Carta del director
Comunión, participación, misión Mariano Pérez de Ayala Director de Cáritas Diocesana de Sevilla
Estas tres palabras aparecen como lema en la convocatoria del próximo Sínodo, convocado para el otoño de 2023, cuya fase de participación en nuestra diócesis se inauguró el pasado 17 de octubre. En la exhortación “Evangelii Gaudium”, escrita al comienzo del pontificado del papa Francisco y que él mismo considera como programática de su servicio como obispo de Roma, señala cuatro principios de actuación. Uno de ellos es que “el tiempo es superior al espacio”, significando con ello que lo propio de los cristianos no es tanto ocupar espacios de poder o influencia que buscan resultados tangibles a corto plazo, sino poner en marcha procesos que a medio y largo plazo pueden hacer que las cosas cambien realmente, con el protagonismo y la participación de todos, especialmente de los empobrecidos y las víctimas de la injusticia. El Sínodo convocado para tratar de la “sinodalidad” (literalmente, caminar juntos) en la Iglesia trata no tanto de esa característica que marcó el devenir de la Iglesia de los primeros tiempos, sino de abrir en todas las comunidades cristianas un proceso de diálogo, de reflexión, de escucha y de discernimiento en común que nos lleve realmente a ser comunidades vivas, participativas, que viven con alegría el Evangelio y que quieren proponer al mundo el mensaje liberador de Jesucristo, siendo realmente comunidades evangelizadoras. El Sínodo que se celebrará en Roma no será el punto final de ese proceso, ni tampoco pretende generar documentos nuevos sobre la Iglesia, sino que será un hito más en un proceso largo que nos debe llevar a un nuevo modo de entendernos, de relacionarnos entre nosotros, y de dialogar con la realidad actual del mundo. Lo importante no es llegar pronto al final, sino caminar juntos, sin apriorismos, sin aferrarnos numantinamente a métodos y actitudes del pasado, con el protagonismo y la participación de todo el pueblo de Dios, sin nuevas formas de
clericalismo que reclaman todo el protagonismo y ahogan la variedad de carismas y realidades en nuestra Iglesia. Pienso que se trata de todo un camino de conversión institucional, pero que parte de una previa conversión personal que considera que ninguno es poseedor de toda la verdad que agota la belleza pluriforme del Evangelio, sino que todos nos enriquecemos y, como en una orquesta, todos, aún los que tocan el instrumento más sencillo, son necesarios. En ese proceso de participación y discernimiento, no se trata solo de escuchar las voces internas, sino de abrirnos al diálogo con los que nos miran con indiferencia e incluso con hostilidad, pues el soplo del Espíritu transita por realidades y personas que podemos considerar como muy alejadas. Estamos en este momento en la fase de participación diocesana que, aunque dura hasta el mes de junio, está llamada también a continuar en el tiempo. Pero en estos meses se nos pide que todos participemos y pongamos nuestro granito de arena. Para ello, en nuestras parroquias, hermandades, movimientos... es importante que se constituyan grupos que trabajen sobre los temas que se plantean y realicen su aportación. Los miembros de Cáritas estamos llamados a incorporarnos a este proceso. Tenemos además una misión específica: hacer que la voz de los empobrecidos, los clamores que nos llegan desde los que sufren, la injusticia y la marginación, sean también escuchadas en este momento de la vida de la Iglesia. El papa Francisco señala que la Iglesia del siglo XXI habrá de ser una iglesia sinodal: abierta, participativa y en misión. Que los que formamos Cáritas seamos agentes activos en esta tarea.
Sevilla
3