GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com http://revistagealittera.blogspot.com.es/ IBSN: 14-08-2014-55
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SUMARIO EDITORIAL
Cecilia Ortiz
Diciembre
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Carmen Membrilla Olea
Mi primer desencanto
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Mercedes Eleine González
Es diciembre
16
Elisabet Cincotta
Mi casa diciembre
18
Mar Blanco Larrosa
Diciembre
20
Isabel Pérez Aranda
Diciembre
22
Isabel Pisani
Dos cielos
24
Ma. José Riazuelo
Diciembre
27
Isabel Rezmo Pérez
Era
29
Inma I. Ferrero
Ruido afilado
31
Carmen Membrilla Olea
Cartografía y vísperas de fiesta
34
Gloria Marecos Rodas
Pesebre y flor de coco
36
Chía Giraldez Tinoco
Siempre me gustó diciembre
38
Milagro Haack
Será así
40
Maritta Ragozza de Mandrini
Diciembre me recorre
42
Lázara Nancy Díaz
Dónde la luz
45
Emilia Marcano Quijada
Mi lista de promesas para ser feliz
47
Aferrada
50
POESÍA
Säo Gonçalves
3
Alicia Epp
Por un momento
53
Ana Maritza de Schwatl
Diciembre
55
Tomás Soler Borja
A las puertas del invierno
58
Alicia Corrado Mélin
Diciembre mudo
60
Mariette Mounier
Preces en diciembre
62
Tomás Sánchez Rubio
Vida
65
Marisa Bermúdez Malagón
Confidencias de diciembre
67
Aleqs Garrigóz
Diciembre
69
Fernando Sarría
71
Mar de Fondo
De nuevo diciembre
73
Miriam Álvarez
Dibújame un cielo
75
Adri Delfini
Fuiste un error
77
Pura Fernández
Invierno & diciembre
79
Rita Bedia Lizcano
Diciembre de fuego
81
Magda Robles de león
Diciembre y otros fríos
83
Mabel Coronel Cuenca
El último vagón
86
Genaro Riera Hunter
Qué somos
88
Victoria Falcón Aguila
Nostálgico invierno
90
FOTO POEMA
Cecilia Ortiz
93
RELATO Daniel Montoly
El tiempo emparentado
Graciela Amalfi
Kumiko, entre rayuelas y cronopios 4
95
97
Juan Carlos Vecchi
Ochenta y ocho
Pablo Pérez Santiesteban
La Nochebuena, el frío y la Misa de Gallo
100
102
Juan Carlos Cárdenas
El regalo
104
Mía Péman
Diciembre se va último
107
Issa Martínez Llongueras
El luto precoz de la nada
109
Adrián González de Luis
El rey pobre
111
Ana Saavedra
La casa paterna
114
Roxana Rosado
Bienvenida
116
EVENTO
Encuentro en Guadix (España) con el escritor argentino Carlos Caposio colaborador de Gealittera
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EDITORIAL
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DICIEMBRE
Imagen: Alexander Jansson
Dicen
que el último mes del año espera impaciente al costado del
calendario. Observa el paso de de sus compañeros y nos observa. Crea espacios invisibles y los colma de árboles, pájaros, flores, suspiros, sueños. Guarda, vaya a saber dónde, los malos momentos y dibuja, en todas las paredes, esas alegrías que olvidamos segundos después que suceden.
Ilustra en un minúsculo libro sus creaciones exóticas. Y espera para soltarlas el momento en que comienza a caminar los últimos treinta y un días del año.
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Curioso nos visita y guarda en su memoria cada segundo que dejamos pasar sin darnos cuenta. Y aunque no es su territorio, nos toca la espalda levemente. Entonces pensamos en él y seguimos nuestro día. Falta mucho, pensamos. Y él sonríe.
Inquieto, abre sus armarios. Elije la vestimenta que usará cada día. Le exige un trabajo intenso. Cuando él sea rey, el mundo, con sus dos hemisferios, estará uno en invierno y el otro en verano. Se consuela pensando que a sus compañeros les ocurre lo mismo. A todos no. Y como solo él puede ver, desfilan ante sus ojos los paisajes: desiertos, selvas, bosques, ciudades cambiando de aspecto a lo largo del año.
El paso
del tiempo no lo afecta, es siempre el mismo. Por eso no
comprende cuando nos mira que cambiamos año tras año. Sé que se pregunta: ¿y ésta que está escribiendo es la misma que vi el año pasado? Y, por qué me delata, por qué cuenta de mí. Son mis intimidades. Yo sé más de ella y de todos que lo que ella y todos saben de mí.
Molesto, mira hacia otro lugar. Los días que se alargaban se hacen tranparentes y los que se acortaban se cubren de luciérnagas. Cae nieve de colores y el sol se derrama sobre todo cubriéndolo de azul. Llueve a cántaros y nada se moja. El mar se ha vuelto blanco. Los volcanes echan flores hacia el cielo. ¿Por qué este año lo ve todo diferente? (Todavía no se ha dado cuenta que aguarda en la Tierra de Letras, donde todos nos damos cita para escribir)
Busca una causa. No la encuentra. Decide observar con más atención. Árboles rojos. Tierra de un raro color, como una alfombra. Cielo entrelazado con voces de distintos lugares. Es rey y lo sabe, qué importa que todo haya cambiado. Su pequeño libro de ilustraciones, lo atrae y observa que sus creaciones son parecidas al sitio donde está. Asombrado y feliz, comienza a contar los días. Y sonríe como jamás lo hizo. 8
Ríe, ahora ríe. Está cubierto de palabras escritas. No necesita vestimenta. Ya no importa el frío o el calor. Las palabras son cálidas o frías, pero cambian de temperatura. Se amoldan a sus necesidades. Nota que los días se han esfumado y ya está a unos pasos de comenzar su reinado.
Está inquieto. Las paredes que ha dibujado en los meses anteriores no lucen bien. Hay que cambiar las imágenes. ¿Qué hago? pregunta a la que está escribiendo. Dibujemos juntos, contesta. Y allá vamos. Aparecen rondas de niños, árboles llenos de luces de colores que se encienden y apagan alternadamente, salpicando el follaje. Pesebres enternecedores. Hombres y mujeres con sus vestimentas tradicionales abrazándose. Familias o amigos alrededor de una mesa expresando buenos deseos. Y paredes y más paredes se cubren con el deseo más potente: Paz en el Mundo. Y lo que dicen es cierto, aguarda impaciente al borde del calendario. Cubierto de palabras se asoma a las últimas horas del mes número once. Sabe que es rey. Durante su reinado, nos toca la espalda, rumorea en nuestros oídos y nos hace apurar para llegar a tiempo… Por sus venas corren las celebraciones más importantes de gran parte del mundo humano. Y celebramos con él. ¡Felices Fiestas para todos! ¡Gracias por acompañarnos!
Cecilia Ortiz- Buenos Aires- Argentina 30 de noviembre de 2014
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Aunque se recibe el nuevo a単o con fuegos artificiales en buena parte del planeta, no estamos de acuerdo. Hay seres que sufren mucho por eso. En nuestra tierra despedimos a Diciembre arrojando flores y soltando globos de colores.
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MI PRIMER DESENCANTO
Imagen: Alexander Rampazo
Ya desde pequeña me gustaban las historias. Al principio, cuando aún no sabía leer, me las contaba mamá antes de dormir. Luchaba contra el sueño para no perderme el desenlace de aquellos cuentos fantásticos, conmovedores, terribles, reconfortantes. Las impresiones eran tan variadas que ir a dormir sin la presencia de alguien que me relatara un cuento, se convirtió en un imposible. Pero, de todas las personas que ejercían esta labor, era la tía Lales mi contadora de cuentos favorita. Además de narrar estupendamente, lo interpretaba todo a la perfección, imitando las voces de los personajes, de tal manera que, dependiendo de la historia, me hacía reír a carcajadas o sentir muchísimo miedo; a veces incluso me hacía llorar. Me contaba los cuentos de memoria y ahora sé que los inventaba para mí. Yo me quedaba ensimismada, con los cinco sentidos puestos en lo que estaba escuchando y con la respiración entrecortada temía (sobre todo en la oscuridad) el cambio de tono en su voz que implicaba la entrada del personaje malvado.
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Acabé dando color y animando mentalmente ese mundo mágico de hadas y brujas, de príncipes y princesas, de animalitos buenos, de ogros salvajes y devoradores. Todos se convirtieron en mis aliados y ya para siempre quedaron ahí, ordenando mis momentos de terror y de felicidad. Sin embargo, nunca existió una narración que a mí me resultase más maravillosa que la de los Reyes Magos. Los excesos imaginativos de la tía Lales me hicieron soñar, incluso obsesionarme con la fantástica historia de tres hombres que vivían en un Palacio lleno de juguetes. Cuando llegaba la Navidad todos los niños escribían una carta a esos señores y a cambio de haber sido buenos durante todo el año podían pedirles regalos. Esta era una época de muchísimo trabajo para ellos y ayudados por sus pajes atendían las cartas de todos los niños del mundo y en una sola noche los visitaban para dejar en sus casas los regalos que habían sido solicitados. Era una historia que me volvía loca. Los Reyes viajaban desde un lejano país de Oriente; era muy difícil poder verlos porque siempre llegaban cuando los niños estaban dormidos; pero como señal de agradecimiento estaba permitido dejar para los camellos de Sus Majestades, agua y comida en los balcones y ventanas. Sin embargo, si un niño no se había portado bien, era probable que los Reyes sólo le dejasen carbón. ¡Qué emoción! A pesar de la gran cantidad de dudas que me asaltaban (la magia lo justificaba todo), la voluntad se me disparaba y todas, absolutamente todas mis acciones diarias estaban enfocadas a llegar a ser la niña más buena del mundo. Evitar que me regañaran era el único objetivo que me mantenía con vida desde que me levantaba hasta que me acostaba. Creía firmemente que ellos lo sabían; que todo lo que yo hiciera sería tenido en cuenta; sobre todo cuando sólo faltaban tres o cuatro días para la gran noche. Así llegaba año tras año la noche de la cabalgata. Verlos en vivo y en directo, saludando, sonriendo, con sus trajes fastuosos, era para mí como una especie de “shock emocional”. La espera había merecido la pena sin duda alguna, porque allí, justo pasando por delante de mí estaban ellos: 12
Melchor, Gaspar y Baltasar, alimentando la ilusión de miles de niños y protagonizando una historia real en la que no había nadie malvado. La vuelta a casa me ponía muy nerviosa, todos los años me proponía lo mismo: no quedarme dormida para poder verlos y hablar con ellos, sin embargo el agotamiento caía sobre mí y recuerdo que en algunas ocasiones mi padre tenía que llevarme hasta la cama desde el sofá, desde el balcón, desde la puerta de entrada a casa, desde cualquier lugar que pudiera darles acceso. Vestida con mi pijama esperaba pacientemente tratando de levantar los párpados una vez más por si ese era el momento. Entonces (como decía) papá me cogía en brazos y me acostaba. Mientras me acostaba yo notaba la presencia de mi madre en el umbral de la puerta de mi dormitorio y era en ese momento cuando les rogaba, cuando les suplicaba que si ellos escuchaban entrar a los Reyes que me avisaran. Ellos me convencían de que así sería y entonces, ya algo más tranquila, me abandonaba por fin al más dulce, infantil e inocente de los sueños. A la mañana siguiente muy temprano estallaba la alegría; mis padres en mi habitación insistiendo para que me despertase, gritos efusivos. Los Reyes ya habían pasado por allí. La tía Lales también solía estar y los abuelos. Mi cama estaba rodeada de juguetes que no siempre coincidían con los que yo había pedido. Incluso podía darse el caso de que aparecieran “cosas prácticas” que no me apasionaban en exceso como braguitas, pañuelos, colonia, guantes, una bufanda... Pero era tal la satisfacción de abrir los paquetes pensando que ellos habían estado en mi habitación colocando todas aquellas cosas, que ya no me parecía importante recordar exactamente la interminable lista de regalos que yo había pedido, dado el esfuerzo que me costaba ser tan buena durante toda la Navidad. Era tan mágico, tan increíble, tan comprensible (porque los niños pobres también merecían aquella felicidad; era lo justo aunque se hubieran saltado cosas de mi lista) que todo era expresividad en mi rostro y en mi cuerpo. No podía dejar de reír, de besar a todo el mundo, de saltar, de sentirme feliz, inmensamente feliz, porque ya lo que importaba de verdad era que el temor de todos los años se había vuelto a disipar: los Reyes Magos no 13
me habían dejado carbón, y es que en mi intención de ser buena siempre, se me escapaban algunas cosillas como pegarle a mi hermano, romper alguna figura de porcelana, llegar tarde a comer... cosas sin importancia, en definitiva, puesto que ellos no las habían tenido en cuenta. Todo adquiría su último sentido al abrir aquellos regalos. Después, chocolate caliente con churros y algunos días libres para jugar antes de que empezara el colegio. Pasaron algunos años más y descubrí la verdad. Alguien un poco mayor que yo me lo contó. Yo no me lo creía y el consejo fue que lo comprobara por mí misma. Revolví toda la casa y en el armario de la habitación de mis padres encontré una caja enorme con la muñeca que había pedido aquel año. Aún estaba sin envolver. Me quedé allí, sentada, frente al armario abierto, seria, recordando los detalles de aquella historia tan envolvente. Comencé a comprender todo lo que me creaba confusión: cómo les daba tiempo a visitar a todos los niños del mundo, cómo no se cansaban siendo tan mayores, cómo en la tele llevaban camellos y en la cabalgata que yo veía caballos... Me enfadé, me sentí estúpida, se me quedó cara de boba, lloré, quería vengarme, pensé en largarme de allí, juré que nunca más me volvería a ocurrir, pataleé, blasfemé... Y así llegó a mi vida mi primer desencanto. Esta fue la primera vez que me sentí estafada y esta fue la primera vez que de forma consciente quise perder parte de mi absurda inocencia. Después, no sé cuántas veces más me he enfadado, me he sentido estúpida, se me ha quedado cara de boba, he llorado, he querido vengarme, he pensado en largarme, he jurado que nunca más, he pataleado y he blasfemado.
Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España. 14
POESÍA
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MERCEDES ELEINE GONZĂ LEZ ES DICIEMBRE
Imagen: Tina Klitgaard Eriksen
Es diciembre, amado mĂo, es el mes de los amores, de los besos, de tu cuerpo, del exceso y de las flores. Es el mes de las bondades y las cenas familiares en un mes de invitaciones, es un tiempo bendecido. Es un mes donde las rosas 16
palidecen ante el roce de tu pelo o la luna se avergüenza de salir alguna noche, opacada, mutilada por el prístino destello en tu cabello. Es diciembre, mes de amor y desatinos, donde surgen o se esfuman las pasiones, y se cruzan los destinos olvidando los rencores de otros tiempos anteriores, donde yo busqué tus huellas por senderos y caminos y quedé como la luna, totalmente obnubilada, sin la brújula certera de tu sino. Es diciembre, una dulce resonancia en la distancia, una suave melodía que en mi oído rememora día a día la cadencia que te envuelve en la tenue soledad que me acompaña por tu olvido. Es diciembre, amado mío. Mercedes Eleine González- Cuba/ Miami 17
ELISABET CINCOTTA MI CASA DICIEMBRE
Imagen: Georgi Pretov
el sol de anta単o/ lentitud de caminante brisa de diciembre con perfume a festejo y sabor a pan dulce/ pasas de uva/ licor de huevo
esa era mi casa en diciembre 18
leudo de masa/ tomate relleno y mi madre endulzando cada momento luego los primos cantos/ villancicos jardín florecido brindis y bullicio
esa era mi casa/ caricia de hogar con sonido a amor y cascabeles niños
esa era mi casa diciembre
recuerdo que oprime el pecho por los que no están/ por los que se fueron/ por los que quedamos diciembre es festejo
©Elisabet Cincotta- Buenos Aires- Argentina
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MAR BLANCO LARROSA DICIEMBRE
Imagen: Patrice Murciano
Vienes diciembre y traes pasos de ausencias - bajo un ramaje de lluviaRefuerzo los cerrojos de tus puertas, quedas al otro lado del mundo. Bendecidos tus hijos dentro de ti. Me detengo y puedo oĂr los cantos de los pĂĄjaros. Voy a saciarme con flor de harina 20
y espacios celestes. Aguas que cuelgan del cielo llaman a pedazos que guardo dentro - aĂşn tibios, creen en la vidaPorque hablo y existieron. Porque todo ser que alienta canta alguna vez.
Mar Blanco. Zuera. Zaragoza. EspaĂąa
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ISABEL PÉREZ ARANDA DICIEMBRE
Imagen: Alexis Zaitsev
Tengo Diciembre a mis pies abrigados de lana y cuero, apartando con cada pasó las ultimas hojas amontonadas en este parque. Con mis manos Diciembre se frota se quiere y se acopla. Y en esos días de sonidos reiterados los árboles escriben los primeros poemas. Tengo a Diciembre tatuado en las pupilas de la niñez, 22
en los rasguños diminutos que me hicieron crecer. Mi Diciembre se resiste, se mantiene, se perpetúa en ese aroma de cortezas protectoras y musgos verdes. Se enraíza Diciembre en la memoria en cada mirada, con cada pisada, en cada gota de vida, y se hace Diciembre en este parque. Isabel Pérez Aranda. Guadix/ Benidorm. España.
23
ISABEL PISANI DOS CIELOS
Imagen: Mai Bashtova Art
Noche, nigérrimo océano, donde moran los náufragos estelares, poetas de la duda, el afán o la magia perdida.
Luna, olvidado abrevadero de damiselas 24
huérfanas de amor, madama de sarcástico destino que el homínido soberbio aún neófito admira.
Estrellas, milenarias pupilas proveedoras del oro sideral de los magos que sospechan el destino superior del barro humano.
Noche , luna, estrellas… sólo huellas del misterio, del divino misterio colosal que nos acecha.
Cual vigías fronterizos, sutilmente fragmentan ambos cielos: el de aquí, páramo existencial, pequeño, iracundo, parásito sensual 25
de la traición y la ignorancia; y el de allá, acaso valle esquivo, paciente, magnánimo, sabio de toda sabiduría real, perenne.
Isabel Pisani. Buenos Aires. Argentina
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Mª JOSÉ RIAZUELO DICIEMBRE
Imagen: Mª José Riazuelo
Como anciano con bastón Reloj de arena en la mano Y gesto un poco burlón Así nos viene diciembre De nuestro tiempo censor. ¿Qué hay de aquel “yo querría… Con tiempo yo debería… 27
No, puedo, pero yo haría...”? ¿Qué pasó con los proyectos Los objetivos, las metas…? El año está acabando Y ahora toca revisión. ¿Aprendí a estar con gente A dar sin escatimar A escuchar con más paciencia A vivir..., a disfrutar? Diciembre viene y la agenda Llena de citas y objetos Nos recuerda que el camino No se detiene y exige Usar los buenos consejos.
Mª José Riazuelo. Huesca. España.
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ISABEL REZMO PÉREZ ERA
Imagen: Patrice Murciano
Era hermoso amarte. Era un cielo sin moradas. Era bello acariciar tu pelo sin mis manos. Aparecía un velero en la memoria que me hacía sonreír. Y nunca me cansaba de dar cuerda al reloj de mis impulsos. Era. Simplemente un era que ya no es. Latía mis sentimientos como mariposas que anhelaban tu compañía. Me hacía poseer lo bello de las flores, mis flores. 29
Pero... Era. Ahora tengo un escondite sagrado con un Dios que me habla y me permite tenerte en un fondo sin abismos. Solo para mí. Y ese secreto inconfesable será muerto en mis párpados para no caer en el olvido de mi propia miseria. Allá donde quedan los sueños borrados por el dolor estarás para mí en una silueta de mil encantos. Con una danza solo para mis oídos y sólo para tus silencios.
(Poema extraído del poemario Paisajes de Una Dama, El Taller del Poeta, S.L-2013)
Isabel Rezmo Pérez. Úbeda. Jaén. España.
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INMA J. FERRERO RUIDO AFILADO
Imagen: Jeanette Woitzik
Me mata este silencio.
El ruido afilado de tu indiferencia.
31
Quiero verte, ¡Te necesito! Mi alma no se rinde. Te busca. Grita tu nombre sin que tú contestes.
Camino entre espinas a latidos de sangre.
Mi paso es cansado. Arduo. Pero soy valiente.
La soledad no me aflige.
La noche no podrá doblegarme.
Mi corazón me defiende, luchará hasta besarte. 32
Inma J. Ferrero. Madrid. España
Luna en pétalos que amor me llamas © 2013 Inma J. Ferrero Nº de Asiento Registral 16/2013/6759 Copyright © Todos los Derechos Reservados Imagen: Photopin Copyright © Todos los Derechos Reservados
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CARMEN MEMBRILLA OLEA CARTOGRAFÍA Y VÍSPERAS DE FIESTA
Imagen: Google
Nosotros que adornamos el árbol de Navidad con todos los signos de interrogación. Andamos como fantasmas… devolviendo impaciencia a la oscuridad de los espejos. Nosotros: Siluetas por descubrir, 34
imágenes de lluvia, cuerpos desnudos que guardan besos y recuerdos, formas exactas que dominan cicatrices y reinos inexistentes. Buscamos la complicidad de la noche y los sueños perdidos y la humedad de los labios. Rozamos distancias infinitas Y casi siempre derramamos lágrimas. Sin embargo, todavía somos capaces de levantar los brazos, de habilitar este ámbito privado, de hacer posible que estallen rumores nuevos sobre la almohada.
Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.
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GLORIA MARECOS RODAS PESEBRE Y FLOR DE COCO
Imagen: A. Curnetta
En el crepĂşsculo de los meses asoma diciembre con su ardor de semilunios. Con su lengua encarnada de sandĂas maduras va hurgando en los ojos agrietados de la tierra en vigilia. 36
Con boca sedienta de veranos desmesurados, va esparciendo su aliento amarillo hasta inflamar el canto taciturno de las cigarras en retorno. Y con la palabra engendrada que es verbo concebido, asoma diciembre (pesebre y flor de coco) ardiendo en su garganta la sed inaplacada del amor renaciente y la justicia reverdecida.
Gloria Marecos. LambarĂŠ. Paraguay.
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CHÍA GIRÁLDEZ TINOCO SIEMPRE ME GUSTÓ DICIEMBRE
Imagen: Carrie Vielle
Siempre me gustó diciembre, la amabilidad gratuita, que antes fue cobrada, es dada sin pensar, nos divierte el juego. Siempre me tentó la sonrisa del niño al que le enseñan a ser feliz sólo treinta días después, a esconderse para esperar un año más. 38
Me cautiva el arsenal de paciencia con el dinero la publicidad de caros juguetes tras la miseria de África, todos nuestras ilusiones detrás de un cristal. Siempre me gustó diciembre, las sillas vacías en la cena del veinti-qué entre las burbujas del champán y lo amargo del café. Siempre me interesó la idea de ser humano un mes de envolverme en tristeza todo el tiempo restante y ver pasar la vida que se nos va, como el humo de ese tren.
©Chía Giráldez Tinoco.Huelva- España
39
MILAGRO HAACK SERÁ ASÍ
Imagen: Catherine Haack
Será así será todos los días así se busca una puerta / un punto neutro saliendo de la nada con juegos artificiales alumbrando este distráigase observando la piedra 40
que te hace caer no ver / el final del tendedero
Así será cada minuto para no pensar / en el otro así saliendo del supermercado / farmacia llegando los pies hinchados necesitando un poco de remojo con tibia sal y no encontrar / gotera
Será así el subsuelo de la vida con garganta seca perdiendo un destello de azúcar malogrando el recoger
agua
el recoger
luz vela araña
cuando toda trama se confunde entre los ladrillos de una - /pared / para amarla-
Milagro Haack .Valencia .Venezuela 41
MARITA RAGOZZA DE MANDRINI DICIEMBRE ME RECORRE
Imagen: Carrie Vielle
Me recorre Diciembre entre los dedos ojos vientre pies y me moja de magia y de nostalgia. Me susurra 42
aliento milagro luz dios niño pan ázimo para un hambre de más de dos mil años.
Diciembre me recorre con un poco de luto en los huesos y quiere despertarme en mi estar sola gris poniente.
Entonces voy de inventario silabeo mi ser desde mi pecho de bruma y fruto rememoro alguna navidad pasada sin cántico y camino en amistad y aire quiere limpiarme de invierno y besos viejos de flores secas y lentos perros 43
quiere abrirme en canto para que entienda el desamor con más amor.
Diciembre entra en mis venas y me clava un sueño virgen es gracia de ángel que anuncia paz con jazmines en la boca y destila cielo de tierra en las pupilas.
Me recorren las lunas diciembrinas siembran hierbabuena entre mis dedos ojos vientre pies y me hechiza durante treinta y un días… alucinadamente.
Marita Ragozza de Mandrini. Buenos Aires. Argentina. 44
LÁZARA NANCY DÍAZ DÓNDE LA LUZ
Imagen: Olga Minardo
Te espero, alcemos la copa brindemos vino o champaña la parte que de ti -me tocaa esta hora me acompaña.
Las luces de los caminos se abren al mes más hermoso y se unen los destinos en un minuto amoroso.
Bésame bajo este cielo 45
que conmovido -nos miraabrazando el mismo anhelo aunque parezca mentira.
Diciembre esta en cada verso de las más lindas canciones por eso sobran razones para cantarle a la vida plegarias bien merecidas de mucho agradecimiento para bendecir la vida y a Jesús su nacimiento.
Lázara Nancy Díaz- Cuba-/Nueva York. EE. UU.
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EMILIA MARCANO QUIJADA MI LISTA DE PROMESAS PARA SER FELIZ
Imagen: Katarina Jung
Voy a celebrar mi absoluta esclavitud a la vida, voy a cauterizar cizañas, voy a hacer un listado de promesas que cumpliré fielmente. Prometo no mirar atrás ni siquiera para recordar los teléfonos que he perdido, 47
la gente que se ha marchado y las decepciones que no me han sorprendido. Prometo ser tolerante con quien no entienda mis poemas y de forma aplanada asuma que estoy hablando de mi vida cuando estoy hablando de la tierra, de una hoja en el suelo, o de un recuerdo que se ha clavado involuntariamente entre mis dientes. Prometo no ser promiscua, prometo colocarme limites con la gente ruidosa y prepotente, prometo mantener mi correcta ortografía y descartar desde ya todo el sartal de horrores que abundan en el castellano digital. Prometo escribir con absoluta fidelidad a mí misma, seguir bajando de peso, seguir oyendo a Chopin, seguir leyendo poesía, seguir lavando mi ropa, seguir caminando hasta que mis músculos protesten, seguir ignorando lo que no me interesa. Prometo ser tan honesta como las circunstancias me lo exijan y cuando ya esté muy vieja, igual de sola, igual de pobre, igual de poetisa, prometo sentarme a la orilla del mar a tejer una red, un atrapasueños hecho de mi cabellera para salir a la puesta del sol 48
a cantar canciones que he olvidado, a buscar silencios que me han dicho que yo soy y serĂŠ feliz porque no me ha quedado otra salida. Emilia Marcano Quijada- Isla de Margarita- Venezuela
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SÄO GONÇALVES AFERRADA
Imagen: Angie Rucker
Aferrada a los silencios imponentes del alma a las paredes, invisibles abstractas, recorro muchas veces los colores que me rodean ahora legibles a mis ojos mundanos ahora codificadas en colores y trazos el marrón de la puesta de sol que apenas eleva mis sentidos. 50
Camino por los tumultuosos colores que se agitan en la pantalla de mi corazón embriagan la mirada de movimientos cuidadosamente diseñados por las manos de la artista. Siento el tiempo pasar en este mes de Diciembre y temo las palabras que puedan surgir de mis dedos tímidamente inquietos. Una turbulencia de color describe un mundo interior la paz definitivamente basada en puntos estratégicos en el centro de la vida en la temporada de lluvias y los recuerdos, la luz que emerge del alma perforando un inmenso lago en llamas, hogueras ardiendo en varios sentidos caminos de aventura audaces llamas silenciosas quemando en varias direcciones. Procuro la calma de una chimenea o abrazando una brisa fresca en los intervalos del tiempo donde despierto de la turbulencia del invierno el tiempo de la búsqueda intensa de un fuego de llamas calmas. 51
Camino me acerco a la intensidad del color me duermo en una cama blanca de recuerdos albergados en alguna parte en el tiempo de las grandes luchas.
São Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo. Traducción del portugués: Cecilia Ortiz
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ALICIA EPP POR UN MOMENTO
Imagen: Julián Verdin De Anda
Péndulo dorado que oscila entre la verdad y la fabula. Mirada que se va al lugar vacío, suspiro de la ausencia ilusión que huele a pino y a pan dulce. Estrella desprendida del tiempo que ha quedado enredada en la rama más alta del arbolito. Distancias que se recogen 53
para que se hagan posible los abrazos. Soledades que se sienten un poquito más solas y desde un Belén lejano rueda el llanto de la esperanza recién nacida, se escucha su eco de siglo a siglo y el péndulo dorado que oscila entre la verdad y la fabula por un momento parece detenerse en el lado de la verdad. Por un momento azul una gota de paz cae sobre la sed del mundo el corazón se inclina hacia la generosidad Y Diciembre se justifica.
Alicia de León Epp- Uruguay- British Columbia- Canadá
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ANA MARITZA DE SCHWARZL DICIEMBRE
Imagen: Carrie Vielle
Diciembre debe ser alegre, con imagen de fiesta, con sonrisa de amigos, con calor de familia, sin noticias de guerras, sin pobrezas de nadie, ni de enfermos que sufren, ni sucesos de muerte. 55
En Diciembre también la gente se va y otros llegan, yo nací en este mes, como muchos de ustedes, y mis días se han ido, y el sol aún calienta.
Diciembre, es esperar la Noche Buena, en ambiente de familia, velas rojas, olor a limón, canela, vainilla, chocolate, turrón y una apetitosa cena.
En la última noche de Diciembre, Yo hago lo que sea, salto, grito, canto, bailo, me pinto la mejor sonrisa, para empezar Enero.
Realmente Diciembre, es una escena de teatro con sorpresas, con fuertes abrazos, besos, y muchos te quiero. 56
Por supuesto, hay ciertos comediantes que no actĂşan en esas fechas.
Ana Maritza de Schwarzl, peruana-espaĂąola./ Alemania
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TOMÁS SOLER BORJA A LAS PUERTAS DEL INVIERNO
Imagen: Mike&Madelaine Bülow
Nada de frío. Ni gota de lluvia. La mañana como una madre abrazando a sus hijos. 58
Y el sol un amor luciendo amarillo, amarillo.
Mar en calma. Una ligera brisa que acaricia cabellos y rostro. Cielo despejado y el día azul allá donde pongas los ojos.
Ya estamos en diciembre quién lo diría.
Ojalá así mi invierno. Va a ser difícil no lo creo.
Tomás Soler Borja. Águilas. Murcia. España.
59
ALICIA CORRADO MÉLIN DICIEMBRE MUDO
Imagen: Thomas Leuthard
El sol no tiene apuro se estira en la vereda donde tus pasos gritan.
Y la voz tan silencio tan vísceras 60
se ahoga en la baldosa de este mediodĂa.
Aroma a navidad calle hervida de ajenos apenas tu sonrisa sin sonido agazapado esperando una lluvia que demora.
Y la voz tan desnutrida tan soledad parece noche nicho acunando palabras.
Alicia Corrado MĂŠlin- Buenos Aires- Argentina 61
MARIETTE MOUNIER PRECES EN DICIEMBRE
Imagen: Mike & Madelaine B端low
Oh, pescador, tus manos cantan la memoria de los siglos. Tu presencia es la inmensidad misma 62
en el mar de la sabiduría. Oh, humilde gigante, sin que lo percibas y ondulando los límites se manifiesta en tu caña de paciencia la vejez maestra de tu intención; en la infinita tanza de tu amor se dilata y se expande el abrazo de tus pupilas que buscan... Esperan. Oh, manso, llegarán a tu costa las criaturas que deseas abrigar; es en la profundidad de la inocencia donde se deslizan y crecen. Allá, en lo más profundo, donde llega el anzuelo de tu voz, comienza a burbujear el sabor de tus mensajes. Oh, pescador, que te alimentas de fe y coraje, una paciente boya de luz marca la distancia, pero a tu costado y sobre ti, una paloma besa tu alma 63
y ama a tus j贸venes y agitados peces.
-Mariette Mounier- Mendoza- Argentina
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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO VIDA
Imagen: Ahmet Turan Kural
Empezaba diciembre con el frío, con las anginas arrastradas desde principios del otoño, con San Francisco Javier y la Inmaculada. El trece, Santa Lucía, mi cumpleaños. Venía, como quien no quiere la cosa, el anís con agua fresca sobre la mesa de camilla, 65
la calentura del radiador, el olor a zapatos mojados del chaparrón que me cayó acompañándote a tu casa, después de clase, aquel martes maravilloso. Y mis hermanas metiéndose conmigo porque era un año más viejo, más alto, más niño… La lotería a voces por la radio del vecino de patio. La gran compra de mis padres en el economato: peladillas, mazapán y polvorones que no se acababan hasta el verano. Vacaciones frente a la tele recién comprada, la luz en la calle. Fin de año, Reyes. Nuevos días o no. Tú siempre ahí, a mi lado. Lo mejor, la vida.
Tomás Sánchez Rubio- Sevilla- España
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MARISA BERMÚDEZ MALAGÓN CONFIDENCIAS DE DICIEMBRE
Imagen: Marisa Bermúdez Malagón
Podría sin duda airear mis silencios. Tenderlos al sol de invierno y esperar que los rayos se dignen a secar la trama empapada de emociones. Volver a escribir versos… Compararme a la estrella 67
que viaja sola hasta que muere, hacia ese caos liberador que espero exista, pero tanto me asusta si llegara sin avisar… Podría… ¡Claro que podría! … Mas perdí la fe en la palabra por tanto discurso inútil y la inclinación de la escritura a la metáfora individual. ¡Dejadme en paz, vocablos! Sólo preciso un lienzo en blanco y los colores primarios de la luz para mis poemas. ¡Y tus ojos que los lean, amor!
Marisa Bermúdez Malagón, 2014- España
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ALEQS GARRIGÓZ DICIEMBRE
Imagen: Kasia Derwinska
Las hojuelas de nieve, juntadas por su propio frío, han formado grandes jorobas, dunas que tapiaron cada puerta para salir a ver la hermosura que el aire desenvuelve como a un regalo. Leeremos junto a la chimenea, beberemos exóticos tés guardados especialmente para Navidad. Y las manos se calientan con mitones y en cada ventana se han colocado papeles de color. El abuelo levanta, como anunciando a un príncipe, al pequeño niño arropado en felpa. 69
¿Qué buenas noticias traerán las cartas, los periódicos cuando llegue Primavera? Por la inclemente montaña se desliza ya, arrastrando postes de luz, cercos, mujeres, tractores, la estruendosa avalancha. ¡Oraremos! Oraremos por la gracia de Dios para salvarnos. Haciendo una ronda con las manos enlazadas, los ojos de la familia aún entera, cerrados por la fe, van coagulando una extrañeza más frágil que las lágrimas.
Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México
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FERNANDO SARRÍA
Imagen: Kristen KML
Suelto las nubes. Paro el tiempo. Tú sabes cómo desembalar este silencio que me ahoga. Haces que abra mis manos, que suelte los pájaros, que apague los incendios, y que cruce, con los párpados cerrados, todos los bosques de la noche. Contemplarte trae desde el Norte 71
una lluvia impensable, una lluvia que deshace la luz de los astros, cambia la ruta de los planetas, arquea la línea del horizonte... consigues que el mar se calme y espere en la sombra tu voz y tu palabra.
Del poemario inédito "Las noches y los días" Fernando Sarría- Zaragoza- España
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MAR DE FONDO DE NUEVO DICIEMBRE
Imagen: Kristen KML
Vuelve empeñado en traer de nuevo el frío. Pretende helarme los pies, le pregunto por qué insiste. De puntillas sopla en mi oído, es tímido y susurra. Parece cansado, está triste de repetirse. Le cojo por la barbilla y le beso la frente. Veo el brillo en sus ojos, una luz desconocida. Sonriendo le confieso que no es el mismo. Cubre de olvido mis penas, ha barrido desesperanzas: aquel sentimiento inútil quedó enterrado en el pasado. Diciembre huele a fresco, me abriga y ofrece renovados sueños. 73
Segura de mí misma, de lo que valgo y poseo, le invito a hospedarse en mi casa. Ten cuidado, diciembre, antes eras nieve y escarcha, ahora soy yo la que te congela los pies. Mas soy amiga de almas perdidas, no guardo rencor, sólo cariño. Siéntate a mi mesa sin miedo, te prepararé un beso caliente, un vino de mi tierra, una caricia al amanecer.
Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España.
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MIRIAM ÁLVAREZ DIBUJARME UN CIELO
Imagen: Emerico Toth
La poesía trabaja: me nombra sobreviviente. Historia entretejida entre el fracaso de nombrar y el lenguaje 75
imperfecto.
Te dije: no acerques el fuego. Tres veces se paga el infierno.
Te dije: no abraces el instante. Es un tiempo clandestino.
Atravesé corredores de otoño, desengaño de invierno, empeño de primavera, diciembre áspero.
Soy mascarón de proa.
Puedo unir puntos y dibujarme un cielo.
Miriam Álvarez- Clorinda- Formosa- Argentina 76
ADRI DELFINI FUISTE UN ERROR
Imagen: Bryce Cameron Liston. Art Pinturas
Fuiste un error estuve a la intemperie de tu amor desnuda de vanidades. Fregando con tibieza tus dualidades me perdĂ‌ 77
en Diciembre cuando te retiraste. Quiso el destino que tú igual que yo te perdieras en tu pasado sin tiempo de quimeras.
Agradezco a Dios porque gocé de tu cuerpo disfruté tu efímero amor y fui mejorando. Fuiste un error y de cada uno aprendo.
Adri Delfin- Buenos Aires- Argentina
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PURA FERNÁNDEZ SEGURA INVIERNO&DICIEMBRE
Imagen: Ginette Beaulieu
Presentías que el invierno, llegaba urgente aquella noche Porque el viento arrastraba enloquecido la lluvia debajo de las puertas.
Aterida detrás de los cristales, contemplabas a ráfagas tu vida, viendo estrellarse las gotas de agua más hermosas. 79
Resbalaban frágiles, mudas igual que líquidos suspiros para fundirse sin remedio, en la tierra absorta e inhóspita, en la tierra más sombría de los siglos.
Sentías llegar inminente el invierno aquella noche.
Del poemario, Zona Próxima. Ed Dauro. Pura Fernández Segura. Guadix. Granada. España.
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RITA BEDIA LIZCANO DICIEMBRE DE FUEGO
Imagen: Michael Bilotta
Erradiquen el malestar ocasionado por tu recuerdo Eliminen el olor a nicotina permanente Que me arranquen cada uno de tus verbos que habito Destruyan la admiraci贸n y la jactancia de amarte 81
Que me despojen del latido cauce de sangre congelada que mantiene el llanto en los ojos deambula por las calles y finge permanencia mientras el pensamiento divaga Que me arranquen de la cama cuando humedezco al pensarte pues en mi fantasía me acompañas y el abrazo que imagino es el tuyo Que arranquen la memoria de tus dedos tu sabor y que no exista sal que me recuerde a ti ¡Que me arranquen el delirio que avivaste! Arranquen aquel diciembre de fuego y los ojos para no mirarte jamás.
Rita Bedia Lizcano- Apodaca- México
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MAGDA ROBLES LEÓN DICIEMBRE Y OTROS FRÍOS
Imagen: Michael Bilotta
Cuando el alma amenaza tormenta se templa el aire, y son los ojos la coraza que protege al espíritu de aquello que el cuerpo no puede.
Porque hay recuerdos con sabor a noche que duran 83
mientras el día renace y se deshacen los cuerpos buscando un puñado de harapos con que cubrirse.
En horas intempestivas percibo seres de niebla. Caminantes blancos sin rumbo fijo, cegados por luces que no sirven de guía.
Criaturas hechas de piel y barro que cargan en las espaldas los trozos y destrozos que componen su extraña apariencia de vida.
Caen las horas de golpe sobre mis huesos, cansadas de esperar siempre en el mismo orden el reencuentro con la imagen fría y opaca en este espejo mudo que ahora nos contempla.
Mirarte en él 84
es caer en un pozo bru単ido.
(de Peque単o muestrario de relojes y silencios) Magda Robles Le坦n. Granada. Espa単a.
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MABEL CORONEL CUENCA EL ÚLTIMO VAGÓN
Imagen: Michael Bilotta
En el último vagón de cada año encapsuladas ya vienen llegando los alborotos, las risas y el llanto de seres que por prisa ya se fueron.
En el último vagón de cada año suben sin su ticket el desengaño, puñaladas certeras recibidas 86
en esos días sombríos del año.
En el último vagón de cada año vienen atados en un mismo fardo el cansancio de aquel obraje ciego y las campanadas mudas, sin eco.
En el último vagón de cada año, de nombre diciembre según algunos, vienen también la alegría y el gozo de gritar -estoy vivo- para el mundo.
©Mabel Coronel Cuenca- Hernandarias- Paraguay
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GENARO RIERA HUNTE ¿QUÉ SOMOS?
Imagen: Emerico Toth
De diciembre a diciembre la mano es feliz. Alcanza lo que toma, se apropia de lo inmediato, nunca pide socorro. 88
La mano no es inteligente, no es ladina, no seduce. No somos mano, pero compartimos los mismos diciembres.
Genaro Riera Hunter- Paraguay
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VICTORIA FALCÓN ÁGUILA NOSTÁLGICO INVIERNO
Imagen: Bryce Cameron Liston. Art Pinturas
El invierno trae consigo adorno grácil de la nieve. Nostálgico el poeta mira como los campos aguardan a la verde floresta donde se pasea bajo el sol sin abrigo, ni nubarrones 90
más, sabedor que también en el frío se calienta, busca musa en “Diciembre” que le dé calor a sus letras e intensidad a sus rimas para olvidar dulcemente a la nostalgia y convertir al invierno en primavera.
Victoria Falcón Aguila . México. D.F
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FOTOPOEMAS
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RELATO
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DANIEL MONTOLY EL TIEMPO EMPARENTADO
Imagen: Mihai Oltenau
“Diciembre me parece hermoso se me hace perfecto para hacer una fiesta de sentimientos.” Marc Anthony
Me confundo con sus interpretaciones sicológicas, con esos buenos días emparentados con mis malas noches ejemplificadas por un prójimo tranquilo que sube al taxi de sus pies cuando me ausento. Y aunque le enciendo un cigarrillo cósmico y observo cómo el humo abraza su figura con la envidia de un cuerpo ajeno que recorre clandestino el poniente de 95
los deseos, se excusa por la levedad del bolero de su blusa de framboyanes apagados. Me pone a pensar justo en el agobio nocturno revelado de antemano por la angustia del día anterior, pero ahora saco provechos inmediatos a la mansedumbre de sus corpiños rojos y como mosquito zángano, clavo mi aguijón en la vastedad de ese cuerpo moldeado por mis manos. La inoculo con mi veneno azul tunecino. Y ella, arropada por el silencio de un busto de mármol prestado deja que mis labios rueden por la cadena montañosa de sus caderas. Incólume, el zen de su jardín se abre. Hurgo en su arena de misteriosos arcos iris para que la noche no se ponga entre nosotros. Vuelvo a entrar en sí; la oscuridad es similar a la viudez de mis ventanas, las lágrimas vertidas por las mentiras me lloran que estuvo a la hora en punto, miro a los ojos del reloj, y sus agujas fundidas por el bronce de la melancolía niegan que hayamos asesinado al tiempo en vano como aseguran los chismes de esos tantos diciembres envidiosos... Daniel Montoly – República Dominicana/ Columbus / EE. UU.
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GRACIELA AMALFI KUMIKO, ENTRE RAYUELAS Y CRONOPIOS
Imagen: Dragan llic Di Vogo
(Extraído de la novela “Kumiko, mujer sin tiempo”)
Era diciembre. Tomé el colectivo que me dejaba a dos cuadras de su casa. Cuando llegué no podía creerlo. Me detuve frente a esa enorme puerta de madera con un picaporte de bronce. Quedé petrificada en un lugar desconocido. Atónita, ciega, muda. La fachada de color amarillo claro y los dos escalones, me abrían sus paredes para empujarme a entrar. 97
Miré mi reloj- el último regalo de mis padres- la hora de la cita había llegado. Cuando llamé a la puerta, una señora me invitó a pasar a un pequeño cuarto: su despacho. Encima del escritorio se destacaba una máquina de escribir rodeada de papeles escritos, otros en blanco y algunos hechos bollos. La biblioteca me dio la bienvenida con esos autores a los que una y otra vez Cortázar había leído: Poe, Hawthorne, Saki, Jacobs, Foster, Lugones, Quiroga y por supuesto Borges. Un cuadro, con un dibujo que delineaba la casa más famosa de sus historias, estaba recostado cerca de la ventana. Me llamó la atención, esa cantidad de habitaciones estampadas arquitectónicamente, nunca hubiera imaginado una casa tan grande para un cuento. Sólo para un cuento. Estaba dentro de su mundo, de ese mundo de vuelos. Vuelos imaginados y vuelos reales. Los personajes de sus cuentos me abrazaban, algunos chocaban contra mi ignorancia de escritora y otros me invitaban a tomar su mano para entrar en ese hemisferio distinto y nuevo. Quise tomar cada página de sus libros, leerlas, releerlas, aprenderlas de memoria. Un olor a consejos de cómo se hace para reír o llorar, llegó con aroma a tinta y papel gastado. Si dijera, que me sentía estar bailando el vals en mi fiesta de bodas, no estaría mintiendo. La sensación que había experimentado, a mis diecisiete años, cuando me imaginé en el escenario interpretando “La Traviata”, se derrumbaba ante ese presente. Otro cuadro con color a rayuela, un rostro que bien podría ser el de la Maga, un suicidio, una locura, un número olvidado, una tragedia. Un montón de conejos blancos y suaves, pero vomitados desde un hombre asqueado de tanta soledad, en una Buenos Aires repleta de gente y hundida en una miseria de mugre y hastío.
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Un tigre agazapado esperando mi más mínima distracción para aparecer y atacarme. Esos monstruitos verdes, amorfos, locos y chiflados como el tango, que no dejan de girar en una milonga triste y pobre, que se burla de amores ajenos. Ese raro azteca que corre sin parar y sueña y suda y recuerda y muere enloqueciendo al lector distraído. Su mundo me atrapó, me dio vueltas, me hizo despegar hacia un lugar nunca imaginado: como un globo gigante me llevaba de un rincón a otro de la habitación. Puf… el globo explotó y entró el escritor, Julio, el mismísimo Cortázar. Alto, flaco, y con una “r” caída del renglón se dirigió hacia mí y me saludó con un gesto dulce y paternal. Aterricé de golpe en el escritorio y me sentí como un papel hecho un bollo, para jugar en sus manos… o ser tirado para siempre en el cesto de basura.
Graciela Amalfi- Buenos Aires- Argentina
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JUAN CARLOS VECCHI OCHENTA Y OCHO
Imagen: André Varela
"Quien diciembre salva, la vida hará larga." (Anónimo Pérez). Ayer fue el cumpleaños número ochenta y ocho de Greco Bola. A cinco minutos de la visita de otra medianoche perfecta, sonó el teléfono por primera vez en el día (y primera vez en la semana, en el mes, en el…). -Ring. Ring. ¿Ri…? -el todavía cumpleañero, hambriento de voz alguna por favor, levantó el tubo del teléfono. 100
-¡Hola! ¡Sí! ¡¿Que quién?! ¡Ah, no no y nonó! ¡Número equivocado entonces! Greco colgó el tubo y miró la puerta del baño calculando la distancia pero le pareció más lejana que la sucursal de China estacionada en planeta Urano. Al no poder entrar al baño, decide entrar al estado de pánico y es entonces cuando le sucede el fatal sincronismo cenestésico, a saber en este orden: corrida de toros friolentos por la espalda, nudo sin corbata amarilla con lunares negros en la garganta, taquicardia sinusal y al toque un ritmo cardíaco de 199 latidos por minuto (1), y finalmente ese hervor necesario de su caudal sanguíneo para darle el mortal “toquecito final” al osobuco interno de Greco. Luego son los ojos de Greco que se abren redondos como si enfocaran once millones de dólares sobre la cama y en el siguiente luego te cuento que Greco cae al suelo como un mimo que ha recibido once balazos en la frente (un balazo por cada millón de dólares). Pero qué manga de porquerías son los verbos de la muerte cuando salen de joda cada 20 de diciembre.
N. del A.: En esos momentos, Greco bate el récord que ostentaba el uruguayo Wenceslao Heriberto Luis Juan Roberto Masitayleche con 197 latidos por minuto cuando es sorprendido en plena madrugada por su esposa bailando abrazado a una pata de cordero sobreviviente de la cena mientras le canta suavemente: “Besaaameee, beeesameee muuuchooo/como si fuera esta noche, la última vezzz/¡besame, beeesaaameee muuucho…!/”.
© 2014, Juan Carlos Vecchi – Olavarría- Argentina 101
PEDRO PABLO PÉREZ SANTIESTEBAN LA NOCHEBUENA, EL FRÍO Y LA MISA DEL GALLO
Imagen: Dariusz Klimczak
Del libro inédito “La virginidad de los recuerdos”
Servido el puerco asado sobre la mesa, alrededor los abuelos, mis padres, mi hermano y los amigos. Un olor a turrones se desprende en la cocina. Ha llegado la Nochebuena y con ella el árbol de navidad, los camellos y los villancicos. 102
Campanas de iglesias llaman redondas y audaces a la Misa del Gallo. Un frío se cuela por la ventana húmeda de la lluvia recién caída. En el patio algarabías de críos rompen el silencio a la espera de un lejano Santa Claus, que nunca llega. Tampoco asoman las coronas de los Reyes Magos… Allí estoy, junto al trino del sinzonte y bajo el pino con estrella, saboreando los buñuelos de la abuela… la mesa es larga y alegre, la risa cuelga en los manteles. Se ha ido el tiempo y junto a él galopan los años, dejando solamente los recuerdos…
Pedro Pablo Pérez Santiesteban- Cuba/ Miami- EE.UU.
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JUAN CARLOS CÁRDENAS EL REGALO
Imagen: Cosey Kaba
Nunca antes había escuchado una historia tan fascinante. El recién llegado al barrio, que vivía a mitad de cuadra de mi casa, me lo contó una tarde. Minutos después de la medianoche, un hombre llamado Papá Noel, pasaría por cada una de nuestras casas dejándonos regalos. ¿Cómo sabe lo que quiero?, ¿tendré que atar al perro para que no lo muerda?, ¿y si me duermo?, ¿cómo sabremos que se trata de ese tal Papá Noel, y no de un ladrón?. Si yo estaba intrigado por la historia, el otro chico quedó desconcertado: —¿No conoces a Papá Noel?—. 104
Hasta ese entonces, había oído algo de unos Reyes Magos que no habían podido pasar por casa porque habían extraviado la dirección, o se les había hecho tarde. Hasta ese entonces, a punto de cumplir los diez, no había recibido la visita de personas, que viniendo de tan lejos, pudieran dar con mi casa. Cuando se lo conté a mis viejos, tan desbordado de entusiasmo que ni siquiera quise comer, ellos me miraron con ternura, pero fueron lapidarios: —Querido, no es posible que el hombre pueda volar y menos con un carruaje... Además, no vamos a estar en casa—. Ya me había imaginado al hombre barbudo preguntándole a algún vecino por mi nombre. Me lo había imaginado abrazándome y trayendo mi regalo Ya se me había instalado la expectativa de encontrarme con un desconocido que lo sabía todo de mí. Llegué a mitad de cuadra llorando, con una sola pregunta: —¿Cómo hace ese tal Papá Noel para volar en un carro tirado por animales que tampoco tienen alas?...—. No conservo ningún recuerdo de lo que me respondieron ni de lo que sucedió aquella medianoche. Lo cierto es que desde entonces, aunque ya sepa la verdad, estoy esperando a que alguien atraviese el mundo trayendo mi regalo.
Juan Carlos Cárdenas. Rio Negro/ Neuquén/ Mar del Plata- Argentina
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MÍA PEMÁN DICIEMBRE SE VA EL ÚLTIMO
Imagen elaborada por Mía Pemán
Respirándole los días, las semanas, los momentos, las horas, los minutos y los segundos, lo hacen todos los demás, con muchos días de antelación. Y, ahora mismo, ya le está tocando a él, salirse poco a poco de su tiesto, para en nada dar paso al siguiente, el que espera y desespera, el que ya pronto vendrá... Acabamos de empezarle y ni a medias le vamos a dejar, que se vaya afianzando él solito, con la ayuda de las gentes que le van viendo pasar, a su vera, nada más, qué unas veces, lento se va y otras, corriendo se adelanta. En cero uno, le estrenamos hace tan solo unas horas y ya le ves, que las prisas le llevan de la mano, a pesar de no sentirle decir nada. ¡¡Los días corren y a diciembre, le toman el pulso!!
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Le vamos tomando el pulso, para ver sus constantes vitales, no sea que se nos desmaye y a medias nos deje en el alto del camino. Diciembre, este mes que joven es aún, viene con garbos frioleros y ni las mantas trae a cuestas, altanero es él, el que marcha siempre en dirección contraria, cuando se le van preparando los días, que más del medio, ya se perfilan las fiestas y las vacaciones se divisan algunas veces, se da de lleno en sus últimos instantes… con el que le sigue los pasos y no le da la vez, que se la quita de inmediato. Trae regalos, caramelos, tartas, dulces de pan y moldeados con pescados y carnes, al cual se le adosan las verduras frescas y los majares frutales, para saborearle más despacio sin avisarle ni nada, ya de por sí, cada año le tocan los pies, y las manos se le vuelven escogidas, cuando el gordo sale tocón y remolón del bombo dorado de la surte echada y pagada. Cargados los sueños de júbilos y realidades, a cumplirse algunos, y otros en medio se quedarán, como globos de espuma y abrazos de algodón, para suavizar los contornos del sentir intranquilo, aquél, que se quedó desaliñado en el camino de las añoranzas, esas que se despegan de vez en cuando de las parrillas en las cuales están tendidas, como si fuesen sacos de dormir, que luego se pegan con goma de mascar a las hojas del saber y no te olvides, de ver llegar a los bombones, cargados de cremas y soles, que revoltones andan, y cada cual… con su tema, salta y salta, jugando a la comba y al escondite del revés inexacto, dándole la vuelta al derechas y de lado, para no caerse al completo, del taburete ni ver los recodos que del sendero se han caído como por arte de magia. Los días se han vuelto corretones, juegan al salto y medio, y a la raya cuadrada y rectangular, a las gomas elásticas, a las tabas, a las ranas y sus monedas, subiendo los toboganes, encontrados tras los días que se van marchando, aunque no quieran hacerlo, se les ve, remolones y despabilados… salen silbando la canción del adiós y del buen decir… Las noches más frías del año, se visten de DICIEMBRE, entre estrellas y luces que le visitan y le animan a sentirse mejor. Así le dará más gana de seguir vistiéndose de noche en las largas estancias del invierno que él nos 107
traerá un próximo equinoccio nos visitará, el último del año, justo como el mes, nuestro diciembre albergará dos épocas, la otoñal y la invernal, con sus ocasos bien diferentes, se despertará y se irá a dormir con la luna a sus espaldas y las estrellas a su alrededor. Ya terminamos el año con este mes enrevesado de ilusiones y plagado de suspiros y lágrimas, que la lluvia se va llevando para que los niños y los viejecitos no se den cuenta que los días van cambiando como los pompones de los fines de semana. ¡Hasta luego don Diciembre, que usted lo pase muy bien, ya le encontremos de nuevo, al año próximo, no se olvide que le seguiremos esperando, con las ansias de terminar el nuevo año… o quizás no, pero, trate de ser bueno… estaremos pensando en usted… besos a millones, le deseamos y por favor, le voy a pedir una última cosa, bien importante, también lo es… “Qué seas… muy Feliz”…!
©Mía Pemán. Palencia. España.
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ISSA MARTÍNEZ LLONGUERAS EL LUTO PRECOZ DE LA NADA
Imagen: So Hyeon-Kim
Ella ha sacado, como cada año, su abriguito de diciembre con cuello de heno y los bolsillos volteados. Su mirada de pesebre enlunado acompaña a la levedad de sus arrugas y a la madrugada aún oscura. Las farolas atestiguan el frío estremecido de sus huesos y el hueco de su seno extirpado, mientras sus pasos buscan, casi a tientas, el trayecto más firme 109
y plano de la acera. La parada del autobús está vacía. La banca de aluminio con su techito de neones navideños sostiene cristales de rocío que dejó la helada nocturna. Ella se queda a solas con su cuerpo seco de quimioterapia y sus pensamientos. Sabe que pronto el frío ya no será un problema y que sus días de trabajo dejarán de ser una rutina. El gato callejero también lo sabe. Por eso se le acerca y se restriega en sus piernas flacas una y otra vez. La mujer se agacha con dificultad y lo acaricia, disfrutando la peluda tibieza. Un motor le anuncia la llegada del autobús. Ya la claridad empieza a descollar. Ella sube los escalones del vehículo, paga su pasaje y se sienta con la cabeza recargada en el cristal, mientras su anonimidad anuncia el luto precoz de la nada.
Issa Martínez Llongueras-D.F. México
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ADRIÁN GONZÁLEZ DE LUIS EL REY POBRE
Imagen: Michael Bilotta
Cada día, a la salida de la misma estación de cercanías, cruzabas tu tímida mirada conmigo tan solo durante una décima de segundo, en un vago intento por no verte comprometida por ella. La misma medio sonrisa, cargada de amabilidad, y que yo agradecía más de lo que pudieras suponer por aquel entonces. Son pocos los gestos de complicidad que reciben los que se ven abocados a pedir limosna. Hace dos años que perdí mi hogar a causa de un aval. Mi hijo lo necesitaba, y ahora ambos lo pagaremos para siempre. Él más que yo, pues ha de vivir mucho más tiempo. El caso es que el alquiler y la 111
supervivencia de dos familias no se sostiene tan solo con una pensión de seiscientos euros, y recurrí a la solidaridad de la gente. Tú misma me dabas algo algunos días, acompañando el donativo con timidez. Y con tu sonrisa. Pero esa mirada apocada dejó de pasar cada mañana y las tempranas horas del invierno se hicieron más oscuras. Comprendí que ya no acudirías a tu cita con el trabajo y me entristecí por ti. ¿Qué otra cosa podía hacer? Pregunté a los que pasaban a la misma hora por allí, pero la mayoría me evitaban asustados, quizá pensando que les abordaba desesperado pidiéndoles limosna. Cada día intenté hablar con una persona distinta, y así llegaron los primeros copos de nieve y el frío extremo de diciembre. Mi cuerpo se reveló contra mí justo a las puertas de la navidad haciéndome caer en un profundo sueño. Y te vi junto a mi cama con un libro abierto. Quise hablarte, pero tu dedo índice me lo impidió sobre mis labios. “Voy a contarte un cuento”- me dijiste. Y yo sonreí. Aquellos ojos negros eran los de un ángel, y se posaron sobre sus propias manos abiertas boca arriba como si sostuvieran un libro invisible. Sus labios se movieron... “ Había una vez un rey cuya falta de ambición le relegó a reinar tan solo sobre un pequeño pueblo que rodeaba el castillo en el que vivía. Aunqu e poseía grandes riquezas, todos le llamaban El rey pobre, porque era feliz a pesar de sus pocas posesiones. Pero, como siempre ocurre, llegaron momentos de escasez para los habitantes del reino, y él decidió que, como sus súbditos eran escasos, podría mantenerlos repartiendo la riqueza que atesoraba. Así se sucedieron los años y las reservas se fueron agotando, pero el rey, a pesar de cuanto le advirtieron su familia y consejeros, valoraba las miradas agradecidas y la felicidad del pueblo por encima de sus propios intereses, hasta que el dinero se acabó. Su mujer e hijos se marcharon a vivir con su suegro y el pueblo emigró poco a poco. En la más absoluta soledad paseó durante semanas rodeado de casas vacías y, un día, el 112
hambre también le obligó a huir a través del bosque en busca de comida y compañía humana. Vestido con una capa y una capucha roída llegó a una gran población. Allí pidió limosna para poder comer siendo rechazado por la mayoría. Una mañana, rendido, cayó acurrucado contra la pared con las piernas encogidas, sin apenas fuerzas para sacar la mano derecha del viejo jubón, cuando notó que una mano enguantada se la cogía con delicadeza, forzándole a levantarse. - Yo sé por qué esa mano no recibe donativo alguno. Durante demasiado tiempo estuvo acostumbrada a repartir sin pedir nada a cambio. El hombre cuya voz escuchaba se arrodilló ante él. - Majestad. Dejadme devolveos tan solo una pequeña parte de lo que tú diste. Y así fue como, el rico mercader, antiguo súbdito del pequeño reino, ayudó al rey pobre a recuperar su dignidad, pues pronto corrió la voz de quién era por la ciudad, donde muchos de sus súbditos habitaban.” Escuché lejanos villancicos en la oscuridad que anunciaban esperanza. Desperté en una fría habitación de hospital, rodeado de mi familia. Todos sonreían de felicidad al verme, y supe en aquel preciso momento que nada era más valioso que una mirada feliz y el cariño de los que te rodean. Entendí al pobre rey, quien ganó mucho más de los que otros podrían pensar que perdían. Mi hijo había encontrado trabajo gracias a una chica joven que había acudido al hospital y que me había dejado una carta en mi mesilla. En ella me daba las gracias por mi interés y me confesaba ser la hija del dueño de la empresa en la que trabajaba, de la que se había ausentado para preparar unos exámenes. Alguien le había dicho que, cada mañana, preguntaba por ella. Prometía volver a verme algún día, y firmaba: Su súbdita agradecida. Adrián González de Luis- Madrid- España 113
ANA SAAVEDRA LA CASA PATERNA
Imagen: Michael Bilotta
Siempre es complicado volver. Todos mis recuerdos están arropados entre esas viejas paredes que los guardan con cariño, cubriéndolos con una capa de polvo, descansando en el olvido. Sin embargo solo esperan mi presencia para despertar de su letargo. Enfrentarse a ellos es algo reconfortante en un primer instante. Apenas entro puedo ver a mi madre en la cocina con varios platos a medio hacer y la promesa de una comida deliciosa. La sala guarda años de mi vida, que en cuanto pongo un pie allí comienzan a desfilar sin detenerse, apretujándose en mi memoria y pidiendo atención uno por encima de 114
otro. Al subir a mi antiguo cuarto, la coraza del tiempo se rompe. Estoy sumiendo mi presente en un sueño y me enfrento al frágil pasado que tentador me llama diciendo "ven, nunca me fui, estoy aquí por siempre". Su promesa me entusiasma y recorro las pocas fotos que siguen adornando los tapices, testigo de mis tristezas y alegrías. Abro los cajones por curiosidad y, objetos que ya solo existían en mi imaginación están allí. Punzando recuerdos, promesas, sueños estudiantiles. Cierro los ojos y percibo un olor familiar, casi puedo escuchar una canción de moda en aquella época y a mi padre gritando que baje el volumen. Quisiera poder regresar a esa etapa tan fácil en que todo me parecía tan difícil. Ahora estoy aquí. Después de recibir la llamada insistente de mi padre para que lo acompañáramos en las fiestas de diciembre. El choque de mi pasado y presente es tan fuerte que siento vértigo al cruzar el dintel de la puerta de entrada. Mi madre ya no estará nunca más preparando algo en esa cocina. Por más que mis recuerdos me la muestren allí, por más que pueda incluso oler sus guisos y escuchar su trajín desde lejos. En esta ocasión mi propia familia me acompaña, mi esposa carga a mi bebé Adolfo. Ellos parecen tan ajenos a este lugar. Como seres de otro mundo que nunca comprenderán el valor de los objetos, grandes y pequeños, que el tiempo quiso inmovilizar en este espacio llamado casa. Mi padre, guardián de este archivo en mi mente está allí. Debilitado por la carga de acumular tantos sentimientos en un mismo lugar. Ahora me doy cuenta que mi propia casa es joven y ligera. Apenas comienza a atesorar sus primeras memorias y la huella del tiempo pasa lenta y atenta a cada acontecimiento. Pero algún día estará cargada de recuerdos, rebosante de presencias hasta que su ciclo termine y se prepare para sumirse en el olvido. Algún día mi hijo cruzará su puerta y sentirá que sus paredes guardan secretos, historias y momentos que con el paso del tiempo le pertenecerán más a ella que a nosotros, a la añorada casa paterna. Ana Saavedra. Querétaro, México. 115
ROXANA ROSADO BIENVENIDA
Imagen: Ginette Beaulieu
I -Diciembre me gustó pá que te vayas- dice la canción de José Alfredo Jiménez. Eso precisamente es lo que quiero, despertar y ya sea enero. Que no me entere si llegaron Santa Claus o los Reyes Magos, ver un nacimiento y cualquier decoración navideña. Esta época para mí era la más bonita y alegre del año. Conforme se acercaba me entraba una sensación de alegría que no sentía en otra temporada del año. Y digo era porque tiene algún tiempo que todo cambió drásticamente. Desde que caí en este pozo, lo que antes me 116
gustaba ahora me da miedo. Las primeras semanas tenía la sensación de estar atrapada en mí misma, como si no fuera yo, como si mi cuerpo pensara una cosa y mi mente otra. El tiempo aún parece detenerse, caminar lento, sobre todo por las noches interminablemente largas y terribles. Ese no dormir o hacerlo a ratos, despertar y ver por la ventana que aún no amanece, es insoportable. Los negocios y las casas han comenzado a decorar sus fachadas con motivos navideños. Antes los disfrutaba. Ahora no. Todos los colores fuertes me lastiman la retina. Siento cómo se contraen mis pupilas y me da una sensación de querer alejarme de ahí. Mis músculos se constriñen de pies a cabeza y me mareo. ¡Quiero que termine! Si nunca has sentido algo como esto seguramente pensarás que estoy loca. No lo estoy. Lucho las veinticuatro horas con todas mis fuerzas para conservar la cordura. ¿Me dejas platicarte? Te voy a describir lo que siento para que te des una idea de cómo funciona ahora mi mente. Estoy en un pozo oscuro y frío. Miro hacia arriba y ahí está la luz. Me estiro para llegar a ella y cuando mi mano parece tocar la orilla del pozo me aterro. Regreso a donde estaba, me quedo quieta y la oscuridad me envuelve. El diagnóstico –síndrome de ansiedad- fue nuevo para mí. Había sentido muchas cosas, pero nunca algo tan fuerte y tan incapacitante como esto. No tolero la música ni la televisión, he dejado de leer –antes solía apasionarme-, las luces fuertes me lastiman, hasta la ropa la tengo que elegir según el color. Ahora uso tonos neutros que no me generan ningún malestar. Camino bien, pero siento como si apenas estuviese dando mis primeros pasos, con las piernas temblorosas. He leído que los circuitos del cerebro se interrumpen y la melatonina –sustancia que produce el cerebro para controlar las emociones- se pierde generando un caos. Se presentan una serie de cambios químicos en el cerebro y malestares físicos que no puedo controlar. Aquí la pinche voluntad no existe. Vale una pura y dos 117
con sal. Al principio intentaba controlarlo, pero solamente terminaba agotada. Recuerdo con nostalgia que me encantaba poner el árbol con las esferas más queridas, aquellas que tenían su historia y preparar la cena. Ahora…no lo sé. No quiero ni pensar en ello. Siento que me amenaza porque recuerdo mi casa, mis cosas, mi perro, mi familia y siento que hoy no tengo nada de eso. Ni siquiera puedo confiar en mí misma. Ojalá ya fuera enero, en verdad. ¿Existirá una cámara del tiempo? Tal vez si adelanto el reloj no tenga que soportar el mes completo. Quizás mañana de despierte y sea año nuevo.
II
El único lugar en el que me siento a salvo es mi habitación. Bueno, no me siento segura en ningún lado pero por lo menos aquí no es navidad.
III Como he estado hablando de todo esto en la terapia he decidido enfrentarme a ello. No puedo encerrarme en mi cuarto un mes y hacer de cuenta que nada pasa. Estoy en una tienda buscando un arbolito lo suficientemente pequeño para que no me aterre. Ya lo encontré. Ahora las esferas. Pinches esferas. Rojas, plateadas, verdes, azules… Las veo detenidamente y las dejo en el anaquel. Mis ojos son como un termómetro. Pupila contraída, esfera no bienvenida. Llevo una hora intentando escoger las adecuadas. ¡Una hora! Los que controlan las cámaras han de pensar que me quiero robar todas. Pero no sé cuál comprar. Tal vez lo mejor sea no llevar ninguna.
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Las de color magenta no se ven tan mal. Llevaré un paquete. Traen una tira de perlitas y una estrella para la punta. Creo que éstas me sientan bien. Por fin salí de la tienda. Tantos colores, tantas luces, barullo… con razón la doctora me dijo que hasta la cosa más simple (esperar en la fila para pagar por ejemplo) en mi condición se volvería algo extraordinariamente difícil de aguantar. Estoy en mi cuarto ahora. Puse el árbol sobre el escritorio y junto a él como si fueran regalos lo que más extraño, un muñequito y un perro, o sea mi hijo y mi perro-.
IV
Le he ayudado a un familiar con la decoración del árbol y no me ha sido tan difícil. Estuve alerta a todas las sensaciones de mi cuerpo. La más significativa ha sido un leve mareo. El miedo –como siempre- atisbó entre las ramas esperando saltar sobre mí. Pero no lo hizo. Mi terapeuta me ha dicho que se tomará dos semanas de vacaciones pero que puedo llamarle si algo pasa. ¡Cómo se atreve el cabrón a irse y dejarme así, en plena época navideña! Por supuesto que le voy a llamar. No pienso cargar con todo esto sin ayuda. Habrase visto, tomar vacaciones…
V
He preparado la cena, hemos convivido largo rato y todo bien. La verdad es que no hubo ataques de pánico. Por supuesto tomé mis medicamentos. 119
No puedo suspenderlos. Controlan la melatonina y mi cerebro. ¿Drogada? No, para nada. Solamente desaparece la ansiedad, eso es todo.
VI
Faltan unos días para que el año termine. Hoy me he sentido mal, como si algo me faltase y he salido a dar una vuelta. Es domingo y la ciudad está en calma. No me gusta el gentío pero tampoco tanto silencio. ¿Dónde están todos? Día treinta y uno de diciembre Me he animado a venir a cenar con mi mejor amiga. Con ella siempre me siento amada y protegida. Su familia es linda y aunque tal vez no entiendan lo que me sucede no me critican. Estoy bien, mejor de lo que esperaba. Solo tengo mucho sueño –efecto secundario de los medicamentos- así que no creo que me desvele. Tamales, pozole, pavo, cerveza, una cena rica, muchas risas y un poco de baile. Ya nos vamos a dormir. Son las dos de la mañana.
VII
Ha pasado la primera semana del año nuevo sin contratiempos. El próximo jueves reinicio la terapia. Estoy contenta. Sobreviví.
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VIII
El árbol luce hermoso. Es grande y lo adornan esferas doradas, plateadas, cobrizas y cafés. Una hermosa punta dorada lo corona (la puso mi hijo como siempre lo había hecho). La casa está a oscuras. Estoy sentada tranquilamente en el sofá mientras contemplo cómo la luz de los foquitos se refleja en las esferas. Mi perro me mira tratando de leer mis pensamientos. No tengo prisa porque termine el año. Aún hay algunos colores que me molestan los ojos pero son más los que tolero. Tiene bastante tiempo que no sufro un ataque de pánico. He salido del pozo. ¿La oscuridad? Aún acecha. A veces temo volver a ella, pero el trabajo que hemos realizado mi terapeuta y yo ha valido la pena. -Diciembre me gustó pá que te vayas- dice la canción. Pero ya no se la dedico a nadie. Bienvenida la Navidad.
Muchas personas alrededor del mundo padecen algún trastorno emocional ignorando que su vida está en riesgo. Es muy importante recibir la atención adecuada y oportuna para salir adelante, además de estar bien informado. El ignorar el problema no lo cura, lo agrava.
Roxana Rosado- México
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EVENTO
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ENCUENTRO El pasado día 5 de diciembre, nuestro colaborador argentino Carlos Caposio, que viaja por Europa, visitó la ciudad de Guadix en la que tuvo lugar un encuentro literario con los alumnos de Carmen Membrilla Olea (Directora y editora de la Revista Gealittera, junto con la escritora argentina Cecilia Ortiz). En esta actividad preparada para alumnos de Bachillerato y segundo ciclo de Secundaria, el escritor argentino presentó su libro de poemas, relatos y fotografías: Cajita de Cartón. Fue una experiencia enriquecedora desde el punto de vista didáctico y sobre todo literario. Los límites virtuales establecidos por una revista digital se han trascendido, convirtiéndose en una realidad tangible a través de la cual, una vez más se activa EL PODER DE LAS PALABRAS. Sin fronteras. Con la clara intención de compartir, de enseñar, de aprender. Encontráis toda la información en nuestro blog: http://revistagealittera.blogspot.com.es/
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En una nueva etiqueta que queda inaugurada con el nombre: EVENTOS. Porque esperamos que este sea el primero de muchos más. Confiemos en la MAGIA GEALITTERA. Además podréis leer la entrevista que Caposio le concede a Carmen Membrilla antes de salir de Argentina y que será publicada por el semanario cultural Wadi-as.
Jairo García Jaramillo( Profesor de Literatura en el IES Padre Poveda), Carlos Caposio y Carmen Membrilla Olea.
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