Alejandro Drewes Frank Pereira Hennessey Carlos Caposio Antonio Pérez Cozar Isabel Pisani Ana Lucía Montoya Rendón Mar Blanco Larrosa Luciana Garcés Daniel Cubas Romero Ivana Szac Gloria Gayoso Alicia de León Epp Mar de Fondo Ángel Vera Carlos Negrón Milagro Haack Custodio Tejada Isabel San José Mellado Isabel Rezmo Osvaldo Risso Perondi

Sandwich de Chiquitolina El vuelo de la partida Vuelo “Il postino” Vuelo Versos leves Vuelos de gaviotas, de golondrinas Vuelos

Utopía Vuelo Volar más allá del tiempo Tú sí puedes Y como ellas, vuelo Cerca del cielo Vuelos Ojo mago Alturas El último vuelo Pequeña hada Vuelos rasos La hamaca De tanto anhelo De las soledades todas Han crecido mis años rápidamente La música de sus alas Gaviota Azules vuelos Trance Letra y cámicas Pulmones (Del vuelo) Menudos vuelos Vuelos… El aire

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9 11 12 14 15 17 19 21 22 24 25 27 29 31 33 35 37 39 41 42 43 44 46 48 49 51 52 55 57 59 61 63 65 67 68 70 72 74 76


Ada Hayes Mariel Monente Gladis Mereles Pereira Jorge Lacuadra Zaida Giles de Quirós Marita Ragozza Juan Disante Julián Gómez de Maya Luis López-Quiñones Ruiz Lourdes María Navarro Cruz Inma Ferrero Patricia Corpas Gutiérrez Säo Gonçalves Miriam Álvarez Aymara Aruwiri

La próxima sombra Vuelos

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Trazos de vida Abrir alas Volar de verde a blanco Confesiones de Apolonio Me cegó la luz de tus estrellas Los vampiros existen Ángeles en ascenso Vuelos Soñé que volaba Mente en vuelo permanente

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Monarcas Quisiera volar Amores pájaros Extenderse y apenas rozar Vuelo libre Corrijo Arte y ensayo Plan B Gracias, tú me devolviste mis alas Bóreas Vuelo rasante

RELATO Carmen Sampedro Frutos Cecilia Ortiz Margarita Polo Viamontes Rolado Lorié M. Teresa Fandiño Roxana Rosado Rodolfo Torres Julia del Prado J. Javier Terán Mayte Álvarez

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EDITORIAL

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Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Durante el mes de diciembre hemos decidido escribir sobre VUELOS. El vuelo es la acción de volar con cualquier movimiento o efecto a través del aire. En este nuevo número de Gealittera nos elevamos y nos movemos con el viento, quizá más allá de la atmósfera terrestre. De esta forma hemos alcanzado la libertad poética y narrativa que nos permite contar y expresar lo que sentimos, lo que nos ocurre. Este ha sido el reto. Planear sobre nuestra Tierra de letras y adoptar nuevas perspectivas. Hemos mirado desde arriba, hemos escrito, hemos volado. Alas, sueños, imaginación sin límite, palabras, ilusión y ganas. No necesitamos más. Este ha sido nuestro resultado. Felicidades a todos!!! Cecilia Ortiz y Carmen Membrilla Olea.

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POESÍA

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JUAN MIGUEL IDIAZABAL SÁNWICH DE CHIQUITOLINA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Doy otro mordisco al de salame me miniaturizo y aunque no soy Chespirito me siento el Chapulín Colorado. Salto corro trepo caigo levanto arribo Contemplo desde la enrejada del 2º piso 9


un mundo viejo nuevo paro un chimango le susurro al oído tu dirección sonríe pícaro. Volamos cantando una de los Rolling Stones. Arriba vamos saludamos al destino golpeo tu ventana... Desconcertada, abres te cuento mi historia sonríes dices: “siempre fuiste un salame, pero con dulce de leche.” nos besamos vuelvo a mi estatura anterior te envuelvo de caricias besos... Mi amigo chimango sigue cantando su compañera lo observa sonriente -John, wake up.-Good morning Yoko. How was your dream-life?-

Juan Miguel Idiazabal Mar del Plata, Argentina

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MERCEDES ELEINE GONZÁLEZ EL VUELO DE LA PARTIDA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Depende de un alto vuelo El vuelo de mi partida Que por mucho que lo impida No vas a romper mi sueño. Mi sueño es irme muy lejos Lejos de toda impiedad Del mundo mucho más lejos Y de toda la maldad. Dice mi amigo sincero Que tiene más que el leopardo Porque tiene un buen amigo, Y yo tengo mucho más 11


Porque te tengo conmigo. Conmigo en buenas y malas, Conmigo como contigo Esa es mi vida, razono, Como un vuelo y su destino. Es la Perla de la mora La perla que más admiro, porque nunca se demora cuando con ella camino por la vereda perdida del sentimientos que anido y que me dejo sin tino. Depende de un alto vuelo El vuelo de mi partida Que por mucho que lo quieras No vas a impedir mi sino. Mi sino es irme rendida Por el peso de los anos, Y olvidarte cualquier día Sin rencores ni resabios. Es mi vuelo y mi destino Quedarme sola, sin amo. Mi vuelo, nunca vencida, Sin olvido ni reclamo. Mercedes Eleine González Miami- U.S.A. 12-19-2015

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RAQUEL JADUSZLIWER VUELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

¿Por qué la gravidez de un ala si es leve lo fugaz cuando levanta vuelo? los ángeles caídos no lo saben guardan en el descenso velocísimo el secreto por siempre indescifrable.

Raquel Jaduszliwer Buenos Aires- Argentina

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ROLANDO REVAGLIATTI “IL POSTINO”

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Bicicleta en la que lo vimos venir a descubrirnos las piedras de Italia y el sonido aquí grabando de un cielo estrellado Metáfora que voló nació.

“IL POSTINO” (“EL CARTERO”), filme dirigido por Michael Radford. Largometraje basado en una novela que contaba un tramo de la vida de Pablo Neruda.

Rolando Revagliatti- Buenos Aires- Argentina 14


MARIANELA PUEBLA VUELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Vuelo, abro los brazos y enfilo hacia lo imposible, allí me espera un lucero encendido. Está lejos, será un largo camino. Cada vez que avanzo la distancia se duplica y los distractivos aparecen de la nada, interminables constelaciones, soles en formación, estrellas a punto de caer. Hay eclipses que me hacen dudar y borran huellas, 15


distorsionando mi sino. La tristeza viene y va, cambia de color a su entero amaño. Las zonas umbrías de mi ser se dispersan soy un rompecabezas con piezas disgregadas por doquiera. Respiro hondo, y lentamente voy juntando una a una mis partes. Otra vez puedo volar, mis brazos ahora son alas que impulsan mi liviano cuerpo con el soplo de un suspiro. Circunnavego ensimismada la amplitud de los pensamientos, me dejo llevar por esa sensación de libertad y extiendo mis alas henchida de dicha. Aún el lucero guiña su radiante ojo incentivándome a continuar, pero un repentino temblor hace que mi deseo pierda altura. Siento que mi cuerpo abandona su presencia, mis bellas alas han desaparecido y voy cayendo convertida en una frágil pluma, hasta que una ráfaga celeste me deposita cual hoja, sobre la última estrofa de un sueño.

Marianela Puebla-Valparaíso. Chile

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MARร A CRISTINA SORRENTINO VERSOS LEVES

Imagen: Irina Vietalievna

Los bolsillos llenos de palabras para una luna futura. Paulina Vinderman

Junto palabras como migajas no mรกs de tres ellas me llaman. Las guardo en tazas de loza mientras cocino bajo la ropa blanca en el cuarto o entre jabones perfumados. 17


Cuando el cuerpo reposa y volamos libres alimento con ellas los gorriones. De vuelo corto simples como las aves mis versos casi no dejan huella. Será por eso ─ tal vez─ que sostengo una pluma entre los dedos.

María Cristina Sorrentino- Buenos Aires- Argentina. Papeles en reunión 3, ed. Eder, Bs. As. 2014. cristinasorrent@hotmail.com

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MAR�A COMORERA VUELOS DE GAVIOTAS, DE GOLONDRINAS‌

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Vuelos de gaviotas cruzando el cielo, Con la punta de sus alas rozando las olas Sin miedo, revolotean airosas rodeadas De las espumas revoltosas. Vuelos en el firmamento de una bandada De golondrinas, se van todas, emigran a lugares De mejor clima, solo espero volver a verlas en La primavera, que hermosas son cuando regresan 19


Y animan el firmamento con sus piruetas. Me hacen evocar a BĂŠcquer, y al ver sus vuelos Tengo deseos de elevarme y volar con ellas, tienen La gracia y el aire de libertad, en mitad del cielo.

MarĂ­a Comorera- Segur de Calafell- (Tarragona) EspaĂąa

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

Irina Vietalievna Karkabi

Mis brazos abiertos reciben el ocaso... Declarados todos los silencios mi voz camina con el sol hacia el reino de lo no visible. Desde allí, afirmo el significado de la libertad y me dispongo a atravesar todos los destinos... todos los horizontes... Nunca sentí vértigo al viajar sobre las nubes

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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MIRTA MÓNICA RONCAROLO VUELOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

En 1931 una carta amorosamente escrita se escapó de sus manos y también su pañuelo. El último con puntilla y con su insignia bordada. La carta tomó vuelo eterno, ella la vio desaparecer. El pañuelo se fue hacia el norte, después al oeste. Con planeo rasante, fue recogido por lágrimas, risas. Ella quedó ahí inerme ante tanta desolación. Un trueno cercano la devolvió a la horrible realidad. Corrió y corrió hasta los despojos de un edificio. Olvidó su carta y su pañuelo por mucho tiempo. Su vida fue recogiendo la paz tan esperada Hasta que una tarde, en medio del sembradío 22


Encontró su pañuelo medio deshecho pero con su insignia. Miró el cielo y una bandada de pájaros Dejó caer una carta, no era de ella, era de él con vuelo de amor.

Mirta Mónica Roncarolo. Buenos Aires. Argentina.

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FERNANDO SARRÍA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Han caído las horas con la respiración intensa que arrastran los silencios. Yo he abierto las manos, he dejado en el aire el vuelo de unos pájaros, toda la intensa lluvia con que la luz ha vestido al resto de la tarde... Mejor así, sosteniendo la débil mano de una anciana que en medio de una plaza me ha recordado a mi madre.

Fernando Sarría- Zaragoza- España 24


SANDRA GUDIÑO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

…la primera palabra de los árboles la blanca monarquía de las alas… Octavio Paz

Traigo en las manos la blanca armonía de una voz. La razón de tu mirada abre las alas el verso se recobra. 25


Me pregunto si este barro que moldea los días atrapó mi sonrisa o su vuelo. Nunca lo sabré. Cuando oiga la respiración acompasada de tu noche estirada en mi sombra sabré que existo en la idea que tengo de mi vuelo.

Sandra Graciela Gudiño- Santa Fe- Argentina

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GRACIELA DIANA PUCCI UTOPĂ?A

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Caballo brioso corcel andariego, quisiera en tu grupa libremente andar trotar tus praderas recorrer tus campos sentir el regusto de la libertad. Tus crines al viento son como estandartes que mis manos frĂĄgiles quieren desplegar. el trote sereno un dulce remanso 27


en la dura lucha por volverme a hallar. Sentada en tu lomo quisiera mirar las estrellas y subirme luego para descansar Este no es mi mundo, no el que yo quería el que yo quería está más allá está de aquel lado donde no hay fronteras no hay hipocresías tampoco maldad. Quizás estos versos son una utopía. quizás (simplemente) una no verdad quizás estas riendas sean sólo alas y juntos podamos los cielos volar desde lo celeste ver el lacio verde y beber serenos esta inmensidad. Caballo brioso corcel andariego quisiera en tu lomo libremente andar trotar tus praderas recorrer tus campos sentir el regusto de la libertad. Graciela Diana Pucci- Buenos Aires- Argentina

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ELISABET CINCOTTA VUELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Dormimos el vuelo maduro del trigo que nos da la vida. Soñamos cabellos de infancia, paz del amor bien hallado entre tanta mezquindad del día. Y somos pureza de vientres, fértiles campiñas. 29


Mi mano se enorgullece en tu rostro, la caricia se hamaca en el merecido descanso del cuerpo somos amantes, promesa, semilla.

Elisabet Cincotta Argentina- Hudson (Buenos Aires)

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SILVIA AÍDA CATALÁN VOLAR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Cargando la maleta en piel pura, color nada, corriendo por los girasoles ... S.A.C

Asida al meneo ambarino cargando la maleta en piel pura, color nada, corriendo por los girasoles Vuela el ensueño. Las horas mojan mis párpados Ruedan hacia el oasis de la fontana quien imperiosa guarda la Sagrada Historia do se purifica entre pétalos de la Flor de Loto. Pssttt… dice el Silencio! 31


Los “Amarillos” duermen en las pupilas del gato… En las hojas del cuaderno en la cúspide de aquella colina, hoy, solárium de genios encarnados del estío. Psssttttt …dice el Silencio! La conciencia despierta vuelos guardados en la voluntad del tiempo. Y Tú? ¡Oh, Tú! Prevaleces allí mimando los áureos del recuerdo!

Silvia Aída Catalán – Buenos Aires- Argentina

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EMILIA MARCANO QUIJADA TÚ SI PUEDES

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

He despertado de una alucinación, saturé la cama de gritos, sudor e histeria; tuve una pesadilla, un aguijón de miedo, una revisión certera y saludable. Vayamos al hecho; En las alturas, en un sitio imposible de ubicar, desde los crespos del aire me arrojé al vacío sin sábanas ni almohada, sin mis cómodas babuchas, sin cartera, sin marido, sin casa, sin horizonte, y por las corrientes de viento golpeando mis labios mayores creo que tampoco sin ropa interior. Me arrojé al vacío en una temeraria maniobra de mi mente, me lancé en señal de protesta, en defensa 33


de mi soberanía, en desacato a la inercia, a las valvas de mis ojos, empeñadas en cerrarse ante los cambios. Yo caía y caía, podía ver las casas, los árboles, podía ver las vacas en los campos, podía sentir mi rigor mortis. Me acordé de todo lo que dejé de hacer por no arriesgarme y me dije: Qué pendeja he sido. Sin embargo, después del miedo, comprendí que no caía, volaba; y en franca rebelión a la ley de gravedad, sucumbí a las nubes, al cielo, a mis alas abiertas, a mis cabriolas de yegua feliz experimentando la emoción de ser libre. Hoy he despertado de una clase de vuelo, tuve un orgasmo a todo color, en 3D, un mensaje de texto, una llamada, una invitación a meditar sobre el paso adelante que soy, sobre el coraje, ese que me vio en las nubes, corrió a abrazarme y me puso contra el viento para decirme: –Tú si puedes.

Emilia Marcano Quijada- Porlamar – Venezuela 34


MIRYAM COLOMBOTTO DE SEIA Y COMO ELLAS, VUELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Las garzas azules de la quimera perdieron el cielo de la infancia pero ¡oh, liviandad la de sus alas! que líquidas caen y se alzan las veces necesarias para fundar otro vuelo. Remito mis pudores. 35


Perdono mis recuerdos. Inspiro el aire como si fuera nuevo. *** A veces el intento da sus frutos y como ellas vuelo.

Miryam Colombotto de Seia – Santa Fe- Argentina

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO CERCA DEL CIELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

En este atardecer temprano de invierno, mecido entre las nubes del recuerdo, he sido testigo de azulados prodigios que se han hecho caricias en la distancia, lúcidas visiones de lo que quedó tras el derrumbe de montañas ajadas por el olvido. He visto a esa pareja de ancianos en mi calle cogidos de la mano y compartiendo sonrisas como rosas blancas, más limpias que lágrimas recién nacidas. 37


He palpitado al contemplar a niños que siguen jugando a la misma vida a la que yo jugaba con mis hermanas, cobijo y resurrección de la carne. He olido, con ojos apretados, el café caliente que tomaba mi padre en vaso grande como grande era su corazón, cada domingo tras una ajustada siesta. Querría volver a subirme a la azotea de mi casa y sentir que el sol vuelve a acunarme como si hubiese dejado de crecer al día siguiente de ver su desbordante y triste luz acariciándome la cara.

Tomás Sánchez Rubio –Sevilla- España

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ISABEL PÉREZ ARANDA VUELOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Oigo el eco de mis vuelos que a menudo me reclaman, y confieso que fui dueña de aquel tiempo. Planté los pies y eché a correr. Alce el vuelo y volé! volé en cometas de colores, por aristas y salientes, por esquinas silenciosas sometidas al embrujo de la luna. Y de pronto me sentí y volé, volé hasta el infinito, me aprecié menuda y frágil pero fuerte y ligera, suspendida en un tiempo y un lugar bien definido, abrigada entre arcilla y amapolas, 39


macerada entre el cielo y el torrente, planeando hasta la puesta del sol. Y volé y volé! con la brisa a mi favor, revolcada en la tierra y en el heno, y giré como giran las canicas con rasguños diminutos que forjaron la niñez.

Isabel Pérez Aranda / Guadix / Benidorm - España

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MARÍA ESTER CHAPP OJO MAGO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

absorto detrás del velo en el juego de los elementos donde viven secretos los últimos nombres de las cosas ojo mago vuela entre dimensiones vaticina

en la desnuda luz

María Ester Chapp- Buenos Aires- Argentina

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ALEJANDRO DREWES ALTURAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Anublado paisaje como un llano en intemperie -y algunos árboles mudosEn este paréntesis bajo un cristal de luna menguante se refleja la escritura o reverbera Pero de eso hablarán mañana otros ojos, quizás un leve temblor en las hojas: un latido a lo lejos scordato strumento, cuore Alejandro Drewes- Buenos Aires- Argentina

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FRANK PEREIRA HENNESSEY EL ÚLTIMO VUELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Los pájaros diluyen sus colores con el último vuelo del alba, sus cántaros oscuros traman los pliegues del horizonte, urgen sollozos en el ramaje veloz del estío, y destilan gotas de fuego en un portal de lejanías. Frank Pereira Hennessey- Barranquilla- Colombia 43


CARLOS CAPOSIO PEQUEÑA HADA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Déjame acompañarte, no son tiempos de andar sola. Puedo sanar tus alas fueron hechas para volar. Déjame ir contigo a la par, sin sombras. Pequeña hada de cicatrices, sal de los bosques de hojas secas, vuelve a jugar con las flores, a recordar los deseos donde aparezco. Elige el final de este cuento, y si quieres, el color de mis mejillas 44


y la profundidad de mis ojos. Déjame acompañarte, no son tiempos de andar sola Vamos a aliviar juntos el mundo, a llenar el aire de ilusiones, a regar el árbol de los sueños en la montaña encantada. Pequeña hada de cicatrices vuelve a flotar vagones de ventanas abiertas. Y si caíste en redes de ogros persuasivos, si crees no poder volar, déjame soplar tus heridas. Déjame pequeña hada. Ya he guardado todos mis juguetes.

Carlos Caposio- Buenos Aires- Argentina

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ANTONIO PÉREZ COZAR VUELOS RASOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

¿A dónde llegar? ¿Para encontrarme con qué? ¿Y qué alcanzar? Con un impulso de alas parecida a la de un pájaro, yo quisiera volar. Con las ventanas abiertas, el corazón abierto y la cabeza en los hombros. Tengo una porción de tierra, un esqueje que brota en vida, una canción medio hacer. Tengo un estante repleto, un cojín de algodón 46


bordado con hilo de oro. Una traición que compré con dinero y que se sostiene en el tiempo como la edad de un muchacho. Mil muebles innecesarios esparcidos por la casa, una mancha de humedad que parecía tu cara enmudecida. Y allí donde mira una mirada extraña que se empeña en llegar. La duda es latente en un pulso incesante para encontrarte en mis ojos. La enfermedad es una norma que se presta a confusión como una fotografía clavada en la pared. Una sonrisa o ninguna, una prescripción sin firmar, la sangre cuajada en una vieja herida.

¿A dónde llegar? Para luego morirse uno, con la casa vacía y los sueños tendidos en un cordel. Hay cosas que no se eligen, una de ellas es cuando se ha de morir. Gotas de lluvia parecen de ironía, palcos dormidos en los brazos y un ebrio paseo donde retozar. Que todo nos sea más cercano, el pájaro del árbol inalcanzable y la luna y sus giros blancos. Vehemencias. Antonio Pérez Cozar. Mallorca. España 47


ISABEL PISANI LA HAMACA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Va y viene la hamaca niña, vuela a los astros, torna poetisa. Va y viene sembrando risas, chirriando herrumbre al son de la brisa. Va y viene la hamaca niña y con la lluvia medita huidiza. Va y viene como la vida; tallando huellas la tierra atiza. Isabel Pisani – Buenos Aires- Argentina © Todos los derechos reservados 48


ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN DE TANTO ANHELO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

1. Afligidos y laxos mis anhelos, en la retina distendido, ausente, uno, terco, cebado está presente, escapado del alma en los desvelos. Intrépido en sus alocados vuelos, en mi ser hurga ensañado, inclemente; arranca de mi boca, prepotente, la voz siempre quejosa de mis duelos. Yo, vencida y vecina del ocaso, a los confines, la secreta alianza la lanzo sobre mis ideas grises. Mi mirada, tan triste y sin matices, cargada de pobreza y desconfianza, ilusa, sin su amor no sale al paso. 49


2. Pero si el amor desde campo llano su corazón lanzara hasta mi pecho, afortunado él, hallaría lecho y yacer sería divino, no humano. Por eso que de ardores yo me afano, los afectos voy buscando al acecho, depredador instinto, mi derecho y adormecido en mí hay secreto arcano. Grita, ¡ya es hora! di, ¡el hoy siempre ha sido! di que no en balde el campo he humectado que con la sal he puesto nota alegre; que la soledad no existe y no hay fiebre, que es adorable el cáliz escanciado y, Luzbel, pecador arrepentido.

Ana Lucía Montoya Rendón- Colombia

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MAR BLANCO LARROSA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Dentro de mí, comienzan a nacer las primeras estrellas. Fragmentos de vuelo que salen al raso o a la lluvia del templo que me habita. Ser -al fin- mujer con corazón de libélula.

Mar Blanco- (Zuera) Zaragoza- España

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LUCIANA GARCÉS DE LAS SOLEDADES TODAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Todos los dioses, en cónclaves severos se reúnen, de tarde en tarde, aquellos en los que, únicamente, tienen voz los arcanos, creatividad, las musas, y belleza todas las mujeres. Nunca me invitan y he de vagar de estrella en estrella hasta que se convierten en humanos y me asemejo a ellos. Los dioses son crueles cuando hartos de vino y ambrosía disponen de nosotros a su albedrío. 52


Si embargo, yo espero la mano impía que me dé un destino, un pedazo de historia, algún hueco ante el fuego. Esa mano que me salve de no ser nada. II Abordo mi destino con ansiedad, tras raer mis miserias con un trozo de teja desprendida del alar y que durante unos instantes intentó copiar el aleteo de las palomas cual pichón que inicia su primer vuelo a los horizontes vacíos e infinitos. Volar durante horas, jadear por el esfuerzo, avistar otras montañas, nubes doradas al amanecer, retirar con cada aletazo el telón azul oscuro moteado de brillantes y lejanos puntos, arrojando la noche al círculo vital del fuego, del sol, del destino. Y en este vuelo silencioso, pájaro sobre el aire, alas cortando la noche, plumas girando el día hasta el esplendor solar que las quema.

III Pero no nací ave, sino pez. Plateada escamas de verdes aguas, de azules intensos, de frialdades grises, de algas y arenas, de conchas y caracolas, de náufragos solitarios esperando tropezar con sus sirenas para danzar con los esqueletos de los barcos piratas que derivan por desiertos de arena respirando la sal del agua que los mece. Navegar proa al nido de algas donde el viento, 53


perdida la libertad, se ha convertido en un sueño helado.

IV Agonía. Muero una y mil veces. Ave, pez, barco, muero.

Luci Garcés- La Coruña- España

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DANIEL CUBAS ROMERO HAN CRECIDO MIS AÑOS RAPIDAMENTE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Los pasos de hoy, son pasos de mediodía He encontrado mi juguete Tan quieto como mi sonrisa En aquel rincón de ensueños Donde mi sombra suele arrecostarse Dejando huellas y suspiros Cuando el sol esplendoroso viene. Hoy quiero besar al tiempo y seducirlo Decirle que traiga a mis pies Solo un día de juventud Entonces abriría mis ventanas de par en par Extendería mis brazos encorvados Y saldría como un ave a posarme en los cielos Despediría mis tormentos y a las pesadillas recientes Haría florecer mis versos guardados Mis días de silencio se vestirían de luz. 55


Entonces las miradas tiernas reirían conmigo Abriría la puerta de mis sueños Le diría al árbol que aplauda con sus vientos Y la hermosa mañana de cabellos largos La convertiría en mi esposa amante. Han crecido mis años rápidamente Hoy quiero abrazar al tiempo Y decirle que me regale solo un día de juventud Han crecido mis años, mientras mi cuerpo duerme.

Daniel Cubas Romero- Lima-Perú

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IVANA SZAC LA MÚSICA DE SUS ALAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

¿Alguien vio alguna vez pájaros muertos? ¿Dónde mueren los pájaros? Fabiana Posse

Pocas veces acariciamos el vuelo de un pájaro ellos tiemblan en el aire como las lágrimas de hombres apagan la música de sus alas el sol 57


cierra sus ojos en el horizonte con los aĂąos los pĂĄjaros entristecen no tienen tumbas en el cielo.

Ivana Szac- Buenos Aires- Argentina

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GLORIA GAYOSO GAVIOTA

Imagen: Irina Vietalievna

Sobre la mar ensayo el vuelo, esp铆o el horizonte, me engalano de nubes, me sumergo en el tel贸n sagrado de los cielos y me lanzo a liberar las alas en un rayo de luz. Vestida en pluma hoy fabrico bufandas con el viento galante de la tarde. La niebla se despeja 59


para aplaudir al sol que con decoro se esconde... Mientras yo siento que es efĂ­mero mi destino de pĂĄjaro... y no lloro.

Š Gloria Gayoso- Buenos Aires- Argentina Derechos reservados

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ALICIA DE LEÓN EPP AZULES VUELOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Pies de greda, piel de tiempo rosa efímera, tenues huellas cual proemio del olvido. Tiesos límites gris anónimo, lazos viejos que lo amarran a la lógica. Voz pequeña, versos flacos y un destino que escribe sueños breves en la tierra. Esto es sólo una parte de mi todo la otra parte es sangre y fuego. Piel de estrella, pies de viento tonos rojos, soplo eterno voz lanzada al infinito un gran verso huellas hondas cual proemio del recuerdo. Endeble carne redimida por dos alas, 61


azules vuelos ligaduras desatadas y un destino que escribe en el cielo sueños altos azules vuelos…

Alicia De León Epp- Uruguay/Canadá

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MAR DE FONDO TRANCE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Quizá no sea bueno emprender de nuevo el viaje, ausentarme de mí; bañada por la luz del Sol y suspendida acaso en instintiva danza, un baile según los caprichos del viento. Amerizar supone el sacrificio de mi vuelo, un retorno al cuerpo, a sus límites, aceptando que pesan los días, el cese del batir de mis alas. Quizá no sea bueno pasar otra vez por ese trance; el riesgo de morar en el aire, a su suerte, resulta tentador, inevitable, elevado… 63


Amo los vuelos del alma, la levitación al azar del pensamiento.

Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España.

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ÁNGEL VERA LETRA Y CÁMICAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Hola, ¿Qué tal, cómo estás? En estos momentos quiero que imagines, que cierres los ojos y juegues, alondra de obedientes alas vuela entre los mares de mis palabras. Dale corte y cierra tus nubes, quiébrate un hueso, siente el dolor; toma una rosa, bebe su olor; mastica la humana humedad del jardín que se subsidia en plena flor. Pues cada grito de mi voz, 65


cada melodía de una canción estalla en tempestad de anagramas, en trigo dulce del mar de los latidos. Cada vuelo de arpa es un ángel convertido en cigarra. Sí, esto es un juego de durazno, de emociones vertidas en el papel de mi piano, en papel del corazón de una tinta que del lago de mis manos se desemboco. Si es que de pura casualidad sentiste algo, este poema cumplió su misión. Angel Vera Guadalajara, Jalisco- México

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CARLOS NEGRÓN PULMONES

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Son alas rosadas que aspiran al cielo, pues nacen del viento que le atina al alma.

Creo que al mismo tiempo en que me elevaba, un rifle de huesos despierta y dispara.

Carlos Negrón “Conato”, Isabela- Puerto Rico

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MILAGRO HAACK (DEL VUELO)

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Tú no eres día Tú no eres noche Hay una redoma vacía Tú no vienes de un adiós Tú no vienes de una genética fábula Donde algunos encuentran llaves 68


Cuando se cree poseer el signo bizantino por Bizancio Tú no tienes la magia embrujo de Ellas Cuando se abren solas saben cuál es la que debe Quedarse dentro del Vuelo

Por instantes Azul sin una mano

Milagro Haack- Valencia- Venezuela Inédito

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CUSTODIO TEJADA MENUDOS VUELOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

A ese niño hay que cortarle las alas porque tiene muchos vuelos y también porque tiene dos ojos que miran como si fueran dos globos henchidos de helio. ¿Dónde está el vuelo cuando uno tiene mariposas en el estómago y una cabeza llena de pájaros que suenan como cencerros? ¿Adónde vuelan las palabras 70


cuando despegan de nuestros labios? ¿Acaso las aves son libros abiertos que vuelan? Mariposas por el aire, gorriones en el cielo, libélulas a ras de suelo y dos moscas en una calva que la usan como pista de baile.

Custodio Tejada. Guadix-Granada (España). Enero 2016.

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ISABEL SAN JOSÉ MELLADO VUELOS...

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Me dejaste levantar el vuelo como una elegante garza y volando feliz hacia el cielo mi alma recobró la esperanza. Me dejaste volar majestuosa como si de un hada se tratara y como elegante mariposa en la más bella flor se posara. Vuelos ungidos de ambrosía, vuelos colmados de pasión, 72


donde todo era bella poesía ahondando dentro del corazón. Lo que no podía imaginar, era que esos sublimes vuelos a ti te dejaban ir a caminar, bajo otros bellos y azules cielos. Y ahora, que triste he posado en la tierra mis ajadas alas, márchate adonde has estado mientras aletear me dejabas.

Isabel San José Mellado- Madrid- España Derechos de autor -

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ISABEL REZMO EL AIRE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

El aire. Aire. Influjo suave de los ojos en dos luceros entre el meridiano. El aire. Aire en los dedos. Subiendo al unĂ­sono entre las nubes. El aire. 74


Aire. Alzando el vuelo entre nostalgias. Vaivenes de viento y tormenta. Vehículos pesados entre el cuerpo, el roce de las sábanas, la inquietud de la ropa. El aire pegado a tu vientre, a tu sutil embestida mientras golpea mis labios en la maraña de una caricia dibujando hilos, trenzando fuego. El aire, solo el aire. Isabel Rezmo, Úbeda, Jaén. España.

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OSVALDO RISSO PERONDI

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

se decret贸 que el Hombre deb铆a expirar, que le crecieran alas de silencio y exiliara su presencia cotidiana hacia otras galaxias los dioses eternos viajeros 76


de otro tiempo soplaron sus narices a imagen y semejanza ya no hacía falta que siguiera su brecha de vagabundo lo inventaron y desinventaron jugaron al ajedrez a los dados como esquelética marioneta manipularon sus huesos sus pies sus manos su cabeza sus ojos. desterrado como el primer Adán no le quedó otra alternativa asumir su rol de hombreícaro deshacerse de su letargo de sus horas compartidas de su andar gorrión por las veredas. Se metió 77


el sol en sus bolsillos buscó entre los mares del universo una estrella naviera la abordó en algún puerto fosforescente de esta crucial Historia y como un naufragante más de entre los tantos partió en busca de destinos infinitos para retornar algún día a esta realidad que le decretaron los dioses eternos viajeros de otro tiempo Osvaldo Risso Perondi Huinca Renancó (Córdoba). Argentina

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ADA HAYES

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Cuánto por remontarte, viento. Cuánto por saciarme en ti, agua. Cuánto por pisar firme toda tu geografía, tierra. … el viento, el agua y la tierra, un día jugaron a quererse. "Ando volando raso, bajito, bien bajito … a cielo descubierto, en pleno campo. Rozo sus aguas dulces y las llevo conmigo… para saciarte amor, cuando luego me besen tus labios de grama."

©Ada Hayes- República Dominicana 79


MARIEL MONENTE MONARCAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

migran su nube tiĂąe el cielo oyamel en la luz las yemas se vacĂ­an de su polvo satinado anuncian la ausencia del vuelo el final del recorrido llega anticipando un silencio de flores migran 80


y de pronto un disparo de aleteos rompe el aire donde cielo y tierra se encuentran.

Mariel Monente- Buenos Aires- Argentina Poema del libro “Acaso lo fugaz� Ediciones El Mono Armado 2015

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GLADIS MERELES PEREIRA QUISIERA VOLAR

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Quisiera volar como blanca gaviota, Para buscarte mar adentro mi dulce amor. Aquí estoy en la orilla de este inmenso mar azul, Donde nos dimos el último beso antes de partir, de mi lado, Pasan los minutos, pasan las horas, Parece una eternidad, Eternidad para que llegue el nuevo día, para esperarte nuevamente. Aquí estoy como todos los días esperándote con ansias, Quisiera volar, y rosarte al pasar, Para poder entregarte todo el sabor de mis labios, Que por ti están clamando, Llevo en el pecho un agudo dolor, Dolor de tu ausencia, La añoranza se apoderó de mi alma y se escapan mis lágrimas, imposibles de sostener ya, Mis lágrimas caen como una furiosa lluvia, empapando mis mejillas, 82


Empapando mi alma, para aliviar mi dolor, dolor que me provoco tu partida, Quiero volar con la brisa mañanera y en un dulce abrazo, fundirme a ti hasta el alma, Para que se impregne en mí tu fragancia para siempre, Te quiero mi dulce amor, Te necesito aquí a mi lado, Cúbreme con tu calor, Cúbreme con tus caricias, lléname de ti, Ven que ya no puedo más, las ganas de ti, me consumen, Mis sangre hierve en las venas como las olas del bravío mar azul, Los rayos del sol me castigan sin piedad, Pero aún así no me muevo de este lugar, Quisiera volar hasta ti mi dulce amor, para entregarte en un susurro todo mi amor, alma y corazón. Derechos Reservados. Gladis Mereles Pereira. Ciudad Presidente Franco Alto Paraná La Eterna Soñadora. Paraguay. 5/01/2016.

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JORGE LACUADRA AMORES PÁJAROS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Extendí mis alas hasta que crujieron, hasta que mis hombros se ardieron, hasta que mi pecho expulso costillas y mis dedos estallaron en plumajes. Me precipité así, desde la melancolía de rebelarme, de doblegar las caricias, empujando al amor por un acantilado, creyendo así que dominaría los cielos. Mi piel fue horadada por las cánulas, soporte el dolor agudo de mis piernas, ahora poseía garras y una voz de trino, y un timón para navegar eternidades. 84


Me extravié en esa teoría de solo dos, que es tratar de entender el silencio, declarando al amor como impalpable, escondido bajo la mirada indiferente. Presentí esa sed de tener nuevas alas, hasta que me concebí estable y ligero, hasta que me solté del filo del mundo y degusté la exactitud de la gravedad. Fuimos amantes destinados al suicidio y a caer como ígneas aves inconstantes. Nos sumimos en una hora sin memoria, bogando corazones por la negra noche. Pero mi cuerpo aún es dolor y es pájaro y sangran aún mis deslucidos plumajes. Remonto vuelo por los cauces del cielo, creando una tormenta en la nueva brisa.

Jorge Lacuadra - Córdoba- Argentina2015

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ZAIDA GILES DE QUIRÓS EXTENDERSE Y APENAS ROZAR

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

¿Volar? ¿Extender las alas? ¿Qué nos impulsa hacia ello en sentido figurativo, real, cierto? ¿Alzar la mirada y con ella nuestros anhelos sublimes? Ser libélula que apenas roce las manos del amante esas que provocan ascendencias infinitas... Volar, transmutar gustos, afianzarlos en mucho más que latidos... Así, así hoy, de travesías y vientos fruncidos en el corte cerebral, el mismo que reconoce con añoranza tus vuelos. ⓒ Zaida Giles de Quirós, Sevilla, España. 86


MARITA RAGOZZA VUELO LIBRE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Surco denodado y desorden de plumas semiluna abierta en perfil nocturno viajo por el laberinto con hambre de gaviota suelto amarras vuelo con alas abiertas soy nube soy agua soy libre. Marita Ragozza de Mandrini- Pehuaj贸 - Argentina

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JUAN DISANTE CORRIJO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

“Corrijo” está dedicado al Maestro José Manuel Caballero Bonald:

Hasta donde he sido impotente de rasgar la secretosa voz de la palabra para ahuecar la despegada memoria en sus vueltas y revueltas, de qué modo trozar la bruma que oculta el suceso, cómo cuidar el palabreo de los mitos inexpertos. ¡Qué pánico ahogador a la sequedad de la lengua! ¿Qué me he propuesto sin poder cumplir? ¿La acción atilada de artificiarme en el brillo estando él tan lleno de frenados recuerdos? 88


Las nuevas voces se tocan, se huelen, se palpitan, como el hender de la vuelta, pedir la palabra y dejarse llevar, quitar el velo jabonoso de la camisa transpirada, estrujar el verbo negrusco recién lavado en agua del cielo. Enmendar la experiencia tenue del distante realismo, luego volver a la prístina anomalía del hálito griego, que sea la palabra, no su argumento quien nos pasme y allí estará el espacio de la libertad que nos espera en el Yo.

Juan Disante- Buenos Aires- Argentina

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JULIÁN GOMEZ DE MAYA ARTE Y ENSAYO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Busco un par de tijeras corta-prisas, corta-pretextos varios, corta-celos… ¿Y no hallaré, entre paja, mi agujita de coserme a la piel cada momento? ¿Dónde encuentro una escoba de autoestima con que barrer el polvo de los miedos? ¿Quién me presta un martillo de osadía para romper la hucha de mis sueños? ¿Y cómo hacerme con papel y tinta que apunten en mi haber cuanto no espero? Descalzo el pie de tanta expectativa y convención, acaso alzara el vuelo, ...pero un vuelo de autor hacia la vida, vuelo de arte y ensayo a ras del tiempo. Julián Gómez de Maya. Murcia, España.

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LUIS LÓPEZ-QUIÑONES RUIZ PLAN B

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Sobre las nubes azules y blancas señorea el emblema de la compañía, vagón alado, trasportín de almas, fusilaje metálico y plan de huida. Viaje iniciático al otro lado, regreso a casa tras la derrota, escape del callejón sin salida, motor, trasplante y paracaídas. Rompedor del tiempo y del espacio compinche y cooperador necesario, alfombra mágica, alternativa, billete numerado de despedida. Surca el cielo, chorro y humo que rasga los jirones del pasado, extraños con destinos comunes y nimbos con forma de futuro. 91


Pista para la oportunidad segunda, permiso para amar de nuevo, licencia para renacer por dentro para la esperanza y para los deseos.

Luis L贸pez- Qui帽ones Ruiz-Munich, Alemania 6 de enero del 2016

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LOURDES MARÍA NAVARRO CRUZ GRACIAS, TÚ ME DEVOLVISTE MIS ALAS

Imagen: Irina Vietalievna

Siempre había ansiado ser lo soñado; un pájaro. Me gustaba imaginar poder acariciar el cielo y sentir el aire en cada ascenso. Me preguntaba que se sentiría al batir las alas en medio del azul y blanco del cielo.

Me gustaría saber lo que se siente al volar sin importar nada más que la dirección del viento. 93


Y ahora aquí estoy, bailando y cantando en las alturas, saludando desde lo más alto del firmamento. Y ahora que puedo decir… Despliego mis blancas alas que, rozan con el aire fresco. Me gusta. Desprendo el mañanero vuelo, hacia allá, hacia cielo. No tengo miedo. Qué bien se está aquí arriba en las alturas, lejos de ti. Pues soy libre. Aquel día dijiste lo que nunca jamás pude pensar que iba a escuchar de tus ametralladores labios infelices. Recuerdo aquel aplastante martes, tú, sentado, fumando, riendo, yo, rota y con miedo. Con miedo por perderte, tenía miedo de perdernos. Después de unas horas silenciosas, amargas e infinitas, te despediste con un desgarrador “no te quiero”. En ese momento, creí que tomaste la opción equivocada. Pues te fuiste, te fuiste para no volver con la certeza, de que me dejabas derrumbada, confundida y sola. 94


Es ahí entonces, cuando despegué, cuando abrí mis alas, cuando acaricié las nubes por primera vez. Lloré, es cierto, lloré sin consuelo sentí como el alma me la arrancaban, dejándome llena de heridas. Y desde lo alto pude aprender, que no me quedaban fuerzas para mirar a nadie más, que mis ojos siempre te iban a pertenecer, que mis labios y mi cuerpo iban a ser tuyos para siempre. Pero desde allí, desde lo alto, me sentía libre y desnuda, desnuda de ti. Y aunque sabía que no iba a poder amar a nadie más como te amé a ti, elegí permanecer así por siempre. Porque aunque, te sigo amando con locura, ojalá no me corten jamás las alas, ojalá no me quiten mi vuelo.

Lourdes María Navarro Cruz. Guadix (Granada)

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INMA FERRERO BÓREAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Mirándote, mil suspiros a tus ojos, sentimientos que pierdo y despojo, para no perder la esencia de tu sombra. En lágrimas de carne sedienta, regalo suspiros amorosos, al agua del amor hambrienta que tiene fuente en tus ojos. Y tú, Bóreas, eres tristeza infinita con paso pausado y sereno, eres sendero largo y duro por el que peno. Tristeza de tu caminar suave, que como el viento se va extendiendo, que suena y juega en los árboles e impide paso a mi vuelo. Título original: El leve suspiro de un poema Autor: Inma J. Ferrero Editorial: Bubok ISBN: 978-84-686-0617-0 ISBN ebook: 978-84-686-0618-7

Inma Ferrero- Madrid- España 96


PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ VUELO RASANTE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Ácido sabor de duda invade mi boca. Mi ojos - teas ardientes – vierten suspiros de incertidumbre. Entre la algarabía del silencio resuena un latido constante aferrándose al recuerdo - doliente – que se escurre entre mis dedos. El pasado es un laberinto, el futuro un gran abismo. Desplegaré mis alas y sobrevolaré mis penas - solitarias – en un vuelo rasante sin levantar aire, sin hacer ruido, sin molestar a nadie, sin que me vea nadie, 97


- y lloraré – hasta llegar al vacío sin estrella que me guíe tras la estela de tu mentira.

Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España

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SÄO GONÇALVES

Imagen: Irina Karkabi

No tengo palabras que sepan dibujar el vuelo de las aves ese encantamiento atravesando el cielo pero sé, yo sé, siento el vuelo con que se desgarran los días y las noches la luz de los días vacíos de esperanza. Mañana será otro día el espíritu no descansa. Bailo un ballet silencioso entre el apego a las cosas 99


y la inmaterialidad del mundo. ¿Cuántos vuelos serán precisos para vencer los desafíos de la vida? Säo Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo Traducción: Cecilia Ortiz

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MIRIAM ÁLVAREZ LA PRÓXIMA SOMBRA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

El aire rojo se cuela en la mirada y empaña. Es la tierra migrante que lleva los pasos de todos los senderos. Y ahora es el polvo el que se cuela, para no mirar esta garganta atorada del mismo canto de las piedras. 101


El agua agrieta las huellas, porque el sol penetra los pies descalzos. El monte respira agobiado en el camino. La mirada trata de seguir el vuelo que se libera. Y él no puede. Se queda sentado, esperando la próxima sombra. Miriam Álvarez - Clorinda-Formosa- Argentina

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AYMARA ARUWIRI VIENTO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

No me muero es que me expando. Me adhiero a tus encantos, a tus caprichos, a tu ironía. Me voy con la inocencia de regresar controvertida, ensoñada, estupefacta, irreconocible. Pues tengo la fantasía de que tú y yo somos uno. Tan libres como el albedrío. Tan sublimes como efímeros. Tan cruciales como elocuentes. Tan sólo: somos. Viento de todas las mareas, de todos los horizontes. Me voy contigo ferviente, ilusionada, complaciente; me tomas de la mano y yo me prendo de la tuya. Tú mi viento yo mi alma, juntos nos volvemos uno; 103


no me muero, sólo me voy contigo. Propago mi vuelo al infinito te practico todos los días. Mis vuelos cotidianos, mis alas de sueños, mi osadía. Desde allá arriba pulverizo todos mis miedos.

Aymara Aruwiri. D. F. – México

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RELATO

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CARMEN SAMPEDRO FRUTOS TRAZOS DE VIDA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Vuela el pájaro, reposa en la rama, vuela de nuevo y trazo con mis dedos el movimiento de sus alas. Me asombra la precisión con la que ejecuta cada uno de los gestos, que marcan la celeridad del aleteo. Me gustaría crear una caligrafía con esos trazos, para saber qué dicen mientras planean por el ancho cielo. Cuando yo era pequeña, quería escribir la historia de mi vida. No porque fuera una niña prodigio, llena de talento y con historias extraordinarias que contar. Quería escribir sobre algo que no entendía y pensaba que al darle las palabras adecuadas, ellas mismas, las palabras, me lo darían a conocer o entender. Lápiz en mano y con una hoja arrancada de mi libreta de matemáticas, me disponía un día tras otro a expresar toda esa vida que quería contar y que no me cabía en el corazón, ni en la pequeña hoja de mi cuaderno.

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Dada mi naturaleza tenaz y perseverante, comenzaba enlazando unas palabras con otras y siempre me quedaba en la misma línea, como si algo me impidiera seguir adelante; una congoja, una angustia que no me dejaba engarzar los pensamientos. Quería y no podía trazar con mis manos, la caligrafía de mis sentimientos. Es tan bello el vuelo del ave…debe ser hermoso ver las cosas desde el cielo: la copa de los árboles, cabezas coronadas de laurel; los campos tapizados con cintas de colorines, lienzos de cosecha para el sustento. Y los hombres y mujeres tan diminutos que parecen leves criaturas recién llegadas al majestuoso escenario. Trazos de vida… “Había una vez una niña que no podía caminar…” “Érase una vez una niña que no podía andar…” “Os voy a contar la historia de una niña que no podía…” Y al llegar a ese punto, al escribir esa palabra, todo un mundo de dolor e incomprensión cercaban las palabras, como si el deseo de escribir su vida fuera sitiado por un maleficio. Pasaban los días, y el cuaderno se quedaba sin hojas como el árbol en otoño. “Había una vez una muñeca de carita morena y ojillos vivarachos. Era la alegría de su dueña que la cuidaba con esmero y la llenaba de mimos y abrazos. La muñeca de esta historia no necesita muletas para caminar, ni encorva su cuerpo cuando se sienta en su sillita. No tiene aparatos ortopédicos; no va vestida de hierros, correas, ni le aprietan las botas porque no las lleva; lucen sus pies unas sandalitas por donde asoman unos dedos sensibles y simpáticos desde el más gordete hasta el pequeñín, como hermanos inseparables. Otro día seguiré hablando de ella, pues aún no tiene nombre ni sé qué más decir. Yo quería escribir mi vida pero me duele algo por dentro cuando hablo de mí; sé que podría contar muchas cosas pero lo que realmente quiero contar, lo que verdaderamente quiero expresar en la hoja de mi cuaderno, me causa tal dolor, que no puedo conducir el escrito. No tengo trazos.” Fotograma a fotograma repaso la imagen de esa niña que no podía caminar y tampoco podía escribir sobre ello. Cómo expresar con ocho años que para desplazarte uno, dos, tres pasos, necesitas poner en marcha todo un dispositivo, todo un mecanismo para lograr uno, dos tres pasos. Cómo dar significado a una infancia sin el vuelo natural, ese vuelo que permite experimentar los juegos, movimientos, risas del cuerpo en su más espléndida manifestación. Vuela el pájaro, reposa en la rama. Vuela de nuevo y su trazo deja una estela en el aire. Volar es fácil, andar es fácil, correr es fácil, volar, volar… 107


La niña acallaba su tristeza para no perturbar mi andadura paso a paso por la vida. Yo le daba mi coraje y ella seguía con su hoja de cuaderno. Pensé que dejaría de lamentarse por sí sola al verme libre de la ortopedia, libre del manual de instrucciones para desplazarse de un lugar a otro. -¿Qué quieres que haga por ti? -le pregunté una noche oyendo su llanto. -¿Qué quieres?-¿No te basta mi coraje, mi fuerza, mi esfuerzo, no es suficiente todo ello? Deberías sentirte feliz con mis logros, las dos hemos conseguido sobrevivir a lo que un día curvó nuestra infancia. -¿Qué palabras necesitas para sanar tu tristeza?-La caligrafía del vuelo,-me contestó. Y entonces comprendí que sin querer, había silenciado su dolor para no sentirlo como propio. Acallé su pequeña alma dolorida y no atendí qué me quería decir con sus torpes trazos al dar un paso, dos, tres… Mi coraje no la redimió del dolor. Ahora que sé lo que necesita, creo para ella esta caligrafía, esta pequeña historia, donde ella es la muñeca de carita morena y ojillos vivarachos. Una muñeca muy querida por su dueña que le ha trazado un mundo de palabras, para que elija las más hermosas, y pueda volar con su imaginación a la altura de las aves que planean por el cielo. Carmen Sampedro Frutos Linares (Andalucía) España

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CECILIA ORTIZ ABRIR ALAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Lo vi entre las piedras del arroyo. Un pichón peleando contra restos de cáscara y, viento empeñado en ayudarle. Arriba, en la saliente de la montaña, el nido. Miré el sendero que baja caracoleando hasta el bosque, unos jinetes con fusiles y plumas muertas sacudidas por la brisa, se alejaban. Comprendí también que el pichón perdía posibilidades. El nido solitario era un mal presagio. Pensé: pobre bicho. Sentí como un agujero en el pecho y el frío colándose por allí. Lo tapo con el cóndor, me dije y lo metí entre la ropa, parecía una piedra helada. Subí al caballo, apuró el paso sin que le dijera nada. 109


La columna de humo detrás de los árboles blanqueados, me pareció el paraíso; delante de la chimenea se olvidaba el frío. La nieve caía lenta. Me toqué el pecho, el pichón se movió. Entré el caballo al establo. Traté de apurarme, la montura se resistía, las riendas enredaron mis botas, me di cuenta de que con una sola mano era un inútil. La otra acariciaba al pequeño cóndor que había comenzado a temblar. Corrí hasta la casa. El viento arremolinaba nieve delante de la puerta. Un mate espumoso, humeante, calentó mi boca. Cuando puse el pichón sobre la mesa, Luisa agrandó los ojos, lo tocó y sucedió lo que esperaba. A ninguna mujer un crío se le escapa de los brazos. Al rato, Juancho, apareció envuelto con unos trapos y el buche lleno. Se adueñó de la cocina en pocos días. Entre cacerolas y espantadas con el repasador, creció. Se hizo juguetón y molesto. Luisa lo llevó al gallinero en cuanto el tiempo lo permitió. No fue bien recibido. El paso de los días le dio la oportunidad. Imitaba a las aves y cada tanto un picotazo del gallo lo hacía volver a la casa. No era un buen lugar para él. Se lo dije a Luisa, me respondió: el mejor lugar es la montaña, si no hubiera sido gallina. Me palmeó la espalda. Sentí entonces que me había dado la oportunidad de hacer algo más que mirar. Por la mañana me iba con Juancho, al lugar donde lo había encontrado, para ver si se le despertaba el instinto. Sólo imitaba el vuelo que conocía. Regresaba a la cocina, a enredarse con las cosas. Iba al corral. De revuelos y gritos se llenaron los días. Cuando tuvo el aspecto de adulto y lo vi hacer tonterías de cachorro, tomé la decisión. Luisa tuvo miedo, él se había prendido de su pollera, así decía ella. Lo observamos durante unos minutos. Luisa le abrió las alas, nos sorprendimos. Al día siguiente, de madrugada, salimos hacia la montaña, cabalgando por el bosque hasta llegar al claro, los caballos quedaron a la sombra. La brisa era fresca, el sol, radiante, prometía una buena jornada. Subimos por la picada, nuestro adoptado iba entre los brazos de mi mujer. Miré sus lágrimas cuando me lo dio, al borde de la cumbre. Tardé en lanzarlo al aire, era como desprenderme de algo mío. El barranco terminaba en arroyo y piedras, las alas del cóndor estaban tiesas. Gritamos. A punto de estrellarse el cóndor supo quién era y voló. 110


Lo vimos entre lágrimas. Imponente. Bajó cerca de nosotros, no hicimos ningún movimiento. Se entretuvo un rato: tomaba carrera, volaba bajo, volvía para mirar; seguimos sin movernos. Levantó vuelo. Bajamos tarde, solos. El nido quedó habitado. Al entrar a la casa, mis palabras escaparon diciendo: Hicimos lo que debíamos hacer. Luisa frunció la frente y mientras preparaba mate escuché que decía: Me parece que los humanos también volamos como gallinas cuando podemos ser cóndores. Asentí con la cabeza. Los ojos de ella esperaban respuesta. Me acerqué, la miré de frente y mientras le daba un beso dije: No hay que olvidarlo nunca, Luisa, nunca. Al abrazarnos, sentí la emoción de ella y me pareció que ya estábamos abriendo las alas. Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina -Se denomina mate a la infusión hecha con hojas de yerba mate (Ilex paraguariensis), planta originaria de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y el curso superior del Uruguay. Estas plantas previamente secadas, cortadas y molidas forman la yerba mate, la cual tiene sabor amargo debido a los taninos de sus hojas-

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MARGARITA POLO VIAMONTES VUELO DE VERDE BLANCO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Volar de verde a blanco es un privilegio que repito ahora, al menos una vez al año, durante el invierno. El vuelo se produce no por un efecto químico, sino gracias a un don de la Naturaleza, en este inmenso país al viajar del sur al norte, en un recorrido de 1,241 millas (1.997 kilómetros) por la costa este, partiendo de la Florida hasta Boston. En este vuelo prodigioso, el cambio de verde a blanco sorprende la vista desde la ventanilla del avión. En breve lapso, cambia el color, el clima y la vida. Desde lo alto, al salir de Miami se puede divisar bajo el ala plateada del avión, los tejados rojizos, el verdor de las palmas y otras plantas, surcado el terreno por el azul de los canales y lagos. En breve se eleva el vuelo miles de pies de altura, la vista se recrea con los tonos floridanos, tan brillantes por el intenso sol tropical… a medida que dejamos atrás la inmensidad del océano Atlántico, para bordear Carolina Sur y Norte, 112


Virginia y otros estados de las antiguas trece colonias, los colores van decreciendo hasta llegar a la tonalidad de grises y blanco intenso, con destellos de espejo en las zonas acuosas. La primera vez que me sorprendió este intenso cambio, de volar de verde a blanco, fue hace unos años atrás, aquel sábado 9 de febrero, cuando el avión despegó exacto a las 8 de la mañana desde el aeropuerto Fort Lauderdale. El viaje debía durar 3 HR 8 MN pero después de los sobrecargos repartir el “lunch” a las 9-10 a.m. escuché por el audio al piloto: “en breve aterrizaremos en Boston” (traducción al español). Me sorprendió el anuncio, creí que mi reloj se había roto, pero era real… el vuelo se adelantó ¡casi una hora! Cuando lo comenté en casa, me contestaron riéndose “debieron ponerle un ticket al piloto por exceso de velocidad”. Yo me alegré mucho, parecía como si todos se hubieran puesto de acuerdo conmigo, para llegar lo más rápido posible a ver a mi hija finalizar el compás de espera de su segundo hijo. Todavía perpleja por el horario, observé el horizonte, el sol trataba de sobresalir por entre las nubes blancas. Sentí no llevar una cámara para captar ese minuto dorado en la amalgama de sol y nubes… Las nubes cual algodón, bordeaban los tímidos rayos solares. De todas maneras creo no poder describir fácil, la sensación de estar flotando en medio de ese paisaje celestial. Al instante, se abrió aquella alfombra nubosa y comencé a divisar el nuevo escenario con algunas zonas deslumbrantes, delatando el agua congelada por la temperatura bajo cero, cual espejos brillantes a la luz del sol matutino. Al preguntar a mi hija antes de volar hacia Boston, cómo estaba el tiempo, me había dicho: HOT (caliente) porque había subido a 27 F (por debajo de cero centígrados). El cambio sugería una segura nevada al atardecer. Durante el vuelo dormitaba en el avión, pero la sed me despertó… aproveché para tomar y comer algo guardado en mi cartera. Me ahorré unos cuantos billetes, porque cada vez están más caros los productos que venden durante el vuelo, así que hice el viaje a “lo cubano”. Sonreí, aquí cuesta hasta la risa. Decidí dormir, que es gratis, por eso la sorpresa al despertar entre aquel almohadón de nubes y tenue sol, resultó tan 113


fascinante esa primera vez que pude observarlo con todas las variantes de su tonalidad. En realidad este vuelo de verde a blanco, incluye grandes cambios, primero la mudanza de vivir cerca de mi hijo y su familia en la Florida, cubanos de nacimiento, bajo el agobiante calor tropical y alta humedad relativa, aun en días invernales; para viajar a pernoctar con mi hija y su familia, nativos norteamericanos, radicados en Leomister, Boston… con un frío “que pela”…. También significa volar de español a inglés. Pero este vuelo espectacular de aquel sábado 9 de febrero, trae consigo la experiencia de asistir al parto de mi amada hija. ¡Es tan diferente! Porque no es lo mismo vivenciar un caso de hospital como parte de un reportaje, que apoyar como madre y abuela, en semejante trance. La llegada de mi cuarto nieto, resultó un acontecimiento único, tanto como observar el sol dorando el manto de nubes, y volar de verde a blanco en menos de tres horas. Margarita Polo Viamontes- Miami- U.S.A.

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ROLANDO LORIÉ CONFESIONES DE APOLONIO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Sucedió que en mis años de pre adolescencia, una de esas mañanas agradables campestre en el pueblo de mis abuelos paternos, me encontraba sentado en un banco del amplio parque pueblerino a la espera de la llegada de Aurelio, vendedor de unos ricos zapotes, mi fruta predilecta en aquel entonces, se me acercó un anciano elegante de barba y cabellera blanca como la nieve, y unos noventa años a decir por su aspecto, con bastón en mano y andar lento e inseguro y me dijo: -¿Me puedo sentar a tu lado para compartir el fresco mañanero?- de inmediato lo hizo sin esperar mi respuesta.

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El anciano con voz firme y clara, prosiguió: -Mi nombre es Apolonio de la Concepción y Zaldívar - y me dio su mano, -soy el dueño de la gran loma que ves allá a lo lejos, única en estas zonas sabaneras, también de las inmensas extensiones de tierra que conforman la finca que colinda con la de tu abuelo Don Guillermo. Sé quién eres y que estás de visita por estos lares. Yo no le conocía personalmente, pero sí de oídas, pues era un rico hacendado y sus tierras eran famosas en la comarca por su fertilidad para la siembra del tabaco y frutos menores, además de la llamada “Loma de Apolonio”, sobre la cual los vecinos hablaban de leyendas misteriosas relacionadas con encantamientos y aparecidos milagreros. Me sorprendió que supiera de mí y eso me hizo sentir importante y más a gusto en su compañía. Le expresé que siempre había experimentado el deseo de subir esa loma que para mí era la de mayor altura existente que conociera, el cual era uno de mis sueños; desde que la vi en mi primera visita unos años atrás, anhelaba escalarla hasta su cima. Atento a lo que yo le decía me argumentó en relación: -Te comprendo… ¿sabías tú que el ser humano no puede dejar de soñar?, ese es el nutriente de su alma, lo que le motiva a vivir, como lo son el sol, la lluvia y la tierra para las plantas. Desde niños todos tenemos nuestros sueños, recuerdo que de joven así como tú, poseía mucha fuerza, energía y valor, pero no sabía cómo alcanzarlos, debía aprender a luchar… y te digo más, aunque durante tu existencia se quiebren tus sueños y veas frustrados tus deseos, es imperioso seguir soñando, mantener esa maravillosa capacidad, porque sino tu alma se desnutre y muere. En la medida en que el anciano me hablaba lo hacía con más ímpetu, su rostro se iluminaba, sus ojos de un verde intenso se agrandaban. Por el curso que tomaba la conversación; la impresión que yo recibía de él a pesar de mi corta edad, era que se estaba confesando conmigo más que aconsejarme. Yo le escuchaba sin perder detalle olvidándoseme los zapotes de Aurelio en cuestión. El tema resultaba muy interesante para mí, mentalmente fui repasando alguno de mis sueños juveniles que me había trazado obtener a corto y mediano plazo, entre los cuales se encontraba por ejemplo, seguir estudiando y llegar a ser un profesional de la medicina. -Te puedo afirmar estimado jovencito, que aunque me esforcé, aprendí a luchar y logré riquezas y poder, después no tenía tiempo para disfrutar y 116


ahí comencé a matar mis propios sueños. Me creía el dueño del mundo, todo lo sabía y todo lo tenía, me sentía realizado, pero iba perdiendo el entusiasmo de batallar por nuevos propósitos, ya no me exigía desplegar esfuerzos por alcanzar grandes cosas; me justificaba a mi mismo al considerar suficiente la tranquilidad relativa con que vivía, se apoderó de mí la conformidad, pero en mi intimidad sabía que al renunciar a mis sueños, ello contaminaría el entorno en que me desenvolvía, surgirían el egoísmo, las discrepancias e incomprensiones con los allegados y seres queridos, al extremo de imperar la crueldad hasta conmigo mismo y desear la propia muerte como solución a la agonía e insatisfacción de haber perdido el valor de combatir por mis propios sueños, aunque me encontrara en la ancianidad. Esa es mi triste realidad, solo me resta dejar el tiempo pasar, el reloj de mi propio cuerpo se va agotando, por ello no te detengas en subir la “Loma de Apolonio” y cumplir así tu deseo, tienes mi permiso para entrar a mi propiedad; lucha y esfuérzate siempre por alcanzar tus sueños y propósitos hasta el fin de tus días y que Dios te bendiga. Diciendo esto, se secó con el pañuelo las lágrimas que corrían por sus arrugadas mejillas y se despidió de mí: -Hasta pronto muchacho y salúdame a tu abuelo Don Guillermo. Yo lo seguí con la vista perdiéndoseme por aquel camino polvoriento que lo había traído hasta mí, como si lo cuidara en su caminar inestable. Sentí pena de él y al mismo tiempo agradecimiento por la sinceridad con que me había hablado, aspectos que tendría presente en mi vida futura. De regreso a casa de abuelo, le comenté durante el almuerzo, mi conversación con el anciano Apolonio. ¡Cuál no sería mi asombro!, al escuchar de boca de mi abuelo, que Apolonio había fallecido hacía dos años, y estaba enterrado en el cementerio del pueblo.

Rolando Lorié. Miami- U.S.A.

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M. TERESA FANDIÑO ME CEGÓ LA LUZ DE TUS ESTRELLAS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Un día quise volar, ¡lo deseé con tanta vehemencia, con tanto amor! Me embrujó la luz de tus estrellas. Pregunté y me dijeron que estabas en el cielo. Cerré los ojos y soñé contigo. Y con ellos cerrados, suplicando, me elevé hacia ti lentamente. Llegué a las nubes, jugué con ellas y, mecidas por el aire, me balanceaba. El sol ardía, me resguardé bajo una sombrilla de colores y, por momentos, en sus nieblas para refrescarme. La noche acudió y pude verte. ¡Creí morir! Sin poder dejar de observarte ni un segundo, llegó el alba... Después de unos días, y unas cuantas noches en vela, mirándote, las nubes comenzaron a moverse; viajaban hacia otras tierras y, a través de los huecos que surgían entre ellas, conocí paisajes, mares, montes, caminos, 118


lugares y personas irrepetibles. Durante la noche me recostaba sobre ellas, me acunaban, me adormecía y me sentía bien. La luna me miraba en marfil, me embrujaba como queriendo besarme. Tú siempre estabas ahí, sentada en tu silla de reina y tu corona sobre tu cabeza. Pude observar tus cinco estrellas más brillantes. Ellas nunca se separaban, parecían estar sujetas por un cordoncillo. Brillaban como nunca las había visto, tan cerca y tan lejos. Reconocí en mí la fuerza y el poder. En pie sobre las nubes sobrevolé las montañas, observé pequeños pueblos nevados. Los picos de tu corona me guiaban, señalaban norte. Cruzábamos sobre el fiero océano cuando lo visitó el diablo. Juntos, el maligno y Lucifer, arrasaban las pequeñas aldeas de la costa con la fuerza de mil demonios. Las nubes se enfurecieron, comenzaron a pelearse unas contra otras, rayos y truenos. Me asusté, mas tú siempre estabas sobre mí, con tu M de madre y tus luces encendidas. Un avión de pasajeros cruzó las nubes a mucha velocidad, algunos de ellos me vieron y se sorprendieron, los niños reían. ¡No todo el mundo puede volar y surfear por el cielo!, me vapuleó. Me entró vértigo y perdí el equilibrio, extendí los brazos para sujetar mi caída. Desperté en mi cama sujeto al suelo. Sé que no fue un sueño, ¡tal vez un milagro! Volé más allá del imposible, cerca del universo. Deseaba llenarme de tu luz radiante, de tus colores. Casiopea, inundas mi cielo con tus destellos. María Teresa Fandiño Pérez A Coruña, España

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ROXANA ROSADO LOS VAMPIROS EXISTEN

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Son seres que caminan entre nosotros. Pueden hasta sentarse a cenar a nuestro lado y ser parte de nuestro apellido sin que nosotros nos demos cuenta de ello. Ésta es la historia de la dama-vampiro. Es un ser sombrío. Vive en una cueva llena de recuerdos, huele a humedad y a orina rancia, a sueños no cumplidos y soledad. Ella dice que no la siente, pero ahí está presente. Nadie repara en su persona. Quizás la recuerden vagamente, pero nada más. Su historia nadie la sabe. Los vidrios están cubiertos de un líquido blanco seco que lo mismo podría ser sangre de los ángeles que ella ha exterminado, o cal revuelta con agua. Algunos vidrios están rotos, igual que las almas a las que ella ha tocado. Cortinas roídas que jamás se abren cubren algunas ventanas y cuelgan de unos cortineros oxidados que en algún tiempo fueron blancos. 120


Su vida está guardada en cajas. Cajas que se niega a destruir, a abrir, a olvidar, cajas que ocupan el espacio donde podría haber una sala, un florero con flores frescas, una hija leyéndole un cuento... Pero todo y todos tienen un pasado que contar. Alguna vez fue un ser alegre, deseada y codiciada como una gema por su belleza. Pero en algún momento -quizás desde su nacimiento, o desde que supo que su padre se había enamorado de otra mujer y que ella dejaría de ser su niña- algo en su psique se rompió y surgió ese ser oscuro que todos llevamos dentro pero que nos negamos a dejarlo florecer. Fue entonces cuando pensó que la gente a su alrededor era su enemiga, y se convirtió en vampiro. Era seductora y sensual, sabía reír y tenía buena conversación, pero cuando la otra persona se descuidaba o hacía algo que a ella le parecía agresivo, o malo, o en desacuerdo con sus ideas, le mordía. Sus uñas brotaban de sus entrañas y sus colmillos se alargaban hasta desgarrar la garganta de sus víctimas. Cuando ya les había chupado la última gota de sangre cerraba sus heridas con su lengua y los dejaba ahí, sentados, escuchando su conversación, haciendo de cuenta que nada había pasado. Ellos no recordaban nada de lo sucedido, terminaban la visita bebiendo su copa de vino y se iban a casa. Ella se quedaba con el vientre saciado sintiendo que flotaba en su cama. Su belleza los atraía, por eso volvían. Y el ciclo empezaba de nuevo. Les sorbía la sangre que su cuerpo había producido la noche anterior, y nuevamente se iban, felices de haber estado con ese ser tan hermoso y ella flotaba nuevamente, soñando que soñaba con seguir siendo vampiro y disfrutando del recuerdo y placer que le provocaba el destrozar a su víctima, como quien disfruta de ganar una batalla. Una vez una semilla germinó y ella parió un ser hermoso. Una bella niña, mitad inocente, luminosa, buena, angelical, y mitad oscuridad. La niñaángel-demonio creció adorando y sintiendo que ese ser hermoso al que le llamaba madre le sorbía las entrañas de vez en vez (esto la confundía enormemente y le hacía pensar que ella también era un vampiro) y cuando intentaba alejarse, volvía (como las abejas al polen). A veces la niña quería contar lo que sentía, pero no había a quién recurrir, nadie entendería lo que sucedía detrás de esos vidrios cubiertos con cartones y hojas de papel negro. Nadie, porque la mujer hermosa sabía disimular muy bien su lado oscuro y a los ojos de los demás era un ser cuasi perfecto. Solo algunos de los que habían crecido con ella sabían de lo que era capaz, y por eso se alejaban. Entonces la niña-ángel-demonio se 121


encogía como un feto, abrazando sus piernas y llorando en silencio gritando el nombre de su padre desconocido, aferrándose a las estrellas cuando subía a la parte más alta del castillo y escondiéndose en el regazo de su abuela-ángel, quien le regalaba un vaso con leche y una rebanada de nube para apaciguar sus tormentas. La niña-ángel-demonio creció aparentemente indefensa, pero fue lo suficientemente fuerte para defenderse a sí misma aún cuando su entorno se mostraba amoroso-neblinoso-cegador-aterrador- a veces en paz. Por supuesto que la realidad era muy subjetiva para ella. Afuera de la puerta de su casa era de una manera, y detrás de las puertas existía otra. Eran como dos dimensiones mezcladas entre sí, provocando otra realidad aún más confusa que las anteriores.

La dama-vampiro le daba lo que podía (o lo que pensaba era su forma dolorosa de amar) a la niña-ángel-demonio, pero se mezclaba el brebaje del amor-odio que la dama sentía explotar en sus venas y los regalos o palabras amorosas iban acompañadas de púas. Y conforme la niña-ángeldemonio empezó a crecer -sintiendo que era un ser individual- comenzó a separarse. La dama-vampiro le quiso enseñar cómo debía hacer para que sus colmillos y sus uñas crecieran para desgarrar a sus presas pero la niña no quería ser como la dama. La miraba extasiada cuando se maquillaba y le parecía un ser muy bello, pero le daba miedo, y no quería provocar el mismo miedo que sentía a los demás. Tenía su propio ser interior, deseaba ser ella misma, no sentirse opacada por esa dama que siempre estaba mirándola, vigilándola, comparándola y criticándola por no ser como ella. Los pocos momentos privados que tenía los ocupaba en soñar que estiraba sus alas de ángel y se alejaba de ese castillo-fortaleza de arena. Amaba los lugares oscuros y soñaba con un castillo con poca luz en donde pudiera ser sin ojos vigilantes, pero también amaba la luz y las flores. Soñaba con sentirse amada, con un príncipe que la rescatase y así, soñando con imposibles, creció. Se convirtió en una dama-ángel-demonio bellísima. La dama-vampiro disfrutaba de la belleza del ángel como si hubiera sido su creación (cuando había sido creación de Universo mismo) pero también sentía una rivalidad y un celo incontenibles. Esos celos a veces se desbordaban y provocaban que sus uñas salieran de 122


sus entrañas y quisieran desgarrar esas carnes jóvenes, hacerlas sangrar y llorar hasta su muerte. Cuando la dama-ángel-demonio se sentía herida una gran confusión brotaba de sus poros y se retiraba a su rincón donde cantaba y tocaba la guitarra hasta el amanecer, moviendo sus alas de manera imperceptible (para que la dama-vampiro no le escuchase) y soñaba con volar mientras diminutos diamantes salían de sus ojos color avellana. Un día decidió que era momento de separarse. Se cansó de recibir caricias con púas y preparó su maleta sin que nadie se diera cuenta (solo su abuela-ángel que en la oscuridad velaba por ambas) y salió del castillo. Juró no volver jamás a vivir ahí. Solo iba de visita a ver a la dama-vampiro, pues aunque le tenía odio, también le amaba. Entre las dos había una relación extraña, plagada de luz y oscuridad (como ambas). Había un cordón invisible que las unía (su parentesco) y las dos intentaban romperlo pero no podían. La única manera era que dejaran de luchar una contra la otra. Que dejaran de esperar lo que no podrían darse. Pero ninguna sabía cómo hacerlo. Llegado el momento el cordón se rompería imperceptiblemente. La dama-vampiro continuó con su vida sorbiendo la sangre de las pocas víctimas que quedaban a su alrededor. Cada vez le parecían más y más despreciables y su odio creció de manera gigantesca. El recuerdo de sus tiempos de belleza y triunfo cada vez le lastimaban más porque en el fondo sabía que cada minuto que pasaba era parte del pasado. Exteriormente aún se veía bonita, pero su alma había perdido el brillo desde antes de nacer. Su belleza dejó de brillar pero como jamás prestaba atención a su propia mirada no se dio cuenta de ello. Mientras tanto... La dama-ángel-demonio estiró sus alas (que lucían pequeñas a sus ojos) y encontró a alguien con quien compartir el amor que sentía. También germinó una semilla en sus entrañas, dando a luz a un ser más evolucionado que ambas, un ser hermoso como estatua de alabastro, mezcla de ángel-estatua-demonio-hermoso pero con un equilibrio tal que podía crear y aplacar tormentas sin dañar tan siquiera una flor. La damaángel-demonio aprendió mucho de él, y mientras ambos crecían cada vez 123


que intentaba volar caía, dándose golpes fuertes. Pero nunca dejó de estirar sus alas (que a veces se veían roídas por las uñas de la vampiro) y volaba poco a poco y cada vez más alto, tratando de aprender de las caídas, alcanzando al ángel-estatua-demonio-hermoso, disfrutando ambos de la vista desde arriba y evitando así convertirse en una dama-ángeldemonio-vampiro. El castillo-fortaleza de cortinas raídas y ventanas blancas permaneció en la memoria de muchos, pero en su lugar, ahora juegan unos niños y hay un florero con flores frescas en una mesa de cristal. Roxana Rosado- D. F.- México

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RODOLFO TORRES ÁNGELES EN ASCENSO

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

La tarde ha caído casi del todo y en los pulidos rieles resaltantes entre la blancura virginal de la nieve se refleja la luz amarillenta de las farolas, al otro lado, como si las paralelas metálicas tuviesen luz propia. Estoy ensimismado en ese detalle casi sobrenatural del fulgor que deseo imaginar cálido --muy por encima de los -11°C y de la irritación de todos pues el tranvía no acaba de aparecer--, cuando al fin la veo. Ya había 125


notado su presencia mas no reparé en ella porque la helada acapara todos mis sentidos. Pero ahora sí que la percibo. Es una abuelita de aspecto venerable, con algunos kilogramitos de más en su anatomía y la bolsa de compras en la mano derecha; es la única que no patea el suelo, empujada por el frío y la impaciencia. Tampoco lleva calzado de invierno, ni viste el adecuado atuendo para esta época del año. Apenas blusa ligera con flores color naranja, falda crema claro a la rodilla y las consabidas chinelas negras de andar en casa, con brazos y piernas al desnudo como en el verano. Como el mundo está lleno de cuerdos que parecen locos y de locos que parecen cuerdos, decido echarla a un lado en mis observaciones. Pero no puedo porque de veras que es rarísimo que alguien ande por aquí sin abrigo, moriría congelado. De repente, veo a contraluz que hay una cierta refulgencia debajo de las pantuflas de la señora. “¡No puede ser!”, digo solo para mí y me fijo mejor. Pero no es nada del otro mundo, pienso, es lógico que la luminosidad de las farolas al lado allá de la abuela incida en el hielo exactamente debajo del sitio que ella pisa y ese fulgor entre en mis ojos… De repente, comprendo lo que ocurre: “¡Ah pero si la anciana se ha despegado del suelo y flota, está ascendiendo!”, murmuro, maravillado, a media voz. Y tan cierto como que ahora estoy aquí pellizcándome durísimo el dorso de una mano luego de arrancarme los guantes, la señora de cabellos cortos y plateados remonta lenta pero firme en la helada atmósfera de esta casi noche berlinesa. Como si la hubieran llenado del gas de los balones multicolores en las ferias. Paso con rapidez a su cara y no hay asombro, tampoco existe entre quienes me rodean. “¿Increíble, viste cómo vuela esa vieja?”, casi grito a mi esposa, convencido de ser el único testigo de la proeza sobrenatural o en todo caso el único que la imagina. Pero escucho viniendo de mi propia mujer: “Ay pues si yo pudiera también escapaba de toda esta tortura como acaba de hacerlo ella, que mira lo suave y lo lindo como vuela, sonriendo feliz a todos…” “¡¡¿Ehhhh?!!”, exclamo asombrado, sin comprenderla. Mi esposa no para: “Uno de estos días echo a volar y te llevo conmigo, que me han dicho que mientras más alto uno llegue puede ver más lejos…” Yo la freno: “Muy cierto, también la caída es más dolorosa.” “Pues el descenso no me importa si alguna vez gozo de la altura, que luego voy a disfrutarla más con el recuerdo porque le pegaré lo 126


que estaba únicamente en mi imaginación y no hice… Entonces sí que voy a volar, te lo aseguro.” Miro en sus ojos con atención y veo cómo la anciana se pierde allá lejos. Una chancleta golpea el suelo, estrepitosamente. Aun así pierdo el miedo a la altura y pido a mi mujer que no me deje en este frío sitio.

Rodolfo Torres, cubano que vive y trabaja en Berlín- Alemania

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JULIA DEL PRADO VUELOS

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Pieza a pieza mi vida crece y en otras ocasiones decrece. Camina actualmente con rapidez hasta un punto oblicuo que vuela hacia el mundo en búsqueda de energías y espíritus serenos. La paz viene en calles con ventisca. Julia del Prado- Lima- Perú Febrero 2015

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J. JAVIER TERÁN SOÑÉ QUE VOLABA

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

El otro día soñé que volaba, que volaba y volaba y no dejaba de volar... Y ocurría que, en tu ausencia, te perseguía y te perseguía porque no quería que te fueses, no quería quedarme sin ti. Porque tu presencia a mi lado me hacía mucho bien. Yo te necesitaba y suponía que tu también a mi… Pero por mucho que volaba -¡y mira que lo intentaba!-, más te alejabas tú, como huyendo a toda prisa; no sé si tratando de romper decididamente con el pasado o porque en realidad nunca quisiste amarrar nuestro amor; un amor que tal vez imaginaste feliz y único, pero que quizá viste imposible?. No conseguía darte alcance ni aun cuando el sueño más avanzaba hacia su final y yo más de prisa pedaleaba. Porque en el sueño –no sé si te lo dicho-, yo iba comandando una bicicleta que, aunque ágil y ligera de equipaje, no conseguía acercarme lo suficiente a ti como para que me escuchases. Y es que en el sueño se producía un incesante ruido y confusión de voces en el camino por el tráfico constante de idas y venidas de gentes, pensamientos y sentimientos, no precisamente silenciosos estos últimos. Y, aunque tú también te movías en bicicleta, quizás el deseo inexorable de huída que te habías marcado, te hacía pedalear con mucho más ímpetu.

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Sería quizá demasiado egoísta queriendo que permanecieras junto a mí?, me rondaba a veces en el pensamiento. Pero pronto lo desechaba, porque yo sabía también de tu amor hacia mí. De ahí mi interés en conocer de tus propios labios el motivo de tu huida tan precipitada y tan sólo con un “gracias” y “ha sido bonito”… Y de pronto, siento que el paisaje del sueño comienza a hacerse borroso por momentos y que te pierdo en el horizonte… A continuación, el sueño se interrumpe. Al despertarme, tras una primera impresión un tanto desagradable y llena de zozobra, siento cómo tu duermes plácidamente junto a mí. Te abracé con inusitada fuerza durante muchos segundos. Y me quedé con la intriga de conocer cuál pudiera ser el tema y el motivo que dominaban tus sueños en aquellos momentos… ©J. Javier Terán Palencia (España).

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MAYTE ÁLVAREZ MENTE EN VUELO PERMANENTE

Imagen: Irina Vietalievna Karkabi

Asustaba el niño cuando describía lo que había tras las puertas de algunos lugares a los que iba por primera vez; los había visto antes “desde arriba” – les decía. ¿Volaba astralmente? Aterrorizaba cuando se producían hechos que ya había anticipado que ocurrirían. Lo había soñado – argumentaba al requerimiento de la explicación de su predicción. ¿Volaba a través del tiempo? Encolerizaba y exasperaba, tanto en la infancia como en la pubertad, con ideas y propuestas de cosecha propia que, en tintura de adultez anómala sobre un surrealista lienzo de visión de futuro plasmaba anticipación a su tiempo. ¿Estaba su mente en un tiempo futuro o no pertenecía a su tiempo? —¿Por qué algunas personas tienen luz alrededor? —preguntó a su madre en repetidas ocasiones. Pero nadie veía luz envolviendo a ningún ser, que también se lo preguntó a sus compañeros de colegio. Deduciendo 131


que era diferente, no quiso serlo, por lo que dejó de ver el aura. Cerró sus ojos a la percepción del vuelo permanente en el que se hallaba su mente, pero no pudo parar el vuelo, y siguieron creciendo, en paralelo. Como lava retenida, su percepción extrasensorial, obligada a no emerger, imprecisa en límites, estalló en el meridiano de la capacidad de resistencia del tejido terrestre de su sima: diecisiete años de energía pura y fuego. Volvieron a temerle ante la frecuente sucesión de anomalías paranormales que le envolvían, incluso llegando él a temerse a sí mismo. El estallido, sin embargo, hizo que pudiera constatar que su mente abarcaba también otro plano, percibió que el evidente potencial era tremendo y que el latente lo sería más todavía, deduciendo que debía ser alimentado; al comprenderlo perdió el miedo y se dedicó a cultivar su don, a solas. Durante más de quince años, en silencio, se instruyó en cómo usar ese noventa y tres por ciento de la mente que no es utilizado, apenas sin darse cuenta llegaría a la graduación de druida, pero… seguía sin querer ser lo que era, ya que no deseaba ser temido, pues por aquel entonces lo único que ansiaba era ser aceptado. En la naturaleza halló la última puerta, la última clave, el eslabón que une ambos mundos, el visible y el invisible, ratificando ese vuelo enteogénico todas las teorías de las sabidurías esotéricas aprendidas, en un solo vuelo. Cruzó ese puente, de la mano ¡cómo no! de la salvia de los adivinos. ¿Voló hacia su yo interior? Sí. Su mente voló hacia sí mismo. Y al regresar, su consciente supo que su mente lo había hecho. El destino le empujó en el momento en que se aceptó a sí mismo, se enorgulleció de su talento, y de su constancia en ampliarlo pese a no querer vivirlo, y cambió el manejo de recogida de dinero de cajas fuertes por una baraja de Tarot. Desde entonces aceptó su espíritu alado, aceptó que se puede volar y así vivió su humana vivencia, en situación de vuelo permanente. —Sé volar –decía a menudo, sabiendo que muy pocos sabían a qué se refería. Mayte Álvarez. Alcoy. Alicante. España.

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