Revista Carta Abierta N°​9​

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carta abierta IX diciembre 2015 - Febrero, 2016

edici贸n. 9 Diciembre 2015 - Febrero 2016

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Jon lee anderson

resistir entre guerras


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ÍNDICE 4. Editorial. Todos los policías son iguales 6. Walter Oyarce: “no soy un ejemplo de nada. soy alguien al que le mataron a su hijo” Victoria Meneses

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14. Opinión. Pensando en los pulpines Ramiro Escobar 16. Entrevista Central. Jon Lee Anderson: “No creo que todo esté perdido, a veces hay que pelear” Paloma Verano 30. Diálogos de taberna. Teemun pitkä matka (o la agonía de la eterna tiesura) Diego Olivas 32. Fotorreportaje. El niño Jesús nació en San Carlos Ricardo Zamudio

Revista Carta Abierta / Coordinadora general: Pamela Puglianini / Coordinadora de producto: Paloma Veran Abecasis, Hanguk Yun, Giovani Alarcón, Erick Nazario, Paloma Verano, Carlo Reátegui, Jimena Rodríguez Romaní, Hernán P Portugal, Leonardo C. Chambi, Cecilia Herrera, Ricardo Zamudio/ Diagramadores: Diego Salazar Abecasis, Carlo Reátegui / Guzmán, Thalía Gonzáles / Facebook: www.facebook.com/cartabierta / Twitter: @cartaabiertapucp / Youtube: www.youtu de los contenidos de esta revista. Conta


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ÍNDICE 44. La última tarde de ‘Momón’ Hernán P. Floríndez 52. Carlos Paredes. “no creo que la prensa diaria sea menos que el periodismo de investigación” Giovani Alarcón 72. Los niños gordos no van al cielo Carlos Portugal

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76. La mejor pizza del planeta se paga en ocho días Jorge Vicuña 86. Opinión. Elogios a corto plazo Giovanni Anticona 88. Fotorreportaje. Aquí no se llora Jimena Rodríguez

no / Equipo: Emilio Camacho, Julio Rospigliosi, Paolo Benza, Diego Olivas Arana, Víctor Manríquez, Diego Castillo, Diego Salazar P. Floríndez, Victoria Meneses, Jorge Vicuña/ Columnistas: Ramiro Escobar, Giovanni Anticona / Colaboradores: Carlos Ejecutivo de cuenta: Ricardo Guzmán / Agradecimientos: Vera Lucía Jiménez, Rómulo Franco, Mario Munive, Alejandro ube.com/cartabiertafcac / Revista producida por la asociación civil Carta Abierta / Prohibida la comercialización total o parcial

acto: carta.abiertapucp@gmail.com


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Todos los policĂ­as son iguales


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Lo que también quedó grabado fue la completa incapacidad de los policías para imponer respeto frente a Buscaglia: conforme transcurrían los minutos solo atinaban a apilarse a un lado del auto. Luego de que ella agrede al suboficial, lo empuja, cachetea, le quita el casco y lo vuelve a empujar, lo único que hace él es acercarse y decirle “¿qué pasa?”. Cuando se coloca enfrente del carro, junto a sus compañeros, para que Buscaglia no huya, ella pone en marcha el auto, sin importarle los daños que les pueda causar. Cuando intenta detenerla, ella se aleja mientras grita de forma prepotente “¿qué me va a hacer?”.

¿Cómo respetar a los uniformados de verde que nos detienen a causa de una infracción? Con esa misma interrogante muchos intentaron justificar a Silvana Buscaglia cuando insultó, empujó y tiró una cachetada al suboficial Elías Quispe Carbajal, mientras este le indicaba que estaba mal estacionada en el Aeropuerto Jorge Chávez. Era fácil pensar que él la insultó primero, que solo quería dinero.

La respuesta la encontraría algunos días después, en su sentencia de seis años y ocho meses de cárcel por resistirse a la autoridad. Lo lógico sería pensar que una sanción tan drástica serviría de ejemplo para los demás ciudadanos. Pero, semanas después, vimos cómo tres personas más iban a la cárcel por el mismo delito. Uno de ellos fue el nieto de Genaro Delgado Parker. Hasta diciembre del 2015, ya sumaban 19 personas que cumplían penas efectivas en diferentes penales del país por agresión a las autoridades.

Esta vez no fue así. El suboficial no la agredió primero y solo cumplió con su labor. Sí, existen policías que realmente cumplen con su labor en el Perú. El video del incidente, que ya cuenta con más de 100 mil reproducciones y que llegó hasta los noticieros, así lo confirma. Buscaglia estaba en boca de todos, se rumoreaba que tendría que enfrentar un juicio por violencia y resistencia a la autoridad y que comenzaría al día siguiente. ¿Qué raro no? Demasiado rápido para nuestro desgastado sistema de justicia y para una simple cachetada. Sin embargo, la rapidez en el juicio no respondía a una mediatización del caso. Sino a la aplicación de la nueva Ley de Flagrancia, que permite sentenciar en menos de 72 horas a cualquier persona que sea capturada durante la acción delictiva. En este caso particular, lo de Buscaglia quedó registrado en video, ocasionando posturas de usuarios que defendían y comprendían su actitud.

En el 2014, siete de cada diez peruanos no confiaban en los policías, según una encuesta de Ipsos Apoyo. Al parecer, esa cantidad ha aumentado, pero ¿no confiar en alguien conlleva a agredirlo? En nuestro caso parece que sí. La institución atraviesa una gran crisis, pero el cambio no va a empezar cuando, al empujar policías, nos sintamos superiores y veamos la resistencia a la autoridad como un show mediático. Hace unos días, el suboficial Héctor Salcedo devolvió 10 mil soles que se encontró en una cartera. Ese es el cambio que se necesita, que los policías empiecen a hacer bien su labor. Y en eso es en lo que el próximo gobierno debería preocuparse: en devolverle el prestigio a una institución que se creó para protegernos. Solo así el porcentaje de desconfianza disminuirá.

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Casi todos los peruanos hemos sido parte de una coima: nos la han ofrecido, hemos escuchado que la ofrecen, la hemos denunciado o aceptado. Está tan arraigada en nuestra naturaleza que los más pobres destinan el 5% de sus ingresos para pagar coimas a funcionarios públicos, según un estudio que la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) hizo en el 2014. Tantos son los casos que en la página web del diario más vendido del país hay una sección específica titulada ‘Noticias de coimas a policías’. La coima se ha vuelto una Marca Perú, y los policías son nuestros flamantes embajadores.


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Walter Oyarce: “no soy un ejem soy alguien al que le mataro Victoria Meneses

Hace cuatro años Walter Oyarce sufrió en carne pro grande que puede tener un padre. Unos vándalos disfr le arrebataron la vida a su hijo en un Clásico jug Monumental. Desde ese momento tiene como objetivo pr violencia que existe en las barras bravas del fú


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l entrar a la casa de Walter Oyarce, los recuerdos de Walter, su hijo, resaltan en cada rincón. A pesar de que ya no está físicamente en el hogar que compartían, él no se siente solo pues las frases de aliento que le llegan masivamente, todos los días, a su página de Facebook, le dan la compañía y la energía suficiente para sentirse inspirado y salir adelante. “Cuando leo los mensajes me dan fuerzas. Leer que me escriben personas que no conozco es muy gratificante. Me escriben de todos lados. Frases cortas, largas, cartas y saludos. Yo colecciono todo lo que envían en una carpeta en mi computadora pues son gestos que realmente me llegan al corazón”, cuenta Walter mientras revisa su correo electrónico.

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Todas las tardes, después del trabajo, se sienta frente a computadora y hasta ahora no puede creer la cantidad de seguidores que tiene en las redes sociales. Miles de personas, conmovidas, leen y respaldan las historias que Oyarce publica diariamente en su página. “Tener un espacio público en internet es una gran responsabilidad. La gente dice que yo soy un modelo a seguir pero, la verdad, es que no soy ejemplo de nada. Yo soy alguien al que le mataron a su hijo y que ahora lucha por acabar con todo tipo de violencia”. ¿Qué diría tu hijo sobre la popularidad que tienes en las redes sociales? Se reiría porque yo era uno de los que le decía a Walter que deje de estar tanto tiempo en la computadora y ahora me diría…¡Ya ves! Definitivamente, estaría sorprendido de todas las personas con las que me comunico. Antes de la muerte de su único hijo hombre se consideraba una persona común y corriente e indiferente a los miles de problemas sociales que aquejaban la ciudad. “Yo vivía en una burbuja. Era un oficial retirado que sólo esperaba los fines de semana para jugar fútbol con mis amigos en el Centro Naval. Cubría y atendía las necesidades de Walter hasta que terminara la universidad. No tenía más motivaciones que esas. Mi conciencia, al igual que la de muchos peruanos ante la violencia, estaba dormida. Hasta ese momento, nunca me había dado

cuenta de que cuando eres indiferente al dolor de terceros, te haces un cómplice pasivo y, finalmente, terminas siendo una víctima”. Lamentablemente, el 24 de septiembre del 2011, Walter Oyarce, padre e hijo, terminaron siendo víctimas irreversibles del vandalismo de la barras bravas. A pesar de ser hinchas acérrimos de Alianza Lima, Walter y su hijo tenían acceso, por familiares y amigos cercanos, a dos palcos del estadio Monumental y solían ir juntos a ver los partidos que ahí se disputaban. Incluso cuando la U jugaba contra equipos internacionales, a pesar de que la blanquiazul era el equipo de sus amores, acudían al estadio para alentar porque se trataba de un conjunto peruano. Sin embargo, aquel domingo del Clásico decidieron ir a palcos diferentes. Lo que sucedió después, Walter Oyarce padre, lo tiene fresco y claro en la memoria: “La tragedia empezó cuando el enfrentamiento terminó. Los asesinos de mi hijo se trasladaron 250 metros, de una tribuna a otra, para capturar la banderola de un palco que estaba al costado de Walter. Según los testigos, y ellos no mienten, estas personas se acercaron agrediendo a todo mundo. Mi hijo, al ver que mujeres y niños estaban siendo víctimas de estos vándalos, se acercó a defenderlos y terminó perdiendo la vida”. Walter fue empujado y cayó diez metros, hacia las graderías. Una vez en el piso, su cuerpo inerte quedó a la espera de que llegaran los paramédicos y la ambulancia, mientras se desangraba. Desde el palco en el que fue arrojado se podía ver a dos sujetos descontrolados atacando a la gente con correas. Se trataba de David Sánchez Manrique Pancorvo, alias ‘Loco David’ y José Luis Roque Alejos, alias ‘Cholo Payet’, quienes ni siquiera se inmutaron ante lo que había sucedido. Al contrario, cegados por un fanatismo extremo continuaron peleando y aterrorizando a las personas que aún se encontraban en los palcos del Monumental. Ante este desafortunado hecho y con el corazón destrozado, Walter Oyarce padre, asimiló de inmediato lo que había pasado. “Cuando estuve frente al cadáver de mi hijo me acordé de una conversación que habíamos tenido una semana


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antes. Yo había empezado a hacer un taller con un amigo para los jóvenes que tienen pocas oportunidades. Cuando le conté a Walter sobre esto, me miró sorprendido y me dijo que no me veía haciendo eso. Ese día, en el hospital de Ate, al lado de su cadáver, juré meterme al meollo del problema para que no vuelva a haber otra muerte absurda generada por la violencia”.

Aquella condena no es un paliativo. Walter es consciente de que con la muerte de su hijo, dos familias están sufriendo. “Ahora solo tengo que luchar porque en la sociedad se apaguen futuros ‘Loco David’. Esa ha sido y será mi misión hasta los últimos días de mi vida.” La tristeza y la impotencia que le generó la muerte de su único hijo, las canalizó en rehabilitar a muchachos que pueden hacerle daño a la sociedad. De manera inteligente, transformó lo negativo en positivo y se agarró de esa energía para salir adelante, porque para él, “cuando tú vives con rencor generas odio, el odio te pide venganza y esta le quita legitimidad a cualquier lucha por la justicia”. *** Desde hace cuatro años, Oyarce es una de las pocas personas que lucha contra la violencia en las barras. La promesa de rehabilitar a jóvenes que han caído en la delincuencia la está haciendo realidad, junto con 19 mil participantes de todo el Perú, en el Proyecto Esperanza. Esta iniciativa tiene como principal objetivo rescatar a muchachos de la mala vida y encaminarlos en un futuro más próspero, y crear la mejor barra de Alianza en todo el mundo, en la cual se respeten los valores, la vida del prójimo y, sobre todo, se celebre el fútbol. Walter es uno de los encargados de motivar a los jóvenes que acuden a las charlas que se ofrecen como parte del Proyecto Esperanza. “Cuando empecé a hacer estos encuentros pensé en encontrarme

“hemos comprobado que cuando hay violencia todos sufrimos y de una vez por todas, hay que pararla”, dijo Oyarce en el 2014 después del juicio por la muerte de su hijo. Aquì, junto a su familia en el velorio. Foto:Andina.

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Después de varios años de juicio, las dos personas implicadas - el ‘Loco David’ y el ‘Cholo Payet’ - fueron condenados a 35 años de prisión por los delitos de homicidio calificado y por resistencia a la autoridad. Walter Oyarce padre admite que enfrentar un litigio por la muerte de un hijo no es nada fácil y peor aún si la defensa de los asesinos está constantemente ensuciando la verdad. “La familia Sánchez Manrique ha denunciado a peritos, policías, miembros del INPE y jueces para tratar de manchar este juicio pero no lo ha logrado. Han pagado por pruebas, a testigos. Yo no he gastado nada. El estudio que me defiende, me representa incluso sin cobrarme un sol. Con esto se comprueba que mientras más dinero corre en este tipo de situaciones, más te hundes. En el Perú enfrentar un juicio termina destruyendo tu vida.”

¿Está de acuerdo con la sentencia de 35 años para los asesinos de Walter? Tú dime cuántos años serían justos por la vida de tu hijo. Solo me queda aceptar la sentencia porque es la máxima pena que establece la ley pero eso a mí no me va a devolver a Walter.


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con un mundo oscuro y con gente que no tenía salvación pero me di cuenta de que hay muchas vidas por rescatar. Muchos de estos jóvenes no son considerados por la sociedad y esto los obliga a actuar de manera descontrolada.”

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Al hablar del Proyecto Esperanza, su mirada se llena de ilusión. Recuerda que en la primera reunión con la gente de Alianza no sabía qué decir ni cómo hacerlo pero poco a poco fue ganándose la confianza de los muchachos al punto de crear una verdadera atmósfera familiar entre ellos. En cada taller los chicos lo escuchan, lo respetan y admiran. Interactuar con los jóvenes, bromear con ellos y sobre todo oír sus necesidades le dan sentido a la vida de Walter. “Cuando he dejado de hacer el taller, como en los días del juicio, tenía la necesidad de volver a hacerlo. A pesar de que después de cada encuentro con el grupo llego físicamente cansado a mi casa, enérgicamente estoy muy recargado. Ver que los chicos entienden mis mensajes y que realmente quieren cambiar me inspira a seguir luchando con ellos. Lamentablemente, las malas barras son una reunión de huérfanos, y muchos de ellos son huérfanos con padres vivos.” A Walter le estancaron la oportunidad de seguir siendo padre. Para él, si aquel joven de sonrisa alegre y mirada noble, como lo recuerda, no hubiera perdido la vida, sería todo un líder sin duda. Oyarce siempre tuvo claro que lo mejor que se le puede brindar a un hijo es la educación y la comunicación con los padre Y como si se tratara de una coincidencia, en este momento se escucha en la radio una canción que refuerza lo que siempre pensó: “No basta con llevarlos a la escuela a que aprendan, porque la vida cada vez es más dura, no basta que de afecto tú le has dado bien poco, todo por culpa del maldito trabajo y del tiempo, no basta porque cuando quiso hablar de un problema tú le dijiste niño será mañana, es muy tarde, estoy cansado…”. Para Walter, la violencia es la consecuencia del amor frustrado que se nota con mayor fuerza en el fútbol pues a pesar de ser un deporte sencillo es uno de los que mueve más emocio-

walter está convencido de que la barra de alianza será un ejemplo nes en todo el mundo. “A diferencia de otros países en los que el fútbol se fomenta como una herramienta para formar, crear personalidad, identificación nacional, acá no funciona así. Los jóvenes utilizan su fanatismo por este deporte para llamar la atención generando violencia y, finalmente, lo terminan haciendo. Por ejemplo, si hacen algo bueno, a la prensa no le importa pero si tiran una piedra ahí están todas las cámaras.” *** La era del cambio en la barra de Alianza ha comenzado y la invitación está hecha para aquellos que aman el fútbol así como a la camiseta blanquiazul. El Proyecto Esperanza cuenta con cuatro niveles. Walter, junto con otros colaboradores, busca despertar la conciencia de los líderes de las barras y romper con el paradigma de que ellos no sirven para nada. Una vez que han ubicado a las cabezas, les brindan los talleres adecuados para que ellos trasladen esos conocimientos a los demás. Cuando la mayoría de chicos tiene las herramientas bien aprendidas se hace un conversatorio masivo con algunas personalidades que admiran para que resuelvan sus dudas y pidan consejos sobre lo que es una barra. Finalmente, las personas que están detrás de este proyecto, son conscientes de que dentro de este grupo hay chicos que tienen una vida muy complicada y por eso reciben ayuda psicológica.


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La barra de Alianza tiene poder de convocatoria y para Walter el fin de la delincuencia se encuentra ahí mismo. “El fútbol es una gran potencia que debe llevarnos a la solución para erradicar la violencia. En nuestra barra hay miles de jóvenes que ya están en proceso de cambio y para eso es importante desarrollar un lenguaje simple y directo con ellos. Si te demoras en transmitirles una idea, los pierdes y lo digo desde mi experiencia. Es importante conocer quién les va a dar la charla porque si tu traes al mejor psicólogo o terapeuta para que hable con ellos ni caso le van hacer. Tiene que ser alguien que les interesa y que les hable con el corazón”. Con el extraordinario trabajo que viene haciendo, Walter está convencido de que la barra de Alianza no solo llegará a ser un ejemplo, sino que será comentado, en todo el mundo, que los barristas, sin apoyo de las autoridades, lograron transformarse y dar una lección a los peruanos.

Si bien Walter Oyarce no tiene contacto con la familia de Sánchez Manrique, ellos lo atacan a través de una página de Facebook llamada Mi hijo David. “Yo he leído una vez esa página y la verdad me dio pena por la señora porque la

Walter asegura que el millón de soles que recibirá por concepto de reparación civil irá al proyecto Esperanza, para ayudar a jóvenes barristas de alianza lima.El Popular.

¿Algún partido político lo ha llamado para formar parte de sus filas? Sí claro. En la campaña anterior yo rechacé nueve pedidos. Para esta nueva contienda electoral sí me lo han propuesto pero no está en mis planes. Mi mayor meta ahora es poder ayudar a los chicos de la barra. ¿Cómo debería ser una barra? La barra debería ser una familia. Con los chicos del grupo hemos hecho decálogos de lo que debería de ser nuestra barra. Hemos definido sus funciones. La misión es consolidarse como la mejor hinchada del Perú y llegar a ser reconocida como una organización positiva para la sociedad que vaya más allá de los noventa minutos de fútbol. Con la muerte de su hijo, los hinchas quisieron vengarse y el señor Oyarce tuvo que usar las redes para impedirlo. “Si yo me quedaba de brazos cruzados, haciendo caso omiso al problema, hubiese habido, quizás, más muertes. Una pelea entre barras ahora te cuesta la vida, ya no es como años atrás. Antes te metían puñetes,

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Uno de los próximos retos para el Proyecto Esperanza es formalizarse y convertirse en ONG pero este proceso tendrá que esperar hasta que termine el juicio. “No quiero abrirme un frente en el cual me puedan atacar. La familia Sánchez Manrique está esperando atacar en el mínimo detalle donde yo falle. Estoy seguro de que podrían llegar a decir que con los fondos del reparo civil yo he creado una ONG para lucrar con la muerte de mi hijo. Una de las demostraciones más fuertes de que no es así es que el dinero que reciba será donado íntegramente al proyecto”, asegura Walter.

maltratan de manera increíble. Recibe tantos insultos que veo que más es un daño para ella”.


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“tuve que dejar mi trabajo porque el juicio demanda mucho tiempo” ahora te sacan el arma de frente. Felizmente los chicos de Alianza ya tomaron conciencia de que ese comportamiento inadecuado no se debe repetir. Ahora ellos son los encargados de limpiar la barra de los malos elementos.” Sin embargo, otra de las metas no solo es que los barristas rehabiliten su conducta sino que también puedan elaborar productos en sus talleres para poder integrarse nuevamente a la sociedad a través del trabajo.

En cada charla que dicta en el Proyecto Esperanza se ríe de las ocurrencias de los jóvenes. Recuerda cada taller con orgullo, adopta a cada uno de estos ‘chicos problemas’ como si fueran sus propios hijos y es que en ellos ve la juventud y espontaneidad de Walter. Observa cómo

hasta el momento, la defensa delos acusados por la muerte de walter oyarce, ha solicitado que se revise la sentencia una vez más. podrían ser declarados inocentes.

Oyarce es un exmarino y administrador de empresas de profesión. De joven, cuando pasaba sus días en el colegio Leoncio Prado, y luego, cuando se casó a los treinta años, no pensó que sufriría un dolor tan grande como el de enterrar a un hijo. Extraña los momentos y las conversaciones con Walter. Eran muy buenos amigos. “Yo tengo una comunicación constante con él. Amanezco con mucha información y esas son señales que evidencian que la vida no acaba acá. Mi forma de pensar se ha abierto mucho. Yo me di cuenta rápido de que estaba ante algo irreversible y cuando te resignas solo sigues para adelante. Por todas estas señales, el apoyo de la gente y mi familia, ya no me siento solo”, afirma. Los recuerdos de 23 años al lado de su hijo serán eternos. Al chico fuerte y alto que se estaba convirtiendo en un hombre ahora solo lo ve en sus sueños. Ahí donde pueden abrazarse, reírse y esperar por una justicia al igual que miles de peruanos.

En palabras de Wálter Alianza Lima: Sentimiento y oportunidad de mucha gente para salir adelante. Barras bravas: Reto para la sociedad para que se conviertan en familias. ‘Loco David’: Persona enferma, equivocada en sus objetivos y que no muestra el menor arrepentimiento de lo que ha hecho. Justicia: Una meta que tenemos que alcanzar todos los días y una lucha constante, Proyecto Esperanza: Herramienta para seguir salvando vidas Walter Oyarce (hijo):Líder, unmaravilloso que me sorprendió mucho.

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¿Cómo siente que su vida ha cambiado en estos cuatro años? Mi vida dio un giro a la fuerza desde que murió mi hijo. Tuve que dejar mi trabajo porque el juicio demanda mucho tiempo. Sin embargo, para no dejar de laborar comencé a trabajar como docente en una universidad. Esto no lo voy a dejar nunca pues, por los horarios, tengo tiempo para seguir con las charlas.

amigos, hermanos, padres e hijos, como él lo hacía, comparten y defienden una sola pasión: Alianza Lima. El equipo al que decidió seguir desde los ocho años, cuando vino a Lima desde Huaraz, a pesar de que sus padres eran de la U.


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Pensando en los pulpines Ramiro Escobar*

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acia fines del 2015, cuando ya expiraban las clases universitarias, se me ocurrió preguntar en un par de salones de clase, si ya habían votado antes en unas elecciones presidenciales. Mi falta de ‘ubicatex’, como me gusta decirle a mis alumnos, era notable: si la mayoría no pasaba los 21 ó 22 años, era obvio que no lo habían hecho y ni siquiera conocían la culebrítica cédula. En una de mis aulas, incluso, tuve que dar una breve explicación sobre cómo se marcaba, qué cosa era el voto preferencial, por qué existía, si convenía o no el voto voluntario, etc. Era como rebobinar e imaginarme, yo mismo, la primera vez que voté, en la que curiosamente me tocó ser presidente de mesa siendo un primerizo afanoso que apenas despertaba a la política. Entonces los partidos aún existían, tenían símbolos, algo de historia detrás, ciertos líderes notables, algunos galardones democráticos en su currículum. No estaban tan, tan amarrados a un líder providencial, acaso porque algunos de los fundadores estaban vivos y los herederos jóvenes, como Alan García, no habían convertido su herencia en una piltrafa nostálgica, todavía. Pero, ¿ahora? ¿Cómo le contaba a mis caros alumnos que ese otro tiempo existió? Uno siempre tiene que cuidarse de sentenciar, preso de una dulce memoria, que “todo tiempo pasado fue mejor”. El clásico lamento, bien sacudido por la genial película Medianoche en París

de Woody Allen, no sirve de mucho, pues todo momento tuvo sus males y perversidades. Lo que hoy sucede, sin embargo, tiene algunas características peculiares que angustian, desencantan o interrogan a los llamados ‘pulpines’. Una de ellas es que, en efecto, los partidos están en proceso de demolición, o ya arruinados. El aconchabamiento entre el APRA y el PPC, por ejemplo, tiene el propósito desnudo de la supervivencia, del maridaje por fines subterráneos. Se sabe que ambos grupos necesitan preservar su inscripción electoral, sobre todo el PPC. Con eso en la mira, vale todo, hasta ir a misa con quien antes los basureó o les pareció un corrupto de marca registrada. El APRA, que nunca fue tan consecuente como proclaman sus escuderos, con esto ha demostrado que puede llegar a la renuncia de sus orígenes sin ruborizar a la estrella. A su vez, que haya políticos que cambian de grupo como de zapatos es otro síntoma de este tiempo. Tiene que ver, a mis ojos, con que las lealtades ya no son a ideas, sino a personas. Alguien que “quiere hacer carrera política” ya no requiere un corpus doctrinario sino un jefe o jefa. Es como cambiarse de chamba; es irse a donde hay plata como cancha o una curul segura.

¿era necesario convertir al sistema político en un mercado de baratijas?


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hay 19 señores y señoras que juran que son lo que todos necesitamos.

Incluso ser candidato presidencial, como ahora que hay 19 señores y señoras que juran que son lo que todos necesitamos. La impronta de la libertad individual, tan cacareada en el plano económico, llegó también a la política. El sentido de comunidad se diluyó y terminamos creyendo que un postulante a Palacio no es muy distinto al último grito de las tablets. Sin duda alguna, la impronta del liberalismo tuvo sus beneficios, pues saneó parte de la economía y sacudió la pereza y el gigantismo del Estado. Solo que, ¿era necesario convertir al sistema político en un mercado de baratijas? ¿Era indispensable que, en cada elección, arribáramos a un mall de outsiders, predestinados, o saldos que van de un partido a otro?

Fue parpadeante, pero fue. Tiene todavía sus rastros, y uno de ellos es que, quizás, ese pequeño brote hizo que algunos jóvenes llenos de interrogantes –esos a los que a algunos profes o adultos de todo oficio les encanta decirles que ‘no entienden nada’- aparecieran, pasaran de la pregunta a las calles. Y a tumbarse una ley que se creía segura, nada menos. A punta de coraje ciudadano. Hasta dónde alcanzo a ver, otro tema que mueve a las huestes de menor edad es el medio ambiente. Acaso por una razón que, a la par de ser alarmante, es también decidora: son ellos los que sufrirán, de manera más dramática, los estragos ya inminentes del cambio climático y otros desvaríos perpetrados contra los ecosistemas. Les interesa por causas naturales. Alguna vez comenté en un salón, que votar no es como pasar un semáforo, que señala rojo, verde o amarillo sin pasión. Es algo que requiere mayor elaboración. Como van las cosas, confío en que los pulpines perpetren un asalto ciudadano en las urnas. Tal vez es lo único que nos salvará del ébola, el sida, el cáncer o como carajo se llame la opción electoral a la que nos aproximamos.

*Periodista internacional y columnista en La República.

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El voto preferencial, además, ha convertido a la elección parlamentaria en un campeonato de caciques o una rifa de outsiders bamba, salvo excepciones. Si un pulpín ve, sorprendido, cómo la ciudad se llena de carteles, puede explorar cómo fue que las campañas se convirtieron en una fiebre navideña. En parte fue porque, en los 90, se asumió que todo lo podías hacer tú mismo.

Esa es la ‘democracia’, tan llena de tiburones, que le estamos legando a los pulpines. Lo peor de todo es que si en los últimos años hubo algo novedoso en el terreno ciudadano fue, precisamente, la lucha contra la ‘Ley pulpín’. Aun cuando comandos de jóvenes partidarios tomaron parte de las riendas del movimiento, hubo cierta espontaneidad esperanzadora, algo un tanto genuino.


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Jon Lee Anderson: “No

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a is t ev al tr t r En cen

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creo que todo esté perdido, a veces hay que pelear” Paloma Verano

17 Cuando era niño elaboró una lista de cosas que tenía que hacer a lo largo de su vida. La primera: ir a la guerra. A los ocho años creó el periódico “The Yangmishan Yatter”. Él era editor y reportero principal; su madre, la mecanógrafa. Sin darse cuenta, mientras crecía y vivía en más de ocho países antes de cumplir los 18 años, Jon Lee Anderson fue incorporando el periodismo y la guerra en su vida, una fusión que lo convirtió en el periodista que ha estado presente en casi todos los conflictos armados del último siglo.


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s diciembre del 2015 y Jon Lee Anderson se encuentra en el escenario del Teatro Municipal de Arequipa. A su lado Julio Villanueva, editor de Etiqueta Negra, espera que más de 100 asistentes se terminen de acomodar para empezar la charla “¿De quienes escribimos?” que se ha organizado en el marco del Hay Festival. Dura más de lo previsto pero a nadie le importa: escuchar a Jon Lee es como recibir una clase magistral de periodismo. Él, vestido con una camisa roja que contrasta con el blanco colorado de su piel, conversa con Villanueva y con el público, en un casi perfecto español.

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Hacia el final de la charla, el periodista Gustavo Gorriti hace la única intervención de la noche. Le pregunta: “¿Qué se debe hacer con la expansión del Daesh (Estado Islámico)?” y Jon Lee, que ha visto ejecuciones y ciudades destruidas, que ha servido de escudo humano en un bombardeo en una mezquita durante una batalla campal en la Franja de Gaza, y que ha perdido a ocho amigos periodistas en los últimos tres años en manos de los conflictos árabes, responde tajantemente que hay que eliminarlos, purgarlos bélicamente de su territorio, así como se hizo con el nazismo y el fascismo. Después de un breve silencio, los aplausos del público culminan el conversatorio. Ahora, Jon Lee se arregla el pelo frente a su cámara web antes de responder nuestras preguntas. Afuera, dice, hace un día del carajo. En New Dorset, barrio en el que vive al sur de Inglaterra está lloviendo desde hace cuatro días. A Jon Lee no le gusta eso, pues la costa de Dorset es un sitio que lo inspira y con lluvia no es lo mismo. En este momento está frente a un escritorio dentro de su casa y viste una polera gris. En dos horas lo llamarán del New Yorker, diario en el que trabaja como reportero desde 1998, pero eso todavía no nos importa. Cuando eras niño hiciste una lista de cosas que tenías que hacer a lo largo de toda tu vida. Dentro de ella estaba ir a la guerra, ¿cómo conociste la guerra?

la primera guerra que escuchó fue la guerra civil española Por la guerra civil española, por supuesto. El primer libro que recuerdo haber mirado era uno que tenía mi madre, quien era muy admiradora de Picasso. Este libro hablaba sobre Picasso y su familia en la época en el que vivía al sur de Francia. Ahí vimos algunas imágenes famosas como cuando aparece con ese camisón de rayas tipo marinero francés y con su boina. En este libro ya es un hombre mayor y calvo, tiene hijos y viven una vida bastante utópica con jardín y esculturas hechas por él. Había una serie de fotos que reflejaban su vida y entre ellas, una en la que aparecía con una mueca de dolor y angustia mientras miraba una foto de los caídos de la guerra civil española, su patria. Esa expresión me afectó mucho siendo tan solo un niño de tres años. Recuerdo vagamente haberle preguntado a mi madre sobre esa foto y sobre la guerra. Yo rastreo todo desde ahí, se me despierta un horror en la guerra como fenómeno, un interés en indagar sobre ella y una afinidad con Picasso y con la guerra civil española. Esa guerra fue mi abre-conciencia en torno al conflicto. ¿Y la primera guerra en la que estuviste? En Guatemala, en el año 1982. Al irme de Perú fui a Washington y empezaron todas las guerrillas de Centro América. Mi primera oportunidad fue en el momento en el que el dictador Efrain Rios Montt, que era un tipo muy extraño porque era un evangelista de esos happy clappy, se había dado con el poder y estaba masacrando a gente indígena en el altiplano del país. Esa fue mi primera incursión en una zona de conflicto. Acto seguido,


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a los meses, tuve varias oportunidades más tanto en El Salvador como en Nicaragua. Para principios de 1984 vivía en El Salvador y sentí que allí se formaba el meollo de las cosas, era un lugar neurálgico en esa época y me mudé como stringer; reportero de más bajo nivel para la revista Time.

A los 20 dejó la universidad y viajó a Perú a trabajar como guía de expedición. ¿Por qué eligió este país? Yo era chico y esa fue mi primera oportunidad de conseguir un trabajo. Me parecía genial porque me ofrecía la posibilidad de dedicarme a la aventura de exploración. Luego, encontré un anuncio que invitaba a reporteros a presentarse. Pero vino en los años 80 donde el terrorismo estaba empezando a sentirse con fuerza en el país, ¿recuerda algo de eso?

jon lee en un palacio destruido en kabiul, afganistán, diciembre del 2002. tras él, figuran graffitis en árabe, pintados por al qaeda.Foto: Archivo personal.

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Cuando estudiaba en la Universidad de Florida, llevó todos los cursos que se le ocurrieron, pues no sabía exactamente qué era lo que quería ser. Política, literatura, filosofía, humanidades, ciencia. También llevó un curso de periodismo durante tres meses, que fue dictado por un profesor que no daba la talla. “Nos incentivaba a hacer una especie de periodismo burdo, el tipo era jovial pero no había ejercido mucho la profesión”, recuerda. Tenía 20 años y el periodismo no era algo que le llamara la atención en ese momento. De lo que sí estaba seguro era que quería viajar y escribir, aunque no sabía qué género. Casualmente, lo descubriría en la selva del Perú, gracias al semanario de la colonia británica, The Lima Times. Fue aquí donde se dio cuenta que el periodismo podía hacerse de otra manera y le encantó. Desde hace más de treinta años no ha dejado de encantarle.

Recuerdo muy poco porque yo me fui de Perú cuando Sendero Luminoso recién empezaba a ponerse fuerte. Además, en esa época yo no estaba tan interesado en la política: pensaba que iba a ser un naturalista o explorador. Cuando Sendero apareció, fue tan distinto a las gestas revolucionarias en el resto del hemisferio. Era difícil de analizar. Era radical y hasta primitivo; colgaban perros y actuaban con tanta saña hacia la misma gente, primero por parte de la guerrilla y luego por parte del ejército. Ese tipo de violencia profunda era muy distinta a lo que se presentó en otras partes. Me llamaron más la atención los conflictos en El Salvador, Nicaragua y Guatemala porque, quizá, respondían a una pauta que parecía más continental y más comprensible.


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Lo de Sendero era una cosa casi perversa, muy propia del Perú, con esta cosa china rara… y bueno, resultó ser algo muy del Perú.

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¿Cuál es, en su opinión, la diferencia entre guerrillero y terrorista? Yo lo tengo muy claro: un terrorista es alguien que utiliza la violencia para provocar el terror entre sus contrincantes, pero no es reacio a utilizar la violencia indiscriminada y causar víctimas inocentes entre civiles. Los terroristas de Paris escogieron víctimas inocentes para propagar el terror cuando pudieron haber atacado una base militar francesa, que hubiera sido lo más legítimo dentro de lo que entendemos como regla de guerra. La mayoría de las fuerzas revolucionarias de la izquierda latinoamericana de los años 60 hasta los 80 respondía a la definición de guerrillero, con algunas excepciones. Y la mayoría de veces en las que fueron llamados terroristas por regímenes militares fue un poco injusto. Estos gobiernos, muchos de ellos nefastos y no legítimos, utilizaron la etiqueta de terrorismo para objetivar a todos sus contrincantes y así justificar desapariciones, torturas y asesinatos. Si un gobierno de facto no tiene legitimidad, ¿por qué dicen que el grupo guerrillero que lo reta es terrorista? ¿Porque ha hecho reventar un coche bomba en una plaza? Eso sí es un acto terrorista, pero ¿porque emboscaron una patrulla de seis soldados en un camino por ahí? Perdón, es lamentable, pero eso no es terrorismo: es un acto de violencia guerrillera, es un acto bélico de guerra. Aquí podemos partirnos en eso, pero yo tengo muy clara la diferencia. Y es curioso porque ahora que estuve en Perú, me di cuenta que todo el mundo utilizaba la palabra terrorista para hablar de los que habían peleado en contra del gobierno en un momento dado; sin embargo, y a pesar

conversando con julio villanueva chang, editor de etiqueta negra, en una de las charlas que dio para el hay festival arequipa.Foto: Leonardo C. Chambi.

de que Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos están en la cárcel igual que Abimael Guzmán, no llegan a entender que su propio régimen también fue terrorista, narcotraficante y totalmente hampón. El Estado tampoco demostró ser muy limpio, hasta cometió actos terroristas.... Hay mucha gente que justifica eso diciendo que era lo único que se podía hacer para combatir el terrorismo… Sí, está bien, ¿y también era necesario traficar armas a las FARC?, ¿y también era necesario


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sobornar a los legisladores del país? y así podría seguir... el problema es cuando uno se pone como dios, ahí no hay límites... *** Jon Lee vivió en lugares en los que sintió la violencia en su faceta diaria. En Corea del Sur, después de la guerra, hubo un intento de tomar el palacio presidencial por estudiantes que fue repelido con sangre y fuego. Él tenía dos años y su papá lo llevó de la mano a ver el palacio de Syngman Rhee, primer presidente de Corea del Sur. A los cuatro, cuando vivía

en Colombia, tenía un guardaespaldas armado que lo llevaba al kinder. Un amigo de su padre fue asesinado, producto de la violencia política y endémica del país en ese entonces, y tuvieron que regresar. Su padre era asesor del gobierno norteamericano en programas de asistencia extranjera agrícola y es por eso que estudió en diez colegios distintos. Se crio en Europa, Asia, América Latina, Colombia, Estados Unidos y Liberia. Fue allí donde vivió por algunos días en el caserío Balama, ubicado en la selva

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“quizá con la mezcla de sangres nos salvemos del racismo”

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liberiana, con Benjamín, el cocinero de su tío cuando tenía trece años. Conoció a la etnia Kpelle, aprendió su dialecto y hasta le otorgaron un nombre: Seke, que significa ‘el chico que llegó por sorpresa’. Conoce todos los países de América Latina, algunos mejores que otros. En Uruguay solo estuvo un día y afirma que le gustaría conocer más de Brasil. Pero de todos, de absolutamente todos en los que ha vivido, se queda con el Caribe, y en especial, con Cuba. Es en el Caribe donde se siente como en casa… Me siento bien dentro de esa fusión de sangres, entre esa cultura que han creado. Cuando estoy entre panameños, cubanos o costeños de Colombia siento una gran afinidad. Supongo que es por su soltura; son muy cuentistas, son sociedades muy orales, muy imaginativas, musicales, creativas, y tienen una mezcla interesante de sangre que no tiene América profunda. Tienen sangre indígena, europea, negra, africana y hasta china. Conozco una familia en La Habana que tiene casi todas las razas y se les nota. De pronto ves a uno chino en su salón, y dices bueno será su vecino pero no; es su hermano. Hay hermanos que han salido negros, blancos, chinos indios. Tienen tanta sangre que les salta generaciones y aparecen todas ahí. Me parece genial y quizá ese sea el futuro de la humanidad, que con la mezcla de sangres nos salvemos del racismo y del sectarismo.

Se sabía que Hugo Chávez tenía una personalidad bastante carismática y cuando lo entrevistó, le cayó bien. ¿Cómo hace un periodista para separar la simpatía que te genera una personalidad como Chávez de lo que se quiere contar? La primera vez que estuve en su presencia fue en el 2001. Él tenía año y medio como presidente. Era bocón pero no era violento, nunca nadie lo acusó de matar. A mí no me consta que haya sido un hombre malo ni violento, a lo mejor no fue un hombre apropiado, desencadenó un proceso que ha dejado a Venezuela en el ruin, pero no fue solo él, fueron los venezolanos juntos que crearon esa situación. Yo hago una distinción, Chávez no era Charles Taylor que está condenado en La Haya a 50 años de cárcel por crímenes contra la humanidad. Después de que dejó el poder se han atribuido algunas muertes a los servicios de seguridad paramilitares vinculados con el chavismo pero bajo su sucesor, Nicolás Maduro. Yo sentí simpatía hacia él pero igual lo juzgué en mis escritos. No tengo que justificarme con lo de Chávez. Hay gente que lo resiente y quiere que yo condene todo. Los venezolanos tienen una tendencia: quieren que uno sea su propagandista y eso a mí no me gusta, yo no soy propagandista de nadie, ni de Maduro ni de Leopoldo López. Lo que me consta es que el país está hecho leña, pero diría que los venezolanos en su conjunto comparten la responsabilidad de eso. ¿La responsabilidad de que sea una democracia o una dictadura? No sé, yo no soy editorialista, intento no opinar a la ligera. Cuando emito opiniones es cuando he estado en el lugar hace poco y siento que tengo potestad para hablar. No me consta que sea una dictadura, todavía, porque

jon lee con un turbante azul dentro de un jeep. está en el desierto delas afueras de timbuktú. mali, febrero del 2013. Foto: Archivo personal.


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“he pasado por etapas en las que me dejé de asombrar” me faltaría volver después de esta última elección. Ahora vemos que Maduro cuestiona la honestidad del comicio, lo que me parece una mala señal, pero hasta que no veamos más adelante lo que pasa, no podemos decir si el gobierno venezolano está gobernando con el beneplácito de una minoría o una mayoría. De momento no diría que es una dictadura...

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¿Cuál es la peor dictadura que ha vivido América Latina en el último medio siglo? Yo tiendo a juzgar a partir del ejercicio de la justicia por parte de los gobernantes. Más allá de la derecha o izquierda, los que mataron a sus ciudadanos son los malos. En los periodos violentos de Chile, Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay, los gobiernos decidieron matar gente. Creo que ellos fueron los peores dictadores. Algunos dirán qué pasa con Fidel Castro… uno puede criticar la falta de libertades civiles con las que gobernaron Fidel y su hermano Raúl durante medio siglo, pero ese no fue precisamente un gobierno asesino; ellos sí tuvieron juicios sumarios abiertos al público. Al principio de la revolución, después del triunfo en el año 59, fusilaron a 340 personas después de estos juicios. Sí, eso fue un desastre de relaciones públicas por parte de Fidel, pero muy poca gente, en todos mis años de investigación, me ha podido presentar evidencia de que asesinó gente inocente. A lo mejor eran sentencias muy draconianas, muy severas que hoy en día no se darían, pero Pinochet, cuando tomó el poder, llevó a toda la gente al estadio del país y comenzó a fusilarlos en los camerinos. Toda su represión fue secreta, tor-

turó y mató gente sin decir ni fu ni fa a nadie y luego quiso esconderlo, lo mismo hicieron los argentinos, los uruguayos, los bolivianos... eso es asesinar a su gente de manera cobarde. *** Ha escrito los libros Inside the liga, Zonas de guerra, Guerrillas, La tumba del león: partes de guerra desde Afganistán, La caída de Bagdad y Che Guevara: una vida revolucionaria. Mientras hacía las investigaciones para este último, una fuente le confesó dónde se encontraba la tumba del Che. Siendo reportero de guerra, Jon Lee ha tenido que cubrir la invasión de Estados Unidos a Irak y Afganistán, los regímenes totalitarios de Venezuela, Liberia y Cuba, el enfrentamiento armado en Libia, los conflictos sociales en Centroamérica y la guerra civil en Siria. Se ha sentado a conversar con dictadores como Augusto Pinochet, Hugo Chávez, Fidel Castro, Muamar el Gadafi y Charles Taylor. Este último fue hallado culpable de once cargos, entre ellos, asesinatos, violaciones, esclavismo, mutilaciones y uso de menores soldados en Liberia. Jon Lee confiesa que podía sentir la muerte en su presencia. Ha mencionado que un periodista no puede perder la capacidad de asombro. Pero después de haber visto muertos, asesinos, y haber conocido historias trágicas... ¿cómo se puede mantener esa capacidad? Todos somos distintos, yo no creo que tenga el tesón de convertirme en alguien muy cínico o endurecido, más bien estas cosas me sensibilizan más. Tenemos diferentes etapas de vida y tal vez he pasado por etapas en las que me dejé de asombrar, pero me renuevo cuando voy a lugares nuevos e intento cumplir sueños de juventud que aún no he logrado. El año pasado fui al sur de Chile porque me invitaron a la Antártida. Al final, fue un viaje fracasado porque solo llegue hasta la Patagonia extrema, Tierra del Fuego. Pero recuerdo que desde que recibí la invitación hasta llegar allá tenía la emoción de un chico de 12 años. Era fabuloso, estaba en un estado alterado y alegre durante semanas. Yo sé que todavía hay, a pesar de todos los horrores que existen, un mundo natural y original. Si bien está en riesgo o


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destinado a perderse, todavía se puede ver en nuestras vidas, en nuestro tiempo. Procuro, cuando puedo, estar en esos parajes porque me reconforta muchísimo. ¿Cuál ha sido su entrevistado más difícil? Dos me vienen a la mente. Pinochet por terco, viejo, militar, reacio y todo eso. Jalarle la lengua no era nada fácil, tenía que utilizar mucha maña para hacerlo y, sobre todo, paciencia. Y Charles Taylor, el entonces dictador de Liberia, desde el punto de vista moral. Solo estar en su presencia resultaba anti-natural, porque uno se daba cuenta que estaba junto a un psicópata, alguien realmente malo.

¿Cómo se logra mantener la calma al entrevistar a alguien que sabe que ha cometido atrocidades? Me ha pasado, pero tienes que disimular, saber controlar tus emociones y lograr el propósito. Tienes que recordar que estás ahí con un propósito: que la gente te hable y, ojalá, te confiesen cosas. Eso ayudará, a lo mejor, a entenderlos o incluso a juzgarlos. Lo importante es que hablen. ¿En algún momento sintió que había puesto en riesgo algunas de sus fuentes? He intentado ser cuidadoso en ese sentido; sin embargo, hay un sinfín de posibilidades. No me consta haber puesto a nadie en peligro. Una vez en Afganistán, hace unos 10 años supe que una fuente mía, descrita de manera opaca en un artículo donde hablaba mal del Islam, estaba en peligro. El hombre era un ateo en Afganistán y mi escrito llamó mucho la atención a los hombres del cacique de gue-

Cuando supo donde se ubicaba la tumba del Che, decidió no revelar la información, pero luego le comunicó a su fuente que lo haría público. ¿Qué hizo que cambie su opinión? ¿Cuál fue la reacción de su fuente? Yo estuve en contacto con el general y sentí que él estaba a punto de comenzar a hablar. Cuando le dije que lo iba a publicar, él dijo que estaba bien. No le engañe. En un principio pensé guardarlo para mi libro, que ni siquiera había comenzado a escribir. Anduve como tres semanas con esa información y me di cuenta de que lo que tenía era muy gordo. La verdad es que yo no esperaba que la fuente me revelara eso, pero después de andar bobo me di cuenta que no podía guardarlo. Ya cuando salió, él lo negó y se escondió. Tiempo después lo tuvo que reconocer.

“uno sentía la muerte en su presencia, él era un asesino”

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¿Era difícil al hacer las preguntas o porque lo intimidaban? Intenté no dejarme intimidar, de hecho tuve varios encuentros con él. Y le hice las preguntas necesarias, le pregunté cosas fuertes. Por supuesto que no insistí mucho, porque uno sentía la muerte en su presencia, la muerte lo rodeaba, los que estaban alrededor de él eran asesinos, su séquito era asesino. Él era un asesino. Uno lo sentía y, naturalmente, también sentía temor.

rra encargados de esa zona. Meses después, el número dos del cacique me dijo ‘oye yo sé quién fue’, me hice el loco y le dije ‘cómo crees saber’ y me dijo ‘es obvio. Es más, yo no estoy diciendo que le vayamos a hacer algo, pero tú sabes cómo es y hay perros del jefe’. A partir de ahí me moví y lo sacamos del país. En este caso el hombre de poder me hizo un gesto que nos ayudó, pero pudo haber resultado muy mal.


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*** Hace algunos años, el periodismo de guerra fue importante como medio para que los grupos terroristas hablen con la opinión pública. Jon Lee recuerda que cuando él quiso tener entrevistas con la IRA irlandesa, grupo paramilitar, hizo su primer contacto a través de un norteamericano irlandés amigo de ellos. Le dijeron que vaya a una librería a las tres de la tarde. Cuando llegó, todo estaba cerrado con candado y solo había una mujer atrás que lo miraba y le hacía señas para que vaya abajo. En efecto, ahí había un tipo que disimulaba leer libros. “Fue como estar en una película de John Le Carré”, cuenta.

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Ahora que los terroristas comunican sus mensajes por las redes sociales no se necesita tanto de los periodistas. ¿Eso dificulta el acceso? En América Latina no hay tantos pero, en general, con los medios sociales, los brazos propagandísticos de cada grupo pueden encargarse de su propia difusión, no necesitan recurrir a periodistas para mandar su mensaje. A veces, para utilizar legitimidad, dan entrevistas que van con los regímenes, pero se ha dificultado más. Si antes eran reacios con nosotros, nos toleraban porque éramos necesarios, ahora que somos mucho menos necesarios, el cuadro ha cambiado. Ahora para acceder solo depende de cómo generas la confianza necesaria… Uno tiene que probarse y demostrar que es lo que dice que es. Primero, vas a tener que sobrellevar la sospecha natural de todo grupo ilegal: si los vas a entregar, que no eres un

“nadie esperó que el próximo desafío mundial fuera el islam tóxico”

soplón o un espía. Te pedirán llevarte vendado al lugar, no puedes mencionar de dónde te sacaron, eso es un acuerdo tácito con el que tienes que lidiar cada vez que tienes contacto con cualquier persona que actúa en contra de la ley. Siempre hay un trabajo de diplomacia previo. Cuando yo quería unirme a un grupo guerrillero en tal parte, casi siempre había otro grupo que les hacía fachada política o unos representantes en otras capitales. Algunos se hacían los locos o te citaban a otro evento en un ambiente que ellos controlaran. Tienes que tomar cierta confianza con uno y luego, ellos toman la decisión de recibirte o no. ¿Cuáles son las diferencias entre las guerras de este siglo y las del siglo pasado? En el siglo 20 vimos a las dos grandes ideologías totalitarias: comunismo y fascismo, siendo este último vencido y aplastado. Sobre


todo, el nazismo que fue su ejemplificación más notoria. Luego, vino la Guerra Fría, que estuvo caracterizada por un montón de guerras de terceros, en las que murieron millones de personas. Lo que nadie esperó es que el próximo desafío al orden mundial fuera el Islam, sobre todo en esta era actual del yihadismo toxico. Posiblemente, este se puede rastrear desde los años 70, donde el comunismo se debilitaba y el Islam empezaba a llenar el vacío, más aún a partir de 1979 con la revolución en Irán. La gran diferencia es que los grandes ejércitos ya no se enfrentan uno al otro sino a un enemigo nuevo: un individuo que puede matarse y matar a cualquier otro con un fin ideológico. No es muy útil que EE.UU tenga un arsenal de armas, la gran maquinaria de la guerra no sirve. El Estado Islámico nos obliga a volver al viejo estilo de guerra: cara a cara. Por un lado, diría que es una continuación, ya que cada generación

En el maidan, la plaza de la independencia de Kiev. Ucrania, en el 2014.

surge un credo totalitario que enfrenta la civilización. Yo no condeno al Islam como una religión sino en su aspecto bélico, en esa ideología chauvinista y extremista. En el Hay Festival 2015 mencionó que una de las soluciones ante la expansión del Estado Islámico era eliminarlos. ¿Es la primera vez que se siente que un grupo humano debe ser exterminado? Sí, en mi vida sí. No hay posibilidad de diálogo. Yo no estuve vivo durante la Segunda Guerra Mundial, pero si lo hubiera estado creo que habría sido claro en torno al nazismo. Siempre he pensado que era un culto a la muerte que se tenía que conquistar y


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“esta gente se tiene que matar, son mounstros, son frankesteins” aniquilar. Lo mismo siento con el yihadismo musulmán. Es la primera vez en mi vida, no tengo ninguna duda en decirlo, nunca antes he estado tan seguro sobre algo. ¿Más allá de los derechos humanos? ¿Qué derechos humanos?

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La idea de no matar, de no quitar vida... No, con esta gente que ha querido reincorporar la esclavitud, que queman personas vivas, que las ahogan en trampas especiales. Que han enterrado mujeres y niños vivos y lo han filmado, y puedo seguir... tiran homosexuales de techos no lo suficientemente altos como para matarlos y después los terminan con piedras en la calle. O sea, una crueldad, un sadismo, y un afán de conquista como no hemos visto en generaciones. No. Esta gente se tiene que matar, hay que matarlos, son monstruos, son ‘frankesteins’, son malos, son asesinos en serie. No hay... no, qué derechos humanos... Mira toda esta habladuría que es políticamente correcta sirve para muchas cosas y proviene de algo: de occidente intentando pulirse y mejorar los estragos más nefastos que originaron en sus sociedades, y en gran medida lo hemos logrado. Hemos formado sociedades tolerantes en las que hombres negros pueden ser presidentes, hombres o mujeres gay pueden caminar con la cabeza alta sin ser reprimidos, toda una serie de estaciones que hemos delegado para tener una sociedad más justa. Todo eso está en riesgo hoy en día por esta estirpe de personas. Ellos son anti civilización. Yo no tengo ningún problema al pensar que después de los Juicios de

Nuremberg, unos cuantos nazis se ahorcaron. A lo mejor hay que darles juicios, pero después hay que ahorcarlos o algo. Si tuviera la oportunidad de entrevistar a algún miembro del Estado Islámico, ¿lo haría? No sé, porque para hacerlo, ellos tendrían que haber hecho sus cálculos y determinar que yo les sirvo como propaganda. Creo que no. Es difícil decir esto como periodista, pero eso es. Hay un alemán que ellos dejaron ir a sus feudos, justo antes de que comenzaran a matar a gente… a James, justo antes... Hizo un gran despliegue, pero yo cuestiono todo lo que ha hecho ese periodista desde entonces. Lo mismo con el equipo que hizo este documental de Vice. Uno no puede ir a un campo de muerte y solo filmar lo que pasa en el patio para después decir que ha logrado un gran archivo periodístico. Creo que no, creo que hay un límite en lo que deberíamos hacer. A veces no siempre lo vemos, no sé si yo mismo lo he traspasado, pero ahora que me lo preguntas, siento que no podría hacerlo por razones morales. *** En una entrevista Jon Lee contó que, con el tiempo, ha aprendido a vivir con el miedo, que las balas ya no le causan asombro, que es una cuestión matemática recibir una. Sin embargo, en el 2007 en Afganistán, sintió que la muerte estaba cerca. El grupo con el que estaba fue emboscado nueve veces seguidas por un grupo de talibanes y les disparaban de ambos lados de la carretera. Al hombre que manejaba el carro lo balearon y él tuvo que agarrar su arma. Se alistó para disparar por primera vez en su vida. “No me van a agarrar vivo”, pensó. Finalmente, después de casi cuatro horas de estar sitiado pudieron salir. En una ocasión, le preguntó a un soldado Zeta en México si se había acostumbrado a vivir con la muerte. ¿Usted se llegó a acostumbrar? Yo le estaba haciendo esa pregunta a alguien que mata gente. Yo no mato a nadie, pero me


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he llegado a acostumbrar a que eso es lo que ocurre en el mundo. Lo rechazo moralmente pero mi experiencia en vida me ha enseñado que existe, no puedo negarlo. Y no tengo la libertad ni la ingenuidad para ablandarme, o vivir una vida ajena y frívola, dedicada al entretenimiento, no, no puedo. Después de todo lo que ha visto, no podría… No. Intento enfocarme en cosas, como te decía, las cosas bellas de la naturaleza, la familia y todavía me aferro a ciertos rasguños de optimismo, cosas que me dan aliento, la juventud, qué se yo. Pero soy realista de los riesgos que hay. No quiere decir que pienso que todo está perdido, creo que no está perdido. Pero a veces hay que pelear.

Después de dos guerras mundiales desastrosas y varias guerras civiles en diversos países de oriente y occidente, pareciera que no aprendemos nada y que estuviera en nuestro ADN seguir en conflicto permanente. ¿Por qué cree que el ser humano nunca puede alcanzar la paz? La razón principal de las guerras es la injusticia, o la percepción de ella por parte de sectores importantes de las poblaciones del mundo; de no existir una sensación de bienestar existencial a consecuencia de alguna desigualdad, habrá inconformidad, y eso, si no está atendido, puede provocar un desenlace violento. Una vez derramada la sangre es casi seguro que habrá más, ya que en la mayoría de culturas esta enquistado el concepto de la venganza y así empieza el ciclo vicioso. Históricamente, la religión es quizás el factor más determinante en provocar y nutrir las guerras, ya que

¿Usted cree en dios, Jon Lee? No. El celular de Jon Lee empieza a sonar. Son mensajes que le llegan desde Nueva York. Ya está atardeciendo y tiene que irse, debe cumplir con su labor para el New Yorker. En casa siempre tiene una maleta a medio hacer por si es que tiene que salir de viaje. Ha dejado de utilizar chalecos antibalas en sus comisiones: el último perfil que ha escrito -y que aún no termina de editar- es el de Michel Martelly, músico y presidente de Haití. Hace un mes le dijo a un periodista mexicano: “Esto no es vender seguros o ser banquero y trabajar el petróleo. (Los periodistas) somos los intrusos, el enquistamiento de los expresivos, de los polémicos, de los que somos humanistas… En conjunto intentamos oxigenar las sociedades que, sin nosotros, se quedan cerradas con los políticos, militares, narcos, corporaciones. Es momento de resistir. Eso: resistir”.

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¿Qué hace un periodista de guerra cuando ya no quiere saber más de guerra? A veces es así, pero no es constante. Se presta más atención a la naturaleza, a la familia, a las cosas de la vida que son necesarias para nutrir el alma. A veces el alma se puede poner bien seca, entonces, para volver a alimentarla y reconfortarla, hay que buscar rodearse de la vida misma, recordar que no todo es muerte porque si no se ponen bien negra la cosa.

todas incuban preceptos de superioridad en sus adeptos y también de evangelismo, la noción de que tienen que regar sus creencias, sea como sea, por la tierra. Todas las religiones que yo conozco, además, sacralizan la muerte a través del martirio y el paraíso, e incentivan a que los seres humanos maten, luchen y mueran en la causa idealizada que pregonan. La muerte en aras de la causa es divina, supuestamente, y si no fuera por ese concepto, sería lo que en realidad es: escuálido.


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Teemun pitkä matka (o la agonía de la eterna tiesura) Diego Olivas Arana

diálogos de taberna

30 AINO Y NILTON - BAR U2 PIHLIS, DISTRITO DE PIHLAJAMÄKI, HELSINKI

- A qué lugar de mierda me has traído, Nilton. Nunca vengo por aquí, ¿sabes?

mo centro, lleno de bares. Te hubiera enseñado ciertos lugares interesantes.

- ¿Qué tienes contra Pihlajamäki? Todos los días me bajo en el paradero de Vuolukiventie y camino hasta aquí por una cerveza, ¡es perfecto!

- ¡Kallio está lleno de hipsters! Con sus bigotes de mierda, largos y aceitados con ese gel asqueroso que les da la curvatura. Perkele! Gente de mierda. Me recuerdan a los de la Católica, mi universidad peruana. Pediré las cervezas. Quieres Karhu, ¿no?

- ¿Un karaoke bar? Meh… Yo prefería vernos en Kallio, pero no importa. - Preciosa Aino, ¿eres o no una finlandesa? ¿no se supone que ustedes adoran el karaoke? Yo en Lima nunca fui a uno pero aquí, carajo, ¡es muy divertido! - Ei, no lo es… Míralos… Ebrios y cantando James Blunt. Patético. Kallio está en el mis-

- Jajaja, eres gracioso, peruano. Joo, sí, no tenemos otra opción, ¿no? Esto no es Praga. - Karhu es la más pasable. En especial la más fuerte, de 8%. ¡Aquí está! - Kiitos… ¿8%? ¿Me quieres emborrachar?


e sd go a lo ern Diá Tab

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- Estás loca, Aino. Estamos casi en el bosque. En Lima tendría que irme hasta Santa Eulalia, aquí es tan cerca. Además mi edificio está aquí. Tan buena zona, ¡salud por eso! - ¡Kippis!... Tú estás loco. Aquí no hay nada. Espera, ¿tu edificio? ¿Vives en Pihlajamäki? - Pues sí… ¿No te dije? A dos minutos de aquí. Podríamos ir luego, para mostrarte. - ¿De eso se trata todo esto? ¿Quieres llevarme a tu casa, a tu habitación, Nilton? - ¡No!, no quiero hacer eso, es decir sí quiero, si tú quieres, o sea, no quiero decir que no estoy interesado, pero si tú quieres yo sí quiero, ¿me entiendes? Escucha a esa pareja al micrófono, cantan One Love, de U2, ¿te gusta?... Ya sé, ¿no quieres escuchar un chiste? - Miksi ei? A ver…

- Es una de un policía que se vuelve robot, es gringa. Este chiste funciona mejor en Lima, allá tenemos la cultura gringa bien metida. Es del Chato Barraza, un maestro. - No me dio mucha risa... Pero el hombre con ‘huevos’ de metal y madera me hizo recordar la historia del amigo de una amiga, Teemu. ¿Quieres escucharla? Es muy loca. - ¿Teemu? Esos nombres raros finlandeses, como Aino… Voy a pedir otra Karhu. - En finés, Aino quiere decir, ‘la única’. En la leyenda del Kalevala, era una chica que se suicida ahogándose al descubrir que debe casarse con un anciano mago, Väinämöinen. - ¿Kalevala? ¿Qué carajo hablas? No sé nada de finés, esos cursos básicos son una mierda. Con las justas algunos insultos y palabras clave, como olut… Ah, y toda esa leyenda que cuentas es una pastrulada, ¿no? Me recuerda a las historias de El Señor de Los Anillos. Un tiempo, mi grupo de amigos de la facultad de ingeniería y yo nos afanamos con Tolkien. ¿No quieres escoger una canción para el karaoke? - Vitun perulainen! ¿Es que nunca te callas? Shut up and kippis! - Oye sorry, ¡salud! ¡Kippis pues!

- Jajaja, mitä? se on tyhmä! ¿Así termina? - Todavía… Entonces el doctor se burló y río, y le preguntó cómo era posible y el hombre dice: ‘¿qué no me cree? Espere un momento doctor, voy a llamar a mis hijos’… ‘¿sus hijos?’, pregunta el doctor y el hombre: ‘sí, mis hijos… ¡Pinocho, Robocop, vengan por favor!... ¡Jajaja!... ¿Entendiste? ¿Conoces las películas?

continúa en la página 40

31 31 diálogos de taberna

- Bueno, dicen que había un hombre que había nacido con un huevo de madera. Un testículo de madera, ¿entiendes? Sufría mucho. Le pesaba, le dolía. Su caso era conocido. Un día, no aguantó más y fue al doctor acompañado de sus hijos, que estaban preocupados por él. Este escuchó su problema y le dijo que se bajase los pantalones, para creerle y revisarlo. Pero el hombre no quería, el doctor insistió y el hombre le dijo: ‘verá doctor, hay algo que nadie sabe y no quiero que se sepa’, ‘¿qué?’, le preguntó el doctor, y el hombre confesó: ‘es que mi otro huevo es de metal’…

- Ja… ¡Qué raro tu humor! Pinocho sí, pero la otra no.


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el niño jesús nació en san carlos Ricardo Zamudio

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Luego de la celebración de la Noche Buena, la gente del pueblo de Pedro Ruiz, en Amazonas, dirige su atención al pueblo vecino de San Carlos, donde sus padres y abuelos crecieron. El motivo: celebrar la ‘Natividad del niño Jesús’, tradición cultural y religiosa de ambos pueblos que, a pesar de los años, continúa intacta. 1. (Portada) Siempre presente la orquesta musical que acompaña la festividad con sus notas y alegría durante la misa, procesión y la celebración posterior. 2. La natividad del niño jesús es una de las fiestas más esperadas del año por niños, jóvenes y adultos. 3. En la iglesia de San Carlos, un gran número de cirios acompaña el anda del niño Jesús recién nacido. Así es como los pobladores le rinden homenaje.

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4. La orquesta desborda alegr铆a a la celebraci贸n y hace bailar a todos los asistentes, si


in importar que no se conozcan

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5. Durante la celebración de la misa un grupo de músicos acompaña la celebración, rindiendo su homenaje durante la consagración con himnos solemnes. 6. La procesión inicia y el anda empieza su recorrido. las pobladoras se encargan de hacer bailar el anda como símbolo de alegría y celebración para el recién nacido. 7. A la cabeza de la procesión se encuentran el “puma”, el “venado” y el “toro”, animales característicos de la zona que rinde pleitesía y se postran ante el recién Jesús. 8. Ellos bailan y actúan como los animales e interactúan con el público gruñendo y mostrándose feroces.

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mucho sexo antes de conocer su futura novia. Un día salió de Tampere para pasar el fin de semana en Helsinki donde un amigo. Allí, una chica le habló en el paradero de bus, en Kaisaniemi. Nevaba. - ¡Ajá! Oye Aino, ¡más olut!

- No pasa nada, pero no me interrumpas tanto: Teemu era un chico joven, delgado y apuesto. Estudiaba traducción en la Universidad de Tampere. Hacía ejercicios y tenía el cabello largo y lacio. Si lo veías por primera vez, parecía una persona interesante, tenía mucho qué decir, pero no podía mirar a las mujeres a los ojos. Prefería perderse en la observación de un árbol o el tráfico, mientras te hablaba.

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- ¿Era gay? ¿Eso es muy normal aquí, no? - Ei, no era gay. Sólo era muy raro y tímido. Casi no hablaba con mujeres. Si una chica lo miraba en la calle, se quedaba pensando en eso por días. Pero sentía que debía ser muy guapo y verse bien, estaba preocupado por su dieta y ejercicios, se veía en el espejo. Era muy… ¿Cómo es en español? Tampoco la sé en inglés… En finés es narsisti. - Narcisista. Entonces sí era medio cabro, flaca. Oye chupa, que yo voy a pedir otra. Aquí la única frase que sé: anna minulle kylmä olut! - Jajaja, joo… Sólo sabes pedir cerveza fría y decir perkele… Ok, narcisista, sí. Teemu estaba seguro de que era muy bello. Nunca se aventuró a hablar con una mujer en una situación normal, temía la idea. Y por eso empezó a salir con prostitutas.

- Espera. Él se quedó paralizado. Fue love at first sight, ¿entiendes? Empezaron a verse. Teemu creía que por fin había hallado una novia. Ella creía haber encontrado esa spark que le faltaba… Hasta que fueron a una sauna party. - Sauna, qué chévere. Me encantan. Suelo ir al del gimnasio de Kumpula Campus, luego de dictar las clases. ¿Firme que los sauna party son mixtos? Qué loco estar sin ropa frente a las chicas… ¿Te gusta? ¿Qué le pasó a ese broder, Teemu? - No, no me gusta el sauna… En esa fiesta, una chica reconoció a Teemu y él se puso muy nervioso, inestable. Y se delató solo. Le confesó a su novia que esa chica era una prostituta y que había estado frecuentándola para ser mejor amante con ella. - ¿Me estás diciendo que no te gusta el karaoke ni tampoco el sauna? ¿Estás segura de que eres finlandesa? No importa, igual me divierto contigo… Oye, ¿qué? ¿El huevonazo le contó? ¿Y qué fue? Qué estúpido. - Miksi estúpido? ¿Por ser honesto? ¿Tú mentirías?

- Espera, ¿hay putas en Helsinki? Yo pensé que no existían. Deben ser unas bellezas.

- No, flaca, o sea, no quise decir eso… Uno debe protegerse, ¿no? Pudo haber hablado con la puta para que nunca hable y cortar eso ahí, para que siga con la chica y todo tranquilo… ¿No quieres chupar más? Se van a calentar.

- Turpa kiinni! No te diré dónde encontrarlas. Bueno, y pasaba noches con muchas. Se protegía. Se volvió un adicto. Creía que tenía que ser un hombre perfecto, su figura y sexual performance, y por eso debía tener

- … Ei, ei. Ella lo dejó. Teemu siguió ‘practicando’, pero algo triste, confundido. Una noche, luego de ir a uno de estos lugares, se dio cuenta de que su erección no terminaba… Tenía un boner infinito. Su…


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- ¿Pene? ¿Me estás diciendo que la tenía dura todo el tiempo? Qué pendejo jajaja, ¿cómo chucha hizo, ah? A cuántos hombres les interesaría. - Teemu no sabía qué pasaba. Fue al médico en Helsinki y en Tampere. Nadie podía explicarlo. Pasaron las semanas, los meses. - ¿Con la pinga erecta? Es imposible. La debe haber tenido hirviendo. - ¿Pinga? - Pene. - Nilton, cállate, vittu… Descubrió que nunca se venía. Raro como era, empezó a hacer teorías, creía que era el símbolo de su hombría. Sentía que era poderoso y sin límites… - Eso, Aino, ya era hora, bebe más. ¿Nunca eyaculaba? Carajo ¿Acaso era Hércules? Puta que pendejo, ah… ¿Nunca supo por qué? ¿Usaba pantalones? Están cantando Every Breath You Take, más borrachos… ¿Segura que no quieres cantar conmigo?

- ¿El VIH? - Joo, decía que el VIH no podría con él. Empezó a tener sexo sin protección. En una reunión en la sauna todos se quedaron mirándole ahí abajo, entre las piernas, sorprendidos. Él sonreía. Cuando terminó de acostarse con todas las prostitutas de Helsinki, viajó a San Petersburgo a retar a su pene… He fucked all the whores of the city. Pasó semanas con chicas muy jóvenes, tytöt de 13 o 14 años. Tossi hullu. Pero esa gloria no duró mucho. Comenzaba a cansarse… - ¿Del sexo? ¿De tenerla siempre parada? Qué se va a cansar, flaca, hay gente que pagaría

- Tietysti. Luego de un año, estaba desesperado. No dormía. La tenía roja y dura siempre, y nunca eyaculaba. Podía hacerlo por horas. La situación nunca cambiaba. Todos en Helsinki ya lo conocían, y en Tampere se había corrido el rumor entre su familia. Más que su enfermedad, decían que era un gigolo. Su pene empezaba a ponerse más pesado y más oscuro. Pensó que se podía caer. Su vida era un caos. - Ala mierda… ¿Necrosis del pene? ¿Y qué hizo? ¿Nadie sabía cómo curarlo, en serio? Oye Aino, voy a pedir un par más de cervezas. ¿Todavía la Karhu de 8%? - Joo, joo. Ahora sí… Nadie sabía. Una tarde, Teemu almorzaba solo en el Lappi Ravintola de Annankatu. Al final de su comida, uno de los músicos saami que se presentó ahí, tocando sus yoiks típicos, se le acercó y se detuvo frente a él. Vestía el atuendo tradicional, el gorro azul de cuatro vientos con los dibujos rojizos trenzados, y llevaba su instrumento, un fadno, la flauta de caña. - Ese es el restaurante de comida lapona, ¿no? ¿Qué tal es, ah? Dicen que hay hamburguesas de reno. Esa hampurilainen debe ser buenaza, ¿no? Acá está tu chela. - Kiitos. Joo, ‘Poro Burger’... El músico lo miró a los ojos. ‘Tú estás solo y confundido. A Lappi debes ir. Allí encontrarás respuestas’, y regresó con su banda para retirarse. ¿Lappi? ¿Y se fue a Laponia a salvar su pinga? ¿Dónde Papá Noel? Oye, ¿qué historia fantástica me estás contando? Aino, estás bien rayada… Mira cómo cantan Modern Love esa pareja de lesbianas. Son tan bonitas, qué pena… Quiero chupar más.

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- No, jumalauta! Estás loco… Teemu dejó de ver a todo el mundo. Se dedicaba a mirarse el sexo en el espejo. Ni siquiera recordó a la chica con la que salió. Un día, se dijo a sí mismo que su cuerpo era perfecto, que era inmune a cualquier enfermedad.

por eso. Pero la verdad debe joder tenerla así como un bulto erecto 24/7…


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- ¿Por qué sentir pena? Lo que te cuento sucedió de verdad… Y joo, lo hizo. Esa misma semana tomó un bus a Rovaniemi, la capital de Laponia, creyendo que allí hallaría algo. - ¡Rovaniemi es demasiado turístico¡ Papá Noel está hasta en los baños. Fui en mi primer año aquí. Linda la nieve, pero lo demás es puro merchandising de mierda. - Rovaniemi no es solamente Joulupukki. Laponia no es solamente Rovaniemi. Estás hablando bullshit. Paska. En Laponia hay más renos que personas. Y más nieve que renos. La nieve esconde muchos secretos. Y Teemu llegó para descubrirlos. - ¿Más olut? Servido, flaca. Bueno, ¿y qué hizo? No me digas que se fue a la fábrica de Papá Noel para pedirle que le curen el miembro como regalo de navidad.

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- Ei. En Rovaniemi su estado empeoró. El frío hacía que la erección doliera con el tacto. Era difícil caminar. Teemu no sabía qué hacer. Con el couchsurfing, se hospedó donde una viejita muy amable, que le invitó un día al Husky Safari de Rovaniemi. - ¡Siberianos! Kaunis koirat. Qué bacanes esos perros, carajo. ¿Hacen carreras? - Joo, tossi kaunis. ¿Te gustan los perros, Nilton? Carreras no, sino salidas en trineo. - De hecho, flaca, ‘perros hermosos’ es la frase más útil que sé en finés. - No trates de ser gracioso... Teemu subió a uno de los trineos y los huskies salieron disparados. No supo usar bien el freno y el trineo se volteó. Los huskies siguieron corriendo y Teemu rodó por la nieve hasta quedar inconsciente. Allí tuvo un sueño: un ave rapaz blanca se posaba sobre el trineo volteado y lo miraba. De pronto gritó: ‘¡Saariselkä! ¡Saariselkä!’. Teemu despertó asustado en una camilla en la enfermería del safari. Allí habló con su anfitriona, la vieja, quien le reveló que Saariselkä era un pequeño pueblo

turístico muy lejos, a 260 kilómetros al norte, en el municipio de Inari. - No me digas que el huevón se fue para allá, siguiendo una alucinación. Qué cojudo. - Tietysti. No siguió alucinaciones. Escuchó a sus instintos. Pero sufría. Luego del trineo, el pene dolía más. Cuando lo vio, estaba adquiriendo una coloración oscura. - Mierda, un pene necrosado. Me mato, flaca, yo me mato. ¡Salud por el pene podrido! - Kippis! Jajaja… Y sí. Sintió mucho miedo, pero luego de unos días tomó el bus cuesta arriba. Llegó a Saariselkä una noche estrellada. Para ese momento del año sólo habían entre dos a cuatro horas de luz solar diaria. Lo primero que hizo fue preguntar en un ‘Poro Burger’ por los saami. La dependiente le habló de un grupo saami que criaba renos en una granja en las afueras del pueblo, lejos del centro. - Renos, renos. Ya me está dando hambre… Oye, yo te traje aquí para saber más de ti, bailar contigo o cantar, y terminamos hablando de un finlandés loco y su salchicha de piedra. Necesito más cerveza. ¿Tú quieres más Karhu? Yo te invito. - Ole hyvä! Kiitos, Nilton. Pronto termino, ya verás. Teemu llegó a esta granja, donde conoció a tres granjeros saami, que pastaban y arreaban sus renos en la nieve. Ya Teemu cojeaba todo el tiempo, para evitar el dolor del movimiento rápido. Pensaba en cómo había vivido los últimos meses. Se preguntaba si era un castigo. Se acercó al granjero más viejo y anunció que venía bajo la guía de otro saami, quien le había prometido que ahí hallaría las respuestas que buscaba. Estaban rodeados de renos, y Teemu era el único sin traje tradicional de la zona. Se sentía intimidado. El saami mayor lo miró de pies a cabeza incontables veces, durante unos segundos… - Jaja seguro era un lapón gay, mirándole la


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pieza turgente ¿es normal en esa cultura? - Voy a ignorar lo que dijiste… ‘Conozco la naturaleza de tu aflicción. Tú estás maldito. Pero ninguno de nosotros de puede ayudar. Debes ir al Parque nacional de Urho Kekkonen, muy cerca de aquí. Allí, en el bosque, encontrarás a Dárbmu’, le dijo en un finés algo difícil de captar para Teemu. ‘¿Qué es Dárbmu?’, preguntó. - Obvio. O sea, ¿Dárbmu? ¿Ese nombre existe? Es raro incluso aquí, y eso que hace poco conocí a una bióloga de Porvoo llamada Riikka, ¿sabes qué quiere decir llamarte ‘Rica’ en Perú? Sería una verdadera pendejada. - ‘Dárbmu es el último noaidi de esta zona. El chamán de Saariselkä’, le dijo sin mirarlo la única mujer del grupo, una vieja que estaba alimentando a los renos. - Un chamán… Ala mierda. ¿Ustedes tienen chamanes? Pero acá no hacen ayahuasca ni amarres, ¿no? No he visto ningún aviso en los postes de Helsinki.

- Qué miedo, como en El Resplandor, en una parte Jack Nicholson está solo en la nieve… Palta. ¡Esa es Don’t you want me! ¡The Human League! ¿Aino, no quieres…? - Anteeksi, mutta ei. Teemu se quedó mirando el horizonte, frustrado. Al girar hacia el Suomujoki, vio en el mismo río a una hermosa mujer desnuda, contemplándolo. - Chucha. - Tenía el cabello rizado y rubio, los labios gruesos y grandes ojos azules. Yacía sobre el río congelado, frotándose los pechos y

- Patas de chivo, se dice, ¡un diablo! ¡Un súcubo! Qué mala suerte tiene ese broder. - Chivo, kiitos. Se alejó muy asustado, mientras todo el hielo se empezaba a abrir. La mujer empezó a gritar su nombre con odio y el retrocedió y corrió, adentrándose en el bosque. De pronto dejó de escuchar el llamado. Se lanzó al suelo jadeando. ‘Te has alejado del deseo. ¿Crees que ya has comprendido?’, le dijo una voz suave y antigua. Lo primero que Teemu vio fueron los zapatos de piel de reno, cuya puntera sobresalía en una curva hacia atrás, como bota de duende. Era el calzado tradicional saami. Su ropa gruesa de invierno, de pieles blancas adornadas con el trenzado rojizo. Su sombrero cilíndrico cubierto de diseños. Su larguísima barba blanca y gruesos bigotes. Llevaba un bastón de madera y una soga en las manos, y fumaba una larga pipa. Era Dárbmu. - ¿Estás segura de que no era Gandalf o Yoda? Oye yo me bebo tu Karhu, ¿ya? - Ok… ‘No acabas de comprender. Gonagas me habló de ti’, dijo Dárbmu con voz envolvente. ‘¿Qué? ¿Quién es él?’, Teemu estaba muy confundido. ‘Otro noaidi amigo mío, el único hombre-pájaro. Él te guio a Saariselkä’. Teemu estaba en silencio. Recordó a muchas de las mujeres con las que se acostó. A su pene erecto, siempre listo. Recordaba la eyaculación como algo distante y ajeno. Temía. ‘Esto es muy extraño y absurdo, pero necesito que me ayudes a salvarme a mí… Y a mi pene’. Y le contó todo. continúa en la página 70

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- Mitä vittu? ¿De qué hablas?... Le mostraron el camino. Cuando arribó a la reserva de Urho Kekkonen, no había nada: el río Suomujoki congelado alrededor del enorme bosque de coníferas. Pequeños arnoldos árticos lo observaban desde las copas de los árboles. Estaba solo.

el sexo, whispering su nombre: ‘Teemu’. La miró sorprendido y con deseo. Sintió como su pene continuaba erguido, dolorosamente en guardia. Sin pensarlo, dio un primer paso hacia adelante, para acercarse a ella. Apenas tocó el hielo del río, todo empezó a agrietarse. Cuando Teemu la miró de nuevo, la mujer seguía radiante, invocándolo con lujuria, pero esta vez miró sus pies. Eran patas de vuohi… De goat.


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La última tarde de momón Hernán P. Floríndez Ilustraciones: Cecilia Herrera y Diego Salazar Abecasis

Es imposible no recordar a ‘Momón’. Un apodo que se volvió tan escalofriante como su carta de presentación: 11 cambistas muertos, 12 secuestros y 50 bancos robados. Hoy, mientras el asesino cumple cadena perpetua en un rincón aislado de Juliaca, Remigio Hernani, ex Ministro del Interior, revive los momentos claves que pusieron fin a un época de terror para los limeños.

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o es un día cualquiera. Hoy, 5 de julio de 1998, quizá caiga ‘Momón’. Remigio Hernani, el agente de mayor rango en la operación, está tranquilo. Su equipo lo espera en la oficina de la División Antisecuestro (Divise), en el Cercado de Lima. Se viste con jeans, una camisa de manga larga y unas zapatillas, quizá hoy tenga que correr y los zapatos de siempre no le servirán.

Parece un civil. Antes de llegar a la oficina decide entrar a la iglesia de Las Nazarenas y encomendar sus acciones. Repasa silenciosa y mecánicamente las oraciones mientras piensa en su familia, en sus compañeros, en el empresario secuestrado, en el secuestrador que hace tanto persigue, y en todas las almas que este se llevó. A las nueve llega a la base. Desde el piso siete de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), en donde se ubica su despacho, se pueden ver las siluetas pequeñas de las personas que, a esa distancia, parecen más


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vulnerables. Se reúne con los 35 efectivos que participarán del operativo. La reunión se desenvuelve en un ambiente tenso. Repasan el plan y despejan dudas. Saben que no será fácil. Hernani se persigna. Tal vez hoy caiga ‘Momón’. *** Jorge Luis Campos Milla no siempre fue ‘Momón’. Sus amigos le dieron ese apelativo a los 16 años. Sus cachetes hinchados, orejas separadas y ojos hundidos, daba un enorme parecido al niño de gestos elocuentes del programa Trampolín a la Fama. Ese mismo año, ‘Momón’ empezó a fumar marihuana y a propagarla como un negocio entre sus compañeros de carpeta en la escuela.

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Se puede decir que ‘Momón’ no tuvo padres. Fue abandonado por ellos cuando era niño y se crió con sus abuelos. Pero la verdadera familia de ‘Momón’ no estaba en aquella casa, sino en las esquinas más peligrosas de Barrios Altos, donde la droga y las armas eran parte de la decoración cotidiana de la cuadra. Sólo allí, en ese ambiente donde había que imponerse por la fuerza, se sentía en casa. Desde entonces ‘Momón’ tuvo problemas de conducta. Su indisciplina, afición por las drogas y el comercio de ellas, le valieron muchas expulsiones de las escuelas. Si alguien le preguntaba qué quería ser de grande, él respondía casi sin pensar: policía. Entonces, profesores y familiares se quedaban tranquilos. Jorge sería policía. Pero la razón para escoger el oficio radicaba en un detalle atípico: su facilidad para acceder a las armas. Una afición que ‘Momón’tuvo desde pequeño y que cultivó toda su vida. Él sufría la necesidad de tener armas cerca, y un policía siempre anda con pistolas, a ‘Momón’ eso lo emocionaba; cuando pensaba en el futuro imaginaba ametralladoras, escopetas, revólveres, etc. ‘Momón’ no fue policía, pero las armas siempre las tuvo cerca.

“Mi favorita es la FAL, porque es un fusil de mucha potencia. Yo siempre llevaba mi vaquera cargada con una Browning. Para comenzar a secuestrar me compré una 45 automática”, declararía años después con nostalgia y orgullo. “Soy un gran conocedor de armas”. *** Ser policía, para Hernani, es más que el arma que llevan en la cintura. Su importancia reside en la información que tengan, en su trabajo de inteligencia, y la capacidad para adelantarse a los delincuentes. Remigio Hernani es el fundador de la Divise. Luchó contra cientos de secuestradores en los ochentas. Su método de investigación, su red de fuentes, y su experiencia lo convirtieron en el hombre mejor preparado para enfrentarse a la ola de crímenes que azotaba la capital en aquella década caótica. En cinco años, Hernani y sus colegas frenaron uno de los crímenes más temidos: el secuestro. Su riguroso trabajo les permitió encarcelar a más de 250 de estos delincuentes, abatir a 20 y expulsar del país a 15. En 1985 la policía conocería a un enemigo diferente. Una banda desconocida comenzó a secuestrar grandes comerciantes y empresarios limeños, pidiendo recompensas millonarias. Rápidamente, colocaron en jaque a la clase adinerada de la capital. Las Águilas Negras, una facción especializada de la policía, empezaba a seguir sus pasos, pero identificar sus puntos de encuentro era casi imposible. En 1990 el caso llegó a las manos de Hernani. *** En una de las oficinas del séptimo piso de la Dirincri, los 35 agentes observan la maqueta que se ha preparado para la captura. Es minuciosa. Cada elemento del ornato público de Miraflores, donde en unas horas ocurrirá el operativo, tiene una función en el plan; desde los postes de luz, hasta los árboles que podrían servir como escudos.


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‘momón’ no fue policía, pero las armas siempre las tuvo cerca Hernani está confiado: su equipo ha hecho el reconocimiento de la zona y el operativo está exhaustivamente detallado. Los agentes se moverán como piezas de relojería en cuanto se dé la señal.

Faltan quince minutos para las dos de la tarde. El encuentro está pactado a las dos y media, pues a esa hora los agentes podrán aprovechar que las personas estarán almorzando en sus casas. Hay dos francotiradores escondidos en los edificios del costado por si el operativo se sale de control. La esposa de Hermosa llega a la escena, los agentes la reconocen. Todos están repartidos como piezas de ajedrez. La señora tiene el dinero en la bolsa amarilla de Metro. A unas cuadras de allí, desde un Toyota Tercel blanco del año, ‘Momón’ la observa. Son las dos de la tarde. Los integrantes de la banda conversan, ríen. Las llaves hacen contacto, el carro empieza a moverse. *** Como Hernani, ‘Momón’ también era un perfeccionista. A los 19 años, reunió a sus amigos de infancia en Barrios Altos e iniciaron una banda llamada ‘Los Fierreros’. ‘Momón’ era el líder, la cabeza que maquinaba cada golpe. Su pasatiempo fue asaltar tiendas de electrodomésticos. Vendían, consumían y robaban. Matar aún no era una alternativa. Fracasó cuando intentó robar una casa, y entró a prisión por ocho meses. Parecía que ‘Momón’ había desaparecido, y en su lugar Jorge Luis Campos Milla ordenaba su vida. Empezó a formar una familia con Benita Landauri y obtuvo un puesto de trabajo en una fábrica de maquinaria pesada. A los 21 años su mujer e hija ya dependían de él. Pasaron unos meses y la situación no mejoraba. Las deudas eran muchas y Campos Milla no podía mantener a su familia, pero quizás ‘Momón’ sí. Esta vez ‘Momón’ no estaba para juegos, su nuevo objetivo fue asaltar bancos. Se juntó con un amigo policía y otro que era un experto manejando. Con el dinero de

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Las indicaciones en la pizarra son claras. El empresario Paul Hermosa, ‘el rey de los grifos’, ha sido secuestrado por la banda de ‘Momón’ y el rescate que piden es de cuatrocientos mil dólares. El lugar donde se dará la transacción es la Calle Schell con Diagonal, frente al Bowling, en Miraflores. La Divise estará repartida en el lugar. Han alquilado dos carretillas de helados D’Onofrio y algunos agentes se disfrazarán para vender helados mientras sus fusiles descansan

enterrados en el hielo. Habrá otros 32 agentes con chalecos antibalas y armas camufladas. También estarán disfrazados: lustrabotas, cambistas, taxistas y carameleros.


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apenas la luna termina de bajar, una bala perfora su cráneo

chaleco, el canguro y el maletín de trabajo. Jaime Suárez era la décimo quinta víctima de la banda de ‘Momón’ en apenas 8 meses. Cuando los tribunales le preguntaron a ‘Momón’ por qué mataba a los cambistas si solo quería robarles, él respondió con una fría sinceridad. Los cambistas muertos no te gritan, ni te persiguen, si el cambista moría en el piso, no había necesidad de correr, y ‘Momón’, con los años, ya “estaba cansado” de correr. ***

los robos se abastecieron de las mejores armas y drogas del mercado negro. Se creían invencibles. Cuando luego de tantos operativos, la policía pudo al fin capturarlos, burlaron una sentencia firme de 20 años y salieron –nunca se supo bien cómo- a los ocho. Esos años le costaron a ‘Momón’ su familia, sus hijos y una cobertura mediática que lo obligó cambiar de apariencia a través de cirugías plásticas, según informó la edición de La República del 7 abril de 1998.

El 23 de mayo, Jaime Suárez decide madrugar. Ayer el mercado de dólares se movió bien, hoy quiere ser el primero en llegar. Al despedirse, su novia le entrega un maletín que contiene dos mil dólares. Coge el carro y baja en el Óvalo Higuereta. No hay competencia, sólo él vende y compra dólares. Un auto azul le toca el claxon; el primer cliente del día. Casi tan pronto como la luna termina de bajar, una bala perfora su cráneo. Les toma menos de un minuto arrancarle el

Son las dos y media de la tarde. Es el momento. En el Toyota Tercel blanco, ‘Momón’ maneja acompañado de dos personas. De pronto un Nissan Sentra ingresa a la escena. Es una pieza no contemplada en el plan urdido por los agentes, así que algunos de ellos se descubren, intentan interceptar y detener a los autos. Baja uno de los delincuentes con un arma. Los otros agentes se preparan. ‘Momón’ entiende que se trata de una emboscada, pero no se rinde. Hay una lluvia de balas. ‘Momón’ se refugia tras la puerta abierta del carro, sigue gastando municiones casi a ojos cerrados. Las balas hieren a dos policías. Arremeten. Hay un hueco entre el piso y la puerta del auto que le sirve de escudo a ‘Momón’. Hay que tener puntería. Siete proyectiles alcanzan sus piernas. Tres en su derecha y cuatro en la izquierda. Viéndose en desventaja, sus amigos no tardan en rendirse. ‘Momón’ está en el suelo mientras los demás son enmarrocados. Una pistola apunta la frente de ‘Momón’, el asesino grita por su vida. Tiene miedo a la muerte. “¡Nooo. No me maten!”, suplica. Allí, en el suelo y sobre un charco de sangre, habla:

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Cuando salió de nuevo a las calles, ‘Momón’ se vio afectado por la recesión económica: los bancos ya no almacenaban tanta plata. Él aún tenía que pagar deudas acumuladas y el alquiler de la mansión de San Borja, en donde se escondía con sus secuaces. Fue entonces que lo notó. Las calles estaban pobladas de unos hombrecitos anónimos, de chalecos verdes, que siempre están en las avenidas con los bolsillos repletos de fajos de dólares y, además, desarmados. A nadie le importaría que haya un cambista menos en Lima.

Es importante que ‘Momón’ no muera en el operativo. Como en otros operativos, Hernani ha pasado por una minuciosa investigación y sabe que el secuestrador no llegará al lugar con el rehén.


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tiene miedo a la muerte. “no, no me maten”, suplica.

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Paul Hermosa - el empresario que llevaba 12 días desaparecido- está en la mansión de San Borja. Rompen las puertas, y toman por sorpresa a los guardianes del empresario que algunos ya creían muerto. La casa es gigante, tienes dos patios y dos pisos. En el primero de ellos, en la habitación más pequeña se encuentra deshidratado Paul Hermosa. Está tendido en el piso, encadenado entre dos camas. Las muñecas y los tobillos están hinchados, tiene una chompa negra amarrada en la cabeza. Durante dos semanas no ha visto luz alguna. Está flaco y con problemas de respiración. Lo que encuentran es un impresionante arsenal de armas, desde las más típicas del mercado negro, hasta armas de guerra, municiones, explosivos y pertrechos militares. Deciden que no hay mejor lugar para la conferencia de prensa que la misma casa. Las cámaras sacan en primer plano las armas, los equipos de comunicación, los cinco vehículos, y los artefactos electrodomésticos de lujo que tenía la banda. Pero hubo unos detalles que no salieron en televisión. Había papeles valiosos como libretas electorales, licencias de conducir, tarjetas de propiedad, tarjetas bancarias e incluso una credencial de un Vocal de la Corte Superior de Lima. “No sólo eso, la casa la usaban para hacer sus orgías, emborracharse, contratar prostitutas. Encontramos consoladores para hombres;

los tres de la banda eran bisexuales. Habían muchas botellas y condones tirados”, describe Hernani. Recién a las 4 de la mañana empieza el interrogatorio a ‘Momón’. Hernani lo destroza con pruebas y con las declaraciones de sus compañeros. Cada pregunta es una afirmación certera, innegable. ‘Momón’ sin armas, ni droga, y casi sin piernas, ya no es ‘Momón’. Está asustado, quizá por primera vez, siente que no podrá burlar la justicia. “Era sumamente cobarde a la hora que lo interrogamos. Pensaba que lo íbamos a torturar, pero no fue así. Flaqueaba mucho y confesó”, cuenta Hernani. Luego susurra que en realidad esa era la verdadera personalidad de ‘Momón’, no la del frío asesino que establecieron los medios. ‘Momón’ termina confesando todo después del interrogatorio. Esa madrugada, Hernani se va a dormir tranquilo. Ha cumplido su tarea. *** Hoy ‘Momón’, con 56 años, cumple cadena perpetua. Su última entrevista fue en 2003, cuando evocó la parábola del hijo pródigo y admitió arrepentirse. “Yo ya no soy ‘Momón’, soy Jorge Luis Campos Milla”. En 18 años un tribunal revisará su pena para determinar si ya se ha resocializado, y si lo está, volverá a ser libre. Hasta entonces, ‘Momón’ seguirá en el Penal La Capilla de San Román, en Juliaca, con apenas 4 horas de patio al día. Mientras que Remigio Hernani, desde el segundo piso de su casa en Jesús María, se toma unos minutos para recordar estos episodios. Unas fotos enmarcadas y un estante de libros adornan su sala cuando un periodista le dice que desea hablar con ‘Momón’: “Está bien, haz el intento. Si llegas, pregúntale por mí. A ver qué te dice, dile ¿qué tal es ese pata de Hernani? ¿Qué tal te trató? ¿te curó o no te curó? ¿te dio de comer o no te dio de comer? Él sabe”, le responde.


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Carlos Paredes: “no menos que el per

Con 25 años de trayectoria, José Carlo director de uno de los noticieros más los que miran diariamente el producto Comenzó en el mundo del periodismo a l rista. Eran tiempos tumultuosos, de cr nunca se le cruzó por la mente desist intentos de censura.


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creo que la prensa diaria sea riodismo de investigación” Giovani Alarcón

os Paredes Rojas (45 años, Huancayo) fue hasta hace poco s importantes del país. Son más de un millón de personas que él dirigía, 90 Central, y que conduce Mónica Delta. los 20 años y su primera comisión fue un atentado terrorisis y de horror pero si hay algo que él asegura es que tir de ejercer el oficio. Ha renunciado cuatro veces por . El periodismo lo tiene en las venas.


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ese a que su carrera está ligada desde su inicio con el mundo de la televisión, es en el periodismo escrito donde consiguió sus mayores reconocimientos. Con el trabajo de investigación que reveló una faceta un tanto desconocida del general (r) Ketín Vidal, al que se le creyó héroe por el vídeo donde aparece capturando a Abimael Guzmán, Carlos Paredes ganó el mayor galardón y la mejor experiencia –en sus palabras- que ha vivido: el premio anual de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y beber vino por más de cuatro horas con el difunto premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. Carlos, además, es profesor universitario. Actualmente está a cargo del curso Dirección Periodística del décimo ciclo de la carrera de Periodismo en la Universidad de Lima. Su faceta como docente la alterna con sus proyectos personales de Periodismo de Investigación. Si hay algo que considera esencial en su vida son las ganas de reportear en la calle aunque tiene otras responsabilidades que priorizar por el momento.

Estamos, en un primer encuentro, a algunos minutos de que comience la reunión diaria para ver cómo se va a plantear el noticiero de la noche. Carlos me da unos minutos en su exoficina, un pequeño cuarto de no más de 3 metros cuadrados que está al costado de las oficinas de Juan Subauste, subdirector de 90 Central, y de Tito Alvites, director de 90 en los fines de semana en aquel entonces –hoy por hoy la redacción de 90 se ha reestructurado-, en la que tiene un escritorio, una mesa con una ruma de periódicos y revistas, y cuatro pantallas de televisión al costado de la puerta donde RPP TV y Canal N están siempre en sintonía. Frente a su escritorio están las computadoras donde los 12 reporteros que alimentan 90 escriben sus notas. “Dame la pepa, todo pepa, pepa, pepa, como una papaya” alguna vez le escuché decirle a una reportera cuando anunciaron a los mejores trabajos periodísticos del año. Carlos tiene el corte de pelo tipo hongo y siempre luce una barba de apenas unos centímetros. Sus ojos pequeños y su mirada, que por momentos pareciera ser esquiva ante las preguntas, perfilan al periodista que alguna vez quiso estudiar Derecho pero prefirió llevar una maestría en Comunicación Política en México, donde vivió más de media década. Volvió al Perú para una nueva faceta. Ya había sido practicante, reportero y productor periodístico y regresó como director. Ha trabajado en todos los canales de señal abierta menos en canal 4 y canal 7. Le ofrecieron un trabajo tentador con un partido político en México pero lo rechazó para ser periodista las 24 horas del día y los 365 días del año. El octavo de nueve hermanos comenzó a

en su oficina del canal 2, latina. fueron 12 años los que trabajó junto a conocidos colegas como mónica delta y eduardo guzmán.


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hacer periodismo en 1990. Aunque primero estudió Derecho por algunos meses en la universidad San Marcos, lo dejó para irse a estudiar Comunicaciones en la Universidad San Martín de Porres. Tenía 20 años cuando Julio Estremadoyro, periodista y mentor de muchos colegas como Mónica Delta, lo llevó al canal 13 para que practicara. En una familia con bastantes abogados él quiso ser distinto. De niño consumía cuentos y se enganchó con Gabriel García Márquez. Siempre pensó que el periodismo era eso: contar historias de una manera ambiciosa. ***

¿Te acuerdas dónde comenzaste? En canal 13, Global. En ese momento el noticiero lo dirigía Julio Estremadoyro, que llegó a ser mi profesor y ya había trabajado en el canal 5. Me llevó al canal y yo empecé como todos, como practicante hasta que un día faltó un reportero. Me acuerdo clarísimo, mi primera comisión fue un explosivo que había

colocado el MRTA en un KFC en la avenida Arequipa, el primero que se abrió en Lima y que ya no existe. Cuando yo llegué, lo primero que me impresionó fue ver un árbol y un pedazo de pierna colgado que pertenecía a uno de los vigilantes del local. Tenía 20 años. Me tocó cubrir cosas del terrorismo fuertes también. Yo cubrí Tarata. Fue una experiencia dura. Cuando viste lo de la pierna, ¿no pensaste en claudicar? No, para nada. Es una impresión fuerte pero tienes que entender que tu misión es contar y decirle al público ‘esto es lo que está pasando’. Tienes que sobreponer tus sentimientos naturales e impresiones de ser humano y tener la serenidad para contarlo. Hay gente que estudia medicina y al ver sangre se retiran. Yo nunca podría haber estudiado medicina porque yo no puedo ver sangre. Me repele. Como periodista he visto mucho eso pero me tengo que sobreponer. Alguna vez leí una cita de un periodista estadounidense que decía: En un incendio, la función del bombero es ir y apagarlo, la del periodista es más compleja. Porque tienen que ir y explicarles a todos los demás por qué hubo el incendio y qué significa el incendio para la sociedad. Nosotros vamos a buscar la verdad periodística y muchas veces trabajamos con la memoria de los testigos o protagonistas. Muy pocas veces somos testigos de las noticias. Nuestra chamba está en ser observadores, cuidadosos, fidedignos.

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“Lo mío siempre fue el periodismo, desde el colegio. Quizá lo que me marcó desde los años 80 fue que ya había terrorismo y yo me informaba desde tempranito con Radio Programas del Perú porque mi mamá lo escuchaba en el desayuno. Me parecía interesante estar informando desde el lugar de los hechos. Ahí nació mi vocación. Siempre me ha gustado contar historias. Mi papá nos incentivaba a la lectura. Terminé el colegio en el año 86, un colegio de curas, Salesiano, en Huancayo. Mi experiencia fue muy traumática, vine a postular a la universidad, mis hermanos ya estudiaban acá en universidades privadas. Mi papá se sacrificaba un montón. Ingresé a la San Marcos pero me retiré. Los senderistas tomaban abiertamente los salones y entraban con su discurso de estado caduco y el imperialismo. No se podían hacer clases y eso ayudó un poco a direccionar mi vocación. Mis hermanas estaban terminando en la Católica y en la de Lima, y a mí me tocó estudiar en la San Martín porque era la particular más barata. Me encontré con profesores que trabajaban en medios y desde el 4to ciclo me invitaron a practicar”.

“a mi generación le tocó una etapa violenta, un país en la ruina”


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Dar el contexto a la gente y algunas claves para que entiendan qué significa esta historia en sus vidas. Somos intermediarios entre la noticia y la gente.

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¿Qué te acuerdas de Tarata? Fue terrible aunque ya estábamos algo acostumbrados a los coches bomba. Ya tenía 2 años de periodista y me tocó el punto más álgido de Sendero en su guerra contra la sociedad. Me acuerdo de un paro armado cuando incineraron a un chofer de combi en la avenida Canadá y lo vi petrificado. He cubierto paros armados en la entrada a Lima por la carretera central. Fui a San Marcos cuando Fujimori pintó las paredes para retar a Sendero. Fui a la selva central para la disputa a balazos entre Sendero y las Fuerzas Armadas por el río Perené. Me tocó cubrir la captura de Abimael y algunos detalles del trabajo del GEIN. Ahí conocí a mucha gente relacionada a la DINCOTE. A todos los de mi generación nos tocó una etapa violenta, muy dura, un país en la ruina. Recuerda cómo nos dejó García. Un país quebrado, con hiperinflación, la tercera más grande de toda la humanidad. En los cinco años de su gobierno hubo 2 millo-

nes por ciento de inflación. El Sol se cambió a Inti y se movieron tres ceros. Seis ceros a la derecha se devaluó la moneda peruana. A eso le sumas la violencia. Era increíble. Hubo epidemia de cólera en el 91. Una enfermedad propia del siglo 18 y en el Perú se daba por pobreza, por insalubridad. La escuela para los de mi generación fue dura. ¿Alguna vez tu vida corrió riesgo? No me gusta dramatizar con ese tema. Lo he vivido en México varias veces, acá algunas. El periodismo es una profesión de riesgo y no porque trabajes como corresponsal en zonas de guerra o en las ciudades de México donde el narcotráfico es fuerte o ir a cubrir la selva central en la época del terrorismo, que era casi un suicidio. Sí me tocó dos veces. Una con el camarógrafo Hernán Valencia. Nos mandaron a Puno para cubrir la toma de un pueblo. Dormimos en el pueblo vecino y llegó Sendero. Nos escondimos y felizmente no nos vieron. En ese momento Sendero ya tenía conflictos con la prensa. Habían matado a un periodista gringo en el Huallaga. Fue una noche de mucho miedo. Luego, aquí en Lima, cuando me he metido a investigar cosas de narcotráfico y


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“nunca se me ha pasado por la cabeza no ser periodista”

Entendí muchas cosas de Derecho Penal. Los reporteros tenemos que saber cosas de los procesos judiciales. Tenemos que conocer y distinguir cosas. Lo hice como un complemento como formación de periodismo. ¿Tus papás? Ellos viven en Huancayo. Yo salí a los 16 años y no he vuelto. Ellos han venido y vienen regularmente pero están allá con mayor tranquilidad. Mi papá ya frisa los 80 años. ***

Tienes 25 años al periodismo, ¿por qué regresaste a estudiar derecho? Yo regresé al derecho y no lo terminé porque no me interesaba. Fue por el año 2000. Me metí mucho en temas de corrupción y narcotráfico y todos esos temas terminaron judicializados, en una acusación fiscal o en un proceso penal. Decidí estudiar Derecho Penal para entender qué significan ciertos tecnicismos de los abogados. Casi lo termino pero después fue imposible. Era productor de Panorarama y lo dejé por falta de tiempo. Tuve profesores como (César) San Martín o (José) Ugaz.

el libro que publicó sobre ketin vidal en el 2006, “la caída del héroe” produjo que el ex ministro del interior lo demandara por difamación. paredes ganó.

“Los periodistas hacemos un trabajo intelectual en tanto intentamos entender la sociedad. Mi inquietud es producir cosas propias. Nunca se me ha pasado por la cabeza no ser periodista”. Carlos trabajó en el noticiero del canal13, luego en un programa de investigación que salía los sábados que se llamaba Réplica. Pasó a Panorama bajo la dirección de Umberto Jara, luego al Contrapunto de Luis Iberico del cual renunció cuando entraron los hermanos Winter y se fue al 9 con un programa que se llamó Sin Censura con Cecilia Valenzuela y Gonzalo Quijandría. Renunció cuando se dio cuenta, según me dice, que vendieron la línea editorial y regresó a Panorama con Eduardo Guzmán como productor. Después regresó a Canal 2 en el 2003 como productor periodístico de Reporte Semanal. Ivcher llamó al grupo de renunciantes de Panorama luego del ingreso de Genaro Delgado Parker. En el 2006 se ganó una beca y, estando un poco harto del trabajo en Perú, se fue a México a estudiar. Estamos en Miraflores. Tiene el último piso de un moderno edificio. Su casa es amplia y tiene una oficina personal envidiable. Un pequeño escritorio donde está una laptop de la marca de la manzana y tres paredes atiborradas de libros. La mayoría vinculados al periodismo. Su biblioteca personal es deliciosa y está tan pulcra que el mismo ambiente invita a que uno se quede hojeando las obras que más le interesan. Son esos estantes los que albergan algunos libros que luego vuelca en sus clases

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corrupción, cuando trabajábamos en Contrapunto en la época de Montesinos. Te llaman, te amedrentan. Una vez me llamaron y me dijeron el nombre completo de mi hija, que estaba chiquita, el nombre de su profesora, en qué nido estaba. Pasa, pero eso no significa que somos héroes. Todas las profesiones tienen peligro. El taxista que sale en la madrugada está en riesgo que lo asalten y lo maten. El periodismo, a veces, es de alto peligro y uno tiene que aprender a saber conducirse. No estamos para jugar a los héroes ni podemos ser negligentes ni provocadores.


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en la Universidad de Lima para enseñarlos y hasta prestarlos. Alguna vez lo hizo con una alumna que nunca se lo devolvió pero igual sigue confiando en los jóvenes y bisoños colegas. Para Carlos hay algunos temas que mejorar en el noticiero. Uno es sobre cómo construir audiencia y para eso defiende la inamovilidad de los horarios, pese a que entiende los cambios. Aunque existen algunas excepciones, da como ejemplo al canal 4, el cual, a pesar de sus cambios repentinos en algunos casos, mantiene su parrilla consistente.

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Tenía 25 años y me cuenta que a esa edad no hizo la nota sobre la primera declaración jurada de las cuentas de Montesinos de la SUNAT. Su fuente era testigo de su primer matrimonio. No lo quiso involucrar. Cecilia Larrabure, su esposa y reconocida fotógrafa, no se encuentra. Tampoco están sus hijas. Llama a la empleada quien recoge la leche en botella que le traen a la puerta de su casa. Estamos en su sala, al costado de un balcón por el cual entra una luz tenue que perfora las nubes encima de nuestra ciudad. Noemí. Me traes dos cafecitos chiquitos, cargados. ¿Tú tomas cargado? Sí. Vamos a lo nuestro, maestro. ¿Cuándo pasas del día a día a ser reportero de investigación? Lo que te da el diario, los hot news, es el oficio del periodista. Primero sirve para hacer contactos y cultivar las fuentes, luego desarrollas tu olfato periodístico. Qué hay detrás de una verdad oficial, que normalmente es una media verdad, qué esconde un funcionario público o qué historia relevante hay detrás de una historia nimia. Siempre me ha gustado la investigación y siempre he sido escéptico. Piensa mal y triunfarás. La duda sistemática como forma profesional de trabajo. Hay reporteros que les gusta el diario y nada más…

En la tradición anglosajona, que es la mejor que yo conozco, los grandes periodistas son los que tienen más de 25 años en la calle. Son los más respetados y los que ganan mejor. En el Perú tenemos el síndrome del editor prematuro y, en la televisión, reportero con programa propio. Reporteros que tienen 10 años y ya quieren su programa propio. La generación que le sigue a la mía se ha perdido. Ahí están Fernando Díaz, Maribel Toledo, Andrea Llosa, Pámela Vértiz, Melissa Peschiera, Martín Riepl, Marco Sifuentes, René Gastelumendi, Mávila Huertas... Pero René está en Cuarto Poder. Sí, pero quieren ser anchors. La televisión, como es de alto impacto público, a veces marea a las personas. La naturaleza humana es así, no hay que cuestionarlos tampoco. Cuando empiezan a ser famosos o la gente los empieza a reconocer, prefieren ese trabajo que me parece menos periodístico que seguir en la calle. Tú ves la televisión gringa y ves a reporteros con 20 o 30 años y siguen en el suyo, y son los mejores. Lo mismo pasa en la prensa escrita. Tienen 10 años y ya quieren ser editor. El editor es menos periodístico para mí porque el periodismo está en la calle. Hay personajes que tienen mucha trascendencia social como Barbara Walters en su momento o el conductor de 60 segundos… Incluso Larry King Oriana Fallaci, Oprah, hay muchos íconos… De repente por ahí saben que pueden tener más impacto en las personas, los periodistas también buscan eso Hay especialidades, una nada desdeñable es la entrevista. Los buenos entrevistadores han marcado huella. De los que has mencionado, su especialidad es la entrevista. Es respetable.

VIVIÓ EN MÉXICO DURANTE CINCO AÑOS Y COLABORÓ CON LOS DIARIOS EL UNIVERSAL Y REFORMA DE MÉXICO.


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Acá, César Hildebrandt, un tipo agudo, culto. Pero lo que nos falta es la especialidad de la investigación. En New York Times hay 20 periodistas senior que tienen más de 30 años haciendo investigación periodística en la calle. Son el soporte de un diario importante y son los que hacen investigación propia, los que ponen agenda y los que destapan y revelan grandes primicias. Una entrevista puede ser una primicia pero no deja de ser una conversación y la versión de alguien. El periodismo de investigación, para mí, tiene una tarea más completa porque cuenta una historia redonda. Es un idealismo, no es el caso de Perú. Hablando del Times o del New Yorker, tienen equipos de confirmación de datos cosa que acá ni siquiera se imagina. Acá, en los programas televisivos, muchas veces se muestra solo una versión y se pone el video de estar llamando sin contestar. No es el mismo peso... En Perú hay ejemplos interesantes del periodismo de investigación. Edmundo Cruz llegó viejo, ha hecho grandes destapes y sigue trabajando en la calle. Ángel Páez tiene 25

años haciendo investigación y es sistemático, ordenado y consecuente. Siempre en la calle. Uceda, ha sido director de un semanario, jefe de la Unidad de Investigación en El Comercio, ha hecho metaperiodismo en Ipys y ha regresado a hacer ‘cancha’. Gorriti es un caso emblemático. Entró a Caretas, una escuela de periodismo latinoamericano, y hasta ahora sigue siendo reportero de campo. Ha tenido varias facetas pero no ha renunciado a la esencia: la reportería que es indagar, buscar. La entrevista es importante e igual de reveladora. Es un pilar, pero el otro, que para mí es más adrenalínico, riesgoso, y requiere de más esfuerzo y compromiso, es la investigación y pocos están dispuestos a eso porque es más difícil. No da tanto rédito en reconocimiento. ¿Quién conoce a Edmundo Cruz si no son los periodistas y políticos? ¿Quién conoce a Páez o a Miguel Ramírez? ¿A Uceda? A Gorriti quizás un poco más por su papel político con Toledo. El periodismo, por ser de alta exposición pública, tiende a que sus protagonistas se erijan como figuras públicas y luego como líderes de opinión. Algunos terminan en la


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farándula. Son distorsiones que no ayudan a que el periodismo siga mejorando. Es lo que yo pienso, no es la verdad. Como director, ¿cómo ves en el canal esa investigación que hace falta? En los reportajes de investigación, a veces, se podría hacer un poquito más Estamos viviendo un modelo de ebullición; el de hace 15 años ya colapsó. Internet ha movido todo. La tecnología y las redes sociales han quitado a la prensa el poder de intermediación entre la noticia y la gente. Producto de esta ebullición es que los académicos dicen que estamos sobrenotificados pero subinformados. El tweet es un mecanismo de información cuando debería ser uno de notificación. Los periodistas profesionales tenemos que recolectar la data de diversas fuentes como las redes sociales, entender esa información, darle contexto, sistematizarla y jerarquizarla para suministrársela a la gente. Ahora no se está dejando nada para el fin de semana. El reto para esos programas es buscar otras miradas sobre un mismo hecho. Hay una carencia de investigación pero que no solo corresponde a los periodistas o a su formación. El mismo sis-

tema hace que se invierta menos en investigación. No estamos entendiendo las necesidades informativas de la gente. La audiencia no está esperando que empiece el noticiero. Ellos interactúan y quieren colocar sus necesidades en la agenda informativa. En esta vorágine de la información diaria, ¿estamos a la altura de las necesidades? ¿Qué nos falta? ¿Qué hacemos mal? Hay temas como el infoentretenimiento, la banalización de la información. A ustedes, que están empezando a hacer periodismo ahora, les ha tocado una transición en la que los dogmas de los que tenemos más años no nos permiten tener las cosas claras. Eres consciente de las carencias en cuanto a la calidad pero también eres consciente que no entiendes el cambio. ¿Cómo lo manejas? Con estas reflexiones estamos intentando cambiar el status quo. Los que hacemos televisión cargamos el estigma de que somos televisión basura, que solo damos crímenes, asaltos choques… O ‘declaracionitis’… O que cualquier político o líder de opinión que diga cualquier cojudez se convierta en


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sus historias han sido publicadas por las revistas gatopardo, soho, the clinic y emeequis.

¿Por qué ser director del diario? Es una faceta a la que regreso (por lo de diario) y creo que es importante para mostrar información oportuna y veraz… Nunca había dirigido un noticiero. Fue un reto estar al mando de 60 a 80 periodistas pero aprendí muchísimo. No es fácil porque la televisión abierta tiene sus propios cánones y apremios. No creo que la prensa diaria sea menos que el periodismo de investigación. Cuando se hace teoría en la universidad ¿cuál es la diferencia? En la profundidad, el tiempo y el espacio. El diario es como informal, sin un mínimo de análisis, sin profundidad. Yo diría, en contrapartida, que el periodismo de investigación tiene mucho tiempo y el diario tiene un deadline. Tienes que cumplir sí o sí, si no, no existe. La decisión la tomé con entusiasmo pero yo sigo con investigación. En los últimos tres años he publicado cuatro o cinco crónicas o perfiles, algunos para afuera, como un trabajo paralelo. La televisión abierta también

¿Cuándo empezaste? Entré en enero del 2012 Has tenido muchas facetas, ¿con cuál te quedas? No son excluyentes. En su momento son retos. Si quieres encasillar y elegir solo una te diría que la esencia del periodismo está en la callMe quedaría como reportero de investigación. Me gustaría regresar. Lamentablemente el sistema hace que cuando llegas a director tienes un sueldo y si quieres ser reportero, este se disminuye considerablemente. Cuando tienes familia, compromisos económicos y otros, no te puedes dar el lujo de tener un sueldo de reportero. Eso no funciona bien. Se desperdicia la experiencia de algunos porque tienen que tener otros cargos para tener un sueldo decente. Eso está mal y en otras realidades eso no es así. Por eso sigo por mi cuenta como freelance, como algo paralelo a mi trabajo como director aunque solo algunos fines de semana al mes. Me gustaría regresar pero con otro sueldo no podría mantener a mis dos hijas. Algunos piensan que en los diarios escritos hay mayor profundización y menos ligereza en la noticia En algunos casos sí. La República tiene una unidad de investigación que no está en el día a día sino buscando temas para profundizar… Ángel Páez o Doris Aguirre sacan no diario pero… Uno cada quince días Yo diría que casi interdiario… Quizás pero son notas de periodismo interpretativo, de contexto, que con su background pueden escribir fácilmente. Pero una historia profunda, reveladora, que tenga los elementos de periodismo de investigación… yo diría que si publican una o dos historias al año, es bastante. Ellos hacen un periodismo de análisis

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noticia. Una declaración debe ser un insumo de varios para hacer una historia. Primero, queremos hacer notas chicas con varias voces tengan una explicación y un contexto. Estamos generando secciones pequeñas que den el otro lado de la realidad porque no todo son crímenes o accidentes. No voy a usar la palabra buena. Periodísticamente todas las noticias tienen un rasgo de dramatismo, de insospechado, de increíble de creer. Pero sí hay historias que dicen algo de un país. El Peruano del Día es un reto que asumimos todos los días con una historia que valga la pena contar. Hacemos notas especiales que intenten explicar el día a día de la gente. Es cierto que nos falta muchísimo en ir a temas que afectan a la gente como la educación o la salud. El reto es encontrar una historia que sea suficientemente potente para llamar la atención sobre esas variables en la sociedad para visibilizar y hacer que las autoridades trabajen en eso.

me gusta porque transmito mi experiencia, mi know how, a las nuevas generaciones. Tengo una vocación de docencia. Eso lo vuelco en una redacción y trato que los chicos nuevos se lleven dos o tres cosas que les van a servir.


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o de filtración y lo convierten en una buena nota periodística. Lo que hace Carlos Castro en América es conseguir un dato. No es periodismo de investigación en términos teóricos. En estos medios sí se pueden conseguir primicias por indagaciones previas o por filtración porque trabajaban en una Unidad de Investigación.

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Los medios en el Perú sacan una o dos veces al año cuestiones que son de interés público, que sean propias y que revelen algo. En ninguna parte del mundo se produce cada semana una nota de investigación en los cánones que hablamos. El New York Times publica 5 o 6 notas así al año. Y son muy potentes. Lo demás son de contexto, de interpretación, de filtración. No es que sea menos solo que es otro periodismo. No hay que confundirlo con investigación periodística. Gabo decía que decir periodismo de investigación es una redundancia porque decía que todo periodismo tiene que ser investigativo. Es un poco petulante pero discrepo con Gabo. Una cosa es decir periodismo de investigación y otra cosa es investigación periodística. Parece un juego de palabras pero lo último es el rigor diario que uno tiene que hacer en cualquier nota. Eso es contrastar, no elevar la calidad de la información si es un chisme o un trascendido. Investigación periodística es hacer un trabajo profesional. Periodismo de Investigación es una especialidad de esa profesión. Tiene su propia lógica, know how, sus propias ambiciones. Para mí, en términos profesionales, es el más difícil, el más costoso y el que te trae mayores problemas como periodista como denuncias, amenazas… porque te conviertes en una piedra en el poder. Quizá esos conceptos no estén tan claros para los periodistas. Tú haces esa diferencia. Para investigar muchas veces la información no es que tú la generes… Sí, te filtran. Pero ese es el inicio de una investigación periodística, no el final. Un ejemplo, la fiscalía te filtra el video del allanamiento al local de juez justo de la mafia Orellana y sale una relación de policías metidos en la mafia. El 4 la publicó tal cual. Eso es periodismo

“me he metido en el narcotráfico a hacer crónicas” de filtración. Porque te han dado el video, entrevistaste a algunos y punto. Habría sido periodismo de investigación si hubieras cruzado información uno por uno: qué investigaciones han hecho estos policías de la mafia de Orellana y en qué concluyeron. De esa lista, La República sacó que había como cinco policías que desmentían eso y decían que iban a denunciar a Orellana y al periodista que sacó eso. Lo otro es periodismo de filtración. Es una primicia pero hay que ir con más recaudo. Una lista no es la sacrosanta relación a la cual creerle. Que puede haber gente involucrada sí, pero también gente que no. Ese es el riesgo del periodismo de filtración. Dependes de una fuente y esta puede estar interesada en otras cosas menos en la verdad. Ese tipo de periodismo es una corriente en el Perú. ¿Dónde podrías encontrar una isla que esté excluyéndose y sea de verdad Periodismo de Investigación? Uno de ellos es Gorriti. Pero ese periodismo no es de todas las semanas. Es un trabajo serio y produce uno o dos piezas al año. Su formato natural es el libro. Porque ni siquiera los medios tienen el espacio adecuado para contar todos los detalles. En la televisión sería un documental. Sí hay buenos investigadores en el Perú. Páez es un tipo consecuente al cual yo respeto y admiro profesionalmente. Edmundo Cruz, Liz Mineo, que se fue a Estados Unidos. Hay gente que conoce el oficio como Carlos Castro, Orazio Potestá… Alguno que otro más. Uceda también. Hay embusteros, dateros que se hacen pasar por periodistas de investigación y no entienden ni un carajo los datos que tienen pero son mediáticos. Hildebrandt


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es de análisis, un tipo culto, escribe muy bien, me gusta su ironía y picardía. A veces su valentía para enfrentar a ciertos personajes. Pero no es un periodista probo, que hay que imitar. (Es) un tipo oscuro, metálico, extorsionador. Es lo que yo pienso y tengo fundadas razones para hacerlo. Pero en fin, hay de todo.

“un periodista escribe historias porque siente el deber de hacerlo”

En el 2006 le estrechaste la mano a García Márquez, ¿qué significó eso para ti? Fue un hecho importante en mi carrera. Cuando hice la historia para Etiqueta Negra, todo ese cambio de mentalidad que hicieron posible en mí como periodista, me ayudó mucho en el futuro. Un periodista escribe historias porque se siente en el deber de hacerlo. Yo

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Te has dedicado mucho a la investigación… Más o menos. Tampoco es que lo haga todo el tiempo. Me gusta la investigación. Yo diría que si tengo una especialidad es la investigación. Me gusta mucho indagar y la aventura de conseguir algo de la nada. Mi cerebro está ordenado para poner rompecabezas y decir por acá voy, por acá puedo encontrar una novedad… Pero ahora trato de combinar para vivir mejor. Cuando fui a México me fue mejor. Estudié, hice una maestría que aquí no podía hacer. Trabajé como freelance e hice investigación periodística en deportes, algo que nunca había hecho. Hice piezas para ESPN, escribí para revistas en Latinoamérica. Hice hasta investigación periodística del caso Cantinflas. Puta madre, cómo se estaban peleando la herencia. El hijo adoptivo con uno de los sobrinos… Me he metido en el narcotráfico a hacer crónicas. No hice investigación ahí porque no tenía los elementos. Sería un embustero si lo hubiese hecho. Pero sí he hecho perfiles. Viajé mucho por el país así como a Centroamérica para medios mexicanos. La academia también es interesante porque los periodistas siempre nos miramos al ombligo. Siempre es bueno mirarnos desde la academia y retroalimentarnos mutuamente.

Has sido reportero de investigación tanto en escrito y televisivo pero en lo primero conseguiste tus mayores logros. Fuiste finalista del premio Seix Barral con lo de Pinchi Pinchi y ganaste el premio anual de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, ¿por qué no dedicarte a lo que mayores réditos profesionales te ha dado? O ¿es un tema económico? Uno no hace su trabajo para ganarse premios. El que piense así nunca se va a ganar un premio, te lo aseguro. Sí tengo logros en lo escrito y en televisión nada. Eso ha tenido que ver porque pienso en televisión y he ido madurando en eso. Tuve un punto de inflexión cuando me encontré con la gente de Etiqueta Negra en el 2005 que me hicieron ver el periodismo desde otra perspectiva. Desde mi punto de vista, más profundo e interesante. ‘Toño’ Angulo y Julio Villanueva me cambiaron el chip. El lenguaje de televisión es muy fugaz. Para contar todo lo que yo digo en el libro habría tenido que hacer un documental de hora y media por lo menos. Es más difícil hacerlo. ¿Por qué no dedicarme a la prensa escrita? Tiene que ver, como decía Vargas Llosa, con tu trabajo alimenticio. El sistema está hecho para que la televisión te pague más y, a veces, por hacer cosas menos importantes. Cuando tienes responsabilidades tienes que saber de qué vas a vivir. Si quieres que sea absolutamente honesto yo sigo trabajando en la televisión porque me da cierta estabilidad económica aunque no abandono mis proyectos en la prensa escrita. Si yo pudiera tener un trabajo decente y bien remunerado y pueda dedicarme a la prensa escrita, lo haría por un buen tiempo porque me gusta más. Lo siento menos fugaz. No porque la televisión sea mala, sino porque la naturaleza intrínseca de esta es la fugacidad.


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ingresé al círculo de periodistas latinoamericanos con cierto reconocimiento ganando ese premio. Cuando fui a México me sirvió muchísimo. Ese cartel estelar, con eso me abrieron puertas en universidades para dar clases, me invitaron a congresos, he participado en seminarios, he ingresado a círculos de estudio de periodismo, me han invitado a series de eventos de Periodismo de Investigación en Latinoamérica. Hasta ahora participo activamente en la FNPI. Me invitaron a una mesa en Washington para hablar sobre cómo cubrimos política y economía en Latinoamérica y cómo deberíamos cambiar en estos tiempos de ebullición. Mi viaje a México fue muy enriquecedor. He conocido otra realidad y he visto en perspectiva al Perú, lo que a veces hace falta. He visto otras experiencias y he aprendido de lo bueno y lo malo de otras realidades. Sigo aprendiendo, me sigo equivocando y trato de mejorar lo malo desde lo profesional.

el ganador de fotografía, su esposa, yo, mi mujer, García Márquez, su esposa, el dueño de Cemex, Lorenzo Zambrano, y su hermana, porque él era soltero. Ocho personas en una mesa cenando cuatro o cinco horas con García Márquez, tomando vino y cagándonos de la risa. Fue espectacular. Ha sido la mejor experiencia que he tenido. Además, Gabo estaba a mi costado y yo le preguntaba muchas cosas y hablábamos de Colombia, me hablaba de sus libros y yo le preguntaba dudas. Ha sido la mejor conversación que he tenido en mi vida. Le preguntaba por sus novelas y me contaba cómo había sido la idea original y cómo la había cambiado, cuánto se demoró haciendo eso. Cosas que nadie te va a contar si no el autor. Fue una experiencia maravillosa. Después empezamos a hablar de política y de Vargas Llosa no quiso hablar (sonríe). Me dijo que era el innombrable. De ahí, de narcotráfico… hasta de Cuba hablamos.

¿Te acuerdas de esos instantes previos antes de subir al estrado? La ceremonia fue amena pero el día anterior cenamos con Gabriel García Márquez. Estaba

¿Cómo lo sentiste? ¿Cómo era él? Era un tipo súper rápido. Con un sentido del humor y la ironía a flor de piel. Se cagaba de risa de todo y todo lo decía en doble sentido


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pero también con un nivel de análisis del mundo y de Latinoamérica interesantísimo. En un momento hablamos sobre Cuba y me dijo “A mí me achacan que soy el lameculos de los Castro pero esos pobres infelices no saben todo lo que yo hago en la sombra para mejorar la situación de muchos periodistas y gente cubana. Y eso no lo enrostro a nadie porque prefiero hacerlo de manera anónima porque esa es mi convicción. Con los Castro tengo muchas coincidencias políticas pero también tengo muchas discrepancias en las formas. Lo bueno es que me escuchan a mí y, a veces, hacen caso a las recomendaciones que les doy y a los pedidos que les solicito”. Me pareció una declaración tan auténtica que empecé a entender algunas cosas que había leído. Fue la mejor experiencia que he tenido en mi vida, cenar con Gabo algunas horas.

¿Qué lección aprendiste de él como persona? Si me pides que saque una lección es la pasión por lo que hace. Era un apasionado de contar historias. Lo hizo bien a través de sus libros y

Carlos, junto al inconfundible Gabo, tras ganar el premio CEMEX-FNPI en el 2006. Facebook: Carlos Paredes.

¿Cómo es un buen reportero de investigación? Para empezar, tiene que ser curioso. Un inconforme permanente. Un preguntón hasta la saciedad. Alguien que practique sistemáticamente el escepticismo. No creerle a nadie. Hay un argentino que se llama Daniel Santoro y hace investigación periodística. Tiene un manual de Periodismo de Investigación y cuenta como anécdota que el periodista de investigación tiene que ser tan escéptico que cuando su mamá le diga ‘Hijo, te quiero’, le tiene que responder ‘Demuéstramelo’. Alguien que esté dispuesto a tener mucha paciencia y a trabajar mucho para conseguir un objetivo, una revelación. Siempre en el sentido que uno trabaja no para uno mismo sino para la gente. Tiene que ser un tipo ordenado. Que sistematice su información y no la pierda. Que empiece a ordenar los rompecabezas porque al final del día tiene que juntar una figura con piezas inconexas. ¿Qué prácticas debería tener este reportero? Tiene que leer mucho. Tiene que leer las grandes investigaciones periodísticas a través de la historia reciente para ver por dónde van los tiros, cómo hicieron la gente que le antecede y cómo lograron sus metas. Tiene que tener bien claro en qué rubros va a meterse y qué historias va a contar. Tiene que estar dispuesto a pasar muchas horas de su vida analizando y buscando información, y cultivando sus fuentes porque la información no cae del cielo. Eso no es hacerse compadre de un fiscal o de un policía sino generar una relación de respeto mutuo con cierta lógica y ética. Y que te respeten. El día que sepan que eres un periodista serio, ese día dirán que cuentan contigo y con otros

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¿Gabo era alegre, hablador, como una persona con ganas de vivir? ¿Cómo lo describirías? Como un Caribe. Con un sentido del humor a flor de piel. Con un nivel de análisis de la realidad muy agudo y con un nivel de conocimiento vasto. Él es un contador de historias, las cosas que te las contaba lo hacía de una manera tan divertida y pedagógica, que parecía un cuento. Más era para escucharlo que para hablar. Porque frente a García Márquez, qué podrías estar hablando tú si lo más rico es escucharlo. Yo prefería dejarlo hablar porque todo lo que decía era interesante. Lo describo como un tipo lúcido, conocedor de la vida misma y con mucha experiencia.

sus guiones de cine, porque fue un hacedor de muchas películas. Lo hizo como periodista. La pasión que él tenía por las historias se notaba al instante porque cada cosa que te contaba lo hacía con una autoridad y conocimiento pleno que solo lo tiene alguien que está apasionado por algo y que se mete en el tema hasta ser el gran experto. García Márquez es un hombre que nació para contar historias. Lo hizo toda su vida y lo hizo bien porque lo hizo con pasión.


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no. No hay recetas para hacer periodismo en general. Lo que hay es experiencias y algunos tips personales. El periodismo es una manera de ver la vida, y como tal, es tan subjetivo como autores hay. Ese es mi punto de vista. Quizá para gente más experimentada o con mayores cualidades te digan otras cosas. ¿Qué has aprendido siendo director? Muchas cosas. Aprendes el manejo de gente, de asumir responsabilidades, de dirigir y comandar un equipo. De asumir lo que está pasando o no en tu noticiero. Te das cuenta de los errores y empiezas a sistematizarlos para no cometerlos de nuevo. Transmites experiencia para que los más jóvenes tengan las cosas más claras.

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¿Cometiste muchos errores cuando comenzaste? No mucho porque tenía al lado a Juan (Subauste) que ya había hecho ese trabajo de productor y de hacer noticieros que había hecho dos años antes que yo y tenía ese know

how específico del canal. Pero es una faceta del periodismo, no es tan distinta a lo demás. Solo está la responsabilidad de conducir un producto y un equipo de gente. Y lidiar con las esferas de arriba y abajo, estas como el sándwich. Más aprendes de gestión. Aprendes a lidiar con el poder de arriba y abajo. Empiezas a dosificar tu autoridad y dar órdenes adecuadamente. ¿Has tenido conflictos? Ahora no. He defendido puntos de vista con los gerentes. He discrepado con algunas medidas y hemos llegado a términos medios. A veces he estado equivocado y a veces he logrado convencerlos. ¿Te han censurado? Sí, he renunciado cuatro veces. Una vez en Panorama, me censuraron un informe de Laura Bozzo y renuncié. No querían incomodar al régimen. Ya había sacado una nota y Montesinos se puso como loco. Llamó a Schultz y me quité. ¿Quién era la cabeza? Eduardo (Guzmán). Me acompañó y nos fuimos los dos. Después hubo una renuncia de todos. Ya era un punto insoportable. Cuando te dicen ‘esto no pasa’, te quedan dos cosas. O te comes la mierda, sigues ahí y te autocensuras o te vas. Y nos fuimos. Renuncié a Contrapunto, a canal 9. En los años 90 no era tan fácil trabajar en periodismo. Había mucho más control y descontrol que ahora. Estamos viviendo tiempos democráticos. ¿Alguna vez terminaste por aceptar alguna censura? No. He negociado en términos razonables. En la época de Montesinos te quedaban dos cosas. O te ibas a hacer taxi y renunciabas al

LA CAÍDA DEL HÉROE COMENZÓ EN ETIQUETA NEGRA, PERO TERMINÓ POR CONVERTIRSE EN UN LIBRO QUE LE TRAJO MÁS DE UN DOLOR DE CABEZA A KETÍN VIDAL. FUENTE: DIFUSIÓN


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“un error es no haber hecho un libro de la pinchi”

¿Y ahora? Ahora hay libertad pero a veces libertinaje. Se está banalizando mucho la información. Lo que hay es un trabajo de sobreinformación. Hay que distinguir la paja del trigo y ver los temas relevantes para la gente. Ahora no hay peligro de censura, entonces la agenda de los medios está por otro lado. La prensa peruana no está tan mal como en otros países. Lo hacemos en un estándar más o menos interesante. ¿En los años 90 había una mejor calidad periodística? Sí, había periodistas con mucho talante y a los que uno respeta. Pero había otros mermeleros como Cortéz, Carlos Guillén, Higashi, el gringo Thorndike… un sicario de la información. Un tipo con gran talento pero sicario. No vamos a rasgarnos la investidura. No eran precisamente ejemplos de nada, salvo talento para contar historias. Pero en la parte de la ética y el manejo de poder, en lo personal: se

¿Ahora es mejor? Los tiempos han cambiado. Los periodistas vienen con una formación universitaria. Quizá les falta calle o bagaje cultural pero ya no son bohemios aunque a veces no son tan agresivos. Hay buenos, regulares y malos. Hay medios que están en procesos de evolución e involución. La vida misma se refleja en la prensa. Como director dijiste que a veces te toca ganar o fracasar, ¿cuál es el error que sigues cometiendo como director? Como equipo de trabajo creo que debemos ser más agresivos en las notas. O tener más notas de interés público. Todos los días uno puede hacer mejor su noticiero y, a veces, uno tiene que aceptar que uno no tiene la nota. Una manera de reparar es tener la nota que otros no tienen. El trabajo es así. ¿Tu mayor error y tu mayor éxito? Quizá no insistir en algunos temas que yo he tenido primero y por varias cosas los he dejado pasar. Mi éxito ha sido agarrar algunos temas y seguir investigándolos hasta sacarlos. Eso me hizo sacar lo de la Pinchi. Un error es no haber hecho un libro de la Pinchi. **** Hoy en día, Carlos ya no forma parte del equipo de Latina. Su despido se suscitó luego de la reestructuración de la redacción del noticiero 90. Junto con él, fueron separados el exGerente de informaciones, Eduardo Guzmán, y la conductora de 90 matinal, Melissa Peschiera, además de otros periodistas con varios años dedicados a la producción del noticiero del canal 2. Tras el ingreso de Hugo Coya como Productor Editorial y la decisión de remodelar la producción de Sin Medias Tintas, hoy Carlos Paredes disfruta de sus días devorando libros en México mientras va terminando de hilvanar su nuevo gran proyecto periodístico: Una investigación acorde a la coyuntura, justo antes de las elecciones presidenciales de abril del 2016.

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periodismo porque no había el periodismo libre. O te quedabas a hacer la lucha desde adentro. Yo he publicado denuncias de corrupción como lo de Popular y Porvenir. El primer testaferro de Fujimori fue Augusto Miyagusuku Miagui. Esa nota la hice yo en Panorama. Saqué el tema Haiduk. Saqué lo de Laura Bozzo, que me costó el puesto. Saqué el tráfico de armas a las FARC, con mucha pelea y otras cosas que no pudimos sacar. En esa época, los periodistas de Investigación nos pasábamos información. Lo que no podías publicar lo pasabas a otros colegas. Cuando un principio estaba en juego, renunciaba y me iba. Alguna vez renunciamos a la competencia por un motivo superior. A mí también me pasaron información y lo sacaba en otro sitio.

coqueaban y chupaban en la redacción. Había cosas que ahora serían un escándalo.


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viene de la página 43

- Yo no le contaría todo eso a un anciano loco desconocido. Oye, ¿y nunca intentó inyectarse drogas en alguna vena del pene? Sólo he visto la película, pero me contaron que en el libro de Trainspotting, el protagonista se inyecta heroína ahí abajo. Una animalada que podría funcionar a la inversa con ese tipo, ¿no?... ¿Qué le dijo? - Miksi? Qué cosas tan feas dices… Dárbmu le dijo que en la noche de revontulet, durante el solsticio de invierno, vería al karhu. Él sabría. - ¿Karhu? ¿Cómo la cerveza que estoy tomando ahora? ¿Y qué es eso otro?

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- No la cerveza, sino el oso del diseño. Karhu significa oso, un animal apreciado por los saami. Él media entre los hombres y los dioses. Revontulet es la aurora boreal… - ¿Entonces este huevón debía quedarse en ese yermo helado de mierda esperando a un oso mágico para que le diga cómo curar la erección inmortal de su pinga? - Y en plena noche de aurora boreal. - ¡La puta madre! ¿Estás en drogas? - Y así, durante largas noches de agonía, esperó al solsticio de invierno. Cuando este arribó, el cielo estaba muy despejado y la tornasolada luminiscencia del revontulet, los fuegos del zorro, invadió la noche. Teemu caminó de nuevo hasta el congelado río Suomujoki, y sintió una presencia cercana. Detrás de él estaba un oso, un karhu gigante y oscuro, que al verlo se irguió, quedando en dos patas. Pasó por delante de Teemu, que lo observaba débil y aterido y volteó para mirarlo, como invitándolo a que lo siga. Juntos

cruzaron el río congelado. El karhu, de nuevo en cuatro patas, se detuvo en el medio, donde antes había visto a la mujer ilusoria, y se quedó mirando el hielo. Acercó su pata delantera y dio un zarpazo a la base. Teemu palideció, creyendo que caería. - ¿Oye no quieres? Ya mucho estás hablando, bebe algo. ¿Y qué fue? - Paljon kiitoksia. Un pequeño agujero apareció entre el hielo. Teemu se asomó al agua y alcanzó a ver el reflejo de su rostro. Una sensación extraña lo atacó. Allí advirtió que hace mucho tiempo que no se miraba a sí mismo. Reconoció los cambios: como el frío y la angustia le habían dado un semblante completamente distinto. Parecía un homeless, pero por alguna razón ya no le importaba. Cuando miró al karhu, este se acercó más y asintió con la cabeza. Buscó otra vez su reflejo en el agua, pero no volvió a encontrarlo. - ¿Y quién estaba bajo el brillo de las luces australes en el agua? ¿Darth Vader? ¿Mufasa? - Ei, turpa kiinni... Vio a la chica con la que salió un tiempo. A la que engañó tantas veces. Estaba ahí, sola… Teemu lo comprendió todo. Fue como si un rayo lo atravesara. Era por ella. O mejor dicho, fue ella. No sabía cómo, pero el karhu se lo había revelado. Tenía que verla. ‘¿Cómo lo hizo?’, le preguntó al karhu, esperando una respuesta que nunca llegó. Cuando salieron del río, el oso se difuminó de repente y, como traído por los vientos del norte, se hizo uno con las luces verdosas y rojizas del firmamento. - Qué bonito cuentas la historia, carajo. Y qué locazo todo esto. Mira al oso que sale en este vaso. Grandote. Hace un año que chupo Karhu, la chela del oso, y nunca pensé que significaba exactamente eso. Qué tarado. Bacanes los karhus finlandeses, ah. - Joo… Teemu buscó al viejo Dárbmu pero jamás lo volvió a ver. Al regresar a la granja de renos, le contó al saami mayor su experiencia. ‘Has recibido un encantamiento


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poderoso de noaidi. Tu novia debe ser de los nuestros. Pero te lo merecías. Debes disculparte y demostrarle que has aprendido, o morir en el intento’. Luego de hablar con él, Teemu se compuso y partió de vuelta decidido, de Saariselkä a Rovaniemi y luego a Helsinki, hasta el departamento de esa chica, en Vuosaari. - Oye, Aino, justo tú vives en ese distrito, ¿no? No me digas que conoces a la chica. Maldita hechicera demente, jajaja… ¿Un poco más?

- ¿El hombre-pájaro? ¿Bien stalker ese huevón, no? Oye Aino… - Espera. Cuando ella terminó de hablar, Teemu se tocó a través de la ropa, miró dentro de sus pantalones y estalló en risas de felicidad. Se lo tocó: se veía saludable y estaba dormido. Pero casi al minuto sintió una punzada ahí, un dolor indecible y continuo. Se desplomó en el suelo y se bajó los pantalones para ver qué pasaba. Su horror fue indecible: una rosa negra fue saliendo completa del final de su glande… Teemu murió casi al instante en que su miembro terminó de expulsar la flor, aquella tarde en el departamento de su ex novia. Murió muy desconcertado, pero curado al fin. - ¿Eyaculó una rosa negra y se murió? ¿Qué flor es esa? No quería que muera el broder. Aunque debe ser mejor morir a que un día se te caiga la pinga, ¿no?

¿Tus hechizos? ¿Qué hablas? ¿Eres bruja también, como tu amiga? - No, idiota. Vittu Saatana perkele! Soy yo. Yo le hice eso a Teemu. - ¿Qué? Ya estás borracha… - No estoy para one night stands. Busco algo serio. ¿Todavía quieres llevarme a tu casa? - Aino… No puedo creer eso, mucho Karhu bebiste… Ya sé, prueba tus habilidades. - Ei. Un noaidi no actúa en vano. Sería una demostración muy vulgar de mi poder. - Escucha, es Sympathy for the Devil. Es mi favorita de los Stones... Aunque fácil ya no quieres bailar, ¿no? Ya es tarde, creo que cada uno debería… - Sí puedo bailar. ¿Qué piensas hacer conmigo, Nilton? - … ¿Sabes? Compré esta bicicleta a un amigo hace poco y debo recogerla, está en un edificio aquí cerca. Tengo las llaves hace semanas pero no he podido sacarla porque el candado se ha congelado. Quizás debería ir a revisarla, de pronto se derrite el hielo. - Tyhmä pikku perulainen… - En serio, no tardaré mucho… Anteeksi, pero vuelvo enseguida… Lo juro.

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- Tietysti, ahí vivo... Ja ei, ya no quiero. Fue a su casa luego de más de un año y le pidió perdón. Le contó todo lo que le había pasado. Ella admitió tener sangre saami y luego se acercó, descendió la mirada hacia el miembro abultado en sus pantalones y regresó a sus ojos, diciendo: ‘desde el momento en que empezaste a hablar ya te habías curado. Los compromisos de un saami son muy fuertes. No se pueden romper. Tú me heriste y el daño regresó de esa forma. Gonagas ha estado siguiéndote. Me contó cómo has cambiado. Ya no lo tienes, te he librado de ello. Ahora lo sentirás’.

- Esa rosa negra es la Black Baccara. Muy bella. Suelo usarla en mis hechizos.


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Los niños gordos

Carlos Port Ilustración: Diego Sa

(Una anécdota sobre niñez, famili

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s no van al cielo

tugal alazar Abecasis

ia y obesidad en los a単os POP)

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L

os niños gordos no van al cielo. Pero sí al comedor de la abuela donde se relamen con el lonche de las cinco: huevoconhotdog completamente unido (pero sin ser tortilla), imposible de hacer si no fuera por esas manos que luego caerían en el vacío de la demencia senil. Los niños gordos no van al cielo. Y tampoco quisieran ir a las clases de natación que algún director del colegio naval ordenaba tomar aquel año de primaria. Pero deben de asistir, obligados, si no quieren jalar el curso. Falta un fin de semana para esa primera clase y estoy en mi cuarto de la calle Magnolia de Surco. Una urbanización rodeada de parques, estatuas de vírgenes y ex militares retirados y canosos. — ¡Mamaaa! ¿Podemos comprar una ropa de baño?- diría. Debo tener casi doce años. Probablemente acné. Definitivamente gordo.

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— ¿Y la que te regaló tu tía Maritza?- gritarían desde la otra habitación. —Es de niños, mamá. —Dile a la abuela. Está yendo a comprar el domingo a Gamarra. Llámala ahorita. Los niños gordos no van al cielo, pero sí tienen abuelas que engríen. —Aló, abuela. ¿Vas a ir a comprar? Puedes comprarme una ropa de baño esas de surfistas, sí, sí, pide así, sí esas que salen en las series, quizás el vendedor conozca. Como las de esa serie que da en la tele. Esa: The OC. Ha-waia-na. Sí, sí, floreada. Sí abuela sigo siendo talla 28. Ajá. Esos días dormí despreocupado pensando en lo bien que había solucionado la situación. Comparé mi hazaña con la de los protagonistas de alguna de las películas de policías a las que yo era adicto y veía mientras devoraba un tazón de arroz con huevo frito y sorbía una de las gaseosas negras (casi siempre Coca Cola) que mi abuela escondía en su sala para que no

la recriminen por su diabetes y cuya ubicación cambiaba cada semana y solo compartía conmigo, diciéndomela bajito, apenas entraba a su casa: un espacio antiguo de dos pisos donde funcionaba un nido y que estaba al otro lado del parque por el que yo vivía, y que rodeaba una urbanización detenida en el tiempo donde los vecinos se saludaban moviendo la cabeza y preguntando por la familia. Cada vez que yo llegaba donde mi abuela, ella se acercaba y me decía al oído las nuevas coordenadas del negro y endulzado botín, dejando que me llevara a casa una de las seis botellas que compraba. Me lo decía bajito, así no hubiera nadie, compartiendo el dato como si se tratara de unos planos secretos. Por supuesto, un gordito como yo, no se aguantaba y sorbía de pico la botella, agazapado por la oscuridad de la sala. La mañana de la primera clase de natación era un lunes. Desperté y vi la ropa de baño en mi cama, en una bolsita negra, perfectamente acomodada. La saque sonriendo y descubrí el short cogiéndolo con las dos manos y desdoblándolo. Al verlo, asustado, sorprendido, solo atine a cerrar los ojos. —Mamá, la abuela me trajo una ropa de Baywatch. — ¿De qué?

los niños gordos tampoco quisieran ir a las clases de natación del colegio


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—De Baywatch- diría yo con la voz aguda, bajita, quebradita. Mi mamá, aún en pijamas, aparecería en la habitación, riendo, viendo a los personajes de Baywatch correr en la ropa de baño de manera huachafa. Ni siquiera era el típico short rojo con el logo. No. Aquí estaban todos los personajes, que aparecían como siluetas apuradas, yendo hacia el rescate. — No te preocupes, hijo. Anda con esta. Estuvo tanto tiempo de moda. Si te preguntan tu solo di quienes son. Te hará ver cool, hijito. Mentira. Este sería el prólogo al descubrimiento de una primera verdad universal: la crueldad de los niños de la primaria es proporcional a la de las hordas mongolas, los ninjas que buscan venganza o George W. Bush.

Las clases no solo contribuían a la desnudez de los nadadores, sino que dividían a los alumnos en tres categorías. Los que sabían nadar que terminaban coincidiendo con hijos de papás surfers. Niños de espaldas anchas, bronceados, socios del Regatas, quienes se balanceaban en la piscina como delfines perfectos, jugando a que el agua era un espacio libre donde las leyes de la gravedad no existían. En el medio de la piscina, estaba el segundo grupo: los que sabían nadar a medias. La diferencia estaba en que aquellos tenían menos abdominales y no se lanzaban volantines dignos del circo de Solei como los del primero.

A mi lado, la gordita Carrasco se acomodaba el enterizo. El cielo queda al fondo de la piscina. Y los de aquí, no podemos entrar.

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Mi short de Baywatch se hizo popular en esos días (por lo horrendo que era, claro). Yo no. Aparte de descubrir lo ridículo que se veía un short con Pamela Anderson corriendo, aprendí que la panza, el rollo, el flotador de carne y piel incorporado era digno de ser crucificado. Intenté todo durante esas clases. Sumí la barriga (se vio ridículo), no comí el día anterior (estuve terriblemente hambriento), y hasta me tome una infusión de té Jazmín de mi mama (tuve gases. Solo gases).

Y al fondo de la piscina, y como en una película gringa de nerds estaba el último grupo. El gordo Tanaka, un chino campeón de matemáticas que se mantuvo virgen hasta su graduación de la universidad. El ‘muerto’ Pacheco, un blancón cara de pavo y reseco y lento que llevaba una ridícula zunga. El ‘serrano’ Díaz, un panzón chato con pelitos en el bigote al que en secundaria apodarían ‘mozo de chifa’, un nombre con el que hasta sus primos y tíos lo llamarían. Algunos gordos más que no recuerdo... y yo, con Pamela Anderson estampada en mi muslo derecho. Molesto. Viendo como al fondo, los chicos del primer grupo saltaban volantines hermosos, las chicas tenían una cintura finita y sonreían bronceadas mientras movían sus bikinis perfectamente pegados al cuerpo, y tenían libertad para nadar como sirenas, ninfas o espartanos: libres, poderosos, perfectos.


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LA MEJOR PIZZA DEL PLANETA SE PAGA EN OCHO DÍAS Una historia desde Nápoles, una de las ciudades más caóticas de Italia donde cada día miles de personas disfrutan la mejor pizza del mundo, preparada por la única familia con 21 hijos fabricantes de pizza.

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Jorge Vicuña


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l señor que conduce la única camioneta familiar de todo el aeropuerto de Nápoles (NAP) cree que todos los turistas que recoge de Latinoamérica saben bailar salsa. “Solo hay dos tipos de latinos, los que escuchan salsa y los que no son de confiar”, dice mientras me muestra sonriente sus tres dientes de oro. Coloca un disco de Rubén Blades, que reproduce música de la Fania All Stars, y vuelve a mirar el espejo retrovisor para preguntar por quinta vez mi destino. El señor Giorgio tiene la peligrosa habilidad de conducir en calles un poco más anchas que su auto, fumar una cajetilla roja de Marlboro, saltearse cinco canciones de la lista de reproducción y hacerme entender que en esta ciudad no saben manejar. Todo mientras escuchamos El rey de la puntualidad de Héctor Lavoe. El señor Giorgio ha llevado desde hace 10 años, por la misma ruta de 15 minutos, a nuevos visitantes del aeropuerto al centro de Nápoles. En ese corto tiempo se convierte en un candidato municipal, intenta conversar con los extranjeros sobre el aumento de inseguridad en la ciudad, la mala administración de Nápoles que sufre por culpa de sus gobernantes, el aumento al 60% de los negocios ilegales, el excesivo poder que está obteniendo el crimen organizado y de cómo nos olvidamos de todos los problemas por una pizza caliente. Giorgio se detiene para señalar una estrecha calle: Via dei Tribunali. Su mirada y el tono de su voz cambian, “la pizza es italiana. En Italia los que fabrican la mejor pizza somos nosotros los napolitanos, y en esa calle está la mejor pizzería de todo Nápoles, la mejor pizzería del mundo”: Sorbillo. Si uno es extranjero y cruza un lunes por la noche por Giuseppe Garibaldi, la avenida principal de Nápoles, se preguntará dónde están los casi cuatro millones de napolitanos. Si ese mismo día ingresa a una de las estrechas calles al lado de la avenida, tendrá la respuesta: todos los napolitanos se encuentran allí. Manadas de personas caminan en sincronía por las pequeñas calles napolitanas, a un ritmo que solo puedes verlo en octubre. Los turistas que aún se adaptan al ritmo, se toman el tiempo para fotografiar las paredes de la ciu-

dad. Y es porque las calles de Nápoles siempre han estado decoradas con graffiti. Para los napolitanos no es hábito propio de delincuentes. A fines del 2006 se aprobó una ley que protegía a estas piezas de arte, se consideró como arte urbano y ahora forma parte del ornato de la ciudad. Todo tiene su espacio. Las obras se turnan la atención con la fachada de joyerías, sastrerías y Tobacco Shops. Sobre todo, Tobacco Shops, un templo para los fumadores casuales. Al parecer se había creado un patrón inconsciente entre los puestos comerciales y el arte: por cada cuatro o cinco graffiti en las paredes debía haber una tienda o alguien


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debía estar intentando vender algo. Cuando se terminaba una calle por lo general encuentras postes que indican tu próxima dirección. Para el nombre de algunas calles se reemplazaron los letreros azules por grandes letras amarillas acompañadas de dibujos de explosivos cuyas llamas formaban frases sacadas de bandas de punk, London Calling, Rome Burning. A las nueve y media de la noche, Nápoles se mueve hacia una calle: Tribunali. La histórica calle de las pizzas de todo Italia. Con más de 20 pizzerías, quizá es la calle con más pasta por metro cuadrado del mundo. Este pasaje

“Las obras se turnan la atención con la fachada de joyerías”

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pudo vender solo pastas si no fuese por un argentino y su pequeño puesto de artesanías. Marco Garabal, un extranjero que viajó a Italia para convertirse músico, y que tuvo que vender su acordeón por deudas. Un sujeto flaco que viste la camiseta de Messi, que no ha ido a alentar a su país desde hace cuatro años, y que tampoco lo haría porque según él es la peor Argentina de la década, que hace el análisis de la economía de un país con solo revisar el precio de una lata de Coca Cola. Un hombre que asegura que la Camorra, la organización criminal más grande de Nápoles, invitó a Al Capone a comer a uno de estos restaurantes. Un argentino que me guio a la mejor pizzería del planeta.

el nombre de ‘pizza margherita’ surgió en honor a la reina margarita de saboya, porque le hicieron probar por primera vez una pizza solo para ella.

inteligentes, observando desvergonzadamente el trasero de las mujeres, representando con sus brazos el tamaño de una pizza napolitana. Señoras quejándose de no haber dejado las maletas en el hotel, traduciendo el menú en voz alta, botando al argentino que fuma marihuana muy cerca de sus hijos. Una epidemia de gente con audífonos rojos, personas intentando recuperar su lugar en la fila, besándose desenfrenadamente detrás de un basurero. Han esperado de pie aproximadamente una hora y media, tiempo que pudieron utilizar para atravesar la ciudad en una pequeña motocicleta, descender del monte Vesubio a 25 kilómetros, o visitar todas las salas del Museo de Antropología de Nápoles pero que lo utilizan en descubrir cómo se come la pizza en este país. La pizzería Sorbillo lleva el apellido de la única familia en el mundo con 21 hijos fabricantes de pizza. En 1935, los Sorbillo decidieron transformar su casa en una pizzería, convirtiéndose en el primer restaurante especializado de toda la calle. Esterina Sorbillo, la mayor de los hermanos, fue la encargada de administrar el negocio familiar. Todos los días se levantaba a las cinco de la mañana para preparar la masa del día, mientras que sus hermanos despertaban dos horas después para buscar los ingredientes más frescos en todo Nápoles. Cada uno de ellos se especializaba en la fabricación de un tipo de pizza, de ahí sus nombres: pizza Victorio, pizza Carmela, pizza Patrizio, pizza Salvatore, pizza Umberto (vegana). Se realizaba un concurso entre her-

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*** La entrada a la pizzería de Sorbillo cuenta con un pequeño letrero blanco. Un cartel que en un inicio les comunicaba a los visitantes dónde no hacer la cola y cuánto tenían que esperar para entrar. Ahora desgastado, ha sido reemplazado por la ‘Señora de las Llamadas’: una pequeña mujer que cada 15 minutos intenta pronunciar un apellido extranjero. A ella debes darle tu nombre y luego esperar que tome una fotografía mental de tu rostro. La fauna nocturna del exterior de Sorbillo es bastante heterogénea, pero todos comparten el mismo objetivo; jóvenes perdidos tratando de encontrar a familiares, molestos por el elevado costo de las botellas con agua, haciendo cola y colocando botellas de cerveza en el lugar equivocado. Gente fotografiando cualquier objeto que se mueva, cargando mochilas del tamaño de una nevera, tratando de recordar el nombre de las calles, matando el tiempo con encendedores, ordenando los papeles de su billetera. Señores que aún utilizan pañuelos de tela, indiferentes al brillo de los teléfonos

“Un argentino me guió a la mejor pizzería del mundo”


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manos para elegir la pizza que abriría el menú del restaurante. Cuando Esterina Sorbillo tuvo que dejar las riendas del restaurante, por problemas de salud solo se le ocurrió un nombre para su sucesor: su sobrino, Gino Sorbillo. Un hombre muy delgado que más parece un corredor olímpico que productor de la mejor pizza del planeta. En una entrevista para FOX que dio el año pasado, habló sobre la rutina de tres horas que hace al despertar para conseguir los mejores ingredientes de Nápoles, de cómo su tía le enseñó los secretos de hacer una pizza de verdad, de que acaba de recibir una propuesta para grabar parte de una película en Sorbillo. A pesar de lo tradicional que es su cocina, el señor Sorbillo siempre ha sido una persona mediática. Recibió cuatro premios durante todo el 2014 por su aporte a la gastronomía napolitana, ha realizado tres conferencias en Roma acerca de la selección de ingredientes. Gino Sorbillo también administra dos blogs dedicados a la pizza. En el 2014 fue convocado para un episodio de Master Chef Italia; debía calificar el desempeño de los concursantes mientras les cocinaban a todos los asistentes de la plaza napolitana, y dio una conferencia sobre el futuro de la comida italiana: “Italia no debe ser recordada por las pizzas, es peligroso crear la imagen de un país solo por la gastronomía”. *** El interior de la mejor pizzería del mundo es una sabrosa mezcla de pasta, vino casero y platos gigantes. La distribución de las mesas formaba un archipiélago dentro del restaurante, cada mesa es una isla donde se habla un idioma distinto. Las personas conversan en japonés, portugués, español, inglés, francés y ruso. La sonrisa y la boca llena son el lenguaje universal. Todos realizan los mismos gestos de felicidad al probar la masa circular que tienen en frente. Las enormes pizzas son llevadas por hombres vestidos de blanco y azul. Solo pueden cargar dos bandejas por viaje: el enorme tamaño de los platos no les permite llevar más. Si uno forma un círculo con los brazos, obtendrá la forma del único tamaño de pizza que sirven en Sorbillo.

Giuseppe es uno de los cinco cocineros de la casa, pero cuando termina su turno sale a atender a los nuevos comensales. Con una sonrisa, que solo la puede tener alguien que fabrica la mejor pizza del mundo, guía a los visitantes a sus mesas. Si tienes suerte podrás sentarte frente a la cocina donde los cocineros te brindarán un espectáculo con tomate y hojas albahaca, ubicarte en la terraza y ver todo el paisaje humano de las calles napolitanas, o colocarte frente a un cuadro del Papa sujetando con las dos manos una pequeña pizza, titulado “Papa Francesco bendice la margherita di Sorbillo”. Giuseppe no puede recomendar


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ninguna de las 20 pizzas que se preparan. Y el motivo no es seguir la política del restaurante; simplemente no puede decidir cuál de todos es su sabor favorito. Solo señala el cuadro del Papa Francisco y se va sonriendo. *** La pizza margarita tiene una forma de pago particular: “pizza oggi a 8”, un método de pago que utiliza el Sorbillo para sus clientes frecuentes o familiares. Hubo un tiempo en el que Italia pasó por problemas en su economía y la pizza era muy cara para algunas personas. Los dueños de pizzerías decidieron que los

“La sonrisa y la boca son el lenguaje universaL”


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“La pizza debe ser simple, económica y directa”

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napolitanos podían consumir cualquier pizza y que podía ser pagada en los próximos ocho días. Obviamente los turistas no podían solicitar esa forma de pago. Debían de pagar un aproximado de cinco euros por pizza. Lo que en Italia serían dos botellas de agua, una cajetilla pequeña de cigarros Pall Mall o una lata de Coca Cola. La pizza número doce de la carta: pizza piu costosa del mondo, que lleva el precio €8.5 millones. Una pizza que protestaba contra los malos manejos de fondos de la ciudad, doble queso y doble aceite de oliva que solo podía ser consumida por los funcionarios públicos de Nápoles. Una pizza que si se vende 35 veces podría pagar la deuda exterior de Grecia.

mucho esfuerzo intentas descifrar el llamado de tu nombre. La masa era delgada, del ancho de un dedo meñique. No era un círculo perfecto, pero aun así era agradable a la vista. El tamaño era mayor al que me esperaba, tuve que revisar si me habían servido la pizza en un plato. El aroma no era invasivo, entraba suavemente a mi sistema, y el calor que emanaba la pizza ayudaba a que la esencia se siga cocinando en el aire. El sabor de la masa cubierta por la salsa de tomate acompañada del queso y la albahaca tenía alguna especie de tecnología. Uno se termina preguntando cómo una mordida puede guardar tanta información de sabor. Cómo se pueden organizar los sabores por canales que sin saturar llegan a tu lengua. Cuando terminas de masticar tu primera tajada, y tu mirada regresa a la mesa, te darás cuenta que la pizza se sigue comunicando contigo. La enorme masa tiene detalles por todos lados, los ingredientes obtenidos de uno de los mercados más caóticos de Europa se ordenan. Las hojas verdes de albahaca sueltas alrededor de la masa están fundidas con el queso mozzarella blanco, y para terminar de rellenar los espacios de la masa, una roja capa de salsa de tomate. Colores que te dan la bienvenida a Italia.

El plato llegó a la mesa. Al igual que la mayoría en este segundo piso, la pizza que descansa caliente en la mesa es una margarita. La margarita es el emblema de Sorbillo, y no solo por recibir la bendición del Santo Padre Francisco. Fue la primera pizza patentada en Italia, el sabor que la reina Isabell II solicitó cuando pisó Roma, la pasta con la que celebró la Unificación Italiana en el siglo XIX, la pizza que protestó contra la mala administración napolitana. “La pizza debe ser simple, económica y directa”, dice Giuseppe mientras acomodaba los enormes platos en la mesa como si fuesen los simples papeles en un escritorio. Nadie utilizaba los cubiertos para llevarse la pasta a la boca. Quizá sea la desesperación de tener frente el objetivo por el que has viajado más de 10,000 km desde tu país, por el que esperaste casi dos horas mientras personas satisfechas pasaban a tu lado, por el que con

las largas colas se forman mucho antes que de las 7 dela noche, hora de apertura de sorbillo.


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Elogios a corto plazo Giovanni Anticona*

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l año 2015 ha reafirmado la tendencia de este último lustro en el panorama literario limeño: el afinamiento de las estrategias comerciales del lado editorial y de los propios escritores como promotores de sí mismos. Se ha vuelto más común que los narradores publiquen sus obras en sellos transnacionales, lo que les permite asistir a ferias importantes del extranjero y entablar relaciones con personas vinculadas al mundo literario. A esto se le añade que los escritores utilizan, de manera continua, el Facebook como plataforma para mantenerse comunicados con sus seguidores, expresar sus opiniones e informar acerca de sus actividades literarias. Hasta allí, la situación me parece saludable y auspiciosa. Pero este mejoramiento del aspecto comercial para la narrativa limeña no implica, por supuesto, una mejora en la calidad literaria. Si bien la capacidad logística ayuda a que el libro sea colocado en las librerías y que su difusión sea más copiosa, el trabajo con la edición de los textos no es tan pulcro como sería lo esperable. Estas empresas se manejan bien en la distribución, pero no marcan una diferencia tan contundente en lo que se refiere a la limpieza de los textos. En general, editoriales grandes y chicas padecen del mismo problema: las obras publicadas no han sido revisadas con detalle. La solución parece simple: debe elegirse a personas capacitadas para que realicen ese fino trabajo. El conocimiento de la normativa y la consciencia de las libertades estéticas en el arte

de la palabra son dos aspectos ineludibles para un editor, e incluso para un corrector, cuando de literatura se trata. Lo triste es que tampoco contamos con tantos escritores que conozcan estos ámbitos. La situación se vuelve insostenible cuando uno de los involucrados- autor o editor- cree tener la razón y corrige el texto sobre la base de reglas de normativa mal aprendidas o hasta inventadas, lo que es signo de impericia y desinterés. Si esto se tratara solo de erratas, la solución sería sencilla, pero sospecho que hay un asunto más grave. Pienso que este último lustro no ha marcado ningún punto de quiebre en nuestra narrativa en cuanto a la calidad de las obras. Todo este barullo comercial en el circuito literario-fuera de él esos ruidos apenas se oyentermina por engañar a los lectores menos entrenados, que se maleducarán en el gusto y creerán que el bullicio publicitario se corresponde de manera directa con la calidad literaria. ¿A más bullicio, mayor calidad? Esa es la trampa comercial y debemos huir de ella para preservar a la literatura con buena salud. Lo que se obtiene con esta mejora comercial de la literatura limeña son más ejemplares vendidos, mayor posibilidades de figuración y la obtención de elogios a corto plazo. La mejora de la calidad artística sigue siendo una tarea pen-

el mejoramiento comercial no implica mejora en la calidad literaria


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la literatura no nació para que el autor quede bien con todos

*Egresado de la facultad de Letras y Ciencias Humanas de PUCP. Literato.

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diente para todos los que estamos involucrados en la literatura. En esta nueva jungla de autores, conviven plumas valiosas y vistosos plumíferos carentes de vuelo. Lo nocivo es que tanto cálculo comercial le puede restar espontaneidad a la literatura en cada uno de sus procesos, desde la creación misma hasta la promoción del libro. Ello podría atrofiar la fuerza emocional de las obras y, por ende, su sinceridad. La literatura no nació para que el autor quede bien con todos y noto, de forma alarmante, que casi todos quieren quedar bien con todos. Esto se nota en que son pocos los que se atreven a decir que la obra de un colega le pareció mala. Percibo, detrás de esa conducta, el frívolo miedo de ser aislado y criticado. ¿O acaso significará que el autor no está convencido de su talento y de la potencia de sus creaciones? La buena literatura siempre encuentra una forma de prevalecer y ello es difícil de notar a corto plazo. La literatura es el arte de la paciencia y el silencio. Paciencia y convencimiento. Paciencia y trabajo. Pasar más tiempo en soledad que en sociedad. Durar frente a un tema, como escribió Juan Carlos Onetti. Durar por siempre.


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aquĂ­ no se llora jiimena rodrĂ­guez


La muerte en nuestra sociedad resulta un tema prohibido, triste, e incluso tabú. El simple hecho de hablar sobre ello en conversaciones causa un silencio nervioso o el intento a cambiar de asunto a escenarios donde no se piense en el fin de la vida. Sin embargo, en los cementerios no siempre es así: el deceso de una persona puede significar un negocio, un ritual o un oficio del día a día en donde limpiar nichos, vender flores, modelar bustos de los fallecidos e ir cada año a visitar a familiares o amigos es la señal de que morir no es siempre sinónimo de desdicha y nostalgia.

1. (Portada) en los pabellones de los camposantos, usualmente hay señores y señoras que caminan con diversos ramos para vender al instante.

2.

2. Bloqueador, sombrero y agua, los deudos están preparados para soportar el calor mientras rezan, conversan o beben al nicho del fallecido. 3. En la entrada del cementerio es común puestos de flores que ofrecen ramos desde 5 hasta arreglos de 20 o 25 soles. 4. Los colocadores de flores de dividen los cementerios en zonas, usualmente no invaden pabellones que no les corresponden. Reglas de convivencia.

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5. Por dos o tres soles un trabajador ocasional puede ayudar a colocar flores en los


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nichos altos. Un trabajo poco seguro.


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6. Las flores dejaron de ser el Ăşnico regalo a los fallecidos las personas han hecho obsequios a los muertos.


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de la muerte un negocio y una manera de explorar la creatividad en el tema de


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96 www.facebook.com/cartabierta carta.abiertapucp@gmail.com www.youtube.com/cartabiertafcac


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