Gealittera 34 viaje

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com IBSN: 14-08-2014-55 Todas las imágenes publicadas en esta edición son de: Pinterest y Google

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INDICE

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EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz POESÍA Fernando Sarría Carlos Norberto Carbone María Laura Coppié Cynthia Rascovsky Antonia Russo Ivana Szac Carlos Enrique Cartolano Norma Starke María P. Comorera Cecilia Ortiz Paco Déniz Bruno Mariel Monente Graciela Arbiser Lazara Nancy Díaz Jesús Álvarez Pedraza Adolfo López Alicia de León Epp Marita Ragozza Araceli García Martín Julia del Prado Carmen Membrilla Olea Carmen Barrios Rull Ana Maritza Aguirre de Schwarzl Marianela Puebla María Marta Liébana Isabel Pérez Aranda Zaida Giles de Quirós Adri Delfini Carmen Cecilia Morales Belkys Sorbellini María José Menacho Castellano Eva García Madueño José Javier Terán Carmen Hernández Rey Mercedes Eleine González Antonio Portillo Casado Milagro Haack Marcela Barrientos Gabriela Rivero Gladis Mereles Pereira

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Sed Distrito de diseño Soy polvo de estrellas Estaciones líquidas Cuadratura del horizonte (Fragmento) Desmemoria El maldito viaje Navegar el Amazonas Comodoro Dueña Desde el pecho A veces tengo el mar Viaje de ida Viajes Viaje a mí misma Junio cálido viajero del tiempo Viaje de Augusta, la crisálida El viaje De vacaciones en el mar Largo viaje Cuando emprendes camino En otro tiempo y en el de ahora Geografía Para viajar se necesitan alas Las lluvias de mi frente Inaugurar la sorpresa

Mi viaje hacia ti El viaje Viaje Viajamos XVII Viajes Quiero entregarte mi alma y mi corazón 4

11 12 13 15 16 18 19 21 23 25 27 28 30 31 32 33 35 37 38 40 41 42 44 45 47 48 50 52 53 55 57 59 60 61 63 65 67 68 70 72


Patricia Corpas Gutiérrez Elisabeth Santiago Tomás Sánchez Rubio Amelia Arellano Socorro Carranco Sandra Gudiño Púrpura Rain Mar de Fondo Julián Gómez de Maya Rosa Lía Cuello Isabel Pisani Elvira Duarte Nydia Ovalle Lucas Damián Cortiana Mirian Pastorchic Mary Acosta Jorge Serra Estela Molinas Báez Isabel San José Mellado Ana Aguirre Sergio Raúl Trentino Mónica Analía Ortiz Juan Idiazabal Icela Elizalde Dana Laila Aymara Aruwiri Carmen Jiménez Martin Isabel Rezmo Graciela Diana Pucci Mabel Coronel Cuenca Aleqs Garrigóz

RELATO Carlos Caposio Rolando Lorié Lilián Costamagna Rodolfo Torres Maite Glaría Luisa Alejo Ana Lucía Montoya Rendón Mario Sarli Miryam Colombotto de Seia Ethel Saavedra García

Viaje astral Lo que soy Al otro lado Poema Des- andado

Perdón para dos Objetos perdidos Regreso Cada amanecer una partida Viajar Soltar amarras El rumbo Amante fiel Realidad Vs. Deseo Viaje Déjame viajar por… Viajes sin rumbo Feliz Viaje Corazón Soliloquio Viaje soñado Yendo a trabajar Vestimenta… Portal Viajar Cuando viajo beso la vida El andén Pensamientos viajeros Viaje astral

Un viaje con León Una experiencia inolvidable Marca Río Me encanta viajar… en el mismo sitio Mi viaje a Berlín ¡Olé Padrino! Cada uno va El tren a Lacroze Viajar en un cuadro El tren de las 4 p.m. 5

74 76 77 78 81 82 84 85 86 88 90 91 93 94 96 97 98 99 101 102 104 106 108 109 111 112 113 114 116 117 119

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Carlos Torrijos Margarita Polo Viamontes Alicia Corrado Mélin María Teresa Fandiño Jorge Lacuadra Raquel Piñeiro Mongiello Lorena Brito Eva Powell

En la distancia Viajes a través del tiempo Confluencia ¡Qué buena idea! El viaje El viaje aquel De Buenos Aires a Bariloche Sobrevuelos

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EDITORIAL

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“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller En nuestro Nº 34 planteamos como tema “VIAJE”. Viaje es un cambio de ubicación, es un avance, es un trayecto que recorremos a través del cielo, del océano, de los ríos, de los mares, del espacio, de la tierra. A veces el viaje puede ser interior. Como todos sabemos un viaje puede esconder mil historias, mil recuerdos, mil sensaciones. Viajar puede ser un estilo de vida. El viaje se sostiene siempre entre los puntos cardinales y la implicación directa es ese aire de libertad y de aventura y de pasión y de alegría. El viaje siempre restaura y tonifica. En él experimentamos vida y movimiento. El viaje genera sueños y deseos y buenas vibraciones. Es una pasión auténtica que nos ayuda a aprender. El viaje es magia e incertidumbre, es inquietud y risa. En definitiva el viaje rima con cuaderno, con poesía, con relato, con reto, con curiosidad. Exploramos rumbos y mapas; utilizamos brújulas o un simple lápiz para dibujar un itinerario y viajar sobre él. Escribimos o describimos, sumamos emociones. Coloreamos una idea hasta convertirla en lugar paradisíaco. Y luego, compartimos el resultado. Todo esto y más hemos recibido para publicar. Nos atrevemos a viajar en un avión que no es tal y ustedes nos acompañan muy confiados.

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El vuelo 34 de Gealiitera va muy seguro por el espacio. Rodeado de estrellas, un sol radiante y nubes osadas. Gracias gealitteranos por acompaĂąarnos en esa manera nueva de ver las cosas. Gealitteramente. Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

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POESÍA

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FERNANDO SARRÍA

Viajo por los raíles de tus ojos, soy un río profundo, oscuro, caudaloso... soy la noche, el murmullo que deja en sus orillas el Danubio al recorrer Europa.

Fernando Sarría- Zaragoza- España

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CARLOS NORBERTO CARBONE SED

Sediento de infinitos respiro distancias. No hay agua aquĂ­. La sed es silencio puro horizonte. Seca la lengua de laberintos.

Carlos Norberto Carbone- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

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MARÍA LAURA COPPIÉ DISTRITO DE DISEÑO

En Barracas la gente no se besa. Es que se distrae con la galería de ojos hambrientos y los huracanes que esperan en la esquina. A los árboles les falta un tiempo para encenderse y están grises como las carcajadas de los perros. Enfriándose en la ventana un flan enorme descansa vainillando el olor de la muerte. La sombra de una sombra disimula el perfil de este dios cruel que reserva los castigos para la próxima estación. Dos pasos más allá el puente marca el límite de las pesadillas. 13


El agua ocre desembocará algún día en el viaje que sueña el océano. Hoy Juan canta en Paris y su voz se enrosca a la torre como una hiedra de luz. Demasiada belleza para un mismo mundo. Demasiado mundo para estas manos que atacan el frío con una tijera de sastre. Demasiadas manos como para sostener el rosario que por fin nos enseñe a rezar.

María Laura Coppié- Buenos Aires- Argentina

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CYNTHIA RASCOVSKY

Amarte/ es viajar con la lluvia/ es abrazar los aguaceros/ y sentenciar el paraĂ­so/ arco iris de caricias.

Cynthia Rascovsky- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

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ANTONIA RUSSO SOY POLVO DE ESTRELLAS

Sentada en la orilla de la vida comencé a preguntar al universo cuál sería la misión asignada en este viaje Las respuestas fueron llegando confusas y en idiomas desconocidos… A través de los años investigue las señales que aparecían borrosas efímeras, difíciles de interpretar! Entré y salí por tantas puertas creyendo que allí estaban más solo eran fragmentos pequeños y débiles Abrí mi corazón a las luces del estío que acariciaron suavemente el alma Tomé las manos de hermanos de otras tierras 16


que compartieron su sabiduría Golpee ventanas de lejanos tiempos buscando el perdón de vidas pasadas Mordí la tierra, hambrienta de recuerdos esperando que la pacha mama me acaricie como a una hija Recorrí senderos de espinas que se incrustaron en mis pies buscando la redención Rasgué las horas nocturnas amigas de los poetas, rociándolas con mis lágrimas Susurré a la luna plegarias de otros mundos en busca de las promesas Nací y renací en esta y otras tierras y aun hoy, después de tanto andar mis moléculas se esparcen en el cosmos como el sagrado misterio del polvo de las estrellas.

Antonia Russo- San Nicolás- Buenos Aires- Argentina

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IVANA SZAC ESTACIONES LÍQUIDAS

I Viajo a un mundo que nunca termina donde el aire contamina los pañuelos y la soledad invade los territorios el cauce me lleva a estaciones más líquidas en cada viaje abro más los ojos veo a los que se fueron a los que hoy desfilan como peces sin agua.

Ivana Szac- Ciudad de Buenos Aires- Argentina 18


CARLOS ENRIQUE CARTOLANO CUADRATURA DEL HORIZONTE (Fragmento)

469. y qué haré sin guiño y sin cobijo/ sin tu boca sin los otros sin cuanto abre la clausura u oculta mis abismos/ sin lumbre sin hoguera/ como un antiguo nacido para abono esparciré cenizas por mi cuerpo/ pero ardo todavía las trampas del amor son burla del ocaso/ ya herido alcanzo los confines 470. viajo chispa al viento/ me acuna supérstite un cosmos tras el estallido/ sé de mí por dichos y mirada/ esta última persiste parpadea guiños/ sostiene su fruto un volumen de palabras/ de ellas memorizo una línea que juzgué feliz en otro tiempo/ si arde todavía quizá me redima la piedad de tu lector 19


471. me sucede en otros la perplejidad/ aún boyan certezas inexpresables/ rostros que no escruté/ libros sin leer y algún interés que no correspondí/ el temor ajeno/ la cola de un cometa que atravesó mi displicencia/ viajes pendientes mustio el deseo/ fríos el pecho la entrepierna/ al cabo pretencioso e ignorante 472. después el arte suceda entre labios o páginas/ ya no importen nombres sí recuerdos del más esperado amor/ la existencia consistió en fundir destinos y alcanzar el puente/ un arco voltaico entre miradas/ nadie se va sin otro ni llega sin causa inoportuno/ y en esta tierra es consigo la payada del final

Carlos Enrique Cartolano- Mar del Plata- Argentina

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NORMA STARKE DESMEMORIA

Se ha muerto mi hermano. Mi hermano está muerto. Le pusieron un lindo traje y mi madre, de mi padre, escogió corbata. Un ramo muy grande de flores rojas, sobre sus manos frías, que sus manos ya no son. Mi hermano está muerto. Se ha muerto mi hermano. Se llevó la memoria y todos los recuerdos. Se ha ido de viaje, y a dónde no sé. A quién preguntaré si Milán, Florencia, Roma o París. El detalle de nuestro viaje, de punta a punta recordabas. Mi hermano se ha muerto. Y con él los recuerdos. Quiero mi buzón rojo de nuestra infancia. Chiquita de su mano me pienso. 21


Carreras en bicicletas, escondidas en los árboles, infinitas luciérnagas brillando. Sobre su hombro el llanto de mis amores perros. Te pusieron un lindo traje. Y una corbata de nuestro padre. Sobre tus manos, que ya no son, un ramo de rosas. Lisboa, Sevilla. ¿Te acordás? A quién preguntar. Parada contra la pared, sin poder acercarme, te miro y no miro. No. Ese no sos. Solo recuerdo el poema que tanto repetías: “dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque ésa ya no siente..”. ¿Cómo sigue? ¿A quién preguntar?

Norma Starke- Buenos Aires- Argentina

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MARÍA P. COMORERA EL MALDITO VIAJE

Maldito sea este último viaje que has emprendido, solo y sin equipaje, dejándome al margen.

Oh amado de mi alma que culpa tienes tú, amor de mis entrañas, si la muerte quiso llevarte lejos entre sus garras.

Sola sin ti, me encuentro, vacío y gris está nuestro aposento, la cama ya no es aquella, ahora hay una de pequeña.

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Tantos sueños y proyectos que realizamos, soñando que juntos a Rusia viajábamos, pero no será realizable, tú has emprendido el último viaje, el más maldito y triste.

Sin mi compañía, solo te has ido, dejando un hogar vacío, tu niña te añora, y yo siento que en mi pecho la espada me lacera y se vuelve hoguera, que me quema, solo la poesía algo me libera.

María P. Comorera. Segur de Calafell. (Tarragona) España.

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CECILIA ORTIZ

Huele a río la sombra es perfume húmedo - mi noche es ausencia silencio (no el mío) me he empeñado en abrazar una nostalgia de besos mientras estas horas labran en mí la vasta piel de sus encajes. Necesito mis peces evadieron estrellas y en el reverso del tiempo transitan calles huelen miradas ausentes sienten el punto desencuentro -mi corazón/espejo escribe por mí25


Ya conozco este viaje lo desandé y dejé amarrado para ser distinta (eso creía) y el río huele a sudeste es murmullo en mi túnel de memoria. Trepa el brillo húmedo de esta noche con forma de pregunta. Llega me abraza impulsa mis aguas hace de mis huesos un torrente. Me transforma y como río avanzo -ya no respeto orillasMe sudesté.

® Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina Solsticio de invierno En: Rasodia- Ensamble de Voces- Nocturno- Ediciones El Mono Armado

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PACO DÉNIZ BRUNO NAVEGAR EL AMAZONAS

El Amazonas juntos navegar, viajar por ríos y riveras: desde Putumayo a Vaupés, desde Manaos a Belém. Respirar aromas de libertad, con sus peligros eminentes… con su frondoso vergel, pero contigo; pegada a mi piel. Musa amada de mis lucideces, princesa adorada de mis sutilizas, compañera de veredas tangibles, de seductores viajes paradisiacos, bajo un cielo de azul claro… como tus sublimes ojos zarcos. Surcar ciénagas, rincones y cuencas, en clásicos, remando o a vela, paraíso divino de plantas y aves, tierra de apacible naturaleza, edén de nenúfares adormecidos, besos de enamorados enloquecidos. Paco Déniz Bruno- Islas Canarias- España

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MARIEL MONENTE Comodoro

Para ir a Comodoro ¿con qué traje me visto, de qué desnudez previa sucumbo erizada? para ir a Comodoro me ato de vientos la cintura me labro de canales me descuido destruyo mentiras al amanecer y me descalzo convierto mis pezones en la pesada carga de lo amamantado para ir a Comodoro busco la cruz del sur 28


con mi ceguera de emperatriz caída en desgracia porque para ir no es necesario algodón en los oídos ni tiaras en el pelo sólo masticar arena flotando en el abdomen de ella y dejarse llevar hasta las escolleras y si voy y si algún día voy al final en el extremo sin vuelta atrás interrogaré a las olas (alguien debe decirme por qué quieren llevarme hasta el instinto en las medusas fluorescentes que no vi) y si voy y si algún día voy con la carga inquieta que me explaya ascenderé al Chenque escamoteando mi sombra al mediodía y allí tal vez grite mi nombre, el que tuve, hasta que mi voz se pierda en su bruma.

Mariel Monente- Buenos Aires- Argentina

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GRACIELA ARBISER DUEÑA

Amanece, ya estamos cerca del pueblo serrano; nos sorprende un campo de girasoles, verdadero Van Gogh viviente; late sus amarillos, sus verdes, sus marrones junto a un arroyo que escapa entre guijarros. Me desespero no me alcanzan el cuerpo y el alma para abarcarlo. El tren sigue su curso, lo deja atrás. Para retenerlo cierro los ojos… aprieto mis párpados… lo logro; ese campo es mío para siempre, si quiero puedo compartirlo. Graciela Arbiser- Cuidad de Buenos Aires- Argentina 30


LAZARA NANCY DĂ?AZ DESDE EL PECHO

Viaja una sombra en el techo, suelta la ventana un broche, traspasa el viento la noche para despeinar mi lecho. Salta un canto desde el pecho !de algun acorde precoz ! y va creciendo una voz sobre la pared sin fondo como un suspiro redondo que me atravieza veloz.

Lazara Nancy Diaz Garcia- Cuba/ Nueva York- U.S.A. 31


JESÚS ÁLVAREZ PEDRAZA A VECES TENGO EL MAR

Entre sus muslos risueños donde a veces tengo el mar, he construido un altar para mis dioses pequeños. Son alcancías de sueños de un olor de la arboleda, que en un bolero se enreda cuando en el final del viaje, me sumerjo en el paisaje de su rosada alameda. Jesús Álvarez Pedraza- Cuba/ Miami- U.S.A.

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ADOLFO LÓPEZ VIAJE DE IDA

Tengo una maleta preparada desde hace más de nueve años, porque cada año anuncia algo; que nunca llega. El tiempo lentamente sentencia mi agonía, y recuerdo tus lecciones de la vida, mientras desnudabas tu cuerpo ante mí. Dibujo con trazo grueso tu voz en el vagón, y asumo tristemente que al detenerse el tren aparecerás de nuevo en el abismo de mi tristeza. 33


Cuéntame cómo sabe el amor en la distancia, por qué los álamos se tornan amarillos y por qué el amanecer es inocente como una ninfa. Los cipreses pasan velozmente ante mí, no sé si a mi llegada me estarás esperando, y desconozco mi destino cargado de ansiedad. Yo he perdido mil trenes por esperarte, porque tu amor siempre me llama por inercia, y porque todas las tardes son iguales en esta maldita estación. Cuando llega la noche mi tren se detiene al fin, y tú vuelves a darme luz y sombra mientras me cubres con tu bella mirada, y yo solo quiero, recuperar el tiempo, y besarte y besarte.

Adolfo López- Málaga (España)

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ALICIA DE LEÓN EPP VIAJES

Llanto cargado de albores, piel de rocío viene de un mundo sumergido debajo de un latido. Navegó por el milagro, por la gota de sudor, por el grito de una lágrima. Se deslizó por un secreto pasaje de sangre y sueños y llegó a su destino, llanto cargado de albores, piel de rocío, así inició su viaje… 35


Fue dejando atrás ternuras, y conquistando tiempos su llanto se llenó de medio días y su piel se transformó en el lienzo donde un pincel divino dejó sus trazos. Continuó viajando por un mundo emergido de un latido, viajó por un milagro por una gota de sudor, por el grito de una lágrima, por pasajes de sangre y de sueños hasta llegar a su destino y así con un último suspiro, inició su viaje.

Alicia De León Epp Uruguay/Canadá

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MARITA RAGOZZA VIAJE A MÍ MISMA

En medio en derredor en el cardumen del tiempo miro el resplandor de mis actos que se apagan sin despertar murmullos sin ecos soledad que se adelanta a mi impulso al deambular constante a los nervios de mi sed de mi fastidio la búsqueda continúa y en el vivir cortedad eterna de la raza la odisea nunca acaba y sola viajo buscándome a mí misma. Marita Ragozza- Pehuajó- Argentina 37


ARACELI GARCÍA MARTÍN JUNIO CÁLIDO VIAJERO DEL TIEMPO

Si la vida fue más fácil ayer, si será más difícil mañana, nadie lo puede saber. Lo que importa es aceptar la vida tal como viene y le da la gana. Recorriendo, recordando, saliendo, entrando, junio cálido viajero del tiempo en los días saltando ritual de capricho. Los cerezos se han de recoger por San Antonio otra vez. Este es el dicho. Primavera-verano tiempo por hacer cogidos de la mano. 38


Subir en tranvía aguas blancas teja clara y fría aplacando el calor sofocante a poco ya medio día. Lunares rojos sobre manto verde entre juegos, el recuerdo crece. A la flor del romero, romero verde si el romero se seca, ya no florece. La chata Berenguela gui-gui-gui. como es tan fina trico- trico -trí. Yo soy la viudita del conde Laurel y quiero casarme no encuentro con quién. Látigo, látigo, latiguero yo soy primero, luciendo zapatos y vestidos bellos. Tarasca, gigantes, cabezudos la mujer barbuda de nuevo y el hombre más pequeño a su lado, noria, látigo, casa del miedo calor, vértigos y sudor quísquillas coco en hielo picado. Y en el sótano calamares fritos nuestro lugar favorito. Cuando las siestas ya se hacen forzosas época de exámenes, fin de curso. Y rosas, hogueras de San Juan, noches mágicas de Junio. Baños en el mar, amor en plenilunio. Si la vida fue más fácil ayer, si será más difícil mañana, nadie lo puede saber Lo que importa es aceptar la vida tal como viene y le da la gana. ¡Vamos a disfrutar este Junio que acaba de empezar!

Araceli García Martín-Granada- España.

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JULIA DE PRADO VIAJE DE AUGUSTA, LA CRISÁLIDA

La crisálida Augusta decide un día permanecer en aquella flor como capullo, y no volverse mariposa porque es consciente que su vida será breve. Ya asombra su belleza. La crisálida Augusta es única en el mundo desde la noche de los tiempos. Y se le aprecia en viaje desde esa flor -ahora- como figura junto al sol verde, en su ocaso. Crisálida te pregunto ¿no eres ya un sentimiento? Julia del Prado Lima- Perú. Desde mi casa ostra.

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

Los escaparates reflejan tejados extensos Latidos íntimos Batallas obscenas Grúas pálidas Luces de otra época. He elegido un traje grabado Que nada tiene que ver con el comercio Lo viste el viajero que inaugural raíles y tabernas. Detrás de los cristales más extraños Espío cúpulas y ruinas. Me sitúo aquí, enfrente Como testigo de fuentes artificiales Y logro adivinar todos los balcones perdidos Y un destino… Hilvanado sobre mi piel. Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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CARMEN BARRIOS RULL EL VIAJE

Después de aquel viaje querido amigo mío, emocionado el ojo a tanto campo bello... He de dejar anotado aquellas serranías, agrestes soledades de inmejorable sello. El tren se descolgaba entre montañas... o bien silbaba en un llano de trigo. 42


Lejos las casas... la urbana servidumbre, cerca la aurora y sus cambiantes brillos. Que hemos de volver a admirar paisajes, querido compaĂąero para sentirnos vivos.

Carmen Barrios Rull- Madrid- EspaĂąa

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ANA MARITZA AGUIRRE DE SCHWARZL DE VACACIONES EN EL MAR

Cierro los ojos, dejo el ayer. Paro los relojes. Yo controlo el tiempo. Paseo por el malecón. La brisa me envuelve. Respiro a sal marina. Mis vacaciones tienen sabor a mango. Voy libre por la playa. Camino descalza en la arena. Me fusiono con el mar. Vibro con las olas. Mi alegría invade el horizonte. Me acerco a las gaviotas. Vuelo. En este viaje yo soy la protagonista. Perdón si no me acuerdo de ti. Ana Maritza Aguirre de Schwarzl (Peruana-Española/Residente en Alemania) Copyright © derechos reservados

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MARIANELA PUEBLA LARGO VIAJE

¿En dónde estás ahora? ¿En qué almohada estelar reposan tus sueños? ¿Quién guía tu paso indeleble más allá de las tinieblas? ¿Sientes frío, nostalgia, olvidaste el pasado?

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El tiempo borró su marcha sobre tu ajado calendario. Se agotaron los días, las horas, el reloj desfalleció de espanto y los números yacen adormecidos. En la profundidad de noches sin ruidos te extraño hasta el cansancio, hasta dejar una huella húmeda en tu fotografía. Me pregunto sin respuesta, ¿qué pasará cuando despiertes y no me halles a tu lado? ¿Qué explicación tendrás a tiempo, antes, mucho antes del olvido? Pero lo sé, tu viaje será sin regreso, me angustia que despiertes rodeado de silente oscuridad; desprovisto de abrazos, ternura, sin palabras que calmen tu incertidumbre. Por eso, sigue dormido yo velaré tu ausencia. Es un largo viaje descansa... Descansa...

Marianela Puebla, chilena

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MARÍA MARTA LIÉBANA CUANDO EMPRENDES CAMINO

Cuando emprendes camino y sales de tus pagos para alcanzar un nuevo destino, llevas en la mente y en las maletas los recuerdos de niño; las fiestas en familia; los almuerzos con la abuela; las escapadas por las calles de tierra o por el costado de las vías. El alma duele y los hombros pesan; memorizas en la retina los últimos momentos de tu vida en tu tierra natal; como queriendo llevar esa fotografía natural que te ha de acompañar toda la vida. Comprendes que pasarán días; meses o años en los que no volverás. Quizás nunca. Y las lágrimas se escapan por las mejillas; la garganta se cierra de la angustia y el sonido de los pájaros; el silbido del viento y los gritos de los niños se van perdiendo lentamente, a medida que avanzas. Nunca una decisión más importante; nunca una situación tan dolorosa... como aquella de abandonar el pueblo y dejar atrás los buenos momentos. ©María Marta Liébana Resistencia, Chaco – Argentina

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ISABEL PÉREZ ARANDA EN OTRO TIEMPO Y EN EL DE AHORA

Ya no sé mirar este lugar de otra manera, porque todo lo que percibo de él me abruma, es como vislumbrar la esencia de un poema, como el despertar en soles aletargados en milenios, es así como me veo en ti, abrazada de atardeceres empujada por nubes de palabras veraces caminando por siglos de historia, escuchando tu atalaya, es así como me veo en ti, y siempre lo he sabido. 48


Ya no sĂŠ mirar este lugar sin detenerme en apreciar las esencias de su saber, sus aciertos y errores, los deseos esfumados, las luchas por perdurar, cada palmo de tierra, cada brizna de hierba, es asĂ­ como me veo en ti en otro tiempo y en el ahora y siempre lo he sabido.

Isabel PĂŠrez Aranda / Guadix / Benidorm - EspaĂąa

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ZAIDA GILES DE QUIRÓS GEOGRAFÍA

Me cercan tus curvilíneas palabras cuando te viajo: sin descanso me abalanzo por los rápidos de tus versos, por el cauce de tu risa que fluye entre agrestes discontinuas que asfalto son que permanece en tu ausencia. Y transformo en paisaje y verdura el cielo de tu boca pensándote, bañada en hematíes apasionado frenesí al descubrirte más y más camino, huella, transeúnte híbrido 50


de sal y especias, te viajo… Tu mirada, reposo, maleta rebosante de besos para eternizar tu paso por mi hacienda.

©Zaida Giles de Quirós, Sevilla, España

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ADRI DELFINI PARA VIAJAR SE NECESITAN ALAS

Para viajar se necesitan alas Entre los milagros que esperaba encontré tu amor a la deriva flotando mares de embriaguez por deseosas caricias decididas. Navegando afluentes de miedos astrolabio de intrepidez amor frágil e inconsistente alquimia de la inmadurez. Descosiendo lechos humedeciendo amores en cada puerto susurrándole a las rodillas mil dialectos nuevos. Con vocación de Ícaro no de pájaro que se acurruca en un nido tibio y sereno sino con voluntad de soledad para seguir volando la vida sin amor y seguirse derritiendo. Adri Delfini- Ciudad de Buenos Aires –Argentina 52


CARMEN CECILIA MORALES GONZÁLEZ LAS LLUVIAS DE MI FRENTE

He dejado las lluvias de mi frente en los peldaños de la escarpada montaña, en las grietas de las rocas donde mis hormigas peregrinas sudan en sigilo. En mi morral lleno de agua se filtró un pedazo de insomnio 53


que resbaló de la luna… Una cuerda de esperanzas, una linterna celestial, han sido los cofrades de este viaje donde las lluvias de mi frente ruedan a través del tiempo solo para escuchar tu marejada solo para escuchar los mensajes de los silfos azules cuando tu arnés de amor me sostiene en el temblor de tus labios.

Carmen Cecilia Morales González, Chinú, Córdoba, Colombia. La danza de los dedos.

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BELKYS SORBELLINI INAUGURAR LA SORPRESA

No sé cuando comenzó. Si fue por necesidad, por placer una fuga ganas simple curiosidad. Sólo sé que la pulsión fue más fuerte Y emprendí mi primer viaje. Me descubrí liviana, sin necesidad de ser para. 55


Me descubrĂ­ ligera, sin cargas sin culpas viviendo el presente. Es necesario mirarse en otro paisaje en otro contexto Y vivir. Aprender y aprehender Sentir y sentirse. Porque realmente somos en libertad sin horarios oliendo latiendo descubriendo. SorprendiĂŠndonos Viviendo plenamente el yo. Y en cada viaje Volver a inaugurar la sorpresa.

Belkys Sorbellini- Santa Fe- Argentina

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MARÍA JOSÉ MENACHO CASTELLANO

Tal día como hoy empecé mi viaje de vuelta, efeméride innecesaria pero irrefutable. Lo encontré todo revuelto y descuidado, mi campo sin arar, mis noches sin dormir. La vieja higuera había dejado caer sus frutos, cansada de esperar mi regreso. Siempre me gustó la fruta que me regalaba, hija de su sombra amable. El último libro que estaba leyendo se había cerrado solo con el impulso del viento del sur, que sopló fuerte la noche antes de mi partida.

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Restos del naufragio de mi perla negra se amontonaban junto a la puerta, sin precaución, con el encarnizamiento de las olas que no pertenecen a ningún mar. La caracola esperaba impaciente recobrar su concha, fue abandonada en una playa de cantos rodados una tarde de principios de febrero Tal día como hoy, la historia se repite, regresé como Ulises a Ítaca, para saborear sin límites el dulce sabor del reencuentro conmigo.

María José Menacho Castellano- Sevilla- España

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EVA GARCÍA MADUEÑO

Respiro el aire tibio del desierto. Una amapola crece entre las dunas, sobrevive sin miedo a las palabras que arañan sus pétalos sin piedad cuando sopla el viento y se desgranan como cortante y fina arena a su alrededor. Dejan pequeñas heridas que al cicatrizar avivan su aroma. Hay un oasis en el horizonte. La vida transcurre entre cristales adornados de sonrisas. Ella no puede ocultar sus colores, tan solo, a duras penas, camuflarse en el ocaso, protegerse de las miradas lacerantes con la mejor de sus sonrisas y esperar que algún día el viento árido deje de soplar. Eva García Madueño. (España) 59


JOSÉ JAVIER TERÁN MI VIAJE HACIA TI

Marché feliz aquella tarde, iniciando presto un Itinerario que, en breve, me acercaría por completo a ti. Viajaba ligero de equipaje, pero pleno de Ilusión por encontrarme con quien, hasta Ahora, había sido un ser irreal y virtual, aunque cual Jazmín de penetrante aroma, su fragancia en la distancia Era ya totalmente mía y yo aspiraba a embriagarme de ella. Habíamos esperado tanto aquel momento, que las Ansias del encuentro devinieron incluso pequeñas, Cuando el abrazo que nos unió desde el primer Instante, quería transmitirnos tantas cosas que no Acertábamos a ponerle fin a aquel, ni un orden y una voz a aquellas. Todos los deseos se vieron luego superados con creces, cuando en común Iniciábamos acto seguido el viaje hacia el interior de nuestros cuerpos. José Javier Terán-Palencia (España) 60


CARMEN HERNÁNDEZ REY EL VIAJE

Los raíles se superponen a lo lejos, son líneas paralelas que al final acaban en el mismo punto por muy separadas que estén en mi retina. Hoy los trenes poco te recuerdan a los de antaño, son argamasas de hierros plastificados con olor a nafta, y personas que sentadas dormitan con los dedos en un teclado o los oídos rotos por música electrónica… Nada que ver con aquellos viajes donde el reloj apenas marcaban las horas por la lentitud con la que ellos viajaban por los aceros, 61


como ellos nuestros ojos se dejaban aromatizar por aquel olor a vegetal negro, a prados y arboledas, por incipientes cerros y planicies a silbatos y ofertas de cucuruchos de pipas o frutas… El viaje no solo era el propio, los raíles viajaban a la par del tren y nuestros sueños, de ahí que se unían a lo lejos para no separarse de nosotros.

Carmen Hernández Rey- Autora extremeña©Derechos reservados

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MERCEDES ELEINE GONZÁLEZ VIAJE

He viajado a tu historia personal A través del tiempo Pero tu mirada ha sido La barrera infranqueable Con que detuviste mi intención. Entonces te soñé Soñándote soñado Noche y día Viajando en el átomo inconexo Entre tu alma y mi espíritu. 63


Mas No estabas tampoco ahí. Eras la sombra de un recuerdo olvidado. Dime qué debo hacer Qué viaje sideral debo emprender Qué puerta tocar, A qué Dios implorar O a qué voz del universo reclamar Para que al fin Pueda encontrarte Intacto, Impoluto E íntegro Para mí.

Mercedes Eleine González-Miami-U.S.A

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ANTONIO PORTILLO CASADO VIAJAMOS

Viajamos. De nuestras baldosas hipotecadas, nos mueven. Otras aceras foráneas ocupamos. Invadimos los hermosos planos pictóricos igual que torrentes pluviales. La monumental y pétrea historia asaltamos como una estampida de ovejas con pastor omnisciente. Con trajes verdes, zapatillas verdes, complementos verdes y chanclas verdes, asolamos la glauca foresta acorralada. Evitan ese salvaje atropello alevoso, los roquedos libres aunque los piojos y pulgas les acechan. Abordamos las aguas terrenales todas cual un invasor ejército de medusas, y las costas y riberas, son fusiladas con nuestras huellas inmisericordes. Ya no vuelan los versos ni las aves en este ozono azogado, las voladoras facas aceradas 65


lo hieren con sus cortes blancos. Como pelícanos ansiosos, engullimos alimentos manufacturados insanos. Viajamos. Nos llevan. Y somos vitales para la economía y los capitales. Pródigamente volvemos, satisfechos, nuestra grotesca vanidad derramamos. Con nuestras dirigidas hazañas sermoneamos a la ciudad enferma, que en nuestra ausencia parecía sanar. Reflexiona el tiempo y llora amargamente, comprueba que los bípedos humanos pasan mas no están, oyen mas no escuchan, ven pero no miran, quieren pero no aman, comen, no degustan, tienen pero no son... Y el viento me recuerda, que otras luces paupérrimas ni siquiera pueden contar su indigente existencia. Son luces que no viajan, son velas distantes, llamas de una fogata triste que a nadie interesa. Al río imploro en los ojos del puente, lloro, soy la lágrima penitente. Antonio Portillo Casado (Alcalá de Henares – Madrid (España) 66


MILAGRO HAACK XVII

Juego con la compañera servilleta igual hablamos de los pasados días de los viajes sobre todo de la visita muy puntual de la mirada cuanto susto he pasado en esta tierra llena de fantasmas de hechos históricos de altos altares que la protegen con su aliento muy generoso resbalo por mi boca el café incrusto aún más la servilleta entre mis manos Milagro Haack –Valencia- Venezuela. Del libro: Vecino de mi ciudad 67


MARCELA BARRIENTOS VIAJES

Y quedarán los recuerdos de los viajes, amabas tanto viajar, mi querido padre. Contigo conocí nuestra provincia natal, y recorrimos en familia distancias enormes. Ahora ya de grande atesoro esos paseos desde otro lado, entendí tu entusiasmo, tu alegría y la energía que tenías por viajar. Miro las fotos, tu cara de felicidad vuelve a mí. Cada rincón que hemos conocido juntos, Las veces que erramos el camino, esos nervios que hacían cambiar tu rostro, por preocupación. Corrientes, tu provincia era tu mayor debilidad 68


y luego la playa, el mar, ir al Puerto a almorzar. Conocer la montaña juntos, o países extranjeros, Hoy a la distancia tiene otro sabor, otro gusto. Cierto es que soy una persona más hogareña, sin embargo ahora me doy cuenta de lo aprendido en todos esos viajes a lugares desconocidos y lejanos.

Marcela Barrientos – Argentina ©Derechos de autora reservados

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GABRIELA RIVERO

Los viajes a riesgo de perder son lo interesante de la vida, los tatuajes de nombres en la piel son hermosos aunque sangren, si no se cometen pecados... ¿Para qué abrir los ojos? ¡Grita a viva voz tu felicidad aunque dure un instante! ¡Grita...grita tu tristeza aunque la crean eterna! y tatúa en tu piel con espinas, todos los nombres que necesites, hasta saberte viva. 70


La lĂ­nea divisoria entre el bien y el mal, entre la tristeza y la felicidad, es casi, imperceptible pero quizĂĄs cambies el mundo.

Gabriela Rivero- Ushuaia- Argentina De: Estalactitas y soles- 2012

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GLADIS MERELES PEREIRA QUIERO ENTREGARTE MI ALMA Y MI CORAZÓN

El viento hiere mi piel, al rozarme en esta fría mañana, llega sin tu aroma ahondando la tristeza de mi corazón, Cómo duele tu ausencia, cómo duele este vacío que llevo entre mis brazos. Cómo duele estar sin ti amor mío, estás tan lejos de mí, pero aún así te amo, te amo, eres mi ilusión, mi dulce despertar, mi insomnio favorito. Sé que estás muy lejos y mi corazón te añora, mi piel reclama un abrazo tuyo, un abrazo más, en todo mi ser sigue la emoción de aquel único abrazo que nos dimos apresuradamente, en aquella silenciosa tarde. 72


Estoy realizando mi segunda locura, mi segundo viaje, con el alma llena de esperanza, voy acortando distancias, voy rumbo a tu país, a tu tierra querida. Deseo tanto verte, mirar tus bellos ojos color del cielo, tan profundo como el mar. Deseo tanto sentir tu aroma, tu palpitar en un abrazo donde se entrega el alma, donde con sólo una mirada y el silencio basta para que se entrelazen nuestras almas. Mi segundo viaje, llevo como equipaje tantas ganas, tantos deseos, que sólo el viento te puede susurrar en la silenciosas noches a orillas del mar, tu lugar preferido mi bello capitán. Tú sabes que te quiero con el alma, no me dices nada, me observa , sonríe pero tu mirada te delata y cuando me abrazas sé que me entrega un poquito de tu alma. Te quiero, te pienso, te busco en cada rincón, ya llegué a tu tierra amada, mi corazón late apresurado, sabe que ahora estamos cerca, que estamos sólo a una o dos horas de distancia. Ven a mi encuentro mi bello capitán, haz que este viaje tan larga valga la pena, déjame sentir nuevamente ese abrazo que sólo tú sabes darme, ven, estoy aquí para entregarte mi alma y corazón.

Gladis Mereles Pereira- Ciudad Franco-Paraguay La Eterna Soñadora.

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PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ VIAJE ASTRAL

tripulante de una nave cuyo rumbo nadie sabe apagados los motores sin manos en los controles despega los pies de la tierra hacia los cielos se eleva incapaz de volar se deja llevar entre gases y asteroides entre nebulosas y galaxias atraviesa las estrellas 74


surca constelaciones no hay destino fijo no hay punto en el mapa no sigue coordenadas sin límite de altitud sin latitud ni longitud quizás una supernova tal vez nanoestrella posiblemente un corazón en busca del amor

Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España

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ELISABETH SANTIAGO LO QUE SOY (Un viaje interior)

Salgo a buscarme en mí misma porque encuentro lo que soy cada vez que no me encuentro. ¡Cuántos soles cuadrados se esconden en los muros borrosos! Descubro días redondos que ruedan confundidos, por el suelo empañado de mi tiempo: Las heridas profundas no saben hablar, pero las palabras saben herir en lo profundo.

Elizabeth Santiago. Italia, 2017.

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO AL OTRO LADO

Solo dejo atrás una casa abandonada y yerta, como el cadáver cubierto por un manto de hojas secas que una vez vi, cogido de la mano de mi padre, siendo más pequeño que las pequeñas hijas que dejaba llorando el muerto: un pobre pescador del pueblo que veía salir muy temprano cada mañana. Me voy de mi tierra quejumbrosa y recia, sin despedidas solemnes, sin amparo posible y sin ayeres. Tan solo quiero vivir, soñar y vivir, al otro lado…

Tomás Sánchez Rubio -Sevilla-España 77


AMELIA ARELLANO POEMA DES-ANDADO

En la Estación Central. Un hombre. Solo. Llega y parte, buscando andenes. Siempre está de regreso, aún de llegada. En su mochila verde, solo una golondrina, un vértigo y una antigua fotoamarillenta, de un niño y un caballo. No, no está solo.Hay una convención de soledades. Aquelarre. Están todos. 78


Nadie falta a la cita. El hombre ciego, atenazado a un banco, pide. Pide porque ha dado. El niño con mocos escarchados y ojos que nunca lloran. ¿Para qué hacerlo si no han de consolarlo? La mujer que vende su fusión en tumbas solitarias Boca de percal y pechos de magnolias. Tampoco falta el viejo, alarife de soles de puentes y andamios que casi no recuerda. Al lado de una bolsa abandonada, otra bolsa. Sin sexo. Con un hálito de vida.

No conoce otra historia que la nada. Y está la vieja. Añorando las rejas del hospicio. Meciéndose en una hamaca de cantos y de tiempo.

Y el tren que llega, andando y desandando condenado a no tener raíz a partir y a llegar. El hombre trepa en trasborde de sueños. Avanza, siempre avanza sin mirar hacia atrás. Antes del viejo puente, al lado de un álamo talado por un rayo, el tren para. Y el hombre no lo piensa, solo salta y vuelve al aquelarre. Ellos están allí ¿adónde irían? El hombre se arrodilla. Les da la golondrina. Un apretón de manos e inicia su regreso. 79


Ya no le teme al vértigo. Desanda soledades. Penetra lentamente, en la antigua foto amarillenta. Allí lo esperan. El niño y el caballo. El silencio y el miedo. La raíz y la flor. La vida y la palabra.

Amelia Arrellano- San Luis- Argentina

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SOCORRO CARRANCO

Imagino... la sombra y otra, cubrir tu sombra que de soledades tu alma entiende. Imagino... una vez y otra tus ojos prendidos en el agua que miran el fondo de un vaso y el vuelo del pájaro caído. Van mis sueños girando quieren llegar con los tuyos descubrir tu inmensa palabra y hablar de ti con todo el mundo. Socorro Carranco- Tuxtla Gutierrez- México 81


SANDRA GUDIÑO

A los Pueblos Originarios

Viajo en el sueño de la tierra. Soy el sueño de la tierra. No tengo perdón por haber heredado el viento o por entender el idioma de la niebla pregunto. Río en vigilia comulgo tiempos de miseria y crezco en brazos de la lluvia que no cae. La sangre se vacía de mí y ardo como el sol golpeando el cerro. 82


Ceniza tibia: Evanesco. La piel muda mudo y vuelvo a ser yo mensajera de la sed canto con otra voz despojada sometida para que la justicia resucite.

Sandra Gudiño Santa Fe- Argentina Núcleo Editorial De l’aire, 2016

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PÚRPURA RAIN PERDÓN PARA DOS

Mi amor olvidado, con desdén arrumbado. Silencio, tristeza, abandono… Desesperados gritos quedaron escritos. Línea en la mano se vuelve camino, emprendo este viaje… aún no determino. No te veo, no me sientes. Esperanza se eleva y pierde en oscuridad; en la bóveda celeste, en su etérea inmensidad. Turbio destino que por mi espera, encuentro interior mostrando la verdad de fuera. En cada paso que de ti me aleja me procuro liviana y crece mi amor… ¡Tu libertad celebra! Y en cada sonrisa recuerdo tus flores. Te envío un abrazo aunque tú no lo notes. Si al final no es túnel y reencuentro tus ojos, mi ternura como ofrenda, ¡será mi alma que te espera! Púrpura Rain- México 84


MAR DE FONDO OBJETOS PERDIDOS

Estoy incapacitada para escribir desde que mis palabras emprendieron viaje: se colaron en la maleta de un extraño sujeto cuando este se acercó para escarbar en mi vida, sin escrúpulos, aparentando un falso interés, acribillándome a preguntas hasta extraer todas mis letras. A cada paso que doy, se suceden las calles vestidas con carteles anunciadores: «se buscan ideas frágiles, tristes y tímidas, extraviadas y vistas por última vez entre el equipaje de un impostor. Se ofrecen rimas como recompensa, cualquier sueño que regrese del secuestro y me devuelva la posibilidad de vivir». Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España. 85


JULIÁN GÓMEZ DE MAYA REGRESO

Yo estaba distraído… y os oía. (Baldomero Fernández Moreno)

¡Déjame, suéltame, luz, que hasta el seno del soñado dios-río precipite la consciencia de mí en cuanto terreno, carnal, mundano…, y vuelve a tu escondite! Revelado en ti ha sido el verso ameno: su gratitud el alma te remite; y ahora, ida la tarde a ti debida, ya eléctrica, no excuses tu partida. Piden sumirse en aguas tan antiguas y oníricas y arcanas las lecturas, piden inciertos vórtices y ambiguas ondas de míticas arquitecturas donde, vueltas al numen o contiguas a las deidades, pervivir a obscuras: 86


lector que ha paseado ribereño querrá entrar nadador dentro del sueño. Y acudo a que me asista Garcilaso con el haz del undécimo soneto, con la tea que enciende ante mi paso su égloga tercera, con el quieto, cierto fulgor que aguarda y guarda acaso un repentino hallazgo recoleto… Mas pido a Baldomero rioplantense que a su «Regreso» el mío anude y tense… Julián Gómez Maya. Cehegín, España.

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ROSA LÍA CUELLO CADA AMANECER UNA PARTIDA

“Ese pobre instante adoptado por mi ternura desnudo de sangre de alas…” A. Pizarnik

En el mágico mundo de lo posible, cada amanecer es una partida, toda puesta de sol una esperanza que se acerca, un viaje que se inicia. Ella vive en el tiempo sin tiempo de la huída. Sus ojos tienen vida frente a la espera y su respiración ensaya la mansedumbre junto al destiempo que la habita. Por allá, donde despunta la luz y en un parpadear también desaparece, donde el día se va desarrollando y las angustias se hacen soportables, vendrá él. Ese signo breve, que apenas se divisa en el horizonte, ese punto que se agranda en la lentitud de su vida, se convertirá un día en la barca que lo regresará a su mundo. 88


Frente a ella, acuática pradera cobra vida, mansa a veces, otras furiosa y encrespada. Sin embargo es solo un indicio más de su adentro. El pensamiento es una golondrina que sigue su instinto y emigra. Lleva en sus alas sueños que aterrizan en puertos desconocidos pero regresan a su mente, como si cada jornada fuera un nuevo verano. Ancla y desancla su mirada en la lejanía, en el misterio de silenciosas medusas que bailan en su cerebro cansado. ¿Es la espera quien la seduce o el regreso? Cada amanecer una partida. ¿Cada partida un regreso?

Rosa Lía Cuello- Cañada de Gómez- Santa Fe- Argentina

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ISABEL PISANI VIAJAR

Viajar … ¿adónde? ¿A las montañas y los árboles centenarios, cargados del aire que reposa en los valles? ¿A la playa y sus caracolas penitentes, henchidas de rumores sensuales? Viajar … ¿adónde? ¿A los colores que tiñen ilusiones, a la fiesta del mármol y la madera con sus tiernos o febriles esplendores? Viajar es andar la primavera del saber, de la niñez y sus inciertos resquemores. Es fundirse en música de arreboles, es mirar sin cinismo la mirada del otro, es ausentarse de la miseria y el llanto. Viajar … ¿adónde? A la casa de la solitaria bruma, Tal vez a la luz, al eterno encuentro, para repetir este devenir de preguntas y no hacer trizas un nuevo intento. Isabel Pisani – Buenos Aires-(Argentina 2017) Todos los derechos reservados. 90


ELVIRA DUARTE SOLTAR AMARRAS

Abrir el portal álmico liberando nuestro vehículo personal. Con alas de águila, levantar vuelo. Con su visión, abarcar el esplendoroso paisaje. Volar al encuentro de un tesoro. La realidad exterior, envolviéndonos con toda su energía. Montañas bravías, indómitas . Serenos lagos, mares profundamente azules arrecifes de coral, vegetación exótica. Andar estrechas calles reviviendo el medioevo. Vivir el espectáculo subyugante de las grandes ciudades sus torres imponentes, iluminadas . Haciendo acopio de belleza, de la voz de la vida. Palpitamos con vibrante emotividad, 91


con la fluidez del tiempo, el mundo ensamblado en una única y sublime composición. Todo se dinamiza al ritmo de la libertad, produciéndose una simbiosis entre el yo superior y el cosmos. Extraemos la médula de la vida, calibrando nuestro eje con la versatilidad de la rosa.

Elvira Duarte- Ciudad de Buenos Aires - Argentina

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NYDIA OVALLE EL RUMBO

Me embarque en la emoción de un sueño; para probar mi osadía, me involucre en un trayecto y la sensación de la incertidumbre que esto trasmitía. Me asegure de un rumbo donde el espacio geográfico se vuelve familiar, en busca de historias vislumbradas. La brújula traza el recorrido de una aventura, en el mapa de la alegría se convive con foráneos, vas al encuentro, a la búsqueda de la historia. Detenerse en un país desconocido abrir los cuatro puntos cardinales semeja abrir los brazos y llenarse de cultura que restaura el tiempo, y sustituye a momentos tu vida. Un mundo de sensaciones satura de recuerdos la memoria, al iniciar la travesía.

Nydia Ovalle. Ciudad de Guatemala, Guatemala C.A. 93


LUCAS DAMIÁN CORTIANA

La última vez que intenté cruzar el universo me detuvo la novela de la tele y tu constante “cariño ven a la cama conmigo”. Así que pospuse la empresa convencido de que aquello no era para hombres ordinarios. El sol se pone por el sur en ciertas regiones de la galaxia me han dicho y las nubes son como esos bigotes de viejos campesinos eslovacos y las lunas son como un cuadro de Dalí con menguas oníricas y nuevas o llenas 94


como pezones. Deberías hacer ese viaje al menos una vez en la vida me han dicho perderte por las calles o qué más da por las órbitas de cualquier planeta, créeme no tiene nada que envidiarle a un crucero por el caribe. Deberías hacer ese viaje el próximo verano claro, si prefieres los mismísimos misterios de dios a la playa. Qué le contarás a tus hijos -me han dicho-, si nunca saliste de la Vía Láctea, si permaneciste en este planeta hasta el día de tu muerte como una postal amarillenta de un hombre que vivió apenas una sola vida.

Lucas Damián Cortiana – Chivilcoy – Argentina

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MIRIAN PASTORCICH AMANTE FIEL

Desde aquel faro pude volver a contemplar nuevamente a mi amante fiel misterioso como siempre queriendo atraparme con su oleaje mágico e irresistible. Fue entonces que invoque aquel encuentro veraniego, cálido ensueño que no he olvidado, enlazando los versos que dejó mi alma viajera a tu orilla, entre esos acantilados. Bendito eres eterno inspirador de poetas. Hoy a través de mis pisadas voy deshojando ilusiones y papeles prosiguiendo mi andar aventurero, quién sabe sobre qué orilla!

Mirian Pastorcih- Bahía Blanca- Argentina 96


MARY ACOSTA REALIDAD VS. DESEO

Me vestí con encajes y tules, mis labios besaron el espejo con abundante rouge, para despedir con galas mis múltiples pecados. Subí velozmente por las plataformas de mis sueños y desnudé hasta el último suspiro ahogado. Desde las profundidades, y en un solo grito, cumplí mi deseo. En éxtasis inicié mi infinito viaje. Se gastó mi piel en numerosos cuerpos, y en el espejado tiempo sin fondo me anulé del mundo. Adoré lo inexistente, coroné lo imaginado, arrojando mi túnica carnal por la ventana de mis penas y en soledad, en soledad colgué mis ojos sobre hojas muertas. Mary Acosta- Buenos Aires- Argentina 97


JORGE SERRA VIAJE

Cada vez que recorro las riberas sensuales de tu piel generosa y percibo en mi sangre el temblor de la tuya, cuando mis manos viajan descubriendo en tu cuerpo los latidos intensos de las lunas de agosto y mis labios recorren tus รกngulos sutiles que desbordan de celos y agudas llamaradas y tu cuerpo encendido va vistiendo de fiesta manos y boca en un viaje de celos y lubricas caricias mil jirones de estrellas explotan en los labios que con afรกn intenso buscan encadenarse buscando ardientemente perpetuar el instante el momento sublime donde el amor abreva y marcar en el tiempo de ese viaje sublime las huellas generosas que desbordan las almas. Jorge Serra- Buenos Aires- Argentina 98


ESTELA MOLINAS BÁEZ DÉJAME VIAJAR POR…

Déjame viajar por el andén de tus ilusiones, hasta poder entrelazar nuestros corazones, con ardiente vaivén, de llamas de pasiones, y conjugar juntos, esas fogosas sensaciones, que, estremecen inclusive, a las emociones, en el delirio de nuestras almas, sin razones. Déjame viajar por la ruta de tu sentimiento, así podré trasponer tu luz por un momento, entre los secretos de mi árido pensamiento, que persigue tu aroma, con soplo de viento, y, seremos juntos, dos pasajeros en intento, de apagar el fuego, que ya nos quema lento. Déjame viajar por el camino de tu desnudez, para conquistarte de la cabeza hasta los pies, y al deslizar el deseo del derecho y del revés, 99


no podremos definir, lo que vendrá después, pues, nos rendiremos juntos, una y otra vez, en la llama de pasión como juego de ajedrez. Déjame viajar por el manantial de tu dulzura, mientras voy libando de la magia de tu figura, hasta embriagarme, con la miel de tu ternura, y déjame viajar en intenso deseo de aventura, hasta hospedarme en el umbral de tu cintura, en el justo instante, en que vamos a la locura.

[05/06/2017] © Estela Molinas Báez-Juan León Mallorquín - Paraguay

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ISABEL SAN JOSÉ MELLADO VIAJES SIN RUMBO

¡Brindemos!, el mar está de enhorabuena. Hoy el barco del olvido ha zarpado, el ancla liberó por fin su cadena, viajará buscando el amor ya gastado. Navegará sin rumbo a cualquier playa, buscando corazones rotos de dolor y allá donde una desesperanza haya, atracará a esperar ese desamor. No permitas jamás que esas lágrimas, dejen huellas humedeciendo la arena, ese barco se llevará tus lástimas despojando a tu corazón de su pena. Verás cómo tus deseos e ilusiones, viajarán por ríos, valles y praderas, dejando atrás llantos y desilusiones, convirtiendo inviernos en primaveras.

Isabel San José Mellado Derechos de autor – España. 101


ANA AGUIRRE FELIZ VIAJE CORAZÓN

No te cierres por completo corazón, pero tampoco te quedes abierto a pesar de la decepción, haremos otro viaje por cierto. No pienses corazón que las cosas son fáciles, y no quieras viajar con los pies desnudos, las manos abiertas y los ojos cerrados, y la valija llena de impaciencia. Tienes que tener algo en este nuevo viaje, que sea un sencillo equipaje, que te ayude y te proteja , el equipaje de la voluntad, para recuperarte de anteriores caídas, para que ningún golpe llegue a romper tu fe, y para que en este viaje mantengas la ternura, y llegues con alegría al corazón de tu nuevo destino.

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Lleva amor en esta travesía, porque puedes encontrar rencor, no sé de quienes ni sé por qué, es por eso que te pido que lleves mucho amor. La vida nos da siempre otras oportunidades, y cuando termines corazón este nuevo viaje, verás que encontrarás a alguien, que siempre te estuvo esperando, alguien que espera tu luz para iluminarse, y verás en su sonrisa la razón para sentir, que la vida no la has vivido en vano . No quiero mentirte corazón, y decirte que este viaje lo harás por caminos de rosas, de madreselvas floridas de cosas hermosas, Pero sabes corazón que por detrás de una espina que te lastima... Siempre encontrarás una flor, y con esa flor alguien con quien terminarás tu viaje. FELIZ VIAJE CORAZÓN.

© Ana Graciela Aguirre Núñez-Pedro Juan Caballero – Paraguay

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SERGIO RAÚL TRENTINO SOLILOQUIO

Soy solo un punto de luz, Una estrella que viaja… Soy aroma, silencio y poesía, Soy las palabras que sangran en los Prostíbulos del alma… Soy poeta, mendigo palabras, Soy poeta con manos heridas, Soy otoño en mi interior Y primavera en mi poesía… Creo en Dios y su grandeza, En su mirada… Creo en Dios, aunque él no crea, En la cruz de tantos Jesucristos, En los templos vacíos en mi conciencia… 104


La música se vuelve poesía En la voz de un poeta, El poema estalla con armonías En sus pentagramas, Los versos florecen en notas!! Reverente la música calla, Reverente poema que admira a la música…. Seré poesía en la noche, En las horas mustias del día, Cuando viaje en la memoria, Sobre cada cadáver de mi rutina… Viajare en un sueño, Besare tus besos, Besare tus manos malditas, Besare tus redondos pechos, Seré como el mar, En mi viaje nocturno apacible y peligroso… viajaré en tu conciencia, Sobre tus ríos internos, Sobre tus suspiros de amor, Y cuando llegues tú Aurora inmortal!! Partiré mi alma, Tendré una nueva mirada, Quedará mi retrato Pintado con los susurros lejanos de la noche…

Sergio Raúl Trentino / San Carlos Centro / Santa Fe / Argentina.

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MÓNICA ANALÍA ORTIZ VIAJE SOÑADO

Entro a la cápsula el tiempo, me voy diluyendo en un viaje a mi pasado a momentos entrañables de mi vida. Y estas ahí , ocupando aquella silla, Con los perros velando tu letargo, y las chicharras arrullando tus soñares. Camino despacito en la hojarasca, no quiero despertarte, Solo quiero apoderarme de los mangos, que dejaste ahí para que te los arrebate… No despiertas, te observo, tan cansado del trabajo de la yerba 106


tan curtido por el sol de este verano, y no te quejas… Saboreo ese manjar de los dioses, me despierto yo de ese sueño de viajar a mi pasado y aun tenerte, adormilado en las siestas de febrero.

Mónica Analía Ortíz. Colonia Liebig, Corrientes , Argentina. Chicharras: Cigarras Yerba: La yerba mate (Ilex Paraguariensis) es un árbol nativo de la Selva Paranaense.

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JUAN IDIAZABAL YENDO A TRABAJAR

La cucaracha sube al colectivo, no le alcanza, el dinero, la SUBE lo baja, camina por distópicas veredas, una manifestación de perros agorilados lo sorprende, susurran consignas que el viento amplifica: “el helado de soja es rico en uranio 238” “el evangelismo transplutonita amalgamado es la verdadera religión” “el salto del tigre invertido tiene que ser deporte olímpico de invierno” “soldar con la boca está in” “1 elevado a la menos diez es el número del diablo del norteño” “comer pebetes de cantimpalo sirio y fiambrín con pistachos te convierte en revolucionario kurdo” … la mariposa sigue su camino al llegar al banco el silbido de su capataz de unidad básica lo convierte en colectivero, una cucaracha apurada sube a su unidad, la baja pues no le alcanza el dinero. Juan Idiazabal- Mar del Plata, Argentina 108


ICELA ELIZALDE VESTIMENTA...

Hoy dibujo senderos que me llevan tan lejos, a un lugar escondido en el fondo de mi alma. Era una primavera que vestĂ­a inocencia, con un toque de amargos sinsabores. Era un ciclo vagando en la cruenta agonĂ­a, y perdido en el espacio 109


con el viento en la mira. Eran mil borbotones de un sabor pendenciero, un lejano murmullo se aferraba a la luna. Un oscuro silencio, se enredaba a mis brazos... y buscando refugio, me encontrĂł la alborada. En el eco dormido, las ilusiones muertas, un volcĂĄn malherido, y se cierran mil puertas.

Icela Elizalde (MĂŠxico) Derechos Reservados de Autor. Junio 05 2017

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DANA LAILA PORTAL

El viaje es un portal hacia otras realidades, cada cosa será diferente…hasta tú. -DANA LAILA -Ciudad de México 11 años de edad El mundo de Dana- Página de Facebook

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AYMARA ARUWIRI VIAJAR

Obsesión por desconocerte amputarte convertirte en viento florecerte alas Ser horizonte volátil… con un centenar de hojas azules. -Aymara Aruwiri- Ciudad de México El corazón en la barbarie

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CONSUELO JIMÉNEZ MARTIN CUANDO VIAJO BESO LA VIDA

Parece que al viajar, la realidad se desvanece, soy brisa en la brisa, me acaricia el rubor de la seda. Dulcemente despierta, frente a las sombras, descubro el puro sol, que embebido en las calles, late dorado. Me pierdo, transmuto lejos de la herrumbre del día, absorta en la tarde, me descubro cerca de la noche azul. Allí, apuro la utopía blanca del universo, donde el aliento es pulso de gloria. Parece que al viajar, la existencia fluye en el ocaso, crepúsculo y alba, naciente y poniente, llanura y vertiente, se ausentan sin olvido, no duelen.

Consuelo Jiménez Martin- Barcelona- España 113


ISABEL REZMO EL ANDÉN

Me cuesta dar el paso cambiado y sin orquesta. El pasillo ambiguo, incandescente. Pasa, y pasa, a la vez. Los tejados sueltan el humo y yo miro el andén. Las pisadas resbalan en las lenguas, y sigo mirando el andén. Me cuesta respirar, no dejé el humo ni el seco bolsillo usurpador de monedas. Y sigue delante de mí, el maldito andén. 114


Me iré a la próxima parada, sabes que lo haré, donde pueda amarte, sin mirar ningún andén. Por la noche enciendo una luz y aparece tu sombra en el frío néctar de las vías intentando tragarse mi sombra, entre el oscuro andén. Siempre como una hipotenusa, una ecuación siniestra, entre el andén y el resto, entre el andén y la taquilla, entre la salida y la huida. El puto andén que se convierte en el postre, la comida, el agua, y la sal, sin embargo, mi sequía es mucho mayor, y se queda ausente, ya ni hace por donde, para mirar a través de la fila de trenes y de aquel andén

Isabel Rezmo- Úbeda- España

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GRACIELA DIANA PUCCI

Mi viaje interior destiñe sueños mi desazón quema

No soy yo

Graciela Diana Pucci- Buenos Aires- Argentina

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MABEL CORONEL CUENCA PENSAMIENTOS VIAJEROS

Entre nubes de algodón, van mis pensamientos. Vagan sigilosos, sin más ruidos que el viento. Peregrinan en busca de aquel eslabón perdido, aquél que a mi corazón lo tiene tan aguerrido. Van pasando por abismos construidos por cinismos. Todos quieren atraparlos y llevarlos a los sismos. Pensamientos viajeros, pensamientos bohemios. Todos quieren atraparlos y tenerlos como premios. Van corriendo sin pasaje, van buscando un paraje. Como jóvenes rebeldes, son tan libres cual oleaje. 117


Todos quieren desnudarlos y poseerlos a la fuerza, pero son viajeros y de esencia son tan tersos.

ŠMabel Coronel Cuenca Hernandarias - Paraguay

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ALEQS GARRIGÓZ VIAJE ASTRAL

Salgo de mí, abandono la estatua de mi cuerpo; y soy entonces, no humano: ente universal. Huelo el sonido, su consistencia penetra mi visión, su forma es mi placer, dentro de él hay almendras de oro. Palpo el paisaje, me desbordo en estrellas de humo, se me licuan los sentidos en dones amorosos y regreso por la misma frontera transparente para incorporarme al tiempo y ser su misma esencia. No es peligroso el juego, no hay limitaciones ni zonas prohibidas. Saboreo el color, cada miligramo de piel, de nube. Todo es luminoso: hasta la oscuridad brilla. 119


Hay fosforescencias, imágenes plateadas en cambio perpetuo, hebras de luz diamantina, ilusiones del porvenir; y hoy, mañana, ayer no tienen jamás sentido: completa confusión de dimensiones, de prisas: concierto indecible, caos en perfección, mundo donde el reloj está loco, nada es todo, menos es más y la materia no ocupa ningún lugar en el espacio. Puertas al más allá, ángeles de agua, bolas de sensualidad, sombras chocarreras, viento líquido, ondas de carmín, música lunar en estado de suspensión, tactos incendiarios, coloides ingrávidos: todo es posible. Mira con atención: encuentra el taller de la infancia, el zaguán del patinaje, el ansia de la adolescencia sexual, agujas con hilo, papel incendiándose, gritos de un primer orgasmo, caras, efigies, dedos, espumas, voces de fuego, flores de polvo, icosaedros de llanto, murmullos de sal, piedras de aroma, burbujas de carbón, climas de ternura, mandalas cruzando en bandadas frente a tu tercer ojo abierto ahora como la luz al final un túnel: sueño que se crea a sí mismo, pensamiento que se ve, capricho que toma forma, temor oscuro manifestado en forma de holograma, abolición de las fronteras de la percepción; puentes a la orilla del eco, glorias de arena fugaz, resbaladillas de yeso impalpable, roces metálicos, y más y sobre y hasta como en un cinescopio que gira y gira, encendido por siempre. Mundo donde las leyes son cosa de niños, coordinadas absurdas de un mapa sin término. Pero la magia implota absorbiendo el futuro

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y debes regresar al menos, entre, ante, desde, para, contra, luego, ahora a tu lugar de tu origen, a tu cuerpo en viva descomposición y seguir muriendo hasta tu vida después de la vida. Hasta que tu memoria eterna, bebida en el líquido amniótico del cosmos, se libere de su caja de hueso que la presiona y la hace olvidar. Y al fin no habrá ligaduras, no más cordones de plata para flotar: alcanzarás las esferas simplísimas del infinito, la plenitud del todo absoluto. Hablarás el idioma de Dios.

Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México

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RELATO

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CARLOS CAPOSIO UN VIAJE CON LEÓN

Desde entonces el viaje cambió, y el cuerpo de León fue descomponiéndose progresivamente en un ladrido de mármol que retumbaba desde otros tiempos, quizás desde otros cuerpos, bajo la tierra, bajo un montón de piedras. Después de la muerte del padre, Manuel salía cada vez con menos ganas al trabajo. Llevaba el nudo de la corbata suelto y tenía malhumor constante. Había abandonado la lectura y se había olvidado por completo del hijo que querían tener con su señora. Le rondaba la idea loca de escaparse, desprenderse de responsabilidades y saltar a la naturaleza en un largo viaje por el país. Más aún, después de la misteriosa llegada de un perro que no se iba de la puerta de su casa, y que él, asoció con su padre muerto. Quizás debido a la historia que siempre contaba su tía 123


Sara, ella decía que la madre había reencarnado en una paloma que se metió en su casa, juraba que aunque la había arrojado dos veces por la ventana, el pájaro volvía como si quisiera vivir para siempre con ella. El perro también se quedó, él le puso el nombre del padre, León. Manuel se obsesionó con la vida después de la muerte, con la reencarnación y con la idea de conocer algún medio que lo conectase con el más allá. Daniela no creía en esas cosas pero apoyaba a su marido, ella entendía que la irracionalidad de Manuel se debía a la culpa que sentía, él no se perdonaba haber estado peleado con el padre en el momento de su muerte. Aceptó lo del viaje aunque le aclaró que no era sólo para buscar un brujo como él quería, y retomó la idea de tener un hijo, convenciéndolo con que podrían buscarlo en un lugar que los encantara. Él se entusiasmó con retomar la idea que tenían de solteros, de elegir un paisaje en la naturaleza para concebir a su primer hijo, pero faltaban unos pesos y no tenía la cabeza trabajando en buenos pensamientos. Ella no podía ver como Manuel se desmoronaba, y como era decidida, comenzó a trabajar con ineficacia en la fábrica y al mes ya había arreglado una indemnización, así alcanzó para comprar la furgoneta, y juntos, más el perro, salieron hacia el sur. Puerto Madryn, Esquel y el parque Nacional los Alerces, en este último lugar intentaron por primera vez. Más precisamente en el Río Arrayanes, cuando vieron el color esmeralda del agua, se miraron, sonrieron y decidieron quedarse varias noches. Según el guardaparques, el tono deslumbrante del agua se debe al desteñir del marrón del arrayán, el río está envuelto en estos árboles, y los troncos y raíces que juegan en el agua, transforman el incoloro en verde, aún permitiendo ver las truchas que descansan en su cauce. El líquido que ingresaba en su cuerpo era espeso, quemaba, luego sintió que iba por sus venas esparciéndose hasta llegar al corazón, lo invadió un miedo que lo dejaba sin aire, comenzó a ver borroso, le pareció ver a un viejo a su lado y también a Daniela embarazada, antes de la oscuridad, antes de la oscuridad absoluta que inundó todo. —Yo pensaba que guardaban mi cuerpo en el condón de madera y listo, que quedaba aquí, en la tierra, en el lugar del que nunca debí haber salido. ¿O es que no estoy muerto ¿Dónde estoy ¿Y esos ladridos ¿Sos vos León. Vení, soy Manuel. Aunque a él le costó, dejaron el perro en casa de una conocida de Daniela, en Colonia Suiza, y fueron de travesía por los cerros. Primero 124


remontaron el Tronador desde Pampa Linda, después el López, y sin bajar de la montaña, por su pico, pasaron al cerro Laguna Negra. El refugio era cálido, caía el sol, y el silencio era absoluto. A la mañana siguiente fueron a ver el atractivo del lugar, cuando llegaron, sin hablarlo, decidieron pasar varios días ahí. El agua es incolora, por supuesto, pero la piedra negra de la montaña, trasforma la transparencia del deshielo, en una imponente Laguna Negra que, por cierto, contrasta con el blanco de nieve que la rodea. Allí intentaron por segunda y última vez. Ella comenzó a preocuparse cuando vio las gotas de transpiración en su rostro, estaba blanco y helado, y los ojos entreabiertos no permitían ver sus pupilas. —¿Por qué no despierta ¿Qué le está pasando. Señor… Manuel, Manuel, despertá. Después de los chocolates en San Carlos de Bariloche, partieron a Mendoza. León asomaba por la caja de la camioneta que golpeaba cada vez que la ruta subía o bajaba bruscamente en el paisaje. No pasaban los noventa kilómetros por hora, a ella no le gustaba la velocidad, y desde la noche en el refugio intuía que habían logrado su sueño, que estaba embarazada, cosa que le daba aún más temor por la futura criatura. San Rafael, el Cañón del Atuel y las bodegas, amaban los vinos. Subieron hasta Confluencia en el Aconcagua, y ni ellos ni el perro tuvieron problemas de altura. En San Juan, rumbo al Valle de la Luna, soplaron las juntas de la furgoneta y tuvieron que parar una semana, ahí confirmaron que Daniela estaba embarazada, por los días supieron que su hijo había nacido en Laguna Negra, porque para ellos los niños nacen cuando son concebidos, en el lugar que optan, con la energía que eligen. —¿Cómo no previne que ibas a saltar a buscar el hueso ¿Estás bien, León. Sé que estás en algún punto de esta oscuridad. Perdoname. Papá ¿Estás por acá ¿Eras vos que estabas en el perro. Cuando estuvo lista la camioneta salieron para Salta. Después recorrieron en Jujuy; Purmamarca con sus siete colores; Tilcara y su Pucará; y pasaron diez días en Iruya, un pueblito rodeado de montañas, en el que los días de luna llena no usan luz artificial, ya que basta con el reflejo de la lágrima redonda en las paredes de piedra. La panza de Daniela estiraba unos cuatro meses, disfrutaban los momentos sin tiempos de relojes ni calendarios, pero Manuel parecía distante, había perdido el brillo en los ojos, seguía con la idea de buscar un chamán y su inquietud aumentaba a medida que no podía encontrar 125


a los brujos que le recomendaban. León comenzó a tener problemas de altura en la Quiaca, no mejoró con las pastillas que le vendieron en la veterinaria, pero sí con una solución de hojas de coca que les dio una anciana del pueblo. Ya estaba bien cuando cayó al río. —Despiértelo, hace mucho que está así, le tiemblan los párpados. Vamos, estoy preocupada. Manuel, ya está bien con estas cosas. Estaban en el límite con Bolivia, entre La Quiaca y Villazón, habían acampado a orillas de un río de barro. Al levantar la caja, el hueso cayó, rodó hasta el borde, él dejó las cosas en el suelo, y cuando estaba a punto de tomarlo, la tierra se desmoronó. —Viejo, ese orgullo mío, no pude despedirme. Si podés escucharme, perdoname. Por eso vine, estoy acá. Escucho los aullidos, León, dale traeme el hueso, estoy con ustedes. El perro saltó tras el hueso y fue arrastrado por el agua. Él corrió río abajo por la orilla siguiendo el cuerpo de León que luchaba por mantenerse a flote. Lo perdió de vista cuando el cauce dobló tras un cerro. Al atardecer lo encontraron donde el río se ensancha, estaba atascado en unas rocas, ya sin vida. —No me conforme con que volverá cuando quiera hacerlo, despiértelo ahora, no estoy jodiendo. No ve que habla del hueso, está desvariando. El hueso se lo llevó el río. Volvé mi amor, pensá en tu hijo. Volvieron a Iruya y enterraron al perro en el cementerio nativo que había a unos kilómetros. Desde entonces el viaje cambió, y el cuerpo de León fue descomponiéndose progresivamente, en un ladrido de mármol que retumbaba desde otros tiempos, quizás desde otros cuerpos, bajo la tierra, bajo un montón de piedras. Manuel volvió a obsesionarse, ahora afirmaba que León reencarnaría en otro animal, como su padre lo había hecho en el perro, como la madre de la tía Sara lo había hecho en la paloma. Daniela trataba de persuadirlo, le decía que era una casualidad que el animal haya aparecido días después de la muerte del padre. Ella no hallaba nada extraño en que, aunque lo espantaran con agua caliente, y no le dieran de comer, el perro siguiera firme en la puerta de la casa hasta ganar por cansancio. El viaje había pasado a un segundo plano. Todas las mañanas, él salía de la carpa y miraba alrededor con el único fin de encontrar un animal, un nuevo tótem en qué creer, un eslabón para alargar la cadena, como si la vida fuera un film continuado. 126


Pero no lo hallaba, se deprimía, y casi no prestaba atención al crecimiento de la panza de su mujer desesperada. —Papá, sé que estás ahí también. Quiero hablar con vos. Vení, León, escucho los aullidos, si es el mismo alma traigan el hueso como gesto de perdón. Manuel sintió que estaba nadando, que iba en un río, de noche, en una noche nublada, sin luna ni estrellas que alegren la oscuridad. Volvían para Buenos Aires, Daniela lo había convencido con el asunto de los hospitales y la obra social, la panza ya redondeaba unos ocho meses. Una llama cruzó la ruta y escapó por un camino, él giró bruscamente y comenzó a seguirla con la furgoneta, es él, son ellos, dijo, y aceleró para no perderla. El animal se detuvo en una casa de adobe y paja que parecía abandonada. En su desesperación ella vació la cantimplora en la cabeza de Manuel. —Haga algo, está temblando. Despiértelo ¿De qué se ríe viejo loco. Él bajó de la furgoneta y corrió tras la llama. De la casa salió un anciano enjuto de cara arrugada, los ojos apenas asomaban bajo los párpados caídos, tenía la piel tan seca que parecía no poder aguantar un rayo más de sol, sonreía, y haciendo un gesto con la mano invitó a Manuel. Daniela bajó desconfiada y se sumó al marido y al viejo. —¿Qué son esas quejas ¿Y este humo, este olor a hierbas ¿Quién es ese hombre semidesnudo de piel curtida ¿Por qué lo veo a él y no a ustedes ¿Es Daniela la que grita ¿Qué pasa. El chamán le ofreció a Manuel reconciliarse con el alma de su padre y aunque Daniela no estaba de acuerdo aceptó y vio como su marido bebía los hongos que le daba el brujo, como entraba en trance, y como el viejo bailaba a su alrededor aullando como un lobo. —Despertá, Manuel, por favor, te necesitamos, no nos dejes. —Ya recuerdo, papá, espero que puedas verme todavía, no quiero preocuparla más, debo irme. Debo volver. Dale, León, por favor, traé el hueso, sé que están ahí. —Mire como aprieta el puño, está sufriendo, no me venga con que está con el perro, no quiero saber de huesos ni de esas pavadas. Por favor, Manuel, por favor despertá. Abrió los ojos, vio borroso el cielo y las montañas, un pájaro volaba alto en círculos, entonces olió las hierbas, distinguió el perfume de la piel de su mujer, giró y miró su puño apretado como si tuviera algo en la mano, de reojo la vio a ella que lo acariciaba tratando de esconder las lágrimas, escuchó claro los aullidos del brujo que bailaba 127


a su alrededor y, lentamente, estiró los dedos, uno por vez, mientras sonreía orgulloso, tranquilo. Daniela comprendió que había vuelto, que todo había pasado, y que de alguna manera, en esa mano abierta, en el vacío de esa palma, Manuel había sostenido algo, algo que devolvió el brillo a sus ojos.

Carlos Caposio- Buenos Aires- Argentina Del libro: Cajita de cartón

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ROLANDO LORIÉ UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

Corrían los días de la década del cincuenta y tantos, tú te encontrabas junto a tus padres, en la estación terminal de ómnibus interprovinciales de la capital habanera. Como períodos de vacaciones anteriores, te disponías a visitar a tus abuelos paternos en el oriente del país, acompañado de tu tía Mabel, los primos Mabelita y Guillermo Antonio menores que tú, además de Nenita, empleada diligente que ayudaba a la tía en el cuidado de ellos. Eran las seis y media de un hermoso atardecer veraniego, cuando uno de los dos choferes del ómnibus, anunciaba a los pasajeros se dispusieran a abordar y chequeaba los tickets con los números de asientos correspondientes, momento en que te despedías de tus padres con besos, abrazos y la promesa a ellos de portarte bien y obededecer a tíos y abuelos. El traslado en ómnibus de tu provincia occidental a la provincia más oriental del país, dónde radicaba el pueblo de tus abuelos, duraba alrededor de trece horas, con breves paradas intermedias. Una vez en el 129


interior del ómnibus, ocupaste el asiento con la ventanilla a tu lado, detràs del tuyo se sentaron Guillermo Antonio y tu tía Mabel y a continuación Nenita con la prima Mabelita. Ya iniciado el viaje, aùn pudiste contemplar la fantástica puesta de sol, antes que diera paso a la noche plena, con su brillante luna y centellantes estrellas. Los asientos confortables del ómnibus, se podían reclinar para dormir, las ventanillas tenían pequeñas cortinas que evitaban el paso del resplandor de luces; un estupendo baño interior bien habilitado y agradable aire acondicionado completaban las condiciones adecuadas para ese extenso viaje a realizar. Tu tía había preparado bocadillos de jamón y queso, empanadas y golosinas, así como termos con agua, leche y refrescos, provisiones que garantizaban satisfacer nuestras necesidades alimentarias, sin necesidad de bajar en las paradas intermedias. En las primeras horas del viaje, encendiste la lucecita que se encontraba encima de tu asiento, para seguir con la lectura comenzada días antes, del libro de aventuras titulado, Sandocan El Rey de los Mares, del autor Emilio Salgari, de esa forma, intentaste entretenerte en lo que el señor Morfeo apareciera y guiara tus sueños. Al igual que en otras ocasiones , la nostalgia y la alegría sentimientos encontrados, se apoderaron de ti durante el trayecto; te separabas transitoriamente de tus padres, hermanos y demás familiares con quien vivías permanentemente por una parte, y por otra, ibas al reencuentro de tus abuelos, tíos y primos paternos, después de un prolongado tiempo sin verlos.Tambièn tus amigos escolares y del barrio, así como los tipos de juegos, se intercambiaban por otros con costumbres y juegos tradicionales diferentes. Esos sentimientos se repetían, cuando realizabas el viaje de vuelta. Era como enfrentarte a mundos diferentes, a pesar de sentirte a gusto adaptándote con facilidad, al estar en cada uno de ellos y extrañarlos. Entre pensamientos y emociones lograste conciliar el sueño por algunas horas, hasta que tu tía te despertó brindándote desayuno, pues quedaba poco tiempo para llegar al pueblo de los abuelos. Descorriste la cortina de la ventanilla y observaste los primeros blandos rayos del sol, anunciando el nuevo día. El verdor primaba en el paisaje que, contrastaba caprichosamente con el rojizo de la tierra y las majestuosas montañas moteadas de blanco al azar, por los troncos erguidos de las Palmas Reales, las que daban el toque de distinción. Los bohíos, vivienda de los pobladores, se intercalaban sin orden preciso, algunos cercanos a la carretera central, otros alejados. Ese conjunto de naturaleza viva, te ofrecía una visión esplendorosa de la campiña cubana, en contraste con 130


las grandes edificaciones y avenidas muy transitadas de la urbe capitalina, habitual para ti. Ya despabilado, los efectos de la ansiedad por finalizar el viaje, te hicieron caminar en varias ocasiones, por el pasillo central hasta el final del ómnibus, donde se encontraba el baño. Leíste algunas páginas del libro de Salgari, pero perdías la concentración con facilidad, por lo que desechaste esa idea como entretenimiento. Entonces te dedicaste a observar las señalizaciones que informaban el nombre de cada poblado y el kilometraje correspondiente; recordabas algunos, de las visitas anteriores, también le preguntaste a la tía los que venían a continuación, calculando mentalmente, la posible distancia que restaba por viajar. A tu lado como compañero de viaje, se encontraba un señor que había estado durmiendo y roncando desde el comienzo del viaje, al parecer muy cansado. Una vez despierto, se dirigió a ti con amabilidad: -¡Buenos días! mi nombre es Marcelino Menéndez, pero todos me conocen por <<El Mago Nardín>>, y tú… ¿cómo te llamas? Rápidamente le contestaste: -Acá a donde voy, me llaman “Habanero” por mi procedencia capitalina. Le confieso que siempre me ha gustado mucho poder hacer magia, y si me enseña algunos trucos, pudiera ser su ayudante en un futuro, señor mago Nardín. -Ja, ja, ja - sonrió el mago en respuesta a tu propuesta y agregó: -Eres muy dispuesto amiguito, te mostraré uno sencillo con las barajas españolas, y otro con una moneda, por favor, presta atención. A continuación, el mago Nardìn sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta vaquera, un juego de barajas nuevo en su caja. Te las entregó para que las cortaras varias veces y te pidió que escogieras una; luego la regresaste al paquete de barajas sin que él pudiera verla. Él tomó el paquete en sus manos y lo cortó también varias veces ante tu mirada, escogió una carta sin observarla y te la mostró convencido de que era la tuya. Ante tu asombro, confirmaste la baraja seleccionada con anterioridad diciéndole: -Esa misma, el as de basto. Después de guardar el paquete de barajas españolas, tomó una moneda de cinco centavos y la puso en el dorso de su mano izquierda y la cubrió con la palma de la mano derecha, la cual retiró con rapidez y la moneda desapareció, mostrándote ambas manos alzadas para que pudieras comprobarlo. Acto seguido colocó las manos en la posición anterior, y al retirar su mano derecha, apareció nuevamente la moneda en el dorso de su mano izquierda. Aplaudiste emocionado y exclamaste fascinado: 131


-¡Bravo… eso sí es magia! Ante tu entusiasmo el mago te aseguró: - La magia en apariencia, no tiene explicación- , y a continuación dijo: -Solo el que estudia y conoce su historia, es capaz de comprenderla y estimarla. Satisfecho por su pequeña actuación ante ti, y tus aplausos, te refirió que, para tener éxito en esos trucos, tus manos aún tenían que crecer más y aprender a moverse con agilidad. Ellas deben ser más rápidas que la vista, no obstante te confesó someramente, el secreto de sus dos trucos y la forma de practicarlos, prometiéndole a él, como aprendiz de mago, no divulgarlo. Contento, agradeciste su confianza; miraste tus manos y le susurraste que tenían que esforzarse y trabajar duro para lograr hacer magia. Te asomaste por la ventanilla del ómnibus con el fin de chequear por dónde iban, después regresaste la vista hacia el mago, y su asiento estaba vacío. Esperaste un rato por si él había ido al baño, pero nada, el señor no apareció. Le preguntaste a la tía y primos si habían visto al señor que estaba sentado a tu lado y para sorpresa tuya, te respondieron que ese asiento, no estuvo ocupado en ningún momento durante el viaje. Entonces pensaste << vaya cosas de la magia, se desapareció él mismo >>. Luego, te asumió ligera duda de haber soñado o imaginado ese episodio, pero enseguida la descartaste; preferiste no hacer comentario alguno con la tía y los primos. Sencillamente, consideraste que fue algo especial, una prueba de los poderes mágicos del señor Nardín; guardaste la esperanza de volverte a encontrar con él, y hablar de lo sucedido en próxima ocasión, además de mostrarle tus avances en los trucos que él te enseñó.

Rolando Lorié- Cuba/ Miami- U.S.A.

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LILIÁN COSTAMAGNA MARCA RÍO

Nosotras, nueve amigas de Brasil, Argentina y Paraguay, que nos conocimos en las clases de italiano en Camerino, Italia, nos reencontramos en Río de Janeiro, “ciudade maravillosa”. Aunque casi todas somos señoras mayores, guardamos en el alma la niñez lejana y salimos a jugar y a divertirnos. Todas somos diferentes, pero el juego nos unifica. -¡Copa…Copacabana! –brincamos y contorneamos las cinturas al ritmo zigzagueante de las veredas blanquinegras. -¿Se dieron cuenta que los sonidos cariocas inspiran vigor y alegría? -Sí, hasta las palabras tienen una sonoridad que provoca fiesta y bienestar. -Porque Río “gosta de gente feliz” 133


-Les propongo un juego: nos paramos en aquella línea y saltamos por las curvas de las veredas, una por cada sílaba. Una por vez y nos vamos ubicando enfrente, allá. Empiezo. Una palabra que sugiera movimiento. Así: -¡Ma-ra-ca-ná!- y llego a la línea. -¡Cai-pi-ri-nha! –Se alinea la segunda. -¡Ya-ca-ré-pa-guá! –Llega la tercera, comenzando más atrás, porque son cinco sílabas. -¡Cor-co-va-do! –Los paseantes y vendedores ambulantes se detienen a observarnos. -¡Pi-ra-ti-nin-ga! –La sexta y se prepara la séptima. -¡Sam-bó-dro-mo! –Ya tenemos a muchos curiosos que aplauden y sacan fotos. -¡Ga-ro-tas! –El aplauso es más cerrado ahora. -¡Sau-da-de! –La última, que es una “minina” romántica, aporta esta palabra, que también tiene ritmo, al subir y bajar la voz seductora. Lo dice tan dulcemente, que provoca ternura. Comienzan los abrazos en una comunión de paz y amor por el prójimo. Para nosotras ese abrazo representa la hermandad latinoamericana. Las argentinas amamos el tango, porque tenemos un corazón nostálgico, como lo que se siente por la pérdida de un amor, así como los españoles, con el flamenco, expresan la tristeza por el dolor que da el desarraigo. Los paraguayos le cantan al amor con las dulces melodías que brotan del arpa. En la tarde de domingo comienzan los preparativos para la protesta gay y los altoparlantes atruenan con sus proclamas y la música tecno. Nuestro juego se ha ampliado, porque nos sacan una foto grupal y otros más se preparan para saltar. La euforia es contagiosa. Muchachos esbeltos muestran sus dientes blancos, que destellan simpatía por doquier. Garotas sensuales. Deportistas. Señoras que muestran sin tapujos sus cuerpos redondos. Señores informales. Niños con sus padres. En Río hay un homenaje a todos sus artistas a lo largo de la costa de Leblon, pasando por Ipanema y Copacabana. Ahí están los bronces a sus músicos y escritores. Tom Jobin, Carlos Drumond de Andrade, Zizzimo, Dorival Caymo, entre otros tantos. La publicidad también es un arte que conjuga todos los sentidos. 134


-¡Asaí –Río! –propone Josefina. -Energizante. –sigue Perpetua. -Antioxidante. –dice Lili. -Asaí-Río, no lo podés perder –recomienda Ángela. -En jugo con frutilla o con banana -aconseja Nelly. -En sorbete helado –Ahora es Luzía quien anuncia. -En cápsulas o en polvo, disuelto en agua –publicita Tereza. -¡Se dice que también Asaí-Río es afrodisíaca! –a coro finalizamos. Giramos en perfecta sincronía y le hacemos un guiño al público. -¡Corten! –Así termina la publicidad que se acaba de filmar. Es un proyecto para fortalecer la marca Río con otra de las tantas características de la ciudad, como el Pan de Azúcar, el carnaval, el estadio Maracaná, sus playas y otros íconos tan increíbles, como el verde de su selva, el blanco de las playas, el azul del mar y la “lagoa” y el sol brillante, omnipresente.

Lilián Costamagna-San Carlos de Bariloche- Argentina

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RODOLFO TORRES ME ENCANTA VIAJAR… EN EL MISMO SITIO

Siempre deseé viajar, pero de manera muy distinta a la usanza tradicional. Es un anhelo que albergo de cuando por ejemplo me tiraba bocabajo y a la larga en el fresco piso del portal de la casa de mi niñez a hojear aquellas revistillas -sin saber leer y escribir de corrido, todavía- en las que vivían figuras capaces de poblar mi imaginación con sus acciones descabelladas y del todo heroicas. Batman y Superman fueron claves en la pérdida de mis “dientes de leche”, cuando yo creía en la certeza de poder volar con una toalla roja o negra anudada al cuello, en dependencia del héroe que tomaba posesión de mi espíritu y en consecuencia de mi cuerpo. Aclaro sin embargo que la verdadera compañía en mis vagabundeos era Toby -creo que formaba parte de las aventuras de La pequeña Lulú-, y la tremenda capacidad que tenía el chico para irse a otros sitios a través de una especie de parches negros y redondos que pegaba al suelo o en las paredes. ¡Hubiera dado cualquier cosa con tal de irme un segundo al otro lado usando uno de aquellos parches! 136


Ya lo digo, mi propósito no era viajar a caballo, en ómnibus, tren, avión, barco, auto o cohete, y ni siquiera a pie, sino a otra dimensión y para lograrlo creía que debía ser a través de ese túnel llamado Tiempo, importándome poco si era al pasado o al futuro. Por supuesto, yo no esperaba que el milagro descendiera hasta mí para uno de aquellos “viajes”, sino que ensayaba una y otra vez porque alguna vez iba a conseguirlo. Y bueno, aquí en esta dura cabeza mía conservo las huellas de tales intentos. Es que hay personas que no entienden los propósitos científicos de los investigadores y buscan siempre la manera de limitarles en sus exploraciones. Esa tragedia me ocurría con mis padres, principalmente con mi madre y sus manos y la lengua rapidísimas y terriblemente duras, juntas y por separado. Pero, lo juro, olvidaba yo los trastazos además de las imprecaciones o en todo caso se me quedaban en la mismísima epidermis pues apenas me alejaba par de metros del “potro de los tormentos” ya estaba ideando la nueva aventura con la que al fin iba a realizar el “viaje” soñado. De veras que quería dejar atrás el tiempo actual o la dimensión conocida y recurría a todos los artificios imaginables. Una de mis más brillantes acciones consistió en tomar “prestada” la batea de aluminio de la vecina y echarme a “La Turbina” en pos de perspectivas diferentes a través de las cuales entraría de cabeza en otro sitio. Es que para entonces había aprendido a leer bastante bien y creía comprender todo y en uno de aquellos muñes me enteré de que “…navegando siempre hacia el horizonte contactaríamos por fuerza con nuevas tierras y otros mundos.” Lo malo era que “La Turbina” –a un costado de mi natal Ciego de Ávilatenía mala fama por ahogarse en ella muchas personas cada año y esa vez yo me la sentí como nunca en mis enrojecidas nalgas, luego de que mi hermano Roberto me rescatara a varios metros de la pantanosa orilla. Mas el ímpetu con que me arrastraba el deseo de “viajar” era superior a chancletazos, correazos, cocotazos, jalones de pelos y de orejas, suspensión del dinero para la merienda, no más televisión por una semana y hasta la prohibición de irme a retozar una tarde con los demás en la calle, y -¡¡el colmo, cuán torturante fue eso!!- que pudiera verles a través de una ventana con barrotes, de cómo todos se divertían de lo lindo jugando a los “buenos” y los “malos” y disparándose revólveres 137


imaginarios para entonces gritarse que la bala le había acertado y “te tienes que morir”, por lo que algunos se tiraban al suelo para luego arrastrarse asegurando que solo estaban “heridos y podían seguir peleando”, a lo que los otros replicaban que no, que “acabaran de morirse pues el disparo había sido hecho con muy buena puntería…” Y yo lamentándome detrás de los barrotes porque ni siquiera podía poner el muerto en una de aquellas batallas campales. Cierto era que no podía salir a la calle pero disponía de otras vías a través de las cuales podía emprender mi anhelado “viaje”, esta vez haciendo uso de ese túnel llamado Tiempo para atisbar un poquito en el Futuro sobre cómo sería la gente de cinco mil años en adelante, y si era verdad que habrían perdido más pelos -tal cual afirmaban los futurólogos en la televisión- y tampoco tendrían tantos dientes ni mucha boca porque apenas sería utilizada para masticar. Y para ello me armaba de destornillador y/o alicate y/o cuchillo y me metía debajo de una cama o detrás del escaparate con el nuevo reloj despertador -casi siempre un caro Big-Ben, que eran los que a mi padre le gustaban por la precisión y el aguante para los encontronazos-, y averiguaba en sus mismas “tripas” cómo y qué hacían aquellos aparatos con el Tiempo, a ver si yo podía encontrar la manera de entrar en el dichoso túnel para irme a otro sitio. Por eso era que compraban otro y la aplicación de un castigo más severo aunque siempre diferente por si acababa de surtir el maldito efecto deseado. Paralelamente, la escuela iba metiéndose en mi cabeza y con más razón aumentaban mis ganas de penetrar Otros Mundos pues se me acrecentaban las posibilidades. Ya era capaz de pescar ballenas a bordo de la historia ideada por Herman Melville, en su Moby-Dick, y de irme a vivir a una islita solitaria, en compañía de Robinson Crusoe, gracias a Daniel Defoe, y de merodear por buena parte del viejo París de la mano de D’Artagnan, en las páginas de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, y de caminar lupa en mano por las húmedas callejas de Londres al lado de Sherlock Holmes, merced a la pluma de Arthur Conan Doyle… Fue cuando cayó ante mis ojos un libro que era viejo y extraño titulado El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra, con el que sí que empecé a “viajar” como deseaba, esto es colándome casi 138


a través de parches redondos y negros, hacia el pasado, para cabalgar sobre el jamelgo Rocinante en pos de gigantes cuales molinos de viento y mirar además en la urdimbre de los conflictos humanos, que eran como los actuales y serían idénticos a cuando no tuviéramos tantos pelos ni dientes. La verdadera tragedia en mi cabeza, desde aquellos días en el fresco piso del portal de mi niñez, era la necesidad que yo mismo me había impuesto de encontrar la vía para liberarme de las ataduras originadas en el Tiempo y no permanecer atrapado en determinado momento como ocurrió a primates y dinosaurios en las antiquísimas y petrificadas huellas dejadas en la lava todavía caliente y en los estratos geológicos de millones de años atrás. Pero, aunque me cueste decirlo, lo cierto es que los seres humanos y los animales y hasta las cosas, todo y todos, pertenecemos a espacios habidos entre dos puntos, digo entre la fecha del comienzo y la del fin, individualizados para cada cual. Me daba cuenta a tan temprana edad de que era un prisionero del Tiempo y de eso era de lo que yo quería escapar ya desde la misma niñez. Aunque para ser honesto nada hay más fascinante que el “viaje” proporcionado por la vida, con velocidad vertiginosa en ocasiones y otras a pasito de tortuga, pero siempre acompañados de viajeros alegres y tristes, que de pronto se apean dónde ni soñaban o siguen más allá de las estaciones que cada cual trae en mente.

Rodolfo Torres, cubano que vive y trabaja en Berlín, Alemania.

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MAITE GLARÍA MI VIAJE A BERLÍN

Querido Rodolfo, anoche estuve en tu casa de Berlín. Era de día y yo estaba de visita, y estábamos por salir a pasear, solo esperando por tu esposa Petra a punto de llegar del trabajo. Cuando me enseñaste lo que llamaste balcón, y al cual se accedía por un estrecho espacio desde una esquina del comedor (yo nunca pensé que podría caber por esa reducida rendija), este no daba al exterior, sino a una especie de área común donde confluían otros balcones -por llamarlos como tú lo hiciste- y había en el tuyo unos adornos colgantes blancos como de nácar y rosas como príncipes negros y también increíbles tulipanes azul cobalto, todo hermoso pero un poco oscuro porque no le daba el sol. Una chica, supongo que era una vecina, como de 11 o 12 años de edad vino a saludarte y a ver quién era yo y detrás vino su mamá, muy parecidas las dos, ambas con inmensos ojos verdes y cabellos negros, largos y sedosos. Durante unos segundos tan solo, cambié la vista hacia otro lugar que tenía muchos más tulipanes, y al volver, ya no estaban las muchachas, pero sí dos magníficos gatos de pelaje negro sedoso e inmensos ojos verdes que ocupaban su lugar. Curiosa, quise preguntarte 140


sobre eso pero tú, con un gesto demasiado rápido, me tomaste de la mano y me llevaste hacia tu casa, aunque por otra entrada diferente al espacio estrecho por donde salimos, y esa nueva entrada daba a una sala pequeña en medio de la cual había -en el mismo centro- un círculo perfecto y en este una escalera de caracol pintada de blanco que iba al segundo piso, supongo, porque allí no subí. Y por ella bajaba un chico creo que adolescente- con una laptop en sus manos, y al que no pude terminar de ver porque en eso llegó Petra, y su saludo fue un Hola Maite en perfecto español, seguido de ¿quieres té? Algo curioso que recuerdo ahora fue que te veía pero no a tu rostro, nunca vi tu rostro en realidad, solo lo percibía, y tu cuerpo era tan esbelto y juvenil como en aquella época cuando estudiábamos juntos en el Pre. Sin embargo, vi con mucha claridad el rostro de Petra, muy linda y muy joven, mucho más que en la foto de Facebook donde están ustedes dos tomando cerveza negra. Finalmente desperté -mientras esperaba el té- de ese viaje a tu casa de Berlín, que nunca fue.

Maite Glaría Cuba/USA

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LUISA ALEJO ¡OLÉ PADRINO!

Pancho el cordobés es la alegría. Nadie como él para la bulería, el más bullanguero de los palos del flamenco. Baile, canto y palmeo con salero inigualable. También para el fandango, el pasodoble, la jota y la muñeira “porque soy andalú, pero canto y bailo de tó España”. Es el que sabe y cumple a pie juntillas los deberes de la paternidad sustituta, en un padrinazgo de tres generaciones anunciado por el campanilleo de alguno de sus coches tirados por caballos, cada uno con su toque particular y que la muchachería barriotera distinguía desde la lejanía: un toque largo y tres cortos y ¡ahí viene el padrino! Una fiesta verlo tirarse del pescante y regalar abrazos y merengues, risas y dulces de huevo. Todos lo conocen y él conoce a todos. Y era graciosa su figura mediana y delgada, envuelta en los pantalones bombachos de pana que lo cocinaban en verano, la camisola de lino con botones de metal hasta el cuello, el chaleco, las botas de suave cuero cordobán y el bonete (la cachucha, decía) que le cubría a medias la también medio pelona cabeza. Inventor, ingenioso, creativo. Con paciencia y esfuerzo infinitos se hizo de una flota de coches de gran aceptación: cómodos, limpios, rápidos y con un trabajo de publicidad, que si alguno no se servía de ellos por necesidad, lo hacía por corresponder a la gracia del Curro. Fue por esta época que se le ocurrió montar una especie de hostal con habitaciones para solteros y fonda, donde Juana, la mulata de alma y cuerpo inmensos, maravilleaba en la cocina las ocurrencias de su hombre: los lunes, caldo gallego y alguna empanada, casi siempre de bacalao con pasas o de sardinas empapadas en una gloriosa salsa zaragallada; los martes, fabada asturiana y frisuelos; el miércoles había cocido madrileño, con su caldo y su correspondiente compango y tortilla de papas; el jueves, algún asado 142


castellano de cordero lechal o de ternera; los viernes eran dedicados a la exquisita coca catalana, esponjosa y delicada, dulce o salada, el sábado, para no olvidar a los canarios, se confeccionaban platos con el infaltable gofio. El domingo era otra cosa. Él era dueño y señor en la elaboración del condumio. Y brincaban por todas partes los olores de la cocina andaluza: paellas, salmorejo con los infaltables tropezones, gazpacho, sopa campera, rabo de buey estofado y había también jaleo, porque siempre aparecía una guitarra y se bailaba y se cantaba y de la mano de la alegría lagrimeaba la nostalgia. En su mundo era triunfador. Sabía cómo correr riesgos sin ser irresponsable y del momento oportuno para una estocada sin ser oportunista. Buen ojo el del Currillo. Pero a veces la vida hace un guiño con el ojo izquierdo, la razón se nubla, el paso cojea, al azar se le ocurre entrar al revés y todo se tuerce cuando menos se espera. Durante una semana Pancho apenas durmió. Pensaba, pensaba y volvía a pensar. Caminó las siete estaciones de su vía crucis hasta que decidió que era hora de su Pentecostés: de la cuadrilla de coches quedó uno solo, arrastrado por el más flaco de los jamelgos, el hostal se vino abajo y con sus restos se compuso una entrega de comida a domicilio donde el congrí sustituyó a la paella, la carne con papas al asado castellano y el aguardiente de caña al ya lejano mosteiro de uvas. Y se percató de que él también precisaba del cambio: los pantalones de pana dieron paso a los de kaki, la camisa de lino a la de algodón y las botas de cordobán a unos vaquetetumbo que suavizaba con grasa de caballo. De su atuendo anterior sobrevivió la cachucha, pues casi se ahoga de la risa cuando se vio frente al espejo con un sombrero de pajilla. - ¡Que feo soy, carajo!- se dijo al final de una carcajada. Después, cavó un hoyo enorme y enterró la nostalgia, ese nosto sufridor, dueño de la tristeza por lo que no volverá; prefirió recordar con alegría todo lo que tuvo y se curó de la enfermedad del emigrante: vivir con los pies en un lugar y la mente en otro. Volvió a nacer desde el útero inmenso de la vida y daba gusto verlo arrastrar los pies tras una conga callejera o bailar una rumba con la sandunga de cualquier negro de la Plaza de Bedoya. Porque “joder, la vida e´ una sola y yo no voy a desvivirla, es la realidá ´“. Y seguía, como siempre hizo, regalando su risa escandalosa, desdentada y feliz.

Luisa Alejo- Camagüey- Cuba 143


ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN CADA UNO VA

¿Qué pienso? Que no hay nada nuevo, que por más que deseemos ser mentores de novedades, terminamos siendo "la copia de..., parecidos a...". Definitivamente lo que hay que hacer es asumir con elegancia que somos unos loros bien mandados, con buen amo que nos ha enseñado a cotorrear lindo, o casi lindo. — Periquito, ¿quiere cacao? ¡rua! ¡rua! ¡ruaaaaa! La originalidad es una palabra muy hermosa, pero como característica de un individuo, es patética. Posar de originales produce prurito. Cuando decimos, “sueño con un cielo lejano”, no es porque queramos ir hasta la cochinchina o literalmente hasta el fin del mundo. No, tan solo es una manera de expresar anhelos o añoranzas de mundos cada vez más 144


sutiles. Para ese viaje cada uno se toma el tiempo que requiere su alma, cada uno va con el ropaje que ha escogido no con lo que otros le impongan. Cada uno va consigo mismo, trastabillando o firme; cada paso lo da de día o de noche, transitando por caminos llanos o pendientes, aguantando resolanas, lluvias, tempestades, saqueos, abusos, o a veces, gozando a plenitud de la dicha. Cada uno va porque así lo decide íntimamente aunque no siempre esté consciente de ello. Lo importante es que “sí o sí“, va. Es su decisión y de nadie más. Nadie puede conducir al otro, ni el padre o la madre, ni el hermano o el amigo, mucho menos los afanados pastores; todos, quizás, quieran indicar rutas, sin embargo, el alma, por su misma naturaleza, es positivamente sorda, viene con tendencia innata al descenso o al ascenso, y también, sin saberlo muchas veces, actúa como ave de alto vuelo, o como creatura de pozos profundos. Según sean sus necesidades y libre albedrío, así hace su marcha. La sociedad, de acuerdo a los códigos con los ha regido a la manada, se molesta cuando el comportamiento individual es marcadamente diferente al de la mayoría (como originales, ¿no?). Adentro de cada individuo hay un sentimiento innato de lo que es volar, un recuerdo vívido de infinitas travesías y de paisajes vistos desde imponentes alturas; dentro de cada uno existe la sensación de siempre haber tenido la vista aguda, sentimiento preciso de simultáneamente ser ruta, águila, roca escarpada, y nido. Sí. Sea volando, andando, reptando, nadando, o en la quietud del vegetal o la roca, el ser siempre va, es eterna su marcha, es eterno su refundirse dentro de las nociones de Tiempo y Espacio. Ana Lucía Montoya Rendón Colombiana

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MARIO SARLI EL TREN A LACROZE

La campana de salida era puntual. La locomotora, con su pitada, apuraba saludos y el andén se convertía en un enjambre de manos alzadas y entusiastas. Con ojos brillantes y sonrisas exaltadas, algunos pasajeros sacaban medio cuerpo fuera de la ventanilla, para ese abrazo necesitado o beso último, antes de partir. La intensa despedida, otorgaba sentido y denotaba lo que vendría: Buenos Aires. Apresurada, con luces sin descanso y rapidez de tránsito. Buenos Aires con escaleras mecánicas nunca usadas por los provincianos o cruces de grandes avenidas con palpitaciones. Miradas azoradas por la altura de edificios que marean. O ese caminar entre gente agitada sin estar apurados. Esconder el “ser del interior” y sacar pecho de viajero habitual o experto en subir o bajar del “bondi” en movimiento. Buenos Aires no era cualquier destino. ¡Era la capital! El tren a Lacroze, portaba ilusiones de progreso en los estudios o trabajos. Desandaba pobrezas, quietudes, tradiciones o viejas costumbres. Era salir del pueblo para hacerse ciudadano del mundo. Dejar las siestas para vivir sin 146


descanso. Era circular con premura, extrañando, las tranquilidades. Buenos aires era también, la ilusión de ser y hacer, lo que en el pueblo no se podía. De ver jugar a Boca o River y contarlo por carta. De encontrarse por la calle con una estrella de televisión o cine, disimulando la sorpresa, como si no importara. Era también regresar con ropa de moda y hablar con “eses” exageradas, como hablan los porteños, (debía notarse que se estuvo en Buenos Aires). Tren ligero y ágil de partida, que se transformaba en lento y silencioso al retorno, especialmente cuando se volvía con ilusiones estalladas o esperanzas tenues de volver a insistir, en otro momento o quizás nunca. El tren a Lacroze nos transportó con alegrías y en ocasiones, nos trajo con penas. Pero nunca el dolor del pueblo fue tan profundo como cuando de un plumazo en el Gobierno, silenciaron la campana puntual de salida, el silbido de locomotora arrogante e hicieron desaparecer el enjambre de manos alzadas, que saludaban con entusiasmo.

Mario Sarli- Buenos Aires- Argentina

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MIRYAM COLOMBOTTO DE SEIA VIAJAR EN UN CUADRO

Sábado por la tarde, es esa hora en que comienzan a llegar despacito las primeras sombras. Una llovizna insistente vuelve más gris de ciudad - o tal vez sea mi ánimo el que impregna todo con ese tono solitarioHe salido a buscar una distracción, un poco de calma para la nostalgia que suele invadirme los fines de semana tan rutinarios! Mis pasos se adelantan por el largo corredor de la Galería de Exposición de cuadros. Decido dejar afuera mi desgano y disfrutar realmente de cada rectángulo de color y sugerencias, que cada pintor ha puesto en su creación. Me enseñaron a pararme a cierta distancia de un cuadro para apreciar mejor su perspectiva y voy aplicando el consejo frente a cada uno de ellos. Aquí hay un óleo que refleja una marina; allá líneas, arcos entrelazándose en un nivel que brinda la sensación de un espacio sideral… Colores, formas, mundos que nacen de otros mundos interiores que quieren expresarse en un lenguaje distinto. De pronto, algo me clava en mi sitio. 148


Una sensación muy dulce, de reconocimiento, me detiene frente a un cuadro que de tan simple, trasciende. Es un viejo patio, un muro, un duraznero en flor y una niña jugando cerca del árbol. Eso es todo. Ya no es sábado. Ni llueve. Ni yo en la Galería de cuadros… Estoy en una vieja casa y hay sol. Y soy parte de la infancia; éste es mi patio… ¡Era tan bueno tenderse en la tierra y mirar el mundo desde la altura de los pastos! No sólo porque todo parecía más importante sino porque podía descubrir pequeñas vidas en las grietas de una piedra o entre las gramíneas… en las raíces del árbol que sobresalían en partes, o en un orificio en la tierra; pequeños habitantes cabían en mis manos y tal vez ¿quién sabe? a lo mejor pensaban y creían que yo era un gigante… El patio tenía rumores y olor de glicinas. Porque ese aroma hablaba de una estación de flores y también, simplemente, porque así lo sentía en mis cortos años que exigían belleza, colores, ilusión… Miro el cuadro largamente y aunque quiero, ya no veo los otros, éste ha calado muy hondo en el recuerdo de mi alma y agradezco íntimamente a quien así lo pintó, a quien rescató un puñado de cosas entrañables y sencillas que de algún modo me pertenecen, aunque sean suyas. Creo que se ha establecido ese puente de comunicación entre la obra del artista y el espectador. Sonrío cuando salgo al encuentro de la llovizna. Al llegar a casa me encuentran misteriosa, al preguntarme dónde había estado todo ese tiempo, respondí: -En mi casa, jugando en el viejo patio, con mis nueve años. - Ah, ¿sí? ¿Y quién te llevó? -¡Ah… Un cuadro. He viajado en un cuadro.

Miryam Colombotto de Seia- Santa Fe- Argentina

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ETHEL SAAVEDRA GARCÍA EL TREN DE LAS 4 p.m.

Pasaban los minutos y ansiosa no dejaba de caminar de un lado a otro. No entendía cuál era mi afán, estaba a tiempo, quizás esa maldita rueda interna que me empujaba a andar siempre a las carreras se apoderaba nuevamente de mí. Había llegado a la Estación del tren quince minutos antes. El tren cumplidamente se acercaba, sentí el ruido sobre los rieles que parecían crepitar ese día más de lo acostumbrado. El pito anunciando su llegada se hizo sentir, parecía un pájaro herido a la hora de morir. Esperé para que algunos pasajeros se bajaran. Tomé mi falda que llegaba a los tobillos con la mano derecha alzándola un poco para no tropezar. Al interior di un vistazo y encontré asiento casi en la mitad del vagón, el resto estaban ocupados por pasajeros que continuaban su viaje. Cómodamente sentada abrí el libro que por esos días leía, el trayecto me era tan familiar que no me llamaba la atención volver a contemplarlo. Quería devorar el libro. El suspenso al cual me tenía acostumbrada Agatha Christie me empujaba a ello. Alcé mi cara y me encontré con los ojos de una mujer que estaba sentada al frente, vestía un traje gris claro con una gran capucha negra que le 150


cubría parte del pelo. La mujer tenía un libro abierto entre sus manos. Me llamó la atención saber qué leía, pero su mirada penetrante me dio escalofrío. No supe si sonreírle o volver mis ojos a la página 90 de mi libro. La mujer tenía aproximadamente 50 años y se le veía bien cuidada su piel. Esa mirada me dejó inquieta, era penetrante, analítica y el color de sus ojos se asemejaba a una esmeralda finamente tallada y en la boca de la mujer se divisaba una extraña sonrisa, diría yo un tanto maquiavélica. A pesar de todo, la mujer se me hizo atractiva. No podía ser indiferente ante aquella mirada que se posaba en mí y que me estremecía sin saberlo, hasta le echaba la culpa a mi imaginación por estar leyendo el libro de Agatha. No sabía si me estructuraba esa mirada o me aniquilaba. Y ante su insistencia surgió entonces una pregunta en mi interior: ¿Le gustaba yo a esa mujer como mujer? ¡Por Dios!, mi mente se estremeció: ¡Nooo!, necesitaba algo que me sacara de esos pensamientos tan absurdos y que iban en contra de mi esencia femenina; a pesar de mis años el gusto por mi marido era certero. Con esa idea me moví en el asiento y continué mi lectura con la firme convicción que estaba como en otro mundo. Estaba totalmente fuera de mí. Había transcurrido una hora y no avanzaba en mi lectura, era como si una fuerza entre esa mujer y yo flotaba en el ambiente. Al bajar la mirada me encontraba con los zapatos negros de la mujer y empecé a sentir molestias conmigo misma. Así de esta forma no sabía qué hacer, donde colocar mi mirada, porque ahí estaba ella desquiciándome, lográndome intimidar y hasta la asemejé a Miss Marple, la protagonista del libro de Agatha: una mujer solterona entrada en años y tremendamente curiosa, aunque no sabía qué era lo que curioseaba en mí. De un momento a otro vi por el rabillo del ojo a través de la ventana que tenía a mi lado, que en el paisaje externo había una luz azul clara envolvente. En ese momento justo cuando entendí que era mejor mirar el paisaje, la mujer se paró y avanzó alejándose del lugar. Intrigada empecé a mirarla y con sorpresa no podía entender lo que estaba sucediendo: la mujer levitaba, ¡sí!… levitaba. Asustada y sin comprender nada y esperando el túnel acostumbrado que me aseguraba que estaba cerca de St. Mary Mead, aquel pueblecito en el cual vivía hacía muchos años junto a mi marido, (el mismo en el que había nacido Miss Marple), noté que el túnel en el cual estábamos inmersos, continuaba de color azul celeste. Sin entender busqué nuevamente a la mujer sin encontrarla, y cuál no sería mi sorpresa que no vi al resto de pasajeros. 151


Empecé a sentir una sensación de ingravidez y mis oídos parecían llenarse de aire que no permitía que escuchara el acostumbrado deslizamiento de las llantas sobre los rieles, ni los acostumbrados tres quejidos de la locomotora abriéndose vía antes de llegar al túnel. Según me dijeron desperté hacia las 7 de la noche y al notar con detalle el sitio donde me encontraba, supe que era el hospital de Sr. Mary Mead. Quise levantarme pero una mano me contuvo con fuerza, recordé a la mujer y pregunté por ella, me explicaron que el tren donde viajaba se había accidentado y la única sobreviviente era yo y que entre los muertos no había ninguna mujer con esa descripción. Aseguré que la mujer existía, que la había visto, que estaba sentada frente a mí. De inmediato el médico dio la orden de colocarme un sedante al cual me opuse argumentando que no lo necesitaba. Minutos después entró mi esposo al cuarto y el médico dijo que nos podíamos ir. Al llegar a casa mi marido me pasó el libro de Agatha que le habían entregado cuando me encontraron. Esa noche soñé con la mujer riéndose de mí y aterrada me aferré a mi esposo quien me tranquilizó, hasta volver a dormir. Días después logré finalizar la lectura del libro, y con escalofrío leí la descripción que Poirot hacía de una mujer de ojos verdes, vestida de gris y que al girar su cabeza mostraba debajo de su capucha el rostro de la muerte.

Ethel Saavedra García Colombia

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CARLOS TORRIJOS EN LA DISTANCIA

Todo es una mera ilusión, el que lo sea, no quiere decir que no me encantaría que no lo fuese. Me encuentro solo en casa, Lucia madrugó para ir a clase, Ana y Raquel acaban de partir, con la persiana bajada para que no entre ni un mínimo ápice de luz en la habitación, me dispongo a realizar un viaje imaginario. Mi madre seguro que aún no se habrá levantado, luego a media mañana la llamaré, pera ver que tal sigue todo por allí, espero que bien. Alzo las manos con los dedos bien separados para recoger toda la energía posible. El cosquilleo en las yemas se acentúa, los codos se van doblando lentamente y los antebrazos se pliegan hasta que las manos se llegan a unir sobre el pecho. Voy dejando de percibir la existencia de mis músculos de los hombros hasta los dedos de los pies, dejo de sentir mi respiración al tiempo que parece irse alejando el tic, tac, del reloj que hay sobre la mesita de noche. En ese fresco portal, al subir dos peldaños, justo allí, la empinada escalera, con la puerta del corral en todo lo alto, me saluda invitándome a escalarla, ayudado por el pasamanos de madera, hasta el primer piso.

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Nadie me espera, doy unos golpes con los nudillos en la puerta de madera. Toc, toc, toc. ¿quién es? - Abre, soy yo. Tras la puerta, la dama más bella, de entre todas las damas. En un abrazo se funden nuestras auras, como un solo haz de luz. En ese instante se detiene el tiempo, un momento tan esperado que pretende no tener fin. Entre tanto: - Pero si es mi Carlos. ¿Y la Ana? ¿Y las chicas? - En el cole. - Pero entonces ¿has venido tu solo? - Claro. - Vamos a la cocina, que tu padre está dormido. Al dar la luz, pudieron oír claramente el clic de la llave, pero la luz no se encendió, tampoco hacía falta. - Anda, ¿pues no decías que habías engordado? - Claro, unos kilos, se me ha ido todos a la barriga. - Bueno, cuidado no revientes. - Y tú ¿Qué tal? - Bien, como siempre, si no fuera por eso, es que hay días que me da no sé que salir de casa, porque mira, si en medio de la calle y claro. - Pues yo te encuentro estupenda. - Si, un saco de huesos. - No dices que engorde, pues engorda tú. - Pues si como bien, pero cada día peso menos. - Nada mamucha, tú tranquila, que todos los días dicen por la tele que la obesidad es muy mala. - Si, tú ríete, pero yo no me rio. - Y qué puedo hacer si no. - ¿Entonces la Ana y las chicas están bien? - Si, Raquel como siempre, aunque creo que ha engordado un poco, poquito y Lucía ya una moza, jobar como pasa el tiempo. -Es que tu padre y yo ya no estamos para viajes, ay mi Raquel, hace que no la veo. - Un día de estos, pero no sé cuándo. - Ya, ya; el caso, es que estéis bien y que os llevéis bien todos los hermanos, hijo, es que se ve cada caso por la tele todos los días. - Por eso tranquila, eso son bobadas, que se inventan, porque no saben que poner, - No, si el caso es que para ti todo son bobadas. 154


- Bueno nos tenemos que despedir, es hora de levantarse y seguir con el día a día. - Pero todo, ¿y te vas a ir sin felicitarme? - No. Por supuesto que no. Hubiera sido mi mejor regalo, que esto para ti, no fuera un agradable, pero simple sueño, ahora debemos volver cada uno a su cama. Los dos, se vuelven a fundir en un abrazo del que la luz, se va desvaneciendo lentamente. En ese momento, se despierta sin saber porqué, se levanta, sube descalza las escaleras de la cocina, la luz está encendida, mira atentamente, no hay nadie, pero puede sentir un escalofrió que le recorre toda la espalda, al tiempo que una voz, la que ella reconoce perfectamente, la de su Carlos, le susurraba al oído: Felicidades mamá.

Carlos Torrijos C.a.r.l. (España)

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MARGARITA POLO VIAMONTES VIAJES A TRAVÉS DEL TIEMPO

Mis ansias de viajar vienen en mis genes, llegó directo a mí en el ADN de mi padre Antonio Polo, ferroviario de profesión, quizás hasta del ancestro Marco Polo y sus periplos por el continente asiático. El caso es que viaje desde antes de nacer en los espermatozoides paternos, inquieta como siempre por llegar al destino, según mi madre, regresó papi el viajero, sin previo aviso a la cama nupcial, y logró sorprenderla con la fecundación de sus óvulos maduros. ¡Claro! Mi madre me lo contó jocosa y sin tanto rigor científico pues ella desconocía tales términos, pero para el caso es lo mismo. Mi padre la sorprendió dormida con su regalo sexual, y sin las precauciones usuales, el huevo fecundado se convirtió en la Margarita de hoy. Para colmo de mis viajes imprevistos llegué al mundo, en la camilla en que conducían a mi madre para el salón de parto en la recién inaugurada Maternidad Obrera camagüeyana. Mi niñez fue prodiga en viajes a través de mi isla natal, gracias a las posibilidades de mi padre ferroviario, conocí buena parte de Cuba, viajando desde la zona central, con que se catalogaba para entonces Camagüey, hasta la oriental Santiago de Cuba; y hacia el occidente a La Habana. Como lógica paternal, donde no existía ferrocarril central, no llegaban sus recursos, ni mi conocimiento visual geográfico; por eso quedaron sin mis visitas habituales, por ejemplo, Pinar del Rio e Isla de Pinos, hoy rebautizada de la Juventud.

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Bueno, también tuve la suerte en la adolescencia, extender los viajes, con el radio de acción en la zona oriental hasta Holguín y Bayamo; también en centro y occidente del país a la entonces Villa Clara y Matanzas. Cada nuevo viaje era un conocimiento de paisajes y poblaciones diversas. Disfruté de valles, montañas, ríos y el mar, éste golpeó con mayor fuerza mi corazón. Ante el mar caribeño y antillano comencé a sentir la necesidad de cruzar sus aguas, navegando con proa hacia otros países, solo un sueño para los cubanos impedidos por las leyes vigentes de cruzar las orillas. Entonces incluso inalcanzable para mí, profesando el periodismo nacional, aunque fui invitada nada pudo concretarse, pues viajar un cubano en mi juventud era solo para estudiar en el llamado campo socialista, trabajar allá como técnico o “designado” para tareas que nunca llegaron a mi mesa de trabajo. Seguí pues mis viajes por la isla de un confín al otro. ¡Me encanta mi Cuba! Sus paisajes, su gente, sus tradiciones. Por supuesto, algunas costumbres fueron cambiando, ya no viajaba en el tren usual de mi padre. Aquel ferrocarril central, con coches camas, algunos especiales de lujo, otros de comedor y de equipajes. Cuando en cada estación se encontraban “chucherías” tan ricas como el pan de Caracas, la cremita de leche de Cascorro, el dulce coco acaramelado o el prieto oriental, las melcochas, el bocadito de pan con lechón asado, las frutas frescas, las viandas y no recuerdo cuantas cosas más. Los vendedores ambulantes casi siempre campesinos, pregonaban sus productos en los laterales de las vías férreas o subían con sus cestas o jolongos repletos, con su premura por servir a los viajeros en el breve espacio de tiempo en el que bajaban algunos pasajeros y subían otros a nuevos destinos. Era una fiesta total, los niños queríamos de todo aquello en cada estación, pero mi madre precavida siempre, llevaba sus propias golosinas y las sacaba de sus bártulos como mago del sombrero, sin embargo, siempre algo más nos deleitaba de aquellos visitantes risueños y obsequiosos con sus buenos precios y calidad en su mercancía. Con mi profesión viajaba en los aviones de cubana. Como son apenas minutos de vuelos de una punta a la otra de la isla, incluso a Nueva Gerona, los refrigerios eran parte del pasaje al comienzo, y al cabo de los años desaparecieron como los vendedores en los viajes por ferrocarril. Cambios y más cambios en los trayectos, hasta llegar en un reportaje al viaje inaugural de la pesca del bonito, en un “ferrocemento” navegando hasta casi las costas de la Florida, bordeando los cayos al norte del archipiélago cubano en busca del cardumen.

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Resultó fantástico navegar a mar abierto, por el estrecho de la Florida, incluso en medio del vendaval con oleaje gigantesco, causante al final del regreso al puerto de Nuevitas, antes de concluir la jornada, sin conseguir el bonito que se escondió de la vista activa de los pescadores, a quienes más de una vez los confundieron los juguetones delfines y los golosos tiburones, los cuales acabaron con la manjúa, carnada que deleitó a todos en el trayecto. Mi madre disfrutaba de mis viajes, se reía mucho, pues la llamaba desde los lugares más increíbles para ella; describiéndole las bellezas naturales, o los encuentros con los personajes entrevistados. Ahora pienso en ella cada vez que realizo un viaje, me encantaría narrarle, al menos comentarle sobre mis visitas con mis hijos y nietos al Niagara para admirar sus increíbles cataratas en Estados Unidos y Canadá; las visitas a los estados del este norteamericano, los pioneros de las trece colonias más al Norte y los demás cercanos a la Florida. Me hubiera gustado llamarla, desde Europa, durante la visita a mi amiga entrañable Elka a su Bulgaria natal y a Grecia, con escala en la casa de Rodolfo y Petra en Berlín, Alemania; también contarle desde altamar, el periplo en el Allure of the Seas, entonces el trasatlántico mayor del mundo en su viaje inaugural invitada por la sobrina Leticia, haciendo escala en las Islas Vírgenes; o en el viaje de crucero con mis hijos y nietos hasta la Costa Maya, pisando suelo hondureño y mexicano. También me encantaría hablar con mi madre desde Leominster, MA, ciudad cercana a Boston donde radica mi hija y su familia. Ahora mi mente viaja ligera hacia el pasado, al ferrocarril central cubano, donde disfrutaba junto a mis padres, hermanos y sobrinos en mi niñez. Extraño a mis viejos, sus anécdotas, y nuestras conversaciones sobre los viajes. ¡Qué cantidad de recuerdos! Cuando en mi viaje más reciente, de Boston a Miami, logré por primera vez entrar al Internet volando sobre un gran colchón de nubes, tuve muchos deseos de comunicarme con mis padres por email o la webcam, como suelo hacer con mis hijos y amigos residentes en otras partes del mundo. Si mis viejos y hermanos ahora radican allí en el cielo ¿Por qué no lograr esa comunicación entre nosotros? Sueño que, con los avances de la ciencia, pueda conectarme con mis hijos y nietos, al final de mi existencia terrenal, en viaje al Más Allá junto a mis ancestros.

Margarita Polo Viamontes- Cuba/ Miami- U.S.A.

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ALICIA CORRADO MÉLIN CONFLUENCIA

Cerró la puerta enojada, apretó el botón del tres y ahí nomás comenzó nuestro viaje. Mirá el I pood que tiene, yo trabajé todo el año para un celular de mierda y éste con ese aparatito. El techo del ascensor aplastaba mi flequillo, esperar hasta el tercer piso y que el techo del ascensor no aplastase mi garganta. Unos segundos en vapores de fritanga y madera, así olía ella detrás del rostro pálido y regordete. Envuelta en un tapado que alguna vez tuvo un color y ahora la cubría hasta las piernas rígidas; estancada allí como adueñándose del lugar. El pelo ceniza, toda ella ceniza, sólo una cadenita plateada en su cuello, con un dije de letra eme. Así las dos en distintas geometrías pero hacia el mismo sitio, en medio de un espacio donde nos escuchábamos los pensamientos; afuera el pibe con su I pood y ella que se apresuró a marcar el piso, sin dejarlo entrar y yo que no abrí la boca para defenderlo, ella tan en mi cabeza. En esos lugares los temas suelen ser climáticos, asemejando un reglamento para salas de espera, taxis y colas de trámites, pero la mujer no abordó nada de eso, largó lo del pibe y buscó mi mirada de complicidad, al no encontrarla agudizó sus ojos chiquitos, desafiantes, sin parpadeo, frente a mi cara. 159


Algo comenzaba a inquietarme de su presencia, de reojo seguí su molestia, solo de reojo, entonces suspiró profundo, partículas de aire espeso impregnaron desde la señora eme. La sentí detrás de mi nuca, como desatando un comando de gnomos despiadados en nuestro recorrido. Enmudecí, sólo el deseo de escapar y por cada segundo, un vaho caliente y áspero sacudía las paredes. Desde afuera entraron voces lejanas, palabras sueltas, como fragmentadas de un ayer y de un hoy emergente. Dentro del ascensor tic tac tic tac tic tac marcando un tiempo en latidos arrítmicos. La lucecita roja señaló el piso dos, lento dos como un goteo perezoso. Otra luz nos alumbraba desde el foco blanco repleto de insectos ya sin vida, esperando su duelo digno. Las dos al descubierto, sin confesiones. Giré mi cabeza y nada más pude detenerme en las manos de la mujer, dedos macizos de la señora sin I pood. Los movía inquietos, en un tamborileo aéreo, así hasta llegar al tercero. No sé por qué lo dije, dos palabras que podían quedarse adheridas en un pegote junto a los insectos iluminados, y sin embargo mi Pobre chico se hizo sentencia en su mirada. Sentí el ardor en el cuello, no pude gritar, no salía, busqué auxilio con ojos de pez, pez con aletas rotas, en eso me había convertido mientras el cuerpo flotaba. Un tumulto pausado detrás de la puerta, ya abierta. La mujer eme no estaba. Hicieron un círculo chismoso y asfixiante a mi alrededor, me ausenté en el ruego de santiamenes que fluctuaban entrecortados; el rostro de mi hija fue la última imagen que viví. Luego, una mano me sostuvo hasta dejarme pequeña y no sé, creo que ocurrió así, con esa memoria remota que me fui y no volví nunca a un ascensor, tampoco a respirar, pero a ella, a la señora eme, la encontré tiempo después.

©Alicia Corrado Mélin. Mar del Plata/ Pcia. Buenos Aires- Argentina

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MARÍA TERESA FANDIÑO ¡QUE BUENA IDEA!

Durante los últimos meses aparté dinero y lo escondí en mi caja de música. Al abrirla suena una canción y, como si agradeciera mi esfuerzo, una bailarina me alegra el corazón. Cada mes me costaba un mayor esfuerzo, pero me sentía más cerca de ese viaje que me gustaría hacer. Deseaba visitar Florencia o bien el palacio de Versalles en París… ¡Imposible! No alcanzaba. El dinero salía al mismo ritmo y de la misma forma que entraba en la caja. Me sentía agobiada, necesitaba viajar, salir de mi casa…Ni siquiera a través de la ventana podía apreciar el paisaje; allí permanecía la bruma junto al río que, armonioso, parecía susurrarme al oído mientras la humedad del ambiente rezumaba con generosidad. Durante unos años sufrí en silencio, me consolaba viajar a través de la pantalla del televisor; sentada en mi sofá la envidia hacía rechinar mis dientes, morderme la uñas…deseaba situarme en cada lugar con el que me sorprendía aquel programa de televisión. Viajé por todo el mundo, recorrí las costas de Italia y de Grecia; más tarde en Turquía, visité la 161


Capadocia y Estambul. Recorrí la selva negra en Baden-Wurtemberg, Alemania, y paseé por el parque Lazienkien, en Varsovia, escuchando un concierto de piano de Chopin. Crucé el puente de Londres, y visité su museo de ciencias naturales. Estuve en la Torre Eiffel en París, allí creí ver a aquel aviador que pasó bajo la torre hace tantos años y paseé por el jardín de las Tullerías. Me fascinó Miami, Buenos Aires y Perito Moreno, la ciudad de Nueva York llena edificios gigantes, de gente, de comercios y luces de neón… Mis viajes virtuales no me satisfacían, al igual que en una película de amor, no podía saborear su tacto. Un día, de visita en el metro de Moscú, casi me da un ataque de envidia, agobio o una mezcla de ambos. Necesitaba tomar una medida urgente. ¡Ahorré todo cuanto pude! Intenté prescindir de la peluquería, de cenas con amigos, rebajé presupuestos… ¡Imposible! Mi vida interior se enriquecía cada vez más como consecuencia de mi aburrimiento. Debería de vencer aquel estancamiento o entraría de lleno en una depresión. Me sentí ineficaz para llevar una economía doméstica, pues no era capaz de incrementar mi recaudación. Siempre aparecía un gasto extraordinario, si no era la ruptura de un grifo, era la del automóvil. Soñé con una pradera llena de billetes verdes, ese día descubrí que estaba obsesionada, era urgente en extremo tomar medidas. Tomé una decisión, robaría; lo haría de una forma inteligente, no quería acabar en la cárcel, desde allí no se puede viajar. Después de meditar sentada en el suelo, en mi posición de antiguo de indio de las películas, se me ocurrió algo brillante. ¡Qué buena idea! Me apeé de mis tacones y me enfundé unas zapatillas roídas; dejé de ducharme cada día, pues una vez por semana me daría mejor imagen y me bastaría…me presenté en «la cocina económica» allí dan de comer a los pobres; fuimos en manada, claro está, pero me ahorré un buen dinero cada día. Además adelgazaría. Un día, al atardecer, me encontré en una esquina, suplicando: deme algo, deme algo… ¡Y me daban! La gente me preguntaba por qué pedía, y yo gritaba: ¡ITALIA! ¡ITALIA! Realmente deseaba con todas mis fuerzas llegar a Italia y poder regresar, claro está, y como hablaba con acento italiano, me creían. Me sirvieron las

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clases que había tomado en aquella época de «vacas gordas», en la que había viajado; había podido permitírmelo. La gente se paraba, les daba lástima y siempre tenían un dinero para mí, creían que pedía para regresar a mi casa. Yo, inmutable. Al final del día, acabo dándole dinero a mis compañeros mendigos, ellos lo necesitan para comer…Esa acción me hace sentir pletórica, me consuela pensar que al menos puedo sentirme bien de esta forma. Sin embargo, alguna vez pienso: «A ver si alguno de estos está pidiendo para irse de viaje….» Pudiera ser, mas «No deben pagar justos por pecadores» Cierro los ojos y me veo ya en la Plaza de la Señoría observando al falso David de Miguel Ángel, o tal vez en la Galería de la Academia visitando al verdadero. Cierto es que allí estaré, ¡hoy he comprado mi billete! mi caja de música suena más y más... María Teresa Fandiño- La Coruña- España Derechos reservados

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JORGE LACUADRA EL VIAJE

El paisaje se repite a ambos lados del camino, una analogía de paredes de laberintos con follaje de árboles en vez de rojos ladrillos. Son los últimos días del invierno, pero la humedad impone sus condiciones, sofoca pequeñas zonas del país y les regala una limosna de viejas tormentas de verano. Estamos en una pausa de los elementos, solo el sonido del motor repercute en nuestros huesos y cavidades casi adormeciéndonos. Tu mirada en mi mejilla, recorriendo mi perfil como si quisieras retener algún recuerdo, o quizás robarle algún centímetro a mi piel, para luego recomponerlo en tus dulces sueños. Tu mano derecha levemente apoyada en la ventanilla, absorbiendo frescas vibraciones; la otra, extendiendo apenas tres dedos para tocar mi pierna, los siento apenas a través del jean, pero sé que estas ahí. Quisiera, como siempre te lo he 164


dicho, saber que estas pensando, no quiero que tu mundo imaginado sea distinto al mío, pues hace algún tiempo que por amor, deje mis egoísmos confinados a épocas pasadas, carentes del sonido de tu voz. Hay pequeñas risas y parloteos en el asiento trasero, nos acompañan desde hace unos momentos, han despertado ellos de una pequeña siesta y sus juegos son leves, roces amodorrados. Han sacado los peluches de la luneta trasera, desparramando sus colores entre sus piernas y sus manitos. Tendrán apetito dentro de un momento, pero la ciudad no esta lejos y será muy bienvenido, ese chocolate que a todos nos gusta y un trozo de torta que ellos saborearan como si fuera echa con tus manos, aunque sea de una panadería del camino. Hay pequeños golpes sobre el respaldo de mi asiento, que me dicen que sus piecesitos están inquietos, diminutas zapatillas con cromos de cómics y ojales rosados con brillantina. La carretera funde su perspectiva frente a nosotros, colapsa su monotonía en el horizonte atardecido. Nos quedan pocos minutos para llegar a la ciudad; a lo lejos se vislumbra una tormenta como pocas. Tenemos que buscar un refugio mayor que nuestro coche, nuestra pequeña isla. A lo lejos un trueno retumba, y una raíz de luz busca la tierra. Nos lanzamos como náufragos hacia una playa de cemento, unidos por un vínculo muy fuerte, por el amor más grande, por la dicha de poder dentro de unos instantes, abrazarnos y alejar todos los miedos.

Jorge Lacuadra – Córdoba- Argentina

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RAQUEL PIÑEIRO MONGIELLO EL VIAJE AQUEL

Nos fuimos al aeropuerto José Martí de la Habana e hicimos todos los trámites pertinentes, para iniciar el viaje de regreso a la Argentina. Ya ubicadas en los primeros asientos, esperamos que el avión comenzara a partir. La sensación de sentir como iba tomando altura el aparato, nos fue llenando de una sensación indescriptible. Ya iniciada la normalidad del viaje, comencé a hablar con mi hija de todos los temas habidos y por haber. Las horas pasaron y todo seguía normal. Pasó un rato largo, y nos sentíamos un poco adormecidas.

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Hasta que algo nos llamó la a tención y fue cuando observamos como cerraban las cortinas de la cabina y trasladaban a un matrimonio, sentado en la fila paralela a la nuestra, a otros asientos. Ellos preguntaron por qué y no hubo respuesta inmediata. Allí el pasaje comenzó a preocuparse. Después supimos, allí estaba la puerta de emergencia. Todo era muy rápido y nos dimos cuenta de que algo no era normal. El temor se apoderó de nosotros y yo lo único que le pedía a la muerte, era que no tocara a mi hija, quien ya se sentía muy mal. Al verla así, un señor cubano comenzó a hablarle, explicándole que a veces pasaban esas cosas, pero que se quedara tranquila, porque todo iba a salir bien. No obstante en el pasaje, ya había una inquietud muy grande, una señora tenía una crisis descontrolada, y la azafata le hablaba suavemente para tranquilizarla. Después de un rato supimos que por exceso de peso, el avión debía soltar parte del combustible al mar y volver al aeropuerto de Cuba, para reparar el tren de aterrizaje por una avería. Saber que uno tiene la vida en un hilo, nos tenía aterrorizados, todos estábamos muy asustados. Mi persona tenía un solo ruego, mi hija. La vida nos ponía frente a una experiencia terrorífica, no obstante, en ese momento, mi miedo estaba condensado en el ruego de mis manos: salvarnos. El silencio y el miedo pudieron con todos, sin embargo algunos pasajeros dominaban mejor la circunstancia. La tensión nos dominaba. Hasta parecía que el tiempo se había detenido. El horror y el temor por lo que pudiera ocurrir nos invadió.

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El avión logró por fin hacer un giro, y nos manifestaron que volvíamos a Cuba nuevamente, para poder tomar otro avión y salir en perfectas condiciones. Lo importante era llegar a destino y el piloto del avión, logró su cometido, así nuevamente llegamos, entre aplausos y alegrías al aeropuerto José Martí. Donde todo estaba preparado para cualquier emergencia de aterrizaje, por ello había ambulancias, bomberos y todo lo necesario, por si hubiera ocurrido cualquier catástrofe. Nunca, ni mi hija, ni yo, olvidaremos esta experiencia, comprendimos entonces, que la vida tiene sus imprevistos y que nada es tan seguro como parece.

Raquel Piñeiro Mongiello- Funes- Santa Fe- Argentina

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LORENA BRITO DE BUENOS AIRES A BARILOCHE

I Saliendo de Buenos Aires, del gris de la ciudad, me vi sentada muy, muy cómoda y sorpresivamente sola. Hace mucho que no estoy sola. Me resulta difícil; extraño mucho a las nenas y a Jorge. Pasa el tiempo y me consuelan los colores. Verde, esperanza de la pampa. Kilómetros de cultivos y vida sembrada para sembrar, que crece para crecer. La noche abraza esos campos, me abraza a mí. Sigo muy cómoda. Hablo con la luna y las estrellas amontonadas dondequiera que mire. Noche clara que ilumina mi pensamiento y me da tranquilidad. II Los primeros rayos me dejan ver el dorado. No dorado del trigo, sino dorado de arbustos secos. Desierto. Horas de tierra y piedras. No lo veo triste, ni feo. ¡Tiene tanta vida a la que no prestamos atención! 169


Me gusta descubrir las ovejas con su lana sucia entre yuyos del mismo color. El celeste del cielo es tan intenso, el viento caliente, aliento de sol, corre por la ventana del micro que pude abrir sólo dos milímetros... No importa: igual lo siento en el rostro. Me sueño en ese desierto. Busco. La maravilla de estas tierras es ver cómo cambian los paisajes. Al despertarme veo todo verde otra vez, pero no de sembrados de soja, o maíz o lino, sino de árboles. Le toca el turno a los manzanares, sauces, álamos, pinos. ¡Realmente somos pequeños! Hasta los ríos se adueñan de los colores: Colorado, Negro, Turbio, Verde. Valles de cuentos que brindan frutos al mundo. Otra vez desierto y más desierto. Pero los perfiles cambian, van subiendo en escalones con formas caprichosas. III ¡Lanín! ¡Oh! ¡Majestuoso Señor de Lava, rey de capa blanca que torna hacia mi mirada! Vista suprema. Allá lejos, solo, levanta su esplendor sin séquito que lo rodee. Así se presenta a los ojos que quiere asombrar. ¡Me acerco a las montañas! Las ondas gigantes se agitan cada vez más, hasta que nos rodean y nos cubren. Poderosa mano la del humano que mutila estos titanes... Nos acompaña el agua. Siempre está cerca, azul fuerte, refleja acantilados rojos y abruptos de un lado y la ladera verde del otro. ¡Nieve! ¡Blanco exquisito, perla con que los cerros se coronan! Una lágrima rueda en mi mejilla. La naturaleza me tiene azorada. Estoy emocionada. Llegué a Bariloche.

Lorena Brito-Buenos Aires- Argentina. (relato publicado en el libro “Reflejos”, de Lorena Brito)

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EVA POWEL SOBREVUELOS

Hay muchas maneras de volar, de perderse en laberintos geogrĂĄficos, o en los de la mente, yo soy de esas y confieso que amo volar. Para tales efectos suelo perder el piso y alzar vuelo de formas insospechadas e imprevisibles, puede pasar a la hora de la cena, devorando un platillo que evoque algĂşn recuerdo de infancia, forrando un libro, recortando alguna figurita de una revista, mirando una pelĂ­cula, en fin; siempre estoy buscando un pretexto para exiliarme un ratito, burlar

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fronteras y ser libre, libre de renacer en cualquier rincón del planeta, soñar que el mundo entero es mi tierra prometida. Mis deseos de recorrer el mundo, nacieron cuando era niña y mi padre, me contaba las hazañas de un tal Marco Polo y yo le escuchaba ansiosa, soñado que cuando fuese grande, sería como él. Me gusta viajar ligera de equipaje, para luego llenar la maleta de cosas nuevas. Pero nunca olvido mis zapatos azules; porque me hacen sentir que tengo al cielo sobre mi cabeza y bajo mi sombra, un puntito en el espacio levitando, como lo hacen los budistas. Y así, ya estoy lista para descubrir al mundo, reinventar cartas marinas, desafiando corrientes de aire; con mi pose inconfundible, de mujer exploradora. Voy abriendo brecha entre nubes y mis pasos se unen al regocijo de una tierra nueva, la vida aparece frente a mis ojos, como un génesis que se abre a la luz de repente, hasta que piel se pone chinita, de gallina, como cuándo escuchás una canción que te recuerda que en algún tiempo, fuiste feliz. Para mi es increíble como de un punto a otro, las cosas son tan distintas, los pensamientos copulan en las cabezas de la gente, y lo transforman todo, creando miles de planetas, dentro de este planeta y la realidad en un momento dado, se convierte en una cosa nueva. Razones demás para amar los viajes y los vuelos: que mis manos se deleiten con lo que tocan, que los sabores se deslicen en mi boca, y que mi par de soles fotografíen esos paisajes extraordinarios, para guardarlos en la memoria de mis días. Es así que me resulta inevitable esto de volar y volver como una mujer nueva, preñada de sonrisas, que no me alcanzan las letras, para contar lo que he visto y lo que me han contado esas voces de alguna tierra extraña. En definitiva, amo volar. Eva Powell, salvadoreña.

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