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I Un ruidito en el oído

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Blog de José Carlos

Un ruidito en el oído

No nos engañemos, las cifras no son malas. No se trata de que no puedan ser mejores, pero dado lo que cae alrededor, hay que reconocer que no son para quejarse. Y sin embargo, al sector le está pitando un oído. Incluso los dos.

La situación del sector cárnico es buena si se compara con otras industrias que han vivido situaciones mucho más duras durante la pandemia. Pero la proliferación de amenazas de gran calado está llevando a muchas empresas a ser más conservadoras en sus previsiones.

La inquietud de que te puedan revocar el permiso para exportar porcino a China con cualquier excusa (la casuística demuestra eso: ‘con cualquier excusa’); la subida desorbitada del precio de la electricidad; la posibilidad derivada de ese problema de que surjan roturas en el suministro de CO2; la creciente carestía en Europa de conductores de camión (los ingleses ya no saben qué hacer o a quien poner al volante de sus flotas); o la presión internacional que se ejerce en los precios del porcino; son nubarrones que se ciernen sobre la industria cárnica.

No es que tenga que estallar como una bomba ninguno de ellos. No lo sabemos. Pero la simple posibilidad de cualquiera de ellos, dada la magnitud de su impacto (no digamos si se combinan dos o más) debe llevar a actuar con más cabeza que nunca, marcar una estrategia nítida y establecer un árbol de decisión claro que rápidamente marque el camino ante cualquier eventualidad.

Insistimos. Alarmismo no, que eso no suele acabar en nada bueno. Pero sí buena gestión, selección adecuada de información previa a la Toma de Decisiones y valentía. No olvidemos que, habitualmente, el temor y la precaución es lo que acaba llevando directamente a una profecía nefasta a autocumplirse

Habitualmente, el temor y la precaución es lo que acaba llevando directamente a una profecía nefasta a autocumplirse

José Carlos Vicente

Director editorial

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