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1.1. Elementos fundamentales en la política cultural y empresarial

El interés social por la cultura es el resultado de un proceso a lo largo del tiempo que se consolida en el pasado siglo. La consecución de derechos políticos y sociales repercute en las agendas del sector público y privado, los cuales han construido un entorno propicio para el desarrollo de la producción cultural y su industria asociada.

La cultura es parte esencial del ser humano, tanto para su desarrollo personal como social. Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que es un derecho fundamental de las personas y los pueblos, aunque no siempre ha sido así. A lo largo de la historia, no todos los miembros de una comunidad tenían acceso a la educación o al disfrute de las diferentes disciplinas artísticas y creativas. Tampoco la idea de cultura se ha mantenido igual con el paso del tiempo y los cambios sociales ocurridos (la cultura es expresión y germen de estos cambios).

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Por ejemplo, las bellas artes comenzaron a desarrollarse con la nobleza y el posterior auge de la burguesía; en un principio, solamente las élites ilustradas tenían a su alcance el deleite de la creación artística.

En España, las políticas públicas y las iniciativas privadas actuales en el ámbito de la cultura son reflejo de una serie de antecedentes:

• La sociedad de consumo. El sistema industrial desarrollado a principios del s. XX se caracterizó por la producción en serie y la cadena de montaje, ambas basadas en la tecnología. Con este sistema aparece una clase media con mayor poder adquisitivo y más tiempo libre que, junto al abaratamiento de costes, favorecerá que la población en general tenga más opciones de acceso a los productos que llegan al mercado y, por tanto, tener la capacidad de convertirse en objetos de consumo masivo.

• El desarrollo del estado del bienestar. Los avances en el campo de la economía política introducen la idea de “estado del bienestar” como garantía de acceso a una serie de derechos básicos y comunes para todos la humanidad. Uno de ellos es el derecho a la cultura incluyendo, en

esta, el significado extenso del término que engloba la educación o las bellas artes y, también, el patrimonio o el legado material e inmaterial de cualquier comunidad.

En este sentido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos entiende por derecho a la cultura tanto el acceso al conocimiento y la libre expresión como la producción, participación y disfrute de la vida cultural de la comunidad en sus diferentes manifestaciones.

• El restablecimiento de la democracia. La crisis económica de principio de los años 70 y los movimientos sociales contra la dictadura franquista propician su disolución. España se convierte en un país democrático y se aprueba la Constitución de 1978, que garantiza la división de poderes (legislativo, político y judicial), la descentralización del estado con sus correspondientes administraciones, la libertad de expresión, de ideología y de creencias. Ni que decir tiene que estas tres últimas cualidades son los cimientos donde se asienta la creatividad artística y se visibiliza la diversidad cultural.

En nuestro país, hay que remontarse hasta el siglo XlX para que el Museo del Prado fuese abierto al público, pero no fue hasta bien entrado el siglo XX, concretamente en 1977, cuando se crea el primer ministerio de cultura.

La Constitución de 1978 hace suya la Declaración Universal de los Derechos Humanos en materia de derechos fundamentales. Así, los artículos 20, 43, 44 y 46 sostienen que los poderes públicos fomentarán el deporte, promoverán y tutelarán el acceso a la cultura y subrayan el derecho a la educación, además de garantizar la conservación del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España.

La pertenencia de nuestro país a la UNESCO incide en la planificación de la política cultural para contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza y el diálogo intercultural mediante la educación, las ciencias y la cultura.

En el marco de la Unión Europea, el Estado español participa de los principios de la Agenda Europea para la Cultura cuyas iniciativas incluyen fomentar la diversidad cultural, la protección del patrimonio cultural común europeo y el apoyo a las industrias culturales y creativas como fuente de crecimiento y creación de empleo.

La importancia que tiene el desarrollo de la cultura para la identidad, el progreso y el bienestar de los pueblos pone de relieve los recursos que destinan las diferentes instituciones del estado para satisfacer las demandas y necesidades de la población, además de legitimar la creación de organizaciones culturales.

Los elementos fundamentales que influyen en el diseño y planificación de la política cultural son personas, grupos o instituciones públicas y privadas que intervienen en el desarrollo cultural de un determinado territorio. Se entiende por desarrollo cultural el proceso de creación, producción, exhibición, difusión, distribución y conservación que propician la actividad de las industrias culturales y creativas.

Podemos representar el germen de la política cultural y la industria afín con el siguiente esquema:

De esta forma, el hecho cultural se transforma en una actividad que ha ido en aumento con un crecimiento significativo del sector asociativo y de empresas e industrias privadas. Este proceso es posible gracias a las políticas públicas que fomentan la demanda de servicios culturales e incide en el desarrollo de iniciativas privadas.

La iniciativa de personas o grupos en el ámbito de la cultura conforma la industria cultural con unas políticas empresariales orientadas a materializar las directrices de la UNESCO, la Unión Europea, la política cultural del gobierno central y las distintas autonomías.

La creciente demanda ha generado la profesionalización de la gestión cultural y la aparición de las industrias creativas y culturales (ICC). La actividad cultural en España tiene un peso relevante en la economía. Para hacernos una idea, basta con consultar los datos registrados en la Cuenta Satélite de la Cultura, creada por el Ministerio de Cultura. En esta se computan datos de todo el ámbito cultural desglosado por sectores y fases. Entre sectores, el que más aporta es el de prensa y libros, después el de televisión y radio seguido por cine y vídeo.

Cuenta Satélite de la Cultura en España1 APORTACIÓN DE LAS ACTIVIDADES CULTURALES Y DE LAS ACTIVIDADES VINCULADAS CON LA PROPIEDAD INTELECTUAL AL PRODUCTO INTERIOR BRUTO

Valores absolutos (millones de euros)

Actividades culturales 26. 125

Actividades vinculadas con la propiedad intelectual

Actividades culturales 34. 733

Porcentaje PIB total

26. 125

Actividades vinculadas con la propiedad intelectual 34. 733

APORTACIÓN DE LAS ACTIVIDADES CULTURALES Y DE LAS ACTIVIDADES VINCULADAS CON LA PROPIEDAD INTELECTUAL AL VALOR AÑADIDO BRUTO

Valores absolutos (millones de euros)

Actividades culturales 24. 724

Actividades vinculadas con la propiedad intelectual

Actividades culturales Actividades vinculadas con la propiedad intelectual 32. 717

Porcentaje VAB total

2,5% 3,3%

1 CSCE proporciona información por una parte, en el ámbito cultural y, por otra, en el de las actividades vinculadas con la propiedad intelectual, que en la mayoría de los sectores son convergentes.

Los datos facilitados por la Cuenta Satélite integran tanto a la industria cultural de iniciativa privada como de iniciativa pública en las que ambas están implicadas, pues la política cultural no solo persigue beneficio económico, sino también beneficio social. De hecho la transversalidad de los agentes culturales (instituciones, empresas, asociaciones, fundaciones) se manifiesta en la gran mayoría de las acciones. Tanto las administraciones autonómicas como la central dedican una parte de sus presupuestos para organizar o promover actividades que necesitan grandes recursos, los cuales son imposibles de asumir por la iniciativa privada en solitario. De esta manera, se garantiza la diversidad y libertad creativa; por ejemplo, apoyando económicamente la organización de festivales de cine, muestras de teatro, ferias de arte entre otras muchas actividades.

Para obtener información detallada sobre el estado y situación del ámbito cultural, este, se configura en sectores y fases tal como refleja el siguiente esquema:

Términos clave

Hecho cultural

Es la expresión material o inmaterial (lengua, tradiciones, valores, modelos de comportamiento, conocimientos técnicos, científicos o artísticos) socialmente transmitidos y asimilados por una determinada colectividad que constituye su particular acervo cultural.

Política cultural

Es la planificación y ejecución de acciones (decisiones y no decisiones) sobre las necesidades culturales de la sociedad, de la que participan diversos actores públicos o privados, cuyos objetivos varían en función de los fines a alcanzar.

Industrias culturales

La capacidad de reproducción ilimitada de creaciones simbólicas en diversos soportes materiales e inmateriales, destinadas a los mercados de consumo, promueven un conjunto de actividades productivas que convierten las creaciones culturales en mercancías susceptibles de obtener una rentabilidad económica, además de acercar la experiencia estética a amplios sectores de población.

Transversalidad

Dada la extensión y diversidad del ámbito cultural, la transversalidad se entiende como la interrelación y cooperación entre sectores, agentes culturales e iniciativas creativas. Los objetivos y estrategias deben entrecruzarse no caminar en paralelo, ni optar por la verticalidad para construir unos sectores culturales sólidos a medio y largo plazo que garanticen el acceso a la cultura a toda la sociedad.

Unesco

Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Creada en 1945 después de la dos guerras mundiales con la idea de que la paz duradera se basa en la solidaridad humana, para ello la Unesco refuerza el acceso a la educación, el entendimiento intercultural, la cooperación científica y la libertad de expresión como condición esencial para la democracia, el desarrollo y la dignidad humana.

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