1.3.3. Métodos para verificar el desarrollo de una evaluación grupal

1.3.3. Métodos para verificar el desarrollo de una evaluación grupal

Para completar plenamente un proceso evaluativo no basta con planificarlo y realizarlo, sino que es necesario saber si todo eso se ha hecho bien y los resultados a los que se ha llegado son legítimos. El concepto de evaluación es autoreferente, y para conseguir su propia credibilidad hay que evaluar la propia evaluación.

La revisión de la evaluación de un programa de actividades de tiempo libre puede tener tres vertientes:

Permitir la comprobación y revisión de la evaluación.

Garantizar la fidelidad y exactitud de los resultados con respecto a la realidad y a lo pretendido al valorarla.

Comprobar el grado de generalización de una evaluación.

Existen dos criterios fundamentales que se deben tener en cuenta a la hora de comprobar la solvencia de una evaluación, los cuales deben coincidir con la propia evaluación inicial:

Validez: persigue la exactitud de las valoraciones con respecto a la realidad evaluada, por lo que se trata, en definitiva, de averiguar hasta qué punto la evaluación valora exactamente lo que dice valorar y no otro aspecto como suposiciones, errores, prejuicios, etc.

Fiabilidad: afecta a la posibilidad de generalizar una evaluación a diversos espacios, tiempos, personas destinatarias o evaluadores. Una evaluación, para que sea fiable, ha de poder repetirse sin que los resultados varíen por ello.

Uno de los procedimientos más eficaces y apropiados para validar una evaluación y eludir en lo posible los problemas expuestos consiste en la utilización de diferentes métodos, sujetos, instrumentos o tiempos, con el fin de aumentar en la mayor medida posible la equivalencia y exactitud de los resultados. A este procedimiento se le denomina triangulación, y podemos encontrar diversos tipos:

Triangulación de monitores/as: cuando los instrumentos evaluativos son

50 UF1948 Programación, ejecución y difusión de proyectos educativos en el tiempo libre