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1.6. Aplicación de lógicas y procesos administrativos
Los proyectos culturales surgen, en primer lugar, del derecho de la ciudadanía a la cultura y, en segundo lugar, a la creciente demanda de productos culturales.
La gestión cultural hace posible y viable un proyecto cultural porque desarrolla y dinamiza los bienes culturales, artísticos y creativos dentro de una estrategia social, territorial o de mercado. El trabajo del gestor cultural es administrar con eficiencia los recursos, diseñar estrategias y acciones para alcanzar unos objetivos que afectan a la promoción de la cultura.
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La planificación estratégica en cultura tiene o debe ser el punto de partida de todas las intervenciones. El diseño de programas y proyectos se antoja imprescindible como herramienta de trabajo que debe desarrollar todo profesional de la gestión cultural. «De esta manera, las ideas se transforman en proyectos, y estos, en acción» (Roselló, 2014).
Se denominan lógicas a la sucesión de acciones o pasos que se realizan de forma coherente para llevar a cabo un proyecto cultural. Son herramientas que contribuyen a detectar necesidades y tomar decisiones en torno al diseño de proyectos culturales.
Un proyecto es la idea de una cosa que se piensa llevar a la práctica, para la cual se planifica una secuencia de acciones y se cuenta con los medios necesarios para materializarla. Para que nuestra idea llegue a buen puerto, será necesario formular una serie de preguntas. Las respuestas que encontremos irán definiendo:
• Las lógicas (pasos a seguir) del proyecto.
• Los puntos básicos para la redacción y desarrollo.
¿Qué es un proyecto (cultural)?
Un proyecto es un conjunto de actividades que se proponen realizar una vez detectadas unas necesidades. Para satisfacer las carencias detectadas se definen unos objetivos a conseguir.
¿Qué voy a hacer?
Responder a esta pregunta significa detectar la necesidad o carencia, justificar la importancia de satisfacer la necesidad o carencia. Describir la población (sector o sectores sociales) a la cual se dirige el proyecto.
A continuación se definen los objetivos a conseguir y qué metas o fines se alcanzarán (a través de los objetivos) con el fin de producir determinados servicios u objetos capaces de satisfacer las necesidades detectadas en un contexto social concreto, en un tiempo determinado y con un presupuesto limitado.
¿Cómo lo voy a hacer?
Tendremos que programar las acciones o actividades que se llevarán a cabo para alcanzar los objetivos. Es fundamental elaborar un cronograma con el que distribuir las acciones en el tiempo y asignar las funciones de las personas o entidades participantes en el proyecto.
¿Con qué medios cuento?
Es indispensable elaborar una previsión de gastos y partidas económicas necesarias para llevar a cabo el proyecto. Determinar los recursos económicos y técnicos necesarios, así como el coste de cada actividad a realizar.
¿Cómo evaluaremos el éxito?
Es preciso redactar unos indicadores de seguimiento y resultados. También asignaremos un valor numérico a cada objetivo alcanzado según el nivel de ejecución del proyecto.
A nivel externo se pueden establecer unos parámetros que muestren el grado de satisfacción de la población beneficiaria.
A continuación, se detallan los pasos para desarrollar un proyecto cultural:
1. Planificación. En este primer paso se establece una valoración inicial en base al contexto sociocultural del lugar.
1.1. Diagnóstico. Se trata de identificar la necesidad o demanda cultural.
• Recabar la mayor información posible para que los objetivos y metas se ajusten a las necesidades y demandas reales de la ciudadanía a cual se dirige el proyecto.
• Analizar el contexto donde se desarrollará el proyecto:
✔ Factores demográficos: población total, distribución por grupos de edad y sexo.
✔ Factores económicos: actividad económica, nivel de ingresos.
✔ Factores sociales: nivel educativo, asociaciones ciudadanas, motivación cultural.
Trabajar estos aspectos permitirá conocer el interés y la respuesta de la población a la participación en el proyecto o evento concreto. No se trata de unestudio exhaustivo, pero sí intentar anticipar los resultados y diseñar unas dinámicas de trabajo para motivar a la población a acudir a las acciones programadas. Con este análisis garantizamos, lo mejor posible, alcanzar los objetivos propuestos.
1.2. Justificación. La idea es argumentar de forma justificada la necesidad del proyecto y los beneficios para la población una vez realizado el diagnóstico y el análisis geográfico y poblacional.
2. Definición. El siguiente paso es preceptivo para establecer unos objetivos y las estrategias que se van a desarrollar.
2.1. Objetivos generales. A la hora de redactar un proyecto cultural tenemos que definir los objetivos generales o fines a alcanzar para ello debemos preguntarnos: ¿Qué? ¿Qué buscamos? ¿Qué situación queremos revertir?
2.2. Objetivos específicos. Para desarrollar los objetivos específicos tenemos que responder a la pregunta ¿cómo vamos a conseguir los fines propuestos? Los objetivos específicos serán los pasos o acciones a seguir para alcanzar los objetivos generales, que son a más largo plazo.
Es muy importante formular varias veces los objetivos específicos y reflexionar sobre ellos, pues son los que conformarán las acciones o eventos. Son los que llenarán de contenidos el proyecto. Un objetivo mal definido puede retrasar o alejarnos de lo que queremos conseguir.
3. Producción del proyecto. Después de definir los objetivos generales y específicos pasaremos a concretar los objetivos específicos, es decir, los contenidos de las acciones a realizar.
Para concretar de forma realista las acciones culturales no podemos perder la coherencia con los recursos y el tiempo disponible, ni tampoco la coherencia entre acciones a realizar (programa) con los objetivos específicos y generales.
3.1. Secuencia de actividades y tareas. Cronograma. Planificar un proyecto cultural es tarea imprescindible para materializarlo de manera viable. Una técnica interesante es confeccionar un cronograma de actividades donde figure: cuándo, cuánto y cómo vamos a realizarla. A su vez, para cada actividad se definirán una serie de tareas concretas a materializar.
El cronograma es adecuado para ordenar en el tiempo las tareas, secuenciarlas por importancia, definir la necesidad de ejecución a corto o medio plazo o decidir quién o quiénes van a realizar las tareas. Además, el cronograma, permite conocer el grado de cumplimiento de objetivos.
El cronograma presenta diversas fortalezas:
• Situar las actividades en el tiempo, de forma ordenada, nos será útil para la implementación del proyecto, para evaluar su cumplimiento o la necesidad de establecer posibles ajustes.
• El cronograma permite interaccionar permanentemente con las acciones programadas de forma conjunta.
• Distinguir plazos de ejecución a corto, medio o largo plazo.
Ver, casi, en tiempo real como estamos llevando a cabo la programación y su grado de cumplimiento.
PROYECTO: Muestra artesanía tradicional doméstica de la comarca...
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3.2. Presupuesto. El siguiente paso es elaborar la previsión de gastos y averiguar los recursos necesarios en cada actividad desagregadas en tipos de gastos por partidas para establecer de forma lo más preciso posible los costes en materia de recursos humanos y técnicos.
Por ejemplo: transporte, equipamiento, personal, infraestructura, equipos técnicos.
4. Evaluación. Es la fase en la cual se hace balance. Se puede elaborar una matriz de fortalezas y debilidades a la hora de cerrar el proyecto.
El cronograma previo ayudará a desglosar actividades, tareas, tiempos, dificultades.
Los criterios de evaluación tienen que ser fácilmente observables y cuantitativamente medibles.
Además, es preciso atender a los factores externos al proyecto. Se trata de todo el proceso administrativo que se debe realizar que se aleja más del diseño y planificación del proyecto, pero no por ello menos importante.
La parte administrativa es amplia y está sujeta a diferencias que dependen de la naturaleza del proyecto y actividades a realizar.
A la gestión administrativa le compete:
• Relación con las administraciones, subvenciones, concursos.
• Regulación jurídica laboral, seguros.
• Contratos con artistas, profesionales, empresas de servicios.
• Comunicación, dar visibilidad al proyecto.
• Comercialización, búsqueda de clientes, (organizaciones, instituciones) o espacios donde ofrecer los servicios culturales.
A continuación, se presenta un esquema de desarrollo de un proyecto cultural: