2 minute read

EL PATRIARCADO Y LA HERIDA FUNDANTE

En la génesis de nuestra desconexión millones de mujeres a lo largo y ancho del planeta, nos preguntamos cotidianamente por el origen de nuestras opresiones y de las distintas formas de discriminación que vivimos. Se trata de preguntas cada vez más complejas y más difíciles de responder. Sobre todo cuando vemos cómo la discriminación y las opresiones se ensañan de manera radical con las mujeres negras o con las mujeres de pueblos originarios. Pero también con las mujeres lesbianas, bisexuales, no binarias, con las mujeres transgénero y transexuales, así como, con las mujeres pobres y empobrecidas.

Y es que de pronto nos damos cuenta de que las diversas opresiones –de raza, de clase, de orientación sexual o identidad de género, de nacionalidad, de edad– se ensañan de manera perversa con algunos de estos colectivos de mujeres y no siempre entendemos cómo ni por qué. Y mucho menos, entendemos cómo desarticular esta imbricación devastadora de los sistemas de opresión en las vidas de las mujeres.

Advertisement

Los sistemas de opresión que condicionan la vida de todas las mujeres, pero especialmente la de los grandes colectivos de mujeres empobrecidas, se imbrican de manera perversa. No se intersectan o se cruzan, como se ha planteado a menudo. La experiencia de la opresión de las mujeres muestra de manera cada vez más clara que los sistemas de opresión se imbrican, provocando una progresión geométrica de las desigualdades y de las discriminaciones.

El patriarcado es uno de los sistemas de opresión que ha jugado un papel central y más perverso y radical en la imbricación de estas opresiones. Porque el patriarcado es el sistema de opresión que hace un poco más de 10 mil años provocó las condiciones para que los otros sistemas de opresión se instalarán en la vida de las mujeres.

La historiografía y la arqueología feministas nos han mostrado que el patriarcado es posiblemente el primer sistema de opresión que se impuso entre las y los seres humanos y en su relación con el resto de los seres vivos en el planeta. Animados e inanimados. De tal forma que la instauración violenta de este sistema de opresión condicionó, no sólo la relación entre hombres y mujeres, sino que también, la relación con todos los otros seres vivos entre ellos y con en el planeta. Rompiendo la relación, la integración y la colaboración. Generando una desconexión, que fue la base para el desarrollo de todas las desigualdades que se viven en el planeta.

Esa desconexión profunda con el todo, provocada por la instalación violenta del patriarcado, propició las condiciones para que se instalarán los otros sistemas de opresión. Como son el régimen de clases sociales, el racismo, el heterosexismo, el adultocentrismo y, más recientemente, el edadismo. Y todo esto, en el marco del antropocentrismo que rige las relaciones entre la especie humana y todas las otras especies en el planeta.

El patriarcado implica hasta el día de hoy nuestra desconexión profunda entre mujeres, entre mujeres y hombres y con todos los otros seres vivos. Pero también la desconexión con nuestros cuerpos y nuestras necesidades. ESA ES LA HERIDA FUNDANTE.

La que de alguna manera se expresa en el relato bíblico de la Creación, cómo «la expulsión del Paraíso». Fuimos exiliadas y exiliados de la «Casa». Siendo la «Casa» nuestra conexión con todos los seres vivos, con nosotras y nosotros mismos y con todo el resto de los seres vivos en el planeta.

This article is from: