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LUCHA ECOFEMINISTA DESDE EL TERRITORIO-CUERPO

Marcela Sofía Marín Platero Consultora en género y derechos humanos

En El Salvador la creciente complicidad del poder político con el poder económico nacional y transnacional ha posibilitado la ejecución de megaproyectos mineros, hidroeléctricos, inmobiliarios, geotérmicos y agroindustriales, provocando la sobreexplotación de los bienes naturales, erosión de los suelos, contaminación, deforestación, el desplazamiento y desterritorialización de comunidades, daños a la salud, pérdida del ecosistema y biodiversidad, violentando derechos como el acceso al agua y la tierra, atentando contra la vida, memoria e identidad colectiva.

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Ante esta realidad, emerge una nueva consigna: la defensa del territorio. Mujeres del Movimiento Ecofeminista en El Salvador crean redes, se articulan y organizan buscando transformar realidades desde la colectividad. Desde los ecofeminismos desafían a un sistema capitalista-colonial-cisheteropatriarcal que somete territorios y los cuerpos de mujeres y niñas.

Entrelazan las resistencias espaciotemporales en el territorio-tierra junto con las luchas que surgen desde el territorio-cuerpo, de modo que, posicionan la recuperación del cuerpo como un paso indisociable en la defensa del territorio. Para ellas el cuerpo-territorio se constituye como lugar de resignificación y reivindicación; espacio desde el cual se construye una política de resistencia, emergen procesos emancipadores y acciones colectivas contrahegemónicas. Siendo una necesidad histórica resistir desde el cuerpo-tierra-territorialidad, reivindican la autonomía corporal, dignificando la vida y el placer; pero, al mismo tiempo, resisten a la expropiación sistemática del territorio-tierra, la mercantilización de la vida y el control biopolítico del agua.

Frente a la ofensiva neoextractivista52, exigen el respeto a los bienes tangibles e intangibles, demandan justicia ambiental, climática y territorial. Proponen otras formas de relacionarse con la naturaleza, empleando estrategias basadas en el uso respetuoso de lo común, la recuperación de saberes ancestrales y prácticas agroecológicas, tal como: las ollas comunes, el cultivo e intercambio de semillas orgánicas, el compostaje, los huertos y la gestión comunitaria del agua. También fomentan prácticas económicas alternativas, las cuales parten de la autogestión y sostenibilidad de la red de la vida. De modo que la participación y corresponsabilidad comunitaria permitan transitar hacia una gestión territorial justa y ecológicamente sustentable.

Historia del movimiento

Ecofeminista en el territorio de Pita Floja, Metapán, El Salvador

La resistencia para las ecofeminista es colocar en el centro a la vida y desde ahí vernos a nosotras y a las otras; vemos grandes mujeres que caminan con pasos fuertes, seguros y rápidos. Hay otras que su andar es lento, meditativo y sabio, serán pocas que aún no entienden su caminar; pero… estamos juntas y juntas resistimos.

(Tita Torres, 14 de mayo de 2022)

Cidia Cortés Ecofeminista, investigadora de la Asociación de Mujeres Ambientalistas (AMAES)

En esta historia cuento la realidad de las mujeres que habitan en la Reserva de Biosfera Trifinio Fraternidad, un humedal, un territorio lleno de vida, con hasta 59,000 aves acuáticas (zarceta ala azul, pato cucharón, pichiche, etc.), con una gran diversidad de peces (con 14 especies nativas de El Salvador), con exuberantes bosques húmedos, secos y sabana de morro, con abundante flora, pero que aun así es un territorio que apenas sostiene la vida. Ahí las niñas y los niños se enfermen de parasitosis constantemente y finalmente terminan con anemia profunda, todo por ese monstruo inamovible e intocable que se bebe toda el agua saludable en la reserva de biosfera para luego vomitarla en una sustancia venenosa que mata la vida en las corrientes de los ríos Ostúa, San José y el gran lago de Güija: la mina de piedra caliza a cielo abierto HOLCIM-LAFARGUE. Una mina que ya tiene 70 años expulsando polvo de sílice, yeso, cinc, aluminio y otros metales carcinomatosos de sus chimeneas, llevando a una muerte lenta y oculta a los cuerpos y la vida en ese territorio llamado Pita Floja.

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