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Catálogo del 28 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes

El arte como estrategia para seguir caminando

El año 2020 será recordado como uno de los más complejos y desafiantes en la historia de la humanidad. La pandemia que azotó al mundo afectó todas las áreas de la actividad económica, social y cultural, incluyendo las de la creación artística. Afectó también, por supuesto, la dinámica de nuestro 28 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes. Ha sido un concurso realizado en extraordinarias circunstancias, marcado por el trabajo tenaz de un equipo comprometido con el arte dominicano y la gestión cultural. Insuflar de ánimo a los creadores, acompañar y asistir a los artistas en la concreción de sus proyectos, cuando todo estaba en contra, no fue tarea fácil. Tuvimos que adaptar nuestras metodologías en todas las direcciones, apostando al trabajo remoto y virtual, y limitando al máximo la presencialidad, en momentos que no existía certeza de nada. Hoy podemos decir que el arte dominicano no se detuvo. Con fe en nuestros curadores, en los artistas seleccionados y con el apoyo de múltiples colaboradores, logramos hacer realidad una exposición que se inauguró de manera virtual; acaso sea la primera en su tipo en el país y quizás en la región. Nuestra sala de exposiciones temporales se llenó de formas, colores y texturas diversas. Las obras en concurso conforman una perspectiva de las artes visuales contemporáneas de la República Dominicana en la actualidad. Instalaciones, performances, intervenciones públicas, documentaciones de los procesos de la obra y archivos sonoros, entre otros recursos. Pueden encontrarse en ellas, tanto los oficios tradicionales de las artes visuales como el grabado en madera, hasta el uso de plataformas digitales que abren nuevos campos a la exploración de lenguajes alternativos. Está también el discurso cuestionador acerca de nuestra realidad, conviviendo con la sutileza del tejido de fibras teñidas con nuestras plantas autóctonas.

María Amalia León

Nuestra sala de exposiciones temporales se llenó de formas, colores y texturas diversas.

Las tensiones del mundo también se reflejan en estas obras, como las miradas en torno a la constitución de las identidades dominicanas, las perspectivas de género y las complejidades de la indagación íntima en el cuerpo y la sexualidad. Como nunca, hemos tenido obras que consideran la dimensión social o los vínculos con lo público como elementos constituyentes del discurso artístico. Esta vez no se trató solo de exponer temas al espectador, sino de involucrarlos en la conformación de respuestas o soluciones estéticas que son parte de las obras. Con ello, la reflexión sobre el rol del arte en el espacio público se ha refrescado y es posible que ya no se pueda hablar de arte público dominicano sin aludir a alguna de las obras en concurso. Prueba de ello, es la amplia repercusión mediática de las obras en el espacio urbano, provocando la mirada, el oído y la toma de conciencia ante temas que de otro modo pudieran pasar desapercibidos, como diría Góngora, entre el mundanal ruido. Nuestro agradecimiento a los jurados, Gabriela Rangel, Gerardo Mosquera, Raquel Paiewonsky y Sara Hermann, por su completa disposición que ha ido más allá de lo estrictamente profesional, asegurando un soporte moral y artístico comprometido con el arte y la cultura. Al equipo curatorial, compuesto por Alfonsina Martínez, Inmagela Abreu, Laura Bisonó Smith, Víctor Martínez, Winston Rodríguez y Yina Jiménez Suriel, por su entrega en tiempos difíciles y retadores, su capacidad de respuesta y seguimiento. Agradecemos también a nuestro auspiciador de siempre, la Cervecería Nacional Dominicana, por asegurar la sostenibilidad de este concurso tan importante para las artes dominicanas. Al finalizar este proceso nos quedamos con la riqueza del aprendizaje obtenido. Hemos podido comprobar que la resiliencia no es solo una idea abstracta, habita en aquellos corazones que no se rinden ante la adversidad y que incluso en la noche más oscura pueden encontrar luz y alumbrar a los demás. Solo nos queda mirar hacia adelante, aprender de las lecciones que hemos recibido y replantearnos el futuro de nuestro quehacer cultural.

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