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Para la Cooperación Española, cultura ES desarrollo Dirección de Relaciones Culturales y Científicas
Las instituciones, como los seres humanos, evolucionan con el paso del tiempo, y terminan configurando una personalidad casi siempre única, fruto de lo que fueron y de lo que quisieron ser, y desde luego de lo que la terca realidad les dejó finalmente que fueran. Y eso ha pasado con los Centros Culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), cuya evolución ha terminado por conferirles también una personalidad única, que ha ido trazando morosa las líneas de un perfil; y ahora, como les sucede a las personas cuando llegan a la madurez, pueden mirarse en el espejo y ver quiénes son, en qué se han convertido. Un modelo distinto. Un modelo nuevo. La Red de Centros Culturales de la AECID se ha ido configurando con el tiempo como un nuevo modelo de centro cultural, con unas características propias. No son centros dedicados solo a la promoción de la cultura española, sino destinados a apoyar a los creadores y a las industrias culturales locales, formando parte de ese tejido y constituyéndose en un polo de desarrollo para el país. Son también centros dedicados a fomentar la cooperación cultural entre los países en que están presentes, a acercar sus culturas y a sus creadores. Y el origen de todo tiene que ver mucho con la evolución, ahí está el germen de cuanto vino después. Porque el hecho de que la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas, a la que pertenece la Red de Centros, se integrara en la AECID, implicó que España fuera de los primeros países que consideraron la cultura como un elemento clave del desarrollo, que elaborara una estrategia de cultura y desarrollo, y que entendiera esos centros culturales como uno de los principales instrumentos para la implementación de sus programas. Por eso han servido también como vehículos de otras políticas de desarrollo no estrictamente culturales, incorporando las cuestiones de género, medioambiente, LGBTI, o pueblos indígenas, a sus programaciones, desbordando muchas veces las fronteras de lo que entendemos por un centro cultural, ensanchando sus objetivos y sus actividades. Y al hacerlo desde la cultura, desde la perspectiva cultural, han sido útiles también para implementar esas políticas que forman parte del núcleo duro de la Cooperación Española, desde otro ángulo, con otra mirada. La Red de Centros ha hecho además honor a su nombre, trabajando en red con los otros, sirviendo también de puente entre los sectores culturales de los países en los que trabaja, tejiendo, en todos estos años, un tupido entramado de contactos entre profesionales españoles y de los lugares donde los centros están, creando trama.