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4.4.5 Vida Saludable

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curricular

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✓ Usar un lenguaje incluyente en el tratamiento de las diversas disciplinas de los campos de formación, desmitificando que el lenguaje masculino es neutro si se trata del estudio de la lengua; del conocimiento del cuerpo, si se trata de biología; del contenido sexista, racista o machista en las propuestas literarias; visibilizar el papel de las niñas, adolescentes y mujeres adultas en diferentes tiempos y sociedades, si se trata de historia; el contenido misógino y sexista de las letras de canciones o videos musicales, si se estudia Música; plantear problemas, porcentajes, gráficas donde los enunciados visibilicen realidades concretas de la diversidad sexual o

de género.156

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4.4.5 Vida Saludable

El desarrollo de las niñas, niños y adolescentes en las últimas décadas se ha visto mermado considerablemente en el ámbito de la salud en la

medida en que éste ha respondido a un sistema segmentando, diferenciado y profundamente desigual, que sólo administraba oportunidades de acuerdo con las posibilidades económicas de las madres y padres de familia o de los tutores legales.157

Esta política fortaleció una visión individualista, mercantilizada y fragmentada de la salud pública158, que ha modelado la visión, valores,

156 Mercedes Sánchez Sáinz, op. cit., pp. 132-134.

157 Olivia López Arellano, José Blanco Gil y José Alberto Rivera Márquez (2015), “Determinantes sociales y derecho a la salud”, en Carolina Tetelboin Henrion et al (coords.), Debates y problemas actuales en medicina social, México, UAM-Xochimilco, p. 61. 158 De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud: “Las funciones esenciales de la salud pública se entienden como las capacidades de las autoridades de salud, en todos los niveles institucionales y junto con la sociedad civil, para fortalecer los sistemas de salud y garantizar un ejercicio pleno del derecho a la salud, actuando sobre los factores de riesgo y los determinantes sociales que tienen un efecto en la salud de la

educación y autocuidado de generaciones respecto a su propia salud, en la que la salud ha sido planteada como un bien de consumo y no como un derecho humano.

Este enfoque mercantil de la salud desconoció la influencia de desigualdades o determinantes sociales que comprenden las contextos, circunstancias y estados en los que las personas nacen, crecen, alimentan, viven, educan, trabajan, divierten y envejecen, así como las diferencias sistemáticas por género, edad, grupo étnico, ingresos, educación, capacidades y territorio en donde viven.159

Lo anterior implica dejar la idea de salud mercantil basada en la prevención y atención de enfermedades y cambiar hacia un proceso de salud-enfermedad-cuidado-atención, que corresponda a los diferentes momentos del ciclo de vida de cada sujeto en contextos concretos, en donde estén presentes de manera solidaria los miembros de la comunidad. Hay que destacar el aspecto social del cuidado que se plantea como un derecho humano con estrechos vínculos con los derechos a la

salud, a la educación, al trabajo, a la nutrición y a la vida.160

Establecer un eje articulador de Vida Saludable supone una formación progresiva, de nivel inicial a la educación secundaria que permita a las y los estudiantes comprender el entramado de relaciones entre el medio

población”. OPS (2020), Las funciones esenciales de la salud pública en las américas. Una renovación para el siglo XXI. Marco conceptual y descripción, Washington, D.C., p. 14.

159 Manuel Urbina Fuentes y Raúl Sánchez Kobashi (2016), “Antecedentes y contexto”, en Manuel Urbina Fuentes (coord.), Los Determinantes Sociales de la Salud y de la Equidad en Salud, México, Inter Sistema EditoresCONACYT, pp. 32.

160 Gabriela Ríos Cázares y Sergio López Moreno (2018), “Comprendiendo El Cuidado y los cuidados: tipología del cuidado desde la salud colectiva”, en Edgar Carlos Jarillo Soto et al (coords.), Salud colectiva en México, México, UAM-Xochimilco, p. 135.

ambiente y la dinámica social, económica y cultural de las comunidades, urbanas y rurales, el impacto de las acciones que se desprenden de dichas relaciones y las consecuencias en la salud, individual y colectiva.161

De esta forma, la vida saludable, como eje articulador de la educación básica, cobra un papel relevante en dos sentidos: por una parte, coadyuvando al aprendizaje de formas saludables de cuidado del cuerpo, por otra parte, propiciando formas de relación simbiótica entre la vida comunitaria del ser humano y el entorno natural en el que habita.

Aunado a lo anterior, la vida saludable no puede ser entendida al margen del buen vivir en comunidad. Una educación que oriente a las niñas, los niños y los jóvenes a responsabilizarse por los otros, por las otras, por su comunidad, que no busque en la autorrealización individual su máxima aspiración, sino en su capacidad para tratar éticamente al resto de miembros de la comunidad, para solidarizarse y responsabilizarse con sus carencias y necesidades, y buscar en su seno la realización como sujeto social, político, económico, cultural, es lo que permitirá fomentar y profundizar prácticas y pensamientos orientadas a la vida saludable en comunidad.

La vida saludable también implica el ejercicio y la alimentación, y más adelante la vida sexual y afectiva, entendida no desde la aspiración de la imagen, sino de un respeto a nuestro cuerpo como un vehículo para poder vivir en y con dignidad.

161 Andrea Revel Chion (2015), Educación para la salud. Enfoques integrados en la salud humana y ambiente. Propuestas para el aula, Buenos Aires, Editorial Paidós, p. 45.

Este eje conlleva la necesidad de comprender que lo que hagamos con el medio ambiente puede afectar la salud humana a través de la toxicidad de ciertas sustancias químicas o minerales que se introducen en el cuerpo a través del agua, los alimentos, el aire que respiramos o la exposición a ciertas radiaciones, por ejemplo, a través de los teléfonos celulares. Se calcula que las industrias han introducido en la vida cotidiana de las poblaciones unas 80 mil sustancias químicas, de las que entre 4000 y 5000 son sospechosas de ser tóxicas. En el caso de los alimentos, el 45% que se consumen contienen residuos tóxicos, sobre todo pesticidas.162

Es importante que las y los estudiantes aprendan que los efectos sobre la salud se ejercen en los distintos momentos de desarrollo de la vida humana, con diferente intensidad y duración de acuerdo con la edad, el género, la nutrición, la etnia, la clase social, la cultural, la actividad productiva -o su ausencia-, y, por supuesto, el medio ambiente.

El eje de vida saludable impulsa una formación que hace visible desde la niñez la importancia de los procesos de salud-enfermedad-cuidadoatención en las mujeres, debido a que prevalece una visión patriarcal de la salud y la ciencia, en donde la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades son confundidos o minimizados o mal diagnosticados en el caso de las mujeres. Igual de importante es visibilizar las desigualdades existentes entre las mismas mujeres, por la edad, la clase social, el territorio, las culturas, la educación disponible, su condición migrante o por alguna discapacidad.163

162 Carme Valls-Llobet (2019), Medio ambiente y salud. Mujeres y hombres en un mundo de nuevos riesgos, Madrid, Ediciones Cátedra, pp. 24 y 25. 163 Ibid. pp. 44 y 45.

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