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Ante la soledad, solidaridad

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¿Duermes bien?

¿Duermes bien?

Lic. Margarita González - Lic. Perla Gallegos

En el ritmo de la vida cotidiana pocas veces desaceleramos para observar nuestro impacto y la influencia que tenemos hacia las personas que nos rodean y viceversa. Para quienes vivimos en la prisa irreflexiva del día a día, en ocasiones la oportunidad de esta pausa aparece cuando el flujo de la vida se ve interrumpido por algo inesperado, como la pérdida de algún ser querido o de algo importante para nosotros, como nuestra salud o un empleo, y es entonces cuando nos percibimos vulnerables , y en ocasiones solos ante tal problemática; pensamos que no hay soluciones rápidas y precisas que nos permitan regresar al ritmo que teníamos antes de la brusca interrupción y que no hay nadie que nos pueda entender y ayudar.

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Reconocernos como seres vulnerables es, constantemente retador y constituye una invitación a ubicarnos en el presente y visualizar los pasos hacia el futuro, hacia la apertura de las posibilidades que nos otorga esta variable tan compleja, la vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es un concepto que busca identificar los factores que refuerzan la reproducción de procesos que deterioran el nivel de vida de hogares e individuos desde distintos enfoques (como lo puede ser el social, psicológico, físico y espiritual) y donde también in terviene la capaci dad de la persona o de los grupos, para afrontar o resistir esas pro blemáticas.

Ante esce narios imprevistos y/o escenarios que ponen a prueba nues tros recursos inmediatos, donde se encuentra amenazada de manera multidimensional nuestra integridad (por ejemplo, la falta de recursos económicos o de empleo, enfermedades, necesidades de cuidado en sus hogares, falta de servicios en su comunidad, desastres, etc.), es que toma fuerza un aspecto de gran relevancia para el afrontamiento de las redes de apoyo social.

Las redes de apoyo social deben entenderse como aquellos sistemas de interacción social que nos facilitan el acceso de bienes materiales, apoyos instrumentales, apoyos emocionales, información, oportunidades, y poder, por lo tanto, identificar esas redes de apoyo, conocerlas, crearlas y/o mantenerlas, son habilidades trascendentales en cada una de las etapas del ciclo vital de una persona.

En general, podemos distinguir dos tipos de redes de apoyo: las informales , que se basan en relaciones familiares, personales y comunitarias no estructuradas; las formales , donde podemos encontrar personas dentro de una estructura y organización formal, como lo pueden ser instituciones públicas y privadas y organizaciones no gubernamentales, que brindan acceso a servicios. Ambos tipos de redes de apoyo son importantes, pues nos proveerán los recursos que nos ayuden a eliminar o satisfacer por completo la necesidad o necesidades que aisladamente no podríamos enfrentar de manera oportuna y satisfactoria.

La invitación es abrirnos a la experiencia de cultivar las relaciones interpersonales , ser solidarios y recíprocos ante ese apoyo que se nos provee. En el caso de que nuestras redes de apoyo sean pocas o limitadas, te recomendamos: realizar un listado de aquellas personas que nos apoyarían incondicionalmente; organizar este listado por grupos de apoyo, es decir, si son familiares, amistades, vecinos y los tipos de apoyos que pueden brindar; de estos grupos, identificar cuál sería el más importante y por qué motivo; mantener actualizado los contactos de los grupos de apoyo formales o informales; iniciar con la identificación de los factores que intervienen a nivel individual a la apertura o aislamiento interpersonal, es un buen inicio.

Algunos de los factores que predisponen el sentimiento de soledad e imposibilitan una interacción social gratificante son: falta de habilidades sociales apropiadas (saber pedir ayuda, ser reciproco, establecer límites, etc.); distanciamiento geográfico (vivir lejos de las instituciones proveedoras de servicios y/o productos); manejo emocional deficiente (dificultad en la identificación y represión de las emociones, trastornos mentales); factores culturales y sociales, como la falta de confianza en las estructuras formales o informales.

Hemos de revisar nuestros valores y filosofía de vida personal , en primer lugar, desde la observación de las dinámicas y la calidad de las relaciones interpersonales, es decir, preguntarnos por el cómo convivimos con las personas que nos rodean, qué idea tenemos sobre ellos y qué pensamos de nosotros mismos en la relación con los demás. Tal vez descubramos que las relaciones que mantenemos han sido inequitativas, más allá de lo cuantitativo, en lo cualitativo; es decir, no caigamos en el error de medir la relación con los demás desde un aspecto numérico, por ejemplo, en el tema económico, pues de hacerlo solo fomentaríamos un sufrimiento infértil, pues el valor de la persona y dignidad humana trasciende lo material.

Enfoquemos pues nuestros esfuerzos en buscar la equidad desde la aportación de la conexión vivencial con los demás, dicho de manera sencilla: brindar y recibir tiempo de calidad, generar momentos de armonía que potencialicen el desarrollo humano personal y comunitario, lo que a la par nos llevará a la congruencia con la propia espiritualidad.

En Fundación Stella Vega A.C. tenemos la satisfacción de ser una gran red de apoyo para nuestros beneficiarios, más allá de un apoyo en especie, la calidez humana, el trato digno y el respeto al considerarles como seres integrales, es uno de nuestros compromisos fundamentales.

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