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LO PSICOLÓGICO EN LOS CUIDADOS PARA LA SALUD
EL PSICÓLOGO EN LOS SERVICIOS DE SALUD
Para la Organización Mundial de la Salud, la salud no es sólo la ausencia de afecciones o enfermedades, sino que es un estado de completo bienestar de la persona en lo referente a sus esferas biológica, psicológica y social, por lo que al hablar de salud debemos referirnos a salud integral, ya que dichas esferas están interrelacionadas de forma tal que la afección de una de ellas indudablemente repercutirá en las otras. En México, según el artículo 4 constitucional, “… Toda persona tiene derecho a la protección de la salud…”; lo que significa que los mexicanos tenemos derecho al
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acceso a los servicios de salud de manera oportu-
na, eficaz y con acciones de calidad que fomenten y procuren salud; aunado a esto cabe señalar que uno de los derechos humanos fundamentales de toda persona es el goce del grado máximo de salud posible, y que es ésta un alto bien jurídico invaluable y base del desarrollo social de todos los grupos humanos. Así pues, entendida de esta forma, la salud es prioritaria para cada ser humano y su cuidado integral redunda en beneficio directo para la persona que lo recibe y para el grupo del cual forma parte. Recordemos también que el derecho a la salud permite el goce de otros derechos, lo cual le confiere mayor importancia y compromiso para los profesionales que pertenecemos al campo de la salud.
Del papel a la realidad
Cuando pasamos de lo que está plasmado en el papel que debe regir el actuar de Gobiernos en el tema de salud a la realidad del día a día del ejercicio profesional, nos encontramos que la salud es un bien
comercializado y parcializado en muchas ocasiones
sólo a su aspecto biológico dejando en un segundo plano los aspectos sociales (DSS Determinantes Sociales en Salud) y psicológicos que le influyen. Y es justo en el aspecto psicológico en donde quiero poner el énfasis, puesto que como gremio profesional no hemos
tenido el reconocimiento y la inclusión necesarios
para incidir favorablemente en la construcción de salud social para nuestra población. Un punto que no podemos dejar de mencionar es la combinación de la población sin seguridad social, los programas sociales con cobertura estrecha y el sistema de salud nacional rebasado, que ponen en evidencia los problemas éticos a los que nos enfrentamos, las inequidades consecuencia de desigualdades sociales y los gastos en salud, que entorpecen el funcionamiento adecuado de todo el sistema y el ejercicio de los profesionales de la salud, incluido el psicólogo. Si bien es cierto, que hay puestos de trabajo
con sueldos fijos y prestaciones de ley para los psi-
cólogos, estas opciones son las menos frecuentes en nuestro entorno. No hay las plazas mínimas necesarias para poder atender a la población, los pocos espacios de trabajo en instituciones públicas ofrecen sueldos raquíticos y condiciones de trabajo con materiales escasos y una sobreexplotación de los servicios, mermando en la calidad de los mismos y en la salud del profesional. Por otra parte, es preciso decir que muchos pro-
fesionales de la salud y otras áreas valoran la labor
del psicólogo, realizando derivaciones de caso cuando lo amerita, haciendo interconsultas para la atención de casos o realizando un trabajo interdisciplinario o transdisciplinario en los abordajes, con resultados más incluyentes y sólidos para las personas. Existen variadas ofertas de ser voluntario profesional para distintas causas sociales, que si bien la loable labor que realizan no es demeritada por los profesionales y muy al contrario, son una excelente manera de ser solidarios y aportar al bienestar de las personas y al fortalecimiento de tales organizaciones; lo cierto es que, difícilmente un psicólogo puede mantenerse únicamente en esta actividad sin otros ingresos fijos que le permitan cubrir sus propias necesidades básicas y las de su familia o dependientes económicos, por lo
que muchos compañeros prefieren optar por esta actividad como secundaria a sus actividades que reportan ingresos económicos o realizarla una vez que se han jubilado o tienen resuelto este aspecto.
Retos para los psicólogos en salud
Podemos identificar y enumerar con facilidad algunos retos para el ejercicio de la psicología en el ámbito de la salud, uno de ellos es poder otorgar servicios de calidad y con calidez a las poblaciones socialmente vulnerables, donde se requieren más espacios públicos de salud mental, que permitan acortar las largas listas de espera, despresurizar la sobredemanda, dar tratamiento personalizado y seguimiento en tiempo adecuado. Otro asunto con el que nos enfrentamos cada día es con personas (profesionales o pseudo-profesionales) que realizan funciones de psicología sin ser profesionales de la psicología con todo lo que esto implica, desde no tener una visión, comprensión, explicación y abordaje completos del desarrollo del ser humano y su comportamiento englobado en su entorno hasta intervenciones que complican su salud y sus relaciones. Los mitos relacionados con la salud mental cobran especial relevancia, puesto que, todavía al día de hoy, con tanta información disponible, existen prejuicios entorno a los trastornos mentales y la atención psicológica, haciendo que el acceso a tales servicios sea ocultado, no se presione suficientemente como sociedad para exigir que la salud mental sea para todos y no sólo un servicio al que muy pocos pueden acceder en espacios privados y que se pierda el carácter social de la profesión. Otro efecto que tienen los mitos en salud mental es que frenan la atención oportuna, esto hace que cuando las personas se acercan a recibir los servicios su situación ha afectado varias áreas de su vida personal y la de su familia, se ha complicado su patología o los motivos que lo llevan a consulta, haciendo que los tratamientos sean más complejos y costosos. Un apartado más es el escenario (cada vez menos presente, pero aún existe), donde el trabajo del psicólogo es demeritado por profesionales de la salud, argumentando que “sólo hablan con la gente” o exponiendo sus propios prejuicios acerca de la salud mental.
La intervención del psicólogo en beneficio de la salud
El psicólogo tiene un vasto campo de acción, y en área de la salud: ayuda en la reestructuración cognitiva, favorece mayor conciencia de la situación de salud y tratamiento a los pacientes y sus familias; es un puente en la comunicación del equipo de salud-paciente-familia; ayuda a aumentar la adherencia terapéutica; promueve conductas y relaciones saludables; incide en la disminución de conductas de riesgo para la salud (tabaquismo, uso de drogas, autolesiones, etc.); acompaña procesos de salud difíciles y complejos; ofrece estrategias para el acompañamiento humanizado; brinda herramientas de gestión emocional, relajación y optimismo; incide en la reducción de la percepción del dolor; brinda intervención en crisis y atención de estados alterados; acompaña proceso de salud-enfermedad crónica, crónica-degenerativa y en etapa terminal; imparte psicoeducación en salud; identifica, evalúa y atiende problemas, rasgos y trastornos psicológicos; acompaña procesos de duelo; colabora en equipos de salud para el abordaje holístico del paciente y su familia. Cabe resaltar que la intervención del psicólogo se ha visto más necesaria en la pandemia por COVID-19 debido a los estragos psicosociales que estamos viviendo, sin embargo, la atención ha sido por medio de grupos emergentes donde ha primado el trabajo voluntariado, reflejándose en pocas plazas laborales para los psicólogos.
A manera de cierre
El psicólogo es pieza clave en el sistema de salud: como profesión ha ganado espacios y se ha posicionado como un agente de salud social, su amplitud de intervenciones permite la atención integral a la salud y la incidencia de factores que se relacionan a ella, optimizando los recursos disponibles, especialmente en espacios públicos o de asistencia social. Desde el Colegio de Profesionales de la Psicología del Estado de Jalisco, A.C. hemos pugnado por muchos años para un empleo digno para los psicólogos, por desmitificar los trastornos mentales, por difundir la labor de la psicología, por la unión y profesionalización del gremio y por acercar los servicios de salud mental (promoción y prevención, psicoeducación y atención profesional) a la población.
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ROL DEL PSICÓLOGO CLÍNICO EN ONCOLOGÍA
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La psicología tiene varias implicaciones en el desarrollo de una sociedad ya que existen psicólogos especializados en la rama clínica, educativa, social, laboral y del desarrollo. La psicología clínica forma parte del mantenimiento de la salud mental y su forma de trabajo es a partir de la psicoterapia, la educación, la prevención y las intervenciones en situaciones de emergencia. En el ámbito de la salud los psicólogos ayudamos a descubrir
las creencias, acciones y emociones involucradas en la toma de
decisiones que, sin calificarlas como buenas o malas, tienen consecuencias y resaltan con los años los cuidados o descuidos en torno al bienestar del individuo. Dentro de las creencias es común pensar en acudir al médico sólo cuando se tienen molestias que se han vuelto crónicas, que aparecieron de manera aguda e incapacitan y limitan la rutina, generando expresiones de este tipo; ¡pero yo estaba bien!, ¡no quería venir al médico porque siempre te van a sacar algo!, como si el chequeo fuese la causa de su malestar y no la falta de consciencia sobre los hábitos que tenemos a lo largo de la vida. Este tipo de creencias tienen una causa importante: nuestras
acciones son regidas por las emo-
ciones y experiencias, ya que, al pensar que se tienen una enfermedad, la emoción que se activa es el miedo, el cual surge de la amenaza de estar en peligro: miedo de sentir dolor, tener una incapacidad, poder disponer de recursos económicos insuficientes, tratamientos invasivos, muerte, entre otros. Según la personalidad con la que se cuente, las personas postergarán y negarán en mayor o menor medida como mecanismo de defensa, hasta que el cuerpo marque un límite que sea imposible ignorar. Al ser confirmada una enfermedad la persona se verá confrontada y obligada a prestar atención en sus hábitos y modificarlos. Por dichas circunstancias podría producirse un choque entre la expectativa de recuperar la salud solo con fármacos y la modificación de hábitos de alimentación, ejercicio, mejoramiento de las estrategias frente al estrés de la vida cotidiana y los conflictos en nuestras relaciones, así como la modificación del contexto donde se habita. Las dificultades en este sentido se observan, en principio, en el apego al tratamiento que un paciente puede o no tener. Cambiar no es fácil, sin embargo, el psicólogo explora las motiva-
ciones o la falta de ellas para enca-
rar un cambio de vida que favorezca su calidad de vida o estabilidad en su salud. Los psicólogos encontramos que la enfermedad puede ser la puerta por la que se ingrese a la toma de
consciencia sobre los autocuidados
para una vida plena. Resaltando un poco más el tema de las enfermedades crónicas, desde su diagnóstico, las personas deberían ser acompañadas por un psicólogo que evalué, ayude a pre-
venir y atienda los desequilibrios
que la incertidumbre, la sensación de perder el control, así como la experiencia de dolor y las modificaciones en la apariencia traigan consigo, al igual que los cambios en los roles asumidos en la familia quien también padece el estrés y desgaste de la atención brindada al enfermo. Como decía Eric Casell, en su artículo del New England Journal of Medicine: “los que sufren no son los cuerpos, son las personas”. Atender la enfermedad y buscar que la persona recupere su salud o bien pueda aceptar los cambios que la misma impone es un trabajo no sólo del cuerpo sino del alma que utiliza a las emociones para manifestarse. No siempre la Medicina toma en cuenta esta perspectiva integral. En particular la enfermedad de cáncer, al tener grandes cambios en la apariencia de quien la padece y ser una enfermedad que exige las capacidades de adaptación en los di-
ferentes momentos de la enfermedad y la necesidad de familiares involucrados para la atención y contención del paciente, ha abierto el campo de la psicooncología, especialidad que en México se ha desarrollado, a partir de los años ’80 del siglo pasado, por iniciativa del doctor Juan Ignacio Romero Romo, con el apoyo e interés de reconocidos oncólogos, entre ellos del doctor Arturo Beltrán Ortega. Los objetivos centrales que persigue son: valoración y tratamien-
to de los aspectos psicológicos,
psiquiátricos, sociales, culturales, económicos, espirituales, religiosos y sexuales que se presentan en el paciente con cáncer, por la enfermedad y sus tratamientos oncológicos; la repercusión sobre la familia y el impacto en el equipo terapéutico; la enseñanza para la identificación de los trastornos psicológicos y psiquiátricos y de las diferentes modalidades de tratamiento psico-oncológico; promover la importancia de la investigación en psicooncología, al reconocer que es un terreno muy amplio y poco estudiado en nuestro país. Por consiguiente, el abordaje de los aspectos psicológicos son pilares del tratamiento.
Dificultades que encuentra
el psicólogo en la integración de la atención de la salud. Aunque cada vez la psicología toma mayor terreno en los equipos médicos, éste se enfrenta en el desempaño de su tarea a las siguientes dificultades: desco-
nocimiento por parte del personal
médico y pacientes de los beneficios del abordaje psicológico en el transcurso de la enfermedad; uso y abuso de medicamentos ante las reacciones emocionales normales por las que atraviesan los pacientes en el proceso de adaptación; dificultad del equipo de salud para aceptar y enfrentar los límites que el cuerpo del paciente dicta ante los fracasos de los tratamientos; deshumanización y burnout del sistema de salud; marcada dualidad entre el cuerpo y mente; solicitudes de atención psicológica sólo en momentos de crisis; servicios de psicología sobrepasados ante la gran demanda de pacientes y el poco personal que cubre dicha necesidad; dificultad por parte del equipo de salud en la aceptación de la muerte; pensamiento optimista fuera de sustento, generador de expectativas no realistas; espacios físicos inadecuados para la intervención. A manera de conclusión, los
psicólogos de la salud son un gran aporte para la comunidad médica
en el momento que se comprende que el abordaje multidisciplinario humaniza la intervención y da valía a la persona que sufre y su familia. Del mismo modo apoya y cuida al mismo personal en su sobre exposición al sufrimiento, generador de estrés y trauma.
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LO PSICOLÓGICO EN LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Los cuidados paliativos son un plan especial de atención dirigido a aliviar el dolor (tanto físico como emocional), brindar comodidad, dignidad y mejorar la calidad de vida de una persona con diagnóstico de enfermedad terminal o que limita su quehacer diario. Además de proporcionar atención a las personas que se ven afectadas como sus cuidadores principales: la familia y amigos. Los cuidados paliativos, están dirigidos a aliviar los aspectos físicos de la enfermedad y atender las necesidades emocionales, espirituales, sociales y culturales de la persona y su familia. El recibir un
diagnóstico de enfermedad ter-
minal, o que algún ser querido esté en un proceso de enfermedad avanzada o etapa final de vida, causa un gran impacto emocional. Incluso para los médicos genera un conflicto emocional, pues muchos experimentan frustración ante reconocer que el tratamiento a la enfermedad no ha resultado y no queda más que esperar la inminente muerte. Es desde aquí que nosotros como equipo multidisciplinario de salud mental intervenimos para poder acompañar a la persona y a su familia, ayudando con el buen control de síntomas físicos propios de la enfermedad, adecuada comunicación, mejorar la calidad de vida, evaluar y atender las necesidades emocionales de la persona, su cuidador, su familia y médico tratante. El trabajo de cada profesional que participa en la clínica de cuidados paliativos es fundamental: el control de los síntomas físicos de la enfermedad, en el que son expertos los médicos y las enfermeras, es un requisito necesario para el proceso del bien morir. Pero a veces se olvida que el control de los síntomas no sólo es físico (una persona no sólo es cuerpo) sino que implica enfrentarse a un diagnóstico con un pronóstico desfavorable, deterioro físico acelerado y la cercana probabilidad de morir; incrementa los estados emocionales de ansiedad y depresión. Por tanto, la función del psicólogo será complementar y optimizar el objetivo primordial del equipo de cuidados paliativos, es decir, la obtención del bienestar para el enfermo y su familia favoreciendo, en este caso, la adaptación psicológica al proceso de la enfermedad y la muerte. ¿Y qué significa experimentar bienestar y adaptarse a la idea de que se va a morir? Resulta complejo poder imaginar que una persona acepte bien el tema de la muerte, cuando a lo largo de la vida se fomenta la creencia del impedir morir; es decir, muchos de los avances tecnológicos médicos están estrechamente relacionados con prolongar la vida, entonces ante
dicha creencia se vuelve un reto para el profesionista de la salud mental e inclusive para el mismo paciente,
cambiar de convicción y comenzar a experimentar
el bien morir. Si a eso le agregamos los indudables pensamientos tormentosos de lo que se deja atrás, la familia, los recuerdos, la vida… el paciente pasa por un momento de desapego y estrés mientras al mismo tiempo vivencia el dolor físico de la enfermedad. “Paliativo” palabra de origen etimológico latino “pallium” que significa manto o cubierta, apegándonos al significado, los cuidados paliativos serían una
forma de abrazar, “apapachar” al individuo que se
encuentra experimentando dolor. Por ello, es que no se puede perder de vista, la parte espiritual, pues el amor es fundamental en un proceso de dolor, el amor que pueda transmitir la familia, los médicos, el psicólogo, el mismo paciente hacia el proceso transcendental de vida. ¿Y cómo lograr transmitir una visión de amor y cuidados cuando se obtiene el aprendizaje del no permitirse sentir, empatizar con el dolor del paciente? La
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mayoría de los médicos especialistas a lo largo de su trayectoria profesional se instruyen en la desvinculación emocional que les permita subsistir y continuar con su trabajo de mantener la vida, a toda costa, pese a la calidad de vida del paciente y su aflicción. Pues el tema de la muerte resulta uno de los acontecimientos más difíciles de afrontar, por ello, el apoyo psicológico no sólo es importante en el paciente que recibe el diagnóstico con enfermedad terminal, sino también el acompañamiento a los familiares que son cuidadores y al médico especialista encargado de atenderle. Ante un enfermo que se encuentra en situación terminal y, por tanto, ante la inminencia de una muerte inevitable ¿Cómo enfrenta el médico especialista este momento? ¿hasta dónde debe llegar el tratamiento médico que se está recibiendo? ¿el paciente tiene el
derecho a rechazar un tratamiento determinado? Son las preguntas con las que nos enfrentamos día a día en los hospitales a la hora de actuar y hacer frente a la difícil situación del paciente con pronóstico desfavorable. Mucho se ha discutido sobre los límites del sobreactuar del médico, nos hemos encontrado con algunas dificultades respecto a la utilización de terapias que no pueden curar al paciente, sino simplemente prolongan su vida en agonía. Procedimientos como la intubación, la ventilación asistida, la aplicación de múltiples medicamentos, los continuos exámenes de laboratorio y la nutrición parenteral pueden llegar a beneficiar a algunos enfermos y evitar la muerte prematura, sin embargo, en aquellos pacientes con un tumor maligno avanzado y con falla multiorgánica o a quienes la valoración clínica y los índices pronósticos indican que no es recuperable, el persistir en la realización de procedimientos invasivos es lo que coloquialmente conocemos como “encarnizamiento terapéutico”. Como psicólogos paliativos que trabajamos dentro de un hospital nos hemos dado cuenta que a los médicos les cuesta trabajo dejar de utilizar todos los medios a su alcance para “salvar” a un enfermo moribundo, en algunas ocasiones la obstinación terapéutica se ve influenciada por múltiples factores como: la exigencia de los familiares para que se haga lo humanamente posible, o imposible para salvar la vida del paciente; la falta de comunicación entre el equipo médico y la familia y el desconocimiento de los deseos del paciente antes de estar en un estado inconsciente. Estas acciones dificultan y obstaculizan el trabajo en el abordaje psicológico paliativo al enfermo y sus familias. Los cuidados paliativos ni aceleran ni detienen el proceso de morir. Solamente intentan estar presentes y mejorar considerablemente la calidad de vida de los pacientes antes de su muerte; establecer una relación franca y honesta con el enfermo y su familia; aportar los conocimientos médicos y psicológicos y el soporte emocional y espiritual que los pacientes necesiten, con los síntomas bajo control, libres de dolor y en el entorno más adecuado (hogar, familia, amigos).
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Las herramientas básicas que pone en práctica un psicólogo de cuidados paliativos son: • Empatía: es decir estar en el lugar del otro, tratar de imaginar el dolor físico y emocional que se está experimentando. • Escucha activa: escuchar con el pensamiento abierto, libre de juicios que no necesita el paciente. • Preguntar (no presuponer): no adelantarse a los hechos. • Permitir la expresión de emociones: si el paciente, familiar, cuidador o médico tratante quiere llorar, enojarse, expresar cualquier otra emoción, abrazar dicho suceso y escuchar. La contención emocional no es evitando que salga el dolor, sino favoreciendo su expresión. • Evitar frases que no consuelan. • Evitar falsas expectativas, pero dar paso a la esperanza.
• Comunicar “la verdad” al ritmo de las necesida-
des y demandas del paciente. • Convertir las dificultades en oportunidades: potenciar, tanto como sea posible, la visión del proceso como un reto de aprendizaje personal. La palabra “muerte” asusta y moviliza muchas emociones, tanto para quién ha de enfrentarse a ella y para sus allegados, como para los profesionales que están a su cuidado. No olvidemos que el paciente necesita acompañamiento, cuidado y orientación para la toma de decisiones. Al final de la vida es tan importante el estado físico como el emocional. Nuestro ´principal objetivo en los cuidados paliativos será proporcionar apoyo emocional al paciente y sus familiares que así lo requieran.