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Un acercamiento a la manipulación U

na definición de “manipular”, según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española es: “intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares” Por consiguiente, el manipulador es el que manipula.

Se trata de la maniobra o manejo de tipo psicológico que, realizado de manera intencional y oculta, pretende influir sobre individuos o grupos a fin de que actúen de una manera determinada, según la voluntad de quien manipula. Es una influencia sobre otra u otras personas, sin que ellas puedan darse cuenta de los objetivos y procedimientos por los cuales son influidas. La manipulación supone la ausencia o supresión de toda crítica en la persona manipulada, y el intento deliberado de parte del manipulador para que no se conozcan sus verdaderos propósitos.

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Todos, de una manera o de otra, ejercemos alguna vez la manipulación y también podemos ser susceptibles de ser manipulados; sin embargo, se considera que un manipulador interpersonal es el que, de manera frecuente, utiliza diferentes estrategias y tácticas para ejercer poder y control en los otros. Hablamos por tanto de una forma peculiar de relación interpersonal. La manipulación, cuando es sistemática, puede indicar la existencia de un trastorno de personalidad. El manipulador se aprovecha de su víctima generando un desequilibrio de poder que utiliza a su favor. Cuando se establece este tipo de relación, hay un claro “ganador”: el manipulador, y un “perdedor”: su víctima.

La manipulación mental puede ser utilizada con fines nobles , pero por lo general es utilizada con otras intenciones. Puede estar presente en torturas, relaciones tóxicas, cultos, política, movimientos sociales, etc., debido a que es una herramienta de control muy potente y efectiva.

La manipulación psicológica tiene consecuencias bastante serias, las más evidentes serían: el cambio, o condicionamiento, de la conducta, pensamiento o emociones; pero además puede causar problemas en la autoestima, la confianza y la autonomía de las personas manipuladas.

La mayoría de las personas manipuladoras presentan ciertos rasgos como: egocentrismo, falta de empatía, irresponsabilidad, maquiavelismo, facilidad para detectar las debilidades ajenas, etc. Algunos autores se aproximan a la manipulación interpersonal desde los estudios de la agresividad, como una forma de comportamiento social estable y persistente. Desde otra perspectiva, estos comportamientos se pueden considerar un déficit en las habilidades sociales básicas , es decir, incapacidad para determinar las consecuencias no sólo inmediatas sino futuras de sus acciones; sólo perciben la consecuencia inmediata de obtener el éxito en el control sobre el otro. Las personas con ciertos trastornos de personalidad (trastorno de la personalidad antisocial, trastorno de la personalidad límite, trastorno de la personalidad narcisista) también son más propensas a recurrir a la manipulación para lograr sus objetivos.

Cualquiera que sea su origen, la manipulación psicológica implica acciones de distorsión mental y explotación emocional para ejercer el control sobre una persona, con el fin de obtener cierto beneficio u objetivo. Es importante resaltar que la manipulación se da tanto en relaciones cercanas como en grandes grupos – manipulación social –.

En la sociedad actual, se construyen subjetividades particulares mediante discursos y modelos a seguir que el sistema social demanda. La exigencia de ser mejor cada día y la competitividad, crean sujetos que viven y se vinculan por el miedo al fracaso y a no ser exitosos, generando vivencias de angustia y culpa por no cumplir con lo establecido. Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas, y son, en gran medida, personas de las que nunca hemos oído hablar. Este es el resultado lógico de cómo se organiza nuestra sociedad. Grandes cantidades de seres humanos deben cooperar si es que quieren convivir en una sociedad funcional sin sobresaltos. Hoy en día, la propaganda necesariamente interviene en todo lo que tiene un poco de relevancia en el plano social.

Pero centrándonos más en los aspectos generales y personales que en los grupales, regresemos al punto: la manipulación comprende un gran conjunto de técnicas psicológicas, o tácticas, que tienen como finalidad ejercer el control sobre el pensamiento, la conducta y las emociones de alguien. Dicho de otro modo, el control mental se sirve de una serie de técnicas orientadas a dominar y modificar los procesos mentales de las personas. Estas técnicas de control mental son muy potentes y efectivas, y en algunos casos, irreversibles; pueden influenciar significativamente a un individuo en sus acciones, conductas, pensamientos, emociones, creencias, gustos, relaciones, e incluso en su propia identidad.

Las técnicas utilizadas suelen ser sutiles , ya que el control mental es un proceso que cambia la mente del manipulado paulatinamente. Aunque esto dependerá de las técnicas empleadas, la duración de la aplicación y los factores personales y sociales del manipulado. Se les presenta algunas de las técnicas más comunes.

Infundir miedo: es una de las estrategias de manipulación mental y emocional más usadas y eficaces: Una vez que el manipulador descubre los miedos de su víctima, los exagerará para angustiar a la persona y lograr que haga lo que desea.

Gaslighting “luz de gas”: se trata de una manipulación mental tan sutil que es sumamente difícil percatarse de ella: el manipulador emocional se dedica a minar la autoconfianza de su víctima distorsionándole su realidad para adaptarla a su visión de lo que sucede. La víctima puede incluso llega a dudar de su memoria y cordura ya que el manipulador no tiene escrúpulos en cambiar los hechos y mentir para generar una dependencia.

Generar culpa: lo más común es que se hagan pasar por personas desvalidas que necesitan ayuda, de manera que su víctima se sienta muy mal – culpable – si no cede a sus deseos. Estas personas inventan “necesidades imperiosas” que su víctima debe satisfacer, o falsean la realidad para hacerles sentir culpables.

Actitud protectora: el manipulador le hace creer a su víctima que no es capaz de valerse por sí misma y que lo necesita. A cambio de esa “protección”, que puede ser material o emocional, el manipulador le pedirá que se adapte a sus deseos. De esta forma, la protección se convierte en un control total generando una relación de profunda dependencia.

Castigo: el manipulador emocional casi nunca recurre a la violencia física, su violencia es psicológica. Por eso, castiga a su víctima cada vez que no cumple con sus exigencias. Ese castigo puede adoptar diferentes formas, desde humillaciones verbales y sarcasmos hasta un tratamiento silencioso que implica ignorar por completo al otro, soslayar sus necesidades emocionales y negarse a enfrentar el conflicto, manteniendo así el control de la situación.

También son comunes otras técnicas como: el aislamiento total o parcial del núcleo familiar o social; recordatorio constante de ideas; cambio de dieta; demostraciones con mucha medida de afecto y recompensas; agotamiento físico paulatino, etc.

Mucho de la manipulación es estudiado desde la psicología oscura (Dark Psychology), que es el arte y/o la ciencia de la manipulación y el control mental. La psicología, en general, busca estudiar y comprender el comportamiento humano; se centra en nuestros pensamientos, acciones y la forma en que interactuamos. Sin embargo, la psicología oscura sólo se enfoca en los tipos de pensamientos y conductas que son de naturaleza depredadora. Este tipo de psicología examina las tácticas utilizadas por las personas maliciosas para motivar, persuadir, manipular o coaccionar a otros para que actúen de manera beneficiosa para ellos mismos y potencialmente perjudiciales para la otra persona.

La psicología oscura puede verse como el estudio de la condición humana, en relación con la naturaleza psicológica de los diferentes tipos de personas que se aprovechan de los demás. El objetivo de esta psicología es tratar de comprender esos pensamientos, sentimientos y percepciones que hacen que las personas se comporten de manera depredadora. Se basa en 4 rasgos subclínicos (que no son necesariamente un trastorno o patología) de personalidad oscura, que son: narcisismo, maquiavelismo, psicopatía y sadismo. Las personas con tales rasgos tienden a actuar de maneras que son dañinas para los demás. Cabe mencionar que todos tenemos estos rasgos en alguna medida, pero sin llegar a ser los determinantes de nuestra personalidad. Para comprender mejor a estas personas malignas, se describen, muy brevemente, sus características, teniendo en cuenta que los cuatro rasgos pueden superponerse.

Narcisismo: los narcisistas muestran altos niveles de grandiosi - dad, superioridad, dominio y control; tienden a ser personas encantadoras, por lo que son buenos para engañar; usan a las personas para alimentar su “suministro narcisista” (sus propios egos); suelen ser prepotentes y se consideran mejores que los demás. Todas sus conductas explican la existencia paradójica de la grandiosidad y la vulnerabilidad.

Maquiavelismo: involucra el engaño y la manipulación. Los maquiavélicos tienden a ser personas muy cínicas, amorales y egoístas; son fríos y calculadores, sin principios y expertos en la manipulación. No dudarán en dañar a otros si les conviene. Los narcisistas, sádicos y psicópatas pueden dañar a otros para su propio disfrute porque carecen de empatía, o también para satisfacer ciertas necesidades emocionales, mientras que los maquiavélicos lo harán con un propósito racional y calculado.

Psicopatía: de los 4 rasgos oscuros, la psicopatía es la más malévola. Los psicópatas tienen niveles muy bajos, o nulos, de empatía, por lo que no se preocupan por los demás. Por otro lado, tienen niveles muy altos de impulsividad; suelen mantener apariencias exteriores normales, por lo que es difícil detectarlos, pero es observable que les gusta comenzar peleas, que ignoran las emociones ajenas y que mienten constantemente. En general, extremadamente insensibles y manipuladores.

Sadismo: al igual que los otros tres rasgos oscuros, el sadismo se caracteriza por la insensibilidad, aunque la característica definitoria de los sádicos es que disfrutan de la crueldad; para ellos la crueldad es placentera y emocionante, y algunos incluso la encuentran sexualmente estimulante. Tienden a provocar dolor, confusión o sufrimiento de cualquier tipo sin razón alguna, sólo porque eso les produce placer.

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