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INTRODUCCIÓN
Este manual se ha concebido como una guía para las personas que estén interesadas en adquirir competencias en el campo de la dinamización, programación y desarrollo de acciones culturales.
Antes de abordar cualquier aspecto relativo a los contenidos del manual, conviene definir y acotar los diferentes aspectos que abarca el término cultura. No es una cuestión de mero trámite, al contrario, cuanto mejor definamos y acotemos los espacios que encierra el concepto mejor diseñaremos y planificaremos una acción cultural.
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La Real Academia Española define cultura, en su segunda y tercera acepción, como:
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
En este sentido, Eduard B. Tylor, unos de los padres de la antropología, definía la cultura en un sentido amplio como ese todo complejo que comprende conocimiento, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad. Otro ilustre antropólogo, Bronislaw Malinowski, concebía la cultura como la herencia social: «La cultura comprende artefactos, bienes, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados».
El denominador común de las definiciones de ambos antropólogos incluye la totalidad de las actividades, procedimientos, ideas y valores humanos transmitidos por aprendizaje social y no heredados genéticamente.
Cultura es, pues, el conjunto de elementos materiales e inmateriales (lengua, ciencias, técnicas, tradiciones, valores y modelos de comportamiento, etc.) que, social e históricamente, transmitidos y asimilados, caracterizan a un determinado grupo humano con respecto a los otros. Lo cultural tiene que ver con el aprendizaje social, cuyos contenidos son susceptibles de ser transmitidos o aprendidos por un determinado grupo humano, es decir, cultural es todo lo
que no es natural.
Teniendo en cuenta estas definiciones, podemos considerar como patrimonio cultural susceptible de mantener, proteger y poner en valor desde un artefacto artesanal o el juego de la petanca, hasta una creencia religiosa, un movimiento social, la música clásica, el teatro o una lengua vernácula. Dentro de este marco definitorio cada actividad humana particular tendrá su propia cultura, así podremos hablar de cultura marinera, cultura médica, física, etc.