GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com IBSN: 14-08-2014-55
2
INDICE
3
EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz
Editorial
9
Llegó la tormenta…
12
POESÍA María P. Comorera Cynthia Rascovsky
14
Adri Delfini
Ciudades sumergidas
15
Milagro Haack
XII
17
Mirta Roncarolo
Témpano
19
Carmen Membrilla Olea
Secuencia bajo la borrasca
21
Robert Edward Gurney
El tsunami (un sueño)
22
Anamaría Mayol
Abismo y vértigo
24
Mercedes Eleine González
Tormenta
26
María José Menacho Castellano
Tormenta
28
Tomás Sánchez Rubio
Náufragos
30
Lucas Damián Cortiana
32
Elías D. Dana
2Más2 Haikus
34
Carlos Conato
Ancla para dos
36
Irene Vinci
38
Cecilia Ortiz
Cicatrices
40
Carlos Enrique Cartolano
al través
42
Araceli García Martín
La tormenta
44
Isabel San José Mellado
Jirones
47
María Cristina Sorrentino
Lluvia
49
Julián Gómez de Maya
Tornaviaje
50
Gloria Gayoso Rodríguez
Tormenta
52
María López Benítez
Enfrentados
55
4
Säo Gonçalves
56
Ethel Saavedra García
Útero
57
Ana Maritza Aguirre de Schwarzl
La tormenta
59
Isabel Pisani
Mortificación
61
Lázara Nancy Díaz
Día de tormenta
63
Isabel Pérez Aranda
Tormenta
64
Carmen Martagón Enrique
Vientos
66
Mary Acosta
68
Pedro Pablo Pérez Santiesteban
Ráfagas de ausencia
70
Estela Molinas Báez
En la tormenta
71
Ana Aguirre
Mi tormenta
73
Sandra Gudiño
76
Jorge Serra
Tormentas
78
Cristhian Chiscul Uriarte
Tormenta y pasión
79
Justina Cabral
Ola
81
Aly Corrado Mélin
Virar
82
Elvira Duarte
84
Patricia Corpas Gutiérrez
86
Amelia Arellano
Caballos
87
Esneyder Álvarez
Fría tormenta, amor eterno
89
Isablack Rose
Después de la tormenta
91
Zaida Giles de Quirós
Remolino
93
Ezequiel Cámara
Visitando la Facultad…
96
María Marta Liébana
He perdido
98
Icela Elizalde
Momentos de sequía…
100
Paco Déniz Bruno
Tormenta
102
Sol Brissolesi
Pasará…
104
Edilberto Cárdenas
¡Tormenta perdida!
105
5
Miryam Colombotto de Seia
Tormenta
107
Mar de Fondo
Entre sueños
109
Mirian Álvarez
Flecha cazadora
111
Belkys Sorbellini
Una tormenta
113
Mara Remo
Esta tormenta
115
María Laura Coppié
Las triple equis no aceptan teamos
118
Alicia de león Epp
Gracia
120
María Victoria Ronsano
Ausente
122
Nicolás Igolnikov
Diferencial lluvia
124
Beatriz Liliana Eslimán
127
Gladis Mereles Pereira
Tormenta de amor
129
Inma Ferrero
El confín de los labios
132
Isabel Rezmo
Arreciar tormentas
135
Ruth Sánchez
Volverá…
136
Graciela Diana Pucci
Itinerario
138
Nydia Ovalle
Tormenta
139
Issa Martínez Llongueras
La cúspide misma
141
Juan Idiazabal
Tormenta amiga
143
Sergio Raúl Trentino
El puente
145
Mabel Coronel Cuenca
Revoluciones
147
Carlos Torrijos
Tormenta de pasión
149
Magda Robles
152
Ivana Szac
154
Mar Blanco
156
Dana Laila
Descontrol
157
Consuelo Jiménez
Sin tormenta, llovía, llovía, llovía
158
Aymara Aruwiri
Ausencias
160
6
RELATO Marianela Puebla
Una noche de tormenta
163
Remedios Pernas
Viento feroz
167
Lourdes María Navarro Cruz
No lo ves, pero hay tormenta
169
Javier Terán
Paraguas para el amor
171
Margarita Polo Viamontes
Amar en silencio
174
Rodolfo Torres
Una poquita luz en la tormentosa noche
176
Ana Lucía Montoya Rendón
Agnus Dei y los años negros
182
María Teresa Fandiño
Un lugar al este de España
186
Roxana Rosado
El regreso
190
Daniel Aguilera
Sentado en mi sillón
195
Maite Glaría
Amanecer con tormenta
197
Lorena Brito
Marca de agua
199
7
EDITORIAL
8
Imagen: Kris Kamikakushi
Queridos amigos:
En nuestro Nº 27 planteamos como tema “TORMENTA”. Tormenta es una tempestad de corta duración y especialmente violenta. Las nubes, las masas de aire, las diferentes temperaturas…desembocan en una inestabilidad que se caracteriza por la lluvia, el viento, los rayos, los relámpagos, los truenos o incluso el granizo. Hay tormentas en el cielo pero también las hay en nuestro interior. Sí, siempre que se combinan fuerzas opuestas capaces de desatar los sentimientos más eléctricos.
¿Hay poesía en las tormentas? ¿Hay una historia detrás de una tormenta? ¿Hay tormenta de ideas? 9
Esta última pregunta, trae consigo la famosa “brainstorming” Seguramente todos han oído alguna vez hablar de «brainstorming» o «lluvia de ideas», pero, ¿qué es el brainstorming? Es, ese estado en el que nos introducimos al estar creando. Cada idea trata de ser la que triunfe. Y nos envuelven con sus tentaciones estruendosas e iluminadas. Y estamos sin paraguas para empaparnos con ellas, hasta que amaine y podamos ver con claridad, qué hemos escrito. Gracias a todos por su creatividad, entusiasmo y voluntad creadora para aventurarse en esta consigna. Aquí están, todas las tormentas. Cada una de ellas es una creación y cada creador ha hecho una tormenta a su estilo. Gracias por acompañarnos en esta tormenta gealitterana. Somos Gealittera
Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz
10
POESÍA
11
MARÍA P. COMORERA LLEGÓ LA TORMENTA…
Imagen: Gabriel Moreno
Llegó la tormenta de sentimientos destrozando el alma que estaba en vilo, llegó con tanta fuerza, que el corazón quedó colgando de un hilo. Se fue el ser amado, su chico, su roble su cobijo, su sombra benefactora, y la tormenta descargó con fuerza demoledora. Ella y su hija están desoladas, esa tormenta 12
las dejó empapadas de llanto, de dolor, de sufrimiento por aquel padre y buen esposo tan amado que la enfermedad hizo de un cuerpo joven y vigoroso que se transformara en un anciano prematuro y achacoso, ganó de nuevo la batalla esa maldita enfermedad, el cáncer. Hoy descansan sus cenizas en el campo santo bajo esa luna hermosa que ahora luce grande y preciosa, ella será su eterna compañera, emprendió el último viaje sin mí, sin su hija ,y nos ha dejado a merced de las tormentas que nos llenan y nos envenenan el alma entera. DESCANSA EN PAZ amado, tu hija y tu esposa te AMAN.
María P.Comorera. SEGUR DE CALAFELL (Tarragona). España
13
CYNTHIA RASCOSVSKY
Imagen: Gabriel Moreno
La humedad/ necesita un pรกjaro/ una cascada/ para alojar/ la tormenta de mi boca.
Cynthia Rascovsky- Buenos Aires- Argentina
14
ADRI DELFINI CIUDADES SUMERGIDAS
Imagen: Gabriel Moreno
Allá lejos y hace tiempo, los relojes eran de arena, la luna permanecía llena, y se hacían sortilegios. El agua todo lo cubría, matemáticos y astrónomos en la ciudad sumergida, construida con adornos. Mitos de civilizaciones, han creado fantasías, leyendas quedaron millones, figuran en la geografía. Las burbujas eran vapores, 15
los sonidos del principio, los olores no existĂan, no habĂa tormentas ni precipicios.
Adri Delfini- Buenos Aires- Argentina
16
MILAGRO HAACK XII
Imagen: Gabriel Moreno
Está sangrando la boca que cruza el paso del río
por el respiro de la hoja
-hay luz afuera
se inventa
se cae se abre el buen dios-
sentado
sobre una cesta llena de océano 17
cosiendo lo oscuro cuando la llave es reflejo por donde se puede mirar el festín de no tener
cuerpo
sólo río por debajo de la tormenta
sobre la pecera
amarrado a la boca que sangra sangra la lluvia por el vacío de luna el espejo
de mar
traspasa el agua que desgaja
cayendo despacio al suelo
Milagro Haack- Valencia- Venezuela Del libro Relámpago entre dos. Accésit al premio de poesía en la XVI Bienal literaria “José Antonio Ramos Sucre”. Año 2007
18
MIRTA RONCAROLO TÉMPANO
Imagen: Gabriel Moreno
Cómo una peineta azul Emerge el témpano De tu mirada Y aparece como por encanto El oxígeno prisionero De tus lágrimas Es enorme el desconsuelo, La soledad y el amor Que se dibuja a tu alrededor No se puede menos que pensar en Dios Mientras una nube de cóndores 19
Coronan el firmamento Y para que todo sea perfecto Un arco iris insolente asoma. La lluvia no puede borrar tanta belleza Y el viento trata de alejarte Pero es imposible Para siempre quedarรกs Prendido en la memoria Eterna de esta persona Que jamรกs pensรณ En una tormenta o En un recuerdo igual
Mirta Roncarolo- Buenos Aires- Argentina
20
CARMEN MEMBRILLA OLEA SECUENCIA BAJO LA BORRASCA.
Imagen: Gabriel Moreno
Las paredes emiten un son provisionalmente triste. Si se pudieran prestar tormentas...Yo pediría ahora un cielo con sombras y lluvia estridente para envolver esta intimidad sin compañía. Sobre las nubes grises deberían planear todos los objetos que desprenden este frío.
Me has entregado las llaves que según tú abren la libertad...
Me siento torpe. Perdida en esta geografía doméstica. Hasta de las sábanas se ha deslizado el sentido... Desde la vieja mecedora: Una habitación con niebla y una cama desnuda y un invierno de nieves.
Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España. 21
ROBERT EDWARD GURNEY EL TSUNAMI (UN SUEÑO)
Imagen: Gabriel Moreno
A mis hijos James y William)
Paseábamos sin ninguna preocupación por la playa de Port Eynon. No vimos venir el tsunami. Señalábamos unas piedras altas que habían sido esculpidas 22
con formas humanas de pie en el agua. Una de ellas se parecía a Dylan. Fui arrojado sobre las rocas. Mi hermano y su novia fueron tragados por el mar. Todo el mundo desapareció salvo yo. Corrí para rescatarlos pero no los vi por ningún lugar. Uno tras uno todos reaparecieron jadeando pero ellos no. Ya perdía las esperanzas cuando surgieron como corchos. Nos echamos en la arena tras la Casa de Sal y nos dormimos.
-De mi libro Poemas para Dylan (inédito). Robert Edward Gurney- Londres- Inglaterra 23
ANAMARÍA MAYOL ABISMO Y VÉRTIGO
Imagen: Gabriel Moreno
Dicen que la tormenta antecede la calma que el rayo al trueno que el antes y el después no son la misma cosa
sin embargo me niego a creer que este sosiego taciturno pleno 24
despoblado de vos desheredado de mi
que este amor acallado detrás de la ceniza sea último refugio
grieta en el muro detrás del sismo
abismo y vértigo sobre los ojos de la muerte
Anamaría Mayol- San Martin de los Andes- Argentina
25
MERCEDES ELEINE GONZĂ LEZ TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Tormenta de nieve Por amor que hiere.
Tormenta de viento Por el tardo tiempo.
Tormenta de olvido 26
Por los años idos.
Tormenta de soles Por marchitas flores.
Tormenta de estrellas Por las mil querellas.
Ilusión, angustia, presagio, quebranto, Frustración, nostalgia, Dolores y llantos, Recuerdos, zozobras, Soledad, destello, Camino, esperanza, Cariño, desvelos, Azul, tierra y cielo,
Tormenta de mi desconsuelo.
Mercedes Eleine González Miami- U.S.A. 11-22-2016
27
MARÍA JOSÉ MENACHO CASTELLANO TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
El viento de una mañana que casi no es, me trae palabras del océano, cuenta que no cesan las olas embravecidas sin razón aparente, transparentando un fondo de mar en constante movimiento. Sienten ellas el pudor de una tormenta inesperada, 28
se agolpan en orillas increíbles, arrastran mil conchas de caracolas y rezan con espuma de nácar. La tempestad se intuye aquí, tierra adentro, suspiran las ramas de los árboles que se dejan despeinar. Huele a mar despreocupado, inquieto por el dios que vive en él afanado en remover la arena cada hora que le marca el astro del color del miedo. La tierra firme se contrae dejando que el rastro del buen aire dibuje sin esmero siluetas de sirenas escondidas en el acantilado más lejano, el que sólo pueden ver los iniciados.
María José Menacho Castellano- Sevilla- España
29
TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO NÁUFRAGOS
Imagen: Gabriel Moreno
Quedan lejos ya los haces de luz y los agónicos ecos de aquella tormenta de verano que compartimos demasiado tiempo, regazo sobre regazo, entre perfiles difusos 30
y sueños sin realizar.
Acabó por perderse en la distancia, desecho de un violento naufragio, el sabor espeso de lágrimas nunca vertidas, de promesas jamás cumplidas.
La lluvia nos tiznó las sienes mientras paseábamos descalzos sobre la dulce arena de los años.
Terminó el amor pero seguirá sangrando la memoria de lo vivido mientras se hacen cada vez más frías las limpias noches de otoño.
Tomás Sánchez Rubio -Sevilla-España
31
LUCAS DAMIÁN CORTIANA
Imagen: Gabriel Moreno
Debo confesar que me llovizno impiadosamente como torturándome los ojos con goces semejantes a truenos a veces paso a ciegas la noche empapados de mí, los veladores agonizan su fuego y electrocutan olvidos prefiero deambular a oscuras sobre la alfombra que es laguna y buscar barro en lo que quede de sueño. Es posible sucumbir al derrumbe, mis íntimas tormentas truenan invocando a las tormentas de afuera mi cuerpo las recibe aterido y en silencio, acaso víctima, acaso mudo rayo 32
aunque no pueda ser el huésped que acoja del viento sus sombras confundidas ni el hospitalario aire que dé albergue a las tempestades en cuyos remolinos resurjo, si perezco primero. Respiro huracanes que colman mis pulmones de destrozos árboles deshojados, tejas y chapas sobrevolando la desnudez de las ciudades inhalo estragos y devuelvo relampagueos al cielo desahuciado entonces me dejo seducir por un vendaval bruto hasta sentirme vulnerable como un poema inerme entre idiotas lo tormentoso puede cortejar a la calma todos sus éxtasis, sin embargo, aman y mueren anubarrados
Lucas Damián Cortiana- Chivilcoy- Argentina
33
ELÍAS D. DANA 2MÁS2 Haikus
Imagen: Gabriel Moreno
I
tormenta otoñal; dos caracoles se abrazan en el acuario
II Tormenta nocturna. El sueño va venciendo a un niño con fiebre
por/para Marcos
34
III
tras la tormenta... el bosque inundado de olor a savia
IV
late un corazón, hacia el rojo de los arces la tempestad
Elías D. Dana-Sevilla, España [gracias a: Inma, Marcos y Félix, Carmen y Cecilia]
35
CARLOS CONATO ANCLA PARA DOS
Imagen: Gabriel Moreno
Yo soy la tormenta, tú el azul disperso; con mis fuerzas cuentas… ¡cuento con tus cielos!
Nunca nada a medias fantasma sediento, viertes transparencia... ¡yo cenizas vierto!
36
En tu mano abierta mi Ăşltimo recuerdo, como breva asienta... ÂĄlo que breve siento!
Carlos Conato. Puerto Rico
37
IRENE VINCI
Imagen: Gabriel Moreno
Bruma gris. Blanquea la locura de mis vuelos azules. Amarillo el sol no se refleja ante la opacidad del lodo‌ Todo. El mundo me da vueltas cada vez que camino hacia adelante y me obliga a naufragar o a anclar en este instante. Ronronea un gato en la noche y la ventana se mueve con el viento que se arremolina 38
sin reproche… Despierto despejando la frente con el agua fresca de la llovizna que crece. Hace frío… arrebujada en mi sombra desvisto el alma frente a las estrellas. Las imagino detrás de la pequeña nube que me ciega… Anochece. En mi cuerpo se apagaron las luces.
Irene Vinci- Mendoza- Argentina
39
CECILIA ORTIZ CICATRICES
Imagen: Gabriel Moreno
Con su figura delgada y cristalina, la lluvia pincela de agua dulce las melancólicas formas que imagino alivia el ocaso de mi cansada frente y llueve por dentro del cuerpo -manantial liberado que corre compitiendo con mi sangreSiento la memoria y el consuelo. Caminan escondiéndose en el recinto sin fondo de mi esencia. Una prolongada sensación denuncia perdidos signos. Afuera la tormenta desplaza sueños, es fiel mandato. Los árboles celebran con el viento un rito fantasmal que avanza 40
y aúlla a mi oído lamentos perdurables. -No resistoMi cuerpo tiene apenas una trama color nácar que lo ampara y conjuga gestos pálidos sobre venas indomables. Debajo de la piel otra tempestad estalla. Soy prisionera en la doliente marejada que disfraza penumbras. Lejos está la llovizna, polvo de soledad que caía atenuando forma y silueta de las casas. No quiero sentir el látigo de lluvia sobre notables cicatrices tampoco la mirada indiscreta del aire simulando ráfagas. Mi temporal deja en libertad raíces y dibuja filigranas de plata.
Se desgajan mis desvestidas ramas, ya no son cautivas de la rabia.
Trombones azules mienten un final cercano. Me consuela el silencio después de las nacidas emociones.
Más allá de mí el sol se va en puntas de pie hacia la noche.
Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina Del libro En la geografía de mis manos – Esferas literarias, editorial
41
CARLOS ENRIQUE CARTOLANO al través
Imagen: Gabriel Moreno
fue siempre más lluvia antes del meteoro el negro de nube de tantos ojos y el recuerdo de aquellos temporales/ aunque lluvias como las anteriores capaces de apagar pluma por pluma al pájaro de fuego esas que atraviesan los años y mojan la edad no se comparan con otras de aquí afuera
hablo de esas de inmersión tras lágrimas de sal sus /cortinados las de canilla abierta42
/tazón Las del rebalse que inundan el presente/ inducen al olvido enloquecen balde pájaros y brújula
y repito: además fue siempre más lluvia la pasada más mojó inundó borró mis huellas ensopó cien cartas y oxidó las llaves/ cuando paró por dentro siguió/ sigue aquí adentro la lluvia- espera la lluvia- lacrimal la lluvia- cortinado cucharas de lluvia en la conciencia/ sin fin meteoro.
Carlos Enrique Cartolano- Mar del Plata- Argentina
43
ARACELI GARCÍA MARTÍN LA TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Así comenzó encuentro de espuma y furia. el cielo encapotado por completo. Se cubrió de gris y lluvia.
Las nubes dejan pasar esponjosos colores que van tomando formas. Nadie sabe cuánto durará.
La cabeza hacia atrás suspiro suavemente cierro los ojos me tomas entre tus brazos tus cálidas manos en mi frente. 44
Cuando las mujeres suspiran entornan los ojos y mueven su cabello están preparadas para el amor.
Un relámpago en el cielo ilumina en nuestra escena. Un trueno resuena, más aún que nuestra respiración.
Abro la puerta en una sábana envuelta allí está lo que mis sentido anhelaban. en mi ser, en mi cuerpo, en mis pechos. Una tormenta de pasión las olas enormes estrelladas en las rocas, feroz devoción. Un rayo se alza vigoroso, ante tanta belleza y ardor estruendo de espuma y furia. Por un momento hace calor. El viento fuerza de la naturaleza los altos pinos agita. Delante de nosotros, 45
la tremenda granizada grita, y nuestros cuerpos, movidos por el viento que por un momento nos deja sin aliento.
En la habitación se ha formado una gran nube de deseos y pasión. Tú y yo nos dejamos llevar.
Araceli García Martín Granada- España
46
ISABEL SAN JOSÉ MELLADO JIRONES
Imagen: Gabriel Moreno
No quiero una noche estrellada que me invite a recordar, no quiero un mar en calma que me provoque somnolencia, no quiero una luna llena que me invite impúdica a soñar, ni una obra de arte que me regrese a la adolescencia.
No necesito la brisa del mar refrescándome con sutileza ni un jardín de bellas rosas embriagando mis sentidos, tampoco una composición musical que alivie mi tristeza. ¡Revivir!, solo quiero revivir en mi corazón sus alegres latidos. 47
No seas solo un oscuro nubarrón cubriendo de gris el cielo ni una impasible playa recibiendo paciente del mar sus olas; sé un desgarrador rayo haciendo pedazos el duro hielo o un fuerte oleaje desgarrándose feroz entre bahías y rocas.
Acaricia mi cuerpo desatando en él una salvaje tormenta, no dejes rincón ni poro ni pedacito de piel en desolación, refréscalo con esos labios de caramelo con sabor a menta y humedécelo por dentro y por fuera sin pudor ni dilación.
Y si no te atreves a mostrar ese deseo que yace escondido, quemando poco a poco tu sangre y lacerando tu pecho, permite que sea yo quien descargue ese cielo entumecido y como un tornado, hagamos girones las sedas de tu lecho.
Isabel San José Mellado Derechos de autor - España
48
MARÍA CRISTINA SORRENTINO LLUVIA
Imagen: Gabriel Moreno
Percibo el compás destemplado de la ciudad que se agita y acelera el ritmo de los pasos. Mientras tanto -el ventanal empañado me reguarda del látigo del vientorecojo las huellas del día en papel de servilletas y en el amargo dulzor de un pocillo disuelvo algún poema. María Cristina Sorrentino. Cdad. de Bs. As. Argentina. Pinceladas de Poesía ed. Dunken, Bs. As. 2016. 49
JULIÁN GÓMEZ DE MAYA TORNAVIAJE
Imagen: Gabriel Moreno
A merced de tan denso y pardo cielo, bajo el paraguas —plaza de la Universidad— me aprieto contra mí mismo —Puerta Nueva— entre aleros y charcos —Santo Cristo, la calle de Correos—, salpicadura urgente a bocajarro de los coches —Apóstoles, Belluga—, transeúntes aprisa o a cobijo de soportales, de dinteles hondos… —Arenal, La Glorieta, el Puente Viejo—: tornaviaje a mi sombra. 50
Trayecto a la costumbre…, los mismos adoquines, las aceras de siempre, iguales puertas a las que no llamar, la ya sabida lluvia, la hermana lluvia que me llueve y me sabe gota a gota, hecha olvido paso a paso. También llueve en el barrio… y en mi calle… y en mi casa también… y llueve incluso sobre el alma invitada que me habita. Nos llueve. Por una vez tan sólo, llueve y llueve —por una o poco más― en mi ciudad y llueve olvido, olvido sobre mí, sobre todos, germinador, clemente para el alma. Tras de tantas ciudades que en ésta han sido, llévese la lluvia tanto de lo que fui, dejando apenas este paso mojado y menos presuroso de lo común en derredor, tan sólo un paso al aire…, un paso de vuelta a casa, al centro que ni existe, a la sombra perdida junto al sol, sombra acaso imaginada…
Julián Gómez de Maya. Cehegín, España.
51
GLORIA GAYOSO RODRร GUEZ TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Se borrรณ el sol en mi alma
luego del beso mentido.
Y una tormenta de odio
en mi conciencia hizo nido. 52
Nunca pude imaginar
lo pérfido de tu olvido…
y el engaño que burlaba
mi corazón en desvío.
Un rayo de mala luna
puso un puñal en mi sino.
Y juro que te maldije
con el total del sentido.
¡Cómo pudiste jugar,
despreciando mi cariño!
¡Tormenta que me partió
53
el amor en mil añicos!
La traición que me brindaste
te espera en algún camino…
©. Gloria Gayoso – Buenos Aires/Argentina
54
MARÍA LÓPEZ BENÍTEZ ENFRENTADOS
Imagen: Gabriel Moreno
Me fui volatilizando junto con mis sueños cómo hojas de los árboles que va esparciendo el viento ¡Infame éste que desnuda al árbol! ¡Infame tú, que me despojas de mis sentimientos! miserias que quedan plasmadas; ¡Las tuyas!, que ahogas en miedos El miedo a perder tu maldito EGO a que me convierta en barca que salve tu vida y te quede grande manejar los remos ¡Deshecha tu cobardía! ¡Abrázate a mi sustento! ambos seremos la guía del amor que nos tenemos. María López Benítez-Priego- Cuenca (España) 55
SÄO GONÇALVES
Imagen: Gabriel Moreno
Años y años en torno a la tormenta esquivando los designios de los dioses y de los hombres. Años y años murmurando silencios, las manos llenas de esperanza, temblando. En la página de los libros, las madrugadas eran menos dolorosas. Quise siempre esquivar la suerte, encontrar un propósito que fuese verdadero. Más nada me libraba de de esa incapacidad de evitar la desventura. Y, sin embargo son palabras suaves, y que aún no tienen el color negro de los ojos de la tormenta. Son semillas de luz que se llevan en la palma de la mano.
São Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo 56
ETHEL SAAVEDRA GARCÍA ÚTERO
Imagen: Gabriel Moreno
En su entraña me forjé la madre-sangre me dio la vida vi su alma color casta y sus ojos color miel. Ahí, en su cuenco me dio calor, me sumergí por largas horas. Escuché su canto escuché su voz, 57
sentí su ternura las manos en su vientre. Conocí el mundo y en mi penar… entre tormentas me reinventé.
Ethel Saavedra G. Colombia
58
ANA MARITZA AGUIRRE DE SCHWARZL LA TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
El tiempo está inestable indiferente, mustio, sombrío, de los árboles se escapan los jilgueros y se guarecen en sus nidos bajo los techos, presienten esta atmósfera rancia. La tormenta viene a lo lejos y del cielo se desatan sus desvaríos en relámpagos, rayos y truenos, se precipita el agua con arranques 59
de granizo escarchado y hielo. A dos manos las teclas de un piano bar engrandecen este desapacible momento, el llanto de un niño interrumpe la tormenta, todo cesa de golpe, todo se despeja, hay un silencio místico, en el infinito un resplandor de luz, y la tarde se despierta.
Ana Maritza Aguirre de Schwarzl (Peruana-Española/Residente en Alemania) Copyright © derechos reservados
60
ISABEL PISANI MORTIFICACIĂ“N
Imagen: Gabriel Moreno
Tormenta, el beso alado que no cesa. Tormenta, el grito incierto en la memoria. Tormenta, la sed de voces tras la pena. Tormento‌ 61
mi ser bailando en la cornisa, mi ser ausente de fulgores, mi ser luchando en la borrasca de alguna barca a la deriva bajo un eclipse sin dulzores.
Isabel Pisani –Buenos Aires- Argentina Š Todos los derechos reservados
62
LAZARA NANCY DÍAZ DÍA DE TORMENTA
Imagen:Gabriel Moreno
Pasa la lluvia en un ojo, besa la humedad su piel, ...y se me va ebria de miel en los labios del antojo. Miro los versos que mojo en un filo de la luna, y otra tormenta se acuna entre los poros del viento ...y la lluvia, sin aliento se desnuda en mi laguna. Lazara Nancy Díaz Garcia- Cuba/ Nueva York- U.S.A. 63
ISABEL PÉREZ ARANDA TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Cómo podré expresar aquella noche terrible como con mis palabras de niña, describir que fueron minutos, horas de miedo sin fin. El cielo abierto a raudales, sin tregua de rayo y trueno, enroscada como ovillo, pidiendo que pare aquello.
Pasé la noche en vela, con el sonido ensordecedor la lluvia en la uralita, con la virgencita en mis manos y casi sin respirar. El río! ese río que asechaba el vivir, 64
y todo el pavor del mundo se concentró en esa noche, cubrió de lodo y tristeza todo el pueblo, y paró!!!! Dejo secuelas inmensas y el río se atragantó, faltó el agua y el olor! ese olor a podredumbre se perpetuó en el aire.
(Guadix, un 19 de Octubre del 1973, a la edad de 12 años) Isabel Pérez Aranda / Guadix / Benidorm - España
65
CARMEN MARTAGÓN ENRIQUE VIENTOS
Imagen: Gabriel Moreno
Enrédame en tus vientos, tormenta de amor entre mis sábanas y lléname la piel de tempestades, de huracanes de mar, que me hagan zozobrar entre tus brazos. Quiero que arrecie la lluvia de tu cuerpo en mis entrañas dormidas y me despierte por entero la llovizna febril de tu mirada.
66
Después, me dejaré navegar a la deriva, para soñar que soy nave de otros tiempos, bergantín de piratas sin batallas, goleta sin bandera hacia la orilla, chalupa de sal, arena y aire. Cuando despierte regresaré dispuesta a la batalla en otro amanecer de verso y carne.
Carmen Martagón ©Huelva (España)
67
MARY ACOSTA
Imagen: Gabriel Moreno
Con suma destreza abarcando el hoy, ABRAZAMOS el látigo cruel del tiempo, CONSTRUIMOS nudos intermitentes de dulces sueños, PARPADEAMOS pestañeos descafeinados de inéditas miradas, ACARICIAMOS vida en la indeleble festividad de los cuerpos, BORDAMOS silencios impalpables enhebrados con agujas de lluvia, 68
BOSTEZAMOS en la tormenta, alaridos insomnes derroteros de razones, ESCAPAMOS ocultos de misterios por cerraduras pesadas de locura, y en una transparente noche negra y plata, SINTIENDONOS vitrales de piel, con la afiebrada eternidad entre las manos, AMANDANOS juntos, nos suicidamos desde lo alto de un beso.
Mary Acosta- Buenos Aires- Argentina
69
PEDRO PABLO PÉREZ SANTIESTEBAN RÁFAGAS DE AUSENCIA
Imagen: Gabriel Moreno
Mar de ola esquiva que lleva la resaca del camino. Mar de ola oscura que presagia de lejos fuertes vientos. Voz del silencio entre la blanca arena, donde se esconde la caracola de los rezos…
Esquivo con el cuerpo la ráfaga de tu ausencia, y crece junto a la noche mi tormenta…
Pedro Pablo Pérez Santiesteban- Cuba/ Miami- U.S.A.
70
ESTELA MOLINAS BĂ EZ EN LA TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
En la tormenta de mis mejores ilusiones, feliz, sumerjo en el mar de tus pasiones, como torbellino de intensas emociones, enredados con el eco de las sensaciones, que traen tus silencios en mis canciones, y te dibujan por mi piel, como oraciones.
En la tormenta de la mĂĄs sutil ausencia, tu recuerdo aun, justifica mi existencia, como si no existiese ninguna diferencia, 71
entre tu real ausencia, y esta presencia, que consigo en base a tanta insistencia, y, me rindo ante tu dulce permanencia.
En la tormenta de búsqueda incansable, deliro ante la aventura casi inalcanzable, de, dejar en mi alma, huella imborrable, de tu caricia, que sutilmente indomable, me desafía a un duelo demasiado loable, el tener un encuentro único, inolvidable.
En la tormenta del deseo más anhelado, navego por la llama de tu fuego soñado, y en la tormenta de tu amor arrebatado, tampoco, recuerdo haberte ya olvidado, porque, aun permaneces aquí, a mi lado, entre la tormenta, de un mágico pasado.
[02/12/2016] © Estela Molinas Báez-Juan León Mallorquín - Paraguay
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ANA AGUIRRE MI TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Las nubes van formando sombras, van cayendo gotas separadas, unas aquí otras allá va tornándose oscuro, van cayendo, juntándose , lluvia y atardecer.
Aroma de tierra mojada, raudales en calles abnegadas, gotas de agua confundidas con mis lágrimas, tan frías, como esta lluvia que recorre mi cuerpo, haciéndome tiritar, helando mi sangre.
Despierta mi alma de su alucinación, 73
el viento desparrama las hojas caídas, desesperada corro buscando un abrigo, no lo puedo encontrar.
Retumba en mis oídos el trueno, y me enceguecen los rayos, luces espectrales que se cruzan, en la inmensidad del firmamento.
Tropiezo tras tropiezo, voy corriendo con mis miedos, de repente, vuelvo del sopor, y me doy cuenta que, no es la naturaleza, la que me envuelve en esta tormenta, que me fustiga y me intimida.
Sino, una tormenta interior que está dentro de mí, con sus fuertes vientos , que aumenta mis miedos, dejando a mi corazón perdido, sin tener ningún horario, sin cualquier itinerario.
Pero a mi corazón, sentimental, 74
apasionado y soñador, a mi corazón, que a veces no entiende las trampas del amor, también le enseñé a ser valiente, de no temerle ni a la muerte, y poco a poco voy saliendo, de esta tormenta que me va envolviendo, para recuperar mi vida, y con ella. . . ¡dejar brillar mi estrella!.
© Ana Graciela Aguirre Núñez Pedro Juan Caballero - Paraguay
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SANDRA GUDIĂ‘O
Imagen: Gabriel Moreno
Noche de tormenta a pocas cuadras del mar.
Afuera el mundo es un paraguas que pasa dando vueltas hacia el sur nadie lo espera. 76
Adentro el mundo es una gota de sol en la palma de la mano. No me animo a cerrar el puño para no espantarlo.
Aún no me animo.
(La melancolía tiene olor a tormenta de mar).
Sandra Gudiño- Santa Fe- Argentina Núcleo Edit. De l’aire, 2016
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JORGE SERRA TORMENTAS
Imagen: Gabriel Moreno
Una tormenta de celos y deseos un aquelarre agudo de emociones morir y renacer en cada instante desabordar de todos los prejuicios juntar en el rincón del desvarío toda la sangre urgida de pasiones. Una tormenta plena de placeres un predecir activo y animoso una renunciación a la cordura un dejo dulce y ambicioso de esos sabores locos y benditos que corren por el borde de un abismo. La piel sobre la piel traza una huella como caballos blancos en la niebla desprejuiciadas bailan mansamente su desnudez lasciva y penetrante y en un rincón de sombras complacientes junto a las brasas rojas, la tormenta. Jorge Serra-Buenos Aires- Argentina 78
CRISTHIAN CHISCUL URIARTE TORMENTA Y PASIÓN
Imagen: Gabriel Moreno
En tiempos donde el frío abunda aparece una hélice de fuego rondando el corazón de quien no pierde la fe, en el amor hacia aquella mujer, su musa.
Donde el solo hecho de probar sus besos, dar un recorrido por su piel y darle disfrute en el tiempo hacen que la llama de la pasión
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siga flameando a pesar de la tormenta de problemas, distancias, inconvenientes, demostrando una vez más que el amor es el vendaval que arrasa contra murallas.
Nota: Valora a la mujer que le da vida a tu poesía, dale motivos para que se enamore de ti, y pon de tu parte en conocer más de Ella.
Cristhian Chiscul Uriarte, Perú, 20 años. (AVENTURAS DE PAPEL)
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JUSTINA CABRAL OLA
Imagen: Gabriel Moreno
Ola como revancha, ola del astro fuego, ola como yo sé… ¡Del verbo de los besos!
Ola del que sé yo... (si pienso no me acuerdo), ola que me parece vorágine del tiempo.
Justina Cabral, Mar del Plata- Argentina, 29 años. (Aventuras de Papel)
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ALY CORRADO MÉLIN VIRAR
Imagen: Gabriel Moreno
Aquí ocurre en este año del mono donde Crónica anuncia alerta y pánico ante la tormenta de un enero despoblado. En las aguas del Atlántico se monta la escena con la troupe yoista de sonrisas finitas 82
desfile saurio de no siete y no tan locos. Excusas para babear sus ombligos de metáforas en cautiverio sedientos de aplausómetro pavoneándose entre flashes. Afuera otras luces caen del cielo la noche se hace ruidosa no hay tiempo para silenciar miradas todo emerge en tilinguería de parábolas y un trueno da rienda suelta al espanto. Entonces los protagonistas modulan voces perrunas simulando gritos latinos. Pasen y vean el show va a comenzar. Me inclino contra la ventana vidrio empañado de respiraciones clandestinas. Allí se ve mejor la función soy la única espectadora del temporal. © Alicia Corrado Mélin- Mar del Plata- Argentina 83
ELVIRA DUARTE
Imagen: Gabriel Moreno
“El talento se educa en la calma, y el carácter en la tempestad” J.W.GOETHE
Torna su rojo crepúsculo el firmamento. Obscuras nubes, agitadas por el viento, violenta, ruidosamente. 84
Anuncian la tormenta, generando temor.
Tormenta. Tempestad. Fuerza de los grandes cambios. Fuerzas etéricas poblando esotéricamente el espacio, en resonancia con la tierra, el aire, el fuego, el agua.
Dinamiza la energía del cosmos. Mantiene el eje. Sostiene y fortalece el planeta con su sello armonioso. Produce un cambio emocional equilibrando los elementos.
Como un salto dimensional, desaparece el temor, retorna la calma. ¡La tierra canta! Nos invita a expandir nuestra consciencia con una nueva energía transformadora.
Elvira Duarte- Buenos Aires- Argentina 85
PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ
Imagen: Gabriel Moreno
Tras los cristales cae la lluvia Oscureciendo el día Relámpagos que brillan Más allá del firmamento Encienden el cielo Nublado sobre la ciudad Truenos que retumban Aceleran mi corazón
Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España 86
AMELIA ARELLANO CABALLOS
Imagen: Gabriel Moreno
¿Oyes el oscuro clamor de la piedra arrojada al vacío? ¿Oyes el misterio de las hojas muertas cuando caen? ¿Oyes el incendio de tu bosque de sándalo? ¿Oyes el oasis y la sed? ¿Oyes la amarga boca de la noche? ¿Oyes el clamor de las tormentas del olvido?
¿Crees acaso que vuelven las antiguas mareas de amapolas? ¿Crees que regresa el galope centauro de la sangre? 87
¿Crees que el puñal triza el espejo de agua?
Ah, mi amor. Mi amor campiña clara toro negro. Que lejano está el niño, la calandria y el canto. Que lejana la desnudez de sal. Los pies descalzos.
Ah, mi amor .Mi diáfana tormenta Mi amor lluvia dormida tierra. No regreses. Vuelven los caballos del olvido.
Partir es solamente una forma extraña de volver.
Amelia Arellano- San Luis- Argentina
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ESNEYDER ÁLVAREZ FRÍA TORMENTA, AMOR ETERNO
Imagen: Gabriel Moreno
La tormenta llega con su incontenible frío a nuestra habitación, Te acercas buscando mi calor, Tu suave y dulce rostro tienta mi ser, Mis labios buscan los tuyos, Mis poros buscan ser parte de tu piel, Los cuerpos se entrelazan, Las gotas de la tormenta recorren las calles, 89
Las gotas de la pasiĂłn recorren nuestros cuerpos, La lluvia cesa lentamente, Nuestros cuerpos se separan delicadamente, La tormenta desaparece Nuestro amor permanece
Esneyder Alvarez-MedellĂn - Colombia
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ISABLACK ROSE DESPUÉS DE LA TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Asustada y herida iba, ocultarlo, aunque quisiera, no podía. Era el rastro inmundo de un amor que todavía dolía.
Lágrimas negras estriaban mis mejillas, angustia salada que en riachuelos fluía sin cesar; amargura en los labios, los sellaba al tocar.
Más sabiamente alecciona un refrán, 91
que después de la tormenta la calma había de encontrar.
Fue junio y su algarabía estival que me vio enamorada de tu dulce mirar; abriendo mis brazos para recibirte con anhelo y danzar el hermoso vals azul del reencuentro.
Fueron tus ojos diciendo “te quiero”, tus manos y tu sonrisa los que difuminaron mi miedo.
Del aquel mal amor no queda más que el recuerdo; sobreviví a su tormenta y en la paz de mi olvido se ha perdido.
Isablack Rose- México
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ZAIDA GILES DE QUIRÓS REMOLINO
Imagen: Gabriel Moreno
Punto de inflexión de mis pesares, a exhumarme llegas. Aciago vacío que electrificado dejas mi presente sin juicio...
Me desvelas sin otro motivo aparente que desdoblar la mirada 93
y con ella el sentir de connivencia, de todo lo acontecido hasta ahora en el exquisito umbral que conmueve y dilapida mis días añiles, mis noches inciertas...
Me rescatas del miedo: trajinas mis pilares que a destiempo zozobran y abres la puerta del presente, que es futuro que despierta...
Una lágrima en el rostro sin ser paso fugaz en mi nívea mejilla agitada siembras...
Tempestad que de azucenas mi esencia de aguamarina 94
reesctructuras, equilibras dejando una sonrisa consistente y duradera.
Zaida Giles de QuirĂłs, Sevilla, EspaĂąa D.R.A.
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EZEQUIÉL CÁMARA VISITANDO LA FACULTAD…
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Solo se oía el ruido del viento y el caer de la lluvia… ¡El edificio estaba a oscuras! Presencia humana no había alguna.
Escuché solo murmullos de viejos estudiantes de otros años. 96
Quizá creí oír por la soledad del edificio de carteles minados, prometiendo cambios.
La desilusión y el silencio, gritan allí adentro... ¡Todo está estático!
Ezequiel Cámara, Mar del Plata -Argentina. (Aventuras de Papel)
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MAR�A MARTA LIÉBANA HE PERDIDO
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He perdido la cordura he perdido coherencia por este amor de locura sobrevino la impaciencia.
He perdido mi camino; callejones sin salidas, las luces de mi destino no quedaron encendidas.
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En medio de la tormenta zozobran viles retazos, la desidia que fragmenta el corazón en pedazos.
Aferrada a la baranda de razones incendiadas, busco aquello que desmanda las costumbres lapidadas.
No me queda entre las manos más que trizas de recuerdos, mas no todo será en vano para comenzar de nuevo.
María Marta Liébana Resistencia - Chaco, Argentina
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ICELA ELIZALDE MOMENTOS DE SEQUĂ?A...
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Tropezando por la vida dibujada de tormentas y me ahogan por completo sin encontrar la salida. Divagando con el viento mutilada, ensordecida. Dando golpes en el pecho borrando cada momento. 100
Un martirio sin sentido madrugadas en sequía una lluvia a bocanadas y no hay un sólo latido. Y allá voy sin detenerme me abro paso entre la niebla luchando entre mil gigantes que no lograrán perderme. Icela Elizalde (México) Derechos Reservados de Autor. Diciembre 04 2016
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PACO Dร NIZ BRUNO TORMENTA
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Entre relรกmpagos, tu dulce rostro veo, tempestad en mi ser, cuando tu cuerpo diviso. Tu calmante voz me serena, al arreciar el vendaval; en la dichosa tormenta. La silenciosa ventisca, a nosotros nos persuadiรณ, 102
haciéndonos zozobrar, en el indeseado adiós. El viento todo lo remolcó; llevándose con él, al antaño y firme roble, de nuestro divino y leal querer. Los ojos se nos nublaron; anegándosenos de delirios; de tristes alucinaciones, en la repentina despedida. A nosotros con insistencia, nuestros corazones tocó, la enorme tormenta, huyendo para siempre, el silencioso desamor.
Paco Déniz Bruno- Las Palmas de Gran Canaria- España
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SOL BRISSOLESI PASARÁ...
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Pasará este invierno, pasará esta tormenta, pasará este cielo gris. Si pasa que sea rápido... ¡Me estoy muriendo sin ti! Solo quiero esos días de resplandor, solo necesito esos besos. Quiero besarte y abrasarte... ¡Solo necesito mirarte y no extrañarte!
Sol Brissolesi, Argentina, 15 años. (Aventuras de Papel) 104
EDILBERTO CÁRDENAS ¡TORMENTA PERDIDA!
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Cuando menos lo imaginaba (eso creo) esta mañana me dolías tanto al despertarme Golpeaste repetidas veces mi puerta traías mensajes y viejas heridas has roto mi llanto y me dejaste el alma abatida Y vuelan las hojas de insufribles poemas arrastrando voces que ya no existen… ¿Por qué me reclamas algunas mentiras, que mala costumbre de aparecerte así? 105
¡No ves que estoy durmiendo la tibia herida de tu ausencia! Y como has llegado hasta mi puerta no despiertes mi sueño, deja mi almohada en paz; ¡Madre del escándalo que exhibición prometes! Por qué no pasaste de largo Tormenta perdida no vez que aquí ya nada queda, ni una palabra, ni un consuelo, solo tu olvido.
Edilberto Cárdenas- Arequipa-Perú
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MIRYAM COLOMBOTTO DE SEIA TORMENTA
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Un precipitarse de cielos que huyen de sí mismos, parece buscar la medida del hombre en planeta conocido. Guarecerse en su forma, indagar su destino. Vocifera en truenos, alumbrándose el camino con relámpagos heridos --luz que hiere nubes— Vientres abiertos que escurren 107
líquido de vida. No es mansa esta lluvia, Viene perseguida…
Se cierran puertas y ventanas, palidece cada casa porque dentro, el hombre también cierra el alma. Puede llamar la noche con sus dedos de agua. Pueden romperse cielos contra techos y argamasa. El hombre se esconde en su cueva de nada porque la nada puede abrigarlo hasta el alba. Cuando salga a la calle encontrará despojos de tormenta callada y un gorgoteo agónico acompañará su marcha.
Lluvia, no llores. Escóndete en mis lágrimas. Miryam Colombotto Seia- Santa Fe- Argentina 108
MAR DE FONDO ENTRE SUEÑOS
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Pasan las horas en calma mientras reposan mis pies sobre el sofá; de fondo, un hilo musical amortigua los truenos: Canon en Re Mayor de Pachelbel… La mirada se concentra en un poemario, ignorando la divina cólera de los rayos que azotan la noche reclamando mi atención. Danza el fuego alrededor de la estancia —ondulosas paredes—, burlada en él la lluvia que tamborilea las ventanas. Las tormentas se quejan contra el mundo, 109
como lamentos de aquéllos cuyo dolor no pudo expresarse. Ajena, dormito sobre las letras de un viejo libro, pues ya bastante escribí, ya bastante lloví hasta desertizarme. Ahora, el tiempo me puso en mi lugar, entre sueños y apacibles recuerdos.
Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España.
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MIRIAM ร LVAREZ FLECHA CAZADORA
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un รกngel arranca las plumas de los cuervos
los dioses vomitan perturbados
el mundo se parte en astillas 111
la furia señal divina trenza dibujos con aullidos
me arranca de raíz un ojo eléctrico y me enhebra en un amanecer enfangado
una flecha cazadora parte el puente que cruzamos
Miriam Álvarez – Clorinda – Formosa – Argentina
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BELKYS SORBELLINI UNA TORMENTA
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Una loba que aĂşlla Un cuerpo mutilado Un ser que no comprende ni avizora la luz y se hunde en la oscuridad que asoma.
Una catarata de palabras con el estruendo de un rayo. Pretendiendo ser luz 113
un relámpago de rabia que casi desnuda el desprecio,
Un escarceo, inútil artimaña.
Porque nadie puede detenerla Ella irrumpe.
Belkys Sorbellini- Santa Fe- Argentina
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MARA REMO ESTA TORMENTA
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Todo fue tormenta los años, las dudas, los vaivenes, esas idas sin regreso esos regresos cuando no se esperaban
Caigo en la cuenta, recién ahora que todo formó parte de la misma tormenta la que ensombreció mis tardes de sol la que opacó el agua cristalina de la lluvia 115
Y ahora, ahora, que te tengo frente a mí y te miro miro el perfil de tu rostro, sus pómulos salientes esa nariz que Cirano envidiaría sonrió sin saber por qué, sonrío en la tormenta.
La princesa del cuento se ha sublevado reconoce tus manotazos de ahogado tu infatigable búsqueda sin infinitos y ahora se ha vuelto tormentosa, al igual que tus días.
Y me miras y sin preguntar me preguntas: “¿dónde ha quedado esa muchacha frágil?” Lo sabes, te contesto sin responder: “quedó abandonada entre tus libros, la tormenta de palabras el camino inhóspito de tu boca.”
Sé que te resulta injusto, que a tu edad haya dejado de ser tu muñeca de fina porcelana y ahora sea la mujer de tus tormentos. Si sólo…si sólo me mirarás del modo que te miro sentirías en mí que tus años no se han revelado en vano 116
te aturdirías con dudas y vaivenes, te atragantaría mi ida sin regreso y más aun los regresos cuando ya no se esperan.
Quizás un día coincidamos y la tormenta sea la misma una y la misma, LA NUESTRA y ese día, ese día…ya ninguno intentará regresar….
Mara Remo- San Juan- Argentina
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MARÍA LAURA COPPIÉ LAS TRIPLE EQUIS NO ACEPTAN TE AMOS
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Nadie sale del río como ha entrado, aunque haya entrado muerto. Marina Serrano
Este invierno dura lo que tres primaveras y yo que no soy una mina paciente doy un paso para atrás. Tomo distancia de la confusión por hablarnos en rima 118
y de esta maldita manía de que todo se convierta en melosa palabra. Decías que éramos indestructibles. Lo que la poesía unió…, decías. Y casi te creía. Nada sé de estrategias, entonces seguía bordando caracol sobre tu espalda, lavando con agua áspera provocando el latigazo, fosilizando al amor entre las páginas de un libro como si sólo lo escrito nos perteneciera. Pero junio atacó como un tigre. Ayer estaba mustia y hoy arrastro una furia incendiaria. ¿Será así como se sienten los árboles por estos días? Aunque todavía elija que sea el viento fuerte de tu risa lo que me desnude y no esta insípida tormenta.
María Laura Coppié- Ciudad Autónoma de Buenos Aires-(CABA)- Argentina
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ALICIA DE LEÓN EPP GRACIA
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Ni un vestigio de azul, lo tenebroso se libera, se retuerce en el viento se le oye aullar, indómito y furioso abriendo grietas en el firmamento. Con el ala quebrada el ave intenta enfrentar el ciclón, seguir su vuelo pero ésta noche ruge la tormenta ésta noche es inclemente el cielo. 120
Cae el ave en temor, sangra su herida tiembla en el marco de su fragilidad es muy precario el hilo de su vida y es muy recia la fría tempestad. Y cuando todo parece estar perdido y siente que el fin está cercano desde un lugar quizás desconocido Gracia extiende su mano, mañana la tormenta será olvido…
Alicia De León Epp, Uruguay/Canadá
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MARÍA VICTORIA RONSANO AUSENTE
Imagen: Pinterest
Esta noche se cayó la palabra todo enmudeció es como esperar la lluvia desnuda y niña como cuando se rompe el cuerpo y no entra la luna 122
esta noche me quedÊ durmiendo velando tu silencio no sè hacer otra cosa que escribir la tormenta y ni eso me alcanza para reparar la ausencia.
MarĂa Victoria Ronsano. Buenos Aires. Argentina.
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NICOLÁS IGOLNIKOV DIFERENCIAL LLUVIA
Imagen: Pinterest
Esperamos las tormentas como los tripulantes esperaban las sirenas apostadas en las rocas de la costa donde irían a encallar
Las esperamos como buenos, como fantásticos masoquistas que somos recordando los relámpagos celestes
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que reflejan tan fielmente la ira que aguarda detrás de nuestra carne como un suelo sobre la espalda ira nos mueve como el tiempo ira nos parte como el rayo.
Esperamos esos vientos atroces, esos ritmos incansables luces que emitimos cuando soñamos despiertos. Y cuando llegan, ah, cuando llegan las indomables integrales cómo tememos ante el encuentro con nosotros mismos nos desentendemos, ¡qué hipócritas! que nos reímos de los perros que no se entienden en el espejo.
Pero poco dura nuestro tesón menos de lo que demora el recuerdo en abandonar el cuerpo y febriles y desesperados integramos todo a nuestro alcance
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y olvidamos que no todo debe ser tocado.
Cuando se hayan ido, y devastados moriremos en un nuevo dĂa soleado.
NicolĂĄs Igolnikov, 25 aĂąos, Argentina ( Aventuras de papel)
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BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN
Imagen: Kris Kamikakushi
Diversas son las razones por las que el espíritu se enajena, un día será tristeza, otro alegría plena. De todas mis circunstancias apenas hago tangibles una enfermedad o la paciencia. Todo es relativo, la fe es incompleta, y el agnosticismo una grieta. 127
Poseidón y su tridente custodian a esta mar de tormentas ¡bravío océano de emociones de las que estoy humanamente hecha!
© copyright 2014 Derechos Reservados de la Autora. Beatriz Liliana Eslimán- Ciudad de Buenos Aires- Argentina
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GLADIS MERELES PEREIRA TORMENTA DE AMOR
Imagen. Kris Kamikakushi
Estoy aquí en esta cabaña donde fui inmensamente feliz entre tus brazos ,mi dulce amor, aquí me enseñaste a amar por primera vez. Estoy mirando el horizonte fijamente mientras llega una tormenta con rayos y truenos, ya el frío se apoderó de todo mi ser 129
y me invaden los recuerdos. Cómo deseo volver a estar entre tus brazos en tardes como ésta, mi corazón late apresurado, presiente tu llegada, y se desata tormentas de pasión en mi alma. El viento sopla fuerte, va deshojando los árboles, formando un torbellino de ensueño y mágicas sensaciones, miro atentamente, tiemblo de frío, pero no consigo apartarte de mi mente. Ven amor mío y calma mi tempestad, calma esta sed de amarte, este lugar es mágico reaviva los sentimientos, si ya te amaba antes ahora te amo más. Estoy aquí pensándote, en medio de la nada en este lugar existe sólo esta cabaña, donde nos conocimos un día, justamente al guarecernos de una terrible tormenta., donde nos mojamos hasta el alma. Tenía mucho frío y tú me ofreciste tu abrazo y no pude resistir la proximidad de tus labios y te besé, te besé como nunca imagine, 130
mágico lugar, mágico momento , que jamás olvidaré, Con cada suspiro imploro tu regreso, estuve tan cerca de ti, aquella tarde gris, aún siento tus latidos y tu respiración, aún conservo el sabor de tus labios en los míos. Mágico momento, que por siempre guardaré en la mente y mi corazón, estuve entre tus brazos y pude acariciar tu mirada, pude acariciar tu alma con mi susurro, pude acariciarte con mis besos. Siempre te esperaré por más que pase el tiempo, tal vez regrese en compañía de otra romántica tormenta de amor.
Gladis Mereles Pereira. La Eterna Soñadora. Paraguay. 06/11/2016.
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INMA FERRERO EL CONFÍN DE LOS LABIOS
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Es tan largo el día en este desvelo. En este esperar de llanto que sólo vive para verte. Las calles lloran como lloran mis besos, y el gemido eterno 132
del silencio me llama en sombras por las esquinas. Sólo tengo tu nombre para defender mi suerte. Para escapar de esta angustia que desborda mis ojos. El día no ha muerto en estos ventanales, en esta ciudad lejana vestida de indiferencia. Odio al día y a la noche que acompaña sus pasos. Al ruido de esta distancia, que cobarde 133
intenta cegarme. Odio la sonrisa obligada en el confín de mis labios. Al latido de la lluvia que me trae a tu recuerdo.
© 2014 Inma J. Ferrero- Madrid- España Nº de Asiento Registral 16/2014/929 ISBN-10: 1500327859 ISBN-13: 978-1500327859 Copyright © Todos los Derechos Reservados
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ISABEL REZMO ARRECIAR TORMENTAS
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Arreciar como la tormenta, en el oleaje de una flor, poema quebrado, amontonado en palabras inertes, efímeras. Cursilería de cortinas rasgadas por el humo de un aspaviento. Las esquinas ensucian el equilibrio.
(Poemario Ego Amare, 2015) Isabel Rezmo- Übeda- España 135
RUTH SÁNCHEZ VOLVERÁ…
Imagen: Kris Kamikakushi
Todo se torna gris y con fuerza sacude el viento todo lo que ha de pasar. La relampagueante luz anuncia la llegada del estruendo, como si fuese a atravesar la tierra. Y ahí parada, en el medio del campo, espero con ansias la primera gota, con los brazos extendidos y los ojos cerrados. Toda la fuerza fluye para dar vida, me inspira pasión. En la chapa resuenan las gotas y me aferro a tu pecho… ¡Nada más importa! Luego, ese aroma de tierra tan peculiar nos recuerda que estamos en casa, que dios nos ha bendecido para regar nuestra bella vida y para que todo siga su curso bajo lo más sagrado (Los animales beban, crezcan las flores y la armonía natural nos acompañe). ¡Esta tormenta se ha ido y volverá!
Ruth Sánchez, Argentina. (Aventuras de papel) 136
GRACIELA DIANA PUCCI ITINERARIO
Imagen: Kris Kamikakushi
Conocí paisajes
con tormentas
caminos
sin pétalos
Navegué canales turbulentos ríos con furia mares - sólo olas salvajes137
Zozobré
desde el fondo un silencio (ávido de mi súplica y deseo)
-me rescató-
Construí
mi fortaleza
Soy la que transita erguida y abreva en el presente aguas del futuro
Soy yo resucitadora de mí misma
Graciela Diana Pucci- Buenos aires- Argentina
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NYDIA OVALLE TORMENTA
Imagen: Kris Kamikakushi
Con la mirada en el cielo, espero. El viento huracanado que destruye todo. Desaparece el horizonte, en esta obscura noche de truenos y relรกmpagos; anclo mi locura en tu pecho, voy a la deriva mar adentro, 139
obscuridad que me domina y me consume. Pobre mariposa de alas de invierno, vuela triste sin amor, sin dueĂąo. Adversidad de un momento, esperanza mojada aferrada a un rayo de sol. Al amor.
Nydia Ovalle, Ciudad de Guatemala, Guatemala.
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ISSA MARTÍNEZ LLONGUERAS LA CÚSPIDE MISMA
Imagen: Kris Kamikakushi
Sin miedo ni culpa ha de ser la voz del pecho para encumbrar la montaña No para ganar ha de ser no para la conquista sino para vencer el dolor que libera lo insignificante lo que sólo es sin trascender como el latido mismo de la sangre como la locura que invade y redime porque no se puede salvar al mundo sin salvarnos mas que siendo la cúspide misma el calor sobre la hierba de la cima el último respiro de la roca viva y todos los rincones de la tierra húmeda calada hasta las entrañas de lluvia Tormenta quizá habremos de ser porque por sobre la duda sólo el vendaval del deseo por la vida y la honestidad de la muerte 141
serán mortaja de nuestros sueños Más por hoy sólo mi vuelo de gaviota amancebado con la brisa y ésta lágrima donde ya casi la puesta del sol es devorada por el mar.
Issa Martínez Llongueras México
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JUAN IDIAZABAL TORMENTA AMIGA
Imagen: Kris Kamikakushi
Lluvia pasajera, amiga fiel y compañera, cuándo volverás.
Viento del Norte, que todo lo puedes, que matas con solo pasar, cuándo volverás.
Rayos y centellas, primos lejanos, parientes fulanos, cuándo volverán.
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Es su amigo, un primo lejano, un matado, quien les ruega que vuelvan, a darle una mano.
Juan Idiazabal- Mar del Plata, Bs As, Argentina.
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SERGIO RAÚL TRENTINO EL PUENTE
Imagen: Kris Kamikakushi
Aquel día comenzó con una rara sensación…
Una lenta procesión de agonías mutiladas, Procelosas, despiadadas, se apoderaban lentamente De mi profunda desazón
Un desvelo prolongado las tornaba inquietantes, desmesuradas…
Como he de explicar esta soledad, 145
Esta terrible angustia, este silencio de ausencia…
La noche con su contorno oscuro Invadirá con su silueta, y su triste primavera Mi alma sin recuerdos, mi intimidad, mi desconcierto, Avasallándome, trayendo a cuestas su lejanía…
Una vaga bruma exhala la noche, Con sus ojos mojados de rocío, con su misterio indescifrable, Y de aquel sueño sin imágenes…
Aquella luz se desprendió, y su dulce voz surgió del silencio….
Sergio Raúl Trentino / San Carlos Centro / Santa Fe / Argentina
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MABEL CORONEL CUENCA REVOLUCIONES
Kris Kamikakushi
Lento, van pasando las nubes negras se llevan con ellas mis cicatrices, todavĂa oigo las viejas fieras reclamando la carne de aprendices.
Un remolino levanta las piedras, estĂĄn las curtidas de polvo viejo, y las que con simple soplo del viento cobran vida y resuenan entre hiedras. 147
Del río de sal que brota del rostro de aquel a quien la vida ha golpeado, con las tormentas que mueve hasta el tronco, nacen esos cristales más preciados.
¡Oh Tormenta, tú que lo mueves todo! has que se generen revoluciones, pues esta quietud nos está matando, has que sean reales mis visiones.
©Mabel Coronel Cuenca Hernandarias - Paraguay
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CARLOS TORRIJOS TORMENTA DE PASIÓN
Imagen: Pinterest
Noche con ojos de gata que espías a los amantes, incitando a que culminen sus pasiones delirantes.
Colchón de muelles roídos fría alcoba de pensión, donde encuentran el abrigo sabanas de quita y pon. 149
La zarpa del viento azota con fuerza desde la sierra, pardas capas que devoran a la luna y las estrellas.
Despojado de cortinas el austero ventanal, la lluvia como una fiera golpea contra el cristal.
Exhalaciรณn en la noche cual lengua de una serpiente el aposento ilumina, brillan dos cuerpos desnudos masas de piel blanquecina, empapadas en lujuria de viscosos manantiales tiemplan como gelatina.
Labios que cubren con babas cada rincรณn escondido, vicio carnal que a jadeos convierten en alarido. 150
Ensordecedor rugido hace vibrar la muralla que cobija a la pareja, vorágine de sus miembros en forma de enredadera, oprimen carnes con carnes lubricidad extasiada, si cabe más placentera.
Unísonos, palpitantes, respiración jadeante de unos seres agotados, vientre contra vientre llora pecho contra pecho cruje boca contra boca aúlla con vocablos empapados.
La media noche se acerca cual cuento de cenicienta, volverá a reinar la calma donde todo fue tormenta. Carlos Torrijos. C.a.r.l. (España) 151
MAGDA ROBLES
Imagen: Florian Nicolle
Cuando el alma amenaza tormenta se templa el aire, y son los ojos la coraza que protege al espíritu de aquello que el cuerpo no puede.
Porque hay recuerdos con sabor a noche que duran mientras el día renace y se deshacen los cuerpos buscando un puñado de harapos con que cubrirse. 152
En horas intempestivas percibo seres de niebla. Caminantes blancos sin rumbo fijo, cegados por luces que no sirven de guía.
Criaturas hechas de piel y barro que cargan en las espaldas los trozos y destrozos que componen su extraña apariencia de vida.
Caen las horas de golpe sobre mis huesos, cansadas de esperar siempre en el mismo orden el reencuentro con la imagen fría y opaca en este espejo mudo que ahora nos contempla.
Mirarte en él es caer en un pozo bruñido.
Magda Robles (Granada)España 153
IVANA SZAC
Imagen: Florian Nicolle
Un temblor anunciรณ la palidez del mundo
trozo a trozo cayeron recuerdos como pedazos de vidrio
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en un estallido todo se desvaneciรณ
la casa quedรณ devastada
todos huyeron como animales asustados ante la feroz la tormenta.
Ivana Szac- Ciudad de Buenos Aires- Argentina
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MAR BLANCO
Imagen: Florian Nicolle
La noche me ha recordado mi naturaleza. Te derramas sobre la tierra mojada. Soy tormenta que aguarda una lluvia mansa y tú, el trueno salvaje de la tempestad. Me lo dices con tu lengua y sus sílabas de fuego precipitándose en mi piel.
Mar Blanco Larrosa- Zaragoza- España 156
DANA LAILA DESCONTROL
Imagen: Florian Nicolle
La tormenta abarca la tristeza de mi corazón, convirtiéndola de pronto en una marea llena de ira.
Los relámpagos que me atormentan desbordan mi ser. Y siento que la tempestad me atrapa.
-DANA LAILA .Edad 10 años .Cd. de México .El Mundo de Dana página de Facebook 157
CONSUELO JIMÉNEZ SIN TORMENTA, LLOVÍA, LLOVÍA, LLOVÍA
Imagen: Pol Ledent
La luz se bebía la dulzura de tus labios, pálidos pétalos ebrios de luna reblandecida en aura de jazmín. Leves voces de alas blancas tañían el presagio certero de ese último soplo liviano disipado en el abismo de tu eternidad. 158
No hubo tormenta, se deslizó la muerte sin maldición con la lluvia latiendo en las venas. Llovía, llovía, llovía, llovía, llovía, llovía. Se borró el llanto, dejando dolor, huella y amor.
Consuelo Jiménez- Barcelona- España
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AYMARA ARUWIRI AUSENCIAS
Imagen. Florian Nicolle
La idea remota de que tĂş vuelvas se ha ido con la lluvia, un arco iris ilumina el cielo. La tormenta se acomoda el pelo, la calma se mece de nuevo, todo pasa... 160
En mi corazón se quedaron los recuerdos, ahí no pasa nada; sólo guarda mares de lágrimas... atoradas.
-Aymara Aruwiri Cd. de México El corazón en la barbarie -Página de Facebook.
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RELATO
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MARIANELA PUEBLA UNA NOCHE DE TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
La lluvia lanzó su líquido lamento sobre el techo de zinc de las casas. No había nada qué hacer, a pesar de la angustiosa espera. Poco se podía mirar a través de esos cristales ensopados de llanto. Un misterioso lagrimeo se dejó caer suave al principio y luego apareció el viento, desesperado, siroco marino empujado por las enfurecidas olas. La lluvia se arremolinaba sobre las empobrecidas viviendas haciendo rechinar los tejados y golpeando con tacones nuevos los huesos de las estructuras. La puerta permanecía bien cerrada con una barra que la atravesaba por la mitad, Miguel sabía que debía tomar precauciones en noches de tormenta. Todos los pescadores lo sabían, por eso al bajar la pestaña el gran astro, cerraban herméticamente sus puertas y ventanas. Sobre todo en donde había algún joven casadero. En el pasado varios de los jóvenes pescadores habían desaparecido misteriosamente cuando paseaban frente a las olas embravecidas como desafiando cualquier encuentro con lo desconocido. Muchos decían que no era un misterio que los más jóvenes se perdían en los pueblos aledaños, tal vez enamorados de alguna moza, pero ¿por qué no volvían?, ¿por qué cuando se los buscaba nunca fueron encontrados? Entonces 163
comenzó a correr el rumor de que alguna sirena, en esas noches de lluvia y tormenta, emergía a la superficie con un canto tan conmovedor que embrujaba a los jóvenes y se los llevaba a sus profundidades, bueno, eso se decía, pero nadie había vuelto o visto algo parecido. Según la leyenda, debía ser un joven, solo, vagando cerca de la playa. Muchos adultos se persignaban cuando subían a sus botes y cuando se bajaban, como una rutina que no debían olvidar y obligaban a los menores a imitarlos. ¿Quién alguna vez escuchó el canto de las sirenas? Todos opinaban que cuando ellas salían a cazar hombres jóvenes solo uno las escuchaba, el elegido, nada más. Como los padres y madres protegían a sus hijos, hacia un tiempo que nadie había desaparecido. Sin embargo esa noche, algo raro olía en el aire, algo siniestro, las mujeres primero lo advirtieron y luego los maridos. A las siete de la tarde con un clima amenazante, las familias entraron a sus viviendas, cerrando firmemente todo y encendieron las velas y chonchones para iluminar las estancias. Miguel de veintiocho años vivía solo desde que sus padres fallecieron, primero fue el progenitor que se perdió en el mar en medio de la pesca y luego la madre aquejada de una dolencia. Miguel, sabía de esta historia, pero no le temía. Prendió la cocinilla y se preparó una taza de café, mientras escuchaba las noticias en su radio de pilas. Temprano había estado conversando con su novia, Maritza, afinando la fecha de la boda para fin de años. Salió apurado de la vivienda de la muchacha con un trozo de nylon sobre su cabeza y con paso rápido se dirigió a su casa. Las latas del techo comenzaron a sonar golpeadas por la lluvia y por la furia del viento, era una orquesta desafinada que practicaban los elementos, por eso prendió la radio para ahuyentar en alguna medida ese golpeteo. De vez en cuando se asomaba a la ventana y miraba la playa tapizada de perlas que no cesaban de caer. Como llora el cielo, se dijo, es la primera tormenta del otoño que se deja venir, así mañana no habrá pesca, es imposible, pensó. Se acercó a la mesa con su taza de café y unas 164
tostadas, luego se colocó los audífonos y comenzó a ojear el periódico mientras escuchaba una melodía. No se percató que algo se arrastraba junto a su puerta emitiendo una lastimera música, Miguel permanecía indeleble al ruido de afuera concentrado en la lectura y la radio. Cuando se detuvo al finalizar el café y de lavar la taza, la lluvia arremetía con fuerza descomunal, convertida en un verdadero temporal. Miguel se fue a la cama y continuó escuchando la música de su radio portátil hasta que rendido se durmió. Esa noche soñó que alguien golpeaba su puerta con insistencia, entonces se levantaba lentamente, mientras caminaba, sus pies se hundían en una especie de niebla que invadía todo el piso de la vivienda, pero eso no le preocupó, era aquello que lastimeramente golpeaba sin que él pudiera avanzar con la rapidez que quería. De pronto su padre se interponía en su andar e impidiéndole que continuara hacia la puerta. El señor tenía una expresión de pánico y levantaba una pancarta con la palabra peligro. Miguel incrédulo lo miraba, pero si tú estás muerto, no puede ser realidad, dentro de su pensamiento sabía que estaba soñando, entonces el padre le suplicaba que volviera a la cama. Miguel obedecía, siempre respetó a su padre cualquiera que fuera su decisión. Pero el sueño lo seguía, una voz lastimera pronunciaba su nombre, tantas veces que no podía dejar de indagar quién estaba fuera de su puerta. Miguel miraba entonces, a través de los cristales empapados de la ventana y de repente, una cara apareció al otro lado del cristal que Miguel dio un grito de espanto, era una cara de mujer pero surcada de algas y escamas que el joven dio un salto en la cama y despertó sobrecogido, aún tenía los audífonos en las orejas pero la radio había cesado de comunicar. Un trueno cruzó la playa con su sonido estridente haciendo eco los techos de las viviendas. Miguel se serenó, miró su reloj, era las cuatro de la madrugada. ¿Qué sueño, no? pensó, la tormenta está en su clímax, no hay nada qué hacer, más que seguir en la cama. Miro el cuarto alumbrando con la vela, todo estaba bien, y volvió a sumergirse entre las frazadas. 165
Al otro día la tempestad había amenguado un poco, tomó desayuno y en ese momento sintió que alguien golpeaba su puerta. ¿Quién es?, preguntó. La voz de Maritza le apuró, abre, abre, Miguel. Hola, mi amor, ¿qué haces tan temprano? Pues que algo ocurrió anoche… ¿No escuchaste nada? ¿Has mirado tu puerta y la ventana? No, dormí como un angelito, mintió. Sal, por favor… mira… Miguel incrédulo se asomó y tuvo que dar un salto hacia afuera, un montón de algas y escamas se amontonaban en su puerta mientras que su ventana estaba completamente cubierta con una baba espesa mezclada con escamas plateadas. ¡Qué es esto!, exclamó. ¿Quién dejó esto en mi puerta? ¡Es una broma muy pesada! De seguro que fue tu hermano Genaro. ¡Oye qué te pasa!, mi hermano no se movió de la casa por la lluvia. Dicen que anoche anduvo por aquí un alma en pena, o que eran las sirenas tratando de cazar un joven. ¿No sentiste algo? Qué yo sepa dormí como angelito, volvió a decir Miguel, pero luego recordó ese raro sueño. Bueno, sólo tuve un sueño muy extraño y con mi padre. Ah, ¿pero no sentiste ese canto de las sirenas? No, tenía los fonos en las orejas y me quedé dormido con ellos. Claro, eso explica porqué no te llevaron. Calma, Maritza, no te pongas a inventar, yo no sentí nada anoche, sólo el llanto de la lluvia, sólo eso…la lluvia y la tormenta arreciaron sobre la playa y las viviendas. ¿Pero, y eso frente a tu puerta? Ah, puede ser alguna broma de los pescadores nada más, ya sabes como son. Mira Miguel, la próxima vez que haya tormenta y lluvia me quedaré contigo por si acaso nomás, no quiero que me roben a mi futuro marido. Jaja, está bien, si tus padres te dejan…Me gusta que me cuides. Y diciendo esto, los jóvenes se fueron caminando abrazados por la caleta.
Marianela Puebla chilena
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REMEDIOS PERNAS VIENTO FEROZ
Imagen: Gabriel Moreno
Estoy en la playa desierta, caminado sobre la arena mojada, el verano huele a mar en calma, las olas acompañan con su clásico sonido, para mí es un canto incomparable. De pronto el cielo se hace noche, el viento furioso, indomable, golpea mi cara. Corro asustada, encuentro un refugio en una roca en la que el agua había esculpido un hueco. Mi apuro por salvarme me empuja a resguardarme en ese pequeño lugar. Siento frío, miedo, afuera el viento sopla feroz, indomable, el agua salpica mi cara, y los relámpagos encienden el cielo. Siento la soledad, pienso en los seres amados. El agua empieza a entrar, el miedo se multiplica, me 167
pregunto ¿hasta cuándo resistiré? El agua sigue invadiendo mi pequeño resguardo. Cuando salí a dar el paseo mañanero, que tanto me gusta, no pensaba en el peligro. El agua avanza y mi miedo se agranda. Espero aferrada a la roca hasta que pase el temporal. Por fin, después de una hora de incesante tormenta, se apagan los relámpagos, el agua se aleja lentamente, la lluvia sigue. Solo quiero poder pisar la arena, y retornar a mi casa, en la que me espera mi familia, seguramente más preocupados que yo, busco el abrazo deseado después de estas horas de angustia. Comienzo mi retorno y a lo lejos oigo las voces de los chicos que dejé dormidos y la tormenta despertó. El viento feroz cesó, la playa sigue desierta, y yo camino sobre la arena mojada.
Remedios Pernas – Buenos Aires- Argentina 5 / 6 / 15
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LOURDES MARÍA NAVARRO CRUZ NO LO VES, PERO HAY TORMENTA
Imagen: Gabriel Moreno
Hace frío. Suena el viento. La distancia entre las paredes es infinita, pero los relámpagos caen muy cerca. Rozan las pestañas negras, apelmazadas. Queman los labios secos, al igual que el fuego la hojarasca. Lágrimas resbalan por mejillas húmedas y resbaladizas, agrietadas, manchadas de sueños y deseos fugaces. Al mismo tempo que lo hacía las gotas de lluvia por el cristal de la ventana de la buhardilla, bueno, al final siempre acababa en tempo prestissimo, dejando los pulmones sin oxígeno. Se acabó la función. Un torbellino veloz, denso, fugaz y devorador va cogiendo todos los recuerdos para lanzarlos. Como si ya no sintiera demasiado dolor, por si en algún segundo recordase lo que era el sosiego. Se prometió no volver a dejar crecer raíces tan profundas en la gente a quien ama, ya que cuando se van, porque tarde o temprano lo hacen, se 169
llevan una parte de su ser, y esta vez, se llevó más que nadie antes, se la llevó casi entera. La vida es un parpadeo de luz en la oscuridad, y todavía no había abierto los ojos. Todo estaba negro. Todo era ceniza. La mente estaba repleta de nubes grises que viajaban despacio dando vueltas, hasta provocar un vahído que a la noche, se transformaba en tormenta, fría, oscura, tenebrosa y sin calma. El órgano vital había sido siempre puro y fiel. En el siempre florecían más flores, siempre estaba lleno de color. Pero fue devastado, desquebrajado, roto en silencio. No hizo tanto estruendo como lo hubiera hecho al caer el cáliz rebosante de la sangre de Cristo a los pies del vestido blanco de una novia en el altar. Sino que se rompió en silencio, dejando al silencio desaparecer. Dejó de ser lo que era, para nunca poder ser lo mismo otra vez. Cada trozo rajaba, penetraba y alcanzaba mayor profundidad. Pero ya no dolía, sino que mataba. Consumía cada vez más vida, más energía, hasta que se apagaba por completo. Las estrellas ya no brillaban, o las nubes no las dejaban ver brillar. Diluviaba en su interior, y comenzó a inundarse. La corriente la trasportaba al pasado, y allí quiso permanecer. En aquel momento temporal se encontraba mejor. Finalmente, se alejó de él, pero aún más de ella.
Lourdes María Navarro Cruz. Guadix (Granada, España)
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JAVIER TERÁN PARAGUAS PARA EL AMOR
Imagen: Gabriel Moreno
Llovía “a cántaros” sobre la ciudad aquella tarde. La tormenta parecía haberse cebado con la urbe y sus habitantes, y la oscuridad se iba adentrando a marchas forzadas por cada rincón urbano; apoderándose del cielo por momentos y pareciendo querer llevarlo al ocaso de su luz con mucha mayor celeridad que otros días. La gente que a esas horas transitaba por sus calles, se cobijaba como buenamente podía bajo los balcones de las casas que encontraban a su paso o bajo sus respectivos paraguas; pero ella no… Ella caminaba por la acera con paso firme, como si la lluvia no fuese con su figura, no le importase o, incluso, no le mojase; cosa imposible esta última, pues llovía con increíbles ganas y de una manera insistente. 171
Tanta era la intensidad y tan negro se mostraba el panorama, que pareciese no iba a parar en horas. Vestía ella pantalón vaquero y cazadora de piel, y calzaba unas botas de cuero que le alcanzaban casi la rodilla. Al caminar, su larga y ensortijada melena se le mostraba libre al aire de la tarde. Y su andar, firme y sensual a un tiempo, atraía la mirada de más de un viandante. Al pasar a su lado, le miré a los ojos y, todo caballeroso, le invité con un gesto de simpatía a que, dada la tromba de agua que estaba cayendo, se cobijase bajo mi paraguas; pero ella, amable y sonriente, rehusó mi invitación. E hizo a la par algún corto comentario, que el ruido de la lluvia y el murmullo de la calle me impidieron discernir. Por lo que, pasados unos segundos, insistí de nuevo en la invitación, ante el evidente diluvio que continuaba descargando sobre la ciudad. Pero ella, con un gesto de su mano, tras apartarse de la cara un largo mechón de cabello completamente calado, declinó de nuevo mi ofrecimiento; aunque con una mirada y una sonrisa que eran en realidad un sí, fácilmente intuido tan sólo con remachar un poco más en la propuesta, nada pretenciosa, por otra parte. Al cabo de unos minutos nos vimos en el interior de una cafetería cercana, sentados frente a frente, charlando amena y distendidamente junto a un café y al lado de un amplio ventanal que nos dejaba percibir con total perfección el movimiento de la calle y la insistente lluvia del exterior, pero ahora a cubierto. Fuera, el aguacero que la tormenta había propiciado, continuaba en su persistente acción, circunstancia que, pocas veces como en aquel momento, agradecí en mi foro interno. Y, de igual modo, intuí que ella tampoco desaprobaba el instante y la circunstancia; y que no acariciaba gana alguna de que la lluvia cesase por tan pronto…
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La lluvia en la ciudad, puede ser también, a veces, una dulce bendición del cielo en el momento del coqueteo amoroso… Y el paraguas, un oportuno artilugio para el inicio del amor.
©J. Javier Terán Palencia (España).
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MARGARITA POLO VIAMONTES AMOR EN SILENCIO
Imagen: Gabriel Moreno
“…Amor en silencio es vivir un momento a tiempo… solo un alma desnuda esa dicha puede lograr…” (Marco Antonio Solís)
Las nubes casi negras, forman un enorme casquete sobre mí, más lejos, en el horizonte, se desprenden de ellas el aguacero. ¿Sobreviviré a la tormenta que se avecina? Nadie puede adivinar el futuro y siento una gran opresión en el alma. Ahora el llanto contenido se desborda tal como las nubes en el horizonte. Me repito una y otra vez: “No amarres tu vida a un pedazo de recuerdo” pero sigue mi mente aferrada al pasado. La canción se repite como en un eco mágico: “Amor en silencio/es vivir un momento a tiempo/amor en silencio/es un beso amar o dar perdón sin explicar/solo un alma desnuda esa dicha puede lograr”
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Recuerdo como el mar azul intenso en el horizonte se une al cielo… Ilusión, pura ilusión, como pensar que el tiempo no transcurre y que la vida continua hasta el infinito, cuando en realidad, se nos escapa en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cuántas cosas han sucedido desde que nos despedimos la última vez en La Habana? Dicen que la pasión muere y quedamos desnudos de amor, cuando existe una separación, con tantos años y espacio de por medio. Tras este decenio de ausencias ¿Nos seguiremos queriendo igual? No sé, pero entonces, ¿Por qué siento palpitar mi corazón frente a su imagen en las fotos, o al escuchar el sonido de su voz en el teléfono? A veces, lloro a mares cantando junto a Marco Antonio Solís: “…Amor en silencio/es andar a favor del viento… Y aprendí a callar porque creo que es mejor/pero hablan mis ojos en nombre del amor/ hay palabras que muerden y hieren sin razón/pues lo más grande y puro lo dice el corazón.” Mientras se va muriendo mi alma, quiero creer que, del otro lado del mar, exista alguien que me extrañe tanto como yo. Que llegue a mí como la lluvia de primavera, a refrescar mi vida nuevamente, no como esa tormenta que se avecina. Porque, aunque este amor secreto comenzó en vidas anteriores, solo lo sacamos a la luz un día hace muy poco tiempo, al otro lado de las costas de la Florida, y ahora no sé cómo terminará nuestra historia, para bien o para mal. Tal vez sea un tormentoso reencuentro, donde mi alma no obtenga la paz que tanto necesita para descansar.
(fragmento deL nuevo libro Intimidad de un amor, en proceso) Margarita Polo Viamontes Cubana - Miami
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RODOLFO TORRES UNA POQUITA DE LUZ EN LA TORMENTOSA NOCHE
Imagen: Pinterest
“¿Fue eso un maullido de dolor?”, me dije saliéndome de los edredones. El agua-nieve repicaba fuerte en el ventanal del dormitorio y la ventolera enloquecía las ramas de los árboles que emulaban en altura con nuestro quinto piso. Miré al pasar el reloj de pared en el corredor: casi la una de la madrugada. Qué locura. Pues tiritando de frío me apuré a la sala. Esperaba encontrarlo allí. Y allí estaba, a la larga en el amplio sofá color castaño ante el televisor. Era un triste saquito de huesos. “Gris” asistía en la penumbra a su hermano lamiéndole la cabeza y preguntándole de cuando en cuando, con maullidos suaves, por qué se quejaba de aquella horrible manera. “Bembón” jadeaba como cuando su propia madre en momentos del parto veinte años atrás. Pensé en que tal vez ellos hacen así, para esquivar el dolor. Mi mujer vino detrás de mí 176
mejor tapada que yo pues odia el frío no obstante haber nacido en esta tierra. “¿Qué le pasa?”, dijo muerta del miedo. “Creo que vamos a tener una noche bien movidita”, fue mi respuesta. Y corrí a encender la PC para conectarme a Internet y buscar la clínica veterinaria de guardia más cercana. Estos dos hijitos nuestros estaban con nosotros aun antes de que vinieran al mundo. La madre de ellos, a la que mi mujer y yo nombramos “Musa”, fue traída con solo dos semanas de nacida a la casa de Centro Habana donde alquilábamos nuestra primera habitación, juntos, para que pusiera a raya al ejército de ratas. La casera comentaba que los roedores huyen cuando huelen a gato, de ahí la “genial” idea. Pero qué va, las ratas no se almorzaron a la pequeña porque nosotros la instalábamos en las noches ajena a las miradas de seguro reproche de la dueña, dentro de una valiosa ponchera de cristal y sobre la pesada mesa del comedor, que eran las huellas de los brillos económicos de épocas pretéritas. Al principio, solo dábamos comida a la “Musa”. Pero ella vino labrando un espacio en nuestros corazones y en la exigua habitación donde mi mujer y yo inaugurábamos nuestra familia. Para la buena fortuna de aquella criatura, y de paso de la nuestra, conseguimos una casa completa muy distante del paraíso de las ratas. Descubrimos, entonces, en la mudanza, que la abultada panza no era de gordita sino por el quehacer de un enorme y peludo don Juan. A mi mujer alemana debieron ellos sus nombres. “Gris”, porque ese color predominaba en el pelaje del gato primogénito; “Bembón”, porque tenía labios negros que resaltaban en su carita blanca; este último era un gato-poeta. Se instalaba en los atardeceres en un alero del edificio que daba al eterno vaivén de las aguas del mar Caribe y entrecerraba sus ojos para volar quién sabe a qué regiones imaginadas. Me encantaba observarlo, cómo elevaba el morro con sus párpados entornados para aspirar fragancias marinas y volar y volar. Muchísimo después de aquellos mágicos días y casi al otro lado de este redondo mundo nuestro, la madrugada tormentosa allá afuera 177
competía con el tormento de aquí adentro. Y es que con nada se le calmaba el dolor al “Bembón”, ni con manos pasadas junto a palabras cariñosas y por fuerza suponíamos que sus riñones daban muestras de empezar a fallar para ponerle punto final a su vida porque tenía gotas de sangre en el pipi. Yo le ayudé a levantarse, y él mismo se esforzó para dirigirse a la caja plástica llena de arena donde se agachó, pero nada. Salió quejándose, decepcionado, el pobrecito. Mientras, Petra localizaba una clínica de guardia y pusimos en práctica uno de los principios fundamentales de la cultura alemana: Es gibt kein schlechstes Wetter, nur ungeeignete Kleidung. Lo que puede aplicarse a todo y significa que “no hay tiempo malo, sino vestimenta inapropiada”. Así que en minutos nos convertimos en algo así como carros de combate. Y a bregar con aquel tiempo de perros llevando un gato. Colocamos al “Bembón” en un transportador acolchado que podíamos cargar como mochila. “Gris” bajó del sofá, interesado en los preparativos con el hermano, se sentó en la alfombra y vio por último, maullando a manera de despedida, cómo cerrábamos despacito para desaparecer en la noche. A esa hora, poco después de nuestra llegada a este país, el transporte público era muy espaciado y debimos tomar un taxi sin mirar la tarifa, que era bastante más alta. Dimos tantas vueltas que terminamos perdidos, pero no el taxista que sí nos dejó a las puertas del lugar. Y con cara de sueño nos recibió una verdadera valkiria, digo una de esas figuras de la mitología escandinava, alta, rubia, bella, esbelta, quien acostó a nuestro hijito peludo en una camilla niquelada, lo auscultó, dijo que estaba bastante bien a pesar de la edad y le aplicó un suero en vena con un calmante contra el dolor y para ayudarle a expulsar el cálculo. Pagamos lo que valía un viaje al planeta Marte, pero “Bembón” se quedaba con nosotros por un tiempito más. De nuevo a la calle y a regresar en lo que fuera. No nos desesperaba el madrugón, ni la nieve casi líquida corriendo por sobre nuestro cuerpo encapuchado y en ocasiones azotándonos los rostros, sino que en la 178
solitaria y oscura avenida circundada por árboles pelados y edificios distantes de lo único que disponíamos era de temor por la falta de orientación y la posibilidad de que se nos enfriara “Bembón” y nosotros mismos. Es que llega un momento en el que, estando uno fuera, la baja temperatura atmosférica vence a la interna del cuerpo por mucha protección de que se disponga. No teníamos la menor idea de hacia dónde dirigirnos para encontrar una estación de algunos de los trenes de la ciudad, ómnibus, metro o tranvía. Tampoco pasaba nadie, ni siquiera autos. Y arrancamos a caminar con nuestra amada carga por las calles vacías de las que se desprendía “humo” que el viento arrastraba en todas direcciones. “Bembón” respiraba suavemente en el acolchado transportador y era lo que más nos importaba. Al fin, a la vuelta de uno de los tantos edificios se nos vino encima prácticamente una de las estaciones del tren. Una verdadera sorpresa. Tendríamos techo para guarecernos de la lluvia helada, mas no paredes con las que pudiéramos atajar el aire cortante cuales navajas. Y al parecer la mejor solución iba a ser esperar allí mismo que comenzara el movimiento con el despertar del nuevo día en poco más de dos horas..., cuando les sentimos más que vimos aparecer. Sus voces de pendencia permanente, aunque trataran temas amigables, fue lo primero que nos llegó de aquellos dos seres de vestimenta estrafalaria y tatuajes y metales en cada porción de los rostros, los brazos y las cabezas. Petra no les entendía el lenguaje; yo, mucho menos. Era idioma alemán, pero el más rastrero, tal vez el que usan quienes “trabajan” en los bajos fondos. Como para mandarse a correr antes de que nos miraran siquiera. Nos resultaba incómodo estar en aquella estación y lo de menos era que a pesar del techo la nieve casi líquida nos vapuleara de lo lindo, sino por el poco espacio existente para por lo menos protegerse cada cual detrás de alguna de las columnas, que eran redondas, delgadas y con filigranas de metal fundido porque se trataba de una antiquísima parada ferroviaria. Otro detalle y fue el peor es que entre los dos extraños individuos comenzó un diálogo en el que nosotros éramos el tema 179
principal; nos miraban y hablaban con alguna intención que no sabíamos definir. Al fin, uno de ellos decidió acercarse. Nosotros dos estábamos en guardia; yo por lo menos iba a meterle con el transportador en la cabeza y esa iba a ser la más honrosa y heroica defensa que nos iba a hacer “Bembón” al final de toda su existencia. Por el caminado y el balbuciente lenguaje, nos dimos cuenta que aquel hombre estaba ebrio o más bien drogado. Sus enrojecidos ojos parecían por momentos irse de este mundo, aun así no perdía equilibrio. Llegó hasta pararse delante de nosotros dos, mientras el otro se esforzaba por mostrarse distante. “Me perdonan la pregunta…”, dijo en un mejorado idioma alemán. Nosotros dos respiramos algo aliviados, sin que bajáramos la guardia. “¿Ustedes esperan por un tren?” “¡Sí!”, respondimos al unísono. “Pero los trenes empiezan en poco más de dos horas y es muy baja la temperatura.” Comprendimos el mensaje: si permanecíamos allí todo ese tiempo íbamos a helarnos. “¿Traen un gato ahí?” “Sí” “Yo tengo uno pero el pobre tiene que curarse solo cuando se enferma, pues no tengo ni para mí...” Dijo y fue la señal para que supiéramos que él sabía que veníamos de la clínica. Se me ocurrió pensar que acudir a uno de esos centros de salud animal, en este país, significa que se posee algún dinero y aquel sujeto quisiera asaltarnos. Aferré el transportador; “Bembón” acudiría en nuestra ayuda. Fue un instante eterno. A mi mujer sin embargo se le ocurrió algo muy distinto y dijo: “Nosotros queremos ir para Hoheschönhausen…”
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“Ah sooo”, dejó escapar el individuo el popular sonido alemán para indicar sorpresa y/o comprensión, y siguió: “Pero la única conexión posible hacia allá y a esta hora es con la línea número seis del tranvía…” “¿Dónde? ¿Muy lejos?”, pregunté yo. “¡Jain!”, respondió el hombre. La expresión es una mezcla de Ja, que significa Sí, y Nein, que es No. Quería decir que no estaba lejos, tampoco cerca. La verdad era que la información no nos servía de mucho pues indicaba con el brazo que se encontraba en una indeterminada dirección más allá de los edificios y los árboles sumidos en el frío y la oscuridad. Nosotros elevamos los hombros. Él entendió, retrocedió unos pasos para despedirse con un apretón de manos del colega de drogas y alcohol y nos dijo que le siguiéramos. No teníamos otra opción. Los caminos y los atajos que tomó al lado de zanjas, atravesando líneas del ferrocarril, por debajo de dos puentes y también paralelo a una avenida eran avisos que nos empujaban a regresar corriendo a la vieja estación, pero llegó un punto en el que tampoco hubiéramos podido hacerlo porque entre tantos recovecos habíamos perdido nuestras propias huellas y no había regreso posible. Era como si nos pusiera a prueba con lo que nuestras carnes tornaban una y otra vez a ser como las de las gallinas desplumadas, erizados de pies a cabeza. Y lo peor, por si esto pudiera ser lo peor, calados del frío y la humedad. De repente, cual fantasma que se ilumina para regocijo nuestro, dimos con una estación y casi al instante tuvimos ante nosotros el tranvía con atmósfera y asientos calentitos como son los tranvías en invierno. Entramos corriendo. Pero el extraño ser tatuado, con metales en cada porción de piel y evidentemente drogado, permaneció de pie en el andén. Nos quedamos mirándole, no le comprendíamos. Pero él sí que nos entendió las miradas y dijo que regresaba por donde había venido, porque él vivía al lado mismo de la antiquísima parada de trenes. Y entonces, con alguna suavidad al inicio, el tranvía fue alejándose de aquel individuo que se perdía en la oscuridad, por entre las ráfagas de agua y nieve. Rodolfo Torres, cubano que vive y trabaja en Berlín, Alemania 181
ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN AGNUS DEI Y AÑOS NEGROS
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Fue el día cuarenta y cinco, del mes quince, del año verde...
Ah, primero les contaré por qué menciono de esta forma al tiempo. Desde hace millares de lunas la forma de nombrarlo se da por el tono del color de cielo en el horizonte, el primer día de la primavera. Desde entonces, todo ha cambiado tanto. Los meses dejaron de ser de treinta días y los días se encogieron por la parte que les toca hacia la noche. Utilizar el 182
vocablo “hoy” es arriesgarse con un concepto nada concreto, claro está, nunca ha sido apropiado decir: hoy, ahora, ayer, mañana, momento, instante, pues cada vez que lo estamos expresando, la inercia del movimiento hace que el tiempo siempre vaya corriendo hacia atrás o hacia adelante, hacia lo manifestado o hacia lo inmanifestado, hacia lo blanco o hacia lo negro, hacia arriba o hacia abajo y, justo en el momento que estoy tratando de describirlo ya no es tal cual como se los estoy contando. No sé cómo agarrar cada una de esas palabras porque cuando las voy poniendo en el papel de una vez se escapan y vuelan como nubes de mosquitos en medio de la manigua húmeda. Les decía, los días se encogieron y esto trajo como consecuencia otros de una duración aproximada de doce horas, semanas de catorce días y meses de ocho semanas; los años, fueron más voluminosos y negados a dejarse nombrar como siempre, prefirieron ser llamados como las tonalidades infinitas del espectro, se sabían vibración pura y sujetos de identidad indefinida. Ustedes dirán que esto que les cuento es solo cháchara, tema de locos, que no es posible tal cosa. ¡Pero qué se le va a hacer! En realidad, nadie puede contradecirme, no se dieron cuenta del cambio ocurrido, no quisieron conocer nada ni experimentar más sensaciones porque andaban embotados haciéndole gimnasia al dedo pulgar de cada mano sobre unas cajas muy pequeñas que finalmente se les quedaron adheridas. Todos están alelados. No usan la voz ni la mirada para observar el mundo, no sonríen ni besan, no acarician ni saben qué tibieza tienen los cuerpos de sus congéneres y lo peor de todo, también dejaron de usar el olfato y el gusto; están allí, asomados a la ventana de la cajita, dizque enterados del "vecindario global". La gran mayoría aunque viva en la misma casa jamás ve al otro, no importa que estén sentados frente a frente.
Vuelvo a lo que en realidad me compete. Relataré de manera sucinta lo que me ocurrió desde, supuestamente, el día anterior.
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Sobre la mesa había una taza de café y una nota llena de olvidos. El calor de esa taza se fue con el primer sorbo que le di. Mis labios, antes rojos, se cargaron de abulia veraniega, tan resecos que se rasgaron cuando quise sonreírle a una mariposa. La noche estaba llena de vacíos y de vagar de sombras. Dentro, la casa bullía de silencios y palpitaba cándida la idea del tiempo de la espera que se sabe retoño, que se sabe abono de una tierra será que plantada por duendes buenos, bien cuidada contra malezas y caretas de ceños fruncidos. Había anuncio de tormentas de agua y arena, los relámpagos y los truenos enviaron sus misivas; algunos elementales les atajaron esas ganas y las nubes, a punto de parto, debieron mantener su vientre lleno. Ardía la tierra, ardía de celo, ardía de hambre y moría lentamente como reo condenado a mil años más veinte cadenas perpetuas. Yo suspiraba de penas, boqueaba de sed, así como boquean las almas cuando en soledad hacen el recuento de todo lo que ha pasado por su vera y cómo lo llegado fue dejado ir. Por los rincones andaba rastrero el deseo de mil puertas abiertas, los instantes añorados acariciaban con sentimiento de dolor y acunaban en su regazo el sueño de volver a la casa vieja. Parece loco todo lo que narro y describo pero todo ha sido muy extraño después de haber cerrado la boca, supuestamente la noche anterior, con la frase -hasta mañana-, antes de irme a dormir.
Hoy es primer día de lo que antes fuera, dizque la primavera, sin embargo, el horizonte está teñido de negro. Es el año negro. Abrí los ojos. No sé qué engendro bordó punto de cruz sobre mis labios y me hizo tragar sin masticar, la voz y unas cuántos trozos de pan. Después de tal costura, todo lo que quiera decir deberé soltarlo por los ojales que han quedado en las comisuras de mis labios y, eso será posible, si no se le ocurre a alguien coser allí dos botones para que no salga nada. Ojalá todo volviera a ser como antes, o aceptar que lo que está pasando es y debe ser, y entender que me fui del mundo en que vivía, que hoy ya son muchos los seres que están habitando el espació que me pertenecía en y fuera del cuerpo mío.
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No sé cuántos colores del espectro hayan transcurrido desde entonces, solo sé que me quedé dormida el día 45 del mes quince del año verde y que hoy es, como ya lo dije, el inicio del año negro. Todos dicen que estos ciclos negros siempre son de lápidas, de responsos y sepelios. Mis labios siguen cosidos. La taza de café y la nota están aún sobre la mesa. Suena una campanilla, la escucho salir desde mi ordenador. No crean que es la hora del "agnus dei", mis queridos señores, ¡llegó la hora de... chatear! No necesito descoser mi boca porque con un dedo de cada mano tengo de sobra para hablar durante muchas horas y este año negro me dará todo el tiempo del mundo para escuchar y responder miles de veces ese tañido.
Ana Lucía Montoya Rendón Colombiana
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MARÍA TERESA FANDIÑO UN LUGAR AL ESTE DE ESPAÑA
Imagen: Pinterest
Existen sucesos que pasan por nuestras vidas como lo hacen las nubes con el viento, tan rápido que parecen no haber sucedido; pero lo cierto es que ocurrieron. Y ahí están, un día paseando por nuestra zona de recuerdos los encontramos, los ojeamos y de cada vez nos parecen diferentes según nuestro estado de ánimo.
Encontré unas fotografías de hace tiempo guardadas en un cajón, vino a mí un recuerdo de adolescencia: las últimas vacaciones que pude hacer con mis padres. Habíamos llegado a un lugar de turismo dos días más 186
tarde de lo previsto, todavía no tenía amigos y he de reconocer que, debido a los sucesos que acontecieron, catorce días después regresamos sin haberlos hecho. Ocupábamos la planta alta de una casa con terraza, las vistas eran amplias, los paisajes verdes, podían apreciarse toda clase de árboles en una zona de montaña preparada para el turismo. Mi dormitorio accedía a la terraza a través de dos puertas de cristal, desde allí se veía el cielo abierto, la luna y multitud de estrellas. El lugar era relajante, inspiraba paz. El día amaneció soleado, se preveía un día perfecto de playa; ni gota de aire, temperatura adecuada y silencio en la mañana. Me sentí pletórica. Bajé a la playa cruzando las vías del tren, era el único camino. Por aquel entonces me gustaba nadar, y eso hice durante toda la mañana. Subí a comer, pasé la tarde con una amiga, y conseguí aburrirme durante la cena en compañía de mi familia; tenía dieciséis años. Me acosté pronto, estaba agotada y aburrida; comencé a leer y me quedé dormida. Me despertó de golpe el primer trueno con un estruendo, parecía que se había roto la tierra, la tormenta estaba encima. Metí la cabeza bajo la sábana y aguardé. Mi dormitorio, orientado al Este, se iluminaba todas las mañanas de la misma forma que lo hizo con aquel primer rayo. Me quedé inmóvil, aterrada, pensé que no serviría de nada que me escondiera en ninguna parte, los rayos caían delante de mí; aquel cielo abierto, donde cada noche admiraba las estrellas, se convirtió en un jolgorio de rayos. Brillaban más que cualquier iluminación que pudiéramos imaginar. Me puse en pie y miré de frente a la tormenta; segura de mi impotencia me serené y tomé la decisión de observarla mientras los demás descansaban en sus dormitorios con persianas.
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Las palmeras del paseo se doblaban, los árboles parecían querer volar, un rayo cayó sobre uno de ellos y lo vi arder; con el viento se extendió el fuego, pensé que moriríamos quemados. Fue entonces cuando comenzó a llover como si no lo hubiera hecho nunca, como jarros de agua, como una ducha gigante con chorros fuertes…El fuego desapareció, el agua arrastraba todo lo que encontraba en su camino, incluso piedras, y la planta baja de la casa se anegó. Sonó una alarma, parecía que alguien acudía a rescatarnos. Aquellas personas nos desalojaron, la orden era salir corriendo todo lo rápido que pudiéramos; dijeron que no podíamos llevar nada. Salí de allí como alma que lleva el diablo y corrí todo lo que pude sin perder de vista a mi familia, vi arrastrar todo tipo de cosas empujadas por el agua, ropa, zapatos, maletas, hamacas, sillas… Todos nuestros objetos corrían río abajo, un río que se estaba formando entre las coquetas casas de turismo de aquella pequeña montaña, que ahora parecían querer hundirse sobre sí mismas. Mientras corríamos continuaban sonando los truenos y cayendo rayos. Pasamos la noche resguardados en un edificio, permanecimos en él acompañados de multitud de turistas y del personal que nos evacuó; ellos se protegieron junto con nosotros. Estábamos mojados y teníamos frío, la humedad calaba en la piel y en los huesos. Así pasaron cuatro o cinco horas, a oscuras, escuchando los truenos, el silbido del viento y la lluvia que sonaba como si dieran tremendos golpes en el techo. De pronto llegó la calma. Amanecía. Todavía recuerdo la cara de satisfacción de aquellas personas que nos habían ayudado, sonreían cuando nos dijeron que saliéramos, que todo se había acabado y podíamos regresar a casa. Cuando crucé la puerta de salida observé sus caras relajadas, ya no eran las mismas miradas tensas de aquella noche. Pude sentir en sus rostros alegría y la satisfacción del deber cumplido. 188
Crucé aquella puerta y me encontré de lleno con la desolación, todo estaba destrozado, lo que no se había quemado se había inundado. Toda la furia del cielo había descargado contra aquel lugar. Sin embargo, ante la vía del tren y rodeados de agua, sonreíamos ante una cámara de fotos esa mañana; una fotografía que ahora resulta entrañable.
Estábamos juntos.
María Teresa Fandiño La Coruña, España
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ROXANA ROSADO EL REGRESO
Imagen: Kris Kamikakushi
Alva se levantó de la mecedora y se dirigió a la ventana. Afuera nevaba. Los días previos a la Navidad siempre había tormentas de nieve. Tocó con sus dedos el vidrio y sintió el frío. No le era inusual, era un frío que llevaba en su interior desde hacía varios años. Suspiró y sonrió levemente. Al regresar a la sala vió el gran árbol lleno de esferas de colores, escarcha y luces. A un lado descansaba la punta, grande y plateada, como todos los años, guardada en su caja. Los días siguientes transcurrieron en calma y silencio. Se levantaba temprano, preparaba una jarra de té y hacía un poco de ejercicio, sacaba a Sparky (su perro) a caminar un rato y regresaba a ducharse. Después bajaba a desayunar. El resto del día transcurría entre trabajo de escritorio, comida y escuchar un poco de música. En la tarde volvía a salir con Sparky, pasaba a comprar el pan, cenaban mientras veía su serie favorita y luego a dormir. A veces visitaba a alguna amiga, pero ya quedaban pocas. El tiempo había seguido su marcha y varias ya habían partido. Alva seguía en pie. 190
Su cuerpo era fuerte (a veces muy a su pesar) y tenía muy buena salud para los sesenta y cuatro años que tenía. En realidad era una edad joven según los estándares sociales (antes cuarenta era una edad venerable) pero ahora las personas de sesenta eran activas, deportistas y trabajadoras. Alva no era la excepción, aunque el ritmo de vida había bajado un poco tras su retiro laboral, trataba de estar siempre ocupada aunque fuera con trabajo de escritorio. Realizaba correcciones de estilo para el periódico local, publicaba historias y a veces daba clases de ortografía. En invierno sus actividades disminuían y podía darse el gusto de mirar la televisión y acostarse temprano. Sin embargo, la época más bonita del año era también la más difícil. Su esposo había muerto hacía unos años y su hijo había desaparecido en una zona de conflicto bélico. Jamás lo habían encontrado. Eso era lo más duro. ¿A dónde pondría flores, a quién le lloraría? Ni siquiera podía ir al panteón, no había tumba donde rezar. Le habían hecho un homenaje póstumo y al terminar le entregaron la bandera doblada dentro de una caja de madera y unas medallas al valor y al mérito. La caja la tenía sobre su chimenea y al salir de casa o regresar la veía. Algo en su interior le decía que su hijo estaba vivo. Lo había buscado por todas partes. Hasta había gastado sus ahorros en viajar a la zona bélica, buscando en hospitales y cuarteles. Nadie sabía nada. Algunos soldados le habían dicho que cuando cayeron las bombas él estaba dentro del cuartel, y otros le dijeron que estaba en un hospital ayudando cuando ocurrió el último bombardeo. Se acabó sus ahorros y tuvo que regresar. Pero cada mes iba al cuartel a preguntar si tenían alguna noticia. -Lo sentimos señora, no tenemos nada nuevo- le contestaban moviendo la cabeza. Veinticuatro de diciembre. La tormenta aún golpeaba las calles. Llegó el día de la cena. Alva se arregló, y después de pasear brevemente a Sparky salió a saludar a sus amigas. Todas la invitaban a cenar, pero ella rehusaba gentilmente –gracias, pero debo regresar a casa-. Ya no le insistían, sabían que no aceptaría pues aún tenía la esperanza de que su hijo volviera.
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Esa noche se sentó a la mesa con el perro a sus pies. Miró los platos, las copas de cristal perfectamente transparentes y las viandas. Dió gracias por los alimentos y se sirvió. A Sparky le dió su ración y ambos cenaron. Después de lavar los platos y apagar las velas subió a su habitación. El viento dejaba escuchar su canto lastimero a través de los cristales, moviendo las ramas de los áboles en una eterna danza que duraría toda la noche. La nieve se acumulaba en todas partes. La cama tenía sábanas de franela y varios cobertores. Los últimos años las tormentas de nieve habían arreciado y aún con la calefacción se filtraba el frío por las ventanas. Alva se quitó la ropa rápidamente y se puso su pijama de franela y sus calcetines de lana, metiéndose bajo las cobijas. -Sparky, ven, no te quedes abajo-. El perro brincó a la cama y se metió bajo su manta. -Esta noche la tormenta está fuerte, espero que nos deje dormir-. Apagó la luz después de decir sus oraciones y cerró sus ojos. Recordó el rostro de su hijo -amor, espero que donde estés te encuentres bien. Te amo-. Sonó el timbre de la puerta. El reloj de la sala marcaba las tres de la mañana. Sparky se levantó de un salto y bajó las escaleras ladrando. Alva se incorporó un poco asustada. Miró el reloj de su buró. ¿Quién estaría tocando a esa hora? se calzó las pantuflas y bajó con cuidado. -Ya voy, ya voy, esperen-. Cuando abrió la puerta una ráfaga de viendo helado golpeó su rostro. No podía creer lo que estaba mirando. -Hola madre-. Alva abrazó a su hijo con una gran alegría mientras Sparky parecía bailar a su alrededor. Así estuvieron un rato hasta que reaccionó, tomándolo del brazo e invitándolo a entrar. Se quitó la gorra y la mochila, colgó el abrigo en el perchero y se sentó en la mesa. -Lindo árbol madre-. 192
Alva no decía nada. Solo lo miraba con insistencia. Se veía casi igual, un poco mayor, algunas arrugas y marcas en la piel -el tiempo no pasa en vano- pensó. -Te preguntarás dónde estuve todos estos años. Te explicaré ahora-. -Primero quítate las botas. En el armario están tus pantuflas. Te serviré de cenar. Luego me platicarás todo-. Se levantó del sillón cojeando un poco. Los deliciosos aromas volvieron a envolver el comedor. -Madre, no has perdido tu toque en la cocina. La cena estuvo deliciosa-. -Te serviré una taza de café y me contarás todo-. Mientras bebía su café le contó acerca de la guerra. -La guerra es horrible mamá. Primero sientes una gran emoción porque vas a defender a tu país. Luego, te das cuenta que estás peleando contra seres igual que tú, que hacen lo mismo, que idealizan las mismas cosas al principio, pero después ves lo que queda. Heridos, inválidos, mujeres abusadas, niños huérfanos, ciegos, destrozados por las bombas que no paran de caer, el tac tac tac de las balas que no te deja dormir, los gritos, la comida fría, podrida, el café amargo, la soledad... y ahí es cuando algunos simplemente dejamos de existir. Dejas de existir y te dejas llevar para no sufrir, para no caer en crisis, para no enloquecer, para aguantar. Estuve en el cuartel y luego en el hospital. Me hiririeron un pie y perdí varios dedos. Cuando me recuperé me quedé ahí, cambié las armas por las jeringas y las gasas.-Tu profesión después de todo hijo. Eres enfermero-. -Así es madre. Enfermero de corazón. Estuve en varios hospitales ayudando a los heridos. De ambos bandos y civiles. Ahí llegaba de todo. Teníamos que hacer milagros madre. Hacíamos cirugías con instrumentos lavados con alcohol, a veces a la luz de las velas, con pocos analgésicos, escasos antibióticos. Realmente los sobrevivientes son valientes madre. Alguien que sobrevive a ello merece todas las medallas del mundo.193
Alva no dejaba de mirarlo. Era él, su hijo, quien se había marchado a la milicia hacía unos años. Su timbre de voz era más grave, sus manos más grandes, con rastros de trabajo duro. Era el mejor regalo que había tenido en mucho tiempo. La mañana llegó. -Vamos a acostarnos madre, ambos estamos cansados-. Alva subió a su cuarto, se cambió de ropa y se recostó. Su hijo la tapó cariñosamente. -Me quedaré aquí contigo mamá-. Se acostó a su lado y ambos se abrazaron. -Qué bueno que volviste a casa hijo.- -Si madre, y ya no me iré-. Sparky los miró y apoyó la cabeza sobre los pies de su ama. La tormenta cesó. El viento dejó de quejarse y la nieve caía en pequeños copos cada vez más escasos. El reloj en la planta baja marcó la una de la tarde. El teléfono sonó varias veces pero Alva estaba profundamente dormida. Su corazón estaba alegre y lleno de paz, de esa paz que estuvo perdida durante tantos años. Se escuchó una voz en la contestadora. -Señora Alva, buenas tardes. Habla el Capitán Alvarez. Tenemos buenas noticias. Encontramos a su hijo gracias a las muestras de AND que nos proporcionó. Mañana llegará en el avión y le haremos una ceremonia de cuerpo presente. Espero que se comunique conmigo en cuanto pueda-. A lo lejos, las campanas de la iglesia anunciaron la misa de la tarde.
Roxana Rosado- México
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DANIEL AGUILERA SENTADO EN MI SILLÓN
Imagen. Kris Kamikakushi
Sentado en mi sillón, viendo las nubes oscuras y muy negras, sobre la inmensidad del mar que poco se ve, con olas que pegan furiosas en las rocas, me siento en esa tormenta con rayos y alertas por varios días, estoy muy triste y apesadumbrado por todo lo pasado, por todo lo perdido. Sé que ya he dado la vuelta, y casi estoy en la recta final de mi historia, y mi cabeza gira y gira, como la calesita sin encontrar su meta Desde que nací, que imperfecto me concibieron con todo su amor a los pies del Uritorco en una noche de mil estrellas, con luna incluida y ¿porque yo nací dando vueltas en mi cordón? Que designio tuve para nacer así morado, y con una mala praxis de aquellas ¿porque yo?
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Vine a dar pena, no tengo consuelo si yo amo a todos, que embrujo ocurrió en mi para semejante situación, desde pequeño fui la alegría de algunos, pero en mi pubertad comenzaron mis problemas que no fueron pocos. De amores y desamores, de trabajo y esfuerzos el doble o más que la mayoría, todo una porquería, una desgracia. Hubo de todo, mujeres, hombres y dobles, que quisieron sacar provecho, de mi cuerpo y alma, esto lo digo para poder comprender lo que siento, todo este tormento, frustraciones, de vergüenza, de imposibilidades de toda clase. Algunos doctores de la medicina, de malas entrañas, que hicieron juramento de hipócritas y no llegaron hacer nunca el hipocrático, supongo, pues no debieron ejercer tan noble profesión, en cambio a otros los tendré en mis recuerdos, pues me ayudaron a seguir mi peregrinaje por este mundo, que es largo, con muchas piedras en el camino. Siguiendo mi destino de paria en este mundo, solo pues nadie puede hacerlo por mí, y rumeando mis broncas, una y otra vez, Tuve algunas alegrías pero pocas, no vaya a ser que me empache, con tanto ultraje para este personaje que quiere ser y no lo dejan. Un rayo cae en la playa, y no la veo pero intento verla y no puedo el clima es insoportable de triste y oscuro como mis pensamientos, pero no sé cómo llegar a ella entre tanta agua tantas ráfagas azotando pues entonces llorando por dentro y por fuera el clima me acompaña, quiero beber esa champaña para que me turbe más la vista implorando a mi dios para que pase este tormento, esta angustia, mi voz se pone poco clara, y entre palabras vagas, y horribles recuerdos de aquella tartamudez de cinco décadas, donde ese maestro, actor de novelas consagrado, conjuntamente con ese profesor de secundaria repararon ese sufrimiento Solo con mis pensamientos, mis obras, intenciones y deseos sigo este derrotero por la vida. Daniel Aguilera, Argentina. (Aventuras de papel) 196
MAITE GLARÍA AMANECER CON TORMENTA
Imagen: Kris Kamikakushi
Son las 6 am. Afuera, una tormenta madrugadora hace viajar las hojas de los árboles. Ensucia y limpia y vuelve a ensuciar las calles. El viento anda ululando y se arremolina en los rincones, se encarama en los techos y se cuela por cualquier hueco, grieta o rendija que se lo permita. Las bonitas sillas de plástico multicolor que adornan el patio, están desperdigadas y patas arriba, sin saber si se van a desbaratar o a elevarse y partir hacia otros lares. Un dolor intenso en la pierna derecha me ha despertado. Doy vueltas en la cama pero no se alivia. Subo los pies y los apoyo en el panel que adorna la popa de mi cama y no se va. Creo que la tormenta se coló por una esquina de mi ventana y se me alojó en la pierna, comprimiéndomela, estrangulándomela, agarrotándomela, despachurrándomela... De momento me parece que el dolor es una boa constrictor que se enrosca y aprieta mi pierna y la quiere quebrar. Recuerdo que tengo un mentol chino cerca en algún lugar. Me viro hacia la mesita de noche de la izquierda, abro la gaveta de arriba y meto la mano, ciega, desesperada, buscando a tientas lo que supongo y deseo inmensamente que me calmará el dolor. Encuentro el mentol. Tomo una cantidad generosa (este pomo es de los grandes) y lo unto y masajeo mi adolorida pierna, y la 197
quiero envolver para que el calor del ungüento penetre hasta lo profundo de la médula del hueso y me alivie rápido. Por eso me viro ahora hacia el cajón de ropa que está a la derecha, meto la mano y sin escoger agarro algún desconocido trapo de tela. Lo saco y me envuelvo la pierna con desespero. Me quedo quieta, tiesa en el centro de mi cama, sin moverme ahora y con muchas ganas de obtener algún alivio, pero no llega. Entonces me levanto y camino por mi habitaciónón. Ando descalza y, de pronto, el dolor se extiende de la pierna derecha hacia la cadera izquierda. No entiendo cómo ni porqué ha ocurrido eso pero es así. Sigo caminando bien despacio ahora que el dolor se ha propagado pero quizás por aquello de que a mayor área menor intensidad parece que me duele menos fuerte. No quiero tomar calmantes. Llevo demasiado tiempo tomando calmantes para múltiples achaques y me rehúso a declararme dependiente de algo, en este caso de los calmantes que al fin y al cabo te alivian por una parte y te enferman por otra, afectando especialmente al hígado, que por cierto ya lo tengo tan graso que pudiera cocinar para un batallón de soldados con tanta manteca. Sigo caminando y escribo este amanecer de hoy en mi IPhone para quitarle el protagonismo al dolor. Afuera, la tormenta sigue aplastando las flores, el perro sigue asustado escondido debajo de mi cama y yo miro por primera vez y detenidamente el trapo que amarré en mi pierna adolorida. Resulta ser la camiseta azul de Pedro, esa que le gustaba tanto ponerse para dormir, y que olvidó llevársela cuando me dejó y se fue con Cristina. Me la arranco de la piel. La tormenta ruge a fuera. La tormenta hinca sus afilados dientes en mi carne... ¿Hasta cuándo durará esta tormenta? ¿Y mi dolor? No lo sé, por eso mejor me voy a la cocina para hacerme un café porque ya son más de las 7 am y amaneció. Maite Glaría, Cuba-USA
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LORENA BRITO MARCA DE AGUA
Imagen: Kris Kamikakushi
Lo decidimos sin pensar demasiado. Ganó el entusiasmo que los cuatro teníamos por la majestuosidad del paisaje que esperábamos disfrutar. La cena comenzó divertida, un reencuentro de amigos que hacía un tiempito no se veían. Las pizzas iban saliendo del horno directo a la mesa y estaban realmente deliciosas. Brindamos por el encuentro, recordamos anécdotas y, como se 199
acercaban las fiestas y el fin de año, surgió la pregunta lógica: ¿Salen de vacaciones? ¿Dónde van a ir? No saldremos, pero nos hubiera gustado ir al sur, fue la respuesta de Facu. Y… ¿por qué no?, dijo Adrián. El auto no está en condiciones y la economía no da para arreglarlo y salir. Una u otra, pero no se puede la segunda sin la primera y bla bla bla…., se apagó la voz de Facu. Silencio. ¿Y si vamos en la camioneta? Acampamos y compartimos gastos, sugerí. ¡Si! Se iluminaron los ojitos de todos. Enseguida comenzaron las propuestas para los preparativos, cálculos del alimento, combustible, carpas, bolsos, herramientas y accesorios automovilísticos, todo lo necesario para varios días fuera de la civilización, y mucha ropa de abrigo, en especial para los niños. Escribimos listas, acordamos una fecha de partida: 23 de enero. La ilusión por la aventura logró que los días que faltaban para salir pasaran volando. Debíamos recorrer mil trescientos kilómetros. Salimos a las tres de la madrugada, noche cerrada y estrellada. Muy contentos y emocionados, los pequeños tanto como nosotros. Aunque parecíamos ser los niños, parloteando lo que tramábamos hacer al llegar. La camioneta iba a tope, cargada con nuestros trastos. Los hombres, piloto y copiloto. Las mujeres detrás, junto a los niños que al poco tiempo de partir se durmieron arrullados por el andar sereno de la Fiat roja. Era un utilitario, no familiar, pero lo adaptamos para la comodidad de un largo viaje. Luego de tomar la autopista, ingresamos en una de las rutas nacionales. Las luces fueron disminuyendo, la oscuridad y quietud del campo nos envolvió. ¿Dónde fueron las estrellas que había una hora antes? Un tono claro comenzó a distinguirse en el cielo. Nubes. Muy tenues. Me 200
parecieron simpáticas por su aire naif. Seguimos la charla, seguimos camino, seguimos viendo que el cielo cambiaba su paleta, y nos sorprendimos cuando, en la lejanía, un rayo quebró la inmovilidad celestial. La belleza visual del resplandor iluminando su abrupta caída nos fascinó. Y también nos puso en alerta. Ojalá no nos toque la lluvia, dijo Adrián. Ninguno dejaba de mirar hacia adelante, más allá de la ruta. Nos toparíamos con la tormenta, ya no había dudas. De vez en cuando cruzábamos algún vehículo que venía de frente. Se veían empapados. Al fin se acercaron los destellos y las primeras gotas chocaron contra el techo y el parabrisas de la Fiat. Pocas gotas. Inmensas. Se aplastaban sobre el vidrio y estallaban queriendo cubrir superficie en todas direcciones. Pronto el sonido del golpeteo invadió el interior y todos respiramos profundo. A mí la lluvia me encanta. La siento romántica y renovadora. Pero en ese momento, en medio de un camino solitario, me intimidó, porque el rumor del inicio se convirtió en un violento sacudir de viento y agua que ganaba su lucha contra el limpiaparabrisas. La densa cortina de agua impedía la visión. Los truenos nos hacían estremecer. Los relámpagos y rayos nos rodeaban y al iluminar el campo, en lugar de sembrados o pampas comenzamos a ver agua. Como si nos abriéramos camino en un gran lago. Los hombres no decían nada, Adrián disminuyó la velocidad todo lo que pudo porque era imposible permanecer quietos. Estacionados en medio de la ruta o a su lado resultaba muy peligroso. La camioneta avanzaba lentamente contra el viento furioso que convertía cada gota en un látigo. Nuestras miradas asustadas se encontraron. No podíamos frenar ni avanzar con seguridad. No teníamos idea del lugar en que estábamos, no había refugio a la vista y la tormenta no daba señales de amainar. Hasta los niños se sentían sobrecogidos con la vehemencia de la naturaleza. Ninguno lo dijo, pero pensábamos una tragedia. Tan chiquitos los nenes… El pánico nos invadió. Fueron dos horas de terror contenido en las que buscábamos unir las manos con más resignación que esperanza. Nunca había sentido tanto miedo, y lo extraño fue que no lo sentí por mí, sino 201
por los demás. Esperaba el impacto de algún camión que en cualquier momento embestiría obcecado e inclemente como el clima. Mi niña… oh, mi niña. Un pequeño punto rojo a lo lejos llamó mi atención. ¡Ahí! Grité, y todos miraron. El punto fue creciendo hasta que pudimos comprender que era la luz trasera de un micro. ¿Acercarnos? Adelantarlo era imposible, por supuesto. Impacientes decidimos seguirlo. Sentir otra presencia fue de cierto alivio. Media hora después el micro disminuyó aún más la marcha. La fuerza de la lluvia, lejos de ceder, parecía perforar el metal. Muy tensos todos, abrimos bien los ojos. La luz de giro izquierda comenzó a titilar (¿izquierda? ¿Iba a cruzar de mano?) Al moverse la mole divisamos más allá lo que parecía ser una estación de servicio. La alegría fue instantánea. Sólo cruzar y estaríamos protegidos. Adrián estacionó la camioneta donde pudo, pues todos los viajeros buscaron amparo en el mismo lugar. No hubo comentarios. La llave de la camioneta giró en la mano de Adrián y el motor quedó en silencio. Cada uno quedó tan agotado por la tensión que caímos dormidos al instante. Una hora más tarde vimos el más bello amanecer que se pueda imaginar. El cielo límpido. Colores refulgentes de nueva vida. Nos pusimos en marcha bajo un sol resplandeciente mientras mirábamos el ondulante destello del agua cubriendo los campos en la que fue una de las mayores inundaciones en la historia de nuestro país.
Lorena Brito. Buenos Aires, Argentina.
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