La mirada de otros
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Icíar Bollaín Abrir ventanas
Icíar Bollaín, directora, actriz y guionista de cine.
Reflexionando sobre la tarea y los objetivos de la AECID para escribir este texto, he recordado que a menudo, en los coloquios que siguen a las películas, alguien del público me pregunta si creo que el cine puede cambiar las cosas, y si ese es el motivo por el que yo lo hago. Siempre contesto lo mismo: cambiar las cosas es demasiada tarea para una humilde película, por mucho que a veces algunas historias se centren en un problema concreto, propongan una salida e incluso tengan un final con esperanza. En Te doy mis ojos, una de las películas que he dirigido y que más ha viajado con la AECID, los dos personajes empiezan, con ayuda, un camino que los salve de la violencia, a ella de sufrirla y a él de ejercerla. Al final, él abandona ese camino y vuelve al abuso, pero ella sigue adelante, rompe la relación y se salva del horror al que él la somete. Cuando la escribía, nunca pensé que la historia de Pilar y Antonio, una historia particular que hablaba de un problema universal, podría ser un instrumento para cambiar la situación. Sin embargo, la película puso cara y voz a un tema del que se sabía muy poco, y se convirtió casi desde el primer momento en una herramienta de trabajo para los profesionales que tratan de erradicar la violencia machista, desde jueces o abogados, pasando por terapeutas, a policías y guardias civiles. La película además servía, para mi sorpresa, para que las propias mujeres que sufrían ese tipo de violencia se dieran plena cuenta de ello, de que la relación en la que estaban era un círculo, una espiral que no terminaba cada vez que él les pedía perdón, sino que empezaba de nuevo poco después, inexorablemente. Y que nada podían hacer ellas por cambiarlo, excepto romper la relación. Y esta historia, desgraciadamente, tenía eco en todos los países a los que viajó, especialmente en Latinoamérica, pero también en Europa, en China o Japón, donde la falta de atención de la Administración dejaba a las mujeres completamente desprotegidas. También la lluvia es, junto con Te doy mis ojos, otra de las películas que he hecho que más viajan con la AECID. El relato de unos cineastas que quieren filmar la historia de Colón desde una perspectiva menos “épica”, trae a la luz un acontecimiento que es un referente en el activismo contra los desmanes de las multinacionales: la Guerra del Agua en Cochabamba, Bolivia. En el año 2000 la población desafió a una multinacional dispuesta a privatizar hasta el agua de la lluvia, una batalla que es un referente porque se ganó, algo desgraciadamente no tan habitual. La película recogía esa victoria y la reproducía una y otra vez, tantas veces como se proyectaba, difundiendo su mensaje de lucha y esperanza. Y de paso, la película reflexionaba sobre ese oro de ahora que es el agua, haciendo un paralelismo con el oro de entonces que fue a buscar Colón; sobre la rapiña, el abuso y la injusticia de aquella colonización de antaño en nombre de Dios, y la de hoy en nombre del Mercado.